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José María Rotellar

Sánchez dispara la factura de la deuda pública de los 828 euros por persona a los más de 7.000

La deuda supera los 1,5 billones de euros y se sitúa en septiembre en 1,504 billones de euros de endeudamiento, con casi 350.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez.

La deuda supera los 1,5 billones de euros y se sitúa en septiembre en 1,504 billones de euros de endeudamiento, con casi 350.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez.
Europapress

El presidente Sánchez está empobreciendo a la economía española de manera acelerada. Su política económica, desde que llegó a la presidencia del Gobierno, ha consistido en gastar sin medida como señuelo electoral. Su mandato puede calificarse, por tanto, de una larga campaña electoral en la que no repara en gastos, pues el dinero que derrocha es el de los ciudadanos, a los que no duda en subirles los impuestos para poder continuar con su política frenética de subvenciones e intento de captación de voluntades.

Ya lo hizo con aquellos viernes de febrero de 2019, previos a las elecciones de abril de 2019, donde incrementó el gasto estructural en casi 10.000 millones de euros; lo ha seguido haciendo durante todo su mandato, empleando el coronavirus como excusa, ya que éste debía contemplar sólo gasto coyuntural, pasajero y él lo ha convertido en estructural; y en estos momentos, que esperamos que sean la recta final de su aciago mandato, gastará más desmedidamente todavía, en su afán de intentar mantenerse en la presidencia del Gobierno.

Dejará un país endeudado, sumamente endeudado, con una deuda que sobrepasa, por primera vez, los 1,5 billones de euros, que en porcentaje del PIB también está llevándola a registros no vistos desde hace más de cien años. Dejará una economía maltrecha, sin capacidad de reacción, con la necesidad de realizar un ajuste durísimo para enmendar su desaguisado. Es el fruto de su política económica, que completa, en su error, con subidas de impuestos que merman todavía más la renta disponible de ciudadanos y empresas y, por tanto, que disminuyen las posibilidades de actividad económica y empleo. Sánchez pasará a la Historia como uno de los peores presidentes del Consejo de Ministros y del Gobierno que ha habido en España, porque su legado será desolador, como podemos comprobar en la relación mensual de la evolución de la deuda que nos dejan los datos publicados por el Banco de España.

En septiembre, ha aumentado la deuda en 12.609 millones de euros. La deuda supera los 1,5 billones de euros y se sitúa en septiembre en 1,504 billones de euros de endeudamiento, con casi 350.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez (346.719 millones). De esta forma, la deuda sigue incrementándose en más de 200 millones de euros al día (219,03 millones) -casi 1.500 millones a la semana- desde que gobierna Sánchez. Dicho aumento supera los 400 millones al día en los treinta días de septiembre.

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Fuente: elaboración propia a partir de las notas mensuales de deuda de las AAPP publicadas por el Banco de España

Este grave problema puede poner en peligro a la economía española, tanto por su capacidad para financiarla si el BCE deja de comprar deuda, como por la repercusión de sus intereses en el presupuesto, que mermará recursos para servicios esenciales y que, a su vez, incrementará el gasto.

Esto es especialmente grave en estos momentos de subidas de tipos de interés, que afectarán negativamente a los gastos financieros del sector público, tal y como señalan diversas instituciones, como la AIReF y FUNCAS, por ejemplo.

Esto se vio claramente cuando el BCE anunció que finalizaba sus compras de deuda: la prima de riesgo de España se disparó por el sobreendeudamiento de Sánchez, que obligó al BCE a anunciar un mecanismo para mitigar el incremento de dicha prima de riesgo. Es decir, Sánchez está comprometiendo a la economía española y con el efecto que tiene, por ser la cuarta economía de la zona euro, a la eurozona.

El incremento del gasto es un problema importante, con el déficit estructural, construido sobre un gasto desmedido, que se ha ido consolidando en el tiempo, como principal problema.

Así, sobre la base de unos ingresos coyunturales, se ha ido asumiendo un incremento del gasto anual en el sector público, especialmente en el Gobierno de la nación, que nos lleva a una situación de insostenibilidad.

Este endeudamiento se agravará, pues el proyecto de PGE para 2023 vuelve a sustentarse sobre unos ingresos coyunturales, derivados de la inflación, con mayor crecimiento de gasto, que incrementará el gasto estructural y el déficit estructural.

De esa manera, el déficit estructural español se situará en 2023 cerca de cinco puntos porcentuales sobre el PIB, elemento que señala un grave desequilibrio de la economía española. Déficit estructural que es la gran preocupación de la Comisión Europea. Eso empujará el déficit español al alza, con el incremento del mismo que se prevé en 2023 y años siguientes, tal como estiman todas las instituciones. Sánchez no sólo no rectifica, sino que agrava el endeudamiento de los españoles en el último mes.

La tendencia, así, sigue siendo alcista -y así seguirá mientras siga habiendo déficit, pues la deuda no es más que el sumatorio de los distintos saldos presupuestarios de cada ejercicio- con la aportación de inestabilidad a la economía que ello supone, y para este año, 2022, se prevé un déficit del entorno del 5%.

La deuda supera los 1,5 billones de euros, que supone el 115,49% del PIB español sobre la estimación de crecimiento de PIB nominal del Gobierno a partir del dato de previsto para 2022 en el plan presupuestario (1,302 billones de euros), así como su previsión de déficit en 2022 que aparece en dicho plan (5%), pese a la recaudación extraordinaria que están teniendo derivada de la inflación, que significa que el gasto se está acelerando.

Aunque es obvio que el efecto del denominador derivado del crecimiento del PIB mitigará el cociente, como vemos al utilizar el dato de previsión del año (1,302 billones de euros), sigue siendo muy elevado porcentualmente y, lo que es más preocupante, creciente en valores absolutos.

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Sobre el dato agregado de PIB de los últimos cuatro trimestres, el porcentaje es todavía mayor, situándose en el 119,1%.

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Aunque la previsión de déficit para 2022 es del 5%, eso supone incorporar una mayor deuda en 2022 de 65.435 millones de euros y ha sobrepasado ya dicho objetivo, debería disminuir pro las amortizaciones pendientes, llevando la deuda a 1,493 billones y el endeudamiento sobre el PIB se situará en el 114,1% del PIB, que será todavía mayor si el PIB se queda por debajo de las previsiones y cuando se incorpore la subida salarial retroactiva a los empleados públicos, aunque el PIB nominal, debido a la inflación, es más sencillo que se mantenga en el nivel previsto, no así el crecimiento real sin contar el efecto de los precios. Por tanto, aunque debería bajar algo en valores absolutos por el efecto de las amortizaciones pendientes, cabe el riesgo de que el aumento de gasto suponga un freno a dicho descenso.

De hecho, el plan presupuestario enviado a Bruselas estima una deuda sobre el PIB un punto mayor a esta previsión, un 115,1%, es decir, el gasto prevé un mayor gasto en 13.302 millones de euros (al aplicar ese punto de diferencia sobre la previsión de PIB nominal para 2022 de 1,302 billones de euros).

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Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 346.719 millones de euros. Durante el primer año, aumentó en 38.688 millones, y al cabo cuatro años de mandato el incremento es de casi 350.000 millones de euros.

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Así, si durante el primer año creció la deuda por persona en 828,03 euros, en los cuatro años de mandato de Sánchez la deuda por persona ha aumentado en más de 7.000 euros (7.307 euros, más de ocho veces el incremento del primer año).

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O visto de otra manera: en el primer año, la deuda se incrementaba a un ritmo de 105,99 millones de euros al día. Ahora, tras cuatro años de Gobierno de Sánchez, la deuda crece 219,03 millones de euros cada día.

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De esa forma, nos encontramos con un incremento exponencial del gasto sin haber recuperado el nivel de actividad económica previo a la pandemia (tal y como corrobora Eurostat, ya que España está casi 3 puntos por debajo de su nivel anterior a la pandemia), en un entorno económico complicado, de elevada inflación, siendo muy preocupante la subyacente -la mayor desde hace casi treinta años-, fuertes costes energéticos -que están propagando ese incremento de precios por toda la cadena de valor-, marco macroeconómico irreal, que se está corrigiendo a la baja por expectativas endebles. De hecho, todas las instituciones que realizan predicción rebajan de manera clara las previsiones de crecimiento español, al tiempo que elevan las previsiones de inflación en España. Todo ello está presionando, de nuevo, la prima de riesgo española, sólo mitigada por la herramienta antifragmentación anunciada por el BCE, que estará condicionada a reformas.

Los ciudadanos necesitan que el Gobierno le aligere de cargas, como, por ejemplo, la deflactación del IRPF y la bajada de impuestos, no que los endeuden más.

Es imprescindible, por tanto, reducir el gasto ineficiente, porque es el origen del problema y vuelve insostenible el mantenimiento de la estructura económica con semejante endeudamiento, y devolver a los ciudadanos la recaudación extra que el Gobierno está consiguiendo gracias a la inflación, que asfixia a los españoles, les hace perder poder adquisitivo y les impide llegar a fin de mes y poder competir, en el caso de las empresas, en los mercados. Lo decimos mes tras mes, pero parece caer en saco roto. Después, si no se hace nada, el problema será mayor y los recortes muy duros.

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