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Como se ve el mar desde el desierto: Siria y la crisis global

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Es difícil creer que solo una imagen de un bebe ahogado nos haga comprender que la crisis migratoria y de refugiados es un problema global. Aunque trate de ser solidario de un lado del mundo hacia otro, aunque cruzar el desierto de Sonora para llegar a Norteamérica  pueda llegar a ser tan peligroso como cruzar mares para llegar a Europa, no puedo comparar mi experiencia como inmigrante que cruzó el desierto a la de este pequeño ni la de su familia. No se compara, porque yo estoy vivo, y aunque padecí de hambre, sed, cansancio y peligro – hoy en día sigo vivo, y estoy aquí, escribiendo esto. No me puedo imaginar cual era la situación de esta familia en su país. Pero he visto algo que, tal vez sea similar. 

Recuerdo estar en Sasabe, Sonora. En un ranchito pegado a la frontera con Arizona. Cientos de personas alistándose para empezar a caminar una de las trayectorias más peligrosas del mundo. Recuerdo gente de todas las edades, pero una imagen que nunca se me borrara es esa de los niños. Yo recuerdo estar preocupado y lleno de nervios e incertidumbre, imaginándome el reto al que estaba apunto de enfrentarme y sus posibles consecuencias. Pero recuerdo ver niños, en ese ranchito en el desierto. Corriendo y jugando, sin preocupaciones – sin realmente tener un entendimiento de donde estaban, para donde iban y porque es que iban. Mucho menos tenían una idea del peligro y los riesgos. Su inocencia no les permitía ver esto. Así me imagino a este pequeño de Siria – sin un concepto de la realidad de su familia ni su situación. No sabia que su país había sido abatido por una guerra, ni que su familia ya no tenía un lugar en su propia tierra. No sabia que este viaje no era por placer si no por supervivencia. Y, que en este mismo acto de supervivencia, ponían su misma vida en la línea.

Ver un cadáver en el desierto o en las orillas de una playa – y tener un concepto de que esa es la realidad sobre el problema de la migración no nos llevará a ninguna parte. Solo estamos viendo la punta del iceberg. Este niño y su familia jamás hubieran tenido que arriesgar sus vidas si su país no hubiera sido invadido y abatido por una guerra sangrienta, cuales meros fines eran el control y el poder sobre sus recursos. Históricamente – pueblos indígenas y de color han sido abatidos y forzados a dejar su propia tierra, a buscar algo mejor. A buscar refugio del puño de hierro colonial capitalista. En un sistema global que está diseñado para exterminar y diseminar comunidades históricamente marginalizadas. La realidad es que no podemos decir que los gobiernos le han fallado a esta gente, por cerrarles sus fronteras o negarles refugio. La triste realidad es que este sistema está siendo implementado con éxito – ya que nunca fue diseñado para ayudar ni beneficiar estas comunidades.

No sabia que este viaje no era por placer si no por supervivencia.

Para mi, en ocasiones es difícil hablar de mi propia experiencia. No se si es pena o trauma. Pero como dije antes, estoy aquí, vivo y eso no se compara con nada.

Es muy tarde para hacer algo por este bebe, o su familia. También es difícil creer que esta humanidad aun tiene esperanza de cambiar y ser mejores. Me tiemblan las manos al escribir esto porque es algo difícil de procesar. Lo único que espero, es que esto se convierta en un llamado de conciencia y solidaridad global entre comunidades migrantes a través del mundo.

En una era donde hay tanto odio en EEUU en contra de solo un sector de la comunidad migrante. El reconocer que la migración es un problema global que tiene raíces en la guerra y el colonialismo es apenas el primer paso. El segundo es – no esperar que los gobiernos que diseñaron estos sistemas de opresión sean quien lo solucionen – si no tomar acción nosotros mismos.

Fernando Lopez es un organizador con el Congreso de jornaleros en Nueva Orleans. Vino a los estados unidos en 2009.

 
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