Usted está aquí: jueves 7 de agosto de 2008 Opinión Educación sexual: importancia y oposiciones

Editorial

Educación sexual: importancia y oposiciones

La publicación del libro Tu futuro en libertad. Por una sexualidad y salud reproductiva con responsabilidad, elaborado por el Gobierno del Distrito Federal y presentado el pasado martes, es una buena noticia por cuanto apunta al compromiso de las autoridades capitalinas en relación con un tema –la sexualidad entre los jóvenes– que demanda ser abordado con naturalidad, visión moderna, sensibilidad social y objetividad científica.

Por añadidura, la aparición de este material refleja la necesidad de insertar a la capital del país en un proceso nacional –iniciado hace más de tres lustros– de avance hacia el llamado federalismo educativo, mediante el cual se busca poner fin a la centralización excesiva de ese importante sector; lograr así una convergencia y distribución de responsabilidades y facultades entre los tres órdenes de gobierno –federal, estatal y municipal– , y hacer corresponder los contenidos de la enseñanza a las necesidades educativas de cada entidad.

Aunque el Distrito Federal no entró formalmente en ese proceso de federalización, y es, por tanto, la única entidad del país que no ha visto consumada la transferencia de los servicios de educación básica y normal a sus autoridades locales –éstos siguen bajo la batuta del gobierno federal–, las características de sus habitantes demandan cada vez más esa especificidad de contenidos educativos. En efecto, la ciudadanía capitalina se ha reafirmado, en décadas y años recientes, como una sociedad diversa, plural y tolerante, en el seno de la cual se ha desarrollado un valor cívico y ético fundamental: el de la soberanía de los individuos sobre sí mismos en lo que respecta a asuntos como la identidad, el ejercicio sobre el propio cuerpo, las preferencias sexuales, las creencias y las relaciones afectivas. A lo anterior se debe, en buena medida, el reclamo del gobierno de la ciudad por hacerse cargo de los mencionados ciclos de educación, con la configuración, a partir del presente sexenio, de una Secretaría de Educación local para apoyar los programas de enseñanza; en particular, ese mismo espíritu es el que impulsa la elaboración del libro que se comenta.

Ante estos elementos de juicio, no se entiende el rechazo que, de manera apresurada y sin conocimiento de fondo, han expresado las autoridades educativas federales en torno a la distribución del material en las escuelas públicas a cargo de la Secretaría de Educación Pública (SEP), para el ciclo escolar que está a punto de iniciarse. Incluso desde antes de conocerse el contenido del volumen, la dependencia federal señaló que no se permitiría su distribución hasta que fuera “previamente valorado por la unidad responsable de materiales educativos“, ha apelado a excusas de índole burocrática –la obra no puede ser empleada como libro de texto porque “no tiene reconocimiento oficial”–, e incluso ha lanzado amenazas como las planteadas por el director general de Operación del Servicio Educativo en el Distrito Federal, Antonio Ávila Díaz, en el sentido de que cualquier docente que utilice este material se hará acreedor a una “sanción administrativa que quedará marcada en su expediente”. Si bien no pueden pasarse por alto los procesos administrativos que deben seguirse para la integración de materiales educativos como el referido a los programas de educación, tampoco puede soslayarse la necesidad de avanzar en esta materia, dadas las perspectivas que plantea el entorno actual.

En efecto, en una época en que la información de contenido sexual fluye a raudales en todos los ámbitos –no necesariamente de forma adecuada–, lo deseable sería que las escuelas se inmiscuyeran a profundidad en una temática que, si no es abordada de manera enterada y correcta, puede representar factores de riesgo para la juventud y la población en general. Una educación sexual adecuada y oportuna tiende a derivar en una reducción de las posibilidades de contraer infecciones de transmisión sexual y de los embarazos no deseados, y promueve en los niños y los adolescentes valores como el respeto y la tolerancia a la diversidad, la responsabilidad y la defensa de sus derechos sexuales y reproductivos. En suma, el tratamiento oportuno e informado de este tipo de temas es reflejo de un gobierno comprometido con la salud, la educación y la vida de los ciudadanos.

 
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