Historias

Luna Lunera: un innovador emprendimiento de cotillón con la fuerza creativa de una madraza

La sanjuanina Yanina Escobar comenzó trabajando hace 10 años en lo que más le gustaba y fue perfeccionándolo hasta convertirlo en una mini PyME sin techo, con talleres presenciales y cursos on line.
domingo, 22 de diciembre de 2019 12:35
domingo, 22 de diciembre de 2019 12:35

Se emociona y contagia alegría con su voz. No guarda sus experiencias ni tips ya que lo que le interesa es ayudar y enseñar. "¿Es fácil emprender? ¿Es fácil emprender siendo mujer?", son algunas de las preguntas que hace a sus alumnas. Es que Yanina Escobar es una emprendedora se podría decir que nata y eso se nota en "Luna Lunera". Al realizar capacitaciones fuera de la provincia, colegas de La Plata, en Buenos Aires, le sugirieron hacer cursos on line de cotillón y sus distintas propuestas para armar la temática de una fiesta. Como todo en su vida, se animó y ahora enseña a personas de todo al país a la par que continúa con las clases presenciales. 

En diálogo con Diario La Provincia SJ, hizo un repaso de su historia. "Hace 10 años compartía una tienda de ropa para niños con mi hermana. Yo vendía mis artesanías ya que siempre me gustó incursionar en ello. Hacía muñecos y portarretratos. Incluso vendía para otras tiendas. Un día, una clienta me propuso hacer un adorno para una torta. Compré los materiales y lo hice. Ahí empezó todo". Tras ello, Yanina asegura que gracias a su actividad siempre contó con su propio dinero, que nunca le faltó porque se las ingeniaba para siempre darle una vuelta a todo.

Así fue como la dueña del salón que alquilaban para la tienda le propuso sumar su arte a su servicio de decoración para eventos y siguió vendiendo cotillón para comercios de Santa Lucia, Rawson y Capital. A su vez, se iba capacitando para aprender más técnicas e incorporar más materiales. También encaró el camino para invertir en herramientas y maquinaria.

Después, cerró el negocio y el taller se trasladó a su departamento. La mesa principal era el lugar en el que sus creaciones tomaban forma en un trabajo tan intenso que tuvo que realizarlo con otra persona que después, se convirtió en su amiga. "Al mudarnos a nuestra casa, mi marido me ayudó a armar el taller en el lugar donde había estado el sereno de la construcción. La mesa principal ya había quedado chica y necesitaba mi espacio. No paré de trabajar para negocios, para eventos particulares y para decoradoras en eventos. Tuve épocas mejores y otras en las que bajaba un poco la demanda pero siempre tuve trabajo. A veces, las jornadas eran tan largas que estaba en el taller de 22 a 6 de la mañana. A esa hora, se levantaba mi marido para ir a trabajar y yo, me acostaba a descansar un rato", confesó.

La vida le dio una nueva y esperada sorpresa. Tras inscribirse con su marido para adoptar, tres hermanitos esperaban por ellos. Mellizas de 2 años y 9 meses y un nene de 4 años pasaron a ser su gran, gran familia. "Entonces, todos me decían que no podría trabajar como antes y tenían razón. Tuve que reorganizarme para sumarlos a ellos a este mundo creativo y también amoldarme a sus necesidades. No fue fácil pero ellos crecieron viendo a su mamá trabajar en su casa y jamás rompieron nada, ni me impidieron terminar un encargue. Siempre les agradezco porque sin ellos no sería posible este crecimiento".

Es que con los chicos más grandes y amoldados a su pasión por crear cotillón, Yanina pudo comenzar a dictar talleres presenciales. Son decenas de mujeres las que ya aprendieron con ella desde técnicas manuales a digitales, a calcular los costos de producción y venta para hacer presupuestos a los clientes. Pero principalmente, las incentiva a ser independientes y jugárselas por ser emprendedoras.

El logo de su emprendimiento sumó a sus tres hijos.

"Gracias a que hice una capacitación en pastelería con Verónica, de Gulubú, decidí que podía enseñar. Ella también sumó mucho porque destacaba mi trabajo cuando veía las fotos en las redes sociales. Integré todos mis saberes de experiencias laborales y capacitaciones ya que es fundamental no dejar de aprender y actualizarse. Tener la mente abierta para poder cambiar ideas y escuchar a los clientes. Yo pasé de recortar todo a mano a llevar a imprimir mis trabajos, porque aprendí diseño gráfico y ahora ya tengo mi propia impresora y todo sale listo de casa", remarcó.

A la par de los talleres que dicta en conjunto con Gulubú, los días sábados o domingos, cuando las mamás tienen un poco más de tiempo libre, también arma sus cursos on line. "Con la cámara y el micrófono del celular, hablo a cámara y explico el paso a paso. Hago tutoriales, detallo listas de materiales y la devolución de mis alumnas es mayor a la que esperaba. Estoy feliz porque ellas pueden hacer el curso en sus tiempos y a su ritmo. Arranqué en noviembre y todo va de maravilla", cuenta. Las alumnas aprenden desde armar una tarjeta digital a decorar un frasco o armar centros de mesa y carteles de las más diversas temáticas.

Para Yanina, que un emprendimiento funcione depende de la voluntad y la disciplina. "Ahora trabajo también para la ambientación de un salón de fiestas, además de mis otros proyectos y esto es posible gracias a la planificación, a decidir qué puedo y que no puedo hacer, a ser prolija y entregar un trabajo a tiempo. Con los clientes hay que ser realistas porque hay gente que te pide algo descargado de Pinterest y es imposible de lograr con los materiales que hay en San Juan y hay otros que tienen un presupuesto acotado, y no por ello no pueden tener la temática que les gusta", explica.

Ahora, y tras lograr la adopción plena de sus tres hijos que están con ellos desde 2016, ya piensa en el 2020 totalmente renovada. "Voy a estrenar las mesas candy en el cumple de las mellizas. Y a su vez con ese trabajo voy a rendir una capacitación. Después, lo ofreceré en alquiler. Estoy siempre pensando en crecer, pensando siempre en que se puede hacer un poquito más", dice feliz.

Quienes quieran sumarse a sus talleres presenciales u on line pueden contactarse al Facebook: Luna Lunera.

   

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