Óscar Abellón, el director de un colegio sin repetidores

Educación

Este profesor de matemáticas dirige el colegio Escolapios de Soria, un centro que desde hace años obtiene mejores resultados educativos que la siempre admirada Finlandia

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El director del colegio Escolapios de Soria

Emilia Gutiérrez

No lo entiendo. No puedo comprender cómo en un país con una de las cifras de abandono escolar prematuro más altas de Europa, con ­resultados educativos no especialmente brillantes y con unos dirigentes que intentan solventar estos y otros problemas a base de leyes, en algunos casos, elaboradas de espaldas a la comunidad educativa, nadie se haya acercado al colegio Nuestra Señora del Pilar, de Soria, para preguntar qué hacen. Este centro obtiene desde hace años mejores puntuaciones que la siempre admirada Finlandia. Nadie lo ha hecho, ni antes ni ahora, días después de conocerse que los estudiantes de este centro concertado, con más de 700 alumnos desde 1 año hasta los 18 y en el que ya hace tiempo nadie repite curso, han vuelto a superar a los estudiantes finlandeses en Matemáticas y Lengua y casi empatan en Ciencias.

“No, nadie ha llamado, aunque sí lo han hecho de otros países como Guatemala, Chile, México... y recientemente, un colegio de Canarias”, señala Óscar Abellón, vallisoletano de 44 años, licenciado en Ciencias Exactas y, desde el 2004, director de este colegio al que todos conocen como los Escolapios. Este profesor de Matemáticas es el artífice de este exitoso modelo pedagógico centrado en algo tan obvio como es el alumno.

Pero, debe haber más. “No, ellos son el objetivo, sobre lo que pilota todo. Cuando llegué a la dirección nos planteamos qué tipo de alumnos queríamos. En nuestra opinión, el sistema actual no funciona porque ha abusado de las técnicas memorísticas, no trabaja la creatividad, no ayuda a resolver problemas... Nosotros nos preguntamos qué competencias queríamos que adquiriesen nuestros niños para enfrentarse a un mundo que poco tiene que ver con el nuestro. Y estuvimos de acuerdo en que, además de idiomas y tecnología, queríamos que supieran trabajar en equipo, que desarrollaran el pensamiento, el liderazgo, la resiliencia, que supieran hablar en público”.

Y marcados los objetivos, se pusieron a rebuscar en todas las fuentes posibles, nacionales e internacionales, en busca de modelos que ayudaran a la adquisición de esas competencias. “Bebemos de la metodología de los mejores”, señala este apasionado profesor, enérgico defensor de la innovación y al que las dificultades que sabía que debería afrontar al plantear a los docentes y familias los cambios previstos no le echaron atrás. “El mundo cambia y nosotros debemos cambiar. Los profesores tenemos la obligación de dar a los alumnos los instrumentos que precisarán en el futuro”.

Abellón y su equipo cambiaron de arriba abajo el colegio. Aplicaron los avances en neurociencia relativos a la conexión de los hemisferios cerebrales en las clases de los bebés, pusieron en marcha proyectos de comprensión con inteligencias múltiples, de destrezas de pensamiento, estrategias para desarrollar el razonamiento, así como el aprendizaje colaborativo, que obligó a modificar el espacio del aula. Los niños de este centro no se sientan en fila mirando al profesor, sino que lo hacen en grupos... ¡Y esto es sólo ­algunos de los proyectos que se aplican!

¿Y los deberes? Abellón lo tiene claro: “Los niños no pueden perder su infancia. No es una cuestión de cantidad sino de calidad”. Bajo esta premisa, sus alumnos se enfrentan fuera de las aulas a problemas en los que trabajan desde las matemáticas hasta la física, la historia y la lengua. Lo hacen en equipo , fomentando la curiosidad. “Y se divierten”, señala.

Muchos cambios que parecen complicados de aplicar a otros colegios más grandes, más diversos, con menos recursos. Pero Abellón niega la mayor. El director de los Escolapios cree que uno de los pilares del éxito es la formación del profesorado (también de las familias) para que entiendan y se impliquen en estos cambios “y en los que vengan. Hay numerosos proyectos innovadores en muchos colegios, independientemente de su titularidad, que se pueden aplicar según las características de los centros. No nos cerremos a nada”.

¿Qué opina de la Lomce? “Yo creo en los pactos educativos y en las leyes elaborados con la opinión de los docentes, que son los que saben”, dice entre risas el responsable de esta pequeña Finlandia.

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