Archivo de la categoría ‘Curiosidades Históricas’

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Manos blancas no ofenden’?

La expresión ‘Manos blancas no ofenden’ se popularizó en el siglo XIX a raíz de un episodio histórico protagonizado por Francisco Tadeo Calomarde (Ministro de Gracia y Justicia bajo el reinado de Fernando VII) y la infanta Luisa Carlota de Borbón (cuñada del monarca) el 22 de septiembre de 1832.

Cuál es el origen de la expresión ‘Manos blancas no ofenden’

Durante la enfermedad de Fernando VII, Calomarde, contrario a la sucesión femenina a favor de Isabel (hija del rey), persuadió al monarca para derogar la ley (conocida como ‘Pragmática Sanción’ que permitía a las mujeres heredar el trono) en favor de su hermano, el infante Carlos María Isidro .

Cuando la infanta Luisa Carlota cuestionó sus acciones, él mostró arrogancia y recibió dos sonoras bofetadas. Con esto, Calomarde respondió: ‘Señora, manos blancas no ofenden’, advirtiéndole, con total menosprecio, que las ofensas o afrentas de una mujer nunca podrán dañar la integridad ni honor de un hombre.

Aunque se vincula la popularización de esta frase al mencionado incidente, cabe destacar que ya existía una obra de 1640, en el Siglo de Oro español, titulada de ese modo (Manos blancas no ofenden) escrita por Pedro Calderón de la Barca. Su uso posterior ha sido criticado por su connotación misógina, siendo un ejemplo del desprecio hacia las mujeres y la persistencia de actitudes machistas a lo largo de la historia.

 

Te puede interesar leer también otros post relacionados con Fernando VII y la época en la que reinó

 

Fuente de la imagen: creazilla

¿En qué consistían los ‘Idus’ en el antiguo calendario romano?

¿En qué consistían los ‘Idus’ en el antiguo calendario romano?

Los ‘Idus’ eran el término utilizado en el antiguo calendario romano para referirse a ciertos días específicos del mes, los cuales, generalmente, caían alrededor del mediados de cada mes, siendo el día 15 en marzo, mayo, julio y octubre, y el día 13 en los demás meses de dicho calendario.

El origen del término ‘Idus’ no está del todo claro, aunque, probablemente, podría provenir  de la palabra latina iduare, que significaba ‘dividir’, debido a que caían en la mitad del mes y, por tanto, dividían éste.

En la Antigua Roma, los Idus eran días en los que se llevaban a cabo ciertos rituales religiosos y, en algunos casos, también eran fechas en las que se pagaban deudas o se realizaban transacciones comerciales.

El día más famoso de los Idus es el ‘Idus de marzo’ del año 44 a.C. (Idus Martii / Idus Martiae), en el que se cometió el asesinato de Julio César por un grupo de senadores liderados por Brutus y Cassius, un evento que marcó un punto de inflexión en la historia romana y, desde entonces, el término ‘Idus de marzo’ se ha utilizado en la cultura occidental para referirse a eventos o traiciones inesperadas.

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿Cómo surgió el término ‘Imperio Bizantino’?

El término ‘Imperio Bizantino’ surge de la pluma del historiador alemán Hieronymus Wolf en 1557, cien años después de la caída de Constantinopla, quien lo incluyó en su obra ‘Corpus Historiae Byzantinae’, acuñándola la expresión para describir el período postclásico de la historia, distinguiéndolo de las culturas griega y romana de la antigüedad. No fue hasta el siglo XVIII que el término se popularizó, gracias a autores franceses como Montesquieu.

¿Cómo surgió el término ‘Imperio Bizantino’?

Esta denominación tiene raíces en el rechazo histórico de Occidente hacia el reconocimiento del Imperio romano de Oriente como la legítima continuación de Roma. En el siglo IX, la ‘Donación de Constantino’ respaldó la proclamación de Carlomagno y sus sucesores como emperadores romanos en Occidente. Esto llevó a la reserva del título ‘Emperador de los Romanos’ para los soberanos del Sacro Imperio Romano Germánico, mientras el emperador de Constantinopla era etiquetado despectivamente como ‘Emperador de los Griegos’.

El Imperio Bizantino, que abarcó desde el siglo IV hasta el XV, fue la continuación del Imperio Romano en el Este. Su riqueza cultural, contribuciones a la teología cristiana, y su resistencia frente a las incursiones islámicas y bárbaras, contrastan con la visión negativa asociada a la expresión ‘bizantino’ como sinónimo de decadencia, creada en parte por historiadores como Edward Gibbon.

 

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿Cuál es el origen del término ‘incunable’?

El término ‘incunable’ se utiliza para designar las obras impresas durante los primeros años de la historia de la imprenta (entre 1450 y el último día del año 1500).

¿Cuál es el origen del término ‘incunable’?

Etimológicamente proviene del francés incunable, y a su vez derivaba del latín incunabŭla, que significaba literalmente ‘en la cuna’, expresión tomada del título ‘Incunabula typographiae’, un catálogo publicado en Ámsterdam en 1688 que registraba las primeras obras impresas.

Ese periodo de medio siglo (en el que se incluyen los ‘incunables’) son de los primeros años de la imprenta, inventada por el alemán Johannes Gutenberg quien finalizó, alrededor de 1454, su primera obra impresa: la ‘Biblia de Gutenberg’.

El ‘Sinodal de Aguilafuente’, datado en 1472, está considerado como el primer libro impreso en España (y en español). Este incunable presenta las actas del sínodo diocesano celebrado en la población de Aguilafuente (Segovia) en junio de ese año, convocado por el obispo Juan Arias Dávila.

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

El origen de la bandera y el escudo de España

La actual Bandera de España tiene su origen en el reinado de Carlos III (siglo XVIII), cuando coexistían tres tipos de banderas en el país (el estandarte real, las banderas militares y el pabellón de Marina). Para evitar confusiones en el mar, el monarca encargó un proyecto al ministro de Marina, Antonio Valdés y Bazán, para reemplazar el pabellón naval, seleccionándose dos diseños que variaban en las dimensiones de las franjas, uno para la Marina de Guerra y otro para la Mercante. Estos se reglamentaron mediante un Real Decreto en mayo de 1785.

El origen de la bandera y el escudo de España

Durante el reinado de Carlos IV (1788-1808), la bandera rojigualda se extendió a las plazas marítimas y castillos, siendo definida como la ‘Bandera Real’.

A lo largo de la historia, la bandera experimentó cambios durante la Guerra de la Independencia y la Primera República. Sin embargo, fue bajo el reinado de Isabel II (1833-1868) cuando se unificó la bandera, sustituyendo las antiguas por las nuevas rojigualdas.

Durante el siglo XX, la bandera fue objeto de modificaciones temporales, como el breve periodo tricolor durante la Segunda República y, durante la Guerra Civil (1936-1939) coexistieron la rojigualda (por el bando sublevado) y la tricolor (el bando republicano), reestableciéndose la bandera bicolor como la tradicional con la finalización del conflicto militar y promulgándose un nuevo reglamento en 1945 que regulaba el uso de la bandera. Tras la muerte de Franco, en 1975, y la restauración de la monarquía, se aprobó un nuevo reglamento en 1977, respaldado por la aprobación de la Constitución española de 1978, que en su artículo 4.1 dice: […]La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.[…]

En cuanto al escudo de España, su historia se remonta a la Dinastía Trastámara, con los Reyes Católicos incorporando las armas de los reinos de Castilla, León y Aragón. A lo largo de las sucesivas dinastías, el escudo experimentó cambios, incorporando elementos como las armas de Navarra.

Durante la Transición (1977-1981), se realizaron ajustes al escudo, modificando la colocación de la divisa y presentando el águila de San Juan en disposición de vuelo. Finalmente, en 1981, la Ley 33/1981 estableció el modelo actual del escudo de España.

 

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿Sabías que en la Antigua Roma ya se construían edificios de pisos?

Cuando viajamos en el tiempo a la Antigua Roma, a menudo imaginamos impresionantes templos, palacios majestuosos y villas suntuosas. Pero, en medio de esta gran civilización, existían estructuras que sorprendentemente se asemejan a nuestros modernos edificios de pisos y apartamentos: las ínsulae.

¿Sabías que en la Antigua Roma ya se construían edificios de pisos?

Las ínsulae eran los precursores de los bloques de apartamentos contemporáneos, siendo edificios, construidos con ladrillos, mortero y madera, que desempeñaban un papel fundamental en la vida urbana romana, debido a que estaban diseñados para albergar a una población en crecimiento y, a su vez, satisfacían una necesidad apremiante en una sociedad en expansión constante.

La disposición de las ínsulae solía comprender espacios comerciales en la planta baja, conocidos como tabernae, que ofrecían servicios y tiendas locales. Los pisos superiores se dividían en apartamentos, siendo los más codiciados los que ofrecían más espacio, suministro de agua y letrinas privadas.

Cada ínsula a menudo incluía un patio central que servía como punto de encuentro y albergaba letrinas comunes. Esto era especialmente relevante para los residentes de los pisos superiores, que carecían de sus propias instalaciones debido a la limitación de espacio.

El alquiler de estos apartamentos era un negocio próspero en la antigua Roma, y los propietarios buscaban maximizar sus ganancias. La regulación llegó con emperadores como Augusto y Nerón, quienes establecieron restricciones en cuanto a la altura y los materiales de construcción.

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: picryl

¿Quién pronunció por primera vez la expresión ‘Prefiero morir de pie a vivir de rodillas’?

La famosa expresión ‘Prefiero morir de pie a vivir de rodillas’ suele ser utilizada para reflejar la valentía y determinación de aquellos que eligen luchar por sus derechos y libertades, prefiriendo enfrentar la adversidad de pie en lugar de someterse a la opresión.

¿Quién pronunció por primera vez la expresión ‘Prefiero morir de pie a vivir de rodillas’?

Muchos son los pósteres, fotografías, camisetas o carteles en los que aparece este lema y para determinar de quién es la autoría debo remarcar que nos encontramos con tres personajes y momentos determinantes: a quien se le atribuye, quien la popularizó y quien realmente la pronunció por primera vez (o al menos los registros y crónicas escritas así lo indican).

Por un lado nos encontramos que la autoría de la expresión ‘Prefiero morir de pie a vivir de rodillas’ se ha atribuido erróneamente, durante décadas, a Ernesto ‘Che’ Guevara (revolucionario, estadista, médico y escritor argentino-cubano de mediados del siglo XX), pero hay constancia de que mucho antes fue pronunciada por Dolores Ibárruri, también conocida como ‘Pasionaria’, líder del Partido Comunista de España durante la Guerra Civil española, quien expresó esta cita, como un símbolo de resistencia y dignidad ante la represión fascista, en un un discurso que ofreció en París el 8 de septiembre de 1936.

Sin embargo, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México señala que la ‘Pasionaria’ no fue la primera y que había adaptado la frase de Emiliano Zapata (destacado revolucionario mexicano que a principios del siglo XX que  luchó por la reforma agraria y organizó la Junta de Defensa para repartir la tierra entre los campesinos) quien la había pronunciado en la forma: ‘Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado’.

 

 

 

 

Fuentes de consulta: chequeado / Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH)
Fuente de la imagen: pixabay

¿De dónde proviene la expresión ‘odio sarraceno’?

La expresión ‘odio sarraceno’ tiene sus raíces en la Edad Media, cuando los cristianos y los musulmanes (llamados ‘sarracenos’) luchaban en las guerras religiosas conocidas como las Cruzadas.

¿De dónde proviene la expresión ‘odio sarraceno’?

La palabra ‘sarraceno’ proviene del latín medieval ‘Sarracēnus’, que a su vez este deriva del griego ‘Sarakēnós’, que significaba ‘habitantes del desierto’.

La locución ‘odio sarraceno’ se utilizó frecuentemente en la literatura medieval para referirse al odio y la animadversión hacia los musulmanes que se habían convertido en un enemigo común para los cristianos en la época. La expresión se utilizaba para describir la actitud generalizada de desprecio y hostilidad hacia los mahometanos que persistió durante siglos después de las Cruzadas.

Hoy en día, la expresión ‘odio sarraceno’ se considera inapropiada y ofensiva, ya que perpetúa la discriminación y la xenofobia hacia los musulmanes y las personas de ascendencia árabe.

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: creazilla

¿Por qué llevaban plumas en la cabeza los nativos norteamericanos?

A través de mi perfil @yaestaellistoquetodolosabe2 en la red social Instagram recibo un mensaje en el que me preguntan por qué llevaban plumas en la cabeza los indios nativos norteamericanos y si tenía algún significado o era algo puramente decorativo.

¿Por qué llevaban plumas en la cabeza los nativos norteamericanos?

Antes de entrar en la explicación y respuesta, debo indicar que el término ‘indio’, para hacer referencia a una persona nativa o perteneciente a una comunidad indígena del continente americano está en desuso y dicha denominación está considerada como ofensiva e inapropiada hacia los pueblos indígenas y nativos americanos. Cabe destacar que el apelativo ‘indio’, referido a los miembros de las tribus guerreras de Norteamérica, se popularizó a partir de mediados del siglo XX a través de las numerosas películas llamadas de ‘vaqueros’ que se filmaron en la industria hollywoodiense. Aclarado esto, paso a responder la consulta.

Las plumas eran un símbolo importante en la cultura de muchos pueblos indígenas de América del Norte, pero también para los nativos de la parte Central y del Sur del continente.

El tocado con plumas que portaban en la cabeza los guerreros nativos de América tiene varios nombres según la cultura y la región de donde proviene. Uno de los más conocidos es el ‘Penacho’, que era utilizado por algunos pueblos indígenas de América del Norte, como los sioux y los cheyenes, aunque los nombres más comunes son ‘tocado de plumas’ o ‘tocado de guerra’ (la denominación en inglés ‘War Bonnet’ es la más común).

Su uso variaba en función de la cultura y la región geográfica, debido a que no todas las tribus usaban el mismo tipo de tocado, disposición de las plumas e incluso utilizaban de una misma ave (aunque las plumas de águilas eran las más usadas y características).

Se utilizaban en ceremonias y rituales religiosos, pero, sobre todo, en la mayoría de culturas las plumas eran consideradas como un signo de valentía y coraje, debido a que los guerreros indígenas solían recibir plumas como recompensa por sus hazañas en la batalla, las cuales iban añadiendo a sus tocados y según las iban consiguiendo subían en el escalafón social de la tribu.

Dependiendo del clan o la cultura, las plumas se utilizaban para indicar la posición social o rango dentro de una tribu (según la forma y el tamaño de las plumas utilizadas) y estos adornos incluso podían llegar a indicar la región de origen de la persona que las portaba.

Tampoco podemos olvidar que se trataba de pueblos sumamente supersticiosos y estaban convencidos de que el hecho de llevar uno de esos tocados de plumas (sobre todo en el momento de una batalla) los protegía frente al enemigo.

 

 

Te puede interesar leer también algunos post relacionados:

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

Libro recomendado: ‘Eso no estaba en mi libro de historia de la casa real española’ de Ana Fernández Pardo

Libro recomendado: ‘Eso no estaba en mi libro de historia de la casa real española’ de Ana Fernández PardoEn ‘Eso no estaba en mi libro de historia de la casa real española’ (editado por Almuzara), Ana Fernández Pardo nos sumerge en el fascinante mundo de la monarquía española, revelando curiosidades y anécdotas que rara vez se encuentran en los libros de texto convencionales. El libro abarca diferentes sagas monárquicas de nuestro país, iniciando el recorrido con los Reyes Católicos (Trastámaras), la casa de los Austria (y el glorioso imperio que llegaron a poseer) y la casa de Borbón (finaliza el recorrido con el rey emérito, Juan Carlos I), explorando la historia, el ceremonial y el protocolo de la realeza.

La autora nos invita a descubrir el origen de los títulos honoríficos, las condecoraciones emblemáticas y las estrategias matrimoniales de las dinastías españolas a lo largo de los siglos. También desvela secretos y responde a preguntas intrigantes, como por qué Juan Carlos I es el único rey de España con un nombre compuesto, qué reina renunció a la custodia de sus hijas, qué regalo de Carlos III a George Washington inspiró el símbolo del partido demócrata en Estados Unidos o cómo Julia Clary, esposa de francés Jose I de Bonaparte y reyes entre 1808 y 1813, nunca pisó suelo español a lo largo del lustro que fue monarca consorte de los españoles.

El libro está estructurado en ocho bloques y con un buen número de capítulos en cada uno de ellos, llenos de datos sorprendentes y en el que la autora logra captar nuestra atención con su estilo divulgativo, ameno y muy personal, sabiendo combinar las anécdotas reales con detalles sobre joyas, símbolos históricos o protocolarios.

A lo largo de la lectura, se exploran también temas como la influencia de la monarquía española en el mundo, la simbología del dólar estadounidense y las costumbres y protocolos de las celebraciones reales. El libro resulta una lectura enriquecedora y entretenida, despertando la curiosidad sobre los reinados de diferentes épocas y desmitificando la idea de que la monarquía es aburrida.

Ana Fernández Pardo es Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección de Comunicación, Relaciones Públicas y Protocolo y Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Complutense de Madrid. Puedes encontrarla en la red social Instagram como @anafpardo o visitar su web personal http://anafpardo.com/

El prólogo del libro corre a cargo del célebre modista, diseñador de moda y presentador de televisión, Lorenzo Caprile, y está disponible en tres formatos: papel (rustica con solapas) por 20,85€, audiolibro (a través de la suscripción en Audible) y digital por 5,29€.

Libro recomendado: ‘Eso no estaba en mi libro de historia de la casa real española’ de Ana Fernández Pardo

 

‘Eso no estaba en mi libro de historia de la casa real española’ de Ana Fernández Pardo
Editorial: Almuzara
480 páginas
ISBN: 9788418648458
https://almuzaralibros.com/fichalibro.php?libro=5787&edi=1
https://www.amazon.es/estaba-libro-Historia-casa-espa%C3%B1ola/dp/8418648457