DECLARACIÓN DE SOLIDARIDAD DE LAS PERSONAS DE FE DEL OESTE DE CAROLINA DEL NORTE
Como miembros de comunidades de fe y comunidades de inmigrantes en el oeste de Carolina del Norte, nos encontramos en tiempos turbulentos. Nuevas políticas en torno al manejo de la inmigración amenazan con aprehender a los inmigrantes, romper familias y deportar a nuestros vecinos que llevan décadas viviendo y trabajando entre nosotros como miembros de nuestras comunidades.
Órdenes ejecutivas recientes sobre inmigración, así como memorandos de implantación del Departamento de Seguridad Nacional, tienen el efecto de exacerbar peligrosamente las políticas anti-inmigrantes existentes. Al eliminar la discreción judicial, se dirigen a la totalidad de los miembros indocumentados de la comunidad. Sancionan a quienes buscan asilo y a aquellos de sus familiares que ayudan a sus niños a encontrar refugio. Obligan a la policía local a servir como agentes de inmigración.
Por virtud de estas órdenes ejecutivas, el peligro de detención y deportación amenaza ahora a padres de niños menores de edad, residentes de larga data que trabajan y pagan impuestos, madres y padres responsables y hasta pacientes en busca de tratamiento contra serias enfermedades.
Tales acciones extraordinarias separan a los niños de sus padres, así como a hermanos y cónyuges. Las redadas agresivas llevadas a cabo por agentes ICE (agentes de aplicación de las políticas de inmigración y aduanas) infunden miedo intenso y ansiedad a los miembros de la comunidad de inmigrantes. Amenazan con coartar no sólo el espíritu estadounidense de buena vecindad, sino también restringir la industria y el comercio en nuestra nación.
Como estadounidenses, nos sentimos profundamente consternados; es una consternación que impulsa a la acción a quienes nos identificamos como personas de fe. Como protestantes y católicos, budistas y judíos, unitarios-universalistas, seguidores de la fe bahá'í, paganos, cuáqueros y otros, compartimos por lo menos dos imperativos espirituales: amar a nuestro prójimo y recibir de brazos abiertos a aquellos que vienen de tierras lejanas en busca de abrigo.
Está escrito en las escrituras hebreas: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19: 18). Jesús cita este texto y proclama el amor al prójimo como uno de los dos mandamientos principales (Marcos 12: 31). El profeta Mahoma advirtió: “Ninguno de ustedes creerá hasta que ame para los demás lo que ama para sí mismo” (Hadiz). En la misma línea, Buda enseñó: “Así como una madre arriesgaría su vida para proteger a su hijo, su hijo único, así mismo deberíamos amar a todos con un corazón sin cortapisas” (Khuddaka Nikaya).
Como gente de fe, debemos pues ser solidarios con los aproximadamente once millones de personas que viven en este país pacífica y productivamente, y cuya situación se ve hoy amenazada por estas acciones sin precedentes.
Prometemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance, como individuos y comunidades de fe, para proteger a los inmigrantes entre nosotros de cualquier acción hostil por parte de nuestro gobierno. Junto con nuestros vecinos inmigrantes, laboraremos para crear espacios de refugio y para recaudar fondos destinados a la asistencia legal. Instauremos y tomaremos medidas* a nivel local, estatal y federal que ayuden a trazar el camino para que los inmigrantes logren todo su potencial como habitantes en esta tierra. Que Dios proteja a nuestros vecinos, y que nos conceda a cada uno de nosotros el valor de respaldarlos.