El retorno de los jesuitas: Relación de los sucesos ocurridos en la misión peruana de 1871 a 1875

Contenido

Estudio preliminar

El proceso de retorno de los jesuitas al Perú

El autor

La Relación

Referencias

Historia de la Misión del Perú desde sus comienzos hasta setiembre de 1873

Historia de la Misión del Perú

Capítulo I. Noticias preliminares

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Continúa la historia de la misión peruana desde Setiembre del 72 a Setiembre del 73

Capítulo II. Seminario de Huánuco - Ministerios

Capítulo III. Residencia en Lima

Capítulo IV. Piedad de Lima – Logias de esta capital – Corrupción de la juventud

Capítulo V. Funciones sagradas – Púlpito de Lima

Capítulo VI. Ministerios de los nuestros en Lima

Continúa la historia de la misión peruana desde Setiembre del [18]73 al Setiembre del [18]75

Capítulo I. Residencia de Lima

Capítulo II. Residencia de Huánuco

Capítulo III. Auspicios para el porvenir

Esperanzas de la misión

Capítulo IV. Amigos beneméritos

Capítulo V. Muertes notables

Initium Missionis

Litterae annuae Missionis Peruana [sic]

Excursio in Huanucum

Seminarium Huanucense

Missiones

Missio Huanucensis

Ministeria Operariorum

Residentia Limensis

Difficultates Missionis

Litterae Annuae Missionis Peruanae A Septembre 1872 ad Septembre 1873

Residentia Huanucensis Seminarium

Residentia Nostrorum

Residentia Limensis

Ministeria Limae

Festa Sacra – Pulpitum Limae

Pietas Limana

Logiae Muratorum

Perversio Juventutis

Arequipa

Créditos

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El archivo histórico de la Compañía de Jesús en el Perú brinda su apoyo a la Universidad Antonio Ruiz de Montoya con el fin de rescatar la memoria institucional de la tradición ignaciana en el Perú. Cada libro publicado dentro de la Colección Jesuítica propicia la investigación de fuentes documentales de la misión jesuita peruana, promoviendo así su valor como patrimonio cultural de la nación.

archivo.jesuitas.pe

Estudio preliminar

Adolfo Dominguez, SJ

La obra que se presenta al final de este estudio es la Relación de un jesuita español, el padre Francisco Javier Hernáez. Su texto versa sobre el regreso de los hijos de san Ignacio de Loyola al Perú en el siglo XIX. Como se verá en los siguientes apartados, la Compañía de Jesús se ausentó del país durante cien años porque había sido expulsada de los antiguos territorios de España. Su retorno permanente se logró gracias al auspicio del obispo de Huánuco, monseñor Manuel Teodoro del Valle, quien hizo todas las gestiones necesarias para que los religiosos pudiesen retomar su misión en esta nación. En 1871, el padre general de la Compañía de Jesús, Peter Beckx, destinó a siete jesuitas para que emprendieran el retorno al Perú, quienes trabajarían, principalmente, en el seminario de la diócesis del obispo Del Valle.

El proceso de retorno de los jesuitas al Perú

Luego de que la Compañía de Jesús fuera restaurada en 1814¹, la orden emprendió un progresivo regreso a América. En distintas partes de este continente, como en el Perú, hubo muchas resistencias y restricciones para su retorno. Entre los factores que dificultaban su permanencia en estos territorios, destacaron principalmente dos: las prédicas anticlericales de los liberales y la fuerza –cada vez más importante– de distintas logias masónicas, las cuales rodeaban diferentes ámbitos de poder. Como se verá en el desarrollo de este apartado, ambos grupos se convirtieron en declarados detractores de los jesuitas en el siglo XIX.

Se pueden ver algunas muestras del antijesuitismo decimonónico en algunas frases de políticos liberales de la época. El presidente de Colombia José Hilario López (1849-1853), por ejemplo, llegó a justificar de la siguiente manera su decisión de una segunda expulsión de los hijos de san Ignacio de su país: Todavía nuestra naciente civilización e industria, y nuestras instituciones, no tienen la fuerza bastante para luchar con ventaja en la regeneración social con la influencia letal y corruptora del jesuitismo…². Por su parte, la logia masónica uruguaya manifestaba así su crítica al arribo de la Compañía a su territorio:

Y hoy, que invaden nuestra tierra los malditos hijos de Loyola, confiamos en que la masonería oriental sabrá oponer un dique a esta funesta invasión. Los principios en que está basada la masonería con la antítesis del espíritu absorbente, egoísta y tiránico de la orden de Jesús. Por consiguiente, ella es la sindicada para luchar en primera fila contra la negra invasión³.

El historiador Jeffrey Klaiber SJ comenta que esta hostilidad antijesuítica lindaba con el fanatismo⁴. Un ejemplo claro de ello es que, en 1863, Colombia le declaró la guerra a Ecuador debido, entre otras razones, a que este último país había acogido a los religiosos de la Compañía que habían sido expulsados del territorio colombiano⁵.

La situación en el Perú no era distinta de la del resto de la América hispana. Incluso, en 1855, durante el gobierno del presidente Castilla, se expidió un decreto que prohibía el ingreso de los jesuitas a este territorio. En el oficio del fiscal José Gregorio Paz Soldán, se puede observar la negativa del Estado con respecto a la recepción de la Compañía:

Sabe el Gobierno que muchos de los frailes Jesuitas y de otras órdenes religiosas que últimamente han sido expulsados de Francia, España y otros reinos de Europa, se encaminan en todas direcciones a esta República, en donde, lejos de difundir y enseñar con fruto y edificación de los fieles la sana moral del Evangelio, no servirían probablemente sino para desfigurarla y corromperla con las máximas erróneas de la superstición y con las exageradas doctrinas del ultramontanismo. El Perú no debe acoger en su seno, ni dispensar hospitalidad, bajo la garantía y protección de sus leyes, sino a extranjeros útiles y laboriosos, que le importen, en sus familias, talentos o industria, otros tantos elementos de prosperidad que puedan desarrollarse en provecho de la población, de las ciencias y de las artes […]. Por eso, S.E. el presidente [Castilla] me ha ordenado prevenga a V.S. que si algunos de dichos Religiosos arriban a esta república […] procure suscitar embarazos a su venida por todos los medios posibles […]⁶.

Diez años después, en 1865, esta prohibición se volvió a hacer efectiva por el Congreso de la República del Perú, como se verá en la Relación.

Los grupos masónicos y liberales anticlericales veían con temor que la Iglesia, en el siglo XIX, al igual que en el antiguo régimen, se relacionaba con grupos sociales influyentes de carácter conservador. Estos últimos despreciaban los valores de libertad, positivismo científico y progreso que traía consigo la prédica liberal. Por ello, encontraron aliados en algunos sectores de la Iglesia, que buscaban hacer frente a los avances de ciertos ideales modernos, como el liberalismo político y económico, y las incipientes corrientes socialistas.

Mientras la prédica liberal les hacía frente a los ideales caducos y tradicionales de la iglesia católica, la Compañía de Jesús se refundaba y buscaba regresar a los antiguos territorios donde realizaba su misión. Luego de la restauración de la orden en 1814 por Pío VII, los jesuitas pudieron volver a la península española (1815) y a México (1816), pero no a otros países americanos. En el Perú, se esperaba su inminente retorno en los últimos cuatro años de esa década, pero el proceso de la independencia lo detuvo. Este conllevó, asimismo, el fortalecimiento de los grupos liberales, los cuales veían a la Compañía como una institución promonárquica y prorrománica, que podría provocar retrocesos en la sociedad, que ahora vivía liberada de España. Los jesuitas fueron asociados —de esta manera— a las corrientes más conservadoras y, como asevera Jeffrey Klaiber, no se terminó de comprender su espíritu más pragmático⁷, que se hubiera podido adaptar bastante bien a las nuevas circunstancias.

A pesar de las corrientes anticlericales y, por ende, antijesuíticas de la primera parte del siglo XIX, un pequeño conjunto de religiosos de la Compañía de Jesús pudo llegar a Lima en 1844. Estos arribaron desde Santiago de Chile con la intención de ver si era posible fundar alguna misión. El grupo estaba constituido por los padres Frondá, La Peña, Gomila, Gaudáregui y Colldeforus.

En una carta que se halla en el Archivo Histórico de Loyola, el padre Gomila escribió lo que significó para ese pequeño grupo el inicio del mes de noviembre de 1844 en