La presidencia del Banco Nación no era el cargo pretendido por Carlos Melconian. La ambición del economista referente del macrismo era estar al frente del Ministerio de Hacienda y Finanzas que terminó ocupado por Alfonso Prat-Gay. El sacudón no lo desanimó. Lo separaban 230 metros de la añorada oficina acostumbrada a recambios. Relegó la gestión diaria del banco más importante del país en dos miembros de confianza del directorio y comenzó a gestionar su desembarco en el Palacio de Hacienda. En el recorrido emergieron disputas con funcionarios como el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Y esos enfrentamientos se montaron sobre los cuestionamientos a la política económica que realizaba el consultor en cada intervención mediática. La relación con la Casa Rosada se tensó. Contuvo su ansiedad, bajó el perfil y postergó sus proyectos para implementar un mayor ajuste fiscal. Por un tiempo intentó subordinarse al esquema de control y coordinación planteado por la Jefatura de Gabinete que encabeza Marcos Peña. La posibilidad se presentó después de navidad cuando Prat-Gay vació el quinto piso del Palacio de Hacienda. Sin embargo, Melconian no recibió ningún llamado. El presidente Mauricio Macri eligió a Nicolás Dujovne, un economista mediático y consultor que había colaborado en la Fundación Pensar durante la campaña. Ese fue el golpe de gracia para su participación en las primeras filas. 

“El Gobierno agradece a Carlos Melconian por su pasión y su dedicación al frente del Banco Nación, y por haberlo conducido con éxito y profesionalismo”, reza el escueto comunicado de la Presidencia que anunció ayer su reemplazo por el economista de origen radical y consultor, Javier González Fraga. La designación al frente del Banco Nación de quien fuera dos veces presidente del Banco Central durante el menemismo es una apuesta de la Casa Rosada a contar con un funcionario subordinado a la dupla de vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, aplacar enfrentamientos internos, minimizar las críticas públicas y, como yapa, contener al radicalismo. La salida de Melconian fue el tercer recambio dispuesto por la Casa Rosada en menos de treinta días. El puntapié inicial fue el desplazamiento de Isela Constantini de Aerolíneas Argentinas y una semana después llegó el turno de Prat-Gay. 

Entre sus colaboradores explicaban ayer que Melconian fue quien decidió dar un paso al costado. Quienes lo conocen recordaron que el economista y consultor siempre sintió que la presidencia del BNA era como estar en el banco de suplentes. Durante un año hizo todo lo que tuvo a su alcance y desplegó una agresiva estrategia para implementar su programa económico que tenía como elemento saliente un mayor ajuste fiscal. Rechazó los créditos hipotecarios propuestos por el Banco Central y lanzó su propia línea, explotó su vínculo personal con Macri en los medios, cuestionó el blanqueo de capitales; en un año recesivo el banco acompañó el comportamiento contractivo del sistema crediticio pero de todos modos impulsó los créditos al sector agropecuario; mientras el vicepresidente de la entidad, Enrique Szewach, y el director proveniente del Banco Galicia, Luis Ribaya, se ocupaban de la gestión diaria recorrió sucursales del BNA en todo el país; criticó aspectos medulares de la política económica como el endeudamiento; y, ya hacia el final de su gestión, negoció un acuerdo salarial con el sindicato bancario a contramano de la propuesta oficial. 

El fichaje de González Fraga no representa una apuesta al relanzamiento del crédito desde la banca pública sino la elección de un jugador obediente a las directivas de los capitanes. Con egos de distinta magnitud, Melconian, Prat-Gay, Dujovne y González Fraga comparten el gusto por las agresivas intervenciones mediáticas. “Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso fue una ilusión, eso no era normal”, declaró el año pasado en lo que fue un recuerdo de la contundente verba que despliega en público el nuevo responsable del banco público más importante del país. En junio de 2015, previo a las PASO, los referentes económicos de los principales precandidatos presidenciales expusieron diagnósticos, proyectos, ideas y recetas en la Unión Industrial Argentina. En representación de Macri estuvo Rogelio Frigerio, entonces presidente del Banco Ciudad y actual ministro de Interior, y González Fraga habló en nombre del radical Ernesto Sanz. Como parte del paquete de medidas expuestas ante la cúpula de la central empresaria el economista propuso una “depuración” del Indec, el Banco Central, la CNV y el Ministerio de Economía. También reclamó eliminar los controles de precios. “Necesitamos un shock de confianza que se logra eliminando las retenciones y las trabas al comercio exterior, poniendo fin a los controles de precios y garantizando la devolución automática de los reintegros de IVA”, sostuvo al anticipar gran parte de la política económica que implementaría Cambiemos. Atento al manual ortodoxo-neoliberal que comparte con Dujovne y Melconian, propuso poner como eje de política macroeconómica la eliminación del déficit fiscal para bajar la inflación.