No mires el paredón

El Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora tenía un paredón blanco de más de ochenta metros sobre uno de sus laterales. Yo vivía enfrente. Una mañana salí de casa con mi vieja para ir colegio y los dos descubrimos al mismo tiempo un grafitti escrito sobre aquel paredón. Ella lo leyó completo antes que yo pudiera hacerlo y enseguida me dijo “no veas esto”, me tapó los ojos y me empujó para que empiece a caminar. Estimo que sería el año 85, yo tenía 13 años. No había hecho ni una cuadra cuando me di vuelta: mi mamá estaba hablando con otros vecinos, todos mirando el grafitti. Seguí mi camino, no había otra.

Volví del colegio rapidísimo. Ya desde la esquina podía verse que la pared había sido blanqueada. Putié en chino y corrí hasta donde a la mañana estaba el grafitti. Efectivamente, alguien (un vecino, mi mamá, mi papá con indicaciones de mi vieja, el personal del hospital) había intentado tapar con cal las palabras escritas con aerosol. El texto apenas se perdía y de cerca podía leerse casi sin problemas.

Apenas empecé a leerlo, despacio y nervioso, escuché la vos de Beatriz, una vecina, que me llamaba: “Armando, Armandito, por qué no vas para tu casa”. Yo no la miraba, solo leía el grafitti. Tenía forma de diálogo, con guiones, y decía lo siguiente:
– Padre?
– Sí, hijo.
– Quiero matarte. Madre, quiero… cogerte.

Apenas lo leí empecé a caminar a mi casa y pasé por delante de Beatriz casi sin saludar, con la vista baja. Transpiraba y me latía fuerte el corazón. Seguro que ella tampoco quería mirarme. Entré a casa y no hablé del tema ni tampoco mi vieja dijo nada. Tomé el café con leche muy perturbado. Quién mierda podía haber escrito eso en la pared, esa barbaridad terrible. Me daba cosa volver a pensarlo y a cada rato volvía la imagen de ese grafitti, del que todavía hoy podría reconocer la caligrafía.

A los pocos días, el texto volvió a aparecer escrito claramente sobre la primera escritura, en rojo. No pasó mucho y alguien borró las palabras “matarte” y “cogerte”. En poco tiempo fue completamente borrado. Mi mamá, Beatriz, Doña María, Hilda, el matrimonio Curtis, los Fiori… Todo el barrio estaba indignado por el grafitti patológico con que un desconocido azotaba los ojos de chicos y grandes. Yo también estaba un poco indignado, pero no lo hablaba con nadie porque ni se me ocurría poder pronunciar aquellas palabras e incluso me estremecía pensar que mi interlocutor pudiera pensar que yo tenía esas palabras en la cabeza.

No pasó mucho tiempo y el grafitti apareció de nuevo. Ahora estaba en inglés, pero era evidente -más allá de que en el barrio no se hablara mucho el idioma de William Blake- que era lo mismo pero en su versión original:
– Father?
– Yes son,
– I want to kill you.  Mother, I want to…fuck you

Ahí encontré una pista. Si el original estaba en inglés, seguramente no era un invento de un degenerado con aerosol sino que había otro degenerado detrás de ese degenerado.

Increíblemente, el texto en inglés resistió muchos meses. Primero pensé que no lo borraban porque el estar escrito en otro idioma lo hacía menos accesible y, por lo tanto, jodía menos. Pero después de seguir observando el escándalo disimulado y a media voz que no dejaba de generar en la cuadra, cambié de conjetura: no lo borraban porque tenían miedo de que volviera en castellano.

Y un día llegó la firma que iluminó la cita: alguien escribió debajo del texto “Jim Morrison, 1967”. En esa época no había internet, ni tenía acceso a bibliografía variada y además estaba seguro que nadie de mi entorno me daría respuestas sobre ese enigmático nombre que leía muchas veces al día para no olvidarlo y, en un futuro, poder seguir la pista del misterioso grafitti.

Más tarde que pronto pude escuchar el disco “The doors”, donde aparecía el tema Then End, pero no encontré palabrota alguna sino un grito desgarrador al fin del verso. Recién pude encontrarme con la explicación del grafitti en la película de Oliver Stone, de boca de Morrison-Val Kilmer.

En algún momento que no recuerdo, el texto desapareció de la pared y a los pocos años desapareció la pared misma. Jim Morrison había escrito (en realidad, se cuenta, improvisado) esa parte del tema The End unos dieciocho años atrás. Todo ese tiempo le llevó a Morrison irrumpir  en nuestras tierras, de manos de algún adolescente con el dellay que imponen las dictaduras. El caso de “padre quiero matarte” y “madre quiero cogerte” ya lo había presentado hace miles de años Sófocles con su tragedia Edipo Rey, pero la versión rock psicodélica llegó a Lomas de Zamora de manera más cruda y odiosa, recortada en una cita inconclusa, como para dejar ciegos a quienes miraran el paredón. Creo que a Sófocles le hubiera gustado.

Armando Doria

9 comentarios en “No mires el paredón

  1. Buenísimo Don Armando,me ha gustado muchísimo, que loco que pueda imaginarme las palabras escritas tan claramente con su trazo manuscrito y mas loco aun a un sujeto x escribiendolas. Primero vio la pared y se dijo ya se que escribir? O llego ahí y escribió lo que la inspiración le dicto en el momento, y se que quizá este en otro lado el interés articulo pero quien lo completo, quien lo tradujo, fue uno solo? Y en todo esto vos ahí y ahora en tan increíble viaje. Jajaja si hasta Jim esta… Saludos

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