El océano a la deriva, bajo la lupa en el sector hotelero

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La creación de áreas exclusivas para la protección de grandes regiones marinas y favorecer a […]

La creación de áreas exclusivas para la protección de grandes regiones marinas y favorecer a su recuperación.

Por: Rodrigo Manrique Gómez Pimienta, Director Ejecutivo de IASE México.

«No hay un planeta saludable sin un océano saludable». Peter Thomson, enviado especial de la ONU para los océanos.

Nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido que preocuparnos por la sobrevivencia y bienestar de nuestro entorno como el día de hoy y por consiguiente por nuestra propia existencia; bastaron cerca de ciento cincuenta años de explotación y consumo desmedido —pensando precisamente en que los recursos naturales son infinitos— para llegar a un punto como el actual, que sumado a nuestras preocupaciones políticas, económicas, diplomáticas, etcétera, tenemos ahora una «nueva» y enorme, la de que hemos puesto en vilo nuestra propia existencia como civilización.

El pasado 25 de junio se celebró en Lisboa la Conferencia sobre los Océanos de la ONU con una consigna que se viene acarreando desde hace muchos años: la creación de áreas exclusivas para la protección de grandes regiones marinas y con ello favorecer a su recuperación, así como el término de subsidios que fomentan la sobreexplotación y pesca ilegal. 

Y es que actualmente 85 por ciento de la pesca está sobreexplotada, y de no actuar con contundencia, se podría perder la mitad de las especies marinas para 2100. Un mar despoblado para fin de siglo. Del lado humano: 3 500 millones de personas dependen de los océanos y 120 millones dependen laboralmente de ellos. También en la cumbre predominó la urgencia de proteger estos cuerpos de agua por su vínculo directo con el funcionamiento y regulación del clima, como su labor en la captura de hasta 25 por ciento del CO2;sin embargo, esto también crea un círculo vicioso, pues mientras haya mayor captura de CO2,mayor es la acidificación del océanos, lo que afecta a la biodiversidad y otros ciclos bioquímicos. La acidificación marina rompió récord en 2021.

El problema no es menor y con el tiempo se multiplica, pues aunque estas cumbres insisten y se repiten con el ánimo de resolver estos conflictos, son aún insuficientes los esfuerzos y la voluntad de los países y se está muy lejos de buscar algunas conciliaciones. Como ocurre con el conflicto en torno a la crisis climática, no basta con la acción de los gobiernos, se requiere del esfuerzo de la sociedad civil y el aparato económico en las empresas, desde las más pequeñas como las grandes organizaciones. 

El 80 por ciento de las aguas residuales de restaurantes, hoteles y otros sectores de la industria se vierten al mar sin mayores regulaciones. Se debe adoptar de inmediato una economía circular que cambie el desperdicio por el tratamiento de residuos, abandonar prácticas infames como la pesca de arrastre y respetar las vedas, tanto el productor como el consumidor, pues de ello depende la recuperación de las especies y evita su extinción. Basta con extraer o terminar con los manglares para estar a merced de tormentas y huracanes. Es así de sencillo. 

Por ello, el simple conocimiento de esto podría llevarnos a valorar y procurar los servicios ambientales de los litorales y océanos, que son inmensos. 

La educación es la clave para actuar, conocer lleva a actuar. Desde las grandes acciones en las empresas se debe priorizar la conservación del entorno tomando como base los criterios ESG para atacar de raíz la problemática, y también en las pequeñas acciones, siendo consumidores responsables y procurar la educación de nuestros hijos. A fin de cuentas, el futuro estará en sus manos.