La Encrucijada del 3

Bernard Horande

¿Qué le conviene más a los EEUU y al mundo? ¿Que gane Trump o que gane Biden? ¿Quiénes celebrarán el triunfo de uno u otro?

Preguntas que unas cuantas personas se hacen a escasos días de las elecciones norteamericanas.

Mucho se habla de teorías conspirativas. Es cierto que existen muchísimas teorías que sostienen hipótesis realmente insensatas. Algunas rayan en la demencia.

Una que recuerdo bien es aquella que afirma que el hombre nunca llegó a la luna y que todo fue un show montado en la tierra. Disparatado.

Pero hay otras que no. Hay unas cuantas teorías a las cuales ciertos intereses les conviene hacer pasar por “teorías conspirativas de baja o nula credibilidad”.

Pero que no lo son. El interés es trivializarlas, banalizarlas. La realidad es que son ciertas al 100%.

Una de estás últimas, totalmente comprobada y documentada, es la que tiene que ver con que en el mundo está en marcha un poderoso movimiento que, en resumen, busca violentar los principios y la forma de vida occidental.

Una ola que quiere modificar los rasgos y valores de la civilización judeocristiana y redireccionarla hacia el socialismo, hacia el “progresismo”, palabrita relativamente novedosa con la cual se intenta disfrazar el verdadero objetivo: el socialismo y, de seguidas, el comunismo. 

Un movimiento «progre» que apela a los «derechos de las minorías», que se afinca detrás de fachadas como el ambientalismo, que no tiene escrúpulos en mezclarse y ser apoyado por el islamismo, y que se nutre del financiamiento del narcotráfico, de acciones terroristas y del apoyo de países como China, Rusia, Irán, sólo para mencionar los más importantes.

Para no extenderme sobre este particular, cualquiera puede informarse mejor leyendo estos artículos:

https://bit.ly/2TAGc8Hhttps://bit.ly/3jGNq5J

Lo cierto es que hay alguna gente que no se ha dado cuenta del peligro. Por ingenuidad, ignorancia o simplemente buena fe («no, yo no creo…»).

Para otros no son fiables ni veraces. «Una teoría conspirativa más”.

Pero hay otros que sí lo saben y están plenamente conscientes, y juegan a que ese movimiento, abundantemente financiado por capitales ya ampliamente detectados, vaya alcanzando éxitos.

¿Cuál es la gran barrera a vencer por parte de este movimiento, por parte de este intento de “Nuevo Orden Mundial”?

La sociedad norteamericana. La sociedad capitalista por antonomasia, impregnada de valores familiares y religiosos. 

Un sistema que ha convertido a los Estados Unidos en la nación más poderosa del mundo y una de las economías más prósperas del planeta.

Por ello, las elecciones en Estados Unidos de este 3 de Noviembre de 2020 son cruciales. Representan una encrucijada. 

Los electores norteamericanos no sólo decidirán su propio futuro, sino en buena parte el del mundo occidental.

El Partido Demócrata norteamericano, apreciado por muchos venezolanos por décadas, ya no es hoy el que solía ser. Se había guardado una relación empática con los Demócratas, no tanto así como con el Partido Republicano.

Quizá sea porque figuras como, por ejemplo, Franklin D. Roosevelt, Harry Truman y, sobre todo, la de JF Kennedy, enamoraron a muchos.

También cabe decir que el mundo en general nunca notó una diferencia sustancial entre las ejecuciones de los gobiernos republicanos y demócratas. 

Al final, se sabía que ambos seguirían defendiendo el “capitalismo”, con eventuales matices en cuanto a materias como los impuestos y otras.

Pero las cosas han cambiado. Hoy el Partido Demócrata norteamericano está penetrado por clarísimas fuerzas socialistas (“progresistas”) opuestas a los valores occidentales que han guiado la sociedad norteamericana.

¿Ejemplos? El mil veces declarado socialista Bernie Sanders, las cuatro congresistas que forman «The Squad» (Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Rashida Tlaib), Elizabeth Warren, todos con altísima influencia y mucho poder dentro del ala Demócrata. No son los únicos «rojos-rojitos» pero sí de los más representativos.

No son casualidad los desórdenes callejeros en USA impulsados por movimientos como BLM, Antifa, etc.

Tampoco la ola de manifestaciones que ocurrieron hace pocos meses en varios países de Sur América y de Europa y que volvieron por sus fueros recientemente, por ejemplo, en Chile.

Ahora bien, si algo detectó Trump claramente es la existencia de este movimiento mundial que busca subvertir la forma de vida occidental. Y lo ha venido enfrentando en todos los órdenes y espacios.

Políticamente, económicamente, socialmente, culturalmente.

También detectó la lenta pero firme tendencia que algunos estudios en USA indican acerca de la creciente preferencia de muchos estadounidenses hacia ideas socialistoides.

Joe Biden es un candidato opaco, con problemas mentales evidentes, con fuertes acusaciones de corrupción en su familia que lo involucran directamente, y con una candidata a VicePresidente sobre quien existen muchas dudas. 

Algunos afirman que Kamala Harris podría sustituir a Biden a los pocos meses de gestión si este se ve obligado a dimitir por razones de salud o juicio por corrupción.

Por otro lado, Donald Trump, un outsider del Partido Republicano, ha sido un Presidente sumamente polémico y polarizador, alejado de las formas “políticamente correctas”, señalado por evadir impuestos, acusado de ejercer el populismo.

Su carácter, su arrogancia y su talante caen mal a muchos. Vamos, que no se hace querer fácilmente por todo el mundo.

En su favor, sería mezquino no reconocerle sus éxitos en materia económica. El norteamericano en general tiene más dinero en el bolsillo, y de manera particular, las comunidades negras y latinas.

Por eso, esta elección presidencial del 3 de Noviembre en Estados Unidos quizá sea histórica y definitoria, no sólo para los norteamericanos sino para los latinoamericanos y todo el mundo occidental.

No es un secreto cómo están hoy regresando al poder en América Latina gobiernos de corte socialista: Mexico, Argentina, Bolivia. Claras amenazas en Colombia, Chile, Brasil.

Pensemos: ¿quiénes podrían celebrar un triunfo de Joe Biden y Kamala Harris, o más bien, una derrota de Donald Trump y Mike Pence?

La respuesta es simple: con toda seguridad destaparán cajas de botellas de champagne los regímenes chino, ruso, turco, cubano, iraní, y por supuesto, algo que nos afecta directamente a los venezolanos, el régimen de Nicolás Maduro.

Un Fantástico Venezolano

Bernard Horande

Se fue uno de los iconos de la época de oro de la televisión venezolana. 

Guillermito González, quizá el animador más alegre, divertido, travieso y creativo que los venezolanos hayamos podido ver en la pantalla chica de nuestro país.

Conocí a Guillermo en la época en la que era figura del Banco Latino, en cuya publicidad se asociaba su programa “Viva la Juventud”, con “la Flaca” Carmen Victoria Pérez. Uno de los programas más exitosos que se haya producido en Venezuela.

Guillermo tenía esa chispa que emocionaba a las multitudes, y la mezclaba con un don de gente y con un carisma sin igual.. Podía conducir programas complejos de una forma fluida y alegre.

Seguimos viéndonos por años, Almorzábamos de vez en cuando. El medio publicitario (y televisivo) venezolano nunca fue tan grande como para que no perdurara el contacto permanente entre muchos de nosotros. 

Recuerdo cuando decidió dar el paso hacia el Canal 8. Atraído por Alberto Federico Ravell, a la sazón Presidente del Canal durante el gobierno de Jaime Lusinchi. Alberto además convenció a Nelson Bocaranda, a Orlando Urdaneta y a Emilio Santana para que trajeran sus programas al canal del Estado. Algo impensable hoy, por supuesto.

También cuando fundó, con el mismo Ravell, el en ese entonces nuevo canal llamado Televen, para el cual mi naciente agencia publicitaria tuvo el privilegio de hacer un aviso a “doble página central unida” que causó conmoción en los círculos de la sociedad caraqueña.

Y por supuesto durante mi gestión en ANDA, la Asociación Nacional de Anunciantes, con Guillermo tuvimos las más cordiales relaciones personales y profesionales.

Guillermo fue un visionario, un tipo que siempre se adelantó a los acontecimientos. Aquél programa que nadie se perdía, “¿Cuánto vale el show?”, fue el precursor, en fondo y forma, de toda esa pléyade de shows que en el mundo hoy vemos que tratan sobre impulsar potenciales nuevas figuras del canto.

Guillermo además se destacó por ser un tremendo empresario. Nunca fue precisamente un “rolo e vivo”. Fue un hombre que parió ideas, creó empresas de todo tipo, las desarrolló. Hizo más grande y mejor la televisión, la radio y el teatro venezolanos. 

Fue un hombre que contribuyó a hacer una Venezuela mejor.

Con Guillermo González se nos va un gran animador, un emprendedor de primera y, aunque nacido en otras tierras, un fantástico venezolano.

 

Sobre el atentado a Guaidó

Bernard Horande

  1. El fin de semana pasada se suscitó una situación complicada en la visita del Presidente Interino Juan Guaidó a una zona reconocidamente chavista y hasta madurista de la ciudad de Barquisimeto.
  2. El Presidente Guaidó no puede dejar de visitar y recorrer zonas del país. En cualquiera de ellas encontrará riesgos de todo tipo, en unas más, en otras menos. Esto es parte del contacto que cualquier Presidente debe tener con su gente…. con sus ciudadanos… con su pueblo.
  3. Dice un conocido dicho que si Usted quiere comer camarones, le toca mojarse el…. rabo. Por lo tanto, para nada veo objetable que Guaidó intente meterse en zonas consideradas como del enemigo. 
  4. No es un asunto de valentía, de coraje (palabrita de moda….), o de tenerlas “bien puestas”. Se trata de que Usted tiene que roncarle en la cueva al adversario. Que este sienta que Usted es capaz de llegar a donde él pensaba que Usted no llegaría.
  5. Esto envía un mensaje poderoso y si se quiere, hasta inspirador, a los propios seguidores. Lo mismo ocurrió el 5 de enero en la sede de la Asamblea Nacional, donde se produjo una confrontación. De alguna forma le levantó el alicaído perfil a Guaidó.
  6. Los hechos de Barquisimeto hablan de un atentado a un Presidente. Un magnicidio frustrado. Ná guará. Es una situación que permite que nuestros aliados internacionales se manifiesten nuevamente y tomen posición. Hagan advertencias. El Grupo de Lima, la Unión Europea, Almagro/OEA y los Estados Unidos ya lo han hecho. ¡Hasta los socialistas de España!
  7. La política a veces (¡muchas!) se desenvuelve así: como una sucesión de hechos que se van desarrollando, a veces linealmente, la mayoría de las veces en paralelo, que llevan a situaciones inesperadas, las cuales por sí mismas generan escenarios impensables, que al final desatan el nudo gordiano que, de otra manera, no hubiera sido posible resolver.
  8. Resulta que en Lara hay una guerrita entre la gobernadora madurista y el alcalde de Barquisimeto diosdadista. Maduro vs Diosdado. Mientras Maduro procura “cuidar” a Guaidó, Diosdado sabotea y arremete. Es su manera de que no lo dejen como la guayabera.
  9. Lo mismo recientemente ocurrió en la AN el 5 de Enero y en Maiquetía a la llegada del Presidente Guaidó.
  10. ¿No es uno de los objetivos dentro de este proceso hacia la libertad el procurar fracturar el oficialismo? ¿Tratar de abrir grietas y crear enfrentamientos entre las diferentes facciones de la coalición dominante? ¿Romper la “unidad” que al menos hacia afuera muestran? Pues si es así, este hecho contribuyó a ese objetivo.

¡Ah Mundo Barquisimeto!

 

 

Entre Marchas y Contramarchas

Bernard Horande

El país reactivó la calle.

Bueno, en realidad, la oposición al régimen de Maduro.

Porque en lo que respecta a la manifestación en favor de Maduro del pasado sábado 16 de Noviembre, eso lo que dio fue lástima. Una cómica. No por la escuálida (!!!) asistencia, claro reflejo de lo que indican las encuestas. Sino por el dinero de todos los venezolanos malgastado en traer gente en cientos de autobuses.

Maduro se dio por servido al darles una llamadita por teléfono a los asistentes. En la próxima les envía un mensaje de texto por WhatsApp.

Otra cosa fue la convocatoria del Presidente (E) Juan Guaidó. Sin duda mucho más poblada. En Caracas y en varias regiones del país.

Por supuesto, no tanto como en épocas no muy lejanas, a principios de año, cuando la confianza rebosaba. Cuando se pensaba que «coño, esta vez sí!!!»…. Nada que ver.

Se podría decir que hubo una relativamente buena asistencia, lo cual debe haber sorprendido a algunos en la oposición.

Más que la cantidad, me quiero referir a la calidad de la asistencia, al menos en Caracas.

Se pudieron distinguir tres tipos de asistentes:

Primero, quienes confían todavía en Guaídó y guardan claras esperanzas en él.

Dos, quienes a pesar de haber perdido mucha de esa confianza, aún están dispuestos a jugarle un quintico.

Y en tercer lugar, quienes a pesar de todo dicen que «hay que hacer algo… hay que salir… a lo que sea, no me puedo quedar sentado en mi casa esperando»….

Por supuesto, siempre hay un grupito adicional que sale a ver qué dicen los tres grupos anteriores.

Bien, cantidad y calidad siempre son importantes. Pero lo es más el resultado. ¿Cómo salió la gente de allí?

Al parecer una buena porción de gente salió decepcionada. En diferentes grados. Unos más unos menos. Pero en general, se observó frustración. La sensación de que no se sabe hacia dónde se va.

El mensaje de Guaidó reflejó mucha emotividad, poca racionalidad y ninguna dirección.

Nada de extrañar si observamos lo que viene aconteciendo en esta oposición dirigida en términos generales por el conjunto de partidos agrupados en el llamado G4. Y más directamente, por Ramos Allup, Rosales y Leopoldo López.

Uno siente que la maravillosa oportunidad de oro que se nos presentó este año a los venezolanos para dar un cambio radical a los destinos del país y regresar a una senda de progreso, libertad y prosperidad, se nos está escapando como arena que se va entre los dedos.

Que se ha desperdiciado un momento único, la tormenta perfecta. Que esta dirigencia no tiene definitivamente la capacidad de provocar el cambio necesario. Y que por el contrario, además de sus errores estratégicos y tácticos, algunos se están ocupando más de garantizar el futuro de sus vidas y las de los suyos. Sea aquí en Venezuela o en exilios dorados.

Existe hoy por hoy una posibilidad de que en Enero próximo se pierda la Presidencia de la Asamblea Nacional. Es sabido que el hombre del maletín rojo – en realidad son varios – ha convencido a algunos sinverguenzas para torcer sus votos. Ojalá que no ocurra porque sería una catástrofe.

Guaidó viene cayendo en las encuestas. Esto es público. No es guerra del G2 cubano  ni de troles o bots. La confianza la está perdiendo.

El Perfil de Consultores 21 del 3er Trimestre del año muestra, ante la pregunta «¿Quién cree usted que es el Presidente legítimo de Venezuela, Guaidó o Maduro?», que la gente reconoce a Maduro con un 45% y a Guaidó con un 43%. Las curvas se cruzaron.

Hay otros datos alarmantes en esa encuesta, que comentaré en otra oportunidad.

El discurso de Guaidó ya no cala ni convence no porque Guaidó sea mal orador, o porque está expresando mal las ideas. No. El discurso no cala más porque la estrategia de donde proviene ese discurso ha sido y sigue siendo equivocada.

Porque esa estrategia nos lleva a la cohabitación y a la celebración de unas elecciones donde ¡una vez más! perderemos. Porque la gente siente que estos dirigentes volverán a sentarse a negociar con unos tipos que no son unos políticos sino unos criminales. Y que estos últimos volverán a ganar tiempo. Porque negocian para quedarse.

Cualquier negociación – ojo, negociar no es malo per se – debe ser para que salgan, no para que se queden. La estrategia correcta debe subirle el volumen a la construcción de fuerza real. De amenazas creíbles. De tácticas y acciones de confrontación. Y de convocatoria al esfuerzo y a la presión internacional en términos de coalición decidida a remover el régimen criminal que se ha instalado en Venezuela.

En caso contrario, seguiremos entre marchas y contramarchas. Sin capacidad de llegar a una solución real.

 

 

El Marginal

Bernard Horande

En las últimas semanas he tenido la valiosa oportunidad de asistir a varias charlas y conferencias de mi querido y admirado amigo, el Dr. Manuel Barroso.

Manuel es un venezolano de primera línea. Es un experto consultor organizacional de larguísima experiencia, autor de más de diez libros, comprometido en el desarrollo y el crecimiento de las personas y empeñado en un extraordinario plan de transformación cultural del venezolano.

Manuel afirma que en una sociedad, el marginal es aquel individuo que tiene un nivel sumamente bajo de conciencia. Yo concuerdo 100% con ese análisis.

Generalmente se señala como marginales a las personas pobres, a las personas con pocos o nulos recursos económicos. Nada más lejos de la realidad: el ser marginal es un asunto mental, no una situación económica.

Los barrios y las zonas populares de Caracas y de Venezuela en general están llenos de seres con un altísimo nivel de conciencia. Por supuesto, como en todos los estratos de una sociedad, allí también hay marginales. Pero contados.

¿Qué es tener un bajo nivel de conciencia? Pues muy simple: por ejemplo, no tener conciencia sobre sí mismo. No tener principios o valores. No tener límites. No saber lo valioso o productivo o beneficioso que se puede ser para la sociedad.

Ser marginal también es no tener nivel de conciencia sobre el otro. No importarle. Llámese «el otro» su propia pareja. O sus propios hijos. O su propia familia.

Resbalarle lo que ocurre en su entorno. En su comunidad. En su propio edificio o su propia urbanización. Y por ende, no importarle el país donde vive, ni su destino.

¿Era Hitler un marginal? Sin duda alguna. Algunos lo definen como un gran líder. Nada que ver. Líder para mi es quién inspira a otros a emprender proyectos positivos para una sociedad, no quién inspira a otros al crimen.

¿Fue Chávez un marginal? Por supuesto. De marca mayor. Aunque él se autodefinía como «pata en el suelo», realmente nunca fue pobre económicamente hablando. Pero sí mentalmente. Un tipo cuyo mejor proyecto en la vida fue llevar a Venezuela al estado en el que está no puede reflejar sino una mente marginal.

Lo que a Chávez le importaba realmente era él, su «grandeza», su necesidad de hacer historia. Nunca Venezuela. Curiosamente pontificaba sobre «elevar el nivel de conciencia».

Evidentemente, un sujeto que ni propia conciencia tenía, difícilmente estaría en capacidad dar el ejemplo a otros. El resultado quedó a la vista: durante buena parte de estos 20 años el nivel de conciencia no hizo sino descender en grandes capas de la población.

De marginales está lleno el régimen venezolano. Desde Maduro y Diosdado hasta altos cargos militares. Y sus entornos. Sólo piensan en su lucro, en su beneficio personal. No hay conciencia de país. Y menos «del otro».

Ni hablar de los boliburgueses, los bolichicos, los enchufados. Pueden satisfacerse nadando en dinero. Pero son unos lamentables marginales.

Y también algunos políticos de oposición. No sólo dentro de Venezuela, ya plenamente identificados. También fuera. Algunos – a Dios gracias una minoría – han conseguido la manera de pasar estos duros años resolviéndose cómoda y económicamente. Con la excusa engañosa de estar «exilados, salvando el país».

No saldremos bien de esta dura etapa que nos ha tocado transitar a los venezolanos si no atendemos la marginalidad en la que permanecen muchos de nuestros dirigentes, y también muchos de nuestros compatriotas.

Si no comenzamos a tomar conciencia acerca de nuestras responsabilidades para con nosotros mismos, para con los demás y para con el país, nos va a costar mucho superar esta tragedia y afrontar con éxito los retos por venir.

 

 

Todos los Tableros

Bernard Horande

El reciente «acuerdo» firmado entre la narcotiranía venezolana y un grupete de engendros político-partidistas de dudoso proceder, da para hacer unos comentarios sobre las últimas actuaciones de la oposición venezolana.

Lo primero es que este episodio no representa sino el corolario de una equivocada estrategia política seguida por quienes dominan la Asamblea Nacional. El G4.

Esa «estrategia» decidida fue la de jugar «en todos los tableros». Qué bonito suena eso de «todos los tableros», ¿no? Es amplio, atractivo, inclusivo, democrático.

Hasta romántico resulta. Uno se imagina conquistando a una dama, jugando «en todos los tableros» por ella. O esas simultáneas de ajedrez donde un genio logra vencer en «todos los tableros» a sus oponentes.

Además, tiene la gran ventaja de complacer todas las peticiones. Cuando no se logra un consenso o acordar un camino conjunto, lo mejor es irse por la opción de «todos los tableros».

No hay quien no pueda sentirse representado. No importa lo que Usted piense, saldrá premiado. lgual para quien tenga un pensamiento diametralmente opuesto. Todos felices.

El problema es que «todos los tableros» no es una estrategia. Es en el mejor de los casos una sumatoria de estrategias. Probablemente muy distintas entre sí. Un mezclote. Y lo más grave: seguramente unas se van a anular con otras. Por ser opuestas.

Recordando a aquel militar prusiano llamado Carl von Clausewitz, el concepto de estrategia surge como una respuesta a la realidad ineludible de recursos limitados.

Ninguna organización política, económica, social o de cualquier tipo, tiene recursos ilimitados. Por lo tanto, el diseño y escogencia de una estrategia correcta nos ayudará a concentrar los recursos limitados en ciertas acciones determinadas que nos permitirán lograr ventajas competitivas sostenibles.

Es decir, si juego en «todos los tableros», me diluyo. Me anulo. No soy eficiente. Envío mensajes contradictorios. No me muestro coherente.

Cuando adopto una (¡una!) estrategia, me concentro. Me enfoco. Utilizo al máximo mis fortalezas.

Quienes han llevado esta política de «todos los tableros» durante estos meses parece que no se percataron de ello. No es casualidad que nuestro Presidente Encargado Juan Guaidó, quien en el mes de Enero de este año subió como la espuma en popularidad, confianza y apoyo, venga cayendo en los meses sucesivos progresiva, sostenida y sobre todo, lamentablemente.

Si algo tienen nuestros adversarios que siguen en el poder en Venezuela, es que son coherentes. Perversamente coherentes, sí. Son persistentes. Cruelmente persistentes. Envían mensajes claros. Sencillos. Tienen una política. Tienen una estrategia.

No andan jugando en «todos los tableros». Juegan en uno solo. Y juegan duro. Aprietan hasta no poder, hasta ahorcar…. y luego, tácticamente, sueltan un poco.

Mientras tanto, de este lado andamos confundidos en no se sabe cuál estrategia.

Escríbalo: ese acuerdo de malandros firmado en la Casa Amarilla con bombos y platillos, se inscribe dentro de una estrategia.

Nos toca aprender un poco de ellos.

 

El Próspero Mega Cartel de Sao Paulo

Bernard Horande

Dicen que la reunión en Caracas fue un fracaso. Sí, cierto, en asistencia. Pero no en ideas. Perversas todas.

El Foro de Sao Paulo en su reunión de Julio pasado decidió el camino a seguir. El FSP está feliz.

Ve a López Obrador investido como Presidente de Mexico. Ve a Cristina muy cerca de alcanzar el poder en Argentina… por obra y (des)gracia de Macri y de la miopía política de los argentinos.

Ve que hay posibilidades de liberar a Lula en Brasil. Desaparecido Chávez, es importante contar con un líder carismático para el movimiento en Latinoamérica.

Ve que Duque anda cojeando y que Petro podría perfectamente llegar al poder en Colombia a corto plazo. Ve que Evo ganará su enésima presidencia y seguirá su reinado boliviano.

Ve que Maduro resiste más de lo que muchos creían, a pesar de todos los misiles sancionatorios y las amenazas (todavía no suficientemente creíbles) del gigante del norte.

Ve que Cuba, con menos Castros, sigue su curso sin grandes cambios. Hasta dentro de USA se observan signos preocupantes de cómo, crecientemente en ciertos sectores, toma cuerpo la idea socialista.

Y ahora lo de Iván Márquez y el regreso a las montañas.

Qué felicidad.

Todo está planeado. Nada es casual. Lo acordado en Caracas es desestabilizar gobiernos. Crear turbulencias. Causar problemas. Prender la calle. Movilizar. En todos los países de la región.

Ya no se cuenta con el petróleo venezolano. Se sustituye por narcotráfico. Por explotación minera sin contemplaciones. Por terrorismo, vacunas y protección. Por trata de blancas. Por neo-esclavismo. Muchos recursos. Ninguno legal. Es el mega cartel.

Qué prosperidad.

En eso se ha convertido una parte importante de la izquierda latinoamericana. En un cartel criminal, mafioso, delincuencial, inescrupuloso. Con la bendición de Moscú.

Maduro dijo al clausurar la reunión del Foro de Sao Paulo que los dirigentes prófugos de la antigua guerrilla de las FARC eran bienvenidos en Venezuela cuando lo consideraran.

Eso está pasando. Y su tarea es proteger al mega cartel.

Más vale que Trump, Brasil, Colombia y el Grupo de Lima se pongan de verdad las pilas.

 

 

Emilio lo verá

Bernard Horande

Sostengo que es el mejor de todos los tiempos en Venezuela. Y eso que hay buenos. Y finos. Como Laureano.

Nos ha hecho reír por décadas. Su versatilidad es de marca mayor. Cubre un insólito espectro de personajes.

Pero a Emilio Lovera le tocó la lotería. Le diagnosticaron un cáncer.

Sin embargo, el médico, según se cuenta, le dijo: “De ésta no te vas a morir». Y él se convenció.

Y lo venció.

Ya repuesto, quiso de nuevo regresar a los escenarios. A hacer reír a los venezolanos.

Pero nada, los amargados que están de salida le cortaron la posibilidad. Alegaron falta de pago de impuestos.

¡Tamaña paradoja por parte de quienes se han cansado de robar los impuestos de todos nosotros!

Para los países, el humor es parte del sentir de los ciudadanos. Eso que llaman el sentimiento nacional. En las democracias se permite. Y, más aún, se fomenta.

El poder siempre ha sido, es y será un objetivo del humor. Y obviamente, quienes lo ejercen.

Pero a los regímenes autoritarios no les gusta el humor. Les molesta. Su rigidez no admite que la toquen. Porque se astilla. O se quiebra.

Los totalitarismos, como el venezolano, suelen ser malos chistes de la historia.

Ya lo decía el General Soublette: “La república no se perderá porque el pueblo se ría de su gobernante. La república podrá perderse cuando el gobernante se ría de su pueblo”.

Y esto es lo que hacen todos los días estos desalmados: reírse del pueblo venezolano.

No importa. Esto es solamente un tropezón.

El fin de este régimen depredador está cerca. Y Emilio Lovera lo verá.

 

 

¿El USS Maine en La Guaira?

Bernard Horande

Corre el año de 1898. En Cuba, se desarrolla la llamada Guerra de Independencia. La última que los cubanos dan por su independencia contra el dominio español. 

Jose Martí la llama la Guerra Necesaria. De hecho es una de las últimas guerras americanas contra España. Ya hace tiempo que la independencia de España se ha producido en la casi totalidad de las colonias suramericanas.

Antes, en 1897, los Estados Unidos le habían exigido a España reformas para lograr la paz. Su reclamo es que esta guerra afectaba sus intereses.

Es cuando los rebeldes cubanos declaran que ya no es hora para un arreglo pacífico. Afirman que solo se detendrán cuando logren la independencia.

Diversos tipos de manifestaciones se producen en La Habana. Se enfrentan los sectores independentistas y españolistas.

Cabe decir que muchos cubanos influyentes reclaman insistentemente en Washington la intervención estadounidense. El gobierno norteamericano se resiste. A pesar de esto, decide enviar un acorazado de segunda clase a Cuba.

El USS Maine.

Al parecer es más bien una maniobra con fines de intimidación hacia España.

El Maine entra en La Habana el 25 de enero de 1898. No se ha avisado con anterioridad sobre su llegada. En respuesta, el gobierno español decide enviar al puerto de New York el crucero Vizcaya.

De manera sorpresiva, en la noche del 15 de febrero de 1898, el USS Maine explota espectacularmente en el puerto de La Habana.

Tenía 355 tripulantes. Murieron 254 marineros y dos oficiales. Por cosas de la vida, el resto de la oficialidad se encontraba  en ese momento disfrutando de un baile dado en su honor por, irónicamente, las autoridades españolas. 

La prensa amarillista de los Estados Unidos se hace eco inmediatamente del hecho.  Los periódicos de William Randolph Hearst – el New York Journal – y de Joseph Pulitzer – el New York World – dan al hundimiento del Maine una cobertura de primer orden.

Insisten en que el Maine ha sido objeto de una bomba. O de minas. El periódico de Hearst al día siguiente publica: “El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo”.

¿Cómo ha podido ocurrir este hecho?… es la pregunta que todo el mundo se hace.

Se designan dos grupos de investigación: uno por España, otro por los Estados Unidos. Este último insiste que la causa es externa y provocada. Lo contrario la española: la causa es interna. Del propio buque.

Hasta el sol de hoy, las causas reales son un misterio.

Algunas apuntan hacia una explosión provocada por los propios Estados Unidos. Otros que fue autoría de España. Finalmente, en los últimos años, se habla poderosamente de razones accidentales, causadas por sobrecalentamiento de algunas unidades internas del buque.

Lo cierto es que la población estadounidense, dadas las noticias, estalla de indignación.

Estados Unidos acusa a España del hundimiento. Realiza una declaratoria a través de un ultimátum en el que exige a España que se retire de Cuba. España se niega. Considera a Cuba como parte de su propio territorio.

Prácticamente, la solución pacífica ya no es posible.

Pocas semanas después, las tropas de Estados Unidos arriban a Cuba.

Revisando los hechos, la explosión del USS Maine fue el catalizador para que se declarara la llamada Guerra Hispano-Estadounidense.

Por cierto, esta no se limitó a Cuba, sino que se extendió a otras colonias españolas, como Puerto Rico, Filipinas y Guam.

En la política, como en la guerra, suele pasar que algunos hechos sobrevenidos, sorpresivos, improbables o inéditos, desencadenen situaciones impensables.

 

 

¿Quién será el último que apague la luz?

Bernard Horande

¿Qué causó el megapagón?

¿La ineficiencia de quienes quedaron manejando el sistema eléctrico? ¿La falta de mantenimiento que es característica principal de este régimen? ¿Un incendio? ¿La corrupción de miles de millones de dólares? ¿La iguana? ¿El fantasioso sabotaje? ¿Un macabro plan orquestado por el castrismo cubano?

¿O todos los anteriores?

Hoy Venezuela es ejemplo en el mundo. Ejemplo de lo que no hay que hacer con un país. Nuestro caso ya debe estar entrando velozmente en los libros de textos de colegios y universidades.

El perfecto manual para llevar a la quiebra un país inmensamente rico en todos los sentidos.

Probablemente pase algún tiempo hasta que tengamos «la» explicación sobre lo ocurrido con el megapagón. La verdad.

Pero por lo pronto los venezolanos vivimos una de las peores calamidades que sociedad alguna en el mundo moderno podía experimentar.

Los autores de esta catástrofe difícilmente saldrán ilesos. Es cuestión de tiempo. Estos criminales, hoy todavía en el poder, serán (mal)recordados por décadas. Ya han pasado a ocupar parte de las páginas más oscuras de la historia venezolana. Deben recibir un castigo ejemplar.

Mientras tanto, el restablecimiento completo del servició eléctrico en Venezuela es altamente improbable a corto plazo. De eso debemos estar ya alertados. Por supuesto, con el régimen asesino en el poder, menos.

Los venezolanos estamos aguantando una de las más difíciles pruebas que pueblo alguno pueda sufrir en el mundo moderno. Quisiera uno pensar que es el preludio a la solución definitiva. Ojalá.

Una pregunta que está en el tapete es: ¿podemos salir solos de este malandraje enquistado en el poder? La respuesta cada vez más clara es: no.

La otra pregunta es: ¿cuánto tiempo podremos aguantar hasta que se produzca una solución favorable…. o hasta sucumbir? Respuesta: poco tiempo. Cada vez menos.

El pleno apoyo al presidente interino Juan Guaidó sigue adelante. Su predicamento, sus acciones y su comportamiento hacen que el voto de confianza continúe. La hoja de ruta de los tres pasos también está vigente.

Pero justamente por ello se hace imprescindible que no se retrasen acciones que ya parecen absolutamente necesarias.

Una, la invocación del artículo 187, numeral 11 de la Constitución venezolana : «Corresponde a la Asamblea Nacional…. Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país».

A buen entendedor, pocas palabras.

¿Significa que invocarlo puede crear expectativas ante la población? Probablemente sí. ¿Es una solución milagrosa? No. Pero si coincidimos en que solos los venezolanos no podemos salir de este desastre, pues es necesario buscar ayuda.

¿Dónde? Afuera. Porque va siendo cada vez más claro que con la de adentro no podemos contar. Al menos hasta ahora ha sido así.

Estemos claros: si usted desea algo, lo pide. Porque si no lo pide será difícil que por arte de magia le llegue.

La otra acción claramente se refiere a la Responsabilidad de Proteger (R2P o RtoP). Un compromiso apoyado por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas conducente a prevenir el genocidio, crímenes de guerra, limpiezas étnicas y crímenes de lesa humanidad.

Es decir: lo que está pasando en Venezuela hoy mismo.

En este caso, le corresponde a la ONU, y a su Consejo de Seguridad en específico, involucrarse debidamente y de cabeza en el caso venezolano.

Ya sabemos que allí hay países con derecho a veto. Pero adelantar ya el tema allana caminos, define posiciones y cubre instancias necesarias.

Lo cierto es que nos corresponde a nosotros, y al Presidente Guaidó como el representante y vocero que es y que reconocemos, adelantar estas peticiones. Solicitar estas ayudas. Ya.

Antes que logren apagarnos la luz.