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domingo, 29 de mayo de 2016

Entre Maduro y Capriles por @aaalzuru


Por Alexis Alzuru


El presidente ordenó que 500 mil milicianos realizaran ejercicios con la FANB, el día que Capriles declaró que un golpe estaría en puerta. Horas más tarde, en una acción intimidatoria, Maduro anunciaba la captura y detención del jefe de seguridad de Henry Ramos. Lo acusó de conspirar y atacara funcionarios de la Guardia Nacional; el componente armado que según el gobernador mirandino estaría fracturado y listo para la asonada. Incluso, mientras que HCR decía que era el momento en el cual los soldados deberían elegir entre la Constitución y Maduro, en Fuerte Tiuna los uniformados bendecían la operación que el jefe de Estado y el CNE pactaban para postergar el revocatorio.


Cuando se examinan las opiniones de Maduro y Capriles sorprende que en lo único que se aproximan es en la confianza que dicen tener en los cuarteles; del resto, sus percepciones chocan. Ellos viven en mundos paralelos. Por ejemplo, cuando Capriles decidió que era oportuno apretar el acelerador del revocatorio, Maduro acordó meterlo en el congelador. De allí que al llamado para tomar las calles que hizo el jefe de PJ, el presidente respondiera levantando las banderas del diálogo. Su diplomacia roja cedió el micrófono a Ban Ki-monn y al vaticano; cursó invitaciones a los ex presidentes Rodríguez Zapatero y Leonel Fernández, todo con la intención de enfriar el encendido discurso del dirigente opositor.

Lo cierto es que Maduro y Capriles expresan interpretaciones excluyentes de la realidad. Ahora bien, al evaluar sus opiniones algunas resultan muy paradójicas por las posiciones que defienden. Por ejemplo, cuando el presidente ordenaba encerrar a 48 ciudadanos que participaron en la marcha convocada para llegar hasta el CNE, Capriles deslizaba que cada día la GNB es más respetuosa con la gente que manifiesta. Con lo cual, pareciera insinuar que los militares al igual que la Fiscalía, los tribunales y los cuerpos de seguridad del Estado respetarán los derechos políticos del pueblo; una percepción que otra vez contraviene a la del inquilino de Miraflores, quien cuando parlotea solicita a sus guardias que repriman y lancen gas pimienta a los que marchen. 

Esta inversión en las posiciones se manifiesta más dramática cuando se piensa que Maduro dice que reflexionar, hablar y actuar con autonomía debe tener un alto costo personal, al momento que HCR recomienda que la gente salga a la calle aun cuando haya el riesgo de ser reprimido de manera feroz por la policía. En algún sentido, las invitaciones de Capriles valoran el sistema judicial que Maduro desacredita. De hecho, el gobernador pone en duda las opiniones del presidente, quien con sus palabras y decisiones ha demostrado hasta cansarse que ejercer las libertades políticas se paga con la cárcel, la pérdida del trabajo,  con tortura física, emocional y psicológica; inclusive, con la vida misma.

Siempre hay margen para sospechar que Capriles tiene información confiable y privilegiada respecto de las sinceras intenciones de los militares. A lo mejor, los datos que maneja son tan contundentes que le han permitido posicionar la idea según la cual el revocatorio debe ser ahora o nunca; con lo cual, cerró casi por completo la posibilidad de realizarlo en 2017 y bombardeó la puerta que había para terminar de someter con votos a la inescrupulosa elite oficialista.

Que HCR tenga argumentos para defender el carácter innegociable de la fecha del revocatorio nadie lo duda. Sin embargo, aún si Capriles hubiese explicado por qué el revocatorio se solicitó a finales de abril y no enero, los venezolanos seguirían sin condiciones para despreciar la oportunidad de avanzar hacia una transición el próximo año. Entre otras cosas porque las opciones se reducirían a: prologar la crisis o la confrontación armada. Dos escenarios que son peores que cualquiera que derive de una derrota electoral de Maduro y el PSUV.

La violencia es una opción política. Empero es bueno advertir que ningún líder opositor está en capacidad de ofrecer algún tipo de seguridad constitucional a los manifestantes, aun deseándolo. Ellos seguirían de manos atadas incluso si contaran con los recursos financieros, el tiempo y los equipos de profesionales que pudieran trabajar en defensa de las potenciales víctimas de un conflicto. La verdad-verdadera es que los jerarcas de la MUD ni siquiera pueden cuidarse a sí mismos; mal podrían proteger o ayudar a alguien que sea violentado por la maquinaria opresiva del Estado que administra Maduro.

28-05-16




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