METROPOLI
ECOS DE VERBENA (XIII)

La Casa del Ataúd, el desconocido predecesor del Edificio Metrópolis

Actualizado

Inaugurado hace exactamente 111 años y convertido en símbolo de la Gran Vía, el espacio sobre el que hoy se levanta estuvo antes ocupado por una construcción de lo más atípica

Imagen de 'La Ilustración Española y Americana', en 1913. MEMORIA DE MADRID.
Imagen de 'La Ilustración Española y Americana', en 1913. MEMORIA DE MADRID.

Con su silueta reluciendo (el dorado de su cúpula está logrado con pan de oro de 24 quilates), el Edificio Metrópolis ha cumplido este mes de enero 111 años desde su inauguración. Convertido hoy en icono de la arquitectura madrileña, fue concebido por los franceses Jules y Raymond Février para la compañía de seguros La Unión y el Fénix.

Mucho antes de que la Victoria alada de Federico Coullaut-Valera coronase su estructura, -antes, incluso, de que la Gran Vía fuese la populosa avenida que hoy conocemos-, un edificio muy distinto ocupó el solar que existía entre las calles de Alcalá y del Caballero de Gracia.

La Casa del Ataúd, así conocida popularmente por la estrechez de su fachada, apenas alcanzaba los cinco metros de longitud. Fue construida en 1851 por encargo de Manuel Sainz de la Calleja y, si desde Alcalá su fachada medía 15 metros, desde Caballero de Gracia no superaba los 14,90.

Cuenta la periodista y escritora María Isabel Gea Ortigas en su Guía visual del Madrid desaparecido que esta construcción estaba compuesta de "un zócalo de cantería. El resto de fábrica de ladrillo en las fachadas, entramados de madera; los paramentos de muros, tabiques y techos guarnecidos y blanqueados, y algunos con empapelado y estuco. Los pavimentos de baldosín y la escalera de madera".

Concebida en su totalidad para el alquiler de habitaciones, la Casa del Ataúd fue derribada cuando comenzó la construcción de la Gran Vía, concebida una de las mayores intervenciones urbanísticas del Madrid de la época. Del aspecto de este edificio hoy apenas quedan algunas pistas en las hemerotecas y el recuerdo de una ciudad que comenzaba a abrirse paso.

Según los datos que se conservan, la puesta en marcha de una de las arterias más transitadas de la capital supuso la demolición de un total de 312 casas. Además, se nivelaron 44 lotes de terreno, se desenlosaron 8856 metros de aceras y se deshicieron más de 20.000 metros cuadrados de empedrado y adoquinado.

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