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Otra ingente manifestación opositora en Hong Kong redobla el desafío a Pekín

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Cientos de miles de personas ignoran la prohibición oficial de marchar hacia el centro de la ciudad

Una multitud se refugia de la lluvia bajo paraguas durante la nueva marcha contra el gobierno en Hong Kong. EFE

Según el supuesto organigrama de la algarada popular difundido de forma anónima por las redes sociales chinas, en la concentración opositora de este domingo se personaron la mayoría de los dirigentes que Pekín cree que están alentando las protestas.

En el centro del Parque Victoria se encontraban Jimmy Lai, Martín Lee y Albert Ho, que con cierta ironía declinaron asumir el papel que les otorga la propaganda china.

"Digamos que hay dos caminos paralelos hacia lo alto de la montaña de la democracia. Nosotros, los veteranos, llevamos 35 años luchando por ella y siempre nos han ignorado. Los jóvenes prefieren tomar la ruta más arriesgada, pero ya han conseguido detener la ley de extradición", reflexionó Lee, apodado el "padre de la democracia" de Hong Kong, cuando el emblemático espacio de la metrópolis acogía ya una enorme multitud.

Alberto Ho coincidía con su compañero de correrías, al tiempo que incidía en la importancia de "mantenerse al margen de la violencia, que no nos aportará una solución". "Por eso hemos venido aquí este domingo a decirles a los jóvenes que ésta es una pelea de largo recorrido. No vamos a conseguir derribar el sistema en dos días. Tenemos que ser pacientes y seguir resistiendo con métodos no violentos", añadió.

La presencia de la vieja generación de activistas defensores de la democracia en la protesta que se registró en Hong Kong supone un refrendo para el movimiento de oposición al gobierno local apoyado por Pekín, tras la controversia que ha suscitado el recurso de una minoría a acciones tan polémicas como el reciente bloqueo del aeropuerto.

Cientos de miles de personas (1,7 millones, según los organizadores; 128.000, según la policía) asistieron en esta jornada a una enésima convocatoria que confirmó que la crisis política que vive la ex colonia británica dista mucho de haber concluido pese a los repetidos incidentes y las amenazadas cada vez más explícitas del poder chino.

Están haciendo todo lo posible para atemorizarnos pero no lo van a conseguir

Jimmy Lai

"Lo de Shenzhen (el despliegue de fuerzas paramilitares chinas en la cercana ciudad) forma parte de un espectáculo destinado a intimidarnos. Están haciendo todo lo posible para atemorizarnos pero no lo van a conseguir", declaró Jimmy Lai.

La alusión de Lai no podía ser más pertinente. Horas antes, el diario Global Times -una de las plataformas de propaganda más activas del país- difundió un vídeo de unas nuevas maniobras de los cerca de 12.000 policías paramilitares que han concentrado en la citada urbe de Shenzhen en la que se les veía ejercitándose para disolver una hipotética protesta con gases lacrimógenos y vehículos equipados con cañones de agua a presión.

"¡Parad la violencia y arrepentíos!", se escuchaba decir a uno de los oficiales en cantonés, el idioma local de Hong Kong.

Ésta es la tercera ocasión en las últimas semanas en la que las autoridades chinas permiten visualizar los entrenamientos de este contingente, un significativo gesto que han acompañado de la multiplicación de opiniones de supuestos expertos que justifican una intervención de sus fuerzas en Hong Kong.

Uno de los manifestantes este domingo.

Los organizadores de la marcha dominical, el Frente Democrático de Derechos Humanos (FDDH), criticaron de nuevo la actuación de las fuerzas de seguridad hongkonesas. Algunos chavales portaban carteles donde se leía: "me puedes quitar el ojo, pero no conseguirás acallar mi voz", en referencia a una de las víctimas de la acción policial, que ha perdido parcialmente la visión al ser alcanzada por un proyectil de los uniformados.

"Durante los dos últimos meses los hongkoneses han soportado suficientes humillaciones a manos del gobierno y la policía de Hong Kong. Hemos detenido la ley de extradición pero la policía está llevando a cabo una represión al estilo chino", manifestó el FDDH en un comunicado.

"¡Mostrad a la policía cuántos somos!", clamaba uno de los locutores mientras la avalancha humana seguía llegando al enclave.

Como en otras ocasiones, los participantes provenían de todos los estratos y edades presentes en la sociedad local. Desde la joven que caminaba sonriendo con una curiosa mochila a la espalda donde también viajaba su loro, a familias enteras con bebés en carricoches, abuelas en sillas de ruedas o -también- camarillas de los mismos militantes equipados con cascos y máscaras que han protagonizado los últimos altercados.

Ni siquiera la persistente lluvia que sufrió la villa a partir de media tarde consiguió disolver al gentío. Durante horas y horas, los participantes colapsaron las calles del entorno del Parque Victoria y miles de personas quedaron bloqueadas durante horas en metros y centros comerciales. Algunas tuvieron que ser evacuadas por los servicios sanitarios.

La presente marcha se suma a las grandes movilizaciones del 9 y 16 de junio, que reunieron a más de un millón de personas, según los organizadores.

"No vamos a abandonar"

"Si la táctica de Pekín era dejar que nuestro movimiento muriera poco a poco, se equivocan, no vamos a abandonar", afirmó Bonnie Leung, una de las portavoces de la organización que convocó la cita, el Frente Democrático de Derechos Humanos.

A media tarde, los participantes comenzaron a marchar hacia el corazón financiero de la localidad, desafiando a las fuerzas de seguridad que habían exigido que la convocatoria se limitara al Parque Victoria. Alrededor de las 5 de la tarde, los primeros grupos alcanzaron Charter Garden, el mismo lugar que habían requerido para concluir su movilización y a donde se les prohibió acceder.

Allí, políticos como Lee Cheuy-Yan pidieron a los asistentes que regresaran a sus hogares tras argumentar que la ingente asistencia de público a esta cita supone una "bofetada en la cara" para Carrie Lam, la jefa del gobierno local aliada de Pekín, y demuestra que los "hongkoneses no tienen miedo al ejército chino".

El Global Times recurrió a twitter -una aplicación prohibida en la China continental- para definir el acto como una "marcha ilegal". Los medios oficiales chinos se han mostrado más firmes incluso que el gobierno del Partido Comunista al exigir una actuación contundente de la policía hongkonesa frente a unos activistas que han llegado a equiparar a "terroristas".

En este sentido, la agencia oficial Xinhua recurrió hoy a toda una panoplia de epítetos para definir a los opositores que lo mismo eran "fanáticos", que "extremistas", una "turba" o promotores de un "comportamiento salvaje".

Los encontronazos de policías y jóvenes opositores se han convertido en una constante durante las últimas semanas, donde los agentes han arrestado a más de 700 personas.

En esta ocasión, sin embargo, los uniformados hongkoneses decidieron limitar su presencia al entorno de la Oficina de Enlace de Pekín, la representación oficial del gobierno del Partido Comunista, que fue el objetivo de los activistas el pasado 21 de julio.

Al caer la noche, cuando muchos de los participantes comenzaban a retirarse a sus domicilios, opositores como Anthony Cheung, un chaval de 21 años, opinaron que el desarrollo pacífico de la movilización suponía toda una "victoria moral" para su "revolución".

"Hemos demostrado que si la policía nos deja tranquilos no somos violentos. Son ellos los que han recurrido a una represión brutal", sentenció el chaval.

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