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"En Colombia hay un historicidio sistemático": Gloria Gaitán

Diálogo con la hija del Jorge Eliécer Gaitán.

Gloria Gaitán nos recibe en su casa, vestida de rojo y desde un sillón verde habla pausada. En una esquina se pueden ver fotos de ella con su padre, Jorge Eliécer Gaitán, de su madre, de sus hijas y de los que sobrevivieron a la historia.

Con nostalgia habla de la soledad en la que se encuentran las instalaciones de la Casa Museo de Gaitán y con un sentimiento bien parecido a la rabia recuerda como hace poco un grupo de autodefensas decidió usar el apelativo "Gaitanistas", en lo que para ella es una completa deshonra al legado de su padre, mientras comenta que prepara una demanda a este grupo al margen de la ley, así como al país, por lo que llama el “historicidio colombiano”.

"Colombia es un historicida sistemático. El historicidio es la destrucción de la memoria inmanente e intangible que es la historia. El memoricidio hace referencia a la destrucción de museos, monumentos, bibliotecas y otros elementos físicos, pero el historicidio es el asesinato del elemento fundamental de un pueblo que es su espíritu y que se ha ido heredando de generación en generación".

Un esfuerzo que hoy se ve reflejado en los centros de memoria histórica que en diferentes puntos de nuestra geografía luchan por recuperar la memoria, por darle un nombre a cada uno de los cadáveres encontrados en una fosa común y a los miles que se han llevado los ríos. Un país que comienza a escribir un nuevo capítulo en el que recordar lo que se hizo, cada acto de violencia, cada magnicidio, cada vulneración de los derechos humanos fundamentales, será la garantía mayor de no repetición.

Más que la hija única Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en 1949 y cuya muerte causó uno de los episodios más violentos de la historia de Colombia, Gloria Gaitán ha sido una mujer que le ha seguido la pista de cerca de la historia de nuestro país en sus casi 80 años de vida.

Para ella el conflicto armado colombiano ha pasado por variables políticas y económicas desde su comienzo histórico, pero con una línea roja de violencia que ha estado presente siempre. A principios de siglo, afirma, el conflicto civil se debió a un asunto económico y relacionado con la repartición de la tierra entre campesinos y latifundistas y a una reforma agraria que nunca llegó en las etapas posteriores de la formación de la república.

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El conflicto político comenzó después, cuando se dio inicio a lo que ella define como la persecución del gobierno de Ospina Pérez y de los conocidos como "chulavitas" contra las poblaciones liberales del país, crímenes que fueron sistemáticos y que tuvieron su más sangriento episodio ese 9 de abril de 1948, cuando el caudillo caía asesinado en el centro de Bogotá y en el campo se abría paso una lucha sin cuartel que posteriormente resultaría en la formación de las guerrillas.

Desde una mesa en el fondo, el rostro de Jorge Eliécer Gaitán nos mira sonriente, con la pequeña Gloria en brazos:

"Ha sido una lucha contra la memoria inducida. Mi papá no era liberal, era socialista, lo dijo siempre, pero él consideró que a través del Partido liberal, tomándoselo y expulsando a la oligarquía podría convertirse en el partido del pueblo. Él decía que el hambre no era ni liberal ni conservadora y el 9 de abril el pueblo desconcertado se fue detrás de los enemigos de mi papá. Los contemporáneos de él no lo entendieron, miopes que no entendían el momento histórico, lo que quería mi papá era cambiar el sistema, no los partidos", afirma.

Escéptica con el proceso de paz, explica las razones por las que considera que este proceso es más un desarme y no un proceso de pacificación. "Aquí se está firmando una paz con las FARC, pero aún falta el ELN, las Bacrim y los grupos de autodefensa. No estoy en contra de la paz, sino de un acuerdo que no va a ser la paz y que espero, no vaya a desencadenar una serie de asesinatos a los líderes guerrilleros que se desmovilicen, como ya sucedió en el país", explica.

Pese a su escepticismo y al planteamiento de estos dos temas polémicos en medio del proceso de paz con las FARC, se siente optimista por el devenir político que tendrá para el país este suceso histórico.

"Una revolución no es un cambio de gobierno, de leyes o de economías es un cambio de sistema. Una revolución es una construcción. Hay que cambiar la cultura, porque lo que nos gobierna es la cultura y el gran reto será tener la conciencia política para hacer ese cambio” explica.

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