Apr 27, 2024 Last Updated 1:46 AM, Apr 27, 2024

A veintidós años del Argentinazo

Escribe Federico Novo Foti

Desde su asunción en 1999 el presidente Fernando De la Rúa (UCR) implementó un fuerte ajuste, profundizando el modelo menemista y llevando al país a la ruina social y económica. El 19 y 20 de diciembre de 2001 la rebelión popular echó al presidente radical, derrotó el plan de ajuste del gobierno y el imperialismo, y golpeó al régimen político basado en el bipartidismo PJ-UCR. Los ecos del Argentinazo siguen sonando.
 
El 1° de diciembre de 2001, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, apareció en cadena nacional para realizar una serie de anuncios. Ante millones, informó las medidas que tomaría el gobierno, en acuerdo con el imperialismo, para sortear la creciente crisis económica y garantizar el pago de la deuda externa: impuso el famoso “corralito” bancario (la imposibilidad de retirar de los bancos más de 250 pesos por semana), la bancarización forzosa de la economía, entre otras medidas que beneficiaban a los bancos y descargaban la crisis sobre los trabajadores y sectores populares. Sus anuncios desataron inmediatamente la bronca popular y profundizaron la crisis política.

Trabajadores, jubilados y ahorristas de clase media se agolparon en las puertas de los bancos. Los “cacerolazos” de protesta se multiplicaron durante las noches en las principales ciudades del país. Los piquetes de desocupados se generalizaron. En las movilizaciones se escuchaba el grito de: “¡piquete y cacerola, la lucha es una sola!”. Obligadas por la crisis y con el objetivo de descomprimir la situación, las centrales sindicales (las CGT -Daer y Moyano- y la CTA) convocaron a una huelga general para el 13 de diciembre. Pero los cacerolazos, piquetes y movilizaciones continuaron desbordando a todas las conducciones.

El 19 de diciembre se generalizaron los saqueos a supermercados en las principales ciudades del país. Ese mismo día, decenas de miles comenzaron a organizarse, especialmente en las barriadas obreras y populares del conurbano bonaerense y de Capital, para rechazar el ajuste con cortes de calles y cacerolazos masivos. La respuesta del gobierno no se hizo esperar y, con el apoyo del PJ, el presidente Fernando De la Rúa (UCR) declaró el “estado de sitio”. La prohibición de reclamar echó más leña al fuego. Espontáneamente decenas de miles se movilizaron a Plaza de Mayo y se enfrentaron con la policía. En la madrugada del 20 de diciembre renunció Cavallo. Pero la movilización y las barricadas para enfrentar la represión policial, a pesar de los treinta y nueve asesinados, continuaron al grito de “¡que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”. Por la tarde, De la Rúa anunció su renuncia, huyendo en helicóptero desde el techo de la Casa Rosada.
El “Argentinazo”, una rebelión obrera y popular espontánea, había triunfado.
 
De la crisis al Argentinazo

Dos años antes, en 1999, la Alianza (UCR/Frepaso) había ganado las elecciones, asumiendo como presidente De la Rúa. La expectativa de la clase trabajadora y sectores populares era enorme, ya que el nuevo presidente prometía terminar con el modelo de ajuste y saqueo del país instaurado por el ex mandatario peronista Carlos Menem. Pero sucedió todo lo contrario. El nuevo gobierno profundizó el modelo menemista. Para 2001, la desocupación ya golpeaba a 2,5 millones de trabajadores (18,3%), y junto con la caída del salario, hundían a 14 millones de personas en la pobreza. En marzo de ese año, De la Rúa nombraría al ex funcionario de la dictadura y del menemismo, Domingo Cavallo, como ministro de Economía.1 Éste recibiría “superpoderes” en el Congreso, con el aval del peronismo, para establecer un acuerdo con el FMI y lanzar su plan fiscal de “déficit cero” para garantizar el pago de la deuda externa. El resultado fue calamitoso: la quiebra de las provincias y el atraso en los pagos de salarios y jubilaciones. En diciembre, los anuncios de un nuevo ajuste y el “corralito”, después de que las multinacionales hubieran fugado miles de millones de dólares, precipitaron los acontecimientos.

La movilización revolucionaria de las masas tumbó al gobierno y su plan de ajuste, obligando al presidente “interino” peronista Adolfo Rodríguez Saá a anunciar el no pago de la deuda externa al FMI, arrancándole más de dos millones de planes sociales para los desocupados y a congelar las tarifas de los servicios públicos privatizados, entre otras medidas. A los pocos días, una nueva marcha a Plaza de Mayo derrocó a Rodríguez Saá. De hecho, cinco presidentes pasaron en poco más de una semana, donde primó el vacío de gobierno. El peronista Eduardo Duhalde, quien asumió a fin de año, estuvo todo el mes de enero al borde de la caída, jaqueado por marchas y reclamos. El Argentinazo puso en crisis el régimen de alternancia bipartidista, con el estallido de la UCR, el quiebre del peronismo y los cuestionamientos al Congreso y la Justicia.

El Argentinazo “congelado”

Duhalde primero y Néstor Kirchner después se dieron a la tarea de “congelar” esa tremenda movilización popular y reconstruir el maltrecho régimen capitalista semicolonial del país. Con mucho esfuerzo lo fueron logrando. Aunque Duhalde debió irse antes, tras la masacre del Puente Pueyrredón, y Kirchner debió adoptar el “doble discurso” para gobernar. Contaron a su favor con una coyuntura económica mundial que subió a valores astronómicos los precios de los bienes que exportaba nuestro país, empezando por la soja.

Con Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner volvieron los políticos patronales corruptos, sus jueces adeptos y los empresarios prebendarios del estado. En 2005, Néstor pagó la deuda externa al FMI. Cristina siguió sus pasos, convirtiéndose en “pagadora serial” de la deuda. También habilitaron nuevas formas de saqueo de nuestros recursos, como la megaminería contaminante. Tras cuatro años de desastre macrista (PRO-UCR), volvió el peronismo con el Frente de Todos y las promesas de Alberto Fernández, Cristina y Sergio Massa de activar la economía, privilegiar a los jubilados por sobre el FMI y “llenar la heladera” de los trabajadores. Nada de eso ocurrió. El reconocimiento de la deuda de Macri y el nuevo acuerdo de ajuste con el FMI fue un golpe contra los trabajadores y los sectores populares. El resultado es una inflación galopante y el aumento de la pobreza. El triunfo del ultraderechista Javier Milei en las elecciones fue resultado del desastre que dejaron los sucesivos gobiernos patronales tras el 2001. Con un discurso “anti casta” política y el “que se vayan todos”, capitalizó la ruptura que existe con peronistas, radicales y macristas. Pero su plan de ajuste de “shock” y de mayor saqueo sólo auguran nuevas frustraciones.

A pesar de todo, los ecos del Argentinazo continúan sonando. En estos veintidós años, los trabajadores, la juventud, las mujeres y el pueblo siguieron luchando, enfrentando medidas de ajuste, saqueo, opresión y contaminación de los gobiernos y el FMI. Ante el anunciado “plan motosierra”, la perspectiva de que surjan nuevas luchas estará a la orden del día y con ellas también la posibilidad de nuevos “Argentinazos”, para terminar con el ajuste y el saqueo, romper con el FMI, para que de una vez por todas “se vayan todos” y logremos un gobierno de los trabajadores y trabajadoras por el socialismo. En esa perspectiva, acompañando cada pelea, intervenimos desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad.   
 
1. Ver la serie “Diciembre de 2001” (Star+), basada en el libro de Miguel Bonasso. “El palacio y la calle”. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2023.



Nuestra corriente y el Argentinazo

Durante el Argentinazo nuestra corriente intervino en los cacerolazos, movilizaciones, piquetes, barricadas y asambleas barriales. Primero, impulsando el “fuera Cavallo y De la Rúa”. Tras la caída del gobierno, planteando un plan de emergencia obrero y popular y una salida de fondo: que gobiernen las y los trabajadores, con consignas como “que gobiernen los trabajadores, las asambleas barriales y la izquierda”.1 Pero la traición de las burocracias sindicales, sumada a la inexperiencia del activismo y la falta de una dirección revolucionaria reconocida por el movimiento de masas, permitieron maniobrar al imperialismo, la burguesía y sus partidos (PJ y UCR) para recomponer el golpeado régimen político, imponer el orden y “congelar” el Argentinazo. Pero hoy, a pesar de todo, la perspectiva es que surjan nuevas luchas y rebeliones que vuelvan a poner a la orden del día las consignas del Argentinazo. Esta vez, para lograr el gobierno de trabajadores será necesaria una nueva dirección revolucionaria, con peso y prestigio entre los trabajadores y luchadores. En esa perspectiva llamamos a fortalecer al sindicalismo combativo y a construir Izquierda Socialista/FIT Unidad.

1.  Ver Correspondencia Internacional N.º 17, enero 2002. Publicación de la UIT-CI.

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