Por - Publicado el 24-10-2009

A DDC

Cuando en la PUCP, mi alma mater, se vuelven a vivir tensiones entre trabajadores, estudiantes y autoridades, vienen a mi mente los recuerdos de hace casi exactamente un cuarto de siglo. Me animo a escribir algunas líneas sobre el tema, que no pretenden para nada ser un recuento exhaustivo de lo ocurrido. Más bien son apuntes escritos desde mis particulares vivencias de entonces mezcladas con mis particulares balances del presente.

Entonces presidía yo el Centro Federado de Letras. Nuestra mesa directiva era la primera mesa directiva de izquierdas después de varios años mesas de derechas y un fugaz paso del Apra, a quien le ganamos las elecciones. En 1979 las izquierdas se habían venido a menos en la PUCP. Habían perdido las elecciones a la FEPUC y en un acto de piconería, prepotencia y manipulación evitaron que las derechas presidieran el gremio estudiantil1. Pasarían años para que otro grupo, de izquierdas más moderadas, en fuerte crítica a las izquierdas anteriores, reconstruyera la federación, en base a eventos culturales, charlas, conciertos, etc. En Letras, sin embargo, seguían reinando las derechas, hasta su pérdida del CF, primero a manos del Apra y luego con nosotros. Mantuvieron sí alguna influencia, fíjense ustedes, en la representación del Tercio Estudiantil a través de Jaime Bayly, metido entonces en la política estudiantil2. El país, y Lima en particular, había virado a las izquierdas, como que a fines de 1983, Alfonso Barrantes ganó las elecciones munipales y un Alan García con un discurso crítico del modelo económico belaundista se perfilaba como candidato con mayor opción para las elecciones de 1985.

Entonces, las autoridades tenían una política francamente autoritaria. Dos años antes habían intervenido la Facultad de Psicología, y varios profesores habían tenido que salir de la universidad. También había draconianas sanciones disciplinarias para los estudiantes por periódicos murales de contenidos supuestamente ofensivos.

A mediados de 1984 el sindicato de trabajadores y empleados de la PUCP debate su pliego de reclamos con las autoridades. Se difunde información que hay un gran déficit de apertura en la universidad y se comienzan a realizar reuniones entre autoridades y representates estudiantiles, entre los que me encontraba yo, informándonos sobre la mala situación económica de la universidad3. El discurso de las autoridades es: «si el gobierno, el ministerio de trabajo, falla a favor de los reclamos del sindicato, inmediatamente vamos con esa sentencia hacia el gobierno, el ministerio de economía, para que nos dé más dinero, porque aquí no hay». Y claro, algo que no decían era qué pasaba si el ministerio de economía no les daba el dinero que pedían, el escenario más probable. El alza de pensiones por un inexplicable déficit en la PUCP se cierne como una amenaza sobre los estudiantes.

Comenzamos a llamar a asambleas estudiantiles para debatir la situación. Se me pierde en la memoria cuántas asambleas hicimos, pero fueron muchas. En ellas mayoritariamente, aunque no sin oposición, aprobamos apoyar los reclamos de los trabajadores y pedir una auditoría externa de las cuentas de la universidad. Entonces la tasa de inflación era mucho más alta que en la actualidad en el Perú; los aumentos salariales de mucha gente eran un mínimo esfuerzo por mantener un poder adquisitivo que se iba deteriorando inexorablemente. Como ocurre en la actualidad, el sindicato llama a un paro de un día, y al no haber solución a sus reclamos, llama a una huelga, que apoyamos activamente a través de una asamblea y luego a través de manifestaciones. Entonces el paro y luego la huelga eran una toma de local (aunque legal y conceptualmente no llegó a ser calificada de toma de local). Las grandes puertas de la PUCP quedan cerradas, dejándose sólo espacio para que pase una persona casi de perfil. Los guachimanes se limitan a mirar cómo los trabajadores cierran las puertas de la PUCP. Las clases quedan suspendidas, ningún servicio funciona. Las autoridades, sin embargo, siempre pueden entrar a la universidad, pero se aparecen muy poco, como contaré a continuación.

La forma cómo se aprueba el apoyo a la huelga era por un plazo definido, se convoca a otra asamblea y se decidía si continúa el apoyo. La primera asamblea celebrada en Letras en que se aprueba el apoyo a la huelga fue accidentada. Nuestra oposición, de derechas, cuando ya estábamos por votar, luego de horas de discusión, al ver que la mayoría iba a votar a favor de la huelga por tres días, quiere cambiar su propuesta de «no a la huelga» por «apoyo de sólo un día», mucho después de pasarse la etapa de propuestas y de discusión de propuestas. Lógicamente, la gente rechaza esa maniobra e igual votó por la huelga, con lo que somos declarados «antidemocráticos» por nuestros opositores, a través de un pancartazo al día siguiente.

La huelga es accidentada en realidad desde que comienza. Después de años un contingente relativamente grande de trabajadores y estudiantes de la PUCP se moviliza hasta el Ministerio de Trabajo, que tiene que dictar sentencia sobre el conflicto laboral. Entonces, la dirigencia de la FEPUC no es casi de la partida, en parte porque no tenían planteamiento sobre el tema (y porque algunos de sus dirigentes caen enfermos de hepatitis). Después de tanto tiempo de un discurso que privilegia los conciertos sobre, digamos, la movilización (y en parte por su politica de buen rollo con algunas autoridades), no tienen cómo enfrentar la situación. Hay un vacío a nivel de dirigencia estudiantil que da lugar a que algunos partidos, del tipo de los que precisamente había perdido las elecciones de 1979, se apuntaran a llenar el vacío. En la primera marcha al Ministerio de Trabajo vienen diversos miembros de la junta directiva de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP). Sus seguidores están estratégicamente situados en la marcha gritando arengas y sobre todo insistiendo en que la marcha llegue más lejos. Ya en el Ministerio de Trabajo, mientras los sindicalistas haen sus gestiones, el presidente de la FEP se para en un carro y se pone a arengar. ¿Y este qué hace aquí? Se preguntaba la gente. La gente lo comienza a pifiar y a dejar de escucharlo. De ahí, mucha gente se iría, pero mucha también seguiría. Los radicales, los llamaré así, querían que llegáramos al centro de Lima. Proseguimos y somos dispersados por los rochabuses a la altura de Garcilaso con Paseo Colón. Varios estudiantes y un trabajador son detenidos por la policía. Posteriormente son liberados. El asunto sale en los periódicos y da más difusión al conflicto laboral y estudiantil en la PUCP.4

Nuestra mesa directiva tiene oposición por todos lados: las derechas, los apristas (que apoyan la huelga; ellos mismos viven su proceso de izquierdización), y diversos sectores de izquierdas. Tenemos una identificación general con las izquierdas, no precisamente con algún partido en particular. Justo es decir que nos faltaba entender más algunos trasfondos. Sin embargo, sí tenemos el apoyo de la mayoría de estudiantes de letras.

La huelga no sólo la apoyamos parando, sino vigilando la universidad. La primera noche de la universidad tomada, al parecer por orden de las autoridades, alguien corta las rejas por la parte que da a la Avenida Riva Agüero y como a La Marina. En una ronda de vigilancia encontramos la rejas cortadas, con un forado que hacía posible la entrada. Después de esto, más estudiantes se ofrecen como voluntarios para vigilar la universidad por la noche. Rondas y rondas por varios días.

La huelga dura casi un mes, hasta que finalmente el Ministerio de Trabajo emite su sentencia a favor de los reclamos del sindicato. En ese lapso hay numerosas asambleas y manifestaciones de estudiantes y trabajadores, y por supuesto, muchas discusiones, todos los días. Participo de todas ellas.5 Ya con la universidad tomada hay una coincidencia de eventos que llevaría a una sonora pifia, casi callejón oscuro, a las autoridades.

En una protesta en la puerta de la universidad, por supuesto, el pequeño subconjunto radicalizado, quería que llegáramos otra vez al centro de Lima. Al cuete, pues allí no había nada que hacer. Tal vez querían marchar lo más lejos posible para quedar bien con sus jefes políticos, pero no había ninguna razón que tuviera que ver con los estudiantes o trabajadores para ir hasta allá. Después de toda una discusión finalmente salimos a la plaza de la Bandera (con lo que se forma otro prejuicio, que en la PUCP sólo salíamos hasta ese lugar, que éramos timoratos porque no llegábamos más lejos, etc.). La marcha hasta esa plaza es tan rápida que al llegar de regreso a la universidad, nos encontramos a las autoridades saliendo por la puerta principal de la universidad, con lo que nos premiaron el día. Seguramente pensaron que ya nos habíamos ido y era el momento de salir sin roche. Ya era muy tarde para ellos para dar marcha atrás. Ahí salió el rector, el secretario general que en ese momento era Alberto Varillas. Les dimos una buena y sonora abucheada6: «¡Abajo Varillas y toda su pandilla!».7 La cosa era estar en la PUCP, no en el centro de Lima.

Pero ahí no queda la cosa. Después nos enteraríamos que la abucheada había generado una reacción. Esa misma tarde, en alguna academia preuniversitaria que entonces lograba un mayor ingreso de sus estudiantes a la PUCP algo se preparaba. La cosa es que al día siguiente un grupo de estudiantes que se oponían a la huelga, digamos de las derechas, se había trepado a patita de gallo por los muros, se había metido al interior de la universidad y se estaban manifestando y bronqueando con los estudiantes que la apoyaban, de las izquierdas. Había mucha tensión. Los dos grupos estaban frente a frente por enfrentarse. A todo esto, yo había sido, justo la tarde anterior, conminado por otros miembros de la mesa directiva del CF a irme a casa a dormir. Grande fue mi sorpresa al llegar a la universidad al ver la bronca que se estaba por armar. Gritos y conatos de bronca. Tiene su ironía recordarlo, porque en varios casos, veinticinco años después, se ha producido un cambio de actitudes políticas: varios de los entonces izquierdistas que apoyaban la huelga, hoy tienen la actitud políticamente opuesta a la de esa vez: cabilderos a favor de las mineras contaminantes, funcionarios fujimoristas, gurúes mediáticos, y uno que otro entonces derechista hoy piensa diferente, en particular uno de nuestros más acérrimos adversarios de entonces, que es hoy un firme profesional que apoya y trabaja consecuentemente con las comunidades nativas del país. Como para que se bronqueen otra vez, pero por razones diferentes. Y desde luego, al llegar me encuentro no sólo con las derechas, sino con las izquierdas. «Compañero», me dice uno, «usted no está tomando las acciones apropiadas, lo cual constituye una claudicación ante el movimiento estudiantil. Se lo digo directamente».8 Achachau. Ni modo. Me dirijo a la multitud que se estaba por pelear, mismo película de los hermanos Marx, y les comento que al día siguiente tenemos una asamblea, donde se aprobará si seguíamos apoyando la huelga, que ya estaba por terminar, por cierto. Era ya un tema de tiempo y desde luego, de reacción ante la pifiada a las autoridades. Los estudiantes que se oponen a la huelga, en un acto de desplante, se van en mancha hacia letras: «queremos estudiar, los rojos no nos dejan». Mejor, pensé. Al poco rato, desde Sociales llega un grupo de estudiantes (encabezados por un hoy prominente colega, economista) a apoyar la huelga y pedir calma. Bien, pero tarde. Los «fachos» ya se habían ido a Letras. Luego regresaron y se fueron tranquilos. No chocaron más con los «rojos».

Al día siguiente sería la última asamblea de esta huelga. La gente que estaba en contra se había organizado mejor, había ido en mancha y preparado sus discursos. Es un día jueves y quieren que las clases se reinicien al día siguiente, un viernes, cosa que no se la creen ni ellos. Decidimos insistir un día más, y proponer que las clases se reinicien el lunes. Es lo más razonable. Discusiones acaloradas, donde, además de los de siempre, como mesa directiva somos acusados por un sector que apoyaba la huelga, de exagerar el déficit que había en la PUCP para que apoyen la huelga, que «de buena fuente» se habían enterado que no estaba pensada un alza de pensiones (no hubo ese semestre, pero sí el semestre siguiente, y considerable). En fin. Tras un par de horas de discusión decidimos votar con personeros que cuenten los votos. Todos se van al segundo piso y van bajando expresando su voto. Ganamos esa última votación también. Las clases se reiniciarían el lunes.9

Acababa así la huelga de 1984. Por casi un mes la universidad estuvo tomada por trabajadores y estudiantes. Muchas discusiones y muchas experiencias. La primavera huelguística había formado también varias parejas, amores de estudiante, como dice el tango. Había un cambio de actitud en el país. Se comenzaban a abrir espacios, incluso en un medio tan conservador y autoritario como era la Católica de esos años.

No he querido contar una historia autocomplaciente, de cantar de gesta y saudades, y he preferido mostrar algunas de las diversas contradicciones que se vivían entonces, que no me suenan tan diferentes de las que se viven ahora. Una diferencia sería que antes había malestar entre los estudiantes y trabajadores por el fuerte autoritarismo10 y por el mal manejo económico; hoy el malestar parece ser más por arbitrariedades diversas, un autoritarismo más descafeinado, y más por la desigualdad salarial que se vive en la PUCP, pues los números parecen estar en azul. Además, entonces nadie esperaba que las autoridades se pronuncien por nada que ocurriera a nivel nacional, como que no lo hicieron en tiempo real durante la época de la violencia (Lucanamarca, Uchuraccay, Frontón, Cayara, asesinatos cometidos por SL y el MRTA, etc.). Entonces los pronunciamientos, si había, y había muy pocos, eran de los estudiantes. La politización institucional de la PUCP vino con Fujimori, inicialmente más a favor que en contra, y luego durante Paniagua y Toledo, principalmente por la CVR. Hoy se espera mucho de las autoridades, que se pronuncien, como recientemente el rector actual, que se pronunció en contra del aborto. Así no eran las cosas hace un cuarto de siglo, cuando vieron pasar lo que estaba ocurriendo en el conjunto del país.

letras

Patio de letras, PUCP, 2008.
Escenario de asambleas, votaciones y manifestaciones estudiantiles.

  1. Estas derechas no eran otras que las de los «jóvenes turcos» de lo que después sería el Fredemo de fines de los ochentas o algunos profesionales que después estarían en el Instituto Libertad y Democracia de Hernando de Soto. Estas derechas en la universidad eran de armas tomar. []
  2. Se hizo famoso por redactar su «programa de gobierno» en plena polémica con otros candidatos. []
  3. El déficit de la PUCP era algo ya conocido desde antes de la negociación con el sindicato. Habíamos ya advertido al respecto y nos habíamos pronunciado en contra de un posible aumento de pensiones. []
  4. Hay una segunda manifestación, que sale por televisión, que llega hasta la plaza Manco Cápac. []
  5. Y por supuesto, hay muchas recriminaciones y críticas a nuestra mesa directiva, en especial de parte de las izquierdas más partidarizadas. Que si muy radicales, que si muy moderados. Una vez, después de una ronda nocturna, y ya trapo de tanta discusión por la mañana y por la noche, durante las rondas, un radicalizado izquierdista me «ampaya» durmiendo en el Centro Federado. Esto después de semanas de estar yo en las noches en la universidad. Así se forma el rumor que sólo dormíamos en los centros federados, que no hacíamos nada, que éramos muy reformistas, etc. Claro, ese izquierdista dormía en su casa, que además quedaba cerca de la universidad. Venía a las manifestaciones y huelgas, pero nunca ocupó ningún cargo estudiantil, ni vino todas las noches como otras personas, menos doctrinarias y menos radicalizadas. Por ahí, como parte de una discusión sobre las «izquierdas caviares», he visto una cierta alusión, al incidente, generalizándolo como expresión de una actitud frívola ante la actividad política. []
  6. Un año antes, el presidente en ejercicio, Fernando Belaúnde, visitaría la PUCP, y un grupo de estudiantes le daríamos una buena abucheada, con la crítica y burla por la televisión del periodista César Hildebrandt. Luego de la pifiadera, Belaúnde daría un discurso en Ingenería, refiriéndose al abucheo que sufriera en su época José de la Riva Agüero de parte de los estudiantes sanmarquinos: «¿Quien se acuerda de esos estudiantes? ¿Quien olvida en cambio el nombre de José de la Riva Agüero? []
  7. Hace algunos años me encontraría en la PUCP con Alberto Varillas y le comentaría el incidente: «nosotros lo pifiamos a usted en la huelga de 1984». Nomás me preguntó mi nombre. No parecía acordarse, ni importarle. []
  8. Este «compañero» izquierdista acabaría de asesor de una connotada congresista fujimorista en los noventas, y creo que hasta ahora…. []
  9. Y al año siguiente las izquierdas volveríamos a ganar las elecciones. Tan mal no lo hicimos. Nuestros condiscípulos nos seguían apoyando. []
  10. Otro ejemplo de cómo hacían las cosas las autoridades de ese entonces. La FEPUC organizó un simulacro de examen de admisión, dirigido a postulantes. Tuvo mucha acogida. El día del examen, las autoridades lo prohiben aduciendo que no creen en preparaciones de corto tiempo ni en simulacros. La preparación para el examen de ingreso, según ellos, se hace a lo largo de los estudios primarios y secundarios. A los pocos meses, la autoridades anuncian la creación de la «pre» de la PUCP. []
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Enlaces a este artículo

  1. Tweets that mention PUCP: la huelga de 1984 » Gran Combo Club -- Topsy.com
    25-10-2009 - 12:44
  2. PUCP: ¿plagio no, filtración de notas sí? » Gran Combo Club
    19-04-2010 - 2:45
  3. Defendiendo la universidad » Gran Combo Club
    03-05-2010 - 11:01

Comentarios a este artículo

  1. Silvio Rendon dijo:

    GCC: PUCP: la huelga de 1984 http://bit.ly/23KeM

  2. Renato Constantino dijo:

    gran post RT: @rensilvio: GCC: PUCP: la huelga de 1984 http://bit.ly/23KeM

  3. Letras del Sur dijo:

    Interesante post y muy personal evocación de lo que sucedía en esos tiempos en la PUCP. En esta oportunidad los estudiantes asistieron a clase con normalidad, hay una mayor indiferencia por el asunto. Salvo los grupos políticos que toman postura, no es el grueso de los estudiantes el que se manifiesta al respecto. Ello es preocupante. No solo se cultiva el espíritu crítico hacia el interior, también debe serlo en casa.

    Otro: Cipriani y Cia deben haber visto esta huelga con mucho interés. Confiemos en que no hayan intereses compartidos entre el reclamo por los derechos salariales (que es legítimo) con los deseos de Cipriani.

    Me quedo sobre todo con tu último apunte: la politización de la PUCP su intervención institucional para convertirse en una especie de reserva humanistico moral de la sociedad postfujimori es reciente. Ello puede obedecer a quienes detentaron el control de la universidad. Si la PUCP antes no se manifestó con la misma contundencia, te pregunto ¿crees que tuvo que con quiénes conducían la universidad?

    Saludos,

  4. Silvio Rendon dijo:

    Era en parte por quienes conducían la universidad y por la coyuntura post-fujimori. El fujmorismo había destruído a las instituciones y a las personas. Los que nunca se habían mojado eran los únicos que quedaban con un mínimo de probidad, pues los que se habían mojado, habían caído bien bajo. Eso sí, al parecer la toma de poder del grupo más izquierdista, llamémoslo así, produjo un «sobrepastoreo» sobre los escasos recursos. Para ganar más en la PUCP no hay otro camino que tener un cargo, y para tener un cargo hace falta instancias, divisiones, departamentos, maestrías, institutos, que florecieron con las nuevas administraciones (hace poco nomás crearon un vicerectorado que antes no había). Además, el grupo que llegó al poder internamente necesitaba colocar a su descendencia académico-familiar. En algunos casos es muy rochoso. Las antiguas autoridades, más conservadoras, no tenían esa descendencia y la que tenían estaba en la empresa privada y en el estado. Ante esta situación, no se avizora una alternancia en la PUCP, pues la pluralidad va in decrescendo (como por cierto dejó de haber en Economía desde comienzos de los ochentas). Un verdadero copamiento, salvo algunos bolsones. Tons, como internamente no hay recambio, Cipriani jaquea desde afuera. No le queda otra. Sin embargo, mi pronóstico es que llegarán a algún arreglo en algún momento (como que Cipriani y otros ya figuran como autoridades eclesiásticas). De hecho, el jaque cardenalicio ha fortalecido internamente la posición de las actuales autoridades. A ver en qué acaba el asunto.

  5. Carlos Mejía dijo:

    Hola Silvio:

    Estimado amigo, un post que trae muchos recuerdos. Solamente dos impresiones que no sé si se explican por la memoria desgastada ante las décadas transcurridas, o por que vamos recreando los mismos recuerdos de acuerdo al presente. No lo sé. Solamente comento dos temas:

    El ambiente en la Pucp de aquel entonces no era tan represivo como se desprende del post. Recuerdo que para poner un panel casi no había trámite alguno, cualquier persona podía entrar y salir de la universidad sin tanto control ni identificación, para repartir volantes no le pedías permiso a nadie, en fin, la gente se quedaba hasta tarde y nadie iba «desalojándote», algunos hasta pegaban afiches en la pared desnuda, tratando de imitar algún look sanmarquino talvez.
    Hoy en día, nada de esto es posible. Al parecer hay una Intendencia que regula si puedes tener un panel y lo que pones en el mismo. No puedes volantear sin permiso. Para ingresar sólo falta pasar por un detector de metales si no eres de la universidad. En fin, que ahora el «control» en la Pucp se lo toman en serio, precisamente autoridades que pasan por progresistas.

    Es decir, esto del autoritarismo descafeinado de ahora, nanay. Lo que pasa es que los estudiantes de ahora no se quejan.

    Lo otro, y más en confianza, es que pareciera que te pintas como un novel líder estudiantil en sus pininos dentro del salvaje mundo de la izquierda y bueno, mis recuerdos de cachimbo (ese mismo año, en esa misma huelga) te ubican a ti como un militante ducho en las cosas de la izquierda y la política universitaria. El CF de Letras era el más politizado. Los debates en que te escuche era claro que tu experticia política estaba bastante más recorrida que la del resto de nosotros. Pero bueno esto es en buena onda.

  6. Silvio Rendon dijo:

    Hola Carlos,

    Es difícil comparar. No sé si hoy hay las expulsiones que había antes. Gente que perdía semanas o semestres de estudios por supuestas ofensas a las autoridades. Pero muy mal lo que ocurre ahora. Deberían hacer que se sepa más.

    Sobre lo segundo, es interesante tu percepción. Tal vez en relación a los cachimbos yo sonaba muy experimentado, pero a quienes me estoy refiriendo no eran cachimbos, sino de años avanzados, de sociales, derecho, que venían poco a las asambleas, pero presionaban a la mesa directiva. El CF de Letras era el más radicalizado, sí, pero esa radicalización consistía en hacer protestas por lo que ocurría en la universidad y el país, como la que hicimos de apoyo a los trabajadores. En ese momento, 1984, no había tampoco partidarismo ni militancia entre la mayoría de estudiantes de izquierdas, como sí se vería años después, que tal vez es a lo que te refieres.

  7. Renato Constantino dijo:

    Muy interesante el post. Es saludable que la gente rememore la historia de la FEPUC. Es lamentable que hasta hoy la única historia escrita sea la de Castillo Freyre.
    En fin, sobre si la situación es mejor o peor en la PUCP, la cuestión es debatible. Las autoridades son más accesibles para hablar… claro que oír no es lo mismo que escuchar ni mucho menos tomar en cuenta las propuestas presentadas.
    Y sí, hay controles excesivos en el uso de paneles. Para volantear, se suele decir que se necesita permiso de Intendencia pero esto no es cierto. Los vigilantes lo piden cuando se volantean cosas políticas (como llamados a plantones o marchas) pero basta decirles que sabes que no se necesita permiso para que no fastidien. Claro que es información que pocos manejan.

    El problema hoy es que el Rectorado ha logrado posicionar estratégicamente al Sindicato como un supuesto culpable del aumento de las boletas. Es obvio que no es así, pero si no hay información, es fácil difundir rumores.

    Ahora el PPC sigue jugando feo. Ya lo viste en uno de los últimos tweets que pusiste. Y bueno, sobre las autoridades… a nadie botaron por el plantón (ver aquí http://fepuc.blogspot.com/2009/02/galeria-de-fotos-conta-el-alza.html)
    Y me consta que la PUCP mandó a todo su equipo legal a ver a los detenidos por la marcha por el alto al fuego en Bagua cuando se sospechaba que un alumno había sido detenido.

    A todo esto, muchos creían que Malulo (un ex gremio estudiantil) sería un gran Rector. Luego de este primer paro, creo que muchos lo dudan.

    Saludos

  8. Javier Torres Seoane dijo:

    Hola Silvio

    Impecable relato de aquellos tiempos. Libre de la nostalgia que suele estar impreganada la mitología de la izquierda de la pucp.

    Un abrazo

    Javier

    Pd. Sobre el comentario de Carlos, digamos que el control era más sutíl…sino acuerdense de la sanción a Nicanor Dominguez por habernos pasado del tiempo en uno de los actos hechos los jueves culturales…

  9. Eduardo Gonzalez dijo:

    Silvio,

    en realidad, pecas de modestia. Creo que la direccion del Centro, contigo, Nicanor Dominguez y Martin Tanaka entre otros, fue realmente excelente: en todo momento utilizo metodos democraticos de consulta sin traicionar una perspectiva progresiva que buscaba un cambio profundo en la Catolica. de hecho, la huelga se saldo positivamente y -mas all del pliego- la experiencia formo politicamente a decenas de activistas y sensibilizo a cientos de estudiantes.

    Las tensiones con la gente mas agresiva de la derecha continuaron por meses. Algunos amigos teniamos literalmente que caminar en grupo. Pero lo cierto es que en derecha o izquierda, la gente llevaba sus convicciones en la solapa, visibles y sin medias tintas.

    Hay que decir aqui que la PUC tenia (tiene) una infraestructura administrativa que le permitia navegar un conflicto de este tipo, con alumnos tomando la universidad o sacando la huelga a los medios. Eso tambien influia en que se manejase el conflicto medianamente bien y sin que la sangre llegara al rio (aunque casi). En los anhos que siguieron, el contraste con lo que ocurria en otras universidades privadas (y por cierto con las nacionales) se agudizo mas… la PUC podia perder una semana en huelga masiva y luego rearticularse. En SM una pequena vanguardia sin ningun apoyo estudiantil serio, podia asaltar el rectorado y paralizar la universidad. Tensiones y crisis de la politica universitaria de los 80 que tuvieron consecuencias en la forma en que la dictadura luego convirtio a la universidad nacional en el caballito de batalla para militarizar el pais.

  10. Mario Saldaña dijo:

    Silvio;

    Acabo de ver recién el post. Te felicito por tan buena reconstrucción de los hechos. Cuánto, tiempo y qué viejos estamos, honestamente. Grandes y emotivos recuerdos. En cualquier caso, muestra de que en cualquiera de las trincheras existentes en aquel momento en la PUCP, aún quedaba un hálito por hacer política con P mayúscula.
    Personalmente, muy poco tiempo después como Vicepresidente de FEPUC, y con el derrumbe del modelo y de la idelogía socialista, fui testigo de como todo ello coincidió con tiempos más aciagos para el debate universitario. Por algo habrá sido.
    Suerte y Saludos

    Mario

  11. Silvio Rendon dijo:

    Gracias a Javier, Eduardo y Mario por sus comentarios. Y bueno, así fueron las cosas. Ustedes lo vivieron. Saludos para ustedes también.

    A Renato: Culpar al sindicato del aumento de las boletas fue algo usual que ya se dijo en nuestros días también. Fue un argumento que se usó en asambleas y discusiones diversas, y desde luego por las autoridades. Desmontamos ese argumento explicando que había un manejo ineficiente de los recursos, por lo cual había un gran déficit. Ahora, es al revés, hay superávit y aún así no sólo a los trabajadores y empleados, sino a los profesores, silenciosos ellos, los tienen postergados salarialmente. Saludos.

  12. Daniel Salas dijo:

    Estimado Silvio: Me gustó mucho este post. No solamente es veraz sino que está contado con muy buen estilo. A veces se dice que algo «es literatura» para decir que es mentira. Yo digo que es literatura para decir que hay una notable conciencia de la memoria y la escritura.

  13. Javicho dijo:

    Algo tienen esos jardines que hace perder el sentido de la realidad a los mandamases del Fundo Pando. Si hace un cuarto de siglo no se enteraban de las penurias económicas de los trabajadores ni de la carnicería organizada por los militares combatiendo la sangría de Sendero; hoy en día siguen teniendo trabajadores descontentos a pesar de los ingentes ingresos que tiene la universidad en alquileres y boletas… Y mientras tanto, la Universidad refuerza su carácter elitista. ¡Menos mal que antaño estos mandamases eran de Izquierda! Cada vez que vuelvo a pisar el campus, encuentro una Universidad más borrega. ¿O será que el problema de la juventud actual es que ya no es la nuestra?

    Buena rememoración, Silvio. Nos has devuelto a los tiempos en que la foto del soldado soviético sobre la cúpula del Reichstag decoraba el CF de Letras. ¡Qué tiempos aquellos!

  14. orlando dijo:

    Felizmente cayó el muro de Berlín.
    Perder un mes de clases fue realmente futil.

  15. Gran Combo Club dijo:

    A tres años de este post sobre la huelga de 1984 en la PUCP: http://t.co/ULOXLc6F

  16. Julio Gómez dijo:

    A tres años de este post sobre la huelga de 1984 en la PUCP: http://t.co/ULOXLc6F