En la trasnoche de una radio se escuchan cosas raras. Algunas llegan de los oyentes, por teléfono. Otros son ruidos en pasillos deshabitados, frituras en el audio que no deberían estar ahí. No es un ambiente para espíritus susceptibles. O sí: es el ambiente ideal para despertar las fantasías de todo aquel predispuesto a aceptar aparecidos y sucesos extraños. “Si te ponés a buscar, radio y terror están súper vinculados, hay una cosa con el locutor en una radio vacía, que hace de operador al mismo tiempo, que tiene algo medio de fantasma, que no sabés de dónde viene y que te habla de cosas turbias”, reflexiona –y propone imaginar- Cristian Ponce. Ponce tiene muchos recuerdos de su trasnoche radiofónica en Viedma (ahora reside en La Plata). Pero habla de Frecuencia Kirlian, la miniserie animada que circuló en Vimeo y en YouTube hasta que un programador de Netflix la llevó a la plataforma de streaming.

El resultado de la mudanza es un pequeño culto que se pasa la bola sobre esos cinco capítulos cortos, donde el clima y lo sugerido son tanto o más importantes que lo que le sucede a los personajes, locales o pasajeros en tránsito, de una ciudad patagónica aislada: Kirlian. Ponce cuenta a Página/12 que siempre tuvo el berretín de unir su amor por las historias de terror con su medio de comunicación favorito. Claro que su carrera lo llevó por otros rumbos y finalmente encontró la fórmula para unir ambas pasiones. “Había una serie, Night Visions, donde el personaje tenía un programa de trasnoche y era acosado por alguien”, recuerda. Esa serie lo ayudó a dar forma a sus propias ideas, sobre las que incorporó su propia experiencia radial. “Tuve un programa de noche donde capaz llevaba textos de Stephen King y se armaba una comunidad de noctámbulos que escuchaban esa clase de cosas, y en Buenos Aires hay por lo menos tres programas que son así”, revela. El llamado del oyente es clave para esa circulación de relatos incomprabables pero siempre inquietantes.

A Ponce le interesa el formato antológico. Su primer intento fue con actores, pero jamás terminó de editarse. Luego llegó “la época de concursos del INCAA de televisión digital”, pero tampoco ahí hubo suerte. “Hicimos millones de carpetas, pero siempre rebotaba”, cuenta sin rencor. Los rechazos, al final, acabaron con Netflix. En 2015 apareció el productor Hernán Bengoa que lo empujó a la forma final de serie animada. “Es un formato que te da otras libertades para experimentar”, reflexiona. Él es el primero en señalar que el fuerte de la serie no es la animación, sino un “aporte desde la estética y otras cosas del relato”. Y se nota: no es una animación descollante, sino una herramienta al servicio de crear un clima, un ritmo de relato que genera inquietud en el espectador. “Como serie web se la banca”, se reafirma. “Pasamos por distintas plataformas y fuimos armando un público, con apoyo de medios como Te lo resumo así nomás o una web yanqui, donde tuvo muy buena recepción, mejor que del argentino”, comenta el director.

El camino para entrar a Netflix fue largo, pero no tanto como todo el trabajo previo. Sí tuvieron que adaptar buena parte de la gráfica en pantalla (que es mucha) al inglés y al portugués, para acceder a los otros dos mercados centrales de la plataforma. La serie se puede ver en cualquiera de los tres idiomas (castellano, inglés o portugués), pero no se puede elegir en cual. Por algún tema de carga sin resolver, cada usuario accederá a los capítulos en el idioma en que tenga configurada su cuenta. Un detalle a considerar, aunque Ponce confía en que pronto la plataforma salvará la cuestión.

El salto de plataforma, cuenta Ponce, multiplicó su público, pero también redujo el feedback de los espectadores. Cuando la serie estaba en Youtube recibían más comentarios, mientras que en Netflix lo espectadores entusiastas deben ir a otras redes sociales, escribir y etiquetarlos antes de publicar su comentario. Ese proceso les permitió también descubrir qué veía la gente en su producto. Si bien es fácil imaginar el espíritu lovecraftiano que recorre Frecuencia Kirlian, la auténtica referencia es Stephen King. “Hay citas súper puntuales, pero en general son cosas muy sueltas que van dando forma y que aparecen incluso inconscientemente”, explica Ponce. “La gente descubrió referencias que nosotros no habíamos pensado pero que evidentemente estaban ahí”, reconoce. El concepto más resumido de la serie, una radio en un pueblo perdido donde pasan cosas extrañas, es tan lovecraftiano como stephenkingiano. “Lo loco es que charlando con otros referentes del género en un momento descubrí que King tuvo un proyecto de obra de teatro o de película, no de libro, sobre una radio embrujada, y si el tipo que es la suma de toda la cultura popular relacionada con el terror lo tuvo en mente, ¿medio que lo valida, no?”