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Edita: Gabinete de Prensa y Comunicacin de Fototurismo.

org
Director Editorial: Vicente Cepeda Celdrn
Lugar de edicin: Punta Casablanca
30370 Cabo de Palos (Espaa)
ISSN: 2255-0984
Depsito Legal: MU 998-2012
Fototurismo.org Printed in Spain
Los derechos de cada colaboracin corresponden a cada autor.

Fototurismo.org Magazine Mensual
Ao MMXIV - Nmero 17 - Septiembre de 2014

Fotografa, cultura y sociedad
Fototurismo.org MAGAZINE MENSUAL trata de ser un oasis
para el solaz, la inteligencia y el buen gusto. La revista que ms y mejor
hace mencin y difusin de los valores histricos, plsticos y literarios
del mundo del Mar, Cabo de Palos y otros enclaves martimos en el
marco de sus races, naturaleza, tradiciones y cultura.
Fototurismo.org MAGAZINE MENSUAL impulsa las excelencias
del mar y el conocimiento, fomenta las oportunidades culturales y
brinda un espacio privilegiado para el conocimiento.






Colaboran en sta Revista:
- ngela Marcet Llinares
- Azucena Carmen Nicols Snchez
- Carlo de Verona, duque de Toscana
- Cristina Roda Alcantud
- Domingo Pedreo y Ros
- Enrique Javier Bastida Caracuel
- Francisco Conesa Lpez
- Javier Gmez Bueno
- Javier Snchez Pramo
- Jess Andrs Lpez Bayardo
- Jess Rodrguez Rubio
- Jos Antonio Fernndez Palazn
- Jos Snchez Conesa
- Juan Antonio Carreras Espallardo
- Juan Mediano Durn
- Juan Toms Frutos
- Lola Gutirrez Snchez
- Marcelino Menndez Gonzlez
- Mara Jos Valenzuela Cnovas
- Mara Teresa Cervantes Gutirrez
- Marina Vidal Vidal
- Milagros Lpez Lpez
- Teo Revilla Bravo y Karym Huberman
- Vicente Cepeda Celdrn



Portada: Fotografa de Vicente Cepeda Celdrn,
Cabo de Palos. Pescadoras artesanas tradicionales
en la Procesin de Agosto de la Virgen del Carmen.











Consejo de Redaccin:
Mara del Pino Carrasco Travieso
Caridad Maci Heredia
Blanca Benedetti Harrington
Marta Sofa Cepeda Maci

Director Editorial:
Vicente Cepeda Celdrn



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Jess Rodrguez Rubio
Acadmico Numerario
de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fdo.
Juan Toms Frutos
Doctor en Periodismo y
Profesor de la
Universidad de Murcia
Cristina Roda Alcantud
Doctora en Historia y
Profesora de la
Universidad de Murcia
Domingo Pedreo y Ros
Pedagogo, Profesor e
Investigador, DEA de la
Universidad de Murcia.
Jos Snchez Conesa
Doctor en Antropologa
Social y Cultural
Javier Gmez Bueno
Doctor en Periodismo
por la Universidad de
Murcia; Profesor e
Historiador
Francisco Conesa Lpez
Ldo en Periodismo y
Mdico titular del Centro
de Salud Cabezo de Torres
Juan Antonio Carreras
Espallardo, Polica Local,
Ldo en Periodismo y
Criminlogo,
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Juan
Mediano Durn
Escritor y Poeta
Carlo de Verona,
duque de Toscana
Marcelino Menndez
Gonzlez
Escritor y Presidente (H)
Escritores de la R. de
Lola Gutirrez Snchez
Escritora
Azucena Carmen Nicols
Snchez, Profesora de
Msica y escritora
Jess Andrs Lpez Bayardo
Ldo en Historia, DEA en
Historia Contempornea
Polica Local de Cartagena
Mara Jos
Valenzuela Cnovas
Escritora y Poeta
Jos A. Fernndez Palazn
Doctor en Historia,
Gua oficial de la CARM
E. Javier Bastida
Caracuel
Polica Local CT
Escritor
Marina Vidal Vidal
Auxiliar Enfermera
Geriatra -TASS
Milagros Lpez Lpez
Lda en Filosofa y Letras
Profesora de Filologa Inglesa
Escritora y poeta.
Mara Teresa
Cervantes Gutirrez
Escritora, Poeta y Pintora

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Teo Revilla Bravo
Poeta, Pintor y Escritor
Karyn Huberman R.
Fotgrafa, Escritora y
Pintora
Vicente Cepeda Celdrn
Ldo en Periodismo,
DEA en Documentacin,
Profesor de la Universidad
a Distancia de Madrid
Los derechos de autor corresponden al de cada
colaboracin, as como la responsabilidad sobre sus
opiniones.
ISSN: 2255-0984
Depsito Legal: MU 998-2012
: Fototurismo.org - Printed in Spain
ngela Marcet Llinares
Estudiante del Grado de
Historia del Arte
Javier Snchez Pramo
Estudiante del Grado de
Historia del Arte
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Vicente Cepeda Celdrn
Director editorial
Marta Sofa Cepeda Maci
Consejo editorial
Caridad Maci Heredia
Consejo editorial
Blanca Benedetti Harrington
Consejo editorial
Mara del Pino Carrasco Travieso
Consejo editorial
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Revista Fototurismo.org Magazine Mensual
Nmero 17, Septiembre de 2014
ISSN 2255-0984 /Depsito Legal MU-998-2012




La poesa del XX y XXI.
Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 07


Cartagena: gentes, hechos y fechas.- Patente de Corso: Cartagena capital
del corso en el Mediterrneo espaol durante el siglo XVIII (I).
Por Jess Rodrguez Rubio Pg. 11

El Sirio en el recuerdo de Cabo de Palos.
Por Cristina Roda Alcantud Pg. 16

Cabo de Palos flora y fauna (V): El pez aguja.
Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 22

Poltica y deporte: Cuando el ftbol es la guerra.
Por Javier Gmez Bueno Pg. 25

Periodismo: Problemas y oportunidades.
Por Juan Toms Frutos Pg. 30

Mensajes y soportes periodsticos.
Por Juan Toms Frutos Pg. 33


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Las ventas del Aljimenado a travs de las crnicas concejiles, tercera
parte (Final): Actividades comerciales en el Campo de Cartagena.
Por Domingo Pedreo y Ros - Jos Antonio Fernndez Palazn Pg. 35

El mar segn Monet.
Por ngela Marcet Llinares Pg. 41

Conversaciones en torno a una fuente.
Por Javier Snchez Pramo Pg. 44

El cncer de pulmn.
Por Francisco Conesa Lpez Pg. 49

Horscopo.
Por Lola Gutirrez Snchez Pg. 52

El pez naranja (cuento para nios).
Por Azucena Carmen Nicols Snchez Pg. 55

Leccin de vida.
Por Juan Toms Frutos Pg. 58

Vacaciones.
Por Juan Toms Frutos Pg. 60


Jornadas de concienciacin y participacin ecolgica en Cabo de Palos.
Por Vicente Cepeda Celdrn Pg. 62

Se me olvid subirlo al Facebook.
Por Juan Antonio Carreras Espallardo Pg. 70
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Al otro lado del telfono.
Por Enrique Javier Bastida Caracuel Pg. 71

El final de un cine de verano.
Por Enrique Javier Bastida Caracuel Pg. 73

La noche se viste de largo.
Por Enrique Javier Bastida Caracuel Pg. 77

El maana (poema).
Por Mara Teresa Cervantes Gutirrez Pg. 80

El sueo (poema).
Por Juan Toms Frutos Pg. 82

Una y otra vez (poema).
Por Juan Toms Frutos Pg. 83

Perfecta estima (poema).
Por Juan Toms Frutos Pg. 84

Voces de mar (poema).
Por Milagros Lpez Lpez Pg. 85

Busca en ti (poema).
Por Marcelino Menndez Gonzlez Pg. 88

La cosecha (poema).
Por Marcelino Menndez Gonzlez Pg. 89


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Tras la sombra (poema).
Por Mara Jos Valenzuela Cnovas Pg. 90


El bautizo del Regal Princess.
Redaccin Pg. 91


































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La poesa del XX y XXI.-
Por Vicente Cepeda Celdrn













amos la bienvenida a una nue-
va colaboradora literaria: Mi-
lagros Lpez es una de las me-
jores cosechas de nuestra tierra, murcia-
na licenciada en Filosofa y Letras, espe-
cialista en Filologa Inglesa y exbecaria
en la Thames Valley University de Lon-
dres, ejerce en nuestra comunidad como
profesora de Enseanza Secundaria en su
especialidad. Hoy publica sus colabora-
ciones en prestigiosas revistas de literatu-
ra y su narrativa se ha distinguido con
premios tan notorios como el Emilia
Pardo Bazn o el Letra Joven de nuestra
vecina Molina de Segura.
Ha publicado antologas entre las que
debemos destacar la de Poetas del Siglo
XXI y la Internacional de Segovia, aunque
la obra que subrayamos es la que por
ahora conforma su momento lgido, el
instante dorado al que deseamos sigan
otros muchos: A ras de mar, publicado
con Ediciones Torremozas (Madrid,
2014).













En comparaciones formales unas veces,
metafricas las que ms, Milagros Lpez
pone negro sobre blanco en esas fuerzas
torrenciales que son la vida y el amor. El
mencionado A ras de mar es por ahora su
D
Milagros Lpez. Foto: Mar Sez
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ltima obra potica publicada y en este
sentido un torrente de deseo, de pasin
sumergida como las frescas olas del mar;
un poemario totalmente recomendable
por lo sencillo y exquisito que resulta
dejar que nos lleve esa marea suave que
Milagros Lpez forma con sus versos,
poemas en prosa donde se funde la vida
cotidiana con la vida soada, la esperan-
za y las ilusiones sugeridas por una mu-
jer tan bella por dentro como por fuera,
atractiva en su estilo, grcil pero profun-
da como ese mar que para Milagros es la
gran metfora de nuestra existencia.
En el conocimiento penetrante y exacto
de la literatura de Francisco Javier Dez
de Revenga, Milagros Lpez dispone de
una palabra potica efectiva y original,
siendo (...) el mar el otro gran protago-
nista del libro, porque en el mar, junto al
mar, a la orilla del mar, dentro del mar, se
suceden casi todas las estancias de ese amor
enardecido, que se vive y se revive en todas
sus etapas, desde la posesin a la ausencia,
pasando por la espera, el encuentro, el gozo
de la unin, la dicha de estar los amantes
detenidos en el tiempo, la indagacin y la
bsqueda en un presente enriquecido da a
da, y todo expresado con autenticidad y
poder de conviccin. (...).
Como a su vez cuenta Cecilia Qulez el
mar necesita ser comprendido; el pro-
nunciamiento es correcto, como lo es
que no tengamos duda de que nuestra
nueva colaboradora posee esa sensibili-
dad, esa palabra hermosa y exacta que
como dardo cruza el aire para dar en el
corazn de los lectores.

ocos escritores noveles se exponen
a los ojos a veces implacables de
la crtica de la manera honrada
que Milagros Lpez lo hace, pues, por lo
general, cada cual se complace con lo
que escribe, publica con una autoedicin
ms o menos artera y vende entre allega-
dos o afines sin haber pasado otro filtro
que el de su misma complacencia. Pocos
hacen una obra de calidad y todos se en-
cuentran con esa suerte en declive que
augura la crisis, la dejadez de la poca y
otros factores que terminan por cansar a
todos por igual.
Nuestra experiencia es que hay que ser
comprensivos aunque puedan existir
quienes no tengan remedio, porque sean
capaces de meterte en un lo fenomenal
o porque piensen que su propio horizon-
te comprensivo abarca cuanto es necesa-
rio. Pero el mundo entero puede ser una
comunidad interpretante y sin duda ca-
da cual posee una especial perspectiva,
un tubito por el que mira, con el agujero
ms o menos grande segn sea de amplia
su posicin, su experiencia, su generosi-
dad o su sentido comn, que un perso-
naje llamaba el menos comn de los senti-
dos.
De corazn damos gracias a todos nues-
tros colabores por enriquecer al mundo
con sus obras y aportar su granito de
arena porque con su trabajo dan su san-
gre y con sta las direcciones cardinales
de su genio cuando existe; finiquitado a
veces por el espritu de ese Machado que
se deca poeta ayer, hoy triste y pobre, fil-
sofo trasnochado, tengo en monedas de co-
bre el oro de ayer cambiado.

P
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Como deca Machado en sus Proverbios
y Cantares: Cul es la verdad? El ro
que fluye y pasa donde el barco y el bar-
quero son tambin ondas de agua? O este
soar del marino siempre con ribera y an-
cla?".
El mismo poeta terminar comentando:
Hay dos modos de conciencia: una es luz, y
otra, paciencia. Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar; otra, en hacer
penitencia con caa o red, y esperar el pez,
como pescador. Dime t: Cul es mejor?

No tiremos a la arena, muertos, los peces
que ofrece el mar; abracemos lo bello y
mantengamos la vida devolviendo al
agua el pez que no se debe pescar, dando
libertad al pjaro, amor y respeto a nues-
tros semejantes porque la poesa tiene
necesidad de un cambio tan importante
como en su da acogieron otras discipli-
nas. Necesidad de un giro como el que
han dado Mara Teresa Cervantes o Mi-
lagros Lpez, entre otras de las que hoy
piensan y escriben en poesa siendo
adems capaces de darse y de vivir poti-
camente. Como poetas en las que genios
como Pablo Neruda debieron pensar
cuando cantaba:
Es la maana llena de tempestad en el
corazn del verano. Como pauelos blan-
cos de adis viajan las nubes, el viento las
sacude (...) en ola sin espuma y sustancia
sin peso. Se rompe y se sumerge su volumen
de besos combatido en la puerta del viento
del verano.
Cierro este editorial con los sencillos ver-
sos ledos alguna vez por algn lugar,
que dicen:
(...) Nos ocupamos del mar
y tenemos dividida la tarea.
Ella cuida de las olas,
yo vigilo la marea.
Es cansado,
por eso al llegar la noche
ella descansa a mi lado,
mis ojos en su costado.
(Nos ocupamos del mar, Jorge y Javier
Krahe
1
)


Vicente Cepeda Celdrn
Fototurismo.org Asesor























1
Cantautor espaol que hace sus primeras actua-
ciones pblicas a principios de los 80, apartndose
de la clsica cancin-protesta de la transicin para
abrazar la corriente renovadora de la cancin de
autor con mensajes de irona y humor. En la que se
cita el autor se aparta voluntariamente de la vorgi-
ne que imponen los anuncios de televisin para
junto a su amada ocuparse tambin de vivir.

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CARTAGENA:
GENTES, HECHOS Y FECHAS.-
Patente de Corso. Cartagena
capital del corso en el Medi-
terrneo espaol durante el si-
glo XVIII (I).-
Por Jess Rodrguez Rubio

n el ao 2004, la Universidad
Politcnica de Cartagena me en-
carg la direccin de un curso
sobre el Corso en el Mediterrneo. Ante
tan interesante tema mi primer paso fue
el de recopilar diferentes artculos que
tenia escritos sobre este particular.
No hace mucho en una tertulia un ami-
go coment, con indudable admiracin,
uno de los muchos artculos publicado
por nuestro paisano Arturo Prez Revete
con el titulo genrico de Patente de
Corso. No teniendo muy claro mi con-
tertulio el concepto me pidi que le ilus-
trara sobre este aspecto.
En dos breves artculos intentar dar
unas pautas sobre este tema tan odo,
pero quizs tan poco entendido. Para
comenzar definiremos el vocablo cor-
so.
Roque Barcia en su magnifico Dicciona-
rio Etimolgico de la Lengua Espaola














define corso como la campaa que se
hace para perseguir a los piratas y a las
embarcaciones enemigas. Explica que
procede del latn cursus, que significa
correr el mar. Por generalizacin se apli-
ca a la nave o navegante que hace el cor-
so. Por otro lado define pirata como : el
ladrn que anda robando por el mar,
procede esta palabra del latn pirate.
En este mismo sentido Azcrraga defina
corso como : la empresa naval de un
particular contra los enemigos del Esta-
do, realizada con el permiso y bajo la au-
toridad de la potencia beligerante, con el
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exclusivo objeto de causar perdidas al
comercio enemigo y entorpecer al neu-
tral que se relacione con dichos enemi-
gos. Por otro lado, deca que la piratera
era: aquella expedicin armada realiza-
da por mar con un fin lucrativo y sin te-
ner autorizacin del Estado.
Por otro lado el Diccionario Legislativo
de la Armada dice que corso es: la gue-
rra martima o naval que, para perseguir
a los enemigos, hacen algunos particula-
res autorizados con Patente del Gobier-
no. Sin autorizacin bastante el que des-
tina buques al corso entra en la piratera,
siendo castigados con penas de reclusin
temporal y multa.
La Corona espaola siempre tuvo inters
especial en legitimar los apresamientos
con un juicio posterior para controlar a
sus corsarios.
La concesin de una PATENTE DE
LEGITIMIDAD o PATENTE DE
CORSO, converta de la noche a la
maana la piratera en una empresa pa-
tritica. Cosarios conocidos llegaron a
ocupar altos puestos en nuestra Armada.

Prescindiendo de antecedentes muy re-
motos, la condena de la piratera la en-
contramos ya a finales de la Edad Media
y segn fueron hacindose las monarqu-
as ms autoritarias, cont con una ma-
yor beligerancia por parte de la Corona.
Ya encontramos un reglamento de corso
repartido en 36 captulos en el denomi-
nado Libro del Consulado del Mar
dado en la Corona de Aragn en 1266.

En la VII Partida, Titulo XIV, Ley
XVIII de Alfonso X el Sabio, estableci
en 1270 las leyes referentes a este asunto.
Hace una condena de la misma cuando
dice: mas por razn de furto non deu-
en matar, nin cortar miembro ninguno.
Fueras ende, si fusse ladron conoscido, que
manifiestamente tuviesse caminos, o robas-
se otros en la mar con naudos armados, a
quien dizen cursarios Cualquier destos
sobre dichos, a quien fuere probado que
fizo furto en alguna destas maneras debe
morir por ende, el cuantos dieren ayuda e
consejos a tales ladrones
Por la Pragmtica de 12 de enero de
1489 se prohibi el corso, pero esta
norma no fue total ya que el 30 de junio
de 1498 Fernando el Catlico lo permi-
ti sin restriccin alguna a los guipuz-
coanos y vizcanos. Lo consisti tam-
bin en los mares italianos, prohibindo-
lo solo en frica.
En 1525 la reina Juana y el emperador
Carlos V legislaron en las Cortes de To-
ledo sobre este tema. Todo fue confir-
mado en las Cortes de Valladolid de
1598 por Felipe II.
En cuanto a las zonas de influencia hay
que distinguir cuatro localizaciones ge-
ogrficas bien determinadas y con escasa
relacin entre ellas: el Mediterrneo, el
Cantbrico, el Dunkerqus y el Ameri-
cano.
El Mediterrneo al ser una zona cerrada
que con calmas y tormentas repentinas,
hacia que los corsarios se sirvieran fun-
damentalmente de embarcaciones a re-
mo y a vela: galerillas, fustas, bergantines
y saetas. Se ejerca normalmente el de-
nominado corso accidental, es decir se
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justifica la guerra contina contra el
enemigo musulmn.
Cartagena centro del dominio espaol
en el Mediterrneo distribuira y sancio-
nara todos los expedientes para conce-
sin de las Patentes de Corso.
Existan diferentes clases de Patentes de
Corso:
- Cartas o letras de represalias. Concedi-
das para satisfacer una ofensa de sbdi-
tos de otros pases, hubiese guerras o no
con ellos.
- Cartas de marca: slo posible en tiem-
pos de guerra.
- Cartas de contramarca: dadas para re-
chazar al corso enemigo.
Normalmente se concedan patentes
provisionales, mientras se realizaba el
largo proceso administrativo. Las em-
barcaciones que deban ser navos de
porte de trescientas toneladas abajo,
eran normalmente armadas con el auxi-
lio de la Armada Real.
Durante el siglo XVIII , se dictaron mu-
chas Ordenanzas y Ordenes para ir per-
feccionando la forma jurdica del Corso.
De las que fundamentalmente destaca-
mos las siguientes:
- Ordenanza de 17 de noviembre de
1718. En ella se dicta la idea de que este
corso se ha de hacer contra turcos, mo-
ros y enemigos de la corona.
- Ordenanza de Marina de 1748. Aade
las embarcaciones que se encontrasen
navegando sin Patente legitima de
Prncipe, Republica o Estado, que ten-
gan facultad de expedirlas, sern reteni-
das; as como los que pelearen con otra


















bandera, que la de su Prncipe o Estado
de quien fuera su Patente; y las que tu-
vieran Patentes de diversos Prncipes y
Estados ;declarndose de buena presa; y
en caso de estar armadas en guerra sus
Cabos y Oficiales sean tenidos por pira-
tas
- Ordenanza de 1 de febrero de 1762.
Hay una clara variacin con las anterio-
res en cuanto al trato que se dispensa a
los prisioneros al decir que:se tratara a
todos con humanidad y con distincin a
los que la merezcan por su clase.
-Ordenanza de 1 de julio de 1779. Pres-
ta especial atencin contra los que trafi-
quen con armas. Se establecen ayudas y
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pensiones para los que sufran heridas en
la realizacin del corso.
- Ordenanza de 23 de septiembre de
1794. Se prohbe cobrar a cargo de las
presas a los individuos que cobren por
Marina. Se prohbe tambin el llamado
derecho de pendolaje o prctica de
saquear las pertenencias de los prisione-
ros.
- Ordenanza de 12 de octubre de 1796.
Para ilusionar a los marinos se prometen
esplendidas recompensas y privilegios de
nobleza, pensiones, empleos y grados
militares. Es sin duda la Ordenanza ms
importante del siglo XVIII.
La prctica del corso era muy comn en
casi todas las naciones, por eso los en-
frentamientos entre corsarios de distintas
nacionalidades fue frecuente.
Algunos corsarios espaoles cometieron
excesos: torturas y malos tratos a las tri-
pulaciones, saqueos de marineros captu-
rados y de mercancas de neutrales. Su
castigo era difcil por la gran dificultad
de demostrar los hechos. El principal
problema fue el reparto de los botines y
la distribucin de recompensas al honor.
Las tcnicas de ataque fueron funda-
mentalmente dos: merodeo y acecho.
Normalmente el corso, sobre todo en el
Mediterrneo, se realizaba en grupo. Es-
ta tcnica permita mayores apresamien-
tos y cierta seguridad en los ataques.
Con estos datos bsicos entraremos en el
siguiente articulo en un tema tan intere-
sante, como apasionante para nuestra
ciudad.















Cartagena 1 de septiembre de 2014
Jess Rodrguez Rubio
Acadmico Numerario de Bellas Artes. Director
Tcnico (E) de la Biblioteca Naval de Cartagena.
Platino Arts Sciences Lettres de Pars.













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El Sirio en el recuerdo de
Cabo de Palos.-
Por Cristina Roda Alcantud

"El Sirio correo italiano
que para Amrica iba
naufrag de agosto el cuatro,
frente al Faro de la Hormiga.
() Aquellos de tierra amiga
guardan eterno reposo
y el mar en su seno abriga,
de las aguas el coloso,
frente al Faro de la Hormiga".

stas palabras, entresacadas del
conocido trovo de Marn, nos
sirven como base para este breve
artculo, sobre el que hasta ahora ha sido
la mayor catstrofe de la navegacin civil
en el Mediterrneo: el naufragio de El
Sirio.
Me propongo abordar los principales
datos histricos de este suceso y lo que
sigue representando hoy desde el recuer-
do en la memoria colectiva de los habi-
tantes de Cabo de Palos, como anticipo
de un trabajo ms amplio que se en-
cuentra en preparacin.
El Sirio ya ha entrado en la leyenda, sin
duda, y de el he odo hablar desde nia,
como la mayora de los que vivimos de
forma permanente o intermitente en
Cabo de Palos. Es uno de los sucesos
ms impactantes que ha vivido la locali-
dad costera y de los que ms se conserva
en el recuerdo.
Desde principios del siglo XX, lo que era
una localidad pesquera, claramente defi-
nida, se haba empezado a convertir en
un lugar de veraneo tradicional para fa-
milias acomodadas de la burguesa tanto
local, como fornea, que acudan a la
zona en busca de tranquilidad y del dis-
frute de un entorno natural privilegiado.
A principios del siglo XX Espaa estaba
sumida en una grave crisis poltica,
econmica y social, tras la prdida de sus
ltimas colonias de ultramar. La miseria
estaba generalizada entre las clases popu-
lares de Espaa y otros pases del entor-
no mediterrneo, como Italia. Millones
de personas buscaban en los viajes tran-
socenicos a Amrica su gran oportuni-
dad para escapar de la pobreza.
Los viajes martimos estaban marcados a
veces por la tragedia. En la costa del Ca-
bo de Palos se hundieron el vapor North
America en 1883, el carguero Minerva
en 1899, y el vapor Sirio en 1906.
El sbado 4 de agosto del verano de
1906, a la hora de la siesta, entre las 4 y
las 5 de la tarde, el entonces tranquilo
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poblado pescador e incipiente lugar de
veraneo, vio turbada su apacible reposo,
con el estruendo que ocasion el vapor
italiano Sirio, que se diriga a Buenos
Aires, en su violento choque contra los
bajos de fuera de las Islas Hormigas, en
las inmediaciones del faro de Cabo de
Palos. El impacto lo parti en dos.
A continuacin, se produjo una fortsi-
ma explosin, era el inicio de su hundi-
miento y de una tragedia humana de
gran magnitud, que uni a toda la po-
blacin en un objetivo comn: salvad a
los supervivientes y rescatar los cadveres
de los fallecidos. Durante el dramtico
rescate particip de forma masiva todos
los que estaban en el pequeo poblado
pescador, los pescadores y tambin los
veraneantes.
La valerosa actuacin de los pescadores,
y en especial la de Vicente Buigues,
permiti que la tragedia no alcanzara
an mayores dimensiones y se salvaran
muchas vidas. La colaboracin de todo
el pueblo de Cabo de Palos, as como el
de las autoridades que se encontraban
veraneando, fue masiva, ayudando cada
uno con lo que poda: comida o ropa,
colaboracin activa mediante llamadas
telefnicas etc., especialmente por parte
de las personalidades que all
veraneaban. Trabajo de equipo que
puede definir sin duda a aquel trgico
da de agosto de 1906.
La historia del naufragio de El Sirio ha
sido durante todos estos aos un
referente lleno de misterio e intriga y
permanece en la memoria colectiva de la
comunidad. Diferentes historias
relacionadas con la catstrofe se han
trasmitido oralmente, de generacin en
generacin. Desde cmo se produjo o
cmo muchos se enriquecieron con lo
obtenido de los restos del barco,
pasando por relatos de hechos heroicos y
el misterio de la caja fuerte del barco que
apareci en perfecto estado sin haber
sido forzada ni abierta, pero con su
contenido completamente vaco, hasta
leyendas sobre el bajo de las Hormigas,
que guarda en su fondo junto al Sirio a
otra veintena de buques que en distintas
pocas han corrido su misma suerte.
Una vez ms la fuente oral sita al histo-
riador en el lugar de los hechos y resulta
imprescindible para su reconstruccin,
incluidos detalles sencillos y emotivos
que cobran importancia por haberse sido
trasmitido de padres a hijos como prue-
ba del recuerdo que este suceso dej en
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residentes y veraneantes. Como ejemplo
los trovos o poesas improvisadas, que
gener el impacto de este acontecimien-
to, y que se han trasmitido tambin
oralmente a travs de varias generacio-
nes, como el de Marn, al que hemos
aludido.
Este terrible suceso conmocion al po-
blado pesquero de Cabo de Palos, a toda
la Regin y la tragedia fue difundida por
los medios de comunicacin de la poca
a todo el pas y al extranjero, sobre todo
a Italia, su lugar de origen. La noticia del
naufragio del trasatlntico, cuya cifra
oficial de muertos super los 250, sin
contar el nmero de desaparecidos, que
debido al alto nmero de inmigrantes no
censados a bordo nunca se supo, dio la
vuelta al mundo, dndose a conocer la
existencia del pueblo de Cabo de Palos.
Se conservan an testimonios grficos y
orales y Cabo de Palos tiene dedicado un
monumento a los nufragos y a cuantos
participaron en el rescate, que se coloc
con motivo del centenario del naufragio
en el 2006.
Tristemente, siguen ocurriendo sucesos
semejantes. Si reflexionamos en el drama
de El Sirio y el Costa Concordia, hundido
el 13 de enero de 2012, encontramos
gran paralelismo, no solo por el naufra-
gio, sino por el comportamiento de am-
bos capitanes. Dos buques de pasajeros
que naufragaron respectivamente en las
costas de Espaa e Italia y cuyo destino
fue abandonado a su suerte por parte de
los mximos responsables de ambas na-
ves.
En suma, el hundimiento de El Sirio ha
pasado de generacin en generacin y
est ligado para siempre a la historia de
Cabo de Palos. Hoy en da sus restos
estn perfectamente integrados en el pai-
saje marino, por lo que est grabado pa-
ra siempre en el recuerdo, tanto en la
memoria como en el espacio geogrfico.
Su pecio puede ser visitado con autori
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zacin previa, tras obtener una serie li-
mitada de permisos.
La popa se encuentra a 47 metros de
profundidad y la proa se encuentra en la
cara este, pared vertical de mar abierto, a
70 metros, junto a los restos de otras na-
ves. Sigue siendo uno de los grandes
misterios y atractivos de la reserva Mari-
na de Cabo de Palos - Islas Hormigas.


































Cristina Roda Alcantud.
Doctora en Historia Contempornea y Profe-
sora en la Universidad de Murcia.

Fuentes Bibliogrficas:
LENTI, Arturo :Cabo de Palos, mi pueblo.
PEREZ ADAN Y GARCIA GALLEGO: El naufragio
del Sirio, Cartagena, Fundacin Caja Murcia, 2006.
Fuentes inditas:
Testimonios orales
Archivo Arsenal de Cartagena
Archivo Municipal de Cartagena
Fuentes hemerogrficas:
Prensa de la poca
Fuentes iconogrficas:
Fotografas de colecciones privadas


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Cabo de Palos, flora y fauna
(V): El pez aguja.-
Por Vicente Cepeda Celdrn







































l Belone belone o pez aguja es el
curioso ejemplar que les presento
en esta ocasin, posee mandbu-
las y cuerpo alargado que de adulto pue-
de alcanzar hasta un metro de longitud;
como veremos ms adelante es gregario,
pelgico o de mar abierto y para repro-
ducirse nada a cota de superficie.
E
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Los peces aguja suelen encontrarse a gus-
to nadando cerca de la superficie del mar
o entre dos aguas, pudiendo tambin
habitar entre las algas, sean vivas y an-
cladas al fondo o formando masas que
navegan a la deriva.
Para cazar atacan cardmenes de peces
de menor tamao. Sus hermanas mayo-
res en aguas de Hispanoamrica son las
barracudas carnvoras, picudas y capaces
de atacar a una velocidad de vrtigo, cer-
cana a los trescientos kilmetros por
hora.
La aguja de mar es de color gris platea-
do, posee un hocico largo y puntiagudo
provisto de aguzados dientes, presenta
espinas color verde azulado que tira para
atrs a quienes no los conocen aunque
su calidad gastronmica es excelente y su
sabor finsimo; cuando son adultos al-
canzan un buen tamao pero el mayor
esfuerzo viene por la cantidad de espinas
que presentan en relacin con la carne.
Aguja de mar y aguja mula o pez pipa a
menudo se confunden, siendo este lti-
mo el verdadero pariente cercano del ca-
ballito de mar; como ste tiene una
trompa semejante, su tamao es peque-
o, su forma alargada y su coloracin
entre parda y verde para facilitar su mi-
metismo entre las algas y el fondo mari-
no. Es omnvora aunque prefiere comer
larvas de peces y diminutos crustceos,
su boca est localizada en el extremo
como un hocico tubular que engulle to-
do lo que encuentra. La variedad de agu-
ja mular carece de dientes pero se consi-
dera tambin una mquina de engullir,
un pez que no para de comer y se traga
su presa entera para digerirla despus.
En adjetivo de signtido que se le otorga
procede del griego e indica que tiene las
mandbulas unidas.

Aristteles escribi de estas especies en
su Historia Animalium pensando que
surgan de forma espontnea. Plinio el
Viejo opinaba que al igual que las angu-
las se reproducan al frotar su piel contra
las rocas y que de los pedazos surgan sus
cras; en el XVIII los cientficos seguan
desconcertados por su existencia, confu-
sos al observar que algunos machos
transportan los huevos en una bolsa ven-
tral como lo hacen los caballitos de mar,
camuflados entre las algas donde perma-
necen hasta alcanzar una cierta longitud.
En general todo el medio pelgico coste-
ro es un ecosistema donde pueden sub-
sistir especies con individuos de vida
corta, crecimiento rpido y elevada fe-
cundidad, presentando fluctuaciones du-
rante las diferentes estaciones del ao.
Unos son solitarios o nadan en binomio,
por ejemplo para expediciones explora-
torias, mientras que otros son gregarios y
nadan formando grandes cardmenes, a
veces de unas dimensiones colosales, si
bien para observar estos fenmenos
habra que subir hasta los mares del
Norte y especies como el arenque. Se
cree que este comportamiento est pro-
gramado genticamente y les ayuda a li-
brarse de los ataques de sus depredado-
res, porque en la nube que forman, vista
desde el aire como una larga mancha,
sienten mejor los cambios de presin y
se alertan mutuamente, aunque posi-
blemente la mayor razn proceda de su
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menor gasto de energa en los desplaza-
mientos.
Casi todos los peces, excepto los seden-
tarios, poseen un cuerpo de forma
hidrodinmica que les permite deslizarse
por las aguas con el mnimo esfuerzo,
algo que han imitado todos los construc-
tores de barcos para modelar cascos
hidrodinmicos: de muy poca resistencia
al avance en el agua y suficiente resisten-
cia estructural; una morfologa en la que
tambin el pez aguja podra ser prototi-
po para la construccin de un veloz cru-
cero de regata.
En la fotografa tomada he procurado
dar a conocer al pez aguja dejando ver
en la estela del agua su navegar serpente-
ante sobre Cabo de Palos y sus ojos
siempre atentos, capaces de mirar hacia
todos los lados aunque nos parezca un
ser despistado.



Vicente Cepeda Celdrn
Fototurismo.org - asesor.








































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Poltica y deporte: cuando el
ftbol es la guerra.-
Por Javier Gmez Bueno

hora que an tenemos fresco en
la memoria el Mundial de
Ftbol traeremos a debate un
tema al cual no se le presta la atencin
debida, sobre todo por las posibles con-
secuencias que pueden conllevar para la
sociedad. El tema se puede extender a
todas las modalidades deportivas y a to-
do tipo de prensa en el tratamiento del
deporte. Sin embargo, nos vamos a cen-
trar en el ftbol y en la prensa deportiva;
por ser el primero el considerado depor-
te rey a tenor de los ingresos e impacto
social que genera, y la segunda la ms
consumida y la que exalta con mayor
fuerza los sentimientos inherentes al de-
porte. De lo que queremos tratar es de la
politizacin que se imbric en las activi-
dades deportivas poco despus de la ex-
tensin de stas en la era moderna.
En este Mundial hemos podido ver llan-
tos, alegras desorbitadas, circunspectos
jugadores con la mano en el pecho can-
tando a voz en grito el himno patrio,
mofas, exaltaciones patriticas y dems
sentimientos, magnificados porque la
atencin mundial, durante un mes, ha

estado pendiente de este espectculo de-
portivo. Los deportistas, y especialmente
los futbolistas, son los nuevos hroes so-
ciales. Los mticos guerreros de antao
han dejado paso a estos batalladores
simblicos del patriotismo; son los nue-
vos gladiadores. Antiguamente, las dife-
rencias se diriman en los campos de ba-
talla, ahora se solucionan, o empeoran,
en los estadios de ftbol, y se calientan
en las redacciones deportivas.
Pero, nos hemos parado a pensar en
que esta actitud social, y promocionada
por la prensa, ahonda en rivalidades re-
gionales y nacionales y son susceptibles
de engendrar violencia? Este es un asun-
to preocupante sobre el cual ya he trata-
do en mi tesis doctoral y en un artculo
cientfico que publiqu recientemente en
Razn y Palabra. El mediador, el educa-
A
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dor, o sea, el periodista en lugar de mo-
derar el discurso blico-meditico lo que
hace es promocionarlo, usando para ello
giros lingsticos blicos y smiles aleg-
ricos con actitudes guerreras. As se in-
fringen los cdigos deontolgicos y se
pueden alentar las acciones violentas de
los aficionados ms exaltados. Ejemplo
de esto, por desgracia, hemos tenido
multitud de casos en los que se ha llega-
do a la muerte. Por tanto, hay que tener
mucho cuidado a la hora de tratar este
tema. Acaso son estos los valores origi-
narios del deporte?
Los valores originarios del deporte.
El deporte moderno surgi a finales del
siglo XIX, en la Inglaterra victoriana,
con unos valores nobles: el compaeris-
mo, la entrega, la fomentacin del ejer-
cicio fsico, etc. Posteriormente, de la
mano del Barn de Cobertin se propaga-
ron los valores olmpicos por el resto del
mundo. Sin embargo, podemos denotar
que los clsicos valores victorianos han
sido sustituidos por otros no tan nobles
como la competencia sin lmites y la ri-
validad entre regiones. El deporte actual
se ha convertido, debido a estos ltimos
valores, en un sustitutivo de la guerra
donde el ser humano canaliza la agresi-
vidad y el afn de superioridad que le
son innatas.
La politizacin, por tanto, del deporte
est en los orgenes del mismo. Los go-
biernos descubrieron en el deporte un
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potente canalizador propagandstico de
sus ideologas y los medios de comuni-
cacin que cubren la actualidad deporti-
va emplean connotaciones polticas en
sus informaciones. Estas connotaciones
sirven para diferenciar y enfrentar a unas
regiones y pases contra otros en un peli-
groso juego contrario a los saludables
valores victorianos. Adems, esta praxis
profesional est sancionada por los dis-
tintos cdigos deontolgicos de la profe-
sin periodstica, que fueron elaborados
y aprobados por las asociaciones pe-
riodsticas a las que pertenecen los mis-
mos profesionales que vulneran estos
cdigos. El profesional de la comunica-
cin debe ser consciente de su responsa-
bilidad ante la sociedad ya que fomen-
tando el enfrentamiento entre regiones y
pases, debido a la extremada pasin de
los aficionados ms violentos al deporte,
se pueden originar importantes conflic-
tos en el orden socio-deportivo.
La politizacin como elemento trans-
formador de los valores deportivos.
Como apunta el profesor Antonio Alco-
ba (1980, p. 117)
1
, en ocasiones, el de-
porte se ve envuelto en situaciones con-
flictivas promovidas por la poltica, para
sacar de l un provecho con evidentes
deseos productores de un beneficio
social. De la misma forma, Screti
(2011)
2
, haciendo una parfrasis de la
mxima de von Clausewitz (2004) de
que la guerra es la continuacin de la
poltica con otros medios, aprecia que
el silogismo podra concluir con la
idea de que el ftbol es la continua-
cin de la guerra con otros medios.
Arango Forero (2005)
3
nos expone al-
gunos ejemplos de utilizacin poltica
del deporte. Uno de ellos es el de las
dictaduras fascistas de los aos 30. La
Italia de Mussolini celebraba el Mun-
dial de Ftbol de 1934 en su pas y
este hecho quiso ser aprovechado por
el dictador para exaltar el patriotismo
y las virtudes fascistas al mundo. El
propio dictador lleg a amenazar al se-
leccionador italiano para conseguir el
mundial, que finalmente [y gracias
adems a las presiones arbitrales] acab
ganando la seleccin italiana. Tambin

1
Alcoba, A. (1980). El periodismo deportivo en la
sociedad moderna. Madrid: S.N.
2
Screti, F. (2010, noviembre-enero). Ftbol, gue-
rra, naciones y poltica. Razn y Palabra, 74.
http://www.razonypalabra.org.mx/N/N74/VARIA7
4/34ScretiV74.pdf
3
Arango Forero, G. (2005, octubre-marzo). Siglo
XXI: hacia una nueva deontologa del periodismo
deportivo. Palabra-Clave, 13. Recuperado el 24 de
noviembre de 2012 en
http://sabanet.unisabana.edu.co/comunicacion/pala
braclave/downloads/pclave_013-07.pdf
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Hitler quiso demostrar la supuesta su-
premaca de la raza aria con motivo de
los Juegos Olmpicos de Berln en 1936,
aunque fracas, ya que el autntico
hroe de los Juegos fue el atleta afroame-
ricano Jesse Owens, ganador de cuatro
oros olmpicos.
Dvila y Londoo (2003, p. 130)
4
tam-
bin nos advierten que el ftbol se ha
convertido en eje condensador de ad-
hesiones y arraigos detrs de los cuales se
nutre el sentimiento nacionalista.
Un ejemplo muy concreto de esta idea la
hemos visto en el pasado Mundial de
Ftbol. Lus Surez, jugador de la selec-
cin uruguaya mordi en el transcurso
de un partido a un rival. El caso es que
el jugador era reincidente en la realiza-
cin de esta deplorable accin; era la ter-
cera vez que lo haca. No sabemos si
crey que su accin pasara desapercibi-
da, algo rarsimo cuando en este evento
hay cmaras hasta en los aseos, o sim-
plemente se enroc en sus trece, pero el
jugador neg lo evidente (no lo recono-
ci hasta seis das despus) y la FIFA le
castig con dureza, expulsndolo del
campeonato. Pero lo ms grave y pre-
ocupante es cuando el propio presidente
de su pas, Jos Mjica, un hombre que
se caracteriza por su preocupacin por
los ms desfavorecidos y que predica
austeridad con el ejemplo, no recrimin
su actitud (lo que se hara en cualquier
sociedad civilizada con respecto a otra
actividad, con el ftbol y los sentimien-

4
Dvila, A., Londoo, C. (2003). Futbologas:
ftbol, identidad y violencia en Amrica Latina. En:
P. ALABARCES (Coord.), La nacin bajo un uni-
forme. Ftbol e identidad nacional en Colombia
(123-143). Buenos Aires: CLACSO.
tos patrios parece que no es as) y tild a
la FIFA de mafiosa, de querer eliminar a
Uruguay. El cabal presidente uruguayo
se transform con el sentimiento patrio-
ta-futbolero. Adems, Lus Surez fue
recibido como un hroe en su pas y la
prensa uruguaya lo defendi, cuando la
lgica ms elemental exige la reproba-
cin de dichos actos. Pero claro, el
ftbol y la patria estaban de por medio,
y los educadores se convierten en forofos
patriotas.
Esta politizacin del deporte no es salu-
dable ni para la misma actividad depor-
tiva ni para la sociedad, aunque, como
advierte Medina Cano (2009)
5
, el ftbol
sea utilizado por muchos estados como
fuente de orgullo y como recurso para
promover la identificacin nacional, que
aumenta la lealtad de los aficionados al
pas.
Por todo esto es por lo que Hernndez
Gutirrez (2009)
6
afirma que: Se cons-
truye y refuerza la idea de lo propio y lo
ajeno, lo conocido y lo extrao, lo na-
cional y lo extranjero, el yo/nosotros y el
ellos, los nuestros y los otros/los enemi-
gos.

5
Medina Cano, F. (2009, julio-septiembre). El
ftbol y la vivencia festiva de la nacionalidad. Razn
y Palabra, 69.
http://www.razonypalabra.org.mx/EL%20FUTBO
L%20Y%20LA%20VIVENCIA%20FESTIVA%2
0DE%20LA%20NACIONALIDAD.pdf
6
Hernndez Gutirrez, C. (2009, julio-
septiembre). Ponte la verde con el tri de mi co-
razn: nacionalismo banal, televisin y ftbol.
Razn y Palabra, 69.
http://www.razonypalabra.org.mx/PONTE%20LA
%20VERDE%20CON%20EL%20TRI%20DE%
20MI%20CORAZON%20%20NACIONALISM
O%20BANAL%20TELEVISION%20Y%20FUT
BOL.pdf
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A modo de conclusin.
El profesional de la informacin debe ser
consciente de la enorme responsabilidad
que recae sobre su labor. Tambin debe
tener en cuenta que el deporte, como
fenmeno social, mueve un alto grado
de pasionalidad en los aficionados. El
cmulo de estas circunstancias puede
originar actos violentos; enfrentar a unos
pases contra otros y a unas regiones
contra otras.
El riesgo de la politizacin del deporte,
debido al gran impacto social que ste
tiene en el imaginario colectivo, es que
se acrecienten las diferencias nacionales y
regionales, pudiendo derivar en conflic-
tos violentos entre las aficiones. Tam-
bin se calientan los nimos antes de los
partidos, lo cual nada tiene que ver con
el espritu deportivo. La prensa, cuando
utiliza la politizacin, comete un grave
error y se le debe exigir que sea respon-
sable. No debe comportarse como si fue-
ran otros aficionados ms. Los partidos
de ftbol entre naciones o clubes histri-
camente rivales se anuncian como si fue-
ran batallas y cada ao asistimos a lo que
se denomina el partido del siglo, porque
los periodistas somos as (craso error) y
la memoria es frgil: todos son el partido
de nuestra vida.
Por todo ello, y adems tal y como ase-
guran los cdigos deontolgicos de la
profesin, el periodista debe obviar estas
connotaciones polticas y hacer valer el
papel educativo que tienen tanto el pe-
riodismo como el deporte. Sin embargo,
este tipo de prcticas, unidas al forofis-
mo y a la parcialidad de algunos perio-
distas deportivos, conlleva que las dife-
renciaciones se agranden, ya que los par-
tidos se juegan y se calientan desde las
mismas redacciones de los medios de-
portivos.
En Espaa vemos a diario ejemplos de
esto. En los medios deportivos espaoles
existe una evidente dicotoma entre na-
cionalismo central y perifrico, o caste-
llano y cataln. El ejemplo por antono-
masia de esta dicotoma es la rivalidad
Real Madrid-F.C. Barcelona. Cuando se
introduce la politizacin en los partidos
entre estos dos equipos, los que mayor
nmero de aficionados poseen, lo nico
que se consigue es ahondar en la dife-
renciacin y estigmatizacin.
Responsables, por tanto, son tambin los
actores polticos y cualquier otro que
inmiscuya la poltica y el deporte. Sea-
mos, pues, consecuentes. Lo bueno, lo
aconsejable sera separar clara y definiti-
vamente estos dos conceptos. Poltica y
deporte deberan caminar separados.








Javier Gmez Bueno
Doctor en Periodismo por la Universidad de Mur-
cia. Profesor de Geografa e Historia.



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Periodismo: Problemas y opor-
tunidades.-
Por Juan Toms Frutos













a existencia humana es un viaje
lleno de hitos y de eventos ms o
menos importantes que hemos de
tratar de optimizar desde la experiencia y
la mejor de las intenciones. En el caso de
la Comunicacin, y, ms concretamente,
del Periodismo, como oficio que es con
una extraordinaria carga de servicio
pblico, sin duda hemos de procurar
conservar las races ms profundas, gene-
rosas y ricas de apoyo de la sociedad en
aras de mantener y/o recuperar, si fuera
el caso, las cotas de credibilidad con las
que hemos de movernos da tras da.
Cualquier ocasin es buena para alentar
a los compaeros en el ejercicio de una
profesin que, como refera el maestro
colombiano Gabriel Garca Mrquez, es
la ms hermosa del mundo. Lo es, cla-
ro que s, a pesar de la complejidad de
L
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un universo que gira demasiado deprisa
y que se entretiene en el corto-plazo
para buscar soluciones que seguro que
han de mirar ms all, esto es, a un futu-
ro tan seero como necesitado por to-
dos/as.

Los problemas de la profesin son cono-
cidos, pero no por ello debemos dejar de
enumerarlos: precariedad laboral, bajos
salarios, intrusismo, reducciones de
plantillas, crisis econmica, necesidades
formativas, falta de tiempo en algunas
ocasiones para hacer la labor bien, etc.
No son excusas: son explicaciones de lo
que sucede, que nos han de motivar para
ir buscando sendas que nos conjuguen a
todos, a empresarios, a directivos, a Ad-
ministraciones Pblicas, a los profesio-
nales, a las entidades que los represen-
tan, etc. en el afn y en el deseo de ir
mejorando lo que hacemos y cmo lo
realizamos.

Tambin es preciso que incidamos en
puntos como el siguiente: los informes
sobre la situacin periodstica que han
realizado, entre otros, el profesor Pedro
Farias para la Asociacin de la Prensa de
Madrid nos resaltan que nada ha hecho
tanto dao a la profesin como la mala
prensa del corazn, esto es, sa que no
consulta fuentes y que conculca cons-
cientemente derechos fundamentales de
las personas como son el derecho a la
dignidad y al decoro en la imagen, por
poner unos ejemplos. Frente a ello de-
bemos hablar y decir que todas las
prcticas comunicativas no son periods-
ticas.

La solucin, la concordia
La solucin, sin duda, est en la concor-
dia, en esa unin que hace la fuerza, en
esas puestas en comn que nos subrayan
que los foros han de ser los ejes sobre los
que construyamos las salidas y posibles
soluciones a los problemas que hay plan-
teados. Juntos podemos. Seguro. En esto
hemos de predicar con esfuerzo, con vo-
luntad y utilizando nuestro instrumento
bsico: la comunicacin misma. No es
posible que no hagamos del dilogo la
base de nuestro futuro, que pasa por po-
ner sobre la mesa esos puntos interme-
dios (la autorregulacin es uno de ellos)
con los que podemos ir corrigiendo esa
visibilidad deteriorada de la profesin.
Recordemos que, cuando preguntamos a
la ciudadana, este oficio no suele salir
bien parado en la ponderacin.

No debemos tener prisa, mas tampoco
debemos demorarnos a la hora de asu-
mir el desafo de afrontar las dificulta-
des. Como dijo Francisco de Sales, lo
que se hace con precipitacin nunca se
hace bien; obrar siempre con tranquili-
dad y calma. se puede ser el consejo,
la recomendacin que nos hemos de dar
entre todos, pero, en paralelo, nos
hemos de impulsar a salir de esta coyun-
tura. La crisis actual no deja de ser una
puesta en cuestin de la situacin cono-
cida hasta ahora. Seguro que, en esos
vaivenes, hallamos el tren para partir
hacia otra realidad mucho mejor. Claro
que para ello hemos de apuntar una cier-
ta valenta en los temas enunciados y en
otros igualmente cruciales. Ese periplo al
que aludimos est lleno de hermosura y
de buen hacer. No faltemos a la cita.
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Hay mucho en juego. Los problemas de
este menester, de este oficio, son, cier-
tamente, oportunidades.


Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.























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Mensajes y soportes.-
Por Juan Toms Frutos

a vida es, pese a sus contradiccio-
nes y aspectos extraos, muy sen-
cilla. Lo que ocurre es que le da-
mos muchas vueltas a situaciones sim-
ples, cotidianas en muchos casos, bus-
cando ruedas que igual ni existen, esto
es, complicamos las cuestiones y los
eventos diarios, relevantes o no, ms all
de lo razonable. Acontece en muchas
ocasiones.
En realidad, todo depende de los forma-
tos en y con los que nos involucramos.
Es una teora con la que me muevo en
los ltimos tiempos, y percibo que se
cumple ms de lo que meditamos. As,
podemos coincidir en que lo que es
asumible a una edad no lo es en otra, lo
que gusta en una etapa desagrada en
otros estadios, y lo que en unas geografas
es defendible en otras despierta oposi-
ciones. Incluso nosotros, en nuestro da
a da, nos introducimos en la discordia
perenne con puntos de vista dispares,
excesivamente antagnicos. Es como si
no quisiramos evitarlo.
En los medios de comunicacin, que son
un reflejo de la sociedad de cada era, nos
enfrentamos a que los mismos episodios,
segn los empaquetamos, tienen ms o
menos seguimiento y/o aceptacin. Has-
ta tal punto es de esta guisa que hemos
decidido envolver casi todo desde el ni-
vel comunicativo del corazn, como pa-
ra asegurar audiencias (que luego, por la
fragmentacin, no son tan altas), llegan-
do a saturaciones y excesos incluso en
soportes sagrados, o que lo eran, como
los informativos, que nos hacen perder
credibilidad y hasta verosimilitud a bor-
botones.
L
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El formato o soporte, como aqu lo utili-
zamos, se puede paragonar al contexto
del que nos hablan los expertos en co-
municacin. Las circunstancias, las ca-
ractersticas, los acontecimientos reitera-
tivos que nos permiten ponderar o expli-
car lo que hacemos, lo que reseamos, lo
que hablamos, sus intenciones, inclu-
yendo gestos, interpretaciones de distan-
cias o cercanas, amn de otros compo-
nentes histricos, territoriales, intelec-
tuales y de conocimiento en general son
ejes fundamentales para saber cules son
los sesgos, las intenciones y los alcances
de las palabras expresadas. Esto es tan as
que desde pequeos nos ensean a que
cuando escuchamos algo preguntemos
cundo se dijo, con qu tono, quines
fueron los protagonistas en diversos as-
pectos, e incluso que aadamos al men-
sajero o interlocutor la indagacin sobre
cul es su apreciacin al respecto.
Las magnitudes de los medios
Los crditos respecto de los mensajes son
cruciales para darles una consideracin
de verdad o no. Los medios empleados,
los instrumentos que intermedian tam-
bin tienen sus magnitudes, y son
igualmente bsicos para saber qu es lo
que pretenden con sus noticias o comu-
nicaciones parciales o totales. Nos recor-
daba McLuhan que los recursos inter-
vienen en lo que glosamos hasta tal pun-
to que varan los resultados segn los
que empleemos.
Al parecer, esto se nos ha olvidado. El
mundo de precipitaciones y de tecnolog-
as rpidas que hemos desarrollado no
permite muchos mrgenes, y as nos va.
Esperamos que todos al mismo tiempo,
en sociedad, atiendan lo mismo con
idnticos vocablos, y eso es, en s, una
utopa, incluso podramos decir que una
perversin. Ni siquiera habra de ser lo
deseable en una Democracia. La libertad
de opinin tropieza con este anlisis.
Adems, los mensajes no siempre son
lineales ni en su exposicin ni en su in-
terpretacin. Por eso, los que se suponen
ingenieros de la comunicacin han de
empaquetar bien lo que anhelan desta-
car. A veces ocurre que no saben, lo cual
no es excusa. En otros supuestos no les
importa, que an es peor. En el fondo y
en la forma precisamos una pedagoga
por y para los medios, como nos reitera-
ba el recientemente desaparecido Vicen-
te Romano.
Igual convendra que, entre celeridad y
otros perfiles raudos, tuviramos un po-
co de tiempo para leer a este pensador y
a otros tantos. Y, por favor, no pense-
mos nicamente en ideologas. El pro-
blema es mucho ms extenso.


Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.








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Las ventas del Aljimenado a tra-
vs de las crnicas concejiles,
tercera parte (Final): Actividad
comercial en el Campo de Car-
tagena
1
.-
Por Jos Antonio Fernndez Palazn
y Domingo Pedreo y Ros

on numerosos los documentos en
las Actas Capitulares del Concejo
de Murcia, en las que se leen me-
moriales de peticiones de instalacin de
molinos harineros, adjudicacin de tie-
rras de baldos, fabricacin y explotacin
posadas a lo largo de los caminos y vere-
das que recorren todo su campo. Alguno
de estos ejemplos lo tenemos en el litigio
con el convento de la Trinidad sobre
dominio de tierras en el campo:

El Seor D. Alphonso Manresa, Rexidor,
Procurador General, dixo, est siguiendo
pleyto en nombre de esta ziudad con el
combento de religiosos de la Santsima
Trinidad, sobre que dicho combento, pa-

1
Trabajo de investigacin realizado por Jos Anto-
nio Fernndez Palazn, como investigador principal
y Domingo Pedreo y Ros, como investigador co-
laborador.

gue en la Administracin y Depositara de
Propios, y sus terrajeros de la heredad de
cuya morena que dizen de PACHECO,
que posee en el Campo de esta Jurisdiccin,
los derechos de Luismo y Fadiga, por per-
tenecer a esta ziudad el dominio directo y
a el combento, slo el til, y aprovecha-
miento, cuyo dominio directo, niega dicho
combento. Y hallndose dicho pleito en es-
tado de alegar de bien probado y concluir
para sentencia en este Tribunal, reconoci
el que dize, hera necesario comprobar el
derecho de esta ziudad con instrumentos, a
cuyo fin, dio la providencia correspondien-
te para que, a D. Vicente Alcal, manuen-
se de la Contadura, se le ministrasen los
libros capitulares, como bersado en leer le-
tra antigua, y para buscar las gracias de las
tierras de dicha heredad y contratos que
por ellas se establecieron en aquellos tiem-
pos, se ponan en los Libros Capitulares, y
que, en la misma oficina de la Contadura
y oficio escrivana de numero que exerce
Francisco espinosa, Escribano de este, se
buscasen otros papeles; y en su virtud, sea
estado entendiendo en esta solicitud ms
tiempo de dos meses y a resultado allarse en
el ao de mil quatrocientos setenta y ocho,
los establecimientos, daciones a zenso per-
petuo con luismo y fadiga y aterraje de
zinquenta CAIZES DE SEMENTERA
COGIDA, uno para la ziudad, uno de
doce pares de tierras a Pedro Pacheco,
S
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QUINTO ABUELO DEL DEN DE
ESTA SANTA IGLESIA DON LUIS
PACHECO, otro de diez pares al Seor
D. Manuel de Arronis, Regidor, de otros
diez pares y otro al Seor Albaro de Arro-
nis, Regidor, de otros diez parez, todos ellos
tierra unida en el partido de Oya Morena,
cuyos trabajos tiene por precisa su recom-
pensa, que le parece lo ser haunque muy
moderada la de doscientos reales de velln.
Y la ziudad, havindolo oydo, tratado y
conferido, aprob lo executado por dicho
Seor D. Alphonso, y le dio las gracias y
acord se libren y paguen de propios por el
Depositario a dicho D. Vizente Alcal, di-
chos doszientos reales, cuya cantidad se le
abone en data de su cuenta, con testimonio
de este acuerdo, libranza y recibo.
2


Queda claro, que el dominio directo de
la mayor parte de las tierras del llamado
Campo de Cartagena, pertenecan al
Concejo de Murcia, el cual lo conceda
en arrendamiento y bajo los impuestos
de luismo y fadiga. En el pleito que se
sigue con el Convento de la Santsima
Trinidad (Rescate de cautivos) para que
se paguen estos impuestos en el deposi-
tario de Propios, se seala que dicho
convento, slo posee el til, cuyo domi-
nio directo niega dicho convento. Para
comprobar el derecho de la Ciudad de
Murcia, se encarga a D. Vicente Alcal,
amanuense de la Contadura se le sumi-
nistren los libros capitulares como versa-
do en leer letra antigua para buscar las
gracias de dichas tierras y los contratos
que se establecieron en su da, labor por

2 A.M.M.A.C. 22 de agosto de 1741.

la que recibe doscientos reales de velln.
Se hall que se dieron en el ao de
1478 las daciones a censo perpetuo con
luismo y fadiga y aterrizaje de caices de
sementera cogida, uno para la ciudad,
uno de doce pares a las tierras de Pedro
Pacheco, otro de diez pares al regidor D.
Manuel de Arrniz, y otro de diez pares
al tambin regidor lvaro Arrniz, todos
ellos en tierras unidas en el partido de
Hoya Morena. Se entiende que se trata
de una donacin en usufructo, no de la
propiedad (que seguir siendo del Con-
cejo de Murcia), y a cambio de los im-
puestos reglamentados.

La ruta Madrid-Cartagena, fue muy fre-
cuentada por la nobleza, altos cargos
eclesisticos, autoridades locales, ejrci-
to, comerciantes en sedas y todo lo que
implicaba elegir uno de los caminos ms
cortos y seguros, utilizados por las gale-
ras genovesas y espaolas, surtas en el
puerto de Cartagena y que hacan la ruta
ms frecuentada, Cartagena Gnova y
posteriormente, camino de Roma y de
Npoles. Por todo ello, las casas seoria-
les en el llamado Campo de Cartagena,
se convirtieron en parada y fonda de
reyes y prncipes, sobre todo de la noble-
za tanto eclesistica como civil. El ejem-
plo lo tenemos en el trnsito por nuestra
regin de la Princesa Mara Luisa de
Borbn, hija de Carlos III, gran Duque-
sa de Toscana y posteriormente Archi-
duquesa de Austria. Tenemos constancia
de que comi y descans en la casa Mel-
garejo o Galtero camino de Cartagena,
donde lleg sobre las seis y media de la
tarde, descans en aquella ciudad, em-
barcando rumbo a Gnova el da 26 de
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junio de 1765. El viaje se decidi por
Cartagena, base militar de donde sali la
escuadra que trajo a Carlos III de Npo-
les, una escuadra compuesta de 16 nav-
os de lnea al mando de D. Pedro de
Estrada, el Marqus de la Victoria y D.
Andrs Regio, que lleg al puerto de
Npoles felizmente el 19 del mismo mes
(Septiembre) para buscar al nuevo Sobe-
rano, llegando a Barcelona con toda su
Real Familia el 15 de octubre
3
.

Las inquietudes y preocupaciones de las
autoridades locales para que todo estu-

3 CAAVATE NAVARRO, Eduardo, Histo-
ria de Cartagena desde su fundacin a la mo-
narqua de Alfonso XIII, Cartagena, 1955, p.
242.

viese acondicionado tanto para la feliz
estancia de S.A como facilitar su trnsito
por los caminos y rutas que debera uti-
lizar, as como el abastecimiento de vve-
res, nieve, tanto para ella como para su
comitiva, se hace patenten en los nume-
rosos documentos de las Actas Capitula-
res del Concejo, tomando todas las deci-
siones necesarias para que todo saliese a
la perfeccin. He credo conveniente,
dada su importancia y que demuestra
fehacientemente todo lo expuesto ante-
riormente, transcribir en su totalidad el
documento por que se ordena se asista a
los Caballeros Comisarios que han de ir
a la casa de Melgarejo con todo lo nece-
sario:
El Seor D. Juan Tizn, Rexidor, por s y
a nombre del seor D. Joachn de Paz,
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Comisarios nombrados para las Provisiones
y Aloxamiento en la Casa de D. Diego
Melgarejo, hizo presente un papel de ofizio
de el Seor Intendente Correxidor, respues-
ta a otro que escribieron a su Seora, so-
bre haver azeptado este encargo; y les pre-
viene en quanto a los gastos que se ofrezcan
en el, se avisten con la junta de vveres, a
quien el Ayuntamiento ha dado facultad
para que libre lo que tenga por convenien-
te, con lo dems que contiene, el que se ley
a la letra, en cuya intelixencia ha conferi-
do este asumpto con los cavalleros que la
componen y le han manifestado que sus
facultades se entienden solamente en aque-
llos gastos prezisos para solizitar las provi-
siones. Y respecto de que, para evaquar este
asumpto, es conveniente estn dichos Seo-
res con los dos Seores Jurados, dos o tres
das antes que llegue S.A a la zitada Casa,
y que es consiguiente se origine algn gasto
en la manutencin de las personas y fami-
lia que les asista, con lo dems que ocu-
rrir para desempear esta comisin, em-
biando algunos propios a varias partes del
campo y a esta ciudad, para que se con-
duzca lo que fuere nezesario, y no huviese
llegado con antizipacin, le ha parezido
dar cuenta a este Ayuntamiento para que,
enterado de estos particulares, determine lo
que tenga por conveniente. Y havindolo
oydo,, considerando que stos cavalleros
Comisarios deben estar ausentes de su casa
algunos das para cumplir con este encargo
y que es justo se le asista en la manutencin
de sus personas y porteros que les sirvan, y a
que no hay facultades para darles dietas,
acord que D. Juan Ortador, Axente
Prinzipal, les subministre en los das que
estuviesen ocupados en esta comisin, lo
que se les ofrezca en dicha manutencin y
en los carruajes y propios que se empleen en
su servizio y asistencia, llevando de todo la
debida cuenta y razn para que se abone
este gasto, interviniendo en l dichos Seo-
res a cuyo fin, dispondr se les prevenga lo
que fuere menestesr y el aloxamiento donde
han de permanezer el tiempo que estn en
dicha Casa de Melgarejos.
4


Conclusin.-
Slo hemos pretendido con este breve
trabajo de investigacin, dar a conocer
unos retazos de la importancia de las
ventas o posadas sobre todo a travs de
los siglos XVII y XVIII, en relacin con

4 A.M.M.A.C. 11 de junio de 1765.

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el comercio y el trasiego econmico y
poltico de estos siglos as como su utili-
dad en el devenir de los tiempos, en re-
mansos de paz y sosiego para las cuerdas
de presos, de los esclavos del Rey conde-
nados a galeras que en estos espacios
habilitados para ello, reciban atencin
mdica, curaban sus heridas y se les daba
un refresco patrocinado y pagado por el
Concejo de Murcia . Por otro lado, he
querido posicionar y rehabilitar en nues-
tra memoria actual, las grandes hacien-
das, casas seoriales que an jalonan los
desolados espacios del llamado campo de
Cartagena. Algunas de ellas en estado
ruinoso, otras como la de los Pedreos o
los Roca, rehabilitadas con mucho es-
fuerzo de sus actuales propietarios a sus
expensas, porque no han recibido ayuda
oficial de ningn tipo. Para nuestro
propsito se han seleccionado tres de
ellas: el Casn de Riquelme o Casa de
los Porches, la casa Galtero y, quizs la
ms representativa de todas, la Casa Pe-
dreo, de la cual se ha dado exhaustiva
informacin, gracias a las aportaciones
de su actual propietario D. Domingo
Pedreo y Ros.
Lo que s es cierto, y se deduce de todo
lo expuesto anteriormente con el trnsi-
to de la Archiduquesa de Austria, es que
la nobleza no se hospedaba en cualquier
parte y puntualmente en alguna venta
sobre todo en las de mayor categora
como la Venta Nueva o del Jimenado,
sino que optaba por descansar y habi-
tuarse en los numerosos casones y casas
seoriales muy numerosas en el Campo
de Cartagena y que, por desgracia para la
historia del patrimonio de la Regin de
Murcia, como testigos reales de toda una
poca de esplendor, permanecen la ma-
yora en ruinas, abandonadas por sus ac-
tuales dueos ante la pasividad de las au-
toridades de turno. Solamente el inters,
el amor a la tradicin, el respeto a la fa-
milia, el recuerdo de una pasada grande-
za, hacen que algunos herederos de esos
ttulos, mantenga el porte, rehabiliten
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sus casas empleando ingentes cantidades
propias a pesar de ser considerados
B.I.C., como el caso de la Casa Pedreo
por su actual propietario en el Jimenado,
que despus de seis siglos aun permanece
en pie, luciendo en su fachada su escudo
herldico y su reloj de sol del siglo
XVIII.
Por todo lo expuesto podemos afirmar,
que la ruta comercial y de trnsito entre
Murcia y Cartagena, fue facilitada por
una serie de infraestructuras de apoyo,
mediante una serie de Ventas, que jalo-
naban su trnsito especialmente en el
centro de su extensin donde, por su
longitud no era posible realizarla en una
sola jornada.
As, el sistema de apoyos al desplaza-
miento comenzaba tras completar la su-
bida del Puerto de la Cadena, en cuya
cima se realizaba el primer descanso y la
comida, donde se hallaba la Venta de la
Virgen y el famoso punto de aguada de
las caballeras conocido como el piln
del agua. Tras el descanso se reanudaba
la marcha hasta que oscureca a la altura
de la Venta del Jimenado, y sus auxilia-
res ya en el S. XIX de Manresa, Garca y
Mendoza, donde se pernoctaba, aprovi-
sionaban y descansaban. Al amanecer del
da siguiente se reanudaba la marcha y
hasta Cartagena ya para la hora de co-
mer. Esta infraestructura, cambien con-
taba con el apoyo, para los correos o de
la administracin, de un sistema de
postas establecido a media legua de la
Venta del Jimenado, para el cambio de
caballos y bueyes y su alimentacin y
que se constituyo con el tiempo en pun-
to de concentracin de las reatas de ca-
rretas, para la expedicin de los produc-
tos agrcolas del Campo de Cartagena,
en su destino a Murcia y los graneros de
la Mancha; y muy especialmente de los
correspondientes a los arbitrios de la In-
quisicin, desde su punto administrativo
de la Tercia de El Jimenado y los grane-
ros de La Palma. Este paraje pertene-
ciente al Jimenado, aun sigue llamndo-
se las postas, y estaba controlado por
la familia Soto, siendo en 1776 su titular
Juan Jos Soto y Jimenez, que continuo
su nobleza y coloc en su casa su escudo
herldico, que an se conserva. Por lo
que tambin se conoce al paraje, y ms
tras desaparecer su antigua funcin de
postas, como los sotos, y a las familias
que por all pasaron como los posteros
con que se cogminan a una rama de la
familia Garca, en el Jimenado.


Jos Antonio Fernndez Palazn.
Doctor en Historia por la Universidad de Murcia..

Domingo Pedreo y Ros.
Licenciado en Pedagoga, Mster en Historia por la
Universidad de Murcia.
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El mar segn Monet.-
Por ngela Marcet Llinares

scar-Claude Monet es conside-
rado como uno de los creado-
res del impresionismo, movi-
miento que se desarroll a partir de la
segunda mitad del siglo XIX en Europa
se caracteriza, a grandes rasgos, por el
intento de
plasmar la luz
y el instante.
Los impre-
sionistas pin-
taban el mo-
mento de luz,
ms all de
las formas
que subyacen
bajo este. Fue
clave para el
desarrollo del
arte posterior,
a travs del postimpresionismo y las van-
guardias.
Incluso el trmino impresionismo deriva
del ttulo de su obra Impresin, sol na-
ciente, creada en 1872. El papel sin
pintar de las paredes est mejor termi-
nado que esta marina escribi un agudo
crtico de la poca sobre este lienzo, ex-
puesto en la primera exposicin impre-
sionista de 1877. No se trat de una
crtica aislada, sino que es tan solo un
ejemplo de cmo los crticos de la poca
(excepcin hecha de algunos jvenes
amigos de los impresionistas) reacciona-
ron ante esta pintura, y por extensin,
ante la pintura impresionista
Nuestros ojos acostumbrados al Arte
moderno son sin duda mucho ms agra-
decidos con esta obra. Lo primero que
llama la atencin es la intensa bruma,
que funde las formas y los colores del
lienzo, haciendo casi imposible discernir
las formas de las chimeneas y la maqui-
naria de los astilleros que se intuyen en
el fondo.
La obra carece de cualquier elemento
que determine
el orden o la
composicin
de manera que
las dos barcas
que observa-
mos parecen
flotar en un
mar de niebla.
Sin duda hay
mucha in-
fluencia de
Turner, cuya
obra conoci
durante su es-
tancia en Londres, tanto en el efecto at-
mosfrico como en el casi contradictorio
protagonismo del sol, llamativo pero casi
impotente frente a la inmensa bruma, en
O
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un efecto que recuerda al Anbal cru-
zando los Alpes del pintor ingls. Pero
la pincelada impresionista de Monet va
ms all, otorgando a la superficie del
cuadro en especial a la inferior- una
cualidad casi abstracta.
De entre los impresionistas fue el que
sinti mayor atraccin por el mar; no en
vano su juventud haba transcurrido en
la costa normanda. Se podra decir que
la autntica carrera pictrica de Monet
comienza en 1862, cuando el pintor
contaba con tan solo 22 aos de edad.
Habiendo enfermado en Argelia durante
el servicio militar, fue enviado a Le Hav-
re para recuperarse, donde pint, entre
otras obras, La terraza de SainteAdres-
se. En esta obra una escena burguesa se
desarrolla bajo una potente luz de plein
air. Tres planos de tierra, mar y cielo
dividen y jerarquizan la composicin,
organizada verticalmente por las dos
banderas que ondean vivamente por la
suave brisa del ocano. La pintura tiene
un encanto tal que tienta a sentarnos en
una de las sillas vacas a disfrutar de esta
plcida tarde de domingo.
Entre 1881 y 1883 Monet realiz una
serie de viajes por distintos pueblos de la
costa normanda, como Dieppe, Trouvi-
lle o Pourville, donde encontr paisajes
suficientes como para satisfacer su apeti-
to creativo, pero centrndose ms en el
paisaje costero que en el propio ocano,
aprovechando el dramatismo de la es-
carpada costa normanda y sus espectacu-
lares acantilados. Casi todas estas las pin-
turas estn dotadas de una marcada
horizontalidad, interpretando el hori-
zonte, el lmite entre cielo y mar, como
elemento clave en la composicin. Mu-
chas de stas resultan impactantes por su
intencin de dejar de lado esta imposi-
cin y crear una composicin asimtrica
y de gran verticalidad. Un buen ejemplo
de esto es El acantilado de Dieppe en
el que los tradicionales dos planos hori-
zontales de las marinas se rompen, y la
composicin queda dividida en dos pla-
nos verticales
Una de las mayores contribuciones de
Claude Monet al Arte moderno fue la
introduccin de la idea de serie, esto
es, un mismo tema o modelo represen-
tado en distintos momentos, de manera
que el objeto material representado va
perdiendo importancia en aras de otros
elementos inmateriales como la luz y el
color, y cmo estos ltimos varan con el
paso del tiempo. Este concepto nos dej
una de sus composiciones ms repetidas
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y originales de esta etapa: la Mannepor-
te, un espectacular arco de roca situado
en un acantilado cercano a Etretat, en
ellas Monet renuncia al entorno y al
conjunto, para centrarse de forma exclu-
siva en el dramtico arco de roca y su
encuentro con el mar.
S que para pintar el mar realmente
bien, necesitas mirarlo cada hora de cada
da en el mismo lugar, para entenderlo
en ese punto en particular y por eso tra-
bajo en el mismo motivo una y otra vez,
cuatro o seis veces incluso explicaba el
pintor el porqu de las series marinas.
En 1886 Monet alquil una habitacin
en un pequeo albergue cerca de Belle-
Ille, donde qued inmediatamente fasci-
nado por el paisaje hermoso pero a la
vez terrible de la costa de la Bretaa,
ms violenta y mas feroz que la de Nor-
manda. En Tormenta en Belle-Ille el
fuerte batir del mar sobre los pinculos
de rocas recuerdan a La Manneporte,
pero en esta ocasin la superficie del mar
cobra un mayor protagonismo, y la pin-
celada gruesa y potente acenta el efecto
violento de la tormenta. La violencia del
clima y la representacin en sombra de
los acantilados son un elemento casi
constante en los lienzos pintados en Bre-
taa





ngela Marcet Llinares
Estudiante del Grado de Historia del Arte.







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Conversaciones en torno a una
fuente.-
Por Javier Snchez Pramo

l fro seco del lento e impertur-
bable amanecer me iba despo-
jando de los ltimos resquicios
de sueo que me quedaban a cada paso
que daba despus de una noche que se
me haba antojado demasiado corta. La
ciudad, a esas horas, incluso pareca un
lugar medianamente agradable en el que
vivir en esa quietud irreal que pronto se
evaporara entre transen-
tes con prisas, coches con
ms prisa an, chirridos y
chillidos, humos, clxones
desesperados por hacerse
or y gente que corre sin
saber muy bien a donde.
Mi maestro, como siem-
pre era costumbre en l,
me haba citado a "altas
horas de la madrugada"
en una cafetera del centro. Lo conoc,
hace ya algunos aos, cuando mis padres
decidieron que como todo buen mal es-
tudiante requera de los servicios de un
profesor particular. Ya haba acabado el
bachillerato pero aquel hombre, bo-
hemio y despistado, me haba contagia-
do su aficin por el arte y sola acudir
con l a museos, exposiciones o confe-
rencias en las que me hipnotizaba con
sus conocimientos y continuamente me
descubra matices e historias de la crea-
cin humana que no dejaban de asom-
brarme.
Aquella maana acuda a su encuentro
para una "conversacin en torno a una
fuente", segn el mensaje de whatsapp
que me haba enviado la tarde anterior.
Supuse, en mi inocente desconocimien-
to, que sabra de algn rincn oculto y
recndito de cualquier parque de la ciu-
dad en el que algn tipo de fuen-
te barroca, modernista, neoclsi-
ca, con alegoras mitolgicas o
vaya usted a saber qu, nos estar-
a esperando para que mi maes-
tro me revelara sus secretos que
casi nunca son tales en una obra
de arte para cualquiera que los
quiera comprender. Cunto me
equivocaba!
Parapetado tras un libro, un caf
y un plato con una tostada, me saludo
sonriente al entrar, ped tambin mi
habitual caf solo y mi media tostada de
tomate y tras una conversacin acerca de
las "virtudes" de madrugar, teora con la
que yo no estaba demasiado de acuerdo,
todava con el ltimo bocado de tostada
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en la boca, mi maestro se levant lim-
pindose con una servilleta.
- Vamos?
- Vamos. Me dirig a la barra a pagar
mientras l iba al servicio, "la enseanza
nunca debe ser del todo gratuita, sino el
alumno pierde inters", me deca mu-
chas veces en tono de broma, una broma
por la cual siempre pagaba yo. Tras un
tiempo excesivamente largo, lo vi al fon-
do del pasillo que llevaba a los baos
hacindome seas con las manos.
- Vamos, hombre.
Por no dar voces en el bar me acerque
hasta l que ya se haba dado media
vuelta y haba vuelto a entrar en el servi-
cio.
- Vamos a dnde?
- Pues aqu.
Mir un tanto desconcertado a mi alre-
dedor entre una fila de urinarios y de
reservados.
- Aqu?..a qu?
Haciendo un gesto sobreactuado como
si de un presentador de circo se tratara,
extendi sus brazos girando su cuerpo
hacia los urinarios.
- Mi querido alumno: ests ante una
rplica, casi exacta, de una de las obras
de arte ms trascendentales del siglo XX.
Segua sin saber muy bien que pasaba, si
era una broma, si me estaba poniendo
algn tipo de prueba o si definitivamen-
te aquel hombre volcado en sus lecturas
haba perdido definitivamente la cabeza
como nuestro hidalgo manchego.
- El qu?
Acercndose a uno de los urinarios, se
puso a darle golpecitos con la mano co-
mo esos tipos presuntuosos que ensean
su coche nuevo.
- Esto, La Fuente de Marcel Duchamp!
- Eso es un meadero!.
El rictus entre jocoso e irnico que mi
maestro haba mantenido hasta entonces
desapareci como si le hubieran pulsado
un interruptor, pasando a ese gesto serio
que pese a los aos me segua imponien-
do.
- El lenguaje, el lenguajeeee. Urinario es
una palabra mucho ms correcta y mu-
cho menos ordinaria.
- Esta bien, urinario, pero eso es lo que
es.
- No te parece una obra de arte?
- Por el amor de Dios, no!
- Bien, te contar algo: En 1917, se ce-
lebr en Nueva York la primera exposi-
cin de la Sociedad Americana de artis-
tas independientes. Duchamp, present
un urinario al que dio la vuelta y firmo
con el seudnimo de R. Mutt.
- Un momento, maestro.
- Qu?
- No le parece que deberamos prose-
guir esta conversacin en otro lugar?, si
entra alguien y ve...
- Efectivamente, ah est la clave!. Se
dirigi hacia la puerta hablando como si
yo no estuviera all y prosigui hablando
con grandes aspavientos.
- Si entrara alguien nos sacara de con-
texto!
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- Cmo?
- El contexto. Tu y yo somos maestro y
alumno debatiendo sobre el mundo del
arte, pero si entra alguien y ve a un jo-
ven y un adulto a solas en un bao y que
de repente se callan ante su presencia,
sabe Dios que pensara. Acaso no somos
tu y yo los mismos y estamos haciendo
lo mismo?
- Si.
- Pero pasamos de lo cultural a lo depra-
vado segn el espectador y segn el con-
texto. Algo as pretenda demostrar Du-
champ.
Llegamos a una de las mesas de la cafe-
tera, nos sentamos y volvimos a aprovi-
sionarnos de sendos cafs.
- Cualquier objeto cotidiano, con una
mnima modificacin y expuesto en un
museo, puede pasar a convertirse en
obra de arte.
- Me ha hablado de Bernini, de Miguel
ngel, de los templos de la Grecia clsi-
ca y de decenas de obras maravillosas y
sublimes, de verdad me est diciendo
que usted considera que eso que hizo
Duchamp es arte?
- No importa lo que yo piense, se trata
de lo que pienses t. Antes, cuando te he
preguntado si no te pareca arte me has
respondido rpidamente que no. Bien,
siguiente pregunta entonces, y aqu va la
bomba, Qu...es...arte?. Realizo la pre-
gunta con una lentitud eterna, espacian-
do las palabras como si hablara con un
extranjero al que le costara entender
nuestro idioma al tiempo que acompa-
aba cada palabra con un gesto de su
dedo al modo de un director de orques-
ta.
La verdad es que la pregunta me dej
con la mente en blanco y pareca que el
tiempo se hubiera congelado a nuestro
alrededor, incluso tuve la absurda sensa-
cin de que todos los parroquianos que
poblaban la cafetera se hubieran callado
esperando mi respuesta. Obviamente
saba lo que era el arte, estaba harto de
ver obras de arte y de leer sobre artistas,
y de ir a museos, y...qu es el arte?...me
repet la pregunta a mi mismo en la ca-
beza como un eco persistente, tratando
de buscar las palabras con las que expre-
sar lo que yo saba, se lo que es el arte, el
arte es..., es...de pronto me di cuenta de
que tal vez no, tal vez no lo saba. Pero
la mirada inquisitiva de mi maestro y mi
gentica cabezonera me obligaron a in-
tentarlo.
- Es...es...eso no es arte!, ese hombre no
hizo nada, cogi un urinario, le dio la
vuelta y lo llev a un museo, eso lo pue-
de hacer cualquiera.
- Pero nadie lo hizo hasta que lo hizo l.
Imaginemos que hubiera existido la cos-
tumbre de llevar un retrete de cada bar
que se cerrar en Nueva York a algn
tipo de sala de exposiciones, es absurdo,
pero imaginmoslo. Que Duchamp
hubiera presentado un urinario a una
exposicin hubiera sido una memez.
- Pero un artista muestra sus cualidades,
su dominio de una tcnica, su destreza
para un determinado campo.
- Te equivocas, la historia del arte esta
llena de artistas cuyo "arte", valga la re-
dundancia, deja mucho que desear.
Consideraras arte el horrible dibujo
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que me regalo mi hija por el da del pa-
dre, con mucho amor, eso si, y que ten-
go puesto en la puerta de la nevera de
casa?.
- Hombre...
- Si, si lo es. Si solo atendiramos a ese
criterio, el ser o no ser arte de una obra
sera algo insoportablemente subjetivo,
lo que tu o yo podramos considerar ar-
te, para un consumado pintor seran
cuatro rayas mal estructuradas, faltas de
perspectiva, de lgica cromtica o de mil
caractersticas que otros no sabramos
apreciar.
- Entonces?
- Hay otros dos fac-
tores fundamenta-
les, la originalidad
y, ms importante
an, los sentimien-
tos!
- Desde luego no
cabe duda de que
encontrarte un uri-
nario en una sala de
exposiciones de un
museo genera sen-
timientos y origi-
nal, lo es un rato.
- Ah!, lo vas entendiendo. Cualquier
artista; msico, pintor, arquitecto, escul-
tor, bailarn...cualquiera, trata de expre-
sar y provocar sentimientos, sino el arte
sera algo absurdo, fro y sin sentido.
- Un momento, sigue sin convencerme,
qu sentimientos puede querer expresar
alguien que lleva un urinario a una ex-
posicin?
- Qu sentimientos has tenido tu cuan-
do te he dicho que eso era una obra de
arte?, qu te has planteado?
- Pues...claro!...Me ha llevado a plante-
arme qu es el arte!. En esos momentos
me embarg una curiosa sensacin de
orgullo.
- Exacto, aunque hay otro matiz ms,
pero para ello es necesario conocer algo
ms de la biografa del artista, algo que
dejaremos para otro da, aunque te ade-
lanto que Duchamp, tambin trataba de
"desmitificar" el arte, de quitarle impor-
tancia, de demostrar
que esa pompa y boato
con que algunos artistas
iban por la vida, era ar-
tificial e ingenua.
Jugueteando con los
trozos de hielo supervi-
vientes de mi caf, susu-
rre casi para mi mismo.
- La Fuente...un urina-
rio convertido en obra
de arte...genial!.
- A veces, un poco de
razonamiento nos
muestra que las cosas
no son lo que parecen a primera vista.
En fin, me alegro de haberte descubierto
otro tipo de arte y otra forma de verlo.
Ahora debo marcharme.
Nos levantamos los dos, yo una vez ms
fui a pagar, y el se despidi de mi
dndome la mano y dicindome que
aunque le pesara iba a profanar una de
aquellas "valiosas" copias. Nos remos y
sal solo a la calle.
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Aquella ciudad apacible que dej al en-
trar haba desaparecido y el caos cotidia-
no se haba apoderado de ella. Mir los
contenedores de basura, los semforos,
las seales de trfico, la parada del au-
tobs, las papeleras...arte?

Javier Snchez Pramo
Estudiante del Grado de Historia del Arte.






















































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El cncer de pulmn.-
Por Francisco Conesa Lpez








l 10 de septiembre comienza la
semana europea del cncer de
pulmn. El abordaje del cncer
de pulmn es muy importante, porque
supone la primera causa de muerte por
cncer, porque es el de mayor incidencia
en el hombre y, porque su causa, en la
mayor parte de ellos, es el tabaco, y por
tanto es evitable. Otra causa importante
est en la manipulacin del asbesto y el
amianto. La mxima incidencia se pro-
duce entre los 55 y 65 aos, con un des-
censo en los ltimos aos en los hom-
bres, acompaado de un incremento en
las mujeres.
Un equipo de cientficos del Instituto
Wellcome Trust Sanger de Cambridge
public en 2007 el catlogo de genes del
cncer. En l se recogen ms de 120 ge-
nes implicados, donde se evidencian las
mutaciones genticas que se producen
en las personas; en el mapa del cncer se
distingue entre mutaciones conducto-
ras, que contribuyen al desarrollo del
cncer, (as actan las sustancias cancer-
genas como el tabaco o el amianto) y
mutaciones pasajeras, que no lo hacen.
Gracias al Proyecto Genoma del Cncer
tenemos una nueva visin de cmo se
produce el cncer y se podrn desarrollar
nuevos frmacos y mejorar en la forma
del diagnstico. Las futuras pruebas de
cribado del cncer de pulmn en perso-
nas de riesgo, posibilitarn la deteccin
de ndulos del tumor con menos de 5
mm. de dimetro.
Fruto del Proyecto Genoma es la obten-
cin de anticuerpos monoclonales (en
fase de experimentacin); estos anticuer-
pos interactan con molculas de la
clula que interviene en la respuesta in-
mune, con el fin de propiciarla y de esta
manera luchar contra las agresiones ex-
ternas. Varios tipos de cncer (piel,
prstata, vejiga crvix y pulmn) tienen
la misma base gentica. El cncer de co-
lon, mama, crvix y prstata cuentan
con programas de deteccin precoz, y el
de pulmn podr incorporarse a ellos en
el futuro.
El primer sntoma suele ser la tos, segui-
da de disnea (fatiga) y de hemoptisis
(esputo sanguinolento al toser), pues el
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cncer de pulmn ms frecuente es el
bronquial. Los sntomas que aparecen
posteriormente son el dolor de pecho,
que puede irradiarse al hombro, cansan-
cio, anorexia (falta de apetito), prdida
de peso, o manifestaciones en otros
rganos si se ha producido una disemi-
nacin del tumor.
El diagnstico se realiza mediante la sin-
tomatologa descrita, apoyada por una
radiografa de trax, y ante la menor
evidencia se puede completar el estudio
con un Tomografa Axial Computariza-
da (TAC) y, en su caso, con la Tomo-
grafa por Emisin de Positrones (PET),
la mediastinoscopia, o la fibroscopia se-
guida de biopsia.
El pronstico vara mucho, dependiendo
de la precocidad del diagnstico. Cuan-
do se diagnostica un caso con sintoma-
tologa amplia, ms del 80 % ya tienen
metstasis. La supervivencia a cinco aos
(la media entre los distintos tipos de
cncer de pulmn) es del 30 % en varo-
nes y del 50 % en mujeres cuando la en-
fermedad est localizada. Con enferme-
dad avanzada, la supervivencia a cinco
aos es inferior al 5 %.
El tratamiento quirrgico puede ser
agradecido cuando el tumor est locali-
zado, y consiste en la reseccin quirrgi-
ca, no solo del tumor, sino de todo el
lbulo pulmonar en el que asienta. Si
est ms avanzado el tumor, hay que
combinar la quimioterapia coadyuvante;
en pacientes no operables se administra
radioterapia curativa; en casos ms gra-
ves se administra radioterapia de forma
paliativa.
La importancia de la prevencin es fun-
damental en todo proceso nosolgico:
tumores, enfermedades reumticas, me-
tablicas (hipertensin, diabetes, obesi-
dad, hipercolesterolemia). Estas son
las principales claves para el xito en la
prevencin: una alimentacin sana, co-
mo la dieta mediterrnea, a base de pes-
cados, legumbres, frutas y verduras; la
eliminacin del tabaco; la limitacin del
consumo de alcohol y caf; la realizacin
regular de ejercicio fsico; la proteccin
en ambientes laborales contaminados; la
mejora en la calidad del medio ambien-
te.



Francisco Conesa Lpez
Licenciado en Periodismo y Mdico titular del
Centro de Salud Las Torres.

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Horscopo.-
Por Lola Gutirrez Snchez

ada ms despertar me da por
agarrar el mvil, tras consultar
el tiempo, consulto otro apar-
tado aunque no s por qu.
No creo en las echadoras de cartas, vi-
dentes, lecturas de manos, pozos de caf,
ni siquiera en los horscopos, aunque
ahora mismo me encuentro ojeando el
mo. Veamos lo que le depara a virgo.
Me dice mi horscopo, que hoy puede
ser una jornada excelente para m, tanto
para cualquier asunto serio como de ocio
y diversin.
Insiste, qu es un da excelente para re-
matar una negociacin. Bien sea porque
tenga que hacer alguna solicitud o venta.
Adems, aade, que a lo largo de la jor-
nada tendr la oportunidad de disfrutar
de suculentos manjares junto a la brisa
del mar. Que comience el da cuanto an-
tes porque tengo que celbralo. Eso s
me recalca mi horscopo, que lleve su-
mo cuidado si reprendo a mi marido por
algo que puede repercutir fatalmente en
mi matrimonio. Que no lo contradiga.
Frunzo el entrecejo mientras salto de la
cama, por supuesto, acordndome del
seor o seora que inventa tales patra-
as. Eso me pasa por mirar el mvil an-
tes de poner los pies en el suelo. Soy sol-
tera, eso de entrada, nada ms salir al
pasillo me doy con el agarrador de la
puerta en el brazo y me quedo pasadita
de dolor. A esto no se le puede llamar
diversin, ya ha fallado en dos cosas. Es-
taba claro que empec mal la maana,
despus de dos pares de medias rotas, de
mancharme la blusa de caf, y de verme
horrible frente al espejo me dispongo a
salir de casa. Sobra decir que mi cara de
enfado es ms que evidente.
Una gitanilla se me acerca insistente con
brotes de romero entre las manos. Sin
darme opcin coloca un matojo entre las
mas
-Paya, he visto al hombre de tu vi-
da, lo conocers hoy mismo-me augura a
viva voz- Pos veinte uros te digo como es el
payo de guapo.
N
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-No, gracias-echo a andar con in-
tento de quitrmela del medio, en mo-
vimiento le devuelvo el matojo de rome-
ro antes de cruzar de acera.
-Malaje, mala pual te peguen- me
espeta la gitana en mitad de la calle, y a
viva voz. La cantidad de miradas que
atrajo la maldicin, con suerte, logro de-
jarla atrs- Mira la bajilar esta, que ta
bras creio.
Mejor no preguntar, mejor no averiguar
que es una bajilar me digo a m misma,
pero claro, tener Google en el mvil es
tentador, tan tentador y peligroso como
consultar el horscopo. No me puedo
resistir y busco qu significa bajilari. Me
introduzco en el diccionario gitano, vo-
cabulario castellano cal: bajilari, signifi-
ca Babosa.
No iba pendiente a lo que tena que ir y
al cruzar la calle casi me atropella un co-
che.
La culpa era ma y de nadie ms. El
hombre sali precipitadamente de su
vehiculo con gesto preocupado.
-Se encuentra bien? -me ayud en
todo, recogi mi bolso del suelo, mi
mvil en varias partes y por supuesto a
m.
-S, gracias- yo me mora de la ver-
genza, sacud mi ropa con las ganas de
alejarme del lugar. Rauda como una fle-
cha busqu la seguridad de la acera,
mientras el dueo del coche apartaba su
vehiculo. Insistentes y repetitivos pitidos
indicaban que comenzaba a ocasionar
atascos. Afortunadamente no haba su-
frido ninguna lesin, ni un solo rasguo,
de nuevo comenc a andar, de esperar
llegara tarde al trabajo. No haba dado
tres pasos cuando el hombre me dio al-
cance.
-Quiere que la lleve algn sitio?-me
agarr suavemente del brazo para
hacerme parar. Entonces me fij en l,
era guapsimo, tambin repar en mis
medias, era el tercer par que estropeaba
en cuestin de pocas horas.
-No, no se preocupe- tartamude,
como una adolescente.
-Por favor, djeme invitarla a des-
ayunar, a comer, hay que celebrar que
est bien, que ambos estamos bien.
Yo lo mir a los ojos, me acord de la
gitana, del horscopo, de los manjares
en el mar, del consejo de no contradecir
a mi supuesto marido.
-Est bien, acepto- respondo, toda
convencida, en ese momento me da su
tarjeta y leo su nombre. Matas Garca
Muoz, abro los ojos todo lo que dan de
s- Yo me llamo Ins, Ins Sanmartn-
me presento, mientras extiendo la mano-
Me diriga a sus oficinas, trabajo para
usted, cuatro plantas por debajo de su
despacho.
Matas sonri, su reaccin fue de alegra
ms que de sorpresa.
-Hoy no- solt, a toda prisa- Hoy, t y
yo vamos a celebrar que la vida es mara-
villosa.
Si me pone dentro del yate a Louis Arms-
trong me derrito, pens, con la sonrisa
puesta en la boca

Lola Gutirrez Snchez.
Escritora.
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El pez naranja.-
Por Azucena Carmen Nicols Snchez

aba una vez un pez que viva
junto a sus padres y hermanos
en un lugar tranquilo del fon-
do del mar, era un pez naranja pero con
la luz del sol y de la luna sus escamas se
convertan en brillantes.
Jugaba con sus hermanos y dems peces
y eran felices todos juntos, pero l a dife-
rencia de sus hermanos era el ms in-
quieto, siempre quera descubrir nuevas
cosas y adentrarse a lugares donde sus
padres le tenan prohibido ir. No se con-
formaba con la forma de vida que tena,
para l era demasiado montona y tran-
quila. As que cuando fue mayor les dijo
a sus padres que quera irse a descubrir
otros lugares y peces del mar. Su madre
no lo entenda -pero por qu te quieres
ir, si aqu lo tienes todo?. Comida sufi-
ciente, es un lugar tranquilo, todos nos
conocemos. Preguntaba desconsolada su
madre. El padre lo miraba con reproche
pero en el fondo lo comprenda porque
l tambin haba sido igual.
Al da siguiente el pez naranja se march
junto con otros peces que tenan las
mismas inquietudes e intereses como l,
estuvieron nadando durante horas y op-
taron por descansar en unas amplias y
largas verdes algas. Salieron al instante
unos diminutos pececillos asustados de
ver a los nuevos huspedes. El pez na-
ranja y sus compaeros los tranquiliza-
ron dicindoles que no tuviesen miedo
que solamente queran descansar, enton-
ces los pececillos le dijeron si podan
hacer el favor de limpiar todos los bichi-
tos que se haban pegado a las algas y no
las dejaban crecer y stos muy gustosa-
mente aceptaron la oferta comindoselos
as los pececitos agradecidos les hicieron
unas cmodas camas con las algas para
que pudieran descansar plcidamente.
Con las primeras luces de sol se levanta-
ron y se despidieron muy agradecidos de
sus amigos los pececillos, nadaron du-
rante muchas horas y al llegar la tarde de
nuevo buscaron refugio. Este nuevo sitio
estaba constituido por los restos de un
barco hundido, miraron por todas partes
por si haba peligro y encontraron bajo
los restos del barco a una familia de pe-
H
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ces raya escondidos y muy asustados- no
tengis miedo! somos un grupo de peces
que estamos viajando para descubrir y
aprender de la vida en el mar. Dijeron
todos a la vez. La mam raya meti a to-
dos sus pequeos bajo ella y el padre les
pregunt -De dnde vens?- venimos de
la parte del sur del mar, respondi el pez
naranja, es un sitio tranquilo donde
apenas llega el hombre, a veces solo ve-
mos buceadores y algunos barcos curio-
sos pero sin ningn otro ms percance. -
Por qu tenis tanto miedo?, pregunt
el pez naranja, porque aqu es diferente
dijo el padre raya, aqu viene el hombre
a expoliar las riquezas del mar. Este bar-
co estaba lleno de tesoros para ellos y
cunado se los llevaron todos aprovecha-
mos y lo convertimos en nuestro refugio,
pero ahora est roto y se nos ve con faci-
lidad as que los peces decidieron ayu-
darles a reparar este refugio para que sin-
tiesen seguros y protegidos, y as lo
hicieron. Por la noche despus de haber
trabajado cenaron todos juntos y com-
partieron la comida. Estuvieron dos das
con ellos y al tercero se marcharon, estu-
vieron nadando y llegaron a unos arreci-
fes de coral como siempre se encargaron
de inspeccionar el lugar y encontraron
enganchados a ellos a un cangrejo que
les faltaba una de sus patas lo cual le di-
ficultaba poder moverse para encontrar
comida. El pez naranja conmovido por
ello propuso a sus compaeros construir
una pata para este cangrejo, unos lo mi-
raron con cara de asombro y otros pre-
guntaban - pero cmo lo vamos a
hacer?- el pez naranja contest: - vi a mi
padre como haca una pata a un antiguo
amigo suyo- as que se pusieron manos a
la obra y con varios trozos de algas, coral
y arena consiguieron una nueva pata pa-
ra el cangrejo. El cangrejo llor de
alegra al ver su nueva pata y como pod-
a volver a caminar como antes esa alegr-
a fue lo que llen el corazn del pez na-
ranja y al resto de sus compaeros. Estu-
vieron con el cangrejo unos dos das y al
final de nuevo partieron en busca de
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otras aventuras. Al da siguiente estando
nadando se encontraron viajando junto
a ellos a un grupo de tortugas marinas y
se dieron cuenta que dos de ellas se en-
contraban mal. El pez naranja les pre-
gunt: - Qu les sucede?- Pues que las
llevamos hacia aquellas pequeas islas
donde se encuentran unos amigos
humanos que son veterinarios para que
las curen. Todos los peces se unieron
junto a ellos con la intencin de ayudar-
les. El pez naranja pregunt: - pero os
fiais de los humanos?- s contest la tor-
tuga ms vieja , de estos, si no todos los
humanos son iguales. Estos nos han
ayudado mucho a nosotras y a otros
muchos peces cuando hemos estado en-
fermos.
Dejaron a las dos tortugas al cuidado de
los veterinarios, una mujer y un hombre
que los saludaron a todos muy amable-
mente, mientras les ofrecieron un pe-
queo espacio con comida preparado
para ellos . Estando en la clnica los vete-
rinarios descubrieron que la causa de la
enfermedad de estas tortugas era la gran
ingesta de plsticos que stas contenan
en su abdomen, porque los plsticos no
son biodegradables, muchos de ellos se
descomponen en pequeos trocitos de
plstico llamados lgrimas de sirena que
las tortugas confunden con medusas y se
los comen. Cuando hubieron terminado
de curarlas las tuvieron durante un mes
para su recuperacin y en todo este
tiempo el pez naranja y sus amigos
aprendieron muchas cosas de sus amigos
los humanos. Entre esas cosas los veteri-
narios les explicaron que muchas balle-
nas, cachalotes, tiburones,...Haban fa-
llecido varados en las orillas de las playas
por haber tragado cientos de objetos
echados por los barcos y las personas al
mar.
Pas un ao desde que el pez naranja y
sus amigos decidieron marcharse de su
hogar y empezaron a aorar a su familia
as que decidieron volver. Los padres del
pez naranja y el resto de padres estaban
buscando comida cuando vieron a lo le-
jos aparecer a un grupo de peces naran-
jas, miraron con expectacin y sus cora-
zones comenzaron a latir rpidamente al
descubrir que eran sus hijos, nadaron a
su encuentro y todos se abrazaron. Al
llegar la noche cuando todos ya haban
cenado y descansado sus padres pregun-
taron al pez naranja: - cuntanos qu
has aprendido?- y entonces el pez naran-
ja contest: que cuando tu ayudas es
mucho ms lo que recibes. Que no to-
dos los hombres son iguales, sino que
hay personas buenas y personas malas y
que el mar siempre dispone de muchos
medios para que todos nos curemos.

Azucena Carmen Nicols Snchez.
Profesora de Msica y escritora de cuentos para
nios.

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Leccin de vida.-
Por Juan Toms Frutos







ecargo pilas. La vida es, a veces,
un poco cansada. Las lecciones
que aprendes te arrancan ciertas
dosis de energa. Menos mal que la Luna
llena aparece cuando ms la necesitamos.
No s si somos conscientes de la impor-
tancia de la Luna, nos ilumina a todos
por igual, y tambin por igual nos oscu-
rece. Depende del momento y de nues-
tra actitud.
Hay semanas que algunos se empean
en clasificarnos, en caracterizarnos, en
posibilitarnos desde emotividades dis-
tantes. No me gustan las generalizacio-
nes, las tipologas, pues no siempre estn
a la altura de lo que se espera de ellas.
Dan mucho que pensar.
Lo importante es que los distingos de los
que miran con superficialidad no nos
hagan desanimarnos. Rendirse es perder.
Seguir adelante es ganar, aunque sea len-
tamente, a plazos, que pueden resultar
incmodos, pero de los que aprendemos
mucho.
Repongamos, pues, energas, y decida-
mos marcar distancias respecto de los
que no creen que las esencias humanas
nos hacen iguales en tratos y en dere-
chos. Al menos, en esto que recalcamos
hemos de apostar por unos mnimos.
La satisfaccin que siento y expreso en
este nuevo da, amn de reconocer que
estamos en pi, es que aprendemos de las
lecciones, incluso de las amargas, pues
en el fondo tambin recibimos sabidura
de stas. Sabemos que, las ms duras y
funestas, no las provocamos. Tampoco
creemos en ellas: no son lo verdadero, y,
por lo tanto, sus protagonistas no nos
tendrn como aliados en su desarrollo.
Interpretamos que el nuevo da sin de-
terminadas cargas es ya un triunfo, aun-
que los ganadores sonran pensando que
son mejores. Nosotros sabemos que no
es as. Lo relevante es saber quines so-
mos: lo manifestamos. No puede haber
mayor motivo de alegra.

Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.

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Vacaciones.-
Por Juan Toms Frutos

a vida es un cmulo de eventos, a
menudo contradictorios, que no
siempre acertamos a comprender,
aunque, sin duda, tienen sentido, por el
que hemos de bregar. No lo vemos a ve-
ces, pero ah est. Necesitamos aos para
saber que las prisas, que los conflictos,
que las guerras, que las desigualdades, no
nos conducen a parte alguna, al menos
cuando los excesos son destellos egostas
sin un fin de conjunto y duradero. Los
cimientos slidos nos vienen de la amis-
tad comprometida, del amor sincero.
No olvidemos que la una y el otro se ad-
vierten con hechos.
Es verdad que hay gentes que, despus
de los aos, con los achaques encima,
con los aos, con las cicatrices que gasta
la historia de cada cual, pese a todo, no
ven que esto es una concesin, un tiem-
po limitado, para procurar ser dichosos.
Cuando se acaba se acaba, y no hay, no
en esta dimensin, ms. Es cuestin de
interiorizarlo.
Ahora que estamos en una etapa de va-
caciones, de tomarnos un poco de des-
canso, de ver las cuestiones esenciales, y
las que no lo son, con ms perspectiva,
debemos procurar obtener un poco de
partido de la experiencia acumulada, que
siempre es poca a la hora de descifrar el
objetivo de la existencia humana.
Hay quien, desde una mirada pesimista,
vocifera que estamos en un tiempo de
descuento, y que cada da que pasa es
una jornada menos. Prefiero reflexionar
de otra manera ms ilusionante y positi-
va: cada 24 horas suman una unidad de
divertimento vacacional que se aade a
la fortuna que disfrutamos constante-
mente, habitualmente, casi sin percibir-
la, porque los milagros cotidianos no se
interpretan de esa guisa. Deberamos. El
verano nos lleva, quiz porque los das
L
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son ms largos, a contemplaciones ms
dinmicas y vitales. La ruta es hermosa,
extraordinaria, y, como tal, la hemos de
otear, incluso cuando nos cubren los
nubarrones, que hemos de disipar o con-
tribuir a ello. Pongamos remedio para
avanzar en nuestras historias personales.
Cada instante, cada segundo, ha de con-
templarse como el ms ptimo de nues-
tro universo. No hay tantas posibilidades
como nos gustara, pero las hay. Debe-
mos sacar provecho hasta de la tarea re-
iterada. Si la afrontamos con alegra ser
menos sacrificada. Todo pasa muy rau-
damente como para perder lo ms valio-
so que poseemos: nuestras vidas. Sepa-
mos implicarnos con donaire. El duende
nos aguarda.

Dinamismo y cohesin
Por lo tanto, puede que lo ms inteli-
gente sea paladear cada amanecer como
una era de vacacin. Lo es. Es una suerte
estar vivos, mas hemos de demostrarlo
en nuestro interior y fuera de l. No de-
bemos carecer del suficiente dinamismo
para ser nosotros mismos en consonan-
cia con los dems. Esta cohesin nos vi-
goriza.
Las vacaciones, en consecuencia, tanto si
las comenzamos como si no lo hacemos
en esta oportunidad, se han de prolongar
eternamente, porque, si nos deleitamos
con cada hora que exprimimos, sea lo
que fuere cuanto hacemos, la felicidad
est asegurada, al menos en una porcin
significativa. No hay ms meta que la
jovialidad desde la labor constructiva de
los Universales griegos y sin hacer, por
supuesto, dao a nadie. Tenemos dere-
cho a convertir en realidad este pensa-
miento desde la libertad que nos conce-
den la Naturaleza y las Leyes.
Compaeros y compaeras, depende de
nosotros. Lo sabemos. Iniciemos, pues,
este perodo con los corazones prestos a
la experiencia positiva con la que armar-
nos del mejor valor, que lo poseemos y
lo hemos de compartir.


Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.



















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Jornadas de concienciacin
y participacin ecolgica en
Cabo de Palos.-
Por Vicente Cepeda Celdrn

on muchas ganas y mucho arte
la Asociacin Columbares y alle-
gados en su mismo inters or-
ganizaron en Cabo de Palos
unas actividades para pequeos y mayo-
res que fueron breves, claras y comple-
tas, a la hora de poner en valor la impor-
tancia del sector pesquero, la pesca sos-
tenible y las buenas prcticas con el mar.
De su enorme potencial conocemos por
los trabajos de hidrologa, del estudio
cientfico y su divulgacin, pero en esta
ocasin lo pudimos adems disfrutar al
nivel que estos asociados lo hicieron: en-
vueltos en los instrumentos de su magia,
con lenguaje sencillo y a pie de calle.
Un excelente ejemplo fue la muestra tea-
tralizada de cuales son y cmo se emple-
an algunas artes de pesca artesanales del
lugar, como el trasmallo o el arcaduz, en
la que invitaron a participar a los chicos
ms pequeos; o el que sucedi al da
siguiente en los locales del restaurante El
Faro de Cabo de Palos, donde tras la
charla de Silvia y Carmen se degustaron
unos platos de chirrete y chopa frita con
pimientos, cebolla, ajo, vino blanco, pa-
tatas y pimentn murciano.
Como bien se ha venido repitiendo en
numerosas ocasiones, el futuro de sta y
otras flotas artesanales estriba en respetar
su ecosistema y una serie de pautas que
son precisamente las que se quieren re-
cordar. La pesca artesanal debe basar su
economa en la calidad y no en la mera
cantidad, alternando artes de pesca que
se adapten a las especies que persiguen
capturar, respetando el equilibrio del
ecosistema zonal y trabajando en con-
junto con otros para dar un valor aadi-
do a sus productos. Explicado en el len-
guaje coloquial de los actores del teatro
que ms arriba refera: hay que comer
productos de temporada, pescando del
rea cercana y disfrutando de nuestro
estilo de vida, sin perder la cabeza ni
ambicionar aquello que en el fondo de
nuestro buche nunca podremos digerir,
esto es, siendo respetuosos e inteligentes
con nosotros los humanos y con la Na-
turaleza. Adjuntamos unas fotografas.

Vicente Cepeda Celdrn
Fototurismo.org Asesor





















C
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Se me olvid subirlo al Facebook.-
Por Juan Antonio Carreras Espallardo

e me olvid subir al Facebook las
notas del nene, todo sobresaliente,
qu maquina, el da de la primera
regla de mi hija, la caca que pis al salir
del supermercado, el plato de comida
que ofrec al mendigo, la ostia que me
met contra una farola, por quedarme
mirando al perro del mendigo, al que le
hice una foto pero tampoco la sub.
No sub los dos gomazos que me arre
un polica por escupirle el coche, ni la
foto del coche escupido, vi las sirenas
pero no me dejaron hacerle una foto pa-
ra subirla, como tampoco pude subir la
foto de mi ser esposado con esos bonitos
grilletes de metal fro. Olvid subir la
foto de mi nuevo tatuaje. Se me olvid
subir a Facebook el parte amistoso del
accidente que tuve ayer cuando iba mi-
rando a una rubia despampanante, de la
cual olvid subir la foto al Facebook. Se
me olvid subir la foto donde me mojo,
la foto donde salgo de cro, el vdeo de
los mejores momentos del ao pasado, la
foto de los primeros rayos de sol doran-
do mis bellas piernas, el mojito que me
tom ayer, el chuletn que me acabo de
comer y alguna foto del polvo que voy a
echar dentro de un rato.
Me fastidi no poder subir la foto de dos
morenazas en la playa en topless, cuando
yo estaba dentro del mar, pero un cuer-
po sbitamente estirado me lo impeda,
y en el agua tampoco pude hacerme la
foto para subirla a Facebook.









Se me olvid subir la foto del flamante
coche que me compr la semana pasada.
Madre ma, no sub el aviso de la hora a
la que tena que quitar la sartn para que
me avisaseis y se me quemaron las cro-
quetas por vuestra culpa. No sub, por-
que se me olvid, mi nuevo corte de pe-
lo, cual Cristiano Ronaldo, as como la
ltima foto de la ltima vez que me to-
maron el pelo y de la peluquera que me
lo tom.
No sub la foto de mi Iphone 6 porque
sale en septiembre, jajajaja, pero seguro
que subir un mensaje por si alguien me
lo quiere regalar. Son tantas las cosas que
se me est olvidando subir que mi auto-
estima est por los suelos. Eso s, que no
se me acerque nadie en persona que no
le enseo ni el DNI.
PD: En serio, no pongamos toda nuestra
vida en Facebook.



Juan Antonio Carreras Espallardo
Polica Local, Ldo en Criminologa y en Periodis-
mo. Postgraduado en Ciencias Forenses.

S
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Al otro lado del telfono.-
Por Enrique Javier Bastida Caracuel

a montaa no entiende de tibie-
zas ni tiene compasin. En la
maana del pasado domingo 24
un joven y experimentado montaero
haba decidido disfrutar de una jornada
practicando su deporte favorito, escalar
una de las paredes ms dificultosas de La
Polinosa (Len) en el maravilloso entor-
no de los Picos de Europa.
La mala suerte quiso que una cada le
provocara una doble fractura de tibia y
peron, lo que le incapacitaba totalmen-
te para salir por sus medios de semejante
atolladero. Por fortuna, cada vez que
ocurre algo por el estilo, siempre que se
marca el nmero de emergencias hay al-
guien al otro lado del telfono y pone en
marcha el protocolo correspondiente
con el fin de proceder al rescate y mini-
mizar los daos del lesionado. Todo ello,
sin tener en cuenta el riesgo que una
climatologa adversa, o un lugar compli-
cado por su orografa, pueda suponer
para el equipo de rescate.
Estaban de servicio los cuatro compo-
nentes de la patrulla de rescate areo de
la Guardia Civil, los cuales, a bordo de
un pequeo helicptero deban despla-
zarse, una vez ms, al auxilio de un
montaero accidentado. Durante sus
aos de servicio haban realizado rescates
similares en multitud de ocasiones, su-
poniendo un riesgo constante para sus
vidas la realizacin de las arriesgadas
maniobras. Aunque es un riesgo hasta
cierto punto controlado, por tratarse de
experimentados pilotos, las maniobras
entre los picos y las vaguadas de las altas
montaas representan un riesgo aadi-
do, toda vez que se forman traicioneras
corrientes y frecuentes prdidas de sus-
tentacin por el efecto de los desplaza-
mientos del aire.
Esa maana result fatal para tres de los
miembros del equipo. Mientras el cuarto
permaneca en tierra, estabilizando la
camilla que deba evacuar al herido, un
hachazo, un brusco cambio supuso la
diferencia entre la vida y la muerte. Qui-
so la parca llevarse las vidas de tres servi-
dores pblicos, de tres hombres que tra-
tando de salvar la vida de otra persona,
arriesgaron las suyas hasta el punto de
perderlas.
En esos momentos no pensaron en sus
familias, en sus compaeros que tanto
los aorarn. Pensaron nicamente en
hacer su trabajo, ese trabajo difcil al que
haban decidido dedicar su vida y por el
que haban hecho el juramento de de-
rramar hasta la ltima gota de su sangre,
si para ello fuera preciso.
Sin querer entrar en comparaciones im-
posibles, yo s lo que se siente al acudir a
una llamada de socorro, bien sea por un
L
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incendio, por un accidente, por una ten-
tativa de suicidio y por mil cosas ms.
Esa tensin que mantiene alerta mien-
tras que la sirena del coche policial lanza
su aullido premonitorio de que algo ma-
lo est ocurriendo. Esa sensacin de ries-
go en maniobras delicadsimas y que una
vez en casa, con la tensin relajada, te
hace sentir como si te hubieran dado
una paliza y que al mismo tiempo te
hace sentir inmensamente feliz si todo
ha salido bien.
S, ya s que cada da ocurren accidentes
y que mueren trabajadores, pero pocas
veces mueren personas que lo hacen en
defensa de la vida de los dems y sin es-
perar nada a cambio, sencillamente por-
que es su obligacin.
Psame a las familias de los Guardias
Civiles fallecidos y nimo a todas las
personas que desde sus competencias y
responsabilidades hacen que la vida de
los ciudadanos sea mejor y un poco ms
segura, conociendo que cuando requie-
ran algn servicio de emergencia siempre
habr alguien al otro lado del telfono.


















Enrique Javier Bastida Caracuel
Escritor
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El final de un cine de verano.-
Por Enrique Javier Bastida Caracuel

l derribo implacable, aunque ne-
cesario, haba dejado el solar cu-
bierto de escombros. El antiqu-
simo muro de mampostera, desprovisto
casi en su totalidad del estuco que cubra
sus vergenzas, exhiba impdico su
verdadero yo, su cmulo de piedras que
puestas unas sobre otras, constituan el
recio soporte a las paredes, las cuales,
cuando estaban unidas unas con otras,
cerraban y protegan la privacidad de un
humilde cine de verano.
Hace ya muchos aos, la invasin de los
hogares por parte de esas cintas en BE-
TA en sistema 2000 o las que finalmente
se impusieron, las VHS, nos trajeron a
nuestros salones toda la filmografa
habida y por haber, dndole una estoca-
da de muerte, hasta la cruz, a los cines
de toda la vida. Era normal por aquellas
fechas, que casi cada barrio dispusiera de
su sala de cine, algunos, incluso de un
cine de verano donde las familias, en las
que por supuesto se inclua a los abuelos,
pasaban momentos inolvidables. Desta-
caba entre ellos, por su ubicacin y por
sus magnficas instalaciones, el Cine de
Los Juncos, cuyos terrenos pertenecan
a la Empresa Nacional Bazn. El pegadi-
zo estribillo de una marca local de pro-
ducto para la limpieza, que por cierto se
llamaban Polvos Taka-tak, compona
un surrealista concierto en el que los es-
pectadores coreaban con entrega y entu-
siasmo, el eslogan del anun-
cio...Espumooooos, maravilloooosos.
Al pasar hace unos das por la calle prin-
cipal del castizo barrio cartagenero de
San Antn, en la que me sent casi como
un turista en cualquier ciudad del Ma-
greb, -dicho esto desde el respeto y la
tolerancia-, la sbita visin de maquina-
ria pesada desmantelando y depositando
sobre camiones el escombro procedente
del derribo de su nico cine, me trajo a
la mente aquellas sesiones dobles de
pelculas (la mayora, de temporadas pa-
sadas), que devorbamos al mismo
tiempo y como complemento a un buen
bocadillo de tortilla de patatas.
Recuerdo que la sesin empezaba cuan-
do todava el sol se resista a ceder el pa-
so a su eterna enemiga, la noche. Final-
mente y obedeciendo a las leyes natura-
les, el oscuro manto iba tomando pose-
sin e impona su seoro. Era entonces
cuando se poda disfrutar al ciento por
ciento de la magnfica gama de colores
de aquellas filmaciones que en los crdi-
tos iniciales, anunciaban la cinta como
de Technicolor tras el espectacular ru-
gido del len de la Metro. Tarzn, lan-
zaba su singular grito, improvisando un
megfono con sus manos, para acto se-
E
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guido deslizarse, agarrado con un brazo
a las lianas, en un desplazamiento a ve-
locidad de vrtigo entre los gigantescos
rboles de las selvas africanas, sujetando
al mismo tiempo y con total seguridad,
el grcil cuerpo de la sumisa Jane. Los
hombres del general Custer, iniciales su-
pervivientes del ltimo ataque de los in-
dios y que finalmente Murieron con las
botas puestas ante la desconcertante
avalancha de pieles rojas y hasta el
mismsimo Gorgo, luchando en Tokio
contra Superman, en picas batallas de
caucho y cartn-piedra, a falta de efectos
digitales, se presentaban frente a nues-
tros ojos y nos llenaban de aventuras y
ensoaciones.
En aquellos momentos, el cine no se
conceba para evadirnos de los proble-
mas, toda vez que por fortuna, todo el
que quera trabajar, poda hacerlo y se
viva razonablemente bien; necesitba-
mos muy poco para ser felices. Aquellas
dos horas y media sentados al fresco de
la noche, mientras el firmamento nos
regalaba de vez en cuanto con la fugaz
visin de un meteorito desplazndose
furtivo y luminoso, me resultaban fasci-
nantes. Aprovechbamos la visin
mnima del siempre sorprendente fen-
meno estelar para al instante y desde la
candidez, pedir un peregrino deseo.
El cambiante haz de luz que proceda de
la pequea ventanita donde se encontra-
ba el proyector, compona un imposible
por rectilneo, arco iris. En el interior del
mismo, y traicionado por el potente fo-
co, quedaba atrapado y navegaba en una
danza catica, el polvo del ambiente,
que merced a la indiscrecin de la luz,
se haca visible a los ojos humanos.
Aquel incesante cri-cri, que hacan las
pipas al ser abiertas sus cscaras entre los
dientes. El otro cri-cri-cri, de algn gri-
llo enamorado que oculto entre las ma-
cetas de geranios de los rincones, insista
en hacerse or por alguna hembra recep-
tiva y ardorosa. Aquellos otros enamora-
dos que aprovechando la impunidad de
la noche y de la ltima fila, se prodiga-
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ban furtivos besos, ocultos toqueteos y
promesas quedas de amor eterno, que
casi siempre acababan al mismo tiempo
que el verano, cuando agotado por el
implacable calendario, entregaba sin
remedio su calor y su testigo al otoo
gris y polvoriento.
Todo eso se me pas por la cabeza al
contemplar el despojo en lo que el paso
del tiempo y finalmente la maquinaria,
haba convertido a mi querido cine de
verano. Tan solo la pantalla, aunque
desconchada, se mantena orgullosa en
pie, desafiante en su marco de pintura
color negro que delimitaba lo tangible
de la fantasa, el sueo de la realidad
Aquella pantalla en la que tantas veces
nos hemos querido ver representados en
tal o cual actor y en la que hemos suspi-
rado por la belleza de nuestras actrices
favoritas. Donde James Bond, valiente
entre los valientes, salvaba al mundo una
vez ms y las ms hermosas mujeres ca
an rendidas a sus encantos. Aquella
pantalla haba preferido morir de pie y
ah estaba orgullosa, esperando la aco-
metida feroz de la mquina que despro-
vista de todos los sentimientos, atacara
finalmente su endeble estructura y la lle-
vara, junto con el resto del derribo a la
perdicin total, al olvido.




Enrique Javier Bastida Caracuel
Escritor
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La noche se viste de largo.-
Por Enrique Javier Bastida Caracuel

a ltima tarde de verano, y con
ella, la inminente vuelta a la
rutina laboral, estaba tocando a
su fin. Tratando de huir del calor,
buscando para ello la cercana del mar,
la costumbre me llev a dirigirme hacia
la playa ms cercana y de mi agrado, as
que una vez ms, mi coche, que me lee
el pensamiento y sabe de mis gustos, me
llev hacia El Ports.
Durante el trayecto, y cuando el sol ya
empezaba a ocultarse, pill al monte
Roldn en otro de sus momentos de
pblica coquetera. Sobre su cumbre se
haba colocado una blanca boina que
ocultaba de la vista su cima, tantas veces
conquistada por mis pies. Retena de
este modo, algo de la humedad que en
msera limosna, y siempre cicatero con
estas tierras, el mar otorga con su brisa.
Permita as a su sedienta vegetacin,
con este pauprrimo riego de socorro, el
poder mantener un da ms, el agnico
latido de una naturaleza abrasada y
olvidada de la lluvia.
La Tierra, tambin coqueta, se haba
sometido a una sesin de manicura y un
pedacito de ua, semejante a una tenue
sonrisa, brillaba en el incipiente tapiz
que empezaba a extender la noche. As,
tras la desaparicin del sol, una blanca
esquirla brillaba tmidamente sobre la
lnea del horizonte para al poco rato,
ocultarse de la vista tras las celosas
montaas de la Sierra de La Muela y
Cabo Tioso que la acapararon para su
goce exclusivo.
A pesar de ir provisto de baador por si
me apeteciera fundirme con el mar, mi
principal objetivo era seguir con la
lectura del ltimo libro de una triloga
que me lleva entretenido todo el mes.
Para m no existe ningn marco mejor
para la lectura, que la orilla del mar al
amanecer o, como era el caso, al
anochecer.
Ahora bien, no contaba yo con que un
insidioso aire, algo ms arrogante que
una simple brisa, hiciera que la
sensacin trmica estuviera muy por
debajo de los veintisiete grados que el
termmetro aseguraba. Tampoco estaba
por la labor un mar que empezaba a
enrabietarse. Hasta donde la vista
alcanzaba, briosos y juguetones picos de
agua saltaban en una danza desquiciada
y se unan en un frentico baile a unas
olas cada vez ms altas. Finalmente, al
chocar contra los cantos rodados que
conforman el rudo escaln de la orilla,
L
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una explosin de espuma lanzaba sobre
los escasos ocupantes de la playa, una
polvareda de gotas finsimas y
delicadamente perfumadas de sal.
La breve rociada en alianza con el
viento, haca que por momentos mi piel
se erizara en seal de protesta, as que
para evitar las quejas y tragndome el
orgullo de individuo caluroso, me
coloqu la camiseta sobre el torso
desnudo, haciendo de inmediato las
paces conmigo mismo.
La automtica sensacin de bienestar y
de necesario abrigo, me hizo soltar un
nico y violento estremecimiento que
me recorri desde la nuca hasta los
talones. stos, descalzos, reposaban
sobre la grava hmeda y susurrante de
secretos mensajes marinos.
Ya completamente de noche, la
retroiluminacin del libro electrnico
me permita seguir disfrutando, a pesar
del desgaste extra de mis crneas -que a
buen seguro me pasarn factura dentro
de poco-, del poder de una buena
narracin para hacerme volar, para
evadirme en viajes fabulosos e
imposibles, para recorrer mundos lejanos
como si los tuviera delante de mis
narices, merced a la sabia combinacin
de palabras que el autor, en un ejercicio
de delicadeza lingstica consigue
transmitirme.
Un buen escritor, creo yo que debe ser
lo ms parecido a una mquina del
tiempo. Si conecta con el lector, si
consigue con su relato que la curiosidad
le lleve a leer una lnea ms, entonces
habr servido para algo su trabajo, se
habr cumplido el fin ltimo de alguien
que le pone msica a las palabras de tal
forma, que un simple texto nos resulte
tan grato como una bella sinfona.
Estaba en esos pensamientos cuando
uno de los tres enormes barcos que
flotaban en la lejana, y en los que se
adivinaban unas lucecitas amarillentas y
temblorosas, como aquellas mariposas
que para los difuntos se prendan y
flotaban sobre un cuenco de aceite,
encendi de pronto una batera de luces
de sbita estridencia y comenz a brillar
en mitad de la recia oscuridad, como
una descomunal lucirnaga marina.
Poco a poco, la enorme mole que
mostraba su flanco de estribor a la costa,
maniobr dirigiendo su proa mar
adentro, comenzando as a hacerse ms y
ms pequeo su tamao para
finalmente, ser tragado por la infinita
glotonera de la noche y por una
distancia abrumadora e inabarcable.
Las vidas que puedan ir a bordo de estas
naves, cada una con su peculiaridad, me
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hacen fantasear una vez ms sobre viajes
lejanos y extraordinarios y en cierto
modo, me hacen sentir la envidia de un
hombre que con mucha probabilidad,
vivir los aos que le queden sin alejarse
mucho del lugar de residencia y donde
sus huesos helados, quedarn como
ltimo reducto de lo que en su da, fue
un ser lleno de sangre clida y de vida
ardiente y mediterrnea.
El sentido comn y el dramtico dgito
que marcaba el reloj, me avisaron de que
en pocas horas debera someterme de
nuevo a la tirana de la jornada laboral.
Esa jornada que siendo indispensable,
me mantiene cautivo y me impide ser
dueo de lo que ms puedo amar como
ser inteligente, de mi bien ms preciado,
de mi en libertad.
Los vientres inmaculadamente blancos
de tres gaviotas que pasaban sobre mi
cabeza, ponan el colofn perfecto para
una noche y parecan burlarse de m y de
mi soledad. Iban deslizndose por el aire
como se deslizaran por los sobrios
pasillos de un convento, tres novicias
ilusionadas; como pasaran ajenos a un
amor no correspondido, tres suspiros
exhalados de las bocas de adolescentes
enamoradas. Alejndose fugaces hacia el
infinito, me decan adis entre un lento
batir de alas que se haban convertido,
en el interior de mis maduras pupilas,
en blancos pauelos de despedida.
Dos lgrimas saladas de emocin, ilusas,
caprichosas, descaradas, oportunas,
desafortunadas, lgrimas de hombre-
nio, de nio-hombre, lgrimas de
agradecimiento a la vida, de ilusin y de
proyectos futuros. Gotas de m mismo
que abandonaron mis ojos y rodaron por
mis mejillas para buscar refugio en el
tero materno de todas las lgrimas, en
la mar infinita y receptora de millones
de sentimientos.

Enrique Javier Bastida Caracuel
Escritor






















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El maana.-
Por Mara Teresa Cervantes Gutirrez































































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Mara Teresa Cervantes Gutirrez.
Escritora y Poeta.
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El sueo.-
Por Juan Toms Frutos

Suea el caballo,
suea,
y, mientras cabalga,
nos acerca
a las ilusiones ms puras.

Suea
con esa perfecta unin
con lo humano,
en la que cobija
una parte de s.

Salta el caballo,
y, cuando lo hace,
supera la adversidad
en comandita con su aliado,
el jinete,
en una especie de promesa hecha reali-
dad.































Suea l,
el caballo bravo, libre;
y con l nosotros,
Yo mismo.


Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.

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Una y otra vez.-
Por Juan Toms Frutos

Hemos de abrir
las puertas del deseo
con un nimo
que nos transporte
donde la emocin
tiene un cierto sentido.

Generemos
las claridades con un gusto
que nos ha de brindar
las voluntades
de una sencilla actitud,
que nos ha de dejar
donde somos personas.

Pidamos
con una cautela
que nos seale
























la emocin singular.
Nos hemos de presentir
con unos anhelos de estimar.

Debemos escribir
con resoplidos
que nos amolden
a los instantes seculares.

Nos amaremos
cuando sea, como sea,
una y otra vez.


Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.

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Perfecta estima.-
Por Juan Toms Frutos

Tomamos la vida
por ese punto esencial, excepcional,
que nos aclara de una vez por todas
hacia dnde marchar
cuando las travesas cotidianas
son difanas, sueltas, reales,
suculentas incluso.

Hemos implementado
las voluntades que nos dieron
una real caricia, seera ella,
de principio a fin.

Nos hemos tocado,
y sentimos que estamos
en ese soado umbral de la batalla,
importando caricias
que multiplicamos a la ensima poten-
cia.

Nos preparamos
con tentativas que resumen
qu es lo que podemos realizar.
Hemos sido testigos
del mejor tiempo,
el compartido con roces
que nos hacen creer ya en la estima
perfecta.



Juan Toms Frutos
Profesor Doctor en Periodismo de la Universidad
de Murcia y Escritor.

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Voces de mar
1
.-
Por Milagros Lpez
















1
Poemas de Milagros Lpez, A ras del mar.
Ediciones Torremozas, Madrid, 2014.










































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Milagros Lpez Lpez
Profesora de Filologa Inglesa, escritora y poeta.
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Busca en ti -
Por Marcelino Menndez Gonzlez

Guarda tus pensamientos para tus deseos
ms ntimos. (Aristteles)

Vamos siendo nuestra propia isla
rodeados de los lmites de las aguas,
de nuestro propio mundo...
vindonos a nosotros, como un destino
que no escapa al orden universal.

Quiz buscando lo que nunca fue,
y si fue, es eso que no se dice
y se queda en el borde de las cosas,
en un atisbo de causalidad.
































Viviendo el propio cauce
sintindolo fluir alrededor tuyo,
ya sea materia o esencia y todo
lo que no se encuentra bajo otra pers-
pectiva,
pero donde tu agua, ser siempre la tu-
ya.

Marcelino Menndez Gonzlez
Poeta y escritor.

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La cosecha -
Por Marcelino Menndez Gonzlez

Me gusta entrar a la iglesia cuando no
hay nadie
y ver la frgil luz de las velas solitarias,
los vitrales en las paredes y aspirar en la
concavidad
y altura de sus techos, en el hondo es-
pesor
de la quietud, donde la misma soledad
adquiere
forma distinta en el altar de su miste-
rio.

Y al fundirme en mi agnosticismo
acompaando
los silencios, no verme impedido de
sentir
e intentar, abrir una senda que pudiera
conducirme
a descubrir, un nuevo camino desco-
nocido,




















del raigambre renacentista de la fe, y
que me
llevara y acercara a las respuestas, que
busco an
y tanto necesito.

Ah permanezco un buen rato sin
ningn rezo,
pero con la sensacin grata de un repo-
so
de conciencia y, tranquilo, como un
trigal acamado
por la brisa en una tierna tarde, espe-
rando
la llegada del crepsculo

Marcelino Menndez Gonzlez
Poeta y escritor.

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Fototurismo.org Magazine Mensual N 16-Agosto 2014 - ISSN 2255-0984 /DL MU-998-2012
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Tras la sombra.
Por Mara Jos Valenzuela Cnovas

Por la hojarasca estril
soy esa leve sombra
que atraviesa el ptalo encendido;
signo intil,
signo celeste del retorno de los das,
de mi inocencia humillada,
de esta soledad, plagada de golondri-
nas.
Soy esa dbil luz que no prescribe,
la que perdi la perderte,
la que nunca se queja,
la que teje el otoo
con cielo y flores blancas,
para que t amanezcas,
para que me sonras.





























Mara Jos Valenzuela Cnovas
Escritora.

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Fototurismo.org Magazine Mensual N 17-Septiembre 2014 - ISSN 2255-0984 /DL MU-998-2012
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El bautizo del Regal Princess.-
Redaccin.-

l Regal Princess es un buque ge-
melo del Royal Princesa, que fue
inaugurado el ao pasado por su
Alteza Real la duquesa de Cambridge.
El nuevo barco de Princess Cruises ser
bautizado por el reparto de actores ori-
ginal del viejo programa de televisin,
"Vacaciones en el Mar" (The Love Bo-
at), quienes apadrinarn la nave. Se trata
de un barco crucero de 3.560 pasajeros
que hizo su viaje inaugural en mayo de
este ao, y ser oficialmente bautizado el
5 de noviembre 2014, en Fort Lauder-
dale (Florida)
Vacaciones en el mar fue una famosa
comedia estadounidense de corte
romntico, que entre 1977 y 1987 se
convirti en uno de los programas de
ms audiencia y ms larga duracin en la
televisin. Los escenarios se rodaron a
bordo de los barcos de Princess Cruises,
cuya contribucin al xito ahora se reco-
noce.
Para el evento se volvern a reunir los
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seis miembros principales del reparto:
Gavin MacLeod (capitn), Fred Grandy
(Gopher el jefe sobrecargo), Ted Lange
(Isaac el camarero), Bernie Kopell (Doc,
el mdico del barco), Lauren Tewes (Ju-
lie la directora de crucero) y Jill Whelan
(Vicki, hija del capitn).
El buque incluye varias de las caracters-
ticas de la firma Princess Cruises inclu-
yendo el Seawalk, una pasarela con fon-
do de vidrio en su cubierta superior que
sobresale 8,5 m desde el borde de la nave
y Princess Live, un estudio de televisin
a bordo con programacin durante todo
el da. El barco tiene capacidad para
3.560 pasajeros, 1780 camarotes, 19 cu-
biertas, 1346 tripulantes, 16 bares y res-
taurantes incluyendo tres comedores, spa
y gimnasio.
































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