/ viernes 26 de abril de 2019

CIPMEX | Desarrollo sustentable: ¿aliado o rival?

Por: Sofía Quintanilla

Pareciera que los doctores pasan cada vez más tiempo recomendando a sus pacientes adoptar hábitos más saludables cómo comer frutas y verduras, no fumar, hacer más ejercicio, y/o evitar la comida chatarra. En cambio, los riesgos más importantes para la salud están fuera del control inmediato de la sociedad civil y que radican en una sociedad famélica por combustibles fósiles, plástico, productos animales, petróleo, entre otros. El agravamiento de la crisis medioambiental provoca que el término, mejor conocido como, ‘desarrollo sustentable’ se haya popularizado a gran velocidad. Sin embargo, ¿es la mejor manera de atender esta crisis?

Através de los años, el concepto ha sido presentado como el único camino para todo aquello que es deseable y bueno para cualquier sociedad, no obstante, el desarrollo sustentable se ha convertido en un concepto tan amplio, complejo y arcaico que provoca que este se vuelva inútil e irrelevante a la hora de orientar la formulación de políticas (Hopwood et al., 2005). Es decir, el concepto de ‘desarrollo sustentable’ no se robustece a los diferentes cambios que vivimos en la Tierra y no se ha acoplado a las distintas necesidades contemporáneas, conformando a las sociedades con la idea de este concepto en lugar de incentivar nuevos cuestionamientos sobre si el ‘desarrollo sustentable’ es la única y mejor manera de combatir la crisis de medio ambiente en la que nos vemos sumergidos.

Por último, los niveles de pobreza mundiales —en donde aproximadamente 1,300 millones de personas viven con menos de 1 dólar al día— hacen que la implementación de un desarrollo sustentable sea mucho más complicada (Mans Unides, 2016). Las estrategias de desarrollo endógenas y exógenas tienen mucha más probabilidad de triunfar; sin embargo, hay un gran grupo de países que se está quedando atrás ya que a pesar de pertenecer al siglo XXI, viven una realidad del siglo XIV (guerra civil y plagas).

El desarrollo sustentable resulta insuficiente para generar acciones concretas y eficientes que den solución a los efectos derivados de la crisis del medio ambiente en el mundo. Es fundamental incluir en la ecuación nuestras formas de producción a nivel global, los movimientos grassroots, las economías de transición, la agroecología y el movimiento verde. Las ideas y prácticas asociadas con la democracia—la discusión abierta, la transparencia en la toma de decisiones, la inclusión de las comunidades locales, etc.—pueden ser idealistas, pero son fundamentales para la creación de esferas públicas donde las aspiraciones del desarrollo sustentable puedan ser repensadas y refinadas.

@sofquintanilla

Por: Sofía Quintanilla

Pareciera que los doctores pasan cada vez más tiempo recomendando a sus pacientes adoptar hábitos más saludables cómo comer frutas y verduras, no fumar, hacer más ejercicio, y/o evitar la comida chatarra. En cambio, los riesgos más importantes para la salud están fuera del control inmediato de la sociedad civil y que radican en una sociedad famélica por combustibles fósiles, plástico, productos animales, petróleo, entre otros. El agravamiento de la crisis medioambiental provoca que el término, mejor conocido como, ‘desarrollo sustentable’ se haya popularizado a gran velocidad. Sin embargo, ¿es la mejor manera de atender esta crisis?

Através de los años, el concepto ha sido presentado como el único camino para todo aquello que es deseable y bueno para cualquier sociedad, no obstante, el desarrollo sustentable se ha convertido en un concepto tan amplio, complejo y arcaico que provoca que este se vuelva inútil e irrelevante a la hora de orientar la formulación de políticas (Hopwood et al., 2005). Es decir, el concepto de ‘desarrollo sustentable’ no se robustece a los diferentes cambios que vivimos en la Tierra y no se ha acoplado a las distintas necesidades contemporáneas, conformando a las sociedades con la idea de este concepto en lugar de incentivar nuevos cuestionamientos sobre si el ‘desarrollo sustentable’ es la única y mejor manera de combatir la crisis de medio ambiente en la que nos vemos sumergidos.

Por último, los niveles de pobreza mundiales —en donde aproximadamente 1,300 millones de personas viven con menos de 1 dólar al día— hacen que la implementación de un desarrollo sustentable sea mucho más complicada (Mans Unides, 2016). Las estrategias de desarrollo endógenas y exógenas tienen mucha más probabilidad de triunfar; sin embargo, hay un gran grupo de países que se está quedando atrás ya que a pesar de pertenecer al siglo XXI, viven una realidad del siglo XIV (guerra civil y plagas).

El desarrollo sustentable resulta insuficiente para generar acciones concretas y eficientes que den solución a los efectos derivados de la crisis del medio ambiente en el mundo. Es fundamental incluir en la ecuación nuestras formas de producción a nivel global, los movimientos grassroots, las economías de transición, la agroecología y el movimiento verde. Las ideas y prácticas asociadas con la democracia—la discusión abierta, la transparencia en la toma de decisiones, la inclusión de las comunidades locales, etc.—pueden ser idealistas, pero son fundamentales para la creación de esferas públicas donde las aspiraciones del desarrollo sustentable puedan ser repensadas y refinadas.

@sofquintanilla