Ansiedad y Depresión, para algunos pueden parecer lo mismo pero son enfermedades completamente diferentes. Conoce sus diferencias y cómo evitarlas.

 

“La Depresión son culpas del pasado, mientras que la Ansiedad son miedos del futuro”. Ricardo Ros (Psicólogo).

 

Tanto la ansiedad como la depresión son enfermedades que para quien las padece o ha sufrido, sabe cuánto estos trastornos pueden condicionar sus vidas. Ellas pueden poner en peligro nuestra salud mental e impedirnos llevar una vida normal. De allí la importancia de detectarlas a tiempo y tratar de controlarlas antes de que nos volvamos esclavos de ellas.

Lo primero que debes saber es que ambas pueden ser tratadas y al hacerlo podrás llevar un ritmo de vida normal.

 

¿Cuál es la diferencia entre la Ansiedad y la Depresión?

La Ansiedad surge como una respuesta lógica y necesaria para enfrentarnos a determinados acontecimientos diarios. El problema surge cuando esos estados de alerta se vuelven constantes y se convierten en los protagonistas de nuestra vida.

La Depresión por su parte, se caracteriza por la existencia de una profunda tristeza, existe una pérdida de interés por todo, baja autoestima y disminución de las funciones psíquicas.

Es decir, que mientras que la ansiedad provoca un estado de agitación y activación desmesurado, la depresión provoca lo contrario, un estado negativo de relajación del cuerpo, de desinterés, en donde el que la sufre, no siente ganas de comer, salir, ni de hacer nada. La reacción más común para quien la padece es el aislamiento.

Ambas enfermedades son diferentes, pero una puede desembocar en la otra, por lo que se dice que de la ansiedad a la depresión sólo existe un paso.

 

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¿Puede una persona sufrir de Depresión o Ansiedad y no saberlo?

En ambos casos, cuando la misma es grave, difícilmente, la persona que la padece podría ignorarla o no darse cuenta de su existencia. Cuando ésta es la situación, la persona debe acudir a un especialista para que éste pueda ayudarla a controlar este trastorno. Pero si existen episodios leves o moderados, la persona podrá percatarse de que se siente con algún malestar, o de que ya no es la misma de antes, pero no estará del todo consciente de que lo que tiene es ansiedad o depresión.

 

Síntomas comunes a Ansiedad y Depresión

1.- Pérdida de la capacidad de concentración.

2.- Existencia de vértigo, insomnio y en ocasiones presencia de náuseas.

3.- Disminución de la capacidad de resolver problemas.

4.- Surgimiento de un pensamiento desadaptativo y pérdida de las capacidades de compartir socialmente.

5.- Presencia de estrés.

6.- La atención se centra en uno mismo y se pierde la capacidad de observarnos como inmersos en un todo.

7.- Surgimiento de fobias o trastornos de pánico.

8.- Otros síntomas podrán ser: taquicardia, sudoración.

A pesar de que la depresión produce una sensación de pérdida y la ansiedad una sensación de amenaza, es muy habitual que ambos sentimientos se produzcan al mismo tiempo o aparezcan juntos y es por esta razón que tienden a ser confundidos.

 

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¿Cómo evitar que la Ansiedad o Depresión aparezcan en nuestras vidas?

A continuación te presentamos una serie de recomendaciones para evitar estos trastornos:

1.- Enfoca tus energías en aquellas cosas que puedes cambiar, dejando de lado las que están fuera de tu control.

2.- Practica ejercicios, cuando el cuerpo comienza a realizar actividad física, aumenta el nivel de endorfinas, que son las hormonas que te permiten sentir alegría y actúan en contra de la sensación de dolor.

3.- Mantener una actitud positiva será muy importante. “La verdadera seguridad no radica en tratar de controlarlo todo para evitar los problemas, sino en la confianza interior que nos da saber que, venga lo que venga, sabremos vivirlo con valentía y una actitud positiva”. (Giselle Balido).

4.- Cuenta tus bendiciones. Aún las más pequeñas. Esto te recordará que a pesar de las adversidades siempre existirá una buena razón para vivir.

5.- Busca maneras alternativas de manejar el estrés. Existen muchas formas convencionales de enfrentarlo y equilibrarlo, como lo son: meditación, yoga, ejercicios. Pero también existen otras formas alternativas de controlarlo, tales como: “healthy journeys” (viajes internos en pro de la salud), o la “relajación progresiva”. La importancia de todo radica en que, siempre deberá existir voluntad y compromiso para obtener los mejores resultados.

6.- Expresa tus emociones. Siempre existirán familiares y amigos con los que podrás compartir tus sentimientos. Al hacerlo te quitarán un peso de encima y tu estado anímico mejorará notablemente. Siempre es bueno colocar tus problemas en perspectiva.

7.- Ayudar a otros. Actividades como el voluntariado o asistir a otras personas en dificultades, pueden ayudarte a comprender y aprender nuevos valores. Mejorará tu estado de bienestar y te ayudará a elevar tu autoestima.

8.- Adopta una mascota. Al hacerlo, obtendrás una nueva responsabilidad en tu vida, que te ayudará a dejar de enfocarte en ti y centrar tu atención en ella. Además, los animales proporcionan amor incondicional siempre, por lo que suelen ser muy útiles en momentos depresivos.

9.- Toma nota de las actividades que desarrollas en tu día a día y descubre lo que te hace feliz. Esto te permitirá darte cuenta de las cosas negativas que debes cambiar y de valorar las cosas positivas a las cuales te puedes aferrar y enfocar.

10.- Ríe siempre. Mantener el buen sentido del humor es una acción terapéutica. Tu ánimo aumentará, te ayudará a tener una perspectiva de la vida más sencilla y te alejará de los agobios o problemas.

Una persona puede sufrir de ansiedad, depresión o ambas, por determinados acontecimientos que están ocurriendo en su vida. Muchas veces es indispensable, cuando aparecen en simultáneo, establecer cuál es el trastorno primario para poder evitar o erradicar el secundario. Si sufres de estos trastornos y sientes que no eres capaz de superarlos solo, no dudes en buscar la ayuda de un especialista. Él te ayudará a deshacerte de él y gozar de una mejor calidad de vida.

 

Recuerda: Anticiparte a los problemas sólo puede generarte un impotente estado de ansiedad, ya que no puedes resolver un problema que sólo está en tu cabeza y aún no se ha concretizado. Actúa si tienes la posibilidad de hacerlo para poder cambiar tu situación, de lo contrario, deja ir esa preocupación.

 

 

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