Néstor Rivero Pérez

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El 9 de abril de 1765 nació en Santa Fe de Bogotá Antonio Nariño y Álvarez, personaje fundamental en el origen de los primeros núcleos que fraguaron la conciencia republicana en el antiguo Virreinato de Nueva Granada y cuyos méritos republicanos concitaron la admiración y estima del propio Libertador Simón Bolívar, quien le expresó consideración y estima. Estuvo asimismo al frente de contingentes patriotas en importantes hechos de armas del período emancipador. Como presidente de Cundinamarca en 1813, brindó su apoyo al entonces brigadier Simón Bolívar, mientras este organizaba su acometida sobre Venezuela, conocida como la Campaña Admirable.

Mente amplia

Nariño, quien poseía una biblioteca de dos mil volúmenes sobre diversos temas -una excepcionalidad para la época- integrará los primeros núcleos de discusión política clandestina que en el virreinato se han de abocar al diseño de proyectos de emancipación frente al régimen colonial establecido por la Península de este lado del Atlántico. De hecho, su primer encarcelamiento, en 1794, tendrá como causa la traducción del francés y publicación -con su imprenta, a la que denominaba La Bagatela- de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.

Dicho documento estaba en la lista del “Index” del Santo Oficio, como lectura prohibida. Su traducción es tenida como la primera versión que de dicho documento se hizo en nuestro continente.

De acuerdo con Leonidas Scárpetta, el héroe santafecino, quien sostuvo comunicación con Francisco de Miranda y el canónigo José de Madariaga, al lado de “Pedro Fermín de Vargas… Caldas, Zea, García del Río, Fernández de Madrid y otros… formará un grupo de pensadores cuya característica predominante es la universalidad” (Leónidas Scárpetta, Diccionario Biográfico, 1878).

En 1821

Nariño, encargado de la Vicepresidencia de la Gran Colombia por el Libertador, presidió con tal carácter en mayo de 1821, el acto de instalación del Congreso de Cúcuta. Por cierto, allí sería víctima de la mezquindad y maledicencia de algunos diputados, quienes pretendieron invalidarlo, al señalar que el Precursor tenía pendiente deudas con las rentas públicas del país, provenientes del tiempo de la Colonia, aduciendo a la vez que Nariño había “permanecido largos años ausente de su patria” (Scárpetta).

Ante lo sorprendente de las acusaciones, el Precursor lastimado, recordando expresiones de Timoleón de Siracusa -a quien el Senado, órgano creado por aquel héroe de la antigüedad, impugnó- responde: “Señores (…) Advertid que todo ciudadano tiene derecho a acusarme; y que al no permitirlo, daríais un golpe a esta misma libertad que me es tan glorioso haberos dado”.

En todo caso, el propio Libertador, quien coincidía con Nariño en su visión del Estado central, manifestó a favor de este, en marzo de 1821, un acto de suprema confianza, cuando le ofrece la Presidencia de la Gran Colombia. Así, Bolívar le escribe: “Si Vuestra Excelencia no quiere ser Presidente, puede indicar otro que lo sea tan dignamente (…) Mi opinión es que el Presidente (de la Gran Colombia) debe ser militar y cundinamarqués” (este último punto excluía a Francisco de Paula Santander, oriundo de Cúcuta).

Sinóptico

Jorge Eliécer Gaitán, “Tribuno del pueblo”

1948

Este día fue asesinado de un balazo en el centro de Bogotá (Colombia), Jorge Eliécer Gaitán, singular orador, litigante y conductor popular como pocas veces conoció el continente suramericano. Gaitán obtiene su título de abogado con honores en 1924, con la tesis “Ideas socialistas en Colombia”. En 1929, como miembro de la Cámara de Representante, al tiempo que esgrimía alegatos jurídicos y políticos en defensa de la masa laboral, introdujo un proyecto de ley de indemnizaciones a las familias de trabajadores de las regiones bananeras enfrentadas a las empresas trasnacionales del ramo, en uno de los conflictos huelgarios de mayor resonancia del siglo XX. En 1933 presentó un proyecto de ley para los campesinos, contemplando el principio “tierra para quien la trabaja”. La trayectoria de Gaitán, su arrastre de masas y el rigor en sus discursos y escritos, le dan proyección nacional, de modo que para 1940 el presidente Eduardo Santos le nombró ministro de Educación. Desde allí Gaitán impulsa un conjunto de reivindicaciones a favor de los sectores más débiles, como campañas de alfabetización, la Gota de leche escolar. El 9 de abril de 1948, a poco de salir de su oficina, Gaitán es abordado por un individuo, Juan Roa Sierra, con quien, según testimonios, nada le vinculaba. Roa le dispara, cayendo Gaitán. Tras esfuerzos de salvarle en una clínica de Bogotá, Gaitán fallece a las dos horas.

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