En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Córneas que no llegan

La indiferencia ha llevado a la escasez de estos tejidos mientras más de 2.000 personas los esperan.

Según los datos del Instituto Nacional de Salud (INS), más de 2.000 personas se encuentran en una lista de espera para un trasplante de córnea. No es una mera estadística. Detrás de cada una de ellas hay un drama que en ocasiones raya con la desesperanza.
Basta ver, por ejemplo, que en este grupo hay casi un centenar de menores de 18 años –también algunos recién nacidos– que, de no acceder oportunamente a dicho tratamiento, sufrirían daños irreversibles en la visión que los marcarían de por vida.
Aunque mal se haría al desconocer los esfuerzos que el país realiza permanentemente para promover y estimular la donación de órganos y tejidos, las tasas que miden esta práctica aún tienen un amplio potencial de crecimiento, dadas las normas que la soportan.
De hecho, el panorama cambiaría si fuera efectiva la notificación activa de los donantes, que los médicos deben hacer en los hospitales. Notificación que, valga decir, debe hacerse ante el Centro Regulador de Trasplantes, operado por el INS, pero que es muy escasa en la práctica. En otras palabras, no se toman los órganos ni los tejidos de los cadáveres en los que ello es posible.
Y esto no es una presunción exagerada, porque al revisar el número de muertes proporcionado por el Dane se encuentra que, por ejemplo, el año pasado se registraron 224.187 decesos, de los cuales 195.274 (87 por ciento) obedecieron a causas naturales; sin embargo, en el mismo periodo, los bancos de córneas solo reportaron 1.290 trasplantes, con lo que se infiere que es sensiblemente bajo el retiro de estos tejidos vitales para aquellos que esperan con paciencia.

Solo resta conminar a médicos tratantes, hospitales, familiares y comunidad en general a tomar en serio este compromiso.

Y esto es muy lamentable. Así las cosas, la mayoría de las córneas obtenidas en el país provienen de casos de Medicina Legal. El asunto es de tal indiferencia que si el año pasado se hubieran rescatado en los hospitales al menos el uno por ciento de las córneas que estuvieron disponibles, se habría cubierto en su totalidad la lista de espera y, además, se contaría con una útil reserva de estas.
Fácil sería señalar a los médicos tratantes de tal descuido, pero resulta más importante insistir en la necesidad de consolidar una cultura humana y colectiva de la donación y entender que solo se cuenta con 6 horas para mantener la utilidad de órganos y tejidos, por lo que la llamada al Centro Regulador de Trasplantes, encargado del proceso, debe hacerse en el mismo instante en que ocurre el fallecimiento, incluso antes de notificarlo a los familiares.
Todo en virtud de que aquí no hay nada lúgubre, sino la puesta en escena del mayor acto de solidaridad, cual es el de la donación de un órgano, que se traduce en donación de vida, al amparo de una audaz ley (la 1805 del 2016) que convirtió a todos los colombianos en donantes si no se ha dejado voluntariamente una manifestación contraria.
Solo resta conminar a médicos tratantes, hospitales, familiares y comunidad en general a tomar en serio estos preceptos, no solo bajo la premisa de que permitir su viabilidad atenúa el sufrimiento de muchas personas que dependen de estos actos humanos para poder ver, sino también porque nadie está exento de requerir en cualquier momento un órgano o un tejido, pero que ojalá llegue sin el sufrimiento que agrega una espera.
editorial@eltiempo.com
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más Editoriales

Más ejecución

Los problemas del Gobierno para ejecutar su presupuesto le impiden mostrar mejores resultados.

Retos en el fútbol

Estamos a tiempo para evitar tanto una tragedia como una crisis de credibilidad del espectáculo.

Extorsión, sin límite

Aunque la ciudadanía quiera protegerse, hacerlo por fuera de la ley generaría mayores inconvenientes

La fuga de ‘Zeus’

No puede volver a ocurrir que un detenido con este perfil permanezca tanto tiempo en una estación.

El referendo ecuatoriano

En orden público, Noboa sabe, y los ecuatorianos lo sospechan, que no será suficiente.

Lo que ocurre en Tuluá

La situación es muy grave y es una advertencia de cara a cómo actúa hoy el crimen organizado.