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La última palabra de Dolores Vázquez, 20 años después del 'caso Wanninkhof': "Es una pesadilla que aún me viene a la mente en el día a día"

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Quien fue acusada de asesinar a Rocío Wanninkhof y pasó 17 meses en la cárcel concede su primera entrevista en la docuserie de HBO Max 'Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof'

Dolores Vázquez, en una imagen del documental
Dolores Vázquez, en una imagen del documentalHBO

"Hace 20 años lo perdí todo, nunca volveré a ser la misma". Sin ni siquiera mostrar su rostro, la primera frase de Dolores Vázquez ya va abriendo el camino. El de una mujer que entre octubre de 1999 y agosto de 2003 perdió su inocencia, el anonimato, año y medio de libertad y casi la cordura tras el asesinato de Rocío Wanninkhof. Y que, ahora, 20 años después, tiene la última palabra.

"Aunque fue hace 20 años, recuerdo ese día como una pesadilla y me sigue viniendo a la mente en mi día a día", expone a cámara quien fuera acusada sin pruebas de matar a la joven malagueña y ahora es protagonista de la serie documental Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof, que este martes estrena HBO coincidiendo con el lanzamiento de HBO Max en España.

Ese día al que alude Dolores Vázquez es el 9 de octubre de 1999 cuando la vida de Rocío Wanninkhof se cercenó y todos los que lo siguieron hasta que acabó en prisión, fue juzgada y condenada sin pruebas claras a 15 años de prisión en mitad de uno de los juicios más mediático de la historia reciente de nuestro país.

"La cárcel es como las películas y lo que más me impresionó fue cuando me cerraron la puerta, pensé que me moría, me asfixiaba, las horas no pasaban y soñaba con los cerrojos. Me llenaba los oídos de papel higiénico para no escucharlos", relata en su primera entrevista pública en estos 20 años que separan su detención y su actual vida en Betanzos, su localidad natal.

Aunque el paso del tiempo no ha borrado el detalle de la mente de Dolores Vázquez, a quien la Guardia Civil señaló en la investigación como culpable del caso Wanninkhof y detuvo el 7 de septiembre del 2000, "un día normal", mientras su hermana iba a la compra y ella regaba el jardín. "Todo fue muy rápido, me leyeron mis derechos, me metieron en un calabozo y dieron por hecho que yo era culpable. No tenía ni voz, me encendían y me apagaban la luz y no me decían nada. Estaba ida porque sólo podía pensar en mi madre", explica en el documental producido por Unicorn.

Luego llegó el juicio oficial, popular y mediático para quien había sido "amiga íntima" -el eufemismo que sustituía a pareja- de la madre de Rocío, Alicia Hornos, que la acusó de ser la asesina de su hija. "Era tremendamente celosa y posesiva pero no me afectaba porque las niñas [las tres hijas de Alicia] eran todo para mí, como si fueran mías. Eso me hizo generar cariño hacia Alicia porque era muy buena madre, pero por mi parte no hubo un enamoramiento, fue cosa suya".

De hecho, la propia Hornos la reconoce en pantalla como "el gran amor" de su vida y al mismo tiempo como "la asesina" de su hija aunque la Justicia condenó a Tony King a 36 años en 2006 por el asesinato de la joven y de Sonia Carabantes y exculpó a Dolores Vázquez, que aún así pasó 17 meses en prisión. "Siempre he tenido fe en la Justicia pero el día que declaré ante el juez dejé de creer. Me machacaron con que había sido yo, con que había testigos y huellas y con que cuando terminaran conmigo no me iba a creer ni mi abogado", expone.

Justamente él, Pedro Apalategui, sí lo hizo pese a todos los elementos en su contra. De ahí que Dolores Vázquez se refiera a él como "un ángel de la guarda" en mitad de "un calvario" frente al que se derrumba en varias ocasiones en los seis episodios de Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof. "Todo es mentira", repite hasta en tres ocasiones mientras acusa a la Guardia Civil de "fabricar mentiras" y a la sociedad de "no querer ver nunca la verdad" porque "prefiere ver el morbo".

Esa es la declaración de una mujer que llegó a dormir sentada en el water de su celda para "estar sola" y a la que un jurado popular declaró culpable de asesinato. Un veredicto que desestimó la Audiencia Provincial de Málaga, que ordenó repetir el juicio. "Cuando vi el jurado enfrente y les miré uno a uno, me vine abajo. Poner esa responsabilidad en un jurado tan joven me asustaba porque iban a decidir sobre mi vida", explica.

La decisión fue culpable y el aplauso en la sala atronador ante un fallo que se retrasó más de medio día sobre lo previsto: "Con los aplausos tenía pesadillas", Y así volvió a enfrentarse a la cárcel. "Me llamaban de todo: asesina, bollera, lesbiana... cosa que yo nunca me he sentido así. Todo era muy desagradable. Me negaba a llorar ante las reclusas porque si lloras, eres culpable y sino eres una malnacida", cuenta ante la periodista Toñi Moreno, productora ejecutiva de la docuserie.

"Llegué a pensar que no saldría con vida de allí, tenía miedo a que me pusieran algo en la comida y por eso ni comía. Ni siquiera me enfadaba, vomitaba, me ponía enferma. Parte del sufrimiento que yo llevaba dentro en prisión era que culpaba a la prensa porque vendió una imagen de mi que no era yo". Esa imagen era la de una mujer "fría" y "calculadora" dispuesta a vengarse de su ex pareja.

Y es que la condición sexual de Dolores Vázquez, aún menos normalizada a principios de los 2000, jugó un papel clave en todo el proceso. "Mucha gente dice que no he salido del armario nunca, pero no puedo salir cuando no me he sentido 100% lesbiana. No todas las mujeres son lesbianas por tener una relación con una mujer", apunta Vázquez durante uno de los episodios de su caso.

La primera y última palabra de quien perdió todo en apenas unos meses.

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