Opinión
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Sobre un libro de Vernon B. Mountcastle (1918-2015)
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on motivo de las ferias que año con año se realizan tanto en Guadalajara como en el Palacio de Minería de la ciudad de México, desde noviembre leemos con frecuencia reseñas, notas o artículos que hacen referencia a los libros. Yo me voy a referir aquí a uno que dista mucho de ser una novedad editorial, pues se publicó por primera vez en 1918 y siguió luego con sucesivas impresiones, hasta que fue coordinado por un talentoso investigador graduado en 1948 en la escuela de medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. Me refiero a Fisiología médica (Medical Physiology) editado a partir de 1956 por Vernon B. Mountcastle.

Hay varias razones para hablar de este libro y de su autor o editor en jefe. Desde luego, algo que lo justifica es el reciente fallecimiento de Mountcastle, ocurrido el pasado 11 de enero cuando tenía 96 años de edad. Pero no sólo por eso. Además, por la enorme influencia que ha tenido en la formación de varias generaciones de médicos, fisiólogos y neurocientíficos, no sólo en el mundo angloparlante, sino también en naciones de habla hispana y en particular en México. Hay una razón adicional de tipo personal, pues ese libro ha sido parte de la pasión por la fisiología que acompañó, hace poco más de 40 años, a una generación de jóvenes ansiosos por conocer los detalles de las funciones de las células, los órganos y el ser humano en los estados normal y patológico.

La importancia de Vernon Benjamin Mountcastle como editor del libro fue tal, que para los profesores y estudiantes de medicina dejó de llamarse Fisiología médica para convertirse –en una especie de homenaje involuntario– simplemente en El Mountcastle. Desde luego, en aquellos años había otros libros excelentes en esa materia, pero la obra que comento se distinguía de las demás por dos cualidades que lo convertían en algo único: por un lado, el talento para explicar los resultados de los experimentos realizados en los principales laboratorios del mundo y llevarlos a las páginas de un libro de texto, y, por otra parte, su enfoque principal hacia las neurociencias. Bajo la dirección de Mountcastle, el libro evolucionó en sucesivas ediciones (tengo a la vista la décimocuarta edición en inglés, publicada en 1980) hasta convertirse en una obra de dos tomos, el primero de los cuales trata casi por entero de las funciones del sistema nervioso y el cerebro.

Considerado por muchos el Padre de las neurociencias, Vernon B. Mountcastle es ampliamente reconocido por sus trabajos publicados en 1957, en los cuales describe la forma en la que están organizadas las células de la corteza cerebral. Fue pionero en los registros de la actividad eléctrica en neuronas únicas en animales despiertos y anestesiados. Al introducir un electrodo de registro desde la superficie de la corteza y guiarlo de manera vertical a diferentes profundidades, encontró que las células responden ante un estímulo con propiedades funcionales similares, lo que le permitió proponer que la corteza cerebral está organizada por columnas, algo que en su momento cambió por completo las concepciones y el rumbo de la investigación sobre las funciones del cerebro.

Como señalé líneas antes, este libro tuvo una presencia muy significativa en México y es imposible ocultar la emoción que produce recorrer las páginas de la edición en español publicada en 1977. No sólo por sus contenidos que muchos hemos leído y releído como estudiantes o como profesores en distintas universidades, sino además por los nombres de los maestros y amigos entrañables que participaron en la traducción, la cual, por las características de esta materia, sólo podía ser emprendida por científicos mexicanos del más alto nivel, en este caso por investigadores del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Departamento de Fisiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional.

La lista la encabezan los doctores José Puche Álvarez y Hugo Aréchiga Urtuzuastegui, quienes contaron con la colaboración de Roberto Folch Fabre, J. González Quintana, Julio Muñoz Martínez, Manuel Najar y M. T. Toral. Gracias a ellos la Fisiología médica de Mountcastle pudo estar al alcance de los estudiosos de la fisiología en nuestro idioma en los países de Hispanoamérica.