A través de la historia la preocupación del ser humano en la satisfacción de sus necesidades, y más aún, como integrante de una sociedad lo ha llevado a generar una serie de procesos con ese fin.
Estos procesos no van dirigidos sólo a satisfacer necesidades del hombre como ser animal sino también como creador de conocimiento y es aquí donde requiere evaluar para optar o seleccionar cuál de éstos procesos de generar conocimiento lo aproxima a la visión máxima de satisfacción y determinar cual o cuales de ellas deben ser reestructuradas o desechadas en sus tomas de decisiones.
El proceso de formulación y selección de conocimiento debe tener una hoja de ruta cubierta con la luz que da la planificación, el uso de estrategias para saber dirigirlas organizadamente con una comunicación que transmita en forma clara y entendible los objetivos y sus fuentes de información, delimitar y conceptualizar los instrumentos con que se debe medir o valuar la información, el contexto donde se desarrolla y le es útil, quienes serán los agentes que lo ejecutaran y en que tiempo.
Para que esto suceda la evaluación debe ser útil, factible, legal y precisa que lleve a obtener juicios lógicos y éticos.
Bajo este contexto la visión de la evaluación será: “Recogida de información para la toma de decisiones” con calidad.
La evaluación es la energía del aprendizaje, lo retroalimenta.
Su estructura responderá a la siguiente sistematización problemática
- ¿Qué estrategias para cumplir con determinados objetivos?
- ¿Qué información debo utilizar?
- ¿Para que sirve los juicios de valor y como retroalimentar el proceso?
- ¿Bajo qué criterios y en que contexto ejecuto este proceso?
- ¿Quiénes evalúan, a quiénes y en qué tiempo?
La etapa sublime de la evaluación llega con la metaevaluación que es la evaluación de la propia evaluación, es aquí, donde se termina y se reinicia el proceso circular de la evaluación de calidad, se convierte en un proceso de mejora y de aprendizaje constante hacia el seno de la sociedad y a su entorno, genera conocimiento para objetivos continuos, con nuevas estrategias, con nuevas formas de apalancar en forma constante y consciente el desarrollo del conocimiento para el fin diagnosticado por la sociedad, con pertinencia.
Es hacer que el proceso de la evaluación, sea flexible al cambio, con agentes líderes y motivadores que hagan evaluados proactivos, en un marco armonioso con efervescencia sinérgicas en busca de despertar los talentos que sumen al desarrollo del conocimiento.
La coherencia de su estructura le da una columna vertebral consistente que masifica la esencia del conocimiento y hace de este proceso un organismo vivo, ágil, elástico y flexible con propuestas profundas y reales que los proyecta como soporte para el avance de la sociedad en la lidia con los mundos globalizados del siglo XXI.
Bibliografía:
Marín Peralta Jaime Tesis “La Evaluación en la Escuela de Medicina de la Universidad Privada San Pedro” UPSP Chimbote.
Álvarez Méndez Juan, La Estructura de la Evaluación.
Marín Peralta Jaime “La Evaluación En El Perú. UPSP Chimbote
Mateo Andrés Joan., Historia y Desarrollo de La Evaluación
Álvarez Méndez Juan, El Campo Semántica de la Evaluación
