Diez años de animación hospitalaria

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

capotillo

Dos jóvenes voluntarias del proyecto infantil que Cruz Roja desarrolla en el servicio de Pediatría del Chop relatan cómo es su apoyo y relación con los niños ingresados

10 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«A veces las enfermeras y los médicos recurren a nosotros para que calmemos a los niños, sobre todo, el día antes del ingreso y de la intervención». Quien lo cuenta es Silvia Diz Pisos, una joven pontevedresa de 25 años que desde hace tres es voluntaria de Cruz Roja y desde hace dos participa en el proyecto Animación Hospitalaria Infantil. Una iniciativa de Cruz Roja que acaba de cumplir diez años y que se desarrolla gracias a una subvención del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y a la colaboración del Complexo Hospitalario Universitario de Pontevedra (Chop).

Se trata de una prestación que se ofrece por las tardes durante todo el año en el servicio de Pediatría, ubicado en el Hospital Provincial, para los menores ingresados. En concreto, de martes a sábado, de 16.30 a 18 horas. Los destinatarios son, normalmente, niños de 2 a 15 años, aunque también hay casos de bebés.

Silvia y otra voluntaria, Haymanot Gallego Cabanelas, de 24 años, cuentan a La Voz cómo es su apoyo y su relación con los pequeños. Las actividades que comparten con ellos son, fundamentalmente, juegos, manualidades y animación a la lectura. «Vamos con el chaleco de Cruz Roja y una acreditación para que conozcan nuestro nombre», explica Haymanot, que es voluntaria de la oenegé desde hace siete años y lleva el mismo tiempo que Silvia en el proyecto Animación Hospitalaria.

«Cuando llegamos al servicio depende de si el niño se puede mover o no, si tiene que estar en la habitación y no puede moverse mucho llevamos plastilina de colores y hacemos pequeñas manualidades», relata Silvia. Si el pequeño puede salir de su cuarta se trasladan a un aula del hospital y hacen actividades colectivas. Allí ya tienen un carrito con todo el material.

Haymanot estudió un ciclo de Integración Social y aunque ahora está en el paro tiene claro que le gustaría dirigir su futuro profesional hacia ese campo. «El proyecto está muy bien, pero me gusta más la mediación social, es otra visión», señala. Ambas subrayan que los niños «siempre están abiertos a jugar» y que es muy gratificante ver «cómo les cambia la cara o los ojos» cuando empiezan con las actividades. Una de las cosas que más les gustan es «la pintura de dedos», revelan. Las voluntarias también son una ayuda para los padres de los pequeños, aunque ellas hacen hincapié en que lo son sobre todo para los menores.

Silvia, que llegó a Cruz Roja buscando algo que hacer, empezó colaborando en las ludotecas. También está en el paro y está ampliando su formación en Cruz Roja. A ella lo que le tira es el trabajo con los niños, por lo que está muy contenta con el tiempo que dedica al proyecto del Provincial. Confiesa es que mucho más fácil conectar con los niños pequeños. Con los preadolescentes y adolescentes la cosa se complica a veces. «Con los mayores es más difícil. Están muy metidos en las redes sociales y prefieren estar con el móvil. Les ofrecemos jugar a las cartas y también aprovechamos para explicarles los peligros que conllevan las redes sociales», comenta Silvia.

Destacan que es bueno que los niños aprenden desde pequeños qué es el voluntariado social. «De hecho alguno nos dice ‘‘Yo quiero ser voluntario como tú’’».