Política

Ideas sueltas sobre el mercado de talento político en España

24 Feb, 2013 - - @egocrata

Este artículo es, en cierto sentido, una previa a la tertulia de hoy sobre la burbuja y calidad de gobernantes en España. Lo escribo más para aclarar mis ideas que otra cosa, pero creo que puede servir un poco de guía para la discusión de esta noche. 

El viernes comentaba por Twitter, medio en broma medio en serio, que en España estamos asistiendo un fallo de mercado muy singular en nuestro sistema político. Por un lado tenemos unos votantes cada vez más enfadados reclamando con creciente insistencia dirigentes políticos decentes. Por otro tenemos unos partidos y élites gobernantes que parecen completamente incapaces de eliminar o substituir a nadie en la inacabable horda de inútiles que parece habitar en los gobiernos del país, y no digamos ya producir algo remotamente parecido a talento. Cuando en un mercado tenemos una demanda fuerte sin que eso traiga un aumento de la oferta, hablamos de un fallo de mercado. Parece que en nuestro caso hay algo en nuestro mercado de talento político que está horriblemente roto.

Repasando las discusiones, artículos y tertulias de estos días, tanto por Politikon como en otros medios, creo que tenemos varias hipótesis sobre este desfase entre la demanda y la oferta de talento político. En cierto modo, creo que las explicaciones se centran en varios aspectos de este nebuloso «mercado de talento», cada una centrada en un componente disfuncional o incompleto. Veamos:

a. Problemas de demanda:

La primera posible explicación es que la demanda de políticos competentes no es tal, o no es tan elevada como parece. Más concretamente, los políticos corruptos a menudo son capaces de ofrecer bienes públicos que hagan felices a sus votantes a cambio de su apatía. No hablamos sólo de patronazgo; los votantes tienden a perdonar a los políticos que complementan sus trapicheos con un polideportivo, un nuevo paseo marítimo o una Ciudad de las Artes y las Ciencias. Esta es la explicación de Gonzalo Rivero, Pablo Barberá y Pablo Fernández-Vázquez en un artículo recién publicado. Jordi Muñoz, Eva Anduiza y Aina Gallego llegaban a conclusiones similares el año pasado.  De forma paralela, Lluis Orriols comentaba como la identificación partidista de los medios tiende a proteger a los políticos corruptos de las iras del electorado.

b. Problemas en la oferta:

La idea central de Pablo Simón en su artículo en Five (compradla), y algo que hemos repetido hasta la saciedad por aquí, es que la estructura de los partidos políticos está diseñada para actuar como barreras a la entrada al sistema. Tanto el PSOE como el PP son máquinas de destruir talento; participar en un partido es un ejercicio de frustración continua, palos en las ruedas para disidentes y ninguneo constante para todo aquel que ose criticar al líder de turno. Si bien es cierto que la disciplina de partido es a menudo una estrategia organizativa racional, las dos grandes formaciones españolas han acabado por convertirse en fortalezas con unos pocos centenares de insiders atrincherados. Los partidos tienen potencialmente el monopolio de la selección de élites en España, y los incompetentes al mando han decidido imponerlo sin piedad. 

c. Problemas de información: el sistema político como mercado de limones

La explicación de Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos habla de un mercado de talento político con tremendos problemas de información asimétrica. Los años de la burbuja financiera en España produjeron un contexto donde todos los políticos, sin excepción, podían fingir ser increíblemente brillantes a base de emitir deuda a espuertas sin tener que sufrir las consecuencias a corto plazo. Esto creo una situación donde evaluar la calidad de los políticos era muy difícil para potenciales compradores, ya que todo el mundo te podía prometer la luna y comprarla con dinero prestado a tipos de interés negativos. El resultado fue al cabo de unos años un mercado de talento donde los líderes prudentes no podían competir con los vendedores de coches usados deshonestos, y acababan abandonando el mercado, dejando el erial de idiotas terminales que tenemos campando hoy por España. El mercado dejó de funcionar cuando la información dejó de ser fiable.

d. Regulación incompleta:

La idea central de Victor Lapuente es que el mercado de talento político en España sufre un grave problema de captura del regulador. Más concretamente, los partidos políticos han colonizado la administración pública de forma abierta y descarada hasta el punto que los reguladores que deberían vigilar que nadie hiciera barbaridades son designados a dedo. El excesivo número de cargos políticos hace que los controles en el mercado no funcionen de forma efectiva: no hay evaluación económica, hay decisiones arbitrarias y obras faraónicas inexplicables son construidas sin descanso sin que nadie se pare a preguntar si sirven para algo o hay dinero. Los votantes no reciben información coherente, y los políticos pueden manipular el sistema para comprar lealtades, restringir la competencia, y extraer rentas de todo el tinglado.

e. Competencia imperfecta:

Falta (como no) la ley electoral, pero no en el sentido que muchos pensáis. Marc Guinjoan y Pablo Simón explican en este artículo que los países con elecciones más competitivas tienen de media menos corrupción. En España, gracias a nuestra proliferación de administraciones con el mismo partido al frente desde la época de los Reyes Católicos, tenemos muchos sitios donde los inútiles y corruptos no tienen ni el más mínimo incentivo para la mejora.

No os emocionéis demasiado, sin embargo. Los sistemas puramente mayoritarios con distrito uninominal (nada de listas abiertas ni historias) tienen sistamas políticos más limpios, de media, que los proporcionales con gobiernos de coalición.  El bipartidismo bien implementado genera mucha más competición electoral que las inevitables ruletas de coaliciones en sistemas proporcionales.

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¿Son estas explicaciones excluyentes? Por supuesto que no. Es más, es muy probable que los cuatro factores sean importantes para explicar la abismal calidad de la clase política española estos días. Vale la pena recalcar, además, que dos de estas explicaciones (demanda e información) son muy específicas a los años de la burbuja financiera, y que probablemente fueron decisivos en la reducción de los niveles de competencia electoral en muchas regiones. Los problemas de oferta y regulación casi seguro preceden al desbarajuste de los años anteriores a la crisis, pero por si solos no eran suficientes para generar inútiles a unas tasas que los votantes no pudieran controlar. La interacción entre estos factores, creo, es lo que explica la crisis de talento actual.

Será interesante discutir los años de la burbuja y sus efectos esta tarde, sin duda.

 


24 comentarios

  1. José Jarauta dice:

    Estimado Roger:

    Además del análisis forense creo que sería conveniente que hicierais un esbozo del abanico de posibles soluciones, su factibilidad y los medios existentes para ejecutarlas.

    Como toda solución encontrará resistencias, también sería deseable un esbozo de los efectos secundarios posibles y su minimización.

    Volver a repartir una tarta menguante con agentes activos, fuertes y complejos pretendiendo preservar su parte a costa de otros es un problema de gran interés. Las asimetrías de información, decisión y poder son muy grandes. Esto garantiza la navegación con fuerte marejada y merece cierta atención.

    • Roger Senserrich dice:

      De eso hablaremos un poco (espero) en la tertulia. Es un post de 1100 palabras ya, no quería aburrir demasiado :-).

  2. Aloe dice:

    El párrafo-resumen final se queda muy corto en el plazo de análisis.
    Las causas importantes (la de apatía o mal juicio de los votantes, la del diseño institucional de partidos monopolistas, y la del diseño electoral anticompetitivo, que es complementario del anterior) se remiten, no a la burbuja, sino a la transición (si nos quedamos en las causas inmediatas y no nos vamos a las más lejanas).
    En la transición se produjo una verdadera competencia entre partidos, y entre políticos dentro de estos, muchos de ellos (no todos) de nuevo reclutamiento. Fue la última ocasión en la que se produjo cierto relevo (muy incompleto) de las élites, pero los que consiguieron atrincherarse en esos años han impedido cualquier limpieza o relevo posterior. Por el contrario, pusieron en marcha el mecanismo que se describe en la entrada, mediante el cual cada generación de trepas dentro de los partidos ha sido peor que la de sus predecesores, pero por la propia inercia disfuncional del sistema creado.

    Asi que el pecado original fue entonces, y, paradójicamente, los que entonces sí necesitaron de cierto talento para ganar competitivamente son los principales causantes o cómplices del pudrimiento posterior.

    En este asunto, la burbuja y la crisis son una contingencia que meramente lo agrava o lo pone de manifiesto más agudamente, pero, con esos mimbres, estábamos abocados a una catástrofe de uno u otro tipo: si no hubiera sido esta, podría haber sido cualquier otra, desde una catastrofe natural o antropogénica verdaderamente grave a un desafío militar exterior o cuaquier otra.

    Esto contradice el argumento de que el nivel de los gobernantes ha empeorado a causa precisamente del dinero fácil que no ha permitido discriminar a los votantes.
    Para sostener eso, habría que ver si antes de la burbuja había mejores dirigentes, o, más exactamente, si la trayectoria de empeoramiento que se viene produciendo desde hace treinta o treinta y tantos años ha sufrido un punto de inflexión y ha acentuado su pendiente: no creo que eso sea así, o no creo siquiera que esa hipótesis sea necesaria para explicar los hechos. Un accidente industrial o nuclear como el de Japón, un terremoto como el de Lorca pero afectando a una buena parte de España, una crisis económica de otro tipo,… cualquier cosa de esa envergadura pienso que hubiera puesto igualmente de manifiesto la corrupción, el caciquismo, la ínfima calidad de las élites, la malformación de las instituciones de salvaguarda y control, la inanidad de las organizaciones públicas cuando realmente se las necesita, el conglomerado de intereses monopolistas privilegiados, las eĺites extractivas en todo su esplendor.

    Digo esto porque es lo que se ha visto año tras año en contratiempos o calamidades más pequeñas, en el funcionamiento de las instituciones políticas y de la Administración en todas sus caras. El Banco de España ha resultado estar muy mal organizado y dirigido, pero ya era así antes de la crisis financiera (solo que no lo sabiamos porque no había sido puesto a prueba). La justicia es un desastre, pero ya era así antes (y es un problema capital, porque es la única instancia de control relativamente independiente que queda y el último garante de la seguridad jurídica y del libre mercado). Los controles legales sobre los Ayuntamientos sabemos ahora que son inoperantes del todo, pero ya lo eran hace diez o veinte años. La educación está planeada por ignorantes y controlada por intereses corporativos, pero eso no es nuevo. El Congreso está compuesto por funcionarios de los partidos que solo deben lealtad a sus cúpulas. Etcétera.

    • Roger Senserrich dice:

      Hmmm. No sé. Si miras los CV de los primeros gobiernos del PSOE en los ochenta es cierto que son mucho mejores que los de 91-96, igual que Aznar tuvo mejor gente en la primera legislatura que en la segunda, y Zapatero también. Pero no sé hasta que punto hay una caída de calidad en la burbuja o no. Es algo que merece discusión, sí.

  3. Epicureo dice:

    En el apartado a) estás confundiendo político competente con político honrado. No es ni mucho menos lo mismo. Si es cierto que la corrupción no se castiga en las urnas como debería, la incompetencia (por ejemplo, no saber qué hacer frente a una crisis) no se perdona tan fácilmente. Aunque hay mucha gente que vota a «los suyos» aunque pongan de candidato a un mono, no son suficientes para garantizar la reelección del mono.

    En el apartado c), Roger, estás diciendo algo que simplemente no es verdad. Repasa estadísticas: en los años de la burbuja el Estado no emitió deuda a espuertas, al contrario, llegó a tener un superávit considerable y niveles de deuda históricamente bajos. Se un poco más fiel a los hechos, que se empieza así y se acaba borrando a Trotsky de las fotos.

    El comentarista anterior os pide soluciones. En mi opinión, si permanecemos dentro de la legal, la única posibilidad de que se implante alguna es que los votantes del PP-PSOE (y CIU-PNV) deserten masivamente, pero en vez de abstenerse (menos aún votar en blanco: eso equivale a dar un voto más al más votado), como hacían tradicionalmente, voten al tercer partido de su provincia, aunque sea de ideología contraria a la suya. Si tu provincia tiene más de un millón de habitantes podrías optar por votar al cuarto, pero no mucho más, salvo en Madrid y Barcelona. Con nuestro sistema electoral es un voto perdido.

    • José Jarauta dice:

      Estimado Epicúreo:

      Me encuentro en ese momento en que más que el resultado de la autopsia, con el que en puedo discrepar, me interesan más las posibles técnicas de reanimación, su viabilidad y efectos secundarios que pueden ser muy considerables.

      Resumiendo mi visión es como si un amigo me pide consejo sobre su problema:

      Le dieron (es un suponer) un millón de euros a tres años para ampliar un negocio, pero por causas diversas se lo acabó gastando principalmente en juergas y farlopa y en este momento tiene graves problemas de liquidez y su negocio está muy tocado, tanto que vuelve a necesitar bastante dinero para continuarlo.

      Puedo despotricar contra él, contra sus prestamistas y contra su negocio (o lo que queda de él), pero la cuestión es ofrecer una vía de salida más o menos creíble y evitar su deshaucio. Esto es lo interesante y lo complejo y es lo que verdaderamente me preocupa.

      Supongamos de forma poco realista que en un improbable vuelco electoral, producto del castigo a los partidos tradicionales, el voto derivara hacia UPyD e Izquierda Unida, con algún(os) partidos nacionalistas como bisagras.

      ¿Mejorarían con esas condiciones de gobierno nuestras perspectivas futuras?.

      Este tipo de cuestiones son las que preocupan ahora.

      • Epicureo dice:

        En respuesta a José Jarauta:

        En realidad, tenemos dos problemas. Uno, reactivar la economía para salir de la crisis. Otro, reformar las instituciones para evitar estos y otros problemas en el futuro.

        El primero es evidentemente más urgente, pero si no abordamos a la vez el segundo, no lo resolveremos nunca. En tiempos de bonanza no se hace mudanza.

        Y es un hecho que los gobiernos monocolores de PP y PSOE son totalmente inútiles para resolver ningún problema. ¿Será mejor un gobierno de coalición? Lo dudo, pero es lo que queda por probar.

        • José Jarauta dice:

          Estoy de acuerdo pero lo que me intriga es cómo se pueden cambiar las instituciones, quién lo va a hacer y las hipotéticas situaciones de reparto de fuerzas que condicionarán el resultado.

          Para cuando llegue el momento (que llegará algún día) siempre está bien crear opinión y perfilar ideas sobre los cambios posibles.

          En cualquier caso sospecho que la continuación de la crisis económica y sus efectos sociales es la que acabará forzando el cambio institucional; en qué sentido hoy es una incógnita.

    • PaulJBis dice:

      Respecto a a): ¿qué entendemos por «políticos competentes»? El problema, quizás, es que mucha gente en este país considera «competente» al político que construye el hospital más grande, o el polideportivo más espectacular.

      Respecto a c): depende de lo que entendamos por «emitir deuda» :-). Efectivamente, las grandes obras públicas de Valencia en los últimos años no se financiaron con deuda pública, sino con préstamos de la banca (pseudo)pública controlada por los políticos. Ahora ambas están quebradas… ¿y quién ha sido la que ha tenido que rescatarlas? (Por no hablar de avales concedidos por el Estado, como en el caso del Valencia C.F.).

    • Roger Senserrich dice:

      Dos puntos interesantes. Sí, he mezclado corrupción e incompetencia. No, no estoy seguro que sea correcto hacerlo. Lo apunto para la discusión de hoy, es una distinción a considerar.

      Sobre la burbuja, me he explicado un poco mal con las prisas. Durante la crisis el problema no es tanto emitir deuda a patadas, sino gasto público elevadísimo sobre unos ingresos que eran extraordinariamente inusuales e inestables. El estado contrajo muchas obligaciones pensando que las recaudaciones del 2004-2006 eran perfectamente normales, no fruto del recalentamiento económico. A corto plazo no era deuda, pero a medio-largo plazo era insostenible.

      Sobre soluciones, veremos hoy. El sistema electoral, como dices, «pierde» muchos votos en las circunscripciones pequeñas. ..

      • Epicureo dice:

        Es cierto que las recaudaciones de 2004-2006 no eran normales, pero las de ahora tampoco. Un 26 % de paro no es normal ni en España. Muchos cálculos del déficit «estructural» no tienen en cuenta este hecho evidente. Para atajar el déficit y la deuda no hacen falta muchos recortes: «basta» con reducir el paro al 16 % que es su promedio histórico. Y eso a pesar de que, efectivamente, se ha despilfarrado, malgastado, gestionado mal, etc. etc.

        Sin duda, se pecó de optimismo… Claro que con tantas voces autorizadas proclamando que los ciclos económicos eran cosa del pasado y no habría crisis nunca más, es comprensible.

      • Joshua dice:

        Cierto, hubo un gasto público «elevadísimo», pero el problema no está tanto en lo elevadísimo que era sino en las partidas a las que iba dirigido, que no generan un retorno posterior.
        Es totalmente correcta tu argumentación de que no era deuda de hoy sino deuda para mañana, es decir, para cuando los impuestos volviesen a sus niveles estacionarios (y eso agravado porque esas obras faraónicas tienen, además, unos elevadísimos gastos de mantenimiento). Pero yo no veo que el problema esté en la cuantía sino en el destino. Por poner un ejemplo ¿qué hubiese ocurrido si con ese mismo gasto hubiésemos creado un desarrollo científico puntero en, pongamos, biotecnología. Pues que ahora tendríamos con qué devolver esas deudas.
        Si tenemos en cuenta los excepcionales ingresos públicos procedentes del aire de la burbuja, las transferencias sin contrapartida de fondos FEDER y los excepcionalmente bajos tipos de interés, lo que ha ocurrido es una (nueva) oportunidad perdida para añadir a la lista de oportunidades perdidas de este país, que ya es muuuuy larga.
        Por cierto, ¿cuándo estará disponible el podcast de la tertulia? creo que muchos los estamos esperando para metérnoslo en el aparato y escucharlo en los ratos libres y en los desplazamientos.

        • Joshua dice:

          Ah! se me olvidaba, en la lista de ingresos extraordinarios no hay que olvidar la venta de las joyas de la abuela (todas las grandes exempresas públicas). Hay muchas razones para pensar que aquel dinero se empleó en bajar algo el nivel de deuda para entrar en el euro y en enterrarlo en grandes edificios y aeropuertos que ahora nos miran preguntando ¿qué habéis hecho con aquel dinero?

          • Empiricus dice:

            No, los ingresos por privatizaciones no cuentan como ingresos del estado en los procedimientos de deficit. Es decir, que un superavit del 2% es SIN contar las privatizaciones. Las privatizaciones, por definicion contable, solo reducen la deuda.

  4. […] Ideas sueltas sobre el mercado de talento político en España […]

  5. Joshua dice:

    No computa para el déficit, pero computa para saber con lo que contamos para gastar, que es lo que quería decir.

  6. pau dice:

    El problema español es más profundo que todo eso y proviene de algo parecido al italiano, aunque podríamos ampliar el asunto a todos los países europeos, donde el catolicismo es la cultura predominante de sus clases dirigentes, sea en forma vaticana u ortodoxa: Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia, Rumanía, Serbia.
    A simple vista parece una afirmación rayana en el dogmatismo y la rabia, pero un servidor pasa de eso y, valga decir, de otras muchas cosas, y además puede demostrarlo con datos. En fin, para qué darle más vueltas, arriba teneís el listado de los países que van peor de toda Europa, donde prima la fiesta y la iglesia por encima de la ciencia y de la cultura; el resto, OH casualidad, no son católicos o en su sistema impera el laicismo por encima de cualquier consideración, como es el caso de Francia.
    Dicho esto, lo que deberíamos preguntarnos es por qué en los países gobernados por el «espíritu» católico reina la corrupción y, por supuesto, el descerebramiento.

    Pretender que aquí se gobierne bien es de ilusos. Como decía antes nos parecemos a Italia, desde los catalanes hasta los valencianos, que es lo más parecido a los napolitanos, a sus mafias y a su esperpento. Y ahora mismo, a la vista tenemos lo que puede esperarnos en unas posibles elecciones. Italia es el ejemplo, solo que allí la gente tiene otro sentido del humor, más alegre o menos tragicómico, como gustes llamarlo.
    Es indudable que aquí un payaso no saldría como tercera fuerza política, tampoco un Berlusconi como segunda, sin embargo sí saldría una Rosa Diez o un Rajoy, que más o menos es lo mismo, pero en su faceta más goyesca. Ya te digo, prefiero mil veces reír que llorar, de eso que entienda mejor al italianito que al españolito.

    España, como Italia, es un país de poco talento y de mucha envidia. Hace poco discutiendo con un conocido sobre lo que es mi partido, en cuanto a trasparencia y democracia directa, y después de haberle demostrado por pasiva y activa la imposibilidad de convertirnos en ladrones, me confesó que no nos votaría, ya que al final todos somos iguales y queremos lo mismo. Lo curioso es que el tipo vota a CIU, aun sabiendo que es una banda organizada para vivir del cuento.
    -Pues ya que estás tan seguro que robaré, ¿por qué no me votas a mí? así por lo menos ayudarás a hacerlo a un amigo, en cambio de a unos desconocidos.
    El tipo se quedó perplejo. Eso, claro está, no lo esperaba. Así lo dejé, ahora con la convicción que nunca me va a votar, no fuera que me hiciera rico gracias a él.
    En fin, eso es lo que hay.

    • Demócrito dice:

      Austria: abrumadora mayoría católica

      Holanda: de los creyentes, la mayoría son católicos

      Bélgica: abrumadora mayoría católica

      Alemania: el 31% de los alemanes se declara católico. Son abrumadora mayoría en Länder que disfrutan de un considerable éxito económico (véase Baviera)

      Las variables culturales son las últimas a tener en cuenta, suelen ofrecer causación débil y además son las más complicadas de mensurar. Eso sí, son molonas, facilonas y, como buen argumento circular, hasta verosímiles.

      • Pescador dice:

        Pues -sin confirmar la hipotesis de Pau- dasuna caracteristica común a todos esos paises : Son paises frontera , en lo religioso, donde hay ó hubo una fuerte competencia.
        El ejemplo holandés está un poco traido por los pelos. Hubiera sido más etico dejarlos como los alemanes y saber como era la Holanda anterior. Una foto de un día no explica una cultura.

        • Epicureo dice:

          Nunca hubo fuerte competencia religiosa en Austria ni en Bélgica.

          • Pescador dice:

            No se como llamar entonces a 80 ó 90 años de guerras de religión. Eso por el lado bestia.
            Luego por el lado suave, Austria influyó/gobernó/convivió con todos los protestantes de Centroeuropa. Algo de mutua influencia habría.

            No hablo de predicadores peleandose por el rebaño, hablo de vecinos que no se dedicaban a repartirse estopa

  7. Hejo dice:

    Hace tiempo que me pregunto por qué no he visto críticas abiertas de Botín / Fainé / González / F. Pérez / Alierta / Lara / … ni a las políticas económicas de Zapatero ni a las de Rajoy. De vez en cuando Rossell abre la boca y critica algo, pero suavecito suavecito.

    La situación me recuerda a la respuesta del humorista Tito B. Diagonal, cuando le preguntaron qué pensaba de la política: «Nunca hablamos del servicio fuera de casa».

    Quizás al análisis de Roger acerca de los mecanismos de selección, la incompetencia, las decisiones incomprendibles y los AVEs a ninguna parte, deberíamos añadirle alguna otra causa.

  8. Kamaleon dice:

    Yo tengo otra teoria para explicar la mediocridad de los politicos: los politicos simplemente representan-reflejan el ciudadano medio del pais.

    si los valores arraigados en Spain son pegarsela-al-de-lado, hacerme rico con pelotazo y no currando hormiguita, ni me preocupo por aprender ingles, «paque ?» etc etc.. como exigimos que nuestros politicos sean mucho mejores ?? ellos son gente normal no extraterrestres

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