viernes. 19.04.2024
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Etiqueta sanitaria

Chema Rosas

Chema Rosas
Chema Rosas, Foto:Trainspotting
Etiqueta sanitaria

Una de las principales características de las sociedades civilizadas es la capacidad que éstas poseen para generar normas y códigos de conducta que regulen la buena convivencia entre sus integrantes. Es importante subrayar el término convivencia pues, aunque los animales tienen ciertas reglas, están basadas en instinto de supervivencia y respeto al equilibrio del ecosistema. Los animales parecen tenerlo resuelto con la sabiduría de la naturaleza y esa ley de la selva tan antigua como el cielo, pero los humanos, ambiciosos y tercos como somos, nos empeñamos en convivir por cuestiones sociales que van más allá de la supervivencia.

Para dejar de ser animales que sobreviven en armonía y convertirnos en seres civilizados, los humanos tuvimos que desarrollar habilidades y aprender un montón de cosas; desde la invención de la agricultura hasta la edificación de pueblos y ciudades, pasando por la fabricación de herramientas y dominio del fuego… pero ninguna habilidad es tan importante para el surgimiento del hombre civilizado como esa que nos permite controlar nuestros esfínteres en público y relajarlos en privado.

Sigmund Freud dijo que el primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización… pero me atrevo a discrepar con el padre del psicoanálisis, pues considero que el verdadero fundador de la civilización  fue el primer humano que prefirió irse detrás de un arbolito lejano para “mandar un fax” (aparato prehistórico que servía para enviar mensajes de un teléfono a otro).  Esto trae consigo una reorganización del mundo, pues una vez que cruzamos esa línea dividimos el universo conocido en dos: lugares donde está permitido relajar los esfínteres y aquellos lugares en los que no está permitido hacerlo.

Los baños públicos son, valga la redundancia, espacios públicos destinados expresamente para hacer aquello que deberíamos hacer en privado. Civilización y catarsis primitiva encerrada en cuatro paredes, al mismo tiempo y con las mismas ganas. He ahí su complejidad. Hay algunos baños que recuerdan a la película de Trainspotting y otros tan lujosos que hasta siente uno que los está mancillando al usarlos, pero en todos rige un código no escrito que surge de las leyes naturales y debemos respetar… o así debería ser. En caso de que usted o algún conocido suyo no sepa de lo que estoy hablando, escribo algunas de las máximas de etiqueta en el baño.

* Normalmente hay cuartos exclusivos para damas y otros exclusivos para caballeros. Se entiende la distinción en la medida en que el equipamiento es distinto, tanto de las damas y caballeros como de los baños, para adecuarse a sus necesidades particulares. Existe una discusión respecto a qué baño deberían usar las personas travestis o transgénero, pero es un tanto ociosa, pues si ya escogieron qué ropa ponerse o a qué género pertenecer, seguro son capaces de elegir el baño que quieren usar.

* Hay algo interesantísimo dentro de los baños de mujeres que los hombres no estamos capacitados para apreciar. Ese algo se manifiesta sólo ante un grupo y es por eso que las chicas siempre van acompañadas y las filas son siempre más largas.

* Evitar el contacto físico a toda costa. Uno acaba de o está a punto de entrar en contacto directo o indirecto con zonas privadas y no es momento para apretones de mano o abrazos. Incluso si se terminó de lavar las manos, es incómodo. No lo haga.

* Como ampliación del punto anterior, queda estrictamente prohibido masajear los hombros de quien se encuentra usando el mingitorio.

* Siempre hay que escoger el cubículo o mingitorio más alejado de la puerta. Eso evita que alguien tenga que caminar atrás de nosotros mientras estamos con la vida entre las manos.

* Es bien visto intercalar excusados o mingitorios en la medida de lo posible. Mientras más espacio se le dé al otro, mejor.

* El sanitario no es un lugar para socializar. Evite provocar o involucrarse en charlas triviales sobre el clima. No es necesario.

* El amor de su vida puede estar en lugares insospechados, pero es poco probable que lo encuentre en un baño público.

* En algunos baños de hombres hay una especie de barras o abrevaderos cuyo propósito es depositar el agua de riñón de forma comunitaria. En esos casos la mirada debe ir al techo o a un punto fijo en la pared, nunca al miembro o, peor aún, al rostro de quien tenemos junto. No salpicar también se agradece.

* Hay pocas muestras de hermandad tan importantes como proporcionar papel sanitario a un desconocido anónimo por debajo de la división entre excusados.

* Cuando una persona se encuentra dentro de un cubículo cual escultura de Rodin y escucha que alguien más entra, es necesario hacer notar su presencia con un carraspeo, estornudo o tos fingida.

* Quien entra con necesidad de ir al trono, ha de elaborar una inspección previa. Si la reina de porcelana parece tener pies humanos y pantalones caídos es suficiente señal para no intentar entrar a ese cubículo. Si no, de todos modos, es muy posible que escuchemos un carraspeo, estornudo o tos fingida.

* ¿Por qué te tomarías fotografías ahí?

* Hay mejores lugares para comer.

Finalmente, no es necesario que cante o silbe una melodía para enmascarar los sonidos que provocan los residuos de su cuerpo al enfrentarse de golpe con el mundo exterior. Lo más probable es que todos sepan lo que está ocurriendo ahí.

Y no está de más lavarse las manos

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Chema Rosas (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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