La destrucción del Amazonas es un caballo desbocado desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro accedió al poder en Brasil, hace casi dos años. Nunca el pulmón del planeta ha estado realmente a salvo, ni siquiera bajo los gobiernos de Lula da Silva, pero la situación actual ha disparado todas las alarmas, porque no para de empeorar.

Hace más de un año que miles de incendios forestales en el Amazonas llenaron todas las portadas y provocaron un serio enfrentamiento diplomático entre Europa y Brasil. La Amazonía brasileña no aparece ya cada día abriendo los telediarios, pero la tragedia ecológica sigue agravándose, pero ahora en silencio.

De hecho, los datos ofrecidos por los satélites del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil revela que la superficie incendiada en el 2020 será superior a la del 2019, que a su vez ya superó todos los récords. La deforestación registrada en el último año (de agosto a agosto) ya es un 30% superior a la del mismo periodo del año anterior, que ya había sido la más alta de las últimas décadas. Las cifras son estremecedoras: cada día desaparecen más de 3.000 campos de fútbol desde que Bolsonaro accedió al Gobierno. El aumento desde que ganó las elecciones es del 60% respecto a años anteriores.

Nadie alberga dudas sobre la responsabilidad del presidente, que ha abierto las puertas de par en par a ganaderos ilegales, madereros pirata y todo tipo de empresarios clandestinos (a veces acompañados de organizaciones criminales para acelerar su actividad), que ahora ven libre de obstáculos el camino hacia un rápido enriquecimiento. El objetivo de los grandes incendios, que el Gobierno brasileño observa con pasmosa tolerancia, consiste en arrasar las masas forestales más rápidamente que mediante la tala convencional. De este modo, se consiguen grandes extensiones de paso para el ganado vacuno que luego servirá para abastecer la industria cárnica internacional.

La estrategia de Bolsonaro consiste en ir desmantelando toda la normativa ambiental que frena la acción de los lobbies empresariales, dejar de imponer sanciones, legalizar las invasiones de terrenos y reducir los derechos de los indígenas.

De hecho, las poblaciones indígenas (Brasil tiene 900.000 nativos) son las principales afectadas, pues siguen viendo cómo sus territorios, pese a tener reconocido un estatus jurídico propio, son constantemente violados y destruidos. La cantidad de incendios producidos en tierras indígenas había subido a mediados de este año un 76% respecto al mismo momento del año anterior. Además, la invasión de los madereros, mineros y ganaderos ilegales está amenazando a los indígenas con un contagio masivo de coronavirus, enfermedad a la que son especialmente vulnerables, pues carecen de anticuerpos para las enfermedades que llegan desde fuera de la selva, según ha declarado el reputado fotógrafo experto en el Amazonas Sebastiao Salgado recientemente. Organizaciones como Survival International temen un verdadero genocidio si sigue la invasión de estos territorios. «La deforestación en la Amazonía brasileña se ha disparado y, a menos que el Gobierno cambie profundamente su postura sobre el tema, puede crecer aún más en el 2020, lo que representaría un retroceso de 30 años respecto a la protección de la Amazonía», ha afirmado el director de WWF Brasil, Mauricio Voivodic. WWF alerta de que preservar el Amazonas es «fundamental» para el suministro de agua limpia, puesto que la temperatura en esta región podría aumentar hasta 4,5 grados, lo que afectaría al clima de «todo el planeta», añadió Voivodic.

Es por ello que otros expertos, como Arie Staal, del Centro de Resiliencia de Estocolmo, han advertido de que el 40% de la superficie de esta gran selva está en riesgo de convertirse en un ecosistema del tipo sabana, si continúa el calentamiento de la región debido a las emisiones contaminantes. Los investigadores han visto que, a medida que aumentan las emisiones, más zonas del Amazonas pierden su resistencia natural, se vuelven más inestables y es más probable la sequedad y una evolución hacia un ecosistema del tipo sabana.