Sopa 'Marina d'or' de espinacas y setas

En un mundo ideal, Marina d'Or no existiría. Ni Marina d'Or ni los demás mamotretos que con los que los constructores han destruido la costa española con la saña de un talibán dinamitando budas. Sin embargo, constatada la imposibilidad de su demolición o la de cualquier otro atentado a la ecología en nuestro país, puede que lo mejor sea aceptarlo como un monumento histórico de la megalomanía, la codicia y el mal gusto propio del boom inmobiliario-especulativo de finales del siglo XX.

En ese sentido aplaudo la entrada en la Ciudad de Vacaciones inversores chinos, probablemente los más adecuados para mantenerla. Con permiso de los estadounidenses, no hay nación más dotada para el kitsch, y basta con darse una vuelta por China o por cualquier restaurante chino para comprobarlo.También creo que el prodigioso talento de los chinos para levantar edificios espantosos en cuestión de minutos encaja bien con el complejo. Hasta el nombre en castellano, La Marina de Oro, suena un poco a sitio donde te comes unos rollitos primavera. Por todo ello auguro un futuro cegador para esta joint venture, que une lo más tremendo de Asia y de la Comunidad Valenciana.

Quien desee celebrar conmigo el milagro de Oropesa, puede preparar la sopa que propongo a continuación. Su fidelidad a la tradición china viene a ser la misma que la de las esculturas de Marina d'Or al arte griego, pero lo importante es que está buenísima y se hace en dos patadas.

Esta receta se publicó originalmente en 'El País de las Tentaciones'.

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