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-1- UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES CON ÉNFASIS EN ESTUDIOS REGIONALES TESIS LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD SOCIOTERRITORIAL TRAS EL DESPLAZAMIENTO PROVOCADO POR LA PRESA PICACHOS. EL CASO DEL NUEVO SAN MARCOS QUE PARA OBTENER EL GRADO EN MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES CON ÉNFASIS EN ESTUDIOS REGIONALES PRESENTA: SIBELY CAÑEDO CÁZAREZ DIRECTOR DE TESIS DR. JUAN MANUEL MENDOZA GUERRERO MAZATLÁN, SINALOA; NOVIEMBRE 2012 -2- Agradecimientos El resultado del esfuerzo desplegado en estas páginas no hubiera sido posible, sin el respaldo y solidaridad de muchas personas e instituciones, a quienes deseo expresar mis más sinceros agradecimientos: A mi familia, en especial a mi madre, Altagracia Cázarez, por su amor y apoyo incondicional, al igual que a mi padre, Roberto Cañedo, y hermanos. A todas las personas que hicieron posible mi trabajo de campo en la comunidad del Nuevo San Marcos, a todos aquellos que de forma tan amable cedieron su tiempo y espacio para facilitarme la realización de este trabajo. En especial a la señora Francisca Valle, a su hija Refugio Medina y a María Ascensión Moreno Enciso, quienes fueron excelentes guías en el proceso de conocer a la comunidad de estudio. A Atilano Román Tirado, líder del movimiento de los desplazados de la presa Picachos, pues sin su ayuda no hubiera podido acceder a la información necesaria para este proyecto. De igual forma, quiero agradecer al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), por el soporte económico otorgado a lo largo del ciclo escolar 2010-2012. Al igual que a la Universidad Autónoma de Sinaloa, cuyo reconocimiento y apoyo institucional favorecieron de forma muy importante la elaboración de esta tesis. -3- Índice Introducción ……………………………………………………………………………. 6 Capítulo I Teorías sobre Cultura, Identidad y Territorio ……………………….23 I.1 El concepto de cultura a través del tiempo ………………………………….….23 I.2 Los estudios culturales y el nuevo campo para la resistencia………………..30 I.3 La construcción permanente de la identidad ………………………………….35 I.4 La discusión posmoderna: identidades localizadas en la globalización……..40 I.5 El territorio y sus lazos con la identidad …………………………………...……44 I.6 Desplazamiento involuntario: una revisión teórica ……………………………..53 Capítulo II Grandes represas: de la región a la discusión global …………… 63 II.1 Las represas: una perspectiva de costos-beneficios …………………………..73 II.2 Los desplazamientos por presas en el mundo subdesarrollado ………………77 II.3 Presas y exclusión social: la experiencia mexicana ……………………………81 II.3.1.- Sinaloa: largo recorrido, poco aprendizaje …………………………………. 89 II.3.2.- Picachos”: un precedente de resistencia en el sur de Sinaloa ……………95 Capítulo III El viejo San Marcos en la memoria colectiva: de la nostalgia y el territorio perdido ……………………………………………………………………. 101 III.1 Sobre la fundación de los pueblos ……………………………………………...102 III.2 Patrones de asentamiento: la apropiación y valoración del territorio ……….113 -4- III.3 El desarrollo agrícola: esplendor y declive de los cañaverales …………….118 III.4 La vida: un ciclo de festividades ………………….……………………………130 III.5 El conflicto y el terror: “Ellos eran agraristas; nosotros éramos dorados”…143 CAPÍTULO IV. El conflicto como modelador de identidades…………………..161 IV. 1 El conflicto: condicionante de procesos socioculturales e identitarios…..…169 IV. 2 El conflicto y el cambio en las representaciones sociales de género …….202 IV. 3 Los medios de comunicación en el siglo XXI y la memoria colectiva …….208 CAPÍTULO V. El Nuevo San Marcos: la transición …………………………..215 V. 1 El Nuevo San Marcos, la tierra prometida entre lo rural y lo suburbano …218 V.2 Violencia y conflicto: parte estructural del reasentamiento………………….233 V.3 El viejo San Marcos se niega a morir: la otra resistencia …………………..246 V. 4 25 de Abril: un santo, dos celebraciones …………………………………….252 Conclusiones …………………………………………………………………………263 Bibliografía y referencias ………………………………………………………..…274 Anexos ………………………………………………………………………………. 280 -5- INTRODUCCIÓN La frontera entre las migraciones forzadas y las voluntarias no es una línea divisoria perfectamente cartografiable. Más bien se traza sobre un terreno difuso y poroso, en el que no caben las definiciones absolutas. El cruce de múltiples factores, que intervienen tanto a nivel individual como colectivo para decidir migrar, provoca que no siempre sea una tarea fácil determinar el grado de voluntariedad cuando se cambia el lugar de residencia o qué tan fuertes son los elementos que obligan a la movilización. Parece obvio que entre las migraciones forzadas y las no forzadas, las condiciones en que se toma la decisión de migrar y los elementos de coacción presentes en cada caso bastarían para señalar tajantemente de qué tipo de migración se trata. Sin embargo, en el terreno empírico el asunto se complica (Osorio, 2008: 162). Dentro del campo de las migraciones forzadas, se abre un abanico amplio de conceptos y modalidades atendiendo sobre todo a las causas del fenómeno, lo cual evidencia la relación compleja y contradictoria que puede presentarse entre el abordaje teórico y el trabajo de campo a la hora de intentar una clasificación infalible. De esa dificultad se han derivado esfuerzos teóricos por ordenar las distintas modalidades dentro de la movilidad forzada. La investigadora francesa LassaillyJacob propone dos grupos de migrantes: los migrantes forzados y los desplazados. Ambos experimentan “circunstancias de coacción y un reducido margen de libre arbitrio” (Lassailly-Jacob, citada por Osorio, 2008: 158). Por una parte están los migrantes forzados quienes se mueven con la posibilidad de una elección débil y una frágil capacidad de iniciativa, frente al tiempo de salida y a su destinación. Ellos huyen de la amenaza a la seguridad o dejan un medio cuyos recursos no son suficientes para asegurar su vida. Por -6- otra parte, están los desplazados, quienes son objeto de una presión o coacción implacable sobre la cual ellos no han tomado o no pueden tomar ninguna decisión. Estos incluyen las personas transferidas por proyectos de infraestructura, los redistribuidos, los reagrupados, los expulsados o deportados por decisión política y también las víctimas de catástrofes de origen natural o humano. La diferenciación de estas dos categorías, migrantes forzados y desplazados, está en los matices de las condiciones e iniciativas en las que se decide en medio de una presión o coacción (Ibid). Podemos observar que la variable principal es la situación que obliga a migrar y el grado de alternativas que pueden ejercer las personas en situación de movilidad forzosa. Se destaca en la tipología una visión amplia del fenómeno migratorio no voluntario al abarcar un amplio registro de causalidades. En el desplazamiento se pone el énfasis sobre la contundencia del factor de expulsión, que no deja lugar a otras alternativas, como puede ser la acción directa de grupos armados en un conflicto bélico. Pero también se incluyen circunstancias intempestivas como los desastres naturales (huracanes, tsunamis, sequías, hambrunas, por decir sólo algunos) y los proyectos de desarrollo en aras del bien común, que si bien pudieran tener algún grado de planificación al tratarse de proyectos ejecutados por representantes del Estado, las bases de datos dan cuenta de efectos devastadores y de un grado de coerción alto para los pobladores afectados al ejercer apenas un mínimo de influencia sobre su propio destino. 1 Cabe mencionar que el “desarrollo” no había sido tomado en cuenta como elemento de coacción en las migraciones hasta mediados de los años ochenta, cuando el antropólogo Michael M. Cernea (1996) elaboró un manual para el Banco 1 Para dar idea de la complejidad de dilucidar las causas de una migración forzada, se puede comentar que incluso en los llamados desastres naturales en muchas ocasiones suele no ser tan claro que la tragedia sea sólo obra de la Naturaleza o si intervienen factores estrictamente humanos, como la corrupción, la fallida planificación urbana y la negligencia gubernamental. -7- Mundial con el fin de dirigir de forma más equitativa los reasentamientos involuntarios provocados por grandes obras de infraestructura. Sin embargo, los macroproyectos de desarrollo como causa de desplazamiento han sido con frecuencia objeto de discusión al adjudicar esa categoría a los flujos migratorios provocados por conflictos armados. Según María Teresa Uribe (2001), se levantan así dos grandes visiones sobre el desplazamiento, una incluyente y la otra restrictiva. Antes de que surgiera en la escena global la categoría de desplazados, los esfuerzos institucionales se avocaban a la atención y estudio de los refugiados, cuyo estatuto se encuentra en vigor desde 1951 como respuesta a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en términos de movilización de poblaciones y de asilo político entre las naciones.2 No obstante, al término de la Guerra Fría, se hicieron más notorios los devastadores efectos de las guerras civiles, no únicamente expresados en número de muertos, sino en la desaparición y dispersión de comunidades enteras sin traspasar las fronteras nacionales, por lo que se hizo necesario el surgimiento de una nueva categoría social, la de desplazados internos. Ante las exigencias de que los gobiernos y otros actores involucrados tomaran parte en su responsabilidad y se fomentaran estrategias de ayuda humanitaria desde el ámbito global, surgieron los Principios Rectores del Desplazamiento como iniciativa de la Organización de las 2 El Estatuto de los Refugiados emerge como respuesta a una problemática heredada de las dos guerras mundiales, donde el conflicto bélico portaba el rostro de los Estados nacionales, por lo que en esta categoría —la de refugiados— se incluyen las personas que en la búsqueda de su seguridad personal y la de su familia atraviesan las fronteras de su país en busca de ayuda. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 constituye la fundación de la protección internacional de los refugiados. La Convención define quién es un refugiado y establece una serie de derechos de los refugiados además de las obligaciones de los Estados. Disponible en Internet: http://www.acnur.org/t3/el-acnur/historia-del-acnur/la-convencion-de-1951/. Fecha de consulta 13/06/2012. -8- Naciones Unidas (ONU) y se publicaron en el año de 1998. El drama de la guerra y la intención de ayudar a sus víctimas marcaron el espíritu del documento; sin embargo, la discusión se tornaría más cerrada a la hora de decidir a quién se le debía de llamar desplazado interno y en qué medida se insertan las víctimas del progreso o del desarrollo en esta denominación. Para algunos, éstos eran exclusivamente los que habían abandonado su hogar debido a los conflictos y a la persecución, es decir, personas que podrían considerarse refugiadas si hubieran cruzado una frontera. Otros pensaban que también debían incluirse en ese concepto a los desplazados por las catástrofes naturales y los proyectos de desarrollo. Al final, se eligió la definición más amplia, ya que se reconoció que esas personas también se habían desplazado de forma involuntaria y que sus derechos humanos y su seguridad estaban amenazados.3 A pesar de que los principios rectores abarcan una concepción incluyente del desplazamiento, al considerar causas como el cambio climático y los proyectos de desarrollo, muchos autores defienden la visión restrictiva del concepto de desplazado, que para ellos sólo hace referencia a aquellos afectados por conflictos bélicos y no a los movimientos poblacionales causados por obras de desarrollo o por efectos del cambio climático. Para esta última categoría, se echa mano en numerosos textos académicos de las nociones de reubicación, reasentamiento, relocalización, desalojo, entre otras, dejando la de desplazamiento para la movilidad ocasionada por guerras dentro de los límites nacionales. No obstante, el vocablo displacement en inglés conserva cierta neutralidad y se aplica de forma más generalizada en su acepción de cambio de un lugar a otro, lo que contribuye a la confusión terminológica pues se traduce sencillamente como desplazamiento. 3 Cohen, Roberta y Deng, Francis (2008). “Diez años de los principios rectores. Orígenes y desafíos”. España, Revista Migraciones Forzadas, diciembre, n° 10. Centro de Estudios sobre Refugiados. -9- Sin embargo, las investigaciones en la primera década del siglo XXI en Colombia han encontrado una fuerte relación entre los planes geoestratégicos de desarrollo y los desplazamientos mediante el uso de la violencia.4 La referencia es sólo para demostrar cuán delgada puede ser la barrera entre una causalidad y otra, así como variables pueden resultar las circunstancias colectivas y particulares de un desplazamiento de población. El componente de violencia, en el sentido de una coacción total sobre la cual no hay alternativa posible, parece ser lo que determina el fundamento para categorizar al desplazado. Para una importante corriente de investigadores, la noción de desplazado muestra un mínimo fragmento de la dolorosa realidad de quienes padecen esta situación, y sugieren la de destierro, desarraigo o la condición de apátridas de facto, por decir los más citados; no obstante, es el desplazamiento el concepto que acompaña con mayor frecuencia a la migración involuntaria provocada por causas de fuerza mayor. La vasta gama de conceptos y asignaciones para la migración forzada y en especial para el desplazamiento se encuentra atrapada en un torbellino de discusiones no resueltas. Sin embargo, para efectos de esta investigación, se considerará desplazados por el desarrollo a aquellas personas que se hayan visto forzadas a perder sus tierras, sus comunidades y su estilo de vida bajo la justificación de un bien común superior y que no cuentan con la capacidad de cambiar la política pública o de Estado sobre esa determinación. Lo anterior en consideración al componente de coacción sobre el cual no es posible modificar el curso de las obras 4 Zapata, Myriam (2011). “Planes geoestratégicos, despojamiento y representaciones sociales del desplazamiento forzado en Colombia”. En Palacios, Juan Manuel (compilador). Planes geoestratégicos, desplazamientos y migraciones forzadas en el área del proyecto de desarrollo e integración de Mesoamérica. Colombia, Ed. Universidad de Antioquia, p.341. - 10 - de infraestructura una vez que el Estado ha desplegado todo su aparato burocrático y represivo para tal fin. También es necesario asentar la diferencia entre este tipo de desalojo involuntario y el desplazamiento forzado por la guerra, que crea representaciones sociales diferentes y tiene implicaciones distintas en el tejido social y en la reconstrucción de identidades. El trasplante de una población hacia un nuevo territorio, en especial en el caso de las represas que significa el “ahogamiento” de los pueblos previamente valorizados y apropiados, requiere políticas integrales de atención susceptibles de ser llevadas a cabo en el largo plazo, ya que el retorno por obvias razones en la mayoría de los casos no es posible y se necesita, por lo tanto, una reconstrucción de las identidades y sus referentes geosimbólicos y territoriales en contextos reconstruidos. Dentro de los principios rectores, se establecen tres alternativas para los desplazados una vez que se ha presentado el desplazamiento: el retorno, el reasentamiento y la reintegración, que se refieren específicamente a la fase del fenómeno en que las personas desplazadas se encuentran en busca de su reinserción en la sociedad o de la recuperación de su modo de vida. En este trabajo nos referiremos al reasentamiento, la reubicación o relocalización para hablar del traslado físico y procesos de adaptación y urbanización en los nuevos espacios cuyo fin es el de remplazar los pueblos originales. Mientras, se utilizará el concepto de desplazamiento para dar cuenta del fenómeno visto desde una óptica más amplia, que se manifiesta de acuerdo a la definición de Cernea (1980), “como una desarticulación de los patrones sociales de existencia”, pero más allá de ello como una forma en que los sujetos sociales pierden su lugar en el mundo tanto físico como - 11 - social. Por tanto, es la condición de quedar desconectado de los vínculos territoriales y comunales que le dan sentido a la propia vida. Otro debate incipiente es sobre la periodicidad del desplazamiento, sobre si ésta es una situación temporal o permanente; y si es sólo momentánea ¿cuándo se deja de ser un desplazado? Es una pregunta difícil de responder por la inmensa combinación de condiciones y características que se presentan en los casos particulares. En el caso de los éxodos a causa de la guerra, el retorno y la restitución de tierras es una alternativa, que aunque bastante compleja, permanece plausible en las esperanzas y en las perspectivas hacia el futuro de los desplazados. Situación que no ocurre en el caso de los desplazados por proyectos de infraestructura que destruyen el territorio tal como lo recuerdan los pobladores desde su subjetividad o simplemente es ocupado por moderna infraestructura. En este caso el retorno es imposible con excepción del imaginario colectivo. Abundan anécdotas en América Latina en que los habitantes de pueblos hundidos por el embalse de una represa regresan constantemente a observar el espacio donde se hallaban sus comunidades y viviendas, especialmente en tiempos de severas sequías en los que el nivel del agua desciende lo suficiente como para observar algunas estructuras, normalmente la iglesia o los panteones, lo que habla de un sentimiento de apego distinto al que se relaciona con otro tipo de desplazamientos en que el retorno es posible. Dentro de esta serie de discusiones, se inscribe el desplazamiento provocado por la presa Picachos que obligó a la reubicación de seis pueblos ubicados en el límite de los municipios de Mazatlán y Concordia, en el sur del estado de Sinaloa en el año de 2009. Para muchos no posee el carácter de una migración forzada debido - 12 - a la existencia de un supuesto consenso y a la capacidad de los habitantes para negociar con el gobierno sobre las condiciones del proyecto. Como ya se había asentado, la línea entre las migraciones forzadas y las voluntarias es un tanto difusa. En este caso, la supuesta negociación no se lleva a cabo entre partes iguales y se fundamenta sobre la base del poder político de los agentes del Estado, quienes haciendo uso (o abuso) de su autoridad, implementan diversas estrategias para imponer una obra bajo la bandera de un bienestar público. Para los comuneros de la presa Picachos el margen de negociación, nulo al principio, se amplió después — aunque sólo con el movimiento social de protesta— a las condiciones y términos de las indemnizaciones y compensaciones materiales en los nuevos pueblos, que servirían para transferir a las poblaciones despojadas de sus territorios. En estos intrincados matices se puede decir que, en manos de los desplazados nunca se depositó el poder de decisión sobre la propia obra, es decir, ésta se iba a realizar a cualquier costo según se advertía en el discurso de las autoridades. Y es que la presa Picachos representaba para los gobiernos federal y estatal en turno una obra de gran proyección, largamente acariciada por administraciones anteriores, así como una promesa de desarrollo para el sector productivo y para miles de habitantes de la región. La presa Picachos constituye sólo la primera parte del proyecto hidráulico Baluarte-Presidio, que junto con la presa Santa María en el municipio de Rosario, ofrece el despegue de la economía local. De acuerdo a algunos testimonios, en la década de los cincuenta se realizaron los primeros estudios topográficos en la sierra del poblado de San Marcos para determinar la - 13 - ubicación de la presa Picachos, pero por los altos costos y las trabas burocráticas el proyecto se estancó sexenio tras sexenio hasta llegar al nuevo siglo. Siendo Sinaloa el bastión agrícola del país, con un impresionante desarrollo a través de la infraestructura hidráulica sobre todo en el norte y centro del estado, la ausencia de grandes represas en la región sur era motivo de un añejo reclamo. Cuando se reactivó el proyecto de la presa Picachos se convirtió en un discurso de esperanza para agricultores y ciudadanos que veían en esta obra beneficios sin precedentes para la región. “Ha llegado la hora del sur”, se ha repetido una y otra vez en los discursos de gobernantes y legisladores para dar realce a sus promesas de campaña cuando la construcción de la magna obra hidráulica pasaba de las palabras a los hechos. El gobierno se encargó desde un inicio de ensalzar las bondades económicas del proyecto: dotar de agua a Mazatlán por lo menos hasta el 2035; incorporar 22 mil 500 hectáreas al sistema de riego para beneficio de mil 800 productores; proteger de las inundaciones a 19 mil 300 habitantes, así como la posibilidad de generar energía eléctrica y actividades recreativas y deportivas para su explotación económica. Pero al mismo tiempo se abocó a minimizar los impactos al medio ambiente, así como las afectaciones sociales y culturales, como la desaparición de seis comunidades con al menos 200 años de historia y tradiciones: San Marcos, La Puerta de San Marcos, Los Copales y El Placer, en el municipio de Mazatlán; y Casas Viejas y Las Iguanas en el municipio de Concordia. Los terrenos donde se levantó la cortina, con una altura máxima de 62 metros, pertenecen a tierras de uso común de acuerdo al Registro Agrario Nacional, cuya - 14 - resolución se publicó en el Diario Oficial de la Federación con fecha del 22 de diciembre de 1975. Son 253 comuneros los que aparecen como dueños del polígono que abarca una superficie de poco más de diez mil hectáreas, la mayoría originarios de San Marcos.5 Las irregularidades en que incurrieron las autoridades al no contar con un decreto de expropiación ni un convenio de desocupación para el inicio del proyecto, así como la falta de claridad en el esquema de compensaciones monetarias, hicieron que los costos se dispararan tanto en lo económico, como en lo social, desatando el estrés colectivo y una acción de resistencia, que aún continúa en sus demandas. El conflicto marcó la obra desde su inicio en febrero de 2006, cuando los comuneros encabezaron las protestas contra la represa y tomaron la cortina impidiendo el avance de los trabajos, en exigencia de mejores indemnizaciones ya que los primeros pagos, aseguraban los inconformes, se habían realizado muy por debajo de su valor real si se tomaban en cuenta los bienes comunes y además en un ambiente de amenazas y engaños, de acuerdo a los numerosos testimonios recabados.6 El movimiento desde entonces ha protagonizado un sinnúmero de marchas, plantones, tomas y manifestaciones para llamar la atención de la sociedad 5 Los datos anteriores provienen del Registro Agrario Nacional y forman parte de la respuesta a una solicitud de información realizada el 1 de junio de 2012, con el folio 1511100014612, con fundamento en los artículos 28 fracción IV y 41 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental. Oficio: RAN/DGTCD/369/2012. 6 Poco después del banderazo para la construcción de la presa Picachos, en febrero del 2006, la Comisión Nacional del Agua (CNA) emitió un comunicado donde se informó que el costo total de la obra, considerando afectaciones, accesos y obras complementarias sería de 2 mil 572 millones de pesos, lo cual habla de un sobrecosto importante, ya que en el mes de abril del presente año, según declaraciones del actual gobernador Mario López Valdez, el gobierno estatal ha erogado 830 millones de pesos tan solo en indemnizaciones. Sin contar que el paradero de esos recursos podría ser objeto de investigación, ya que los comuneros aseguran no haber recibido aún la totalidad de las compensaciones económicas. - 15 - civil y de las autoridades, a quienes exigen pueblos dignos, proyectos productivos y justas indemnizaciones. La obra se terminó de construir tres años después, lo que significó el desalojo de los pueblos y su traslado a nuevos asentamientos construidos más como un requisito técnico, complemento de la presa, que como un hábitat para los pobladores afectados. La reubicación se convirtió en un evento traumático en la memoria colectiva de las comunidades por el grado de incertidumbre con que se llevó a cabo todo el proceso, lo que hizo que las acciones del movimiento se radicalizaran y se proyectaran a nivel nacional a través de los medios de difusión masiva. En este contexto conflictivo, los habitantes desplazados intentan edificar no sólo los nuevos espacios para la subsistencia o la reubicación física, sino la preservación de su identidad, un proceso acumulativo de las vivencias de sus antepasados durante décadas y generaciones que arroparon el sentido de pertenencia a una comunidad y a un territorio delimitado. A este conglomerado de significados y símbolos, ya de por sí trascendentes, es necesario sumar la experiencia de cada individuo a lo largo de su vida. En la búsqueda de preservar su identidad cultural, su manera de ser y de ver las cosas, los desplazados cargaron consigo tejas, canceles, puertas y todo lo que significara proteger la memoria y los enlace afectivamente a sus recuerdos, acciones que perpetraron en los momentos en que desmantelaban las casas que habitaron durante años. En la coyuntura de la reubicación, periodo que abarca el presente estudio, la adscripción identitaria territorial cobra mayor vigor, y se puede observar el cambio de - 16 - percepción de una identidad “sanmarqueña” a una nueva identidad de resistencia conocida como “Los Picachos”, surgida de la lucha colectiva y que funciona como modelador en la reconstrucción de la identidad socioterritorial. El desplazamiento está intrínsecamente ligado a una acción de despojo, que además de contar con sus referentes objetivos tiene un componente subjetivado que no puede soslayarse y que se imprime en la memoria colectiva de las comunidades, la cual servirá como hilo conductor y como una suerte de ventana abierta al proceso de formación de identidades en la tesis que aquí se presenta. La hipótesis de trabajo en la presente investigación es que el desplazamiento causado por la presa Picachos ha provocado en los pobladores afectados el surgimiento de una identidad colectiva de resistencia que contribuye desde el conflicto a reconstruir el tejido social y simbólico de la comunidad perturbado por el desplazamiento, una identidad que puede resumirse en la denominación de “Los Picachos”. De forma complementaria, se persiguen los siguientes objetivos: - describir los procesos de reconstrucción de la identidad socioterritorial tras una reubicación forzosa; - detectar cuáles son los actores sociales que intervienen con más fuerza en la formación de identidades dentro de un contexto marcado por el conflicto; - explicar cuáles son las nuevas estructuras de organización social derivadas del movimiento de resistencia de los comuneros, y cómo inciden estas estrategias en la identidad local de los pueblos desplazados, al apropiarse de un nuevo espacio - 17 - geográfico, mediante la exposición de un análisis comparativo del antes y el después de la obra hidráulica. La primera parte corresponde al marco teórico, que funciona como fundamento de este trabajo, así como al contexto global y regional en que se circunscribe la temática del desplazamiento provocado por grandes represas. En el Capítulo I. TEORÍAS SOBRE CULTURA, IDENTIDAD Y TERRITORIO, se hace un recorrido teórico en torno a los conceptos de cultura, identidad y territorio con el fin de encontrar los vínculos que éstos mantienen con la categoría del desplazamiento, además de las implicaciones que se pueden derivar para el caso concreto que aquí se aborda, donde el territorio perdido se yergue como una nostalgia que es a la vez recuerdo, presente y búsqueda de futuro. Se pretende reforzar la idea de que los procesos culturales y simbólicos son mucho más relevantes de lo que parecen en los enfoques tradicionales sobre desplazamientos y reasentamientos involuntarios, los cuales destacan las pérdidas materiales y la reconstrucción económica del territorio. Y esto es así porque el campo de la cultura no es sólo la descripción de los pueblos humanos y sus formas de vida, sino que es el terreno fértil para la lucha por la hegemonía (Hall, 2000) y la reconfiguración de identidades, las cuales se presentan siempre imbricadas en relaciones de poder. El Capítulo II. LAS GRANDES REPRESAS: DE LA DISCUSIÓN GLOBAL A LA REGIÓN tiene por misión brindar al lector un panorama global y regional de las consecuencias generadas por los megaproyectos de infraestructura, en especial las grandes represas, sobre la población en términos económicos pero sobre todo socioculturales. Aquí se busca proporcionar una justa dimensión de la problemática y - 18 - exponer cuáles son los factores más importantes que delinean el contexto en el cual se enmarca el caso de estudio. La segunda parte se conforma de tres capítulos, que obedecen a un orden cronológico que sirve a su vez para organizar la información generada en una serie de treinta entrevistas, así como en el trabajo de campo, compuesto por observación participante, análisis de conversaciones e investigación documental. Esta segunda parte inicia con el Capítulo III. EL VIEJO SAN MARCOS EN LA MEMORIA COLECTIVA: DE LA NOSTALGIA Y EL TERRITORIO PERDIDO, dedicado al viejo San Marcos, donde a través de la base de datos generada por las entrevistas abiertas semiestructuradas, se esboza un relato colectivo emanado del cruce de las variables de memoria y territorio. Como eje conductor y organizador, se eligieron las etapas de la historia del pueblo que más destacan en el discurso manifiesto de los entrevistados y que de igual forma parecen contar con un mayor impacto sobre sus impresiones y su forma de percibir el mundo. Se busca rescatar una memoria colectiva no por el dato histórico en sí, sino por su riqueza de significados y simbolismos que se convierten a su vez en orientadores de la acción social. El Capítulo IV. EL CONFLICTO COMO MODELADOR DE IDENTIDADES, explica de forma detallada el papel del conflicto como un modelador de identidades en la coyuntura actual del proceso de reasentamiento de los pueblos desplazados por la presa Picachos (2009- 2012). Se esboza una breve narración sobre los momentos más contundentes, de acuerdo a los imaginarios populares, del movimiento de protesta denominado “Los Picachos”, una identidad de resistencia - 19 - que se reconfigura en el diálogo colectivo y a veces pugna con otros actores sociales, principalmente el Estado, los medios de comunicación y la sociedad civil. En este capítulo de acuerdo a las entrevistas, se cruzan las variables de memoria y resistencia en busca de la relación entre ambas, pero también se exponen los factores de unidad y de segmentación por categorías sociales en las entrañas del movimiento. En el Capítulo V. EL NUEVO SAN MARCOS: LA TRANSICIÓN, se aborda la transición de un pueblo trazado sobre las huellas del tiempo y la construcción colectiva de un territorio a un asentamiento fabricado ex profeso como mera compensación por una obra de infraestructura, en este caso la presa Picachos. Entre otros propósitos, se persigue explicar cuáles son las estrategias para la reconstrucción de una identidad socioterritorial cuando los referentes materiales y simbólicos han desaparecido o han sufrido una degradación radical, además de enfatizar en los imaginarios colectivos cómo se presenta la comparación del viejo y el nuevo pueblo para hacer un balance atendiendo también a las subjetividades en la problemática. Como una forma de organizar la información obtenida a lo largo de la investigación de campo y documental, se optó por un orden cronológico y progresivo que dé cuenta de la formación de identidades como un proceso sociohistórico; sin embargo, como veremos en el capítulo sobre el conflicto, se descarta para el estudio de este caso la aplicación de modelos institucionales pensados bajo una perspectiva evolucionista, ya que en el terreno empírico el desplazamiento sólo es susceptible de análisis a través del enfoque del conflicto y del juego de actores sociales en la arena - 20 - pública. El conflicto atraviesa todas las etapas del desplazamiento y se yergue como eje rector del devenir cotidiano durante la reubicación forzosa. Debido a la naturaleza de la investigación y sus objetivos, se optó por una metodología de corte cualitativo que pueda dar cuenta de los procesos socioculturales, muchas veces interiorizados en forma de cultura subjetivada que ayudan a la reconstrucción de las comunidades y de las identidades en el contexto del choque de dos visiones contradictorias del desarrollo y el progreso. El acercamiento a la memoria colectiva se realiza a través de la técnica de la historia oral, que se refiere a todo aquello que puede transmitirse por la boca y la memoria; sucesos, hechos, eventos, prácticas y saberes; formas de ver el mundo y de transformarlo, nociones éticas y principios morales que pueden ser recogidos mediante conversaciones más o menos estructuradas, relatos de vida y entrevistas a profundidad. Todo este torrente de conocimientos populares se puede recopilar también mediante la observación participante, que implica una convivencia más o menos constante dentro del grupo a estudiar y propicia una idea clara de la cosmovisión de la comunidad (Uribe de Hincapié, 1993).7 Para complementar la base de conocimientos, que será sustento de la interpretación, se recolectaron relatos, corridos, cuentos y mitos de diferentes órdenes y también se revisaron materiales escritos como memorias y archivos 7 Pese a que la historia oral es parte importante de lo que los hombres saben sobre sí mismos y sobre su pasado cercano y lejano, empezó a ser fuertemente cuestionada a partir de la institucionalización de la historia y de su formalización como disciplina académica (inicios del siglo XIX), esto es lo que opina María Teresa Uribe de Hincapié al hablar sobre los materiales de la memoria y su tratamiento en la investigación social; y agrega: “Este proceso definió el documento escrito como el elemento a través del cual se hacía la historia y los archivos como los lugares de trabajo de los historiadores”. De esta manera los documentos se elevaron a la condición de portadores de la verdad y más aún si eran emanados de los poderes públicos, excluyendo otras fuentes, como la de las culturas populares, las comunidades rurales y otras que no fueran las de extracción oficialista. - 21 - oficiales, así como los testimonios gráficos y visuales que se obtienen con el uso de las nuevas tecnologías de información, como videos, fotografías y páginas de Internet, que a su vez sirven como un medio para la difusión de las nuevas narrativas y como un registro activo de la memoria histórica. La idea es atender a una descripción no sólo cuantitativa y objetivista, sino sobre todo una visión cualitativa rica en matices y en profundidad, con la idea de contraponer la región-sujeto a la región-objeto, esta última mucho más limitada para estudiar los procesos de formación de identidad. La historia oral se estudia no sólo como sustituto para aquellos pueblos sin historia oficial (como es el caso de San Marcos), carentes de documentación o de cualquier otro registro que dé cuenta de su existencia, sino que representa una oportunidad para la interpretación, no nada más del investigador, sino de los contenidos interpretados por los actores sociales que también son creadores de su historia. No obstante, el registro juega un papel importante al convertir a los materiales de la memoria colectiva en datos susceptibles de ser analizados. La subjetividad deja de ser un obstáculo para convertirse en materia de investigación y fuente fidedigna de información. Aquí pues se encontrará la historia desde la visión de los sujetos sociales inmersos en un desplazamiento forzado por el desarrollo y el choque de dos visiones sobre el progreso, una premoderna y comunitaria, y la otra, moderna e individualista, que viene a formar parte de un debate regional pero también cada vez más globalizado. - 22 - Capítulo I TEORÍAS SOBRE CULTURA, IDENTIDAD Y TERRITORIO Introducción En una visión muy reduccionista podría decirse que la cultura es todo lo producido por el ser humano, pero semejante generalización se traduce en una categoría vacía de significados y, por ende, de escasa utilidad investigativa. En contraparte, se encuentran las definiciones exhaustivas que al intentar comprender la totalidad de los fenómenos culturales terminan por restar operatividad al concepto. Si bien es cierto, la cultura atraviesa todas las esferas de la sociedad y del conocimiento —política, economía, religión, salud, educación, tecnología y más—, compartimos la tesis de que la cultura, entendida como una dimensión de la vida social, cuenta con su campo de estudio propio y específico (Giménez, 2007: 30). En este primer capítulo se desplegará un esfuerzo por ordenar y desmenuzar la complejidad del concepto cultura, así como los lazos que guarda con otras nociones no menos estratégicas en Ciencias Sociales, como la identidad —en particular la identidad socioterritorial— y el territorio, como espacio apropiado y valorizado por los grupos humanos, con el fin de construir una base teórica para explicar los procesos identitarios y los impactos socioculturales provocados por el desplazamiento involuntario de una población. 1. El concepto de cultura a través del tiempo Como consecuencia de su amplio rango semántico, el concepto de cultura ha pasado por innumerables transformaciones a lo largo del tiempo. Su origen en discusiones - 23 - intelectuales —de la era moderna— se remonta al siglo XVIII en Europa. En Francia y Gran Bretaña, derivó de la idea de “civilización”, que denotaba un orden político y social. En oposición se encontraban la barbarie y el salvajismo, estados de la conciencia que no habían entrado a un proceso de socialización. Los matices terminaron por diferenciar las dos palabras: civilización se asoció al progreso material y cultura a las artes y al espíritu, esta última fue una postura adoptada por la antropología durante décadas (Molano, 2007). La consecuencia ideológica de esta construcción conceptual fue la degradación valorativa de aquellas colectividades o pueblos que no mostraran signos de civilización, de acuerdo a los criterios imperantes en el continente europeo y, por tanto, la superioridad de los pueblos “civilizados”. Aún en la primera mitad del siglo XIX, por ejemplo, los economistas clásicos eran partidarios de la colonización, no sólo por considerar que las colonias brindaban beneficios económicos a los países conquistadores, sino porque se propiciaría la transición al capitalismo en el planeta y esto traería beneficios también a las colonias, a las que llamaban “áreas atrasadas” (Bustelo, 1999: 51). Sin embargo, con el desarrollo de diversas disciplinas numerosos pensadores admiten el plural de cultura, lo que imprime un nuevo giro al concepto. Al hablar de “culturas” y no de “cultura” se acepta la existencia de múltiples formas de vida en el mundo y se tambalea la convicción de una cultura universal, única y omniabarcante, ausente en la realidad empírica y que sólo puede encontrarse de forma abstracta. En términos de la cultura significó el surgimiento de un nuevo ímpetu intelectual que realzaba la importancia de espacios particulares y particularizantes —como podría - 24 - ser la región—, no sólo como contenedores físicos de una sociedad, sino como sujetos sociales, como parte de la dialéctica constructora de una identidad y de una compleja red de significados y símbolos, que dan lugar a una cosmovisión rectora de la conducta de los actores sociales. En el camino a esta concepción simbólica de la cultura, jugó un papel clave el debate en la antropología cultural norteamericana, cuyo concepto fundacional apareció en 1871 en el libro Primitive culture, de Edward B. Tylor, en el que el autor sostiene que: La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre en cuanto miembro de la sociedad (Tylor, citado por Giménez, 2007). Este concepto sirvió como punto de partida para ampliar una discusión que se prolongaría hasta mediados del siglo XX. Lo más destacable del concepto tyloriano es su carácter holístico, concibe a la cultura como un “todo complejo” e incluyente, ya que en él entran todas las culturas, sin dejar de lado a los pueblos primitivos. 8 Llegaría Franz Boas —antropólogo influenciado por el historicismo alemán— a modificar el rumbo, contraponiéndose a esa perspectiva evolucionista e imprimiendo mayor énfasis en el particularismo histórico. Las diferencias cobraron con Boas mayor importancia que las similitudes que buscaban los teóricos de una cultura universal. La tesis de que cada cultura debía analizarse de acuerdo a su tiempo y espacio determinados cobraba fuerza a través de los discípulos de Boas, quienes 8 Es necesario agregar que este concepto formaba parte de la corriente evolucionista de la época, que consideraba que la cultura estaba sujeta a un proceso de evolución lineal por el cual debían pasar todos los pueblos de forma casi inevitable, aunque con ritmos y velocidades distintas, así, la condición de primitivo constituiría únicamente el punto inicial hacia la civilización. - 25 - defendieron el relativismo cultural y rechazaron la presunción de una objetividad absoluta, para dar cabida a una “objetividad relativa” basada en las características de cada cultura (Boas, citado por Giménez, 2007: 26). Gilberto Giménez retoma la propuesta de la antropóloga italiana Carla Pasquinelli, quien distingue tres etapas de la construcción del concepto cultura en la antropología cultural norteamericana, posterior a su periodo fundacional con Tylor y Boas: fase concreta, fase abstracta y fase simbólica. En la fase concreta sobresale la integración de las costumbres en el concepto de cultura, ya que adversa con la visión elitista al “bajar” al nivel empírico, a una dimensión real y concreta, experimentada por los individuos en su vida cotidiana. Entre 1930 y 1950 se instaura la fase abstracta. La atención de los antropólogos se traslada de las costumbres a los modelos de comportamiento. En este periodo la cultura se define como modelos, pautas, sistemas, parámetros o esquemas de conducta, confluyendo a puntos de encuentro con el funcionalismo. Después de un estancamiento en la discusión, la obra detonante de la fase simbólica fue La interpretación de las culturas, de Clifford Geertz, cuya aparición a principios de los años 70 propició la reformulación del concepto. La concepción simbólica de la cultura —cuya influencia continúa vigente con algunas variantes— proporciona a la teoría una mayor eficacia y operatividad en el terreno empírico, donde ya no basta estudiar los hechos concretos, las costumbres, las conductas, las formas de vida, ni tampoco los esquemas que regulan esas prácticas, sino que es necesario para la ciencia interpretar la cultura como un texto, encontrar los significados en las interacciones sociales. La cultura se define aquí como “pauta de - 26 - significados” o “estructuras de significación socialmente establecidas”. El análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones (Geertz, 2003). La concepción simbólica dominó en la antropología durante los decenios de 1970 y 1980, hasta que fue sometida a críticas deconstruccionistas por parte de la llamada antropología posmoderna. El señalamiento más álgido fue que la antropología de la interpretación no dejaría de ser una visión narrada por una tercera persona, un acercamiento parcial e inconcluso a la realidad objetiva. La oleada de críticas calificaba al enfoque simbólico como una visión etnocéntrica por parte del antropólogo, que pretendía conocer lo incognoscible mediante una construcción arbitraria. El antropólogo James Clifford —discípulo de Geertz y representante de la antropología postmoderna— propuso la técnica del “yo narrador” en la escritura etnográfica, lo cual acarreó una pérdida de credibilidad ante la comunidad científica, que calificó tal recurso como solipsista, propio de un subjetivismo radical. Después de la crisis de confianza de la antropología norteamericana, a partir de los años 80, la construcción simbólica de la cultura dejó de pertenecer únicamente al campo de la antropología y despertó interés en prácticamente todas las áreas de las Ciencias Sociales. La historia, la sociología, la política, la psicología, utilizan los estudios culturales como una herramienta para ahondar en los fenómenos de sus campos de estudio. Los medios de comunicación difunden cada vez más la importancia de la cultura. A esta efervescencia se le conoció como el giro cultural, cuya espiral permanece en movimiento hasta la actualidad. - 27 - Es oportuno precisar que el desarrollo del pensamiento sobre la cultura no ha sido, en ningún sentido, un proceso lineal y homogéneo. A pesar de los avances en la concepción de la cultura hacia una idea de mayor inclusión social, las influencias en los círculos académicos e intelectuales no necesariamente permean en otras esferas del sistema social, como la política y la económica, por lo que las prácticas que pretenden dirigirse hacia el progreso y el desarrollo terminan por acercarse más a las ideas arcaicas de la existencia de culturas superiores y culturas inferiores. La riqueza de la antropología, digna de ser rescatada en las investigaciones culturales de la era contemporánea, es la búsqueda de los rasgos particulares trascendentes en los grupos sociales. Como expresó Clifford Geertz, la definición de cultura deviene entretejida con la misma explicación de la naturaleza humana, la cultura distingue a los seres humanos de otras formas de vida en la Tierra, mejor asentado en la siguiente frase: “Sin hombre no hay cultura, pero igualmente, y esto es más significativo, sin cultura no hay hombres” (Geertz, 2003: 55). Pero más aún, no hay hombre o mujer que pueda vivir sin estar conformado cultural y simbólicamente por el lugar donde ha crecido, por las redes sociales a las que pertenece o por el conjunto de costumbres y creencias que lo definen de forma particular, y derivado de ello se puede aplastar la idea de la existencia del Hombre (con mayúscula) como perteneciente a una naturaleza humana inmutable y universal; y por tanto, de la Cultura (con mayúscula) como un ente superior capaz de abarcar a todas las formas de vida social o resumirlas en unos cuantos rasgos comunes, cortando así de tajo la importancia de las especificidades. De igual forma, en la presente investigación no se concibe ninguna cultura particular como modelo de - 28 - cultura “ideal” al cual deban aspirar los demás conglomerados sociales, sino que apelando a la idea del relativismo cultural cada pueblo construye un sistema de valores y de interacciones propio, visto por sus miembros como el más importante y como el modo natural e incuestionable de orientar la conducta. Para los objetivos de la presente investigación, la cultura se entiende como el conjunto de construcciones simbólicas que constituyen el repertorio de elementos para la formación de identidades, en interacción con los subsistemas social, político y económico del sistema general de acción de Parsons (1974). Pero sobre todo se destacarán los aspectos subjetivos de la cultura, no tan visibles pero igual o más importantes que las manifestaciones tangibles de los fenómenos sociales. El debate de la cultura a principios del siglo XXI se inscribe alrededor de los procesos económicos de globalización, ante la amenaza de transformar la riqueza de las identidades locales con una fuerza homogeneizadora, que ha despertado muchos movimientos alrededor del mundo en defensa de las particularidades de grupos étnicos, comunidades rurales, identidades locales o regionales, relacionados al ámbito territorial, pero también la defensa de formas únicas o minoritarias de concebir el universo. De tal forma, que aunque parece que los intereses expansionistas de las políticas neoliberales arrasarían con todas las identidades locales a su paso, el discurso a favor de la diversidad humana se ha colocado en el ojo del huracán cuestionando el poder de las empresas transnacionales y sus grandes impactos en los ámbitos nacionales y subnacionales. Tan es así, que las grandes luchas sociales de los tiempos presentes se llevan a cabo bajo las identidades que viven un regreso - 29 - a la resistencia comunal, ya no a la sociedad civil, cuya cohesión se encuentra en crisis, como en el caso del marxismo respecto al movimiento obrero (Castells, 1999: 34). La globalización económica ha extendido sus efectos como anillos concéntricos a otras esferas de la sociedad, la política, la social, pero es necesario destacar el papel preponderante de la cultura en todo cambio social, que es el enfoque dominante en esta tesis. Lo nuevo entabla una lucha con el pasado, que independientemente de cómo se califique, representa para muchos la certeza de lo conocido. El cambio social, para que pueda ser duradero, tiene que ser abrazado por la cultura (hábitos, valores, actitudes y normas), porque es lo que en el fondo motiva la acción de los actores sociales, además de los intereses pragmáticos, económicos y objetivos. Los sistemas culturales contienen lo más profundo de cada sociedad, y es por ello que cuando un cambio se inserta en la cultura cuenta con grandes probabilidades de salir victorioso en su lucha por la perdurabilidad y su penetración social. 2. Los estudios culturales y el nuevo campo para la resistencia Casi a la par del debate en la antropología norteamericana, otra concepción de la cultura se gestó en Europa occidental desde una renovada visión marxista, que introducía elementos críticos al análisis de las identidades y de la cultura con un componente político. Se trata de las aportaciones del Centro de Estudios Culturales - 30 - Contemporáneos (CCCS, por sus siglas en inglés), establecido en Birmingham, Inglaterra, con el investigador Stuart Hall a la cabeza, miembro fundador del movimiento la Nueva Izquierda. A este movimiento, que surgió en la agitada década de 1960, se le atribuye la fundación de los estudios culturales como un campo separado del conocimiento social. El CCCS fue pionero en la deconstrucción de conceptos e ideologías dominantes sobre la cultura. Una de ellas es el replanteamiento de la dicotomía alta cultura versus cultura popular, una dualidad persistente que limitaba la visión científica y reducía el campo de estudio a algunas manifestaciones artísticas. La alta cultura sería representada por la literatura, pintura, cinematografía y, en general, por las bellas artes como el producto más elevado de la inteligencia humana; y en contraposición se encontraba la cultura popular, donde tendrían cabida las expresiones de la sociedad de masas y los medios de comunicación, por un lado; y las manifestaciones simbólicas de la cultura de diferentes pueblos (arte popular), canciones y danzas tribales, tradiciones rurales y artesanías, expresiones que se caracterizan por su cercanía con la comunidad y su naturaleza colectiva. Bajo esta óptica, la cultura popular —que había sido relegada como objeto de conocimiento— se reivindicó como categoría de análisis y de estudio para las ciencias sociales. Stuart Hall y sus seguidores intelectuales se interesaron por la cultura no sólo por su valor etnográfico o descriptivo de las formas de vida, sino por su valor investigativo, al ser un campo simbólico donde luchan las culturas subordinadas y las culturas dominantes. Se inauguró una visión de la cultura como práctica política a la vez que como una categoría teórica. El concepto de hegemonía de Antonio Gramsci - 31 - influyó en Hall tan fuertemente, que lo continuó aplicando a sus estudios sobre racismo y resistencia en la Inglaterra de la posguerra (Procter, 2004). La hegemonía gramsciana describe el proceso de la dominación dentro de la cultura no sólo por el uso de la fuerza, sino por un consenso voluntario. Aquí se pone el acento en la cualidad de proceso, ya que la hegemonía no es para siempre ni se logra de forma automática, tampoco se da en el vacío, más bien se presenta en un espacio sociocultural y simbólico, con la intervención de los actores sociales y sus interacciones. El concepto de hegemonía ayudó a Gramsci a explicar el porqué la clase trabajadora no se convirtió en la fuerza revolucionaria que Marx había predicho. De ahí que la hegemonía funcione como aparato amortiguador de la resistencia a través de la negociación, incorporación y concesión, más allá de la pura represión (Gramsci, 1980). La hegemonía es un conjunto de interacciones de resistencia que se mueven en ambos sentidos —clase dominante y clase subordinada— y se influyen mutuamente. No es una sola gran batalla que se gana de forma épica, por el contrario, son múltiples “microbatallas” que se lidian día a día en forma individual, pero también colectiva organizada —o desorganizada— desde diferentes perspectivas. No es verosímil la hipótesis de que una sola fuerza maquiavélica y manipuladora posea el control de todos los procesos sociales de lucha hegemónica, aunque es innegable el poder de entes o actores sociales como el Estado, los empresarios, la prensa, la Iglesia y otros poderes fácticos, que de igual forma no están conformados de forma homogénea ni tienen una sola conciencia ni voluntad única de acción. Todo este panorama evidencia la complejidad del tema de la - 32 - resistencia, además de la relación de los sistemas culturales con los procesos de hegemonía-resistencia. Si bien los textos de Hall —basados en Gramsci— se inspiraron en una realidad histórica específica, sentó las bases para considerar el campo de la cultura no nada más como el espacio simbólico de lucha, sino incluso como un instrumento de oposición por sí mismo a favor de los subordinados y de los grupos en el poder, planteamientos cuya vigencia permanecen hasta nuestros días. En la historia reciente abundan ejemplos de cómo la cultura y las identidades locales son el fundamento de los movimientos sociales reactivos contra la potencia globalizante del sistema económico y en ocasiones contra la lógica de absorción del capitalismo. Sobre este punto, destaca Manuel Castells: Junto con la Revolución tecnológica, la transformación del capitalismo y la desaparición del estatismo, en el último cuarto de siglo hemos experimentado una marejada de vigorosas expresiones de identidad colectiva que desafían la globalización y el cosmopolitismo en nombre de la singularidad cultural y del control de la gente sobre sus vidas y entornos (Castells, 1999: 23). La hipótesis de Castells enfatiza en que la construcción de las identidades siempre se presenta enmarcada en un contexto determinado de relaciones de poder, de lo que se pueden desprender tres formas y orígenes de la construcción de la identidad: identidad legitimadora, identidad de resistencia e identidad de proyecto. La primera es introducida por las instituciones dominantes; la segunda es promovida por aquellos actores que se encuentran en posiciones devaluadas o estigmatizadas y; la tercera, se presenta cuando los actores sociales, basándose en los materiales culturales de los que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la sociedad (Ibid). - 33 - No se descarta que como parte de la movilidad social, la identidad de resistencia pueda desarrollarse hasta invadir los linderos de la identidad proyecto, al plantear una nueva propuesta de identidad, o incluso puede llegar a convertirse en identidad legitimadora si la lucha por la resistencia resulta triunfante. En este trabajo se enfatizará sobre la identidad de resistencia, como parte estructural de la formación de una nueva identidad, que puede tener sus objetivos en una movilización específica de protesta, con objetivos muy delimitados, y sin embargo, que puede penetrar en la identidad colectiva más general y en el núcleo de los valores culturales, de tal forma que desencadene en una transformación en la identidad más arraigada. Esta concepción de la identidad puede explicarse de forma más clara a través de las teorías sociológicas que destacan el conflicto no sólo como parte inherente de las sociedades humanas, sino también como un elemento necesario de cambio. Sin antagonismo social, opinan teóricos como Georg Simmel (2010), no habría transformaciones sociales o éstas ocurrirían en forma excesivamente lenta, lo que haría a la sociedad algo demasiado estático. Pero más allá de la notoriedad del conflicto en todas las épocas históricas y prácticamente en todos los órdenes de la vida cotidiana, se encuentra el hecho de que a través de entender las causas, efectos y alternativas de resolución de conflicto se puede llegar a una mejor interpretación de los fenómenos sociales. De acuerdo a la teoría conflictualista liberal, que se desarrollo a mediados del siglo XX, los conflictos ocurren entre grupos sociales antagónicos y no sólo entre clases sociales, con lo que se deslinda al conflicto de la esfera económica como única variable y pasa a formar parte sobre - 34 - todo del subsistema político e inclusive del cultural. Dicho lo anterior, en el análisis de las identidades como fenómenos conflictivos, deberá tomarse en cuenta siempre el elemento de poder y la correlación de fuerzas que emana de ellas. Gramsci (1980), si bien propone una metodología histórica, el estudio no es de los hechos en sí, sino de la relación de estos con otros elementos, del lugar que ocupan en una estructura en un determinado momento histórico, que bien puede ser coyuntural. Sobre la coyuntura, el teórico italiano apunta que aunque genera una política “mezquina y ocasional”, es fundamental en la articulación del todo. A través de los momentos coyunturales, resultan evidentes las fuerzas políticas y se confrontan. En estos procesos los actores sociales revelan sus capacidades y sus intereses reales. 3. La construcción permanente de la identidad La identidad es un concepto estratégico en las ciencias sociales, del que paradójicamente no se hablaba sino hasta mediados de la década de 1980. Su importancia radica en que sin identidad no sería posible la interacción social, dado que esta se basa en la percepción que tienen los actores sociales de sí mismos y de los otros al tiempo que orienta el sentido de su acción. Además, la construcción de la identidad —tanto individual como colectiva— se encuentra indisolublemente ligada a la cultura, porque precisamente las identidades sólo pueden formarse a través de un conjunto de recursos culturales y sociales que el individuo y la colectividad encuentran a su disposición. Por ello, los procesos y los cambios sociales y culturales, contribuyen en la construcción o reconstrucción de las identidades dentro un marco contextual - 35 - específico. La identidad es, pues, el proceso de construcción social y simbólica que ejecutan los actores sociales para interiorizar un conjunto de repertorios culturales (representaciones, valores, símbolos, normas) mediante los cuales demarcan sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación determinada, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados (Giménez, 2007). La definición anterior puede aplicarse tanto a actores individuales como colectivos, siendo estos últimos nuestro objeto principal de estudio, por lo que es necesario asentar la siguiente distinción: la identidad individual se predica en sentido propio de sujetos únicos dotados de conciencia y de psicología propia, mientras que la identidad colectiva es el conjunto de las pertenencias sociales y representaciones que comparte una comunidad y perduran en el tiempo, a través de la memoria y el imaginario creativo. A diferencia de la identidad individual, la identidad colectiva no posee un mecanismo único de conciencia, sino más bien múltiples nodos de convergencia y divergencia, siempre en busca de un consenso, de tal suerte que no se pueden atribuir facultades psicológicas individuales a un actor colectivo, como no sea a través del recurso retórico de la analogía. Uno de los elementos claves en la identidad colectiva es el sentimiento de comunidad entre todos aquellos que hubiesen interiorizado los repertorios constitutivos de una identidad específica, que en muchos casos, como en el de la identidad nacional u otras relacionadas a grandes escalas territoriales se vive a través de lazos imaginarios (Anderson, 1983: 23). Sin embargo, para decir que la socialización ha desembocado en un proceso exitoso de construcción de - 36 - identidades, una condición sine qua non es la memoria, entendida como la ideación activa del pasado retomando la definición de Durkheim. Las identidades mantienen un nexo intrínseco con el tiempo: pasado, presente y futuro en una misma construcción simbólica a través del relato y el saber narrativo. Sin memoria no hay identidad posible, es necesaria la conservación de ciertos valores, creencias y patrones de comportamiento para la formación de una identidad, a pesar de ser ésta un proceso en permanente construcción, dinámico e impredecible. La memoria colectiva es el procedimiento espontáneo de selección de los rasgos particularizantes de una identidad. Pero las identidades no sólo se perciben desde el pasado a través de una historia compartida, si no que se imaginan un futuro, un proyecto común, y se vuelven presentes a través de la atemporalidad de una serie de relatos colectivos y metarrelatos, con el lenguaje como su vehículo principal. Metodológicamente, es necesario advertir en la subjetividad un soporte de la acción individual y colectiva. De igual forma, se debe considerar que la memoria siempre es subjetiva y recurre a una perspectiva particular. A diferencia de la memoria histórica, que es también una construcción abstracta, su valor heurístico consiste no en los datos, sino en los símbolos y representaciones sociales que pueden ser estudiados como un texto cultural, así como en la carga afectiva que implica una relación más estrecha con la experiencia vital. Este trabajo se apega a la tradición filosófica que intenta rescatar la historia, no sólo formulada por el historiador sino también por los actores sociales, que desde la óptica oficial han sido excluidos y borrados literalmente del devenir histórico. El resultado se manifiesta en el conocimiento limitado y restringido - 37 - de la historia, pero sobre todo, lo más grave, en la descalificación de ese otro material, narrado desde la pluralidad de fuentes y desde las múltiples subjetividades sociales. Se sostiene aquí que la identidad socioterritorial se puede explicar a raíz de la memoria colectiva que la sustenta y la recrea, como un sistema interrelacionado de memorias biográficas, una especie de relatos interconectados entre sí, que en los contextos premodernos se presenta, en su forma primordial, a través de la interacción directa y las relaciones cotidianas en relación con un espacio determinado. En este sentido, la teoría de la socialización arroja luz sobre la construcción de las identidades, que son un proceso de aprehensión del conocimiento y de las costumbres vigentes. Es necesario distinguir entre socialización primaria y socialización secundaria. La socialización primaria es la primera internalización de las estructuras sociales disponibles y cuyo agente principal es la familia. La socialización secundaria, por su parte, se conduce por medio de las influencias posteriores que ocurren a lo largo de la vida: el sistema escolar, las relaciones sociales, los medios de comunicación y otros (Berger y Luckman, 2008). También es importante apuntar la diferencia entre las agencias formales de socialización (padres, maestros, gobierno) y las agencias difusas (festividades, mensajes de los medios, usos y costumbres), cuyo conjunto ofrece a los individuos propuestas para formar su identidad, a manera de un “rompecabezas sociológico” (Bauman, 2007). Pero es el lenguaje a través del relato el que socializa con mayor efectividad, puesto que posee una gran variedad de recursos psicológicos y sensitivos para - 38 - interiorizar valores, normas y pautas de significados en los individuos. El conocimiento del patrimonio (expresión concreta de las culturas) se reproduce a través del relato, ya sea a través de la historia oral, la historia oficial, la literatura y los contenidos en los diversos medios de comunicación social, de ahí la importancia de las narraciones colectivas para entender las identidades y la cultura particular de un pueblo. Siguiendo con la idea de que la cultura es el conjunto de recursos disponibles para la formación de las identidades, hay que precisar que la cultura no es tan fácil de definir porque se compone de elementos fácilmente palpables, así como de abstractos y simbólicos. La Organización Mundial para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los clasifica como patrimonio material y patrimonio inmaterial de la cultura. El patrimonio material es lo puramente objetivo (construcciones arquitectónicas, ciudades y paisajes); los bienes intangibles (el patrimonio cultural inmaterial) son los transmitidos por la herencia y la costumbre, manifestaciones y expresiones culturales que se repiten de generación en generación, tales como el folclor, la música, los mitos, los ritos y la superstición. Este patrimonio es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad. En suma, podríamos decir que el patrimonio cultural inmaterial otorga el carácter de originalidad y unicidad a un pueblo o región. El concepto de patrimonio es importante para la identidad colectiva porque la representa en una expresión concreta y objetiva ante los miembros de un grupo - 39 - social o de otros actores colectivos, es decir, ayuda a mostrar quién es quién en la interacción social, al igual que desempeña un papel en la reproducción, transformación y recreación de las identidades. Bourdieu (1984) habla de formas objetivadas y subjetivadas de la cultura, de la que deriva la noción de capital cultural y representado en sus tres formas: en estado incorporado (habitus), en estado objetivado (bienes materiales o patrimonio cultural material) y en el estado institucionalizado (o proveniente de las instituciones sociales). De lo anterior se deriva que: las formas subjetivadas son más difíciles de aprehender en su investigación que las formas objetivadas, susceptibles de una descripción precisa y muchas veces cuantificable; sin embargo, la información que dará sustento al presente trabajo de investigación proviene de las formas subjetivadas dentro de la memoria colectiva, de las cuales es posible inferir estructuras socioculturales y formas de construcción de identidades. 4. La discusión posmoderna: identidades localizadas en la globalización Si bien, en la era posmoderna, varios teóricos argumentan el debilitamiento de las identidades a través del concepto de la “liquidez”, en una era de la modernidad donde prevalece el individualismo derivado de la división social del trabajo en el sistema mundial de producción capitalista. El individualismo marca las relaciones y las torna efímeras, transitorias y volátiles. La modernidad líquida es una figura de la transitoriedad: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran; mientras que los líquidos son informes, se transforman constantemente: fluyen. - 40 - Como la desregulación, la flexibilización o la liberación de los mercados” (Bauman, 2003). Lo anterior se explica mediante el análisis de la sociedad contemporánea, altamente fluctuante y de grandes y frecuentes transformaciones, que exige al individuo la fragmentariedad y la ruptura de los vínculos sociales duraderos, imposibilitando una formación identitaria colectiva sólida y de fuerte cohesión. Para matizar, habría que añadir que esta tesis corresponde al paradigma cultural del posmodernismo, que como tal no es un proceso homogéneo ni igualitario en todas las culturas, más bien un fenómeno que se ubica en sociedades capitalistas desarrolladas. Se presenta de forma gradual y diferenciada, sobre todo en ciudades globalizadas y con un alto grado de densidad dinámica. Además, los paradigmas culturales no se presentan en la historia en una línea sucesoria ni con límites diáfanos, sino que simultáneamente conviven objetos premodernos, modernos y posmodernos de acuerdo al espacio social de que se trate. No empieza una era anunciando el fin de otra, y por tanto, las aseveraciones posmodernas sobre la identidad no se aplican en todos los entornos sociales. Rasgos de la solidaridad mecánica —a la manera de Durkheim— pueden advertirse en algunos lugares de países subdesarrollados y la identidad nacional, regional y local, es decir, la que se entiende mediante el apego socioterritorial a un determinado espacio, permanece, aunque con distintos matices y la influencia ejercida por los procesos de entrelazamiento del mundo globalizado. - 41 - Para Bauman, la identidad es algo que hay que construir, pero lo presume como algo inventado, una elección individual y social que no es única, más bien se encuentra compuesta de múltiples aristas: […] La identidad se nos revela sólo como algo que hay que inventar en lugar de descubrir; como el blanco de un esfuerzo, “un objetivo”, como algo que hay que construir desde cero o elegir de ofertas de alternativas y luego luchas por ellas para protegerlas después con una lucha aún más encarnizada… Aunque, por lo que se refiere a la lucha por salir victorioso, la verdad de esa precaria y por siempre incompleta condición de identidad necesita ser, y tiende a ser, suprimida y minuciosamente encubierta. (Bauman, 2003: 40) La tarea de construir la identidad (o las identidades) hoy en día ha sido confinada al actor individual más que a los colectivos. De acuerdo a esta tesis, por lo que presenta condición de frágil y provisional, en el terreno empírico se puede observar que la identidad colectiva puede aparecer como un fenómeno latente, que encuentra su expresión manifiesta al enfrentar oposición de la otredad, como en el caso de los conflictos o de la amenaza al sentido de comunidad, o como en las fronteras, donde los contrastes de identidades particulares son más palpables y fraguan una batalla permanente, como en ningún otro territorio; pero ello no quiere decir que una identidad latente deba ser necesariamente frágil pues conserva la capacidad de actuar en el momento propicio. Una de las réplicas a la tesis de las identidades fragmentarias, estratégicas y situacionales, es que su fundamento se encuentra en la fenomenología de un devenir imparable de las manifestaciones puramente objetivas; sin embargo, la identidad se desarrolla de igual forma adentro y afuera de los individuos, y quizá la parte subjetiva - 42 - es la más significativa porque guarda el núcleo de una identidad, a veces de forma independiente de lo que se observa desde fuera. En la parte subjetiva, el sentido de pertenencia a una comunidad, así como el concepto de una comunidad ideal en contraposición al de “comunidad realmente existente”, orientan la acción de los sujetos sociales en forma importante. La comunidad evoca siempre un sentimiento positivo de seguridad y de solidaridad. Representa un paraíso perdido al que anhelamos volver o se tiene la esperanza de encontrar. Para Bauman (2003), seguridad y libertad son dos valores irreconciliables que no se pueden tener uno sin perder un poco del otro. La comunidad encarna la seguridad, pero la “comunidad realmente existente” pide a cambio de su supuesto refugio una parte de nuestra libertad. Como nunca gozaremos más que en nuestros sueños de ambas virtudes en proporciones satisfactorias, el ser humano está condenado por decirlo así a la búsqueda perpetua de la comunidad ideal. La calidez y el refugio que brinda la comunidad, encapsulada en su experiencia más próxima, la familia como proveedora mayoritaria de la socialización primaria, son matrices culturales que proporcionan modelos para la construcción de identidades, roles específicos y una organización social determinada. Según Tönnies (2002), existe un entendimiento comunal tácito que precede todo acuerdo y desacuerdo, por el cual entre la comunidad sus miembros se comprenden incluso sin palabras, pero este pacto “dado” de forma natural se desvanece primero con los medios de transporte y después con la informática en las épocas recientes. Para Bauman, en una posición un tanto eurocéntrica, las comunidades se han difuminado por estos avances tecnológicos; sin embargo, el - 43 - contexto latinoamericano, donde los procesos del capitalismo moderno se han instaurado sólo de forma parcial, presenta aún muchos rasgos y características que apuntan hacia la existencia de comunidades en el sentido sociológico clásico; pero con un nuevo anclaje en la marginación y exclusión compartidas, lo que los hace sentir un nuevo tipo de acuerdo, muy cercano al acuerdo tácito de Tönnies. Redfield (citado por Bauman, 2003) argumenta que la comunidad presenta al menos tres características con base en la homogeneidad, una mismidad que no debe ser amenazada: la comunidad es pequeña en la cual, la comunicación es omniabarcante y densa, y se refiere a que en una comunidad todo mundo se conoce, se saluda y saben todo de los demás; el segundo atributo se refiere a que es distintiva porque marca una diferencia entre el “nosotros” y el “ellos”; y el tercero, autosuficiente, dado que representa el aislamiento para la conservación del “nosotros”. La comunicación, entre más deje de depender de los flujos internos y se exponga a las comunicaciones externas, se corre el riesgo de borrar las fronteras entre “ellos” y “nosotros”. Se puede concluir el presente inciso aduciendo a la importancia vigente de las identidades territorializadas a pesar de la creciente influencia de los procesos de globalización. 5. El territorio y sus lazos con la identidad ¿Pero por qué el territorio, en cualquiera de sus dimensiones, crea fuertes lazos con la identidad de las personas de ciertas regiones? Para responder nos extenderemos sobre el concepto de territorio y sus implicaciones sociales, y desde luego su relación con la identidad colectiva. - 44 - El tema del territorio y su importancia para la identidad han sido puestos en la mesa de discusión desde hace algunos años. Con el argumento de que la ola dominante de la globalización convertiría al planeta en un mercado mundial, un amplio grupo de autores, ensayistas y estudiosos habían augurado la homologación de las culturas a través del poder de las grandes transnacionales para traspasar las fronteras y penetrar culturalmente en los países receptores de sus numerosas filiales. Términos como la “aldea global” o la “mcdonaldización” del mundo dieron cierto soporte académico a la pretensión de que la Tierra, la región y sus significantes culturales estaban perdiendo fuerza en la conciencia de los grupos sociales. Así, otras posturas extremas afirman que la lógica de la economía global se impone al Estado-nación y, por tanto, también a las circunscripciones menores. Los defensores del concepto de territorio consideran a las regiones como soporte de los procesos de globalización, ya que los grandes centros de poder cuentan con sus bases de mando en Estados nacionales poderosos, principalmente Estados Unidos y Japón, en conjunto con la Unión Europea. La visión territorial permanece en el nivel macro de la economía y la política mundial, sólo que con enfoques distintos a la de la fase anterior de la globalización económica. En estos procesos, la mezcla de ambos niveles espaciales (global y local) determina el cómo se adopta la dinámica globalizadora y convierte en particulares los fenómenos de la integración mundial, a través de las características propias de cada región y su gente. De tal forma, la importancia simbólica del territorio no se destruye, sino que sólo sufre una transformación con una influencia de nuevos elementos. Aunque los territorios se encuentren supeditados al alcance de la globalización continúan siendo - 45 - actores sociales importantes y estratégicos para la economía, la política y la cultura (Beck, 1998). El territorio tiene que ver, en primera instancia, con la apropiación de un espacio por parte de los grupos humanos; así, entendemos con Gilberto Giménez que el espacio es la materia prima del territorio. Para hablar de territorio cultural se requiere, además, la valoración del espacio como significante en tanto da lugar a un conjunto de relaciones sociales de producción y de poder que representan alguna función para una sociedad. El territorio es un complejo sistema de niveles imbricados unos sobre otros, donde se pueden encontrar elementos de red, malla y nodos. Existe una relación entre ellos que se manifiesta también en los órdenes económico, político y social. No todos los elementos del territorio poseen el mismo peso y cumplen las mismas funciones dentro de una sociedad. El orden jerárquico del territorio se explica mediante la teoría de los territorios apilados, introducida por Yves Lacoste, que considera al territorio en sus diversas escalas, que pueden ir de lo local a lo supranacional (Lacoste, citado por Giménez, 2007). El barrio, la comunidad, la ciudad, la región, la nación, el continente y el planeta Tierra son categorías que coexisten imbricadas unas sobre otras al mismo tiempo en la perspectiva vivencial de los individuos. Las escalas menores son las que influyen con mayor peso en la forma de vida y en la identidad de las personas porque desarrollan lazos más fuertes y puntos de cohesión con los otros miembros de la comunidad, además de una carga afectiva para el individuo. Es el caso de las zonas rurales. La identificación en sus - 46 - escalas mayores, como la identidad nacional, se presenta de forma más difusa, ya que es una construcción mental y no concreta. En México, por ejemplo, las poblaciones campesinas conservan fuertes elementos de la cultura mesoamericana, que se caracterizaba por su fuerte arraigo a los elementos naturales y a la Tierra como entidad mística y fundida con la vida, la historia y el desarrollo de las comunidades. Condición que se ha convertido en un importante factor para la demarcación de las regiones en el país (Bonfil, 1989). La región, como categoría entre lo nacional y lo local, representa una especial importancia para la construcción de la identidad colectiva. Y así pasando del territorio a la cultura, como una noción compleja, se encuentra la idea de territorios culturales, que se desarrolla a partir de la aparición de la geografía de la percepción, estrechamente vinculada a la geografía cultural, que concibe el territorio como un lugar para la escritura geosimbólica (Giménez, 2007). Es indiscutible la importancia del territorio fuera del esquema puramente geográfico. Las divisiones políticas y económicas del territorio no pueden competir contra la región percibida y vivida de los sujetos. El territorio cultural rebasa en diversidad y riqueza de símbolos a cualquier otra escala del espacio físico. La dimensión simbólica del territorio y su relativa independencia de las otras facetas puede ilustrarse claramente con la noción de Augé sobre el lugar antropológico, “no es sino la idea, parcialmente materializada, que se hacen aquellos que lo habitan de su relación con el territorio, con sus semejantes y con los otros” (Augé, 1996: 61). - 47 - Otra forma de estudiar el territorio es como un hábitat, más desde el campo de la ecología social, donde los seres humanos actúan como seres biológicos que forman parte de un determinado ecosistema y se relacionan profundamente con los recursos naturales que los rodean. Los orígenes de esta visión quizá se encuentren en el concepto de la región-organismo. En comparación con el cuerpo biológico, la teoría de la región como un organismo vivo cobró importancia entre los geógrafos franceses del siglo XIX. Paul Vidal de la Blanche articuló claramente este concepto. El argumento era que las regiones funcionaban como mucho más que la suma de sus componentes. Las regiones son percibidas como entes vivos que responden a los estímulos, incluyendo el medio ambiente y la adaptación al desarrollo urbano. Esta corriente de pensamiento sostenía que la tierra tendía “naturalmente hacia la perfección” (De la Blanche, citado por Harner, 1996). Aunque la Escuela Geográfica Francesa recibió fuertes críticas por una analogía que se consideró imperfecta, su aportación fue el estudio de la región como un todo, como el espacio donde conviven los elementos naturales con las actividades humanas, y el hacer notar cómo el resultado de esta simbiosis crea un paisaje específico. Los detractores señalaron que las regiones no son un ser vivo y no “reaccionan”, sino que son los seres humanos quienes actúan sobre ellas. Otros matizaron que si bien la región podía ser considerada un organismo, este era parte de un todo mucho más complejo, aunque pudiera ser subdividida en varias partes. Después de que la teoría de la región-organismo fue descartada durante décadas, recientemente algunos de sus aspectos se han retomado, sobre todo la perspectiva holística del territorio. Para De la Blanche, la integración de la tierra con - 48 - las actividades antropogénicas y los recursos naturales dan lugar a un estilo de vida característico, que se representa en un paisaje. Mediante la incorporación de todos estos elementos, se introdujo la idea de “personalidad” aplicada a un área geográfica, lo que ha influenciado los estudios posteriores de la identidad colectiva asociada a un territorio (Ibid). Por otro lado, teorías contemporáneas, como el enfoque de la ecología social, defienden el valor de existencia del territorio y del paisaje una vez que es internalizado por los seres humanos, que se sienten arraigados profundamente con su lugar de origen y la naturaleza que los rodea: El mundo natural no solamente provee bienes y servicios tangibles, tales como comida, fibra y ciclos de nutrición, sino también sirve como fuente de maravilla e inspiración para mucha gente. Los economistas llaman a este valor, valor de existencia y utilizan sofisticados métodos para su cuantificación, cuyo objetivo es conservar los hábitats naturales, aunque este no provea un valor de uso directo (Naidoo y Taylor, 2006). El valor de existencia de un ecosistema va ligado a la carga afectiva que puede provocar en los individuos. El mirar un paisaje conmovedor es algo imposible de valuar en términos monetarios, tampoco la relación de los pobladores con su entorno y su naturaleza. La reflexión más profunda lleva a concebir al ser humano no sólo como actor con poder sobre el medio ambiente. El hombre proviene de la naturaleza, subsiste a través de los recursos que ella le proporciona y todo lo que crea, incluyendo él mismo; tiene su origen en la naturaleza, y en específico de su hábitat, con el que crea fuertes nexos, a veces inconscientes. Las identidades territoriales tienen un componente de raigambre no sólo al espacio físico, sino también a los elementos naturales que la conforman y a la - 49 - capacidad de éstos de generar lazos sociales y de formar comunidad. En la identidad socioterritorial se objetiva la identidad cultural mediada por los vínculos sociales estrechos y la cercanía física con los referentes geosimbólicos y, por supuesto, del territorio en sí, pero además con la incesante interconexión con los actores sociales próximos ya sea que compartan la identidad colectiva o no. La identidad territorial es una representación social pensada en términos socioespaciales. Es lo que comúnmente se llama amor al terruño, a la matria (como propuso el historiador Luis González, en su obra Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia), la escala más próxima de identificación con un contexto geográfico, a diferencia de la nacionalidad, cuyo fundamento se encuentra en vínculos simbólicos lejanos, más que vivenciales; y cuya transmisión requiere ser reforzada por los contenidos en medios de comunicación masiva relativos al patriotismo. La identidad local, en contraparte, se transforma además desde la base de la vida cotidiana, las interacciones sociales más reales y concretas (Pimienta, 2007: 60). A pesar de los avances de la tecnología, que cuenta con sofisticados recursos visuales y auditivos para invadir la percepción y la conciencia humana, la vivencia directa (no virtual) no puede ser reemplazada en su papel de formación de los significados dentro de los sujetos sociales, en este caso miembros de una comunidad localizada. El sentido de identidad es el resultado de una sucesión de encuentros y desencuentros sociales que no está exento de cambio y de las influencias de actores externos, que pueden modificar los patrones de conducta de una identidad sentados en bases comunes: - 50 - […] La identidad local no es esencia inmutable sino un proceso histórico y resultante de conflictos y luchas, de aquí su plasticidad y su capacidad de variación, reacomodamiento, modelación interna; las identidades surgen y varían con el tiempo. Se expanden o se retraen, según las circunstancias, y a veces resucitan. La identidad local, crea una comunidad imaginada, fundada en una localidad y en una experiencia histórica común sin que importe muchas veces que tan diversa sea y que tan artificialmente está organizada (Ibid). La identidad socioterritorial ligada a pequeñas comunidades se halla imbricada en la capa inferior de los sentimientos de identidad nacional, subnacional o regional, con los cuales puede convivir en perfecta armonía, pero con superior terreno ganado en experiencia humana y dinamismo en la interacción social. Se modifica constantemente mediante una combinación de elementos simbólicos, culturales y sociales, asociados a un territorio, que media la intersubjetividad entre los individuos, que a fuerza de vivir día tras día un territorio lo hacen suyo y ellos a su vez se sienten parte del territorio. Este tipo de identidad, cuando se vive con fuerte intensidad, genera un sentido de pertenencia, que se advierte en frases populares como “yo soy de esta tierra”, “este es mi terruño” o, “esta es mi ciudad”. En el proceso de construcción de un apego socioterritorial o topofilia, los sucesos históricos se entrelazan con espacios estratégicos donde confluye el imaginario popular y acontecimientos coyunturales en la historia de una localidad o una región. De esta combinación surgen relatos que van conformando una personalidad única de un territorio y de sus habitantes. El entorno se convierte en una especie de escenario, a la vez que sujeto, de historias y memorias compartidas por una colectividad, lo cual imprime nuevos significados al - 51 - territorio en general o a los fragmentos del territorio que se vuelven trascendentes para la identidad. Al paso del tiempo puede no haber claridad sobre por qué las personas oriundas de un determinado lugar son como son, pero en la conformación de una identidad se fundan consensos sociales flexibles, que apuntan en una especie de corriente social: cómo se comporta, cómo es, cómo vive, cómo piensan las personas nacidas en un espacio geográfico específico; en este caso el espacio se convierte en sociocultural, en un espacio vivido, que es a su vez transformado por las ideas formadas acerca de él y, finalmente no se sabe quién transforma a quién: si el territorio determina a sus habitantes o viceversa. Esta escala de la identidad es importante debido a que es la que moldea en la realidad las prácticas sociales y de organización concretas dentro de un terreno efectivamente percibido y vivido de forma directa por sus actores sociales. Es pues, la parte de la conciencia psíquica, donde se gesta la dinámica de la agencia social. No obstante, la dificultad de estudiar las identidades estriba en su carácter inconstante y heterogéneo, porque la identidad, aunque desempeña una función identificadora, no se traduce en una mismidad, ni en una masa homogénea, si no en diferentes maneras de interiorizar una identidad por parte de cada miembro del colectivo, es decir, diferentes grados de integración a una identidad e incluso la posibilidad de que algunos individuos no compartan la identidad colectiva, cuyos rasgos subjetivos y objetivos sólo pueden ser inferidos por el investigador a través de una metodología específica en un contexto sociocultural e histórico particular. - 52 - 6. Desplazamiento involuntario: una revisión teórica En la literatura sobre los desplazamientos poblacionales provocados por la construcción de infraestructura, se han elaborado diferentes propuestas teóricas para explicar los efectos sociales, así como para describir los procesos de adaptación y establecer parámetros para la creación de un nuevo orden social y de desarrollo tras la experiencia del reasentamiento. El detonante de una movilización involuntaria abarca un rango muy diverso de causalidad, desde desastres naturales (terremotos, huracanes e inundaciones) hasta la violencia provocada por el ser humano, donde destacan los conflictos territoriales y políticos, así como los enfrentamientos bélicos en que las personas pueden ser retiradas literalmente a la fuerza de sus hogares o huyen ante la amenaza de la guerra, o bien, por proyectos de infraestructura proyectados desde una entidad gubernamental. Podría pensarse que los eventos programados conllevan una carga menor de incertidumbre y sufrimiento para los desplazados, al contar con una ruta trazada en el desarrollo de los pueblos afectados con una meta final, es decir, un nuevo lugar de ubicación o propuestas de desarrollo, pero la historia ha demostrado — casos de Asia, África y América Latina sobre todo— que la falta de una adecuada planeación, o incluso, la simulación de ésta, conlleva a consecuencias tan graves y a empobrecimiento tal como si se tratara de movilizaciones impulsadas por guerras o tragedias climatológicas (Ashtana, 1996). De acuerdo a Michael M. Cernea (1996), este fenómeno consiste en dos procesos íntimamente ligados: la reubicación en sí y la reconstrucción de un estilo de vida (frecuentemente llamada “rehabilitación”). Cada una de estos procesos posee - 53 - sus propias demandas, riesgos, costos, logística y efectos económicos y socioculturales. El desplazamiento contempla cómo la tierra y otros valores mayores son expropiados y la gente es removida, para permitir un proyecto que busca el bienestar social. En la vida real, esto es no sólo una expropiación o una simple transferencia de propiedad con el correspondiente intercambio de compensación material. En términos sociológicos, es un proceso de desarticulación de los patrones de existencia social. Los desplazamientos involuntarios siempre crean una crisis social y muchas veces también política. Los trastornos que arroja son muy rara vez comparados con los procesos normales de desarrollo. La rehabilitación se refiere al destino de la gente desplazada después de la relocalización y la reconstrucción de sus patrones de organización socioeconómica. En teoría, estos dos procesos, expropiación y rehabilitación, son segmentos de una línea continua. En la práctica, la primera no necesariamente trae automáticamente la segunda. Las personas desplazadas pierden su tierra, sus viviendas o ambas, además de su patrimonio personal y colectivo. Como consecuencia, el resultado del reasentamiento puede variar considerablemente los estándares previos de vida de la gente. En verdad, sea o no involuntario el reasentamiento, los resultados al restablecer los modos de producción y de subsistencia dependen en gran medida en cómo el desplazamiento fue planeado y llevado a cabo. Y también de que los desplazados sean ayudados a recomponer sus vidas. El desplazamiento no puede ser concebido sino como binomio despojo/ desplazamiento, debido a la violencia en mayor o menor grado, que antecede necesariamente a una práctica de desplazamiento (Zapata, 2011). Despojo significa - 54 - “Privar a alguien de lo que goza y tiene, desposeerle de ello con violencia”, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su primera acepción. El despojo básico lo configura la desterritorialización, pero debido a la carga simbólica del territorio, las pérdidas se trasladan al terreno de lo cultural y de lo afectivo. Además, el conceptualizar el desplazamiento como despojo, conlleva a considerar la participación de distintos actores sociales que intervienen en el despojo, como pueden ser el Estado, agentes del capitalismo u otros, y no sólo como movimientos poblacionales sin responsables ni afectados. Las críticas hacia los gobiernos y las instancias ejecutoras de los proyectos de infraestructura hidráulica se han centrado en la falta de un plan estratégico para que las personas desplazadas recuperen al menos su anterior estilo de vida para que esta mejore o se aprovechen los beneficios de la obra erigida. A pesar de los fuertes impactos, el interés por investigar el tema en las Ciencias Sociales no surgió sino a partir de 1970 y se intensificó en la década siguiente, cuando las resistencias de las comunidades desplazadas se proyectaron a escala internacional. En la década de 1980 surgió el modelo de los antropólogos Thayer Scudder y Elizabeth Florence Colson, que influyó en toda la literatura sobre el tema. Este aporte teórico intenta explicar la manera en que los actores sociales y los sistemas socioculturales responden a una situación de desplazamiento. Una de las tesis que mantienen estos autores es que la reubicación, sea voluntaria o involuntaria, resulta una experiencia traumática y atraviesa por un largo proceso para llegar a su adaptación integral. Durante el periodo más estresante, los primeros años que siguen a la reubicación y el movimiento en sí mismo, los pobladores tienden a comportarse - 55 - de una forma conservadora, apegándose a los vínculos familiares y evitando en lo posible incrementar los riesgos que implica el separarse de los patrones de la comunidad. Conforme pasa la transición, las personas relajan su conducta y comienzan a comportarse de una forma más individualista y flexible. Siguiendo con este modelo, se considera que una comunidad ha tenido una rehabilitación exitosa cuando retoma el mando y el manejo de sus actividades económicas y ya no necesita intervención del gobierno o de entidades externas para su funcionamiento (Ashtana, 1996). El esquema propone cuatro fases de un desplazamiento: reclutamiento o planeación, transición, desarrollo potencial e integración. En la primera etapa, los ejecutores de las políticas públicas o los desarrolladores formulan planes para el desarrollo de la obra y el reasentamiento, frecuentemente sin informar a aquellos que serán desplazados. La fase de transición comienza cuando la gente conoce acerca de su futura movilización y se dispara el estrés colectivo, comprende las negociaciones y el periodo de la reubicación física. Mientras tanto, el desarrollo potencial se presenta una vez que la relocalización geográfica terminó y los habitantes inician el proceso de reconstrucción de sus economías y redes sociales. La transferencia o integración — si es que se alcanza — se refiere a la transferencia de los sistemas locales de producción y liderazgo comunitario a una segunda generación de residentes que se identifican entre sí con un sentimiento persistente de comunidad. Y sólo cuando ese estadio es alcanzado, se considera que el reasentamiento ha sido exitoso. Además, se estableció que el reasentamiento implicaba costes mucho más graves, así como procesos diferenciados, para los - 56 - grupos vulnerables, generalmente grupos étnicos, mujeres, campesinos y otros en estado de pobreza y marginación (Ibid). En su origen, el modelo Scudder-Colson se aplicó para los desplazamientos voluntarios y después se adaptó a aquellos con la cualidad de forzados o involuntarios. La teoría en cuestión, a pesar de haber influido fuertemente en las investigaciones sociológicas y antropológicas en los años de 1980, ha sido cuestionada por parte de algunos académicos por su tendencia a buscar las similitudes entre los diferentes tipos de desplazamientos, más que las diferencias en la reacción de las personas desplazadas, por lo que se requieren de otras herramientas metodológicas para estudiar a detalle las particularidades de un proceso de acuerdo a las características de cada región, tanto en el periodo más álgido del desplazamiento, la transición, como a largo plazo. Además, la abundante evidencia de desplazamientos involuntarios que no necesariamente pasaban por las cuatro etapas sugería que era necesario un nuevo esquema teórico, en particular, para explicar la creciente pobreza en poblaciones desplazadas a causa de grandes proyectos de infraestructura, del que existen casos documentados en la escena internacional. En este contexto, el Banco Mundial decidió ordenar un estudio acucioso de las experiencias acumuladas en el periodo 1986-1993 en los proyectos financiados por esta instancia. Michael M. Cernea encabezó la investigación, cuyo principal objetivo fue establecer una serie de políticas públicas encaminadas a evitar o mitigar los daños a las poblaciones desplazadas. El estudio del Banco Mundial fue un parte aguas en la percepción del desplazamiento como una problemática social y no sólo económica, e influyó para - 57 - que varios países, aunque no fueran financiados, retomaran algunos de los lineamientos trazados por esa entidad financiera; sin embargo, esta no ha sido una tendencia generalizadora en el Planeta y mucho menos en el llamado Tercer Mundo, donde se han documentado numerosos casos de indemnizaciones inequitativas, así como el empobrecimiento de muchas poblaciones a causa de la reubicación forzada. Así se gestó el modelo de Empobrecimiento, Riesgo y Reconstrucción (IRR, por sus siglas en inglés) por el propio Cernea, sobre desplazamientos involuntarios que enfatizan los riesgos intrínsecos, así como expone propuestas para eliminar, contrarrestar o mitigar los efectos negativos en la población afectada. Los principales objetivos del IRR son explicar qué es lo que pasa durante la movilización forzosa de una población y crear herramientas teóricas capaces de guiar el proceso de planeación y desarrollo para las situaciones de reasentamiento. En lo que se refiere a procesos identitarios y sus transformaciones, Cernea advierte que como resultado de un desplazamiento involuntario se deriva el abandonamiento forzado de espacios simbólicos (como santuarios y tumbas), o de geosímbolos tales como montañas, ríos y paisajes, que pueden ser considerados santos o místicos, o simplemente contar con un valor más allá de lo material. Esto, además, puede traer como consecuencia el desprendimiento de los pobladores de sus conexiones psicológicas e históricas con el pasado, y al mismo tiempo de las raíces de su identidad cultural. Para el IRR, el empobrecimiento causado por el reasentamiento típicamente ocurre a lo largo de ocho dimensiones cruciales: falta de territorio, falta de vivienda, desempleo, marginación, inseguridad alimentaria, pérdida de acceso a las - 58 - propiedades comunales, aumento de la morbilidad y mortalidad, así como la desarticulación social. En este modelo, y en la mayoría del estado del arte sobre el tema de los desplazamientos, prevalece la preocupación por los impactos económicos y materiales. Se advierte una atención más bien marginal a los procesos identitarios y a la reproducción social de formas de vida y de representaciones culturales. A pesar del interés creciente por los efectos colaterales de los desplazamientos inducidos o involuntarios, el análisis se ha enfocado sobre todo en el campo económico y social, debido a la urgencia por la reconstrucción de los aspectos más visibles y de dar cumplimiento a las necesidades básicas como alimentación, casa y salud. De tal manera, el interés por las pérdidas intangibles como las afectaciones a la identidad cultural o al patrimonio histórico, han sido relegadas en gran parte de las investigaciones realizadas hasta ahora. En lo general, ambos modelos consideran una continuidad en la experiencia del reasentamiento tendiente a la rehabilitación a través de una visión evolucionista y lineal del desarrollo social. En la práctica, muchas veces la rehabilitación o reconstrucción del sustrato social no llega a completarse, por lo que se vuelve necesario ampliar el marco teórico y conceptual para explicar con más profundidad este fenómeno, sobre todo lo relativo a las relaciones comunitarias y a la cultura. Para analizar la experiencia del desplazamiento, y su posterior etapa de transición, es posible utilizar la teoría de Sergei Moscovici (citado por Giménez, 2007) sobre el núcleo y la periferia en el sistema de elementos culturales. Así, podríamos decir que tras el cambio de territorio, los elementos nucleares tenderán a - 59 - permanecer mientras que los accesorios o periféricos corren el riesgo de desaparecer, aunque también pueden surgir nuevas pautas de conducta que den lugar a la transformación en una diferente identidad colectiva, mediante el mecanismo de anclaje al área nuclear de la cultura. En contraste, se encuentra la desarticulación de los vínculos sociales que llevan a una pérdida de identidad común, y las principales causas pueden ser los reajustes territoriales y la consecuente modificación de las relaciones de proximidad; la incertidumbre, que genera desconfianza entre los propios miembros de un grupo social, y la diseminación de los pobladores hacia distintos destinos, los que desemboca en una debilitación de la identidad territorial y, por lo tanto, de una capacidad de organización social para la recuperación de una dinámica de desarrollo. Por otro lado, las movilizaciones de protesta pueden ayudar a crear una identidad, como ya se vio anteriormente, ya que la resistencia no puede llevarse a cabo sino es en términos de formación de identidades, necesarias para la interacción de los sujetos colectivos. No obstante, no es un imperativo que esta se torne en una entidad social duradera, además de que confluyen múltiples factores. En suma, el desplazamiento involuntario de una población es un trastrocamiento del tejido social, no sólo en el campo de la economía, sino también en los subsistemas político, social y cultural a nivel colectivo, y en términos de la conciencia individual es el derrumbe de un microuniverso a cambio de un futuro incierto. En ambos sentidos, el contexto impone la exigencia de una reconstrucción - 60 - totalitaria de la vida social y no de un simple reacomodo, como pretenden hacerlo ver las autoridades responsables del desplazamiento. La desaparición de un territorio socialmente apropiado implica numerosos efectos en la organización colectiva de proximidad: la ruptura de nexos de trabajo comunitario, los relacionados con actividades económicas y a relaciones interpersonales. Al ser la identidad colectiva un repertorio cultural compartido, la disolución de los lazos y la dispersión de la población constituyen un riesgo latente para la pérdida de identidad, aunque también existe la posibilidad de la permanencia o la transfiguración de las identidades. El mayor enemigo de una identidad es el olvido ya que sin memoria no hay cultura y, por ende, no hay identidad posible. Pero para una identidad social se necesita incentivar la memoria colectiva, para lo cual no hay ningún plan de reajuste cultural por parte de las entidades gubernamentales, como sí lo puede haber para la economía, la tenencia de la tierra o la instalación del sistema escolar. El desplazamiento forzoso se caracteriza por un proceso total de ruptura: la disolución o debilitamiento de los lazos con la comunidad, con las actividades económicas primarias, a su vez estrechamente ligadas a la separación del territorio y sus recursos naturales. Además de la ruptura con el paisaje y el hábitat humano no sólo como fuente de trabajo e ingresos económicos, sino por su valor intrínseco de ecosistema y belleza natural. Pero también está la ruptura con la cultura y la historia compartidas, que después del desplazamiento tienen que ser replanteadas al carecer del escenario geográfico que les dio vida por primera vez y fue convirtiéndose en el punto de confluencia para el surgimiento de costumbres, valores y prácticas - 61 - cotidianas comunes. Todo este panorama no puede más que arrojar la necesidad de una reconstrucción de la identidad, a partir de bases intangibles como el imaginario popular, la acción participativa y la voluntad social. Una lucha cuyo final también se vislumbra incierto. - 62 - Capítulo II LAS GRANDES REPRESAS: DE LA REGIÓN A LA DISCUSIÓN GLOBAL Los desplazamientos forzados, como el ocurrido en el sur de Sinaloa a causa de la presa Picachos, se encuentran lejos de ser una problemática local o regional. Por el contrario, forman parte de una problemática global que se viene gestando desde hace varias décadas y se ha replicado a lo largo y ancho de los cinco continentes. Los detonantes alcanzan un amplio rango: algunos compulsivos (guerras, hambrunas, desastres naturales, inundaciones), pero también otros donde es posible —al menos en teoría— su planificación y mitigación de daños, como los derivados de obras de infraestructura y de urbanización. Dentro de los reasentamientos planeados a raíz de una obra de infraestructura urbana, una de las vertientes más polémicas es la construcción e implementación de grandes represas, sobre todo desde mediados del siglo XX, cuando a escala mundial se disparó el número de presas construidas en respuesta al crecimiento de la demanda de energía y de agua ante el alza demográfica y el engrosamiento de los mercados. 9 Hay varios motivos para que la construcción de presas despierte un acalorado debate entre las partes involucradas. Generalmente son obras que, además de implicar cuantiosas inversiones (derivadas del sector público), provocan cambios dramáticos para la población afectada. Las transformaciones se reflejan en los sectores económicos, sociales y culturales al tiempo que inciden sobre cientos de son irreversibles. 9 En nuestros días, cerca de 3,800 kilómetros cúbicos de agua fresca son extraídos anualmente de lagos, ríos y acuíferos en todo el planeta, el doble del volumen que se extraía hace 60 años, de acuerdo al reporte de la Comisión Mundial de Represas. - 63 - Si bien el grueso de las presas se concentra en los países altamente desarrollados como Estados Unidos de Norteamérica o en los más poblados como China y la India, también se las localiza en los países en vías de desarrollo. En éstos las consecuencias de la construcción de presas se tornan aun más graves generando el empobrecimiento de las poblaciones desplazadas y alteraciones en el medio ambiente. Los efectos negativos de las presas acentúan la situación de pobreza y desigualdad social que afecta a los grupos más vulnerables de la población: indígenas, campesinos y minorías étnicas. A diferencia del Primer Mundo, los países en vías de desarrollo no cuentan con los recursos financieros e institucionales para hacer frente a la serie de problemáticas que surgen con la instalación de una presa; además de que en muchos de estos países el autoritarismo con que se desempeña el Estado pone en riesgo el respeto a los derechos humanos de los pobladores afectados. No existen estadísticas precisas acerca de cuántas personas han resultado afectadas en el Mundo por este fenómeno, lo cual ha propiciado un vacío enorme en cuanto a la aplicación de políticas públicas que proporcionen reasentamientos menos nocivos y más equitativos. De igual forma, la insuficiente información ha propiciado durante mucho tiempo el desconocimiento de los desplazados como una categoría de ciudadanos en desventaja respecto a los ciudadanos regulares para reclamar sus derechos políticos, sociales y civiles. 10 10 Fue hasta 1998 cuando la ONU decretó lo principios rectores en caso de desplazamiento, motivado por la problemática de los conflictos armados alrededor del mundo y cuya aplicación se amplió a los desplazados por proyectos de desarrollo urbano. Los principios establecen, entre otros, los derechos a educación, vivienda, seguridad y a regresar al lugar del que se fue desplazado siempre y cuando existan las condiciones para ello. - 64 - Bajo la consigna de remontar ese déficit de conocimiento y proponer un marco de información más fidedigno para la toma de decisiones en políticas públicas de desarrollo, surge la Comisión Mundial de Represas (CMR) en 1997, como parte de un esfuerzo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ante la creciente ola de críticas y la evidencia de los impactos indeseables de la construcción de presas. Uno de los efectos más dramáticos de esta problemática es el desplazamiento involuntario de comunidades enteras en condiciones de incertidumbre y bajo el esquema de proyectos no participativos, impuestos desde arriba por diferentes instancias del Estado. Después de reunir una amplia base de datos provenientes de casos de estudio de todo el mundo, la CMR emitió su reporte mundial en el año 2000, en el cual se brinda un acercamiento empírico para dimensionar la problemática. Se estima que entre 40 y 80 millones de personas en todo el mundo han sufrido las consecuencias del reasentamiento provocado por las presas de gran escala. Como se mencionó anteriormente, el siglo XX se caracterizó por un crecimiento acelerado en la construcción de presas. En 1949 cerca de 5 mil grandes represas operaban a escala global, tres cuartas partes de ellas en países industrializados. Y para el final de siglo, la cifra se elevó a 45 mil presas en más de 140 países (Véase en Anexos el gráfico 1), donde se advierte la tendencia compulsiva en la creación de embalses en un periodo relativamente corto. - 65 - El crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial fue el escenario del vertiginoso ascenso, que terminó hacia la década de 1980. En su punto más alto, cerca de 5 mil grandes presas se erigieron en el periodo de 1970 a 1975. El declive en la edificación durante los años de 1980 y 1990 también fue considerable, especialmente en Norteamérica y Europa, donde los lugares técnicamente más atractivos se encuentran ya desarrollados, en todo caso el contraste es alto en comparación con inicios del siglo. Cinco países cuentan con el 80 por ciento de las presas del orbe; tan solo China ha construido más de 22 mil grandes represas, cerca de la mitad del total mundial. Antes de 1949 tenía sólo 22, lo que habla de una dinámica compulsiva y traumática para la población trastocada: grandes cambios en periodos muy cortos de tiempo. Otros países en esa lista son Estados Unidos de Norteamérica con más de 6,390 presas; India con más de 4 mil; España con 1000 y Japón con alrededor de 1,200. 11 Las naciones desarrolladas han dejado de construir nuevas presas y se concentran en el manejo eficiente de las presas ya existentes. Mientras tanto, la construcción de presas aumentó en países con menor nivel de desarrollo económico durante las décadas recientes. Hacia fines del siglo XX se encontraban en proceso de construcción otras 1,700 presas en otras regiones del orbe, el 40 por ciento en la India. El periodo de construcción de una presa es de cinco a diez años, esto indica que el promedio anual va de 160 a 320 nuevas presas a nivel mundial. 11 Estas cifras pertenecen al Reporte de la Comisión Mundial de Grandes Represas, publicado en el año 2000. - 66 - De acuerdo al marco normativo de la ONU, una presa no debería ser un fin en sí mismo, sino sólo un medio para lograr el mejoramiento sostenible del bienestar humano. Un objetivo que se logra únicamente cuando la obra se sustenta en una base económicamente viable, socialmente equitativa y ambientalmente sustentable, pero además el nuevo paradigma del desarrollo sostenible considera a la cultura como el cuarto eje fundamental para lograr la permanencia de un nivel de desarrollo basado en los saberes, las habilidades, la historia y las costumbres de una población determinada (Leff, 2007). Aspectos que rara vez han sido tomados en cuenta a la hora de concretar los proyectos de obras hidráulicas. Únicamente si una represa es la mejor manera de alcanzar el desarrollo sostenible merece “nuestro apoyo”, expresa la CMR en su informe global. Esta toma de postura representa un parte aguas respecto a la forma en que se han concebido y ejecutado las obras de infraestructura hidráulica a nivel mundial, que han sido vistas como signo indiscutible del progreso y se realizan sin considerar las oposiciones, a pesar de que frecuentemente incumplen sus objetivos iniciales. Antes del año 2000, la base de datos más amplia sobre grandes represas pertenecía a la Comisión Internacional para las Grandes Represas (ICOLD por sus siglas en inglés), un organismo de corte técnico y financiero. De acuerdo a esta información, en 1998 funcionaban alrededor de 25,420 presas, una lista sumamente parcial. Además era evidente un subregistro considerable en varios países, el más importante en China, con 1,855 presas, cuando otras fuentes calculaban cerca de 22 mil. Como se consigna en el anexo estadístico de la CMR, la información disponible de la ICOLD presentaba limitaciones: un conjunto muy estrecho de parámetros, - 67 - localización, propósito, altura, tamaño de la reserva, capacidad de almacenamiento, entre otros datos meramente cuantitativos. La información sobre los aspectos sociales y ambientales era casi nula, por lo que la CMR comenzó a formar la base de conocimiento con apoyo de fuentes complementarias y estudios de caso en decenas de países.12 En la actualidad (a fines del año 2011) la ICOLD registra 37,626 presas, casi 10 mil menos que las que contemplaba la CMR en el año 2000, cuando ésta reportó la existencia de al menos 47,655 presas en todo el globo, sin contar las que se encontraban en proceso de construcción o en la etapa de planificación en el momento del registro. Esta cifra es la más reciente disponible hasta el momento; sin embargo, considerando la media anual de 240 nuevas presas se calcula que operan en la actualidad 50,295 presas de gran magnitud. Si bien las cifras nos proporcionan una idea de la dimensión del problema, es necesario avanzar hacia un enfoque integrador y sistémico en el tema del desplazamiento provocado por el desarrollo, sobre todo considerar las perspectivas de género, de ciudadanía y el reconocimiento de las naciones multiculturales y a la emergente lucha por las identidades particulares en el marco de la globalización. Podría ser que el sesgo en desventaja de los factores culturales y sociales, encuentre su origen en la formación del marco jurídico internacional en materia de desplazamiento forzado, el cual en principio se le consideró únicamente como un 12 El sitio oficial de la ICOLD, en Internet (http://www.icoldcigb.net/GB/World_register/general_synthesis.asp), advierte que sus estadísticas se basan únicamente en la información reportada por sus miembros y recomienda a los usuarios tomar la información bajo reserva de que la base de datos no es completa en relación a la totalidad de presas en el planeta. - 68 - fenómeno generado por guerras civiles y movimientos armados, similar al de los refugiados por guerras internacionales. Pasaron décadas para que los organismos civiles internacionales abordaran las particularidades del problema del desplazamiento interno, cuyos afectados necesitan un plan de reasentamiento permanente y políticas públicas integrales de largo plazo, a diferencia de los refugiados que pueden ser asistidos de forma temporal. En 1992 comenzó el proceso de elaboración de los principios rectores del desplazamiento por parte de la ONU debido a los conflictos armados que amenazaban la estabilidad de millones de civiles y los obligaban a buscar un lugar dónde vivir pero sin posibilidad de atravesar las fronteras de sus países. Después de un largo debate, en 1998 se promulgan 33 principios rectores que exponen los derechos de los ciudadanos desplazados y las correspondientes obligaciones de los Estados nacionales.13 A catorce años de su publicación, numerosos países han adoptado los principios dentro de sus políticas y los han incorporado a su legislación nacional y, sobre todo, gran cantidad de desplazados han aprendido a reconocer sus derechos; aunque de acuerdo a un análisis, diez años después, especialistas internacionales coincidieron en que la aplicación generalizada de estos principios se percibe aún muy lejana. Durante las discusiones previas, se tomó la determinación de incluir dentro de los principios a los desplazados por proyectos de infraestructura, al considerarlos vulnerables ante los representantes del poder, quienes al ejercer su autoridad 13 Agencia de la ONU para los refugiados –ACNUR- (1998). “Principios Rectores de los desplazamientos internos”. Disponible en internet: http://www.acnur.org/t3/fileadmin/scripts/doc.php?file=biblioteca/pdf/0022. Fecha de consulta 07 de agosto de 2012. - 69 - convierten en involuntario el reasentamiento, además de que los afectados no disponen de la capacidad para cambiar su futuro respecto de la obra ni cuentan, en muchos casos, con alternativas de restituir sus modos de vida. El documento se divide en cuatro secciones: Principios Generales, Principios Relativos a la Protección contra los Desplazamientos, Principios Relativos a la Protección durante el Desplazamiento y Principios Relativos a la Asistencia Humanitaria. Estas secciones contienen preceptos basados en el derecho internacional y en las garantías individuales, con la intención de servir de guía a gobiernos y dependencias involucradas. En ellos se reconocen, entre otros, los derechos de los desplazados a la educación, a la seguridad, a la alimentación, a la libertad de expresión, a la participación en asuntos públicos y al retorno a su lugar de origen, cuando es posible. En consideración del origen de los principios rectores —su preocupación por los conflictos bélicos—, la cultura y la identidad no se abordan de forma puntual o sobresaliente. El drama humano de la guerra hace comprensible que la preocupación por la cultura pase a un segundo término, al menos de forma momentánea; sin embargo, no por ser menos urgente es menos importante, ya que la cultura constituye parte insoslayable del patrimonio de la humanidad, como se establece en tratados internacionales. Debido a que el desplazamiento forzado es un tema de múltiples dimensiones y con la participación de muchos actores sociales, se requiere articular un marco regulatorio integrador, mediante la incorporación de otros referentes internacionales en materia de cultura y de identidad, como la Declaración Universal de la UNESCO - 70 - (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura); y más recientemente la Agenda 21 de la Cultura, la cual nace en 2004 dentro del Foro de las Culturas Universales en la ciudad de Barcelona. Es el documento de referencia de los gobiernos locales para la elaboración de políticas culturales. El primer principio defiende la diversidad cultural, pues es “el principal patrimonio de la humanidad. Es el producto de miles de años de historia, fruto de la contribución colectiva de todos los pueblos, a través de sus lenguas, imaginarios, tecnologías, prácticas y creaciones. La cultura adopta formas distintas, que siempre responden a modelos dinámicos de relación entre sociedades y territorios. La diversidad cultural contribuye a una “existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual más satisfactoria para todas las personas” [Declaración universal de la Unesco sobre la diversidad cultural, artículo 3], y constituye uno de los elementos esenciales de transformación de la realidad urbana y social”.14 Asimismo, establece que todas las políticas públicas deben incluir una dimensión cultural para logar un desarrollo realmente equitativo y humano. La Comisión Mundial de Represas establece siete prioridades estratégicas: la aceptación pública, la valoración exhaustiva de opciones, el sostenimiento de ríos y modos de vida, reconocer derechos y compartir beneficios, garantizar el consenso y el compartir ríos para la paz y seguridad mundial y de las naciones; y por último, un eficiente manejo de las presas existentes. 14 Agenda 21 de la Cultura (2004). Disponible en Internet: http://www.juntamvd.gub.uy/es/archivos/decretos/1457-sdec_31127.htm. Fecha de consulta 07 de agosto de 2012. - 71 - Cada uno de estos siete puntos se divide en principios y recomendaciones. La prioridad número uno, aunque parezca una tarea difícil, es lograr la aceptación pública. Aquí se especifica que el reconocimiento de los afectados en su totalidad, la valoración de riesgos y la salvaguarda de los derechos de todos los grupos es la vía para lograr este consenso social. En esta parte, resulta relevante el acceso transparente y equitativo a la información referente al proyecto en cuestión, así como la participación ciudadana desde sus marcos de referencia culturales, los cuales en muchas ocasiones sostienen fuertes vínculos con los cauces de los ríos y corrientes de agua, cuyos ecosistemas son base del equilibrio ambiental y también de algunas sociedades y culturas, al ser la base de actividades económicas como la pesca, el turismo o la fuente de agua de comunidades ribereñas. Es común que estas prioridades no formen parte de la planeación ni la ejecución de los proyectos de infraestructura hidráulica, de igual forma se ignora el resto de los lineamientos internacionales en materia desplazamiento interno, que además son relativamente recientes y no han terminado de cristalizarse del ámbito teórico y jurídico a la práctica política y social. Una revisión al caso de la presa Picachos evidencia, por ejemplo, que ninguna de las siete prioridades estratégicas fue tomada en cuenta ni en el momento de la planeación ni en la implementación del proyecto, lo cual corresponde a la tendencia más generalizada en la construcción de presas en el Mundo, según la CMR. - 72 - 1.- Una perspectiva de costos-beneficios Las presas significan una fuente de energía, de agua para irrigación, así como para el consumo industrial y doméstico, además, en muchos casos, una solución a las inundaciones periódicas. Sin duda, los beneficios de las presas han apuntalado el desarrollo económico en muchos países. Entre sus bondades se cuenta su papel sustancial en el aumento exponencial de la producción de alimentos en el mundo sobre todo después de los años 50 y su contribución a la llamada Revolución Verde en la industria agrícola. Los casos de India y China, los países más poblados del planeta y los que poseen la mayoría de las presas, son muy ilustrativos. Se estima que los niveles nutricionales aumentaron en 25 años: a partir de 1970 en 14 por ciento para el primero y en 30 por ciento para el segundo, a raíz de la construcción masiva de presas y sistemas de irrigación, lo cual salvó la vida de millones de personas.15 La generación de energía es otra de las razones para tomar la decisión de construir una presa. Las presas hidroeléctricas proveen el 19 por ciento del total mundial de suministro de energía eléctrica y 24 países dependen en más del 90 por ciento de ellas para cubrir sus necesidades en esta materia.16 Otro beneficio de las presas es la generación de empleos. Ello implica promover el desarrollo de la industria y el comercio en los asentamientos urbanos para atraer inversiones, así como la reducción del peligro de inundaciones al controlar el flujo de 15 Comisión Mundial de Represas –CMR- (2000). Represas y desarrollo. Un nuevo marco para la toma de decisiones: El reporte de la Comisión Mundial de Represas, Londres, pp. 102-134. 16 Los porcentajes corresponden al reporte de la Comisión Mundial de Represas publicado en el año 2000. - 73 - agua pluvial,17 y en este sentido, además, se toman en cuenta las oportunidades económicas que se pueden desarrollar en el embalse de las presas, como acuacultura, pesca deportiva y actividades de recreación. Sin embargo, los servicios que proveen tienen altos costos y, generalmente, promueven un tipo de desarrollo excluyente con tendencia a acentuar las desigualdades sociales, además de implicar otros riesgos, como la posibilidad de colapso de las estructuras o el desbordamiento de las mismas presas cuando rebasan su capacidad de almacenamiento. En la dimensión ambiental, uno de los impactos más importantes es la alteración de los ecosistemas acuáticos y terrestres al modificar los cauces de los ríos y cuerpos de agua en un rango de efectos que varía en duración, escala y grados de reversibilidad. Las corrientes de agua son el hábitat del 40 por ciento de las especies de peces en el mundo y proveen funciones ecosistémicas que van desde el reciclado de nutrientes y la purificación del agua, hasta el reabastecimiento del suelo y el control de los flujos de agua. 18 Las transformaciones ecosistémicas no sólo ocurren en las partes altas, bajas y medias dentro del alcance de las corrientes de agua, estas también impactan a los esteros, que son frecuentemente ecosistemas muy complejos. El cierre de las bocas de los ríos mayores, intrusión de sal, destrucción de manglares y pérdidas de humedales son algunas de las muchas consecuencias. El Instituto de los Recursos 17 Aunque esta modalidad está entrando en desuso debido a la adopción de nuevas medidas que conllevan un menor número de daños colaterales. 18 Al menos el 20 por ciento de las más de 9 mil especies de peces que habitan las aguas del planeta, se han extinguido o se encuentran amenazadas en la actualidad, de acuerdo a la Comisión Mundial de Represas. - 74 - Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) encuentra que al menos una presa modifica el 46 por ciento de las 106 corrientes de agua primarias en el planeta. Otras fuentes externan que son escasas las corrientes de agua que conservan su forma natural. La extensión en que los ríos han sido modificados varía alrededor del mundo. Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea, por ejemplo, regulan el flujo del 60 al 65 por ciento de los ríos dentro de sus territorios. El desvío del cauce de los ríos extiende sus efectos en varios ámbitos: puede alterar la distribución de las especies productivas de las regiones, así como disminuir la biomasa de las especies, debido a la alteración de los complejos y delicados procesos biológicos que se desarrollan en estos ecosistemas. En materia de salud humana se corre el riesgo de que los flujos de agua transporten vectores de enfermedades y los sedimentos tóxicos del fondo de las presas. Además, en la esfera social y cultural, los ríos y sus ecosistemas se encuentran vinculados estrechamente con los modos de vida de comunidades enteras y con sus organizaciones sociales, y en ocasiones los ríos soportan una carga ceremonial y religiosa para muchas culturas. La recomendación de la CMR es otorgar prioridad al mantenimiento en lo máximo posible de los sistemas ribereños y las corrientes de agua que de ellos emanan. Por otra parte, en el ámbito social el desplazamiento de poblaciones, comarcas y comunidades enteras constituye una de las más complejas y trágicas consecuencias de la construcción de este tipo de obras de infraestructura. Tan solo en el periodo de 1986 a 1993, un estimado de 4 millones de personas fueron desplazadas anualmente por un promedio de 300 presas de gran magnitud. Sobre - 75 - este punto, el organismo de la ONU encargado de realizar el balance del papel de las grandes represas en la historia de la humanidad resume el panorama de la forma siguiente: Mientras muchos se han beneficiado por los enormes servicios de las grandes represas, su construcción y operación ha llevado a muchas y significativos impactos sociales y humanos. Las poblaciones afectadas adversamente incluyen las familias desplazadas directamente, las comunidades receptoras donde las familias son reubicadas, y las localidades ribereñas, especialmente aquellas ubicadas debajo de la corriente de las presas, cuyas formas de vida y acceso a los recursos son afectados en varios grados por la alteración del flujo de los ríos y la fragmentación de ecosistemas. Y más ampliamente, todas las sociedades han perdido acceso a los recursos naturales y a la herencia cultural que ha sido sumergida por las reservas o los ríos transformados por las presas.19 En cuanto a la dimensión cultural, el cuarto eje del desarrollo sustentable, los impactos han sido ampliamente ignorados en el proceso de planeación, tanto en los países industrializados como en los no industrializados. Las presas de gran magnitud han provocado efectos adversos a través de la pérdida de referentes culturales (templos, lugares sagrados, elementos simbólicos del paisaje, así como artefactos y edificios), además del hundimiento de vestigios arqueológicos, restos de plantas, animales fósiles, cementerios o elementos arquitectónicos del pasado, petrograbados y otros que pudieran haber resultado en hallazgos para la historia. La erosión de la tierra de las riberas y la exposición de las excavaciones dan pie al saqueo de piezas arqueológicas y otros elementos valiosos. Es importante agregar que las presas no se limitan a su área de construcción, sino que el daño puede extenderse debido a la construcción de caminos, redes de 19 Comisión Mundial de Represas –CMR- (2000). Represas y desarrollo. Un nuevo marco para la toma de decisiones. Londres, pp. 356-360. - 76 - energía eléctrica, pueblos para trabajadores y otras obras de infraestructura. En el único apartado dedicado expresamente al tema dentro del reporte mundial de presas, se dice que en la mayoría de los casos no se toman medidas para disminuir los daños en materia cultural, lo que puede contribuir a la pérdida de identidad socioterritorial y al debilitamiento de la cohesión social. Se puede observar que el balance de costos-beneficios muestra la necesidad de replantearse los procedimientos de toma de decisiones y de construcción de las presas, así como del reasentamiento, cuando éste es necesario. Lo anterior debido a la magnitud de los impactos negativos que han sido soslayados por las instancias gubernamentales en contraparte de los beneficios. 2.- Los desplazamientos por presas en el mundo subdesarrollado La efervescencia por la construcción de presas llegó como una oleada tardía a los países del Tercer Mundo, cuando se consideraba a las presas como un sinónimo incontestable de desarrollo y símbolo per se de riqueza. Pero los pueblos desplazados empezaron a mostrar su inconformidad. En los países en vías de desarrollo, la escala de la población desplazada en nombre del progreso creció rápidamente en las décadas de 1970 y 1980. El Banco Mundial (1994) estima que la cuota de desplazamiento de las 300 grandes presas que, en promedio, entran en construcción cada año es de cerca de 4 millones de personas. El desarrollo urbano y los programas de transporte han provocado la reubicación involuntaria de 6 millones de personas adicionales. En la década de los 80, se calculaba que entre 80 y 90 millones de personas habían sido desplazadas - 77 - como resultado de programas de infraestructura relacionados con presas, proyectos urbanos y de transportación. Las inversiones en otros sectores han disparado este número de forma considerable. La década de 1980 bien puede ser llamada la “década del desplazamiento”. Ya sea a causa de desastres como las hambrunas en África o los conflictos armados en el Oeste de Asia, y las movilizaciones por infraestructura en América. Las postrimerías del siglo XX serán recordados por expulsiones masivas de gente que perdió sus casas, sus granjas y comunicados y se vieron forzados a buscar otro sitio donde habitar (Guggenheim y Cernea, citado por Ashtana, 1996). Según datos de la ONU, los efectos de la construcción de presas han impactado de forma devastadora especialmente en Asia, África y Latinoamérica, donde los ríos y sus ecosistemas sostenían las economías y las culturas de millones de personas en un gran número de comunidades, muchas de ellas caracterizadas, además, por un modo de vida estrechamente vinculado a la naturaleza y a su territorio, como los pastores, campesinos, tribus y grupos indígenas. De tal forma, los efectos no se limitan al ámbito material sino que penetra en las capas simbólicas de la vida social. En Latinoamérica, la situación de los desplazamientos de poblaciones indígenas ha sido especialmente devastadora, como relata Miguel Ángel Bartolomé (1992): Los desplazamientos poblacionales, debidos a distintas causas, han afectado y afectan a diferentes sectores sociales y culturales de los países latinoamericanos. Sin embargo, aquellos que incluyen a grupos étnicamente alternos a los dominantes en las formaciones estatales, plantean cuestiones específicas que requieren de un planteamiento y de una atención especiales. La heterogeneidad cultural de nuestros países forma parte integral en la definición de los mismos; es decir que constituyen formaciones multiétnicas, aunque las - 78 - voluntades políticas hegemónicas en cada caso, las hayan estructurado como estados uninacionales. Los mecanismos de exclusión social que se manifiestan de forma estridente con los pueblos indios se extienden a otros grupos que no pertenecen a las formaciones culturales dominantes (como es el caso de México y América Latina), con las comunidades rurales y los habitantes de las periferias de las zonas urbanas, muchas veces provenientes de las grandes migraciones del campo a la ciudad. El desconocimiento de la diversidad cultural ha afectado de forma importante a esta región, cuya conformación étnica es significativamente amplia y plural. Las disparidades económicas y sociales entre los distintos estratos de la población que se presenta con frecuencia en los países con bajo nivel de desarrollo fortalecen los efectos negativos del desplazamiento, agravando las desigualdades, sobre todo en detrimento de los más pobres, los cuales muchas veces habitan asentamientos irregulares y carecen de títulos de propiedad, lo cual los excluye de una indemnización por el desplazamiento, contribuyendo así al empobrecimiento de miles de personas que ya de por sí subsistían en condiciones precarias. En síntesis, se pueden advertir mayores elementos de riesgo y empobrecimiento para los desplazados del Tercer Mundo donde la distribución de los ingresos y de los recursos naturales tiende cada vez a una mayor inequidad, a la cual contribuye la actual estrategia de construcción de presas y otras obras de infraestructura que supuestamente deberían apuntalar un desarrollo social. El empobrecimiento de los individuos desplazados no deviene solamente de la pérdida de oportunidades económicas, que comprende los riesgos sanitarios y el - 79 - despojo de tierras que afectan en lo inmediato a los pobladores reasentados, sino también la modificación de los patrones culturales que le brindan identidad a largo plazo, sobre todo con un desplazamiento caótico donde no se garantiza la continuidad de los lazos culturales de existencia. Si bien cada desplazamiento aporta nuevas aristas en lo particular, en América Latina las similitudes en el sistema económico, político y social hacen que los casos de movilidad forzada presenten grandes semejanzas, sobre todo por el entorno conflictivo y por el devenir de sus etapas. Como es el ejemplo del desplazamiento que provocó hace más de 30 años la presa El Peñol, en el municipio del mismo nombre en el departamento de Antioquia, Colombia. Una historia que se gestó a partir de la lucha por la identidad socioterritorial, ya que el principal reclamo de los pobladores era el derecho a ocupar un territorio en comunidad, ya que las Empresas Públicas de Medellín, organismo descentralizado del gobierno de Antioquia a cargo del proyecto, pretendía simplemente desaparecer el poblado (López, 2011). Al igual que en el movimiento actual de Los Picachos, los habitantes de El Peñol pugnaron por la preservación de su memoria histórica a través de diversas estrategias que implican la acción comunitaria y la transmisión del patrimonio intangible a través de múltiples relatos, crónicas, filmaciones, tradición oral e incluso la creación de un museo ex profeso para ese fin. De esta manera se ha hecho consciente en la población la lucha contra el olvido y llama la atención cómo después de más de tres décadas de la inundación, la topofilia hacia El Peñol no ha desaparecido, sino al contrario, se ha reforzado. - 80 - 3.- Presas y exclusión social: la experiencia mexicana La experiencia latinoamericana no es ajena a lo que ha sucedido en México, donde se han repetido tendencias y se han presentado algunas constantes, que han hecho posible tipificar los desplazamientos provocados por presas como una categoría particular de estudio. Por varias décadas las presas hidroeléctricas fueron pieza clave de una estrategia nacional para lograr la autonomía en materia energética, en un contexto histórico donde se vivía un clima profundamente nacionalista caracterizado por un fuerte intervencionismo de Estado en todos los ámbitos de la vida social. En el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) se creó el Departamento de Recursos Hidráulicos —más tarde la Secretaría de Recursos Hidráulicos—y se expropió parte de las instalaciones eléctricas extranjeras formando lo que hoy es la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Durante ese sexenio, en 1937, se construyó en el norte del estado de Durango la primera presa de control de irrigación. Constituyó el punto de partida sobre la forma en que estas obras afectaron a la población civil. Al respecto el antropólogo Scott Robinson (1998) en su informe para la ONU, plantea tres etapas que marcan un hito en la diferenciación de cómo se vive y percibe la implementación de una presa en el ánimo nacional y cómo esto provoca cambios en las estrategias de planeación y operación de las presas por parte del Estado. En el presente apartado se mencionarán algunos casos emblemáticos que representan un parte aguas y significan cambios irreversibles en la historia de las represas en el contexto nacional. La década de los años 40 marcó la primera fase intensa de inversión material y humana en un sistema nacional de irrigación y presas hidroeléctricas, cuya - 81 - instalación comenzó a expandirse a lo largo y ancho del territorio nacional. Para realizarlas, el gobierno federal aplicó el derecho de expropiación con la justificación del interés público y, siguiendo una concepción economicista del desarrollo, desplazó principalmente a comunidades indígenas; la explicación para estos actos residió en minimizar los “sacrificios” de ciertos grupos de la sociedad como un mal necesario. En la región sureste del país se suscitaron desplazamientos mayores de población, debido a la localización de las presas que coincidía con la ubicación de poblados y rancherías. Mientras, en la zona noroeste, las presas multipropósito trazaron una zona extensiva de distritos de riego en las planicies de aluvión costeras y las presas, construidas en la boca de angostos y áridos cañones, por lo cual hubo escasos desplazamientos de poblaciones rurales. Más bien, la creación del trazado de los distritos de riego obligó a la reubicación de pueblos, ranchos y de villas alrededor. La costa del Golfo experimentaba importantes movimientos de población en la década de 1970. Tan solo la presa Temascal desplazó a cerca de 25 mil indígenas mazatecas, uno de los grupos étnicos más tradicionales de México. Y otro desalojo relevante fue el de cerca de 25 mil chinantecas en el estado de Veracruz, motivado por la construcción de la presa Cerro de Oro, la cual se dosificó en varias etapas en el transcurso de 1975 a 1988, año en que se inauguró la obra formalmente bajo la firma del presidente Miguel de la Madrid Hurtado. La crisis de 1982 interrumpió abruptamente tanto la construcción de la presa como los programas de relocalización y rehabilitación de los pueblos. Se considera uno de los reasentamientos más trágicos del país y un etnocidio inducido en aras del progreso. Además se trata del - 82 - primer caso ampliamente documentado y ventilado en la prensa de forma contundente y que ayudó a cambiar la visión de la ciudadanía sobre la forma en que se estaban ejecutando las políticas de desarrollo. Y a nivel sociocultural, fue uno de los hechos que más impactó en la conciencia de las comunidades rurales e indígenas, que históricamente han sido de los sectores de la población mexicana más vulnerables. “Si bien las relocalizaciones tienen efectos traumáticos para cualquier grupo social, en las sociedades pertenecientes a campos culturales alternos, el impacto tiende a ser aún más dramático; ya que no sólo involucra a las estrategias productivas vinculadas a un medio, sino también a una matriz cultural probablemente irreproducible en otro ámbito” (Bartolomé, op. cit). Con todo y los impactos negativos, la validez del proyecto hidroenergético nacional se aceptó sin discusión durante varios sexenios, puesto que también sustentaba un proyecto político y económico que proporcionaba legitimidad a los gobiernos de esa época y a toda una visión nacionalista en prospectiva. De acuerdo al mismo reporte, hasta 1980 México fue el país con la mayor población desplazada por irrigación y presas hidroeléctricas. Pero la segunda fase en la construcción de presas en la historia del país le dificultó las cosas al gobierno. Esta etapa comenzó en 1982, con el estallido de la bancarrota del Estado mexicano durante el sexenio del presidente José López Portillo. El partido dominante en el poder, el PRI, comenzó a perder legitimidad y se diversificó el ambiente político. Las acciones gubernamentales enfrentaron el rechazo social que se expresó precisamente en contra de la construcción de presas. A consecuencia de esto, la CFE canceló en 1983 el proyecto de la presa de Itzantun, - 83 - en Chiapas, después de una cuantiosa inversión y de una movilización social que no se conocía hasta el momento. Tres años más tarde, por primera vez una comunidad de disidentes se rehusó a obedecer el plan de reasentamiento del gobierno en el proyecto de la presa Caracol y por primera vez se interpuso una demanda contra la CFE y obligó a este organismo a negociar con los inconformes una nueva indemnización, ya que la original se había calculado con los valores de 1981 antes de la espiral inflacionaria que comenzó en el año siguiente. Casi una década más tarde, en 1992, otra presa cancelada fue la de San Juan Tetelcingo, en Guerrero, debido a la resistencia de los pueblos nahuas (Ibid).20 La tercera etapa se inicia en la década de 1990 con la influencia de factores ajenos a los Estados nacionales como el cambio de políticas de financiamiento impuestas por el Banco Mundial, una de las principales instancias crediticias para las magnas obras de infraestructura. Después de un crecido debate a nivel internacional, el Banco Mundial comenzó una serie de investigaciones antropológicas y sociológicas para elaborar programas de reasentamiento con un mayor sentido social y asimismo, con el objetivo de mitigar los impactos de la construcción de presas, que ya para entonces enfrentaban fuertes críticas. Los estudios se realizaron durante la segunda mitad de la década de 1980 y los primeros años de la década siguiente. Y aunque el Banco Mundial auspiciaba sólo una fracción de las presas en el mundo, el cambio de sus políticas ejerció influencia entre los gobernantes de muchos países. 20 En este caso, en un hecho poco común 35 comunidades integraron el Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas, cuya representación abarcaba a cerca de 45,000 afectados potenciales, de acuerdo a datos recabados por el antropólogo Miguel Ángel Bartolomé. - 84 - En México, las primeras presas en entrar en operación bajo el nuevo esquema, que exigía un plan de reasentamiento para mitigar los efectos sociales negativos, fueron las presas de Zimapan y Aguamilpa, la primera entre los estados de Hidalgo y Querétaro, la segunda, en el municipio de Tepic, Nayarit. En estos dos casos la innovación consistió en la negociación de las compensaciones y la ejecución de planes para restituir el modo de vida de los desplazados. También, por primera vez, participaron diferentes instituciones encargadas del proyecto en la revisión de los resultados del reasentamiento, como el Instituto Nacional Indigenista (INI), así como observadores y consultores del Banco Mundial. Esta nueva actitud política constituye un cambio estructural en los procedimientos, aunque cabe apuntar que se requiere una transformación institucional y de valores para que las nuevas directrices, tendientes a la búsqueda de equidad social, se conviertan en una realidad palpable. Durante esta fase de la construcción de presas otro de los actores externos importantes que entró en la escena fue la inversión privada. La presa Huites (19921994) (hoy Luis Donaldo Colosio), construida para el control de irrigación y generación de energía eléctrica entre los límites de los estados de Sonora, Sinaloa y Chihuahua, fue la primera en la historia de México en recibir financiamiento de la iniciativa privada. Se logró como consecuencia de la aprobación de un paquete de reformas legales que se elaboró para el sector eléctrico y de recursos acuáticos. Si bien la primera etapa se vio marcada por el nacionalismo a ultranza y la sumisión a las iniciativas de Estado, la tercera fase (la que aún prevalece) se caracteriza por aumentar el grado de complejidad a la hora de aterrizar un proyecto hidráulico debido a la intervención de nuevos actores sociales y económicos que - 85 - modifican la dinámica de la toma de decisiones. En resumen, las nuevas fuerzas pueden dividirse en exógenas y endógenas. En las primeras se incluyen los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, además de organizaciones no gubernamentales internacionales que defienden los derechos humanos, tal es el caso de la ONU y sus agentes; y por el lado económico y operativo, la inversión privada representada en empresas constructoras, muchas veces extranjeras. Dentro de las fuerzas endógenas, que también se han ramificado, se encuentra un aparato de Estado integrado por distintas fuerzas políticas, pues ya no se trata exclusivamente del PRI como sucedía antes, sino también en diferentes niveles de participación; otros partidos, entre ellos el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática. Adicionalmente, aquí se puede mencionar que la sociedad civil presenta mayor grado de organización social en comparación con la que se daba durante los años 40 y 50 del siglo XX, lo que ha facilitado una notoria resistencia de los pobladores desplazados. En el marco de la globalización, otro factor es la emergencia de un nuevo auge de los medios de comunicación masiva que ha sobrepasado los límites nacionales y ejerce una influencia difícil de controlar por los Estados, y por tanto, se ha convertido en un nuevo testigo (más activo que en el pasado) de la realidad y de lo que sucede entre gobernantes y gobernados. En síntesis, podemos deducir que hay una relación directa entre la crisis de soberanía nacional debido a los nuevos procesos de globalización y la forma en que se llevan a la realidad las decisiones gubernamentales, en este caso los proyectos de desarrollo (Véase la tabla 1 en - 86 - Anexos, donde se observan algunos de los proyectos que han ocasionado el mayor número de desplazados en el país). A pesar de que desde los años 90, existe un marco internacional en materia de reasentamiento y a partir del 2000 en referencia específicamente al desplazamiento por presas, el déficit de la planeación en el desplazamiento inducido por el desarrollo continúa sin avances significativos ya entrada la segunda década del siglo XXI. Para la Comisión Mundial de Represas, no sólo es inaceptable el empobrecimiento de las personas desplazadas, sino además innecesario. Hoy en día existe una amplia gama de opciones para convertir a los pobladores afectados por una obra de infraestructura en beneficiarios de la misma. Sin embargo, lo que se observa en México es que los errores que advirtieron investigadores y antropólogos en aquellos años siguen presentándose con muy escasas variantes debido a que los representantes del aparato burocrático de Estado actúan en la actualidad de la misma forma que lo hicieron en la época del desarrollismo nacionalista, caracterizado por el autoritarismo. Scott E. Guggenheim, especialista del Banco Mundial y experto en el tema del reasentamiento involuntario, enumera los puntos críticos en el caso mexicano relacionados con el proceso de planeación y la toma de decisiones en lo que se refiere, tanto a la construcción de una gran represa como al posterior reasentamiento de los afectados. 1.- La planeación del reasentamiento ocurre en un vacío de política pública. Las leyes que guían la reubicación se refieren casi exclusivamente a la expropiación y tenencia de la tierra. 2.- No existen políticas ni objetivos claros para ayudar a la población desplazada a reconstruir sus comunidades. - 87 - 3.- Las instituciones responsables de manejar el reasentamiento son dominadas por habilidades técnicas. 4.- Los planes de reasentamiento han sido manejados de forma ambigua. 5.- Compensación, construcción, relocación y servicios sociales son repartidos en diferentes dependencias. Como resultado, el reasentamiento per se es responsabilidad de nadie y la primera prioridad de ninguno. 6.- Los oficiales encargados de los programas de reasentamiento carecen de la autoridad necesaria para resolver los problemas que se han gestado durante el reasentamiento, y aquellos con autoridad no son encargados del reasentamiento; 7.-Con la excepción de activos movimientos de resistencia, los proyectos también carecen de canales formales e informales que permitirían a los reubicados comunicar sus necesidades y padecimientos al Estado o a los oficiales encargados del proyecto (Guggenheim, citado por Ashtana, 1996). Estos son algunos vericuetos del laberinto burocrático que dificultan o imposibilitan un reasentamiento exitoso. No constituyen situaciones aisladas, sino que reflejan condiciones estructurales aplicadas de forma sistemática e irreflexiva por los líderes de los proyectos técnicos, lo cual también se ha presentado de forma evidente en nuestro caso de estudio. Prevalece la opinión de ingenieros, arquitectos y urbanistas, mientras la planeación del reasentamiento se limita a crear nueva infraestructura física, como casas, calles y sistemas de drenaje. La intervención de antropólogos sociales y sociólogos para identificar necesidades locales, o a los economistas para buscar el cómo la gente puede encontrar un modo de vida después de la movilización, ha sido por lo común una ocurrencia de último momento, a la que se recurre cuando el problema social ya ha surgido. Por lo tanto, resulta poco probable que los reasentamientos se lleven a cabo bajo lineamientos que tomen en cuenta la identidad y elementos culturales de las comunidades en cuestión. Otro aspecto señalado por Guggenheim es que las reservas de largas presas generalmente afectan a los grupos más marginados políticamente y de las partes - 88 - más remotas del país. México carece de una tradición de participación social, así como de activistas u organizaciones no gubernamentales que asistan a los desplazados como sucede en Brasil, Canadá, Filipinas, India y otras naciones. Las comunidades locales en México adolecen de experiencia en comunicación política desde abajo. Los movimientos de resistencia a la construcción de presas y sus impactos se manifiestan de forma marginal, aunque como se expresa párrafos arriba, se han suscitado casos emblemáticos. 3.1. Sinaloa: larga experiencia, poco aprendizaje En el estado de Sinaloa, el crecimiento económico no se explica sin la creación desde hace décadas de una gran red de infraestructura hidráulica para la irrigación y la integración de un sistema de distritos de riego que han conformado lo que actualmente es uno de los territorios más productivos del país en la actividad agropecuaria. El estado se encuentra ubicado en una región naturalmente fértil. Cuenta con once ríos y doce presas, la más nueva de ellas es la presa Picachos, situada sobre el Río Presidio, en los límites de los municipios de Mazatlán y Concordia, y primera gran represa en la zona Sur, después de que en las zonas centro y norte la construcción de este tipo de obras recobró un inusitado auge desde mediados del siglo XX. La tardanza de la obra sureña —proyectada al menos desde 1980 y cuyo arranque no se dio sino hasta febrero de 2006— acarreó un sentimiento de abandono entre los habitantes de la región. Con la construcción de las presas Picachos y Santa María (esta última aún en etapa de planeación) los gobiernos - 89 - estatales, aseguran que le ha llegado su hora al Sur. La presa Picachos era una obra anhelada por gran parte de la población, pero algo torció el camino, como se explicará más adelante. Sinaloa transitó del siglo XIX al siglo XX de una economía basada en la minería a convertirse en un bastión agrícola del país. El “granero de México”, como suele llamarse a la entidad, produce dos terceras partes de los productos agrícolas que se consumen en la República Mexicana y su producción de maíz es prioritaria para la seguridad alimentaria nacional. La construcción de presas y canales constituyó un punto clave para el desarrollo agroindustrial. El sexenio de Lázaro Cárdenas del Río fue crucial, sobre todo a partir de 1939 cuando se inicia la construcción de la presa Sanalona sobre el río Tamazula, y que se terminaría en 1948; con esta obra aumentó la superficie irrigada de 31 000 a 94 000 hectáreas en el valle de Culiacán. Comenzó la producción agrícola a gran escala y una nueva etapa en la agricultura sinaloense (Cartón de Grammont, 1990). Las obras continuaron durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho (19401946) y se excavaron además tres grandes canales, complemento de la infraestructura hidráulica. Durante el gobierno de Miguel Alemán Valdez (1946-1952) se inauguró la presa “Sanalona”, se construyó una presa derivadora sobre el río Culiacán, se renovaron los canales de Guasave y se creó la Comisión del Río Fuerte para la construcción de la presa “Miguel Hidalgo” y del sistema hidráulico del mismo río. En el periodo gubernamental de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) se amplió la capacidad de la presa “Sanalona”, se inició la construcción de la presa sobre el río - 90 - Humaya y de una presa derivadora en el río San Lorenzo. En 1956 se inauguró la presa “Miguel Hidalgo” (Ibid). A lo largo de las gestiones de los presidentes Adolfo López Mateos (1958-1964) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) se edificó y se puso en operación la presa del “Río Humaya”, se elevó la cortina de la “Miguel Hidalgo” y se construyó la presa “Josefa Ortiz de Domínguez” sobre el arroyo de Álamos. Por estas fechas, la superficie irrigada alcanzó las 413,944 hectáreas. En las siguientes décadas, durante los sexenios de Luis Echeverría (1970-1976) y de José López Portillo (1976-1982) se redujo notablemente la inversión federal en Sinaloa, pero no se suspendió. Con los presidentes Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1992) se intensificaron las obras de riego. Entre 1970 y 1990 se duplicó la superficie irrigada gracias a la construcción de otras presas: la “Bacurato” (Gustavo Díaz Ordaz), sobre el río Sinaloa; la presa Ingeniero Guillermo Blake Aguilar, en el río Ocoroni, conocida como “El Sabinal”; así como el “Comedero” (José López Portillo), en el río San Lorenzo, y se inició la construcción de otras presas como la “Huites” (hoy Luis Donaldo Colosio, en el municipio de Choix), “Eustaquio Buelna”, “Vinorama”, “El Salto”, “Santa María” y “El Tamarindo”. En la reseña elaborada por el investigador Hubert Carton de Grammont (1990) sobre la historia de la agricultura en Sinaloa y el desarrollo de la infraestructura hidráulica en el estado, se documentaron los conflictos ejidales que se desataron entre los campesinos de la iniciativa privada y del sector social, lucha que no tuvo réplicas en los numerosos desplazamientos poblacionales a causa de las presas y las obras de infraestructura - 91 - para la irrigación. (Para conocer las presas de Sinaloa y su capacidad de almacenamiento, véase la tabla 2 en Anexos). La monografía aquí reseñada del investigador Cartón de Grammont y, en general, los recuentos históricos de la agricultura en Sinaloa no dan cuenta de los desplazamientos de población ni en cuanto a sus procesos iniciales ni mucho menos el seguimiento en el tiempo. Como parte de los impactos demográficos de la política pública en torno al uso agrícola del agua, cientos de personas de las comunidades serranas han perdido sus territorios, sus culturas y se han visto separados de sus raíces. Como ejemplo, se mencionan los poblados de La Cofradía de Imala y El Tepacal, los cuales desaparecieron por la construcción de la presa “Sanalona” y se convirtieron en la localidad de Pueblos Unidos (Sosa, 2010). Se han encontrado registros (aunque muy escasos) durante la década de 1980, de las inconformidades de los pobladores desplazados, quienes consideran un detrimento en su calidad de vida por la forma en que se construyeron los nuevos asentamientos, que no cumplían las especificaciones internacionales de una vivienda digna ni habían tomado en cuenta sus especificidades culturales y de identidad a la hora de planear el reasentamiento, tampoco las condiciones climatológicas y geográficas de la zona. Más bien se advierte la premura de construir los poblados tan solo por cubrir el requisito y los estándares técnicos. Esos conatos de descontento no tomaron la notoriedad que en la actualidad ha recobrado el caso “Picachos”, lo que se atribuye al momento histórico, en el cual florecen condiciones más propicias para los movimientos sociales. - 92 - Entre las más recientes presas construidas se encuentra la “Huites”, en el municipio de Choix, la cual afectó tierras, viviendas, cultivos, en una superficie de 9,547 hectáreas pertenecientes a once ejidos. En este caso los pobladores afectados serían de 800 campesinos, quienes fueron reubicados en nuevos centros de poblacionales. Crónicas periodísticas dan cuenta que desde 1994 a la fecha los desalojados del vaso siguen deambulando en diferentes oficinas y secretarías del gobierno estatal y federal buscando el cumplimiento de acuerdos no cumplidos. Algunos proyectos productivos para establecer el desarrollo acuícola de la presa se entregaron al entonces gobernador Renato Vega Alvarado y a Carlos Hank González en aquel entonces secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, proyectos y compromisos que todavía no se cumplen (Ríos Rojo, 2009). Otro ejemplo ocurrió en el municipio de Elota en 1987. Los habitantes de San José de Conitaca fueron trasladados por la extinta Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) a las inmediaciones del poblado El Espinal, del mismo municipio. Una nueva presa entraría en funciones, la presa “Ingeniero Aurelio Benassini Vizcaíno”, mejor conocida como “El Salto”. A seis años de la reubicación, algunos pobladores fueron entrevistados y manifestaron un profundo malestar por la diferencia de sus anteriores viviendas y por la nostalgia hacia sus viejos pueblos. El problema fue la estrategia urbanística que implementaron las autoridades al dejar de lado los usos y costumbres de la comunidad, así como las condiciones de la región y quisieron repetir el esquema de un fraccionamiento urbano en el campo, lo cual representó un choque cultural para los habitantes, quienes hasta la fecha se sienten defraudados por el gobierno y tristes por lo que consideran un “paraíso - 93 - perdido”, como algunos llamaron en las entrevistas a sus pueblos originales, donde sabían adaptarse a las condiciones climatológicas y a la disponibilidad de recursos naturales de la región y, por lo tanto, podían sobrellevar de mejor manera la época de altas temperaturas, así como obtener agua y un modo de vida que al menos les permitía la subsistencia. La gran diferencia estriba en que antes los pobladores construían sus propias viviendas y contaban con una relativa autonomía, lo que cambió después del reasentamiento, comandado por el Estado, a manos de sus funcionarios y dependencias de gobierno. En la tabla 3 se muestran todas las presas que se han construido en Sinaloa, uno de los estados con mayor infraestructura hidráulica en el país en cuanto a presas de gran magnitud, pequeñas represas, canales y distritos de riego (Véase la tabla 2 en Anexos). Es evidente que en Sinaloa los desplazamientos no son un fenómeno de reciente aparición. Lo paradójico es que los gobiernos estatales parecen no haber aprendido la lección, lo cual se refleja en los procedimientos llevados a cabo en la más reciente de las presas, la “Picachos”, y su respectivo desalojo que repite una y otra vez las fallas de los desplazamientos anteriores. Esto se debe, en parte, a que no se ha llevado a cabo investigación histórica y social en las zonas rurales, a donde pertenecen la gran mayoría de los pueblos desplazados, y al no haber seguimiento de los acontecimientos precedentes se corre siempre el peligro de tropezar de nuevo con las mismas piedras.21 21 Como ejemplo, el Archivo Municipal de Mazatlán no cuenta con un sistema de documentación propio y sistemático de los pueblos de la región, ni siquiera de lo que ocurre en el cabecera municipal, ya que se dedica a recopilar y organizar los artículos periodísticos sobre sucesos relevantes, los cuales no se producen bajo un interés científico o investigativo, sino que obedecen más a periodos coyunturales y al interés noticioso del momento. - 94 - El Archivo Municipal de Mazatlán no cuenta con ningún trabajo académico u oficial que sirva de testimonio para las futuras generaciones sobre el estilo de vida de los poblados de la región y sus usos y costumbres, sólo artículos periodísticos o crónicas aisladas. El registro de las formas culturales de los pueblos es más bien una tarea marginal, realizada por unos pocos ciudadanos sin muchos recursos y sin apoyo del gobierno. Adrián García Cortés, cronista secretario del Instituto de Investigaciones Históricas y Archivistas La Crónica de Sinaloa, señala que la desmemoria histórica se ha convertido en un problema grave en el estado; “porque distorsiona la identidad o la anula, y al paso del tiempo genera ausencia total de participación social”. 22 Queremos advertir en este capítulo que cualquier fenómeno social no surge por generación espontánea y nunca se presenta aislado de su contexto sociohistórico, que le brinda una base de acción y un marco social del que toma sus características y posibles derroteros. El caso de la presa “Picachos”, como muchas de las problemáticas particulares a nivel social, se encuentra sumergido en una compleja dinámica que transita entre las escalas global, nacional y regional. A continuación detallaremos la historia del desplazamiento visto desde el ámbito local y comunitario. 3.2. “Picachos”: un precedente de resistencia en el sur de Sinaloa El movimiento social de resistencia generado por la construcción de la presa “Picachos” se ha convertido en un precedente de acción colectiva en el estado de Sinaloa, ya que a pesar de la larga trayectoria de desplazamientos por la 22 Valenzuela Ortiz, Judith et al (2009). Picachos. Los caminos del desarraigo y la resistencia. México, Universidad Autónoma de Sinaloa. Pp. 131. - 95 - construcción de infraestructura hidráulica así como de obras complementarias, no se había presentado una movilización de tan fuerte impacto como la de los comuneros afectados por esta nueva presa. En el presente apartado, se explicará con qué fines se planeó esta obra y cómo se originó el conflicto social entre desplazados y gobierno, lo que ha derivado en confrontaciones públicas, así como una serie encadenada de acciones de protesta cuya proyección ha rebasado el ámbito local y ha trascendido a través de los medios masivos nacionales. La presa “Picachos”, proyecto hidráulico de gran envergadura y parte del plan Baluarte-Presidio en la zona sur de Sinaloa, ha sido estandarte de los gobiernos federal y estatal que —de acuerdo al discurso oficial— prometen ampliar la cobertura de riego para tierras agrícolas en 22 mil hectáreas, situadas en ambas márgenes del río Presidio, así como dotar de agua a Mazatlán durante las próximas cinco décadas. El principal objetivo: detonar el desarrollo agropecuario del sur del estado, sobre todo para beneficiar a los municipios de Mazatlán, Concordia, Rosario y Escuinapa, que no contaban con una represa de grandes dimensiones a diferencia del resto de la entidad. En el proyecto integral Baluarte-Presidio, se contemplaba en su primera fase el aprovechamiento del caudal del río Presidio con la presa “Picachos”; y en la segunda el del río Baluarte, con la presa Santa María. Pero el proyecto se entrampó y pasaron más de 20 años desde su planeación hasta la colocación de la primera piedra de la presa Picachos, la cual fue terminada en el año de 2005 pero aún carece de la infraestructura complementaria que le permitiría cumplir los propósitos para los que fue creada (Ramírez, 2008). - 96 - A pesar de que los beneficios de la presa aún no comienzan a irradiar en la región, los costos sociales y ambientales se han dejado ver con fuerza. La factura ha sido alta. El embalse de la presa arrastró al fondo del agua al menos dos siglos de historia, tradiciones y culturas locales. La localización de la presa obligó a la relocalización de seis pueblos, los cuales en su mayoría se dedican a las actividades agropecuarias a menor escala: San Marcos, Puerta de San Marcos, Los Copales y El Placer, dentro del municipio de Mazatlán; así como Las Iguanas y Casas Viejas en el municipio de Concordia. La zona inundada por la presa pertenece a la costa noroeste del país, donde desde épocas prehispánicas la agricultura es una actividad preponderante. Resulta relevante resaltar que el cerro que se dinamitó para construir la presa “Picachos” contenía petrograbados que, se piensa, fueron elaborados por las tribus Xixime, las cuales ocupaban la serranía de Sinaloa antes de la llegada de los conquistadores. Los vestigios arqueológicos fueron hallados por los trabajadores de la obra, quienes dieron aviso a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El arqueólogo Alfonso Grave (2007) comandó las labores de rescate y procedió a la descripción de las cuatro grandes piedras que contenían figuras relativas a elementos naturales, como el sol, estrellas, espirales, animales o figuras antropomorfas. De acuerdo a las conclusiones preliminares de Grave, y a la ubicación de los petroglifos (en las márgenes del río Presidio), los hallazgos hacen referencia al agua como elemento dinamizador de la naturaleza y como algo relativo a la fertilidad y la renovación de los campos. - 97 - Y si el misterio cubre la historia prehispánica en la región, de las épocas posteriores es aún poco lo que se sabe. No obstante, la pobre información disponible los habitantes describen a los pueblos inundados como “pueblos con historia”, donde ante la carencia de registros oficiales la historia oral, sobre todo debida a algunos ancianos del pueblo que se caracterizan por su conocimiento y su capacidad para preservar la memoria de los hechos pasados. Aun sin nombramiento oficial, ellos realizan esporádicamente las funciones de cronistas del pueblo. 23 En general, los pueblos desplazados datan de más de 200 años, poseen una estructura generacional que va de cuatro a nueve generaciones con festividades y rituales propios que favorecen la cohesión social, así como el arraigo de costumbres que se han institucionalizado a lo largo del tiempo, y lo cual ha proporcionado a los habitantes una identidad socioterritorial, identificable tanto dentro de las comunidades como desde una perspectiva externa. En los pueblos originales, esta identidad encontraba un anclaje importante en el medio ambiente debido a las actividades productivas que se desarrollan en la región (fuertemente ligadas al territorio), además de su ubicación geográfica estratégica y la abundante disposición de recursos naturales como el agua y la fertilidad de la zona serrana. Sin embargo, también se mezclan otros elementos tomados de la cultura de la región y del contexto sociohistórico a través de los años. Desde su proyección en la década de 1980, y de manera manifiesta durante el banderazo de la obra, el 7 de febrero de 2006, fue notorio que los impactos culturales, ecológicos y sociales no fueron una prioridad para el Estado, 23 Las narraciones de los pobladores con la historia de los pueblos desaparecidos aparece en el capítulo siguiente. - 98 - representado en esta ocasión por la Comisión Nacional del Agua y el gobierno sinaloense. Todo el discurso giró en torno a las bondades de la incipiente obra sin hacer una sola mención de los ciudadanos afectados ni de los daños ambientales. De acuerdo a numerosos testimonios, las negociaciones para la desocupación de los pueblos se llevaron a cabo de manera irregular, ya que no se contaba con un decreto de expropiación ni un convenio de desocupación como marca la Ley de la Reforma Agraria. 24 En el 2009 comenzó la etapa más intensa del desalojo al concluir la construcción de la cortina y subir el nivel del agua con las primeras lluvias, con lo que se fueron inundando uno a uno los pueblos afectados. A partir de ese momento, cientos de pobladores protagonizaron una etapa de resistencia que aún no termina, con innumerables acciones de protesta que han hecho que el curso del reasentamiento sea modelado por el conflicto, el desorden y la incertidumbre. El desplazamiento llevó consigo no únicamente la reubicación geográfica de las comunidades, sino además la necesidad de conservar su herencia cultural. En este contexto, intentan edificar no sólo los nuevos espacios para la subsistencia, sino la preservación de su identidad, un proceso acumulativo de las vivencias de sus antepasados durante décadas y generaciones. A más de cinco años del arranque de la obra, los nuevos pueblos aún no han sido terminados, padecen el desabasto de agua potable, deficiencias en la energía eléctrica y el proceso de indemnizaciones continúa inconcluso. Otras de las 24 En entrevista con la autora, realizada el 24 de julio de 2012, el delegado de la Secretaría de la Reforma Agraria, Hugo Rodríguez Angulo, reveló que la solicitud de expropiación fue recibida por la dependencia en enero de este mismo año, es decir, tres años después de la conclusión de la presa y seis años después del inicio de la construcción. - 99 - denuncias son que las calles y los caminos se encuentran en pésimo estado y algunas casas se ubican junto a cerros en peligro de deslave. Con las primeras lluvias en los nuevos poblados, salieron a relucir fallas estructurales en las viviendas, por lo que los comuneros aseguran que el gobierno del estado no cumplió el compromiso de facilitar una vida digna a los pobladores desplazados. El conflicto ha sido el modelador de una nueva identidad y una percepción más consciente y manifiesta sobre al apego al territorio y todo lo que éste significa. En este caso resulta significativa la particularidad de la muerte del territorio original. A diferencia de otros desplazados, los afectados por la presa ven su lugar de origen ahogarse bajo el agua y, desde luego, esto conlleva la fatal certeza de que jamás regresarán a él. Sólo quedarán para la remembranza algunos objetos físicos como fotografías, videos, artesanías, artefactos agrícolas e infinidad de artículos personales, pero sobre todo su propia evocación, la reconstrucción mental que cada uno de los habitantes, y quizá también en forma colectiva, se formule del Viejo San Marcos, el cual posiblemente se convierta en paisaje idílico o mitológico: una postal psíquica, construida desde la memoria y hacia la nostalgia. En el siguiente capítulo se presentará el relato sobre los viejos pueblos, el antes de una historia que continúa en busca de su cauce, el cual se abordará a través de las narraciones de los pobladores desplazados y de la reconstrucción de hechos mediante la observación de campo y la investigación documental acerca de una historia que se ahogó bajo la presa y necesita ser rescatada. - 100 - Capítulo III EL VIEJO SAN MARCOS EN LA MEMORIA COLECTIVA: DE LA NOSTALGIA Y EL TERRITORIO PERDIDO Introducción A través de la memoria colectiva como proceso dinámico y creativo, se construye una representación social del viejo San Marcos —al igual que de los otros pueblos desaparecidos bajo las aguas la presa Picachos—de forma independiente a la historia oficial, a los registros periodísticos y a los observadores externos al poblado, de tal forma que podría pensarse que se habla de lugares distintos. La memoria se teje en la nostalgia sobre un territorio perdido, hundido en la certeza de que jamás volverá a ser lo que fue. Los pobladores desplazados revaloran su pasado y lo que antes resultaba cotidiano ahora se alza con nuevas significaciones que inciden en su presente, pero también potencialmente en su futuro. ¿Pero cómo los recuerdos pasan de ser una forma interiorizada individual a una representación compartida que orienta la construcción de identidades y a la vez la acción social? Es lo que trataremos de explicar en el presente apartado. Primero veamos cómo era el viejo San Marcos, tanto en el discurso oficial (aunque con escasa información y documentación) como a través de los testimonios de sus habitantes, cuando la noticia de la construcción de la represa no irrumpía la vida cotidiana de los pueblos. En el presente capítulo, se abarca desde la fundación de San Marcos hasta antes de que los habitantes entraran en la etapa de conflicto y se desatara el estrés colectivo a raíz de la noticia del futuro desplazamiento, etapa que se completó en el año 2009. - 101 - Con base en la memoria colectiva, las etapas que más han marcado la historia del pueblo de San Marcos han sido la fundación y la apropiación del territorio por parte de los primeros pobladores, además del desarrollo de la agricultura y de la ganadería, que tiene como emblema a la época de esplendor de los cañaverales, la pugna entre dorados y agraristas durante el cardenismo, y más recientemente, la construcción de la presa Picachos que forzó al reasentamiento de las comunidades, temas recurrentes en los relatos de vida y conversaciones cotidianas de las personas entrevistadas. Como eventos memorables, destacan la construcción de la iglesia y de la plazuela, así como la fiesta anual del santo patrono del pueblo, San Marcos, una celebración que más bien era el corolario de un gran ciclo de festividades que condensaba la experiencia vital de los sanmarqueños. Estos serán los puntos que se abordarán a continuación. En la primera parte de cada apartado se expondrá la descripción proveniente de los relatos de vida y entrevistas; y al final la interpretación con base en las teorías expuestas en el capítulo I. 1. Sobre la fundación de los pueblos Los pueblos desplazados por la presa Picachos son comunidades cuya historia, tradiciones y cultura no aparecen de forma sustancial en los registros oficiales, sólo de forma esporádica en textos periodísticos y menciones ocasionales en fuentes históricas. Sobre San Marcos en particular, los ancianos del pueblo ubican la fecha de fundación a mediados del siglo XVIII; sin embargo, no existen evidencias historiográficas de tal antigüedad. Los registros encontrados se ubican en el siglo XIX. El primero de ellos es el Compendio, histórico, geográfico y estadístico, - 102 - elaborado por Eustaquio Buelna con data de 1877, donde se le menciona como una celaduría de la entonces alcaldía de La Noria, junto con Juantillos, Placer, Zapote, Tecomate y Metates. La Puerta de San Marcos aparece como cabecera de alcaldía, también perteneciente a la entonces municipalidad de La Noria.25 A pesar de que sólo se aportan algunos datos geográficos y estadísticos de estos poblados, la referencia nos hace pensar que para considerar la mención de estos como pueblos identificados y reconocidos por sus habitantes y vecinos, debieron haber pasado al menos dos o tres generaciones de su asentamiento, por lo que la antigüedad debió ser al menos de unas cinco décadas antes de la publicación citada. De igual forma tenemos en nuestro poder la copia de un plano topográfico levantado el día 21 de abril de 1883, que demarca el polígono de la comunidad de San Marcos donde se solicita la concesión de la tierra, “con motivo del denuncio que de sus demasías hicieron los ss Jesús Lizárraga y socios por orden del juzgado de distrito con expresión del fraccionamiento de sus exedencias.” El fraccionamiento se realizó en cuatro lotes: el número uno destinado a los señores Jesús Lizárraga, Pastor Enciso, Ramón Osuna y Liberato Osuna; el lote dos, a Jesús y Mariano Sánchez y a la señora Paula Lizárraga; el lote número tres se adjudica a Pedro Moreno, Teodoro Sánchez, Onofre Aguirre y Salvador Sánchez; mientras que el número cuatro se destina a Juan Ontiveros, Juan Valle, Jesús Osuna Urdian y Carlos Sánchez.26 25 De acuerdo al Compendio, histórico, geográfico y estadístico (1877), la municipalidad de La Noria constaba de tres alcaldías: La Noria con 1,578 habitantes, Puerta de San Marcos con 1,209; y El Quelite con 1,387. 26 El mapa es una calca fiel del original elaborada en octubre de 1966 por el arquitecto Mario Hernández C. y donado por la señora María Ascención Moreno Enciso para los propósitos de la presente investigacón. La firma en el original es de Andrés L. Tapia. - 103 - En el archivo municipal de Mazatlán sólo se encuentra una exigua referencia en el Diccionario Geográfico, Histórico, Biográfico y Estadístico del Estado de Sinaloa, editado por el Gobierno del Estado de Sinaloa en 1982. Y a la letra lo define: “Hacienda con 795 habitantes del Municipio de Mazatlán”. San Marcos dista mucho de ser sólo una hacienda y por su patrón de asentamiento, relaciones sociales y estilo de vida se le puede caracterizar desde sus orígenes como una comunidad agraria en el sentido sociológico clásico. La escasez de información historiográfica y este tipo de imprecisiones representan un obstáculo que, en este trabajo, se intenta sortear a través de la recolección de la historia oral y la observación de campo, además del cruce de fuentes históricas y documentales sobre la región sur de Sinaloa. No obstante, se debe anotar que la historia oral no se reduce al dato, sino que es un instrumento para indagar en la historia de las mentalidades, su valor recae en la interpretación de los hechos que muestran los actores sociales y en las significaciones que atribuyen a su realidad social (Uribe, 1993). De los seis pueblos inundados por la presa, San Marcos cuenta con el mayor número de habitantes, 848 según el censo poblacional de 2010 contra 618 de acuerdo al conteo de 2005, ambos realizados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).27 Le siguen Las Iguanas con 400 pobladores; El Placer con 216, Puerta de San Marcos con 188, Los Copales con 77 y Casas Viejas con 53 según el censo más reciente. También son originarios de San Marcos la mayoría de los 27 Los ejercicios estadísticos se aplicaron justo antes y después del desplazamiento, cuya fase final terminó en octubre del 2009. Las cifras totales de los seis pueblos afectados por la presa, revelan que el desplazamiento no provocó (al menos de manera inmediata) una desbandada de los nuevos asentamientos (Véase estadístico 1 en anexos, con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) de los censos de población y vivienda de 2005 y 2010). - 104 - comuneros que ostentan la propiedad de los terrenos sobre los que se erigió la cortina de la presa Picachos y conforman el movimiento social y de protesta que surge a raíz del desplazamiento. Tradicionalmente, los seis pueblos han formado parte de un sistema regional compuesto por poblados interconectados entre sí a través de relaciones, laborales, comerciales y de parentesco, cuyo núcleo urbano más cercano es la ciudad de Mazatlán, con la que mantienen constantes flujos de mercancías y de personas. Además se encuentran vinculados por episodios históricos relevantes y comparten fuertes rasgos culturales. Sobre la conformación de los pueblos ribereños, que se cree comenzó hace más de 200 años, los más longevos narran que un grupo de indígenas se desplazaban a lo largo del río Presidio y fueron asentándose aprovechando los abundantes recursos naturales de las riberas para la agricultura, la crianza de animales y la pesca. Es el caso de Las Iguanas, El Placer, Casas Viejas y Los Copales. Mientras que San Marcos y La Puerta de San Marcos, que también aprovecharon la cercanía del arroyo, se cree que fueron fundados por criollos. Sobre los poblados ribereños, rememora una de las versiones más socorridas, transmitidas de boca en boca y de generación en generación: […] El primer pueblo que estaba allá en ese entonces se llamaba Casas Viejas, entraron por todo el río aquellas tribus de aquellos años, como se entraron por Guasave, por El Fuerte, una línea de aquellos años y se encontraron ese lugar, había unas casitas [un caserío] que se llamaba Casas Viejas […]Los inditos siguieron camino y llegaron al lugar donde le nombran Las Iguanas, pueblo del río, caminando los inditos allí siguiendo el río, sacando pescado y como podían, vieron unas corrientes de aguas calientes que caían al río, agua tan caliente que pelaban las gallinas allí, y unos paredones así, ahí se acamparon en casitas de paja los inditos y allí llevaba ese lugar el nombre del Cuacóyotl, como había mucho árbol gordo, árbol que le llaman iguanos, madera muy maciza, le - 105 - dieron el nombre de Las Iguanas, cuando ya los inditos caminaron se fue agregando gente… 28 El nombre de Casas Viejas se debe a que en ese lugar había muchas casas humildes y añejas, aunque después fue conocido como San Andrés de la Costa. Los pobladores se dedicaban principalmente a la agricultura y crianza de animales para el autoconsumo, al igual que a la pesca de cauques y otras especies de agua dulce. Un paraje aislado que por su ubicación junto al río quedaba incomunicado con la crecida de la corriente en temporada de lluvias. En el relato no se especifican a qué tribu pertenecían esos primeros pobladores que fueron recorriendo las márgenes del río en busca de alimento y se fueron asentando paulatinamente. La mayoría de las personas mayores entrevistadas mencionan el Cuacóyotl como antecedente de Casas Viejas. Se piensa que fue un pueblo formado por un grupo indígena, pero que posteriormente fue abandonado y ocupado por otros grupos. Cuenta aquella historia que así, mientras avanzaban en su recorrido por el río, las quebradas y los veneros de agua se fueron conformando otros asentamientos, entre ellos El Placer. Los mismos “inditos” se pusieron a caminar y caminar y vieron brillo en la arena. Se dieron cuenta que era oro, y empezaron a cómo podían a lavar oro mediante la técnica del filtrado que le nombran el placer, y de ahí tomaron la inspiración para el nombre del pueblo, además de la común expresión de la gente: “es un placer de oro” por la cantidad del mineral precioso y la ambición que despertaba entre pobladores y allegados. Se cuenta que en el río era común 28 Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, realizada por la autora. Entrevista # 10, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de febrero de 2012. - 106 - encontrar pepitas de este preciado metal. Y así formaron el pueblo con casuchas de palma y continuaron desarrollando la minería artesanal. “Siguieron caminando más delante los inditos, donde ya el río llegaba al poblado de Palmillas —continúa la narración—. Era un cerro alto y había mucho árbol de copales, y allí se acapamentaron sacando el copal y le pusieron Los Copales. Al paso del tiempo la gente fue reconociendo estos pequeños poblados y se fueron yendo a vivir en ellos y construyendo pequeñas viviendas con los materiales de la región" (Ibíd). De acuerdo a los testimonios recabados, los habitantes de los pueblos ribereños desarrollaban una producción de autoconsumo, que si bien no les proporcionaba acumulación de capital significaba la autosuficiencia alimentaria y un bajo costo de la vida. Estos pueblos asemejaban un apéndice del río Presidio, junto al que se fueron instalando los caseríos. La actividad económica se realizaba casi con una total dependencia en los ciclos naturales de “aguas” y de “secas”. Las precipitaciones pluviales, el clima, el nivel del río, constituían la base de la vida cotidiana y de las actividades económicas y de supervivencia. Cuando no sembraban maíz, cosechaban ciruela, o pescaban camarón de río, todo de acuerdo a la temporada del año, de tal manera que aunque la siembra se basaba en el sistema de temporal, los habitantes contaban con fuente de ingresos y alimentos durante todo el año. Este ciclo productivo se desarrollaba con distintas variantes, de acuerdo a los recursos naturales disponibles y a las tradiciones, en la mayoría de los pueblos de la región. - 107 - Sobre la fundación de San Marcos, se han encontrado distintas versiones de acuerdo a los testimonios de los ancianos del pueblo. Pero una es la que parece gozar de mayor consenso y aceptación, y se encuentra vinculada con la de los pueblos ribereños. Y es la que platica con muchos detalles Don Irenio Lizárraga Sánchez, quien a sus 93 años goza del respeto de los sanmarqueños por su prodigiosa memoria y su habilidad para relatar historias y anécdotas de la región sur de Sinaloa. Don Irenio, quien también fue electo presidente de la junta de mejoras de San Marcos en 1963, elabora el siguiente relato de acuerdo a las memorias transmitidas de sus padres y abuelos: En aquellos años del principio de todo, la región era una selva llena de lagunas, huanacaxtle, ceibas, palo de brasil y capomos. Posteriormente, se convirtió en un rincón de ganado. Ese ganado le pertenecía a los hermanos Marcos y Juan, apodado “Tillos”. Esas son las personas que estaban apoderadas del terreno aquí, ya que vieron que la gente tenía necesidad de trabajar se retiraron. Ahora, cuando fincaron el pueblo de Puerta de San Marcos le bautizaron con el nombre de Puerta porque era la puerta del ganado. Aquí le bautizaron con el nombre de San Marcos porque se llamaba Marcos el hermano, cuando ya la gente fue avanzando más formaron el pueblo de Juantillos lo bautizaron con el nombre del otro hermano, se llamaba Juan, y tenía “Tillos” por apodo.29 Estos dos hermanos eran hacendados criollos y vivían río abajo en el municipio vecino de Concordia (probablemente en aquel entonces la Villa de San Sebastián). Su actividad principal era la crianza de ganado. Sus hatos fueron creciendo a tal magnitud, que les fue necesario buscar más terrenos para alimentar a las reses, y como en aquellos tiempos las tierras eran vírgenes y carecían de títulos de propiedad, quien podía se apoderaba de ellas y las utilizaba en su beneficio. La zona era rica en capomales, planta que gusta mucho a las vacas y a los venados, un 29 Ibid - 108 - espacio ideal para desarrollar la actividad pecuaria. Esta región, que llegaba hasta el lugar donde se ubica la cortina de la presa, generalmente se cerraba con palos y cercos para mantener protegidos a los animales. Le llamaban rincón para el ganado. De acuerdo al testimonio de Don Irenio, esto pudo haber ocurrido a mediados del siglo XVIII (Ibid). El relato continúa de una forma armoniosa y pacífica. Con el tiempo, se fue corriendo la voz entre habitantes de pueblos aledaños de las bondades de aquel rincón prodigioso. Llegaron familias de Mazatlán, en esos tiempos un pueblo de pescadores, de la sindicatura de Villa Unión, de Rosario, de Aguacaliente de Gárate, de Los Zapotes, de El Recreo, de Piaxtla, de El Limón de los Peraza y otros pueblos donde habitaban familias que buscaban terrenos para poder trabajar. Los primeros en aventurarse pertenecían a las familias de apellido Sánchez, Morenos, Patrones, Arvallos, Riveras, Osunas, Encisos y Lizárraga.30 Entonces los hermanos Marcos y Juan, de quien se desconoce los apellidos así como sus historias de vida, vieron que esas familias tenían necesidad y les cedieron los terrenos. En honor al noble gesto de los hermanos nombraron a uno de los asentamientos San Marcos y al otro Puerta de San Marcos, ya que éste se ubicó donde era la entrada al apostadero para el ganado. Y a otro tercer pueblo, Juantillos, por el segundo hermano. De inmediato los nuevos pobladores, llegaron a acuerdos sobre la repartición de la tierra. Establecieron lazos de compadrazgo para tratarse con “mayor respeto” y se convirtieron en una gran familia. La tierra era generosa, les proveía de ricos alimentos sin un gran esfuerzo, pues había árboles frutales y vegetación en 30 A usanza del pueblo, los apellidos se pronuncian tanto en singular como en plural. - 109 - abundancia para ellos y sus animales. Los temporales de lluvia eran copiosos. Proliferaban los cultivos de mango, guayaba, naranjos, limas, limones, toronja, aguacate, papaya, plátano, piñas, café, ciruela, cacahuate, ajonjolí, camote y otros más, frutos que en muchos casos se “daban solos”. Todo era cuestión de sembrar las semillas, “y ya de ahí no ocupaban mucho”. Desde su llegada los primeros pobladores se dispusieron a trabajar en la agricultura y la crianza de animales, principalmente reses, cerdos y gallinas. La vocación campesina y agropecuaria de estos pueblos ha predominado durante décadas, aunque también se habla de la cacería de venados, jabalíes, armadillos y algunas aves comestibles. Los relatos destacan no sólo la flora sino también una fauna abundante, pues los mayores recuerdan con especial ahínco el ruido ensordecedor de las guacamayas, cuichis y muchos otros pájaros, “unas periqueras que daban miedo, y nos levantaban en la madrugadita”.31 Pero en esos primeros años, los ricos o quienes poseían más terreno compartían con los más pobres. Abrían las cercas de las huertas para que los más necesitados pudieran entrar a cortar fruta y saciaran su hambre. En el relato destaca la fraternidad con que los fundadores se trataban unos a otros, la convivencia pacífica y la interacción directa con el medio ambiente como un paraíso idílico proyectado desde la nostalgia. Y así lo confirma la siguiente expresión de nuestro informante: “Era gente noble en aquellos tiempos, no había malicia, no había 31 Ibid - 110 - contrariedades; la gente era muy hermanable y luego lo primero que emprendían, se hacían compadres los unos a los otros. Se ‘vían’ como una sola familia”.32 Por su parte, el señor Manuel Sánchez, también descendiente de una de las familias fundadoras, describe a San Marcos como un “hermoso pueblo con una gran historia” y sitúa la fecha de fundación hacia los años de 1760; y contrario a lo que afirma el señor Irenio, asegura que unos obispos españoles llegaron a ese lugar e impusieron a San Marcos como santo patrono del pueblo, a quien se le encomendó la misión de cuidar de la gente y asimismo inspiró el nombre del poblado (Ramírez, 2008: 67). Es muy probable que los jerarcas católicos al ver que el pueblo ya contaba con una nomenclatura se adhirieran a ésta, impulsando la fiesta del santo del mismo nombre. Por lo anterior se puede inferir que a San Marcos no se le imputa una fecha de fundación precisa, sino que comienza su asentamiento de forma gradual y no planificada. La apropiación del territorio y la definición simbólica de los espacios se fueron construyendo de forma espontánea y con base en la interacción social y su relación con el territorio. La estructura generacional abarca entre siete y ocho generaciones de acuerdo a las entrevistas realizadas, contando con los actuales niños. La mayoría de los adultos de mayor edad, de entre 85 y 90 años, recuerdan que sus padres eran originarios de San Marcos, pero sus abuelos o alguno de ellos llegó de algún otro rancho o comisaría, principalmente del sur del estado. El relato de la fundación de San Marcos forma parte de la tradición oral de la comunidad. Cabe resaltar el rol de Don Irenio Lizárraga como el depositario de la 32 Ibid - 111 - memoria colectiva, una suerte de cronista del pueblo legitimado por la mayoría de los habitantes de la comunidad, a pesar (y quizá debido a ello) de no contar con ningún nombramiento oficial. Cuestionado sobre si ha escrito sus memorias, señala la sien derecha con su dedo índice y asegura que no necesita plasmarlo con tinta: “Todo lo tengo aquí, en la cabeza, nada se me olvida… Mi mente es una grabadora”. En una serie de entrevistas realizadas a más de 20 hombres y mujeres de la comunidad, se pudo constatar que la historia anteriormente narrada es compartida, al menos en sus elementos estructurales, por una gran parte de la población. Cuando hablan de la fundación de San Marcos, suelen repetir este relato con ligeras variantes y es común que los lugareños agreguen: “pregúntele a don Irenio, él es quien tiene todos los detalles”, como si le fuera atribuida una función colectiva. En este caso se observa cómo la tradición oral fundamenta su grado de confianza entre los habitantes en los lazos sociales primarios, como es la familia, además de la cercanía territorial, ya que son verdades directamente heredadas de sus antepasados, padres, abuelos o abuelas, así como de sus parientes o de sus vecinos a quienes conocen desde niños; y no tanto en las versiones de la historia oficial proveniente de las instituciones estatales, las cuales son vistas con desconfianza por parte de los comuneros y avecindados. Esta versión sobre la fundación del pueblo y los primeros habitantes, independientemente de su grado de verificabilidad y precisión histórica, muestra la representación social de una comunidad en el sentido clásico. Sobresalen los valores tradicionalistas —muy identificados con la cultura rural mexicana— y la familia como un eje modelador de las interacciones sociales y de la organización comunitaria. Por - 112 - ello en el momento mismo de la formación del pueblo, la institución del compadrazgo sirve para unificar a las familias y evitar conflictos por la distribución del espacio. Se expresan ideales como la fraternidad, la cooperación mutua, el trabajo y la convivencia pacífica.33 También el apego territorial en su forma más primigenia, es decir, por el contacto directo con la Naturaleza y el territorio, el cual es valorado en función de su productividad económica, pero también se construye simbólicamente a través de las vivencias personales y familiares que se van constituyendo en una narrativa compartida, que después viene a formar parte de las identidades tanto individuales como colectivas de los pobladores. En suma, la nostalgia por la comunidad ideal, a la manera de Bauman, que significa refugio, seguridad emocional y armonía. 2. Patrones de asentamiento: la apropiación y valoración del territorio Las familias fundadoras, como es natural, fueron formando descendencia, y el pueblo fue creciendo, además de que después llegaron personas de otros pueblos a avecindarse en San Marcos. Se estima que para los años de 1930, en el pueblo habitaban poco más de 70 familias.34 Los que tenían los mejores terrenos poco a poco amasaron pequeñas fortunas y propiedades con la agricultura y la crianza de animales. Después comenzó la costumbre de que los terratenientes prestaran un 33 De acuerdo al estudio clásico de Larissa Adler de Lomnitz, el compadrazgo es una institución que establece lazos permanentes entre dos familias, ya sea con el fin de reforzar lazos existentes y formar una red de intercambio recíproco, o en muchos casos, también es para evitar posibles conflictos y proteger a los grupos involucrados. El compadrazgo suele ser una relación de mayor significado en el campo que en la ciudad, donde muchas veces se pierde contacto con los compadres o comadres y se relega sólo para ocasiones especiales. Se puede consultar en: Lomnitz, Larissa (1975). Cómo sobreviven los marginados. México, Editorial Siglo XXI, pp. 172-188. 34 La estimación se obtuvo con base en las declaraciones de algunos comuneros que pertenecieron a las juntas de mejoras. - 113 - pedazo de tierra a los que no tenían parcelas para que pudieran sembrar maíz y frijol a cambio de una parte de la cosecha, que podría ser incluso la mitad de la producción o alguna otra cantidad previamente pactada, un sistema al que los campesinos llaman la “faina” y cuyo uso continuó hasta la época reciente como una forma de división del trabajo en el campo, que aunque impulsaba un desarrollo inequitativo entre agricultores y campesinos, funcionó con relativa armonía durante decenios. Amén de algunas quejas por los altos costos de la renta de las parcelas y el empobrecimiento de los labriegos, de acuerdo al contenido arrojado por las entrevistas, el método de las “fainitas” (como también se le conocía entre los locales) se utilizó sin contratiempos y sin despertar inconformidades lo suficientemente importantes como para amenazar el orden establecido, quizá por el hecho de que las relaciones de trabajo en las actividades agropecuarias estaban muy imbuidas por los nexos de parentesco y personales, y un hacendado, por ejemplo, podía ser compadre de algunos de sus trabajadores, que en el trato cotidiano, aparentemente, no era visto sólo como un empleado.35 Los arreglos económicos entre dueños de las tierras y trabajadores presentaban distintos grados de equilibrio, ya sea que el campesino arrendara la parcela y la trabajara, o realizara labores para un hacendado vendiendo su fuerza laboral. Aunque se puede suponer que la mayoría favorecían a los patrones, había algunos acuerdos beneficiosos para los peones, como el usufructo de una parcela a cambio sólo de trabajo, de cuidar una hacienda por las noches o labores diversas. Además, en la mayoría de los casos las parcelas se rentaban al mismo campesino 35 Una variación del vocablo faena, que se utiliza en algunos pueblos de la región sur de Sinaloa para designar una porción de tierra cedida en préstamo para producción agrícola o ganadera. - 114 - año con año, respetando una especie de derecho de antigüedad por el cual no se le asignaba a otro jornalero. Algunos entrevistados señalan que en ocasiones iban a mitades con el dueño del terreno, y en otras acordaban como pago por el usufructo de la tierra una determinada cantidad del producto, por ejemplo cuatro sacos de maíz o de frijol, pero el resto de la cosecha era vendido por el trabajador de forma libre, aunque con un alto nivel de riesgo y con la carga de las deudas adquiridas con los terratenientes. 36 Otra modalidad consistía en que el dueño “habilitaba” al trabajador, es decir, le pagaba todo o una parte por adelantado si éste mostraba urgencia del salario, un préstamo que después éste le pagaba con intereses. De igual forma, las condiciones eran muy variables, hay quienes señalan que pagaban el doble de lo prestado, pero también se podía pactar por distintas cantidades o proporciones de las cosechas que no resultaban tan onerosas para el campesinado. Debido a ello, con frecuencia el “habilitar” era una acción vista como una ayuda. A pesar de los evidentes desequilibrios económicos entre quienes poseen tierras y quienes no, ningún testimonio menciona el sometimiento o la servidumbre extrema en las haciendas de esta región del sur de Sinaloa. Las condiciones y la paga del trabajo del campo se pactaban mediante la palabra de ambas partes, y al parecer en la mayoría de los tratos se respetaban los acuerdos dando cierta estabilidad a los campesinos y a los terratenientes. Las escalas de producción fueron aumentando, aunque a niveles modestos, ya que no se encuentran registros de la participación de esta microrregión en el volumen de exportaciones del estado de Sinaloa a lo largo del siglo XIX; sin 36 Entrevista a María Ascención Moreno Enciso, entrevistada por la autora, entrevista # 19, Universidad Autónoma de Sinaloa, 8 de julio de 2012. - 115 - embargo, San Marcos se convirtió en el centro neurálgico de la zona integrando a poblados, comisarías y ranchos circunvecinos, a quienes vendía sus productos, al igual que al puerto de Mazatlán. Posteriormente, y como veremos en el siguiente apartado, la pequeña industria llegaría a San Marcos con el esplendor de los cañaverales y las moliendas. Pero la tierra fue apropiada no sólo para el trabajo y las actividades económicas, sino también como hábitat, como lugar para la vida y para las relaciones sociales. En San Marcos, como en muchas comunidades rurales, ambos aspectos se encuentran estrechamente ligados, al igual que con la institución de la familia, que en este caso se compone de roles tradicionales. La familia constituye uno de los factores básicos del patrón de asentamiento desde los primeros años. La comunidad se creó como un sistema interrelacionado de grupos familiares. Con el paso del tiempo, la constitución de nuevos matrimonios y, por ende, de nuevas familias, fue modificando la distribución de las viviendas y la repartición de los recursos. Lo común era que si una familia poseía una o dos hectáreas, cuidara sus propiedades para heredar a los hijos, a su muerte o en vida, una parte del terreno para que estos pudieran vivir y trabajar ya sea en la ganadería o en pequeños cultivos. Con frecuencia las casas estaban comunicadas con las moradas de los padres, abuelos u otros parientes y configuraban una red social de ayuda e intercambios que se extendía tanto a las labores del hogar como al trabajo del campo. Esta situación se aplicaba de igual manera en aquellas viviendas que se construían por separado. Se estilaba que al fallecer el propietario de una finca o de un terreno, las tierras y bienes pasaban a manos de los hijos o parientes, pero también cuando alguien quería - 116 - vender una propiedad siempre se prefería que el comprador fuera alguien de la misma familia para que la propiedad no se “perdiera” y se conservara el patrimonio de forma intergeneracional. Con los mismos criterios se elegía la ubicación de las moradas, buscando quedar cerca de los parientes lo más posible, con el fin de reforzar los lazos de amistad y solidaridad. En el Viejo San Marcos, durante las primeras décadas del siglo XX, recuerdan los mayores del pueblo, las casas se hacían de “palo parado”, con madera de árboles de la región, especialmente de brasil y de huanacaxtle, consideradas maderas resistentes después de un tratamiento especial que consiste en poner a secar la madera durante unos días y después curarla con una especie de barniz. Con esta madera se edifica la estructura de la casa a base de horcones, pilares con una horquilla en la parte superior, donde posteriormente se coloca el techo de palma, material que también se encuentra con facilidad en los alrededores y frecuentemente como materia residual. Se trata de una forma de vivienda típica de la región. Los pobladores afirman que este tipo de vivienda soporta vendavales y aguaceros, debido a que los fabricantes poseen una notable habilidad para el tejido de la palma, cuyo perfecto entramado ayuda a evitar escurrimientos hacia el interior de las casas en los tiempos de “aguas”. La disponibilidad de los materiales y los saberes de los pobladores significaban la obtención de una vivienda a bajo costo que dependía únicamente de su trabajo y de sus capacidades. Al pasar del tiempo se fueron haciendo casas de lodo y, posteriormente, de “material” (cemento, ladrillo y varilla, a la usanza de los asentamientos urbanos) mezclando las viejas habilidades con nuevas técnicas y materiales. Las casonas - 117 - ubicadas alrededor de la plaza, que al principio era un capomal y después se convirtió en el corazón del pueblo de San Marcos, se caracterizaban por sus anchas paredes hechas de ladrillo (de hasta sesenta centímetros de ancho), techos de teja sostenidos por vigas de ébano, amplios porches adornados con macetones y pesadas mecedoras. El porche cumple una función social. Propicia que la convivencia entre amigos, familiares o vecinos sea más frecuente y por más tiempo. De igual forma, proporciona a los moradores una sensación de relajamiento el sentarse en el porche y observar el panorama, y platicar con los transeúntes, normalmente vecinos que regresan por las tardes de las parcelas o del cuidado del ganado. Sobre las particularidades urbanísticas del viejo San Marcos y sus viviendas, los arquitectos René Armando Llanes Gutiérrez y Servando Rojo Quintero, investigadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa, escribieron lo siguiente después de un recorrido por el pueblo realizado unos meses antes del desalojo: […] La arquitectura y los espacios urbanos son producto de una respuesta a las condiciones climatológicas, culturales y de los recursos disponibles en el entorno. Por ejemplo, sus anchos muros son de adobe, los techos de vara blanca, lodo y teja; si los materiales usados ayudan a mitigar las altas temperaturas, la disposición de sus espacios (con una superficie construida de 200 metros cuadrados en promedio) también responden a esta necesidad. Sus amplios portales permiten la libre circulación del aire, pero también son el espacio por excelencia donde se desarrolla la convivencia social; el externo, es el de las buenas tardes o días, el del saludo cotidiano con el transeúnte, el amigo o el vecino; el interno, el de la convivencia familiar. El lote es una extensión de la vivienda, bajo la sombra de sus árboles, los moradores lo mismo descansan de la inclemencia de los rayos del sol, como también alberga los lavaderos y otras actividades.37 37 Llanes, Armando y Rojo, Servando (2009). “Y las querencias quién me las va a pagar”. En Picachos. Los caminos del desarraigo y la resistencia. México, Universidad Autónoma de Sinaloa, pp. 79-88. - 118 - La forma de apropiación del espacio vital de la vivienda habla de una concordancia entre los recursos naturales disponibles, es decir, el territorio, y la forma de vida económica y sociocultural, pero también es importante mencionar la experiencia del tiempo en su convergencia con el espacio. En estas casas se advierte una construcción eminentemente progresiva. Entre las familias entrevistadas, las historias suelen ser recurrentes en el sentido de que las casas se van construyendo poco a poco conforme va creciendo el número de integrantes del hogar o conforme lo iba permitiendo la situación económica. Prevalece una construcción por etapas, paulatina y acumulativa de objetos, enseres, pertenencias personales y compartidas, que se convierten en símbolos de una historia personal y, en ocasiones, familiar e intergeneracional. Por ejemplo, narra la dueña de una casa con más de 70 años de antigüedad del viejo San Marcos: “Al principio cuando me casé teníamos una casa de palo parado, ahí tuvimos la boda, después fuimos construyendo la casa de material y ampliándola pues tuvimos ocho hijos y no cabíamos; cuando tuvimos nietos construimos una casa al lado para que viviera una de mis hijas y la parte de atrás del terreno se lo dimos a otro hijo.” 38 Y así como la vinculación familiar representaba un eje para la apropiación del territorio, otros espacios resaltan por ser altamente significativos en las historias de vida de los pobladores, entre ellos la iglesia, la plazuela, el arroyo y los cañaverales. Al pasar del tiempo la plaza se convirtió en el centro neurálgico del poblado, constituyendo un nuevo patrón de asentamiento y símbolo de estatus, pues a su 38 Entrevista a Nicolasa Sánchez, realizada por la autora. Entrevista # 14, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1 de mayo de 2012. - 119 - alrededor se localizaban las fincas de las familias más importantes. Después en el mismo lugar se construyó la plazuela, cuya obra se inició a principios de la década de 1930 y concluida en 1950, la cual se convirtió en el espacio más importante para los eventos comunitarios, entre los que destacaban las fiestas populares y las asambleas.39 Cerca de medio siglo antes, en 1906, se inició la construcción de la iglesia bajo el auspicio de uno de los hombres ricos del pueblo, el señor Cosme Rivera, quien aportó gran parte de los fondos necesarios para la obra, en la que participó todo el pueblo, ya fuera acarreando material o en las labores de albañilería. Durante los años posteriores continuó el remozamiento del templo, y de los poblados ubicados hacia arriba en la sierra provinieron donaciones en dinero y en especie, se arregló el altar, se colocaron los santos y las figuras religiosas, y recientemente, el enrejado en la parte frontal. De lo anterior, se desprende que el patrón de asentamiento del viejo pueblo se caracterizó por tres elementos básicos que se entrelazan entre sí: los recursos naturales del territorio, las relaciones familiares y comunales, y el desarrollo de las actividades económicas, principalmente en el sector agropecuario a pequeña escala. El nexo de los tres elementos es perfectamente perceptible en los espacios habitados, por ejemplo, una vivienda puede ser a la vez el lugar para la vida y el lugar para la crianza de animales y estrategias de sobrevivencia como los cultivos 39 De acuerdo a la placa que ostentaba el kiosco en el viejo pueblo, la plazuela fue terminada en 1950 durante la administración del presidente municipal Ramón Ponzo Peña con ayuda de la junta de mejoras materiales de la comunidad de San Marcos, con fecha del 19 de noviembre del mismo año. - 120 - traspatio, cuyos productos sirven a la vez de autoconsumo y para la venta al mercado local. Este patrón marca una forma particular de apropiación del territorio muy diferente al de los núcleos urbanos donde no necesariamente las decisiones de dónde y cómo habitar se toman en torno a la conservación de la familia, sino que por el contrario, obedecen a motivaciones más individuales que colectivas. Si para Max Weber, el momento fundacional de la era moderna es precisamente la separación del hogar y la producción, los poblados rurales de la sierra transitan aún hoy en día en un ámbito premoderno, donde la expresión comunal es el esqueleto de las estructuras sociales, con esporádicos o nulos encuentros con las sociedades modernas o inclusive postmodernas. En el proceso de formación de la comunidad de San Marcos —al menos en el relato dominante— se puede observar una fuerte solidaridad mecánica, según concepto de Emile Durkheim ejemplificado en comunidades agrarias de mayor antigüedad, fenómeno que se presenta por las semejanzas de los individuos y se vincula con relaciones sociales simples, en grupos más bien homogéneos donde todos desempeñan papeles similares. Esta solidaridad se deriva de la conciencia colectiva, que viene a ejercer un dominio sobre la conciencia individual. Lo anterior genera a su vez, siguiendo al mismo autor, una densidad dinámica menor, y por ende, cambios sociales lentos y graduales. El tiempo parece transcurrir sin prisa y permea la sensación de que no pasa nada. Existe el tiempo suficiente para que los grupos sociales desarrollen procesos de adaptación y las transformaciones resulten menos traumáticas. - 121 - Así, el origen mismo de la comunidad y la forma en que San Marcos se fue convirtiendo en un pueblo con una identidad propia, reconocida por propios y extraños, resulta de una construcción colectiva que se va dando poco a poco con el paso del tiempo, con la llegada de las primeras familias, con sus descendientes después y con pequeñas oleadas de migraciones y retornos más adelante. El proceso mismo de adaptación, apropiación y valoración del territorio va cimentando un imaginario popular en torno al espacio geográfico y la relación de éste con sus habitantes. De tal forma, que a través de las vivencias directas con el territorio y sus recursos se crean las narrativas compartidas, que aunque informales van orientando y construyendo las identidades, que en este caso muestra un fuerte componente socioterritorial que se deriva en topofilia, término acuñado para definir el apego afectivo a un territorio. Aquí se presenta de forma transversal ya que el territorio, valorado y apropiado, atraviesa todos los aspectos de la experiencia vital desde lo material hasta lo intangible. El territorio lo es todo. Lo económico, lo político, lo social y hasta lo emocional no se viven como ámbitos separados, sino como una sola cosa vinculada estrechamente a la tierra y a sus ciclos y procesos. Las relaciones familiares y personales, así como la supervivencia, las actividades económicas se encuentran entrelazadas y por ello en este tipo de comunidades el despojo del territorio conlleva efectos devastadores, porque no se pierde en un único aspecto de la vida, sino que la pérdida es sentida con el carácter de totalidad. - 122 - 3. El desarrollo agrícola: esplendor y declive de los cañaverales En el viejo pueblo, la agricultura y la ganadería representaron el pilar económico en la comunidad de San Marcos, en torno a las cuales giraron también las actividades cotidianas en la comunidad. La mayoría eran pequeños productores y destinaban una parte de las cosechas al autoconsumo y el resto al mercado regional. Incluso en la actualidad, las viviendas suelen contener corrales para la crianza de gallinas, cerdos, vacas y chivos. También se producen quesos (cuajadas) y otros alimentos. La división social del trabajo, imbricada con las estructuras familiar y comunal, nunca se desarrolló bajo los esquemas de la industria, pero sí floreció una pequeña industria artesanal en torno a los cañaverales. La instalación de moliendas en las márgenes del río permanece en la añoranza de muchos; se presume que la etapa de su esplendor se vivió entre los años 40 y 60 del siglo XX. Fue un cultivo que duró más de cien años en activo. Sus inicios pueden situarse desde los orígenes del pueblo, como lo muestra el siguiente testimonio: Desde los primeros tiempos del pueblo, cuando comenzaron las gentes a limpiar sus parcelas, construir sus casas, se dieron cuenta de que esas tierras eran ideales para la siembra de caña de azúcar y comenzó el auge de una actividad que marcó época en San Marcos y en los alrededores. El primero en sembrar caña fue un hombre llamado Juan Sánchez y su esposa, Josefa Ontiveros. Como no había todavía molinos de fierro, ellos a como pudieron hicieron un molino de palo que era jalado por un par de bueyes. Cuando ya se dieron cuenta de que la siembra de caña dio resultado, enseguida otros dueños de terreno vieron que sus tierras también eran apropiadas para sembrar caña, e incursionaron en el cultivo: familias Moreno, Enciso, Osuna y Valle eran las que poseían mayores extensiones. A partir de ahí el paisaje se llenó de grandes manchas de cañaverales a lo largo del río. Casi todos los campesinos se dedicaron a este cultivo en mayor o menor escala.40 40 Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 10, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de febrero de 2012. - 123 - El sistema de riego era a través de acequias, unos canales que se elaboraban desde las orillas del río para llevar el agua hacia los cultivos, por lo que no se necesitaban altas inversiones para irrigar las tierras. Los cañaverales proporcionaron una fuente de trabajo importante para los campesinos, sobre todo antes de la llegada de los primeros molinos industriales. Surgieron nuevos oficios. Se necesitaban al menos cinco mozos para el corte de la caña, además de tres o cuatro acarreadores. Ya en la molienda, un atizador, tres vaqueros, un gabacero, uno para meter la caña al molino y un panochero. Este se convirtió en un personaje importante porque de él dependía el sabor del piloncillo y no era fácil encontrar a alguien que supiera darle el toque exacto con base solo en su buen gusto y en la experiencia adquirida (Ibíd.). 41 De acuerdo a varios testimonios, el piloncillo de San Marcos se hizo de fama en los alrededores y creció la demanda por el producto. Se vendía en Mazatlán, los minerales de Guadalupe de los Reyes, Pánuco, Cerro Verde, Ventanas, La Palma, Puerta de Canoas, Los Añiles, San Pablo, El Recreo, El Verde Camacho y Mármol. También en otros pueblos como El Quemado, El Quelite, La Mora Escarbada, El Carrizal, El Varal, Las Tinajas, Las Chicuras, La Sábila, Tierras Blancas y El Limón de los Peraza. Hasta entonces los molinos eran de madera jalados por bueyes o mulas. Pasado el tiempo algunos agricultores se empeñaron en llevar a San Marcos molinos más grandes, de mayor productividad. Don Irenio Lizárraga Sánchez recuerda que 41 El panochero dirigía todo el proceso de fabricación del mencionado dulce e indicaba las cantidades exactas y los tiempos para que el piloncillo tuviera la consistencia idónea y un olor y un sabor inmejorables. - 124 - su abuelo Vicente Sánchez fue el primero que trajo un molino, por lo que tuvieron la necesidad de organizarse debido al alto costo de la maquinaria: Llegaron tres molinos a Mazatlán, uno muy grande para jalarlo con motor, se le hizo muy pesado, muy caro, y siempre compró un molino para jalarlo con mulas [...] Sobre él, compraron los Encisos. Martín Enciso, Don Vicente Enciso, Don Félix Osuna, fue una sociedad que se organizó. Llegaron al acuerdo de entre todos comprar un molino, porque era muy caro, porque todos eran poquiteros, por eso compraron un molino entre todos y lo usaban por turnos.42 Después, otros productores adquirieron sus molinos: la familia Moreno, de San Marcos; Ignacio Sánchez y una señora llamada Cenovia, de la Puerta de San Marcos, hicieron lo mismo y tenían sus lotes sembrados de caña. Hasta que se llegó el día en que había cinco molinos en la región. Con los cinco molinos trabajando a toda su capacidad: Aquí el fuerte [de la siembra de caña] era en la época de mis papás yo alcancé una parte. Las moliendas era trabajo temporal por año, por ejemplo, comenzaban como en enero a moler, y en abril o mayo era el término… porque todo el terreno parejo de todo el arroyo estaba sembrado de pura caña, y ese era el fuertecito de los padres de uno, con lo que se mantenían con trabajo […]”, recuerda Lorenzo Valle, quien ronda las siete décadas de vida y se ha dedicado desde niño al trabajo del campo.43 El ciclo de la siembra y tumbado de la caña, y posteriormente el de la preparación del piloncillo abarcaba todo el calendario en la vida cotidiana del pueblo. Terminando de festejar la llegada del Año Nuevo, los pobladores se disponían a trabajar en la molienda y en la preparación del dulce, procesos que duraban de enero a abril o mayo; y luego de un breve receso, en el mes de junio con la llegada de las “aguas” 42 (Ibíd.) Entrevista a Lorenzo Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 07, Universidad Autónoma de Sinaloa, 15 de enero de 2012. 43 - 125 - empezaban con los sembradíos de caña y posteriormente con el cuidado de las parcelas. Los pobladores de San Marcos recuerdan con nostalgia la época de las moliendas, cuando entraban a comer colas, como llamaban a los sobrantes del piloncillo, pues en moldes de madera que se colocaban a lo largo de una base hecha con tablas, a semejanza de un banco, vertían el aguamiel para esperar después a su condensación, y en el espacio entre molde y molde quedaba una porción que se repartía entre los niños que tarde a tarde acudían a degustarlo; y de igual forma se regalaba a la gente parte de este jarabe, que se producía y que quedaba en los cazos (recipiente utilizado para su elaboración) y que constituía la medida de producción. De igual forma, los sembradíos de caña eran un elemento importante en el paisaje, un símbolo del pueblo que en sus inicios llegó a ser conocido como el “Gran Cañaveral”, por la mancha verde que bordeaba el río, siendo de la admiración de pobladores locales y de visitantes. Y así prosiguió la bonanza de la caña durante décadas, hasta que comenzó la decadencia a mediados de los años 70. Se menciona entre otras causas la instalación y florecimiento de ingenios azucareros en otros municipios del estado y en el vecino estado de Nayarit, pues con la producción en masa abarataron los costos y, por ende, el producto; y comenzaron a surtir en los lugares de donde provenía la clientela de los fabricantes de piloncillo de San Marcos. Según don Irenio Lizárraga Sánchez, ese fue el principio del fin, pues la gente prefería comprar lo más barato, aunque no fuera de igual calidad que el piloncillo que se producía en San Marcos. Pero como él se considera de fuerte espíritu y no se daba fácilmente por - 126 - vencido, optó por vender piloncillo y se vio en la necesidad de recorrer nuevas latitudes a lomo de bestia: Pero llegó el día que se abrieron unos ingenios para el sur, aquí para Nayarit en grande escala, antes de eso nosotros teníamos unas entregas pero buenas. Venía gente de Mazatlán, de El Quelite, de El Quemado, de La Sávila, de El Recodo, aquí a la Redonda; Tepuxta, Pichilingue, Veranos. Venían hasta aquí a llevar eso cuando no venían. Yo como mi padre molía bastante y cuando no se acababa la molienda y se tardaba para venir los compradores, yo cargaba animales con piloncillo y me salía a vender por los pueblos, yo conozco todos los pueblos que nos rodean Puerta de Canoas, La Palma, Los Añiles, Confital, San Pablo, Los Zapotes, El Recreo, El Verde Camacho.44 La segunda causa que se menciona es la escasez de agua, ya que las lluvias se fueron haciendo cada vez menos con el pasar de los años, lo que encareció el cultivo mermando la producción, sin mencionar lo costoso que resultaba instalar un sistema de bombeo y hacer pozos para captar el agua y regar la siembra de caña. Son constantes las referencias a las copiosas lluvias de décadas anteriores, en contraste con las sequías de la época actual. Una de ellas es la expresión de don Pedro Valle al afirmar que “faltó gobierno pa’ cuidar las higueras, por eso ya no llueve como antes. Si hubieran hecho esta presa [la Picachos] con aquellos aguaceros, otra cosa fuera, ya pa´ qué la hacen ahorita que casi ni llueve”. Por último, con el auge del cultivo de la marihuana en los altos de la sierra, muchos trabajadores abandonaron los otros cultivos tradicionales como el maíz, el frijol y la caña, en busca de aumentar sus ingresos. La diferencia en el valor de la cosecha era estratosférica. Con un kilogramo de marihuana se compraban 10 sacos de maíz, recuerdan algunos ancianos que en su juventud se dedicaron a las labores 44 Entrevista a Lorenzo Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 07, Universidad Autónoma de Sinaloa, 15 de enero de 2012. - 127 - del campo. Hubo una temporada en que escaseó la mano de obra a tal grado, que los dueños de parcelas batallaban para encontrar gente que se hiciera cargo de las faenas pendientes, como relata don Lorenzo Valle: 45 Por eso se quitaron todos esos cañaverales, porque ya gente no hubo pa’ l trabajo. Fue cuando la gente se fue a trabajar pa’ rriba, pa’ la sierra; y entonces yo un día iba pasando por ahí por la casa, venía del rancho Las Tatemas y me dijo [hablando con uno de los últimos productores de caña] pos no puedo hallar, Lorenzo, gente. Este día trabajo dos cazos nomás […] ¿Cuánto le queda que moler? Unos cuatro, cinco días […] yo lo voy a echar fuera, le dije, porque nosotros trabajábamos allá con mi padre pa’ que salga de ese parto, don Chuy […] y en cuatro días terminamos y ya terminó y se puso y las quitó y las arrancó [las moliendas] y ya se quitaron los cañaverales. 46 Lo más probable es que el declive de las moliendas de caña fue provocado por una combinación de todos los factores mencionados, pero sin duda el auge del cultivo del cannabis significó el declive de la agricultura, como se había venido dando hasta el momento. Para 1968, recuerda el profesor José Carlos Castro, comenzó a presentarse el cultivo de la hierba ilegal de forma masiva en esa región sureña del estado: “Los campesinos lo veían como un trabajo más, y es que por decir algo, por sembrar maíz les pagaban 10 pesos y por sembrar marihuana les pagaban 50 y les daban la comida, entonces era muy común que en temporadas de cosecha me pidieron a los muchachos para llevárselos a trabajar”, rememora el mentor, quien vivió trece años de su vida en la comunidad.47 45 Cada saco contenían aproximadamente 20 kilogramos. Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 10, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de febrero de 2012. 47 Entrevista a José Carlos Castro, entrevistado por la autora, entrevista # 15, Universidad Autónoma de Sinaloa, 16 de mayo de 2012. 46 - 128 - Cabe mencionar que el cultivo y trasiego de drogas ilícitas ha trastocado la vida del pueblo de manera significativa al desarticular los patrones de convivencia emanados de la agricultura convencional y al involucrar a los campesinos en la esfera de la ilegalidad; sin embargo, la incursión en la producción de drogas prohibidas no es un tema que figure en el discurso de los entrevistados, quizás por temor a represalias debido a un estado de violencia que afecta la región.48 A manera de conclusión, se puede afirmar que las actividades económicas refuerzan el vínculo socioterritorial en las localidades que se dedican principalmente a las actividades vinculadas al sector primario, ya que la tierra es proveedora directa del sustento y ejerce un reforzamiento de las identidades construidas en función de los roles derivados del trabajo del campo. En esta dinámica, sobre todo al tratarse de procesos escasamente tecnificados, los recursos naturales revisten mayor relevancia, como los cañaverales y el arroyo en su momento, y que además de su evidente valor material conlleva una carga simbólica como espacio estratégico para la sobrevivencia pero también para la interacción social y el esparcimiento.49 48 El periodo de las entrevistas se realizó poco tiempo después de una ola de violencia en la región de la sindicatura de La Noria, especialmente en San Marcos, que abarcó desde finales de 2010 hasta marzo de 2011 aproximadamente, por lo que fue necesario posponer durante meses el trabajo de campo. 49 El arroyo era además de fuente de riego para la agricultura un espacio de esparcimiento y de convivencia social. Los niños jugaban y se bañaban en él; las familias se reunían y las mujeres jóvenes acarreaban agua para llevar a sus hogares, situación que aprovechaban los hombres para cortejarlas o encontrarse con ellas en el arroyo. Había muchos tiros de donde acarreaban el agua, pero había un solo tiro público en el que concurrían la mayoría. Ahí era donde se enamoraban de los novios, rememora doña Leoba, a sus 86 años de edad. Eran comunes las escenas donde una mozuela gritaba “¡Voy al agua mamá!”, y era el pretexto para encontrarse con el enamorado. La mayoría de los entrevistados atesoran anécdotas personales que giran alrededor del riachuelo. - 129 - 4. La vida: un ciclo de festividades Las festividades en el viejo San Marcos se vivían más como un gran ciclo, que como celebraciones separadas y diferenciadas entre sí. Para enumerar sus fiestas, los sanmarqueños recorren desde el inicio hasta finales del año, es decir, comienzan el año celebrando y así lo terminan. Y aunque muchas fiestas coinciden con el calendario festivo de la tradición mexicana, la comunidad le imprime sus características particulares a cada fiesta. De tal manera que se convierte en una actividad cotidiana que entrelaza las labores del campo, la vida familiar y las prácticas religiosas. A continuación, con base en las historias de los vecinos de San Marcos, se describirán una a una las principales celebraciones, siendo la más importante la del 25 de abril, dedicada a San Marcos, el santo patrono. No se cuenta con registros de cuándo y cómo se empezó esta tradición, sin embargo, de acuerdo a las memorias de las personas más longevas del pueblo, a principios del siglo XIX, ya se hablaba de la singularidad de las fiestas de abril y cuya fama en la región se había extendido entre los pueblos y ranchos circunvecinos. En las fiestas del 25 de abril se desarrollaban diversas actividades con la participación de todas las personas del pueblo: hombres y mujeres, niños y adultos, ricos y pobres, incluso, fugitivos de la justicia, además de la llegada de cientos de visitantes foráneos. Aunque el motivo principal de la celebración era religioso, los actos en la iglesia sólo ocupaban una pequeña parte del itinerario. El día 25 era la costumbre celebrar bautizos y primeras comuniones en la vieja capilla. Cuentan que todos los pobladores de los altos de la sierra preferían el templo de San Marcos para - 130 - sus ceremonias religiosas, que se oficiaban normalmente durante las mañanas; muchos recuerdan que hubo ocasiones en que de tanto bautizo, el cura terminaba hasta ya entrada la noche. Por la tarde comenzaban los bailes en la plaza. Durante los primeros años de la festividad no había luz eléctrica, y los bailes se alumbraban con cachimbas (unas lámparas hechizas a base de petróleo y que se colgaban con un mecate que se le colocaba por dentro). Recuerdan que como maldad, los más borrachos las apagaban a balazos y por lo que asustados, la gente salía corriendo y se acababa el baile. Era el espacio y el tiempo en que los hombres lucían sus caballos y su espíritu bravío, las mujeres su belleza y los más ricos eran iguales que los más pobres. En esos momentos podían olvidarse las rencillas, las diferencias entre terratenientes y campesinos, además de ser el momento para la convivencia y el esparcimiento, después de las extenuantes jornadas del campo. Los relatos exaltan los excesos: los tumultos de gente, el estruendo de varias músicas al mismo tiempo, el abundante consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo el mezcal que se producía en la región y la cerveza, además de la duración de la fiesta, que podía prolongarse hasta por seis días o una semana completa. La cantidad de asistentes que se contaban en cientos y en miles ya en las décadas más recientes. Además de los bailes con tambora, había toreadas, carreras de caballos con apuestas, juegos pirotécnicos, vendimias y hasta una pequeña feria de juegos mecánicos. Por la calle principal, la que va hacia el arroyo, se colocaban los puestos de antojitos mexicanos donde se ofrecían gorditas, tostadas, asado y pollo a la plaza; - 131 - y también puestos con venta de artículos varios como losas, zapatos, ropa, juguetes, etcétera, donde aprovechaban las amas de casa para surtirse. El corrido a San Marcos, compuesto por Hortensia Gutiérrez, una de las comuneras desplazadas, sintetiza las remembranzas de las viejas fiestas y la nostalgia por el territorio perdido: ¡Ay, mi San Marcos querido, siempre te reviviré Con esas fiestas preciosas y sus bautizos también Con su grande jaripeada siempre la recordaré. Amigo te has de acordar de esas fiestas regionales, Ahí asistía gente de muchas comunidades De pueblos avecinados y de todas las ciudades…50 Sin duda, uno de los recuerdos más recurrentes fue el poder de convocatoria de la fiesta y el regreso de los ausentes, pues se reunían personas de todos los pueblos de la región, así como a aquellos oriundos de San Marcos que han emigrado por diversas razones, en busca de oportunidades laborales, por una mejor educación para los hijos o simplemente para incrementar sus ingresos económicos. Los ranchos y comisarías que nutrían de visitantes las fiestas de San Marcos eran primero de los más cercanos: La Noria, Las Tatemas, Puerta de San Marcos, Las Iguanas, Casas Viejas, Los Copales, El Placer, Puerta de Canoas, El Habal, Juantillos, La Hacienda, entre muchos otros; pero también de otros municipios del estado y de la ciudad de Mazatlán, principal destino de los sanmarqueños que decidieron emigrar, aunque también decidieron irse a otras ciudades del país y del extranjero, principalmente a Estados Unidos. 50 Fragmento. Producción independiente proporcionada por la autora. - 132 - Pero el 25 de abril es la cita para el retorno, por lo menos temporal, la fecha esperada en que regresan los hijos, los hermanos, todos los parientes que “andaban fuera”. Doña Francisca Valle recuerda cómo su casa se llenaba de familia y amistades que se quedaban dos o más días según lo que durara la fiesta. “N’hombre en estas fechas no cabía la gente por la casa, ahí les decía yo, los que no quepan [en las recámaras] ahí está el piso, y se tendían todos juntos de que apenas y se podía caminar, y a la hora de la comida había que turnarse porque el comedor no alcanzaba […] eran bonitos aquellos tiempos”, rememora una de las descendientes de los fundadores del pueblo. Platican las mujeres, tanto las jóvenes como las mayores, que meses antes iniciaban los preparativos para asistir a las fiestas, se mandaban hacer los trajes con antelación para vestir sus “mejores galas”, aunque también había quienes viajaban al puerto de Mazatlán a comprar vestidos idóneos para el baile. Todas las que podían, estrenaban y las que no, destinaban por lo menos un vestido especial para la celebración. Y aunque después del jolgorio, quedaba la cruda moral de las deudas, en muchas ocasiones no se escatimaba en lucir bien el día festivo. “Había que estrenar cada día y el mejor vestido, p’al último; también los niños tenían que estrenar por lo menos uno de los días”, recuerda la señora Refugio Medina, nacida y criada en San Marcos y quien no se perdía ninguna de las fiestas.51 Las primeras fiestas se preparaban bajo la iniciativa de los pobladores, sobre todo de aquellos con más recursos económicos. Los mayores propietarios de tierras y de los hatos de ganado más numerosos, se encargaban de hacer todo lo necesario 51 Entrevista a Refugio Medina, entrevistada por la autora, entrevista # 02, Universidad Autónoma de Sinaloa, 29 de septiembre de 2011. - 133 - para la preservación del baile, como lo recuerda un sanmarqueño que actualmente cuenta con cerca de 95 años de edad: “Cuando yo estaba niño, entonces decían que antes de que naciera yo hacían esos festejos aquí, cuando yo estaba niño alcancé a ver, chiquito pero ya me fijaba lo que hacían las gentes más poderosas, no había juntas de mejoras los más fuertes tenían la devoción de hacer las fiestas y más la de abril se juntaban unos con otros los poderosos y ellos hacían las fiestas…”52 Las fiestas también significaban bonanza para el pueblo, ya que muchos de los visitantes bajaban de la sierra con dinero para gastar y se activaban las ventas y las ganancias se invertían en bienes comunales, hábito que perduró con la instauración de las juntas de mejoras en la década de 1940, cuya principal función era administrar los recursos del pueblo y realizar obras para beneficio comunitario.53 Estos organismos locales propagaron la costumbre de hacer más y más fiestas porque era una importante fuente de dinero para terminar las obras que se proyectaban, como lo señalan varios de sus integrantes, al asegurar que nada más andaban pensando qué hacer [llámese fiestas] para recaudar fondos económicos. De esta manera, se introdujo al pueblo el sistema de agua potable, la red de luz eléctrica y se construyó el plantel de la escuela primaria, entre las décadas de los 50 y los 60 del siglo anterior.54 En tiempos recientes, con los fondos captados durante la fiesta del 25 de abril se construyó la escuela secundaria. Cipriano Pani, quien fue miembro de la junta de 52 Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 10, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de febrero de 2012. 53 Las juntas de mejoras surgieron como organismos oficiales varias décadas antes en la ciudad de Mazatlán; sin embargo, es probable que en los poblados de la zona rural no se hayan instaurado hasta mucho tiempo después. 54 Ibid - 134 - mejoras en el trienio 1990-1992, relata en entrevista que el plantel se realizó sólo con los esfuerzos de la comunidad: “para esa secundaria no nos dio ni un centavo Gobierno del Estado ni gobierno municipal: se hizo con pura fiesta, puros recursos de la gente; le pedimos adelantado un préstamo a la cervecería: 94 millones de pesos y nosotros lo pagamos con una sola fiesta; el 25 de abril se generaron más de 100 millones, con eso se hizo la secundaria, está grande […] Otros ya habían hecho el intento pero no habían podido.”55 Con el paso del tiempo, la realización de la fiesta se sometió cada vez más al control del Ayuntamiento de Mazatlán, que establecía las condiciones para otorgar el permiso para los bailes y la venta de bebidas embriagantes, por el cual se pagaban importantes sumas de dinero. Se consolidó la Pacífico56 como marca oficial de la celebración, puesto que era la cerveza preferida del pueblo, al igual que en muchas otras partes del estado, e impuso sus condiciones al otorgar sólo un 10 por ciento de ganancia sobre las ventas netas. Se creó el comité organizador de la fiesta, que comenzó a trabajar bajo un esquema más lucrativo sin dejar de gozar de la fidelidad de los asistentes, pese a que cada vez resultaba más caro asistir al baile en comparación de los primeros años cuando no se cobraba. Los últimos eventos en el viejo pueblo se convirtieron en unos negociazos y por todo había que pagar, y como relata la señora María Ascención Moreno Enciso: “la plaza la cobraban, el toro lo cobraban, construían un palco con techo de palma y también cobraban por la sombra, aunque detrás de las trancas era libre…” 55 Entrevista a Cipriano Pani, entrevistado por la autora, entrevista # 13, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de abril de 2012. 56 Refiriéndonos a la cervecería Pacifico, con sede en la ciudad de Mazatlán. - 135 - Se empezaron a contratar las bandas de más difusión en los medios masivos de comunicación local, incluso foráneas; tal hecho implicó el incrementó del costo para asistir al baile a la vez que se masificó la asistencia debido a la construcción de más carreteras y caminos que disminuyeron el tiempo y el riesgo para llegar a los poblados de esta zona, aunado al crecimiento demográfico del principal núcleo urbano más cercano a San Marcos, como Mazatlán. Los cambios en la vida social afectaron el desarrollo de las fiestas, y uno de los más impactantes fue la intensificación de la violencia en la región. Sobre las transformaciones que han marcado a la celebración, nos dice don Irenio Lizárraga: Toda la gente se reunía de todos los pueblos, se venían de mucho pueblo vecino, se ponía buena la fiesta porque toda la gente se reunía a este pueblo, ahora más porque hay mucha carretera y mucho carro, antes venía la gente a caballo o a pie porque era muy tranquilo, ahorita en carro. A Mazatlán, de este pueblo se fueron muchas gentes a vivir ya con familias, allá crecieron, se hicieron viejos, los retoños allá se casaron, en los días de fiesta se dejaban venir esos hijos con sus familias, las amistades que tenían, venían mucha gente del puerto y de muchos lugares en cada fiesta… pero ya no hay quien se encargue de llevar una administración en debida forma… pura desconfianza, por las cosas que pasan, el mundo ha cambiado...57 Sin duda la del 25 de abril era, por decirlo, la reina de las fiestas, pero no la única. Para comenzar, era la víspera del Año Nuevo, el 31 de diciembre, cuando había bailes que duraban al menos dos días y se celebraba tirando balazos al aire. La siguiente fiesta era la del 24 de febrero, que comenzó como una actividad cívica, propuesta por un profesor, secretario de la junta de mejoras en los años 60, pero de 57 En referencia a la ola de violencia que azotó a San Marcos y a la región que abarcó desde finales de 2009 y hasta mediados de 2011, aproximadamente, en la cual se presentaron una serie de desapariciones, asesinatos, decapitaciones, secuestros y extorsiones que sembró el miedo entre la población (Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, el día 24/02/2012). - 136 - inmediato la gente le empezó a agregar un aspecto extraordinario y se empató con la celebración de un carnaval, al modo del de Mazatlán. Adornaban carros con templetes donde se subían embajadoras del pueblo de San Marcos y de todos los ranchos vecinos; y desfilaban en caravana por las calles del pueblo al que acudían visitantes de los alrededores. El mismo día tenía lugar un desfilo cívico-escolar con la participación de los estudiantes del jardín de niños, primaria y secundaria, con motivo del Día de la Bandera, al cual acudían las madres y los padres de los participantes, así como sus familiares, por lo cual eran fechas bastante concurridas en el viejo San Marcos. El calendario festivo continuaría con el día de Santa Rosa, que se celebraba cada año el 30 de agosto. Para los últimos años del viejo San Marcos, esta tradición ya se había perdido, pero los más ancianos no se olvidaron de ella y con base en sus historias se describe a continuación. Los más adinerados del pueblo organizaban la fiesta y les avisaban “a las señoritas bailadoras” que vistieran el vestido de color rosa y mandaban confeccionar su atuendo. Con más frecuencia las mujeres mayores usaban la falda hasta el piso patolada y saco con manga larga, con botonadura, bordado tanto en el saco como la manga, abrochado el cuello hasta la garganta. Y las jóvenes no usaban en ese entonces zapatos de tacón, eran zapatos planos. Se habla aquí de los años de 1920 y 1930. Por su parte, el hombre iba vestido común y corriente, mezclilla de driles para los bailes. Todas las señoras mayores usaban zapato plano que le nombran chancla, de una mezclilla gruesa era la chancla para el lujo de las mujeres mayores. En estos años los hombres gustaban de lucirse con sus caballos. La tradición en la fiesta de Santa Rosa era que los hombres montaran junto - 137 - con las muchachas e hicieran un recorrido por el pueblo, con la banda tocando detrás de ellos. Al respecto, recuerda don Irenio: “En ese tiempo había mucho hombre parrandero, escriba, mucho hombre parrandero, y muy de a caballo. Buenos para arrendar los caballos que los hacían hasta bailar y se usaba mucho ese juego de carreras de caballos, de apuestas…”58 La siguiente fiesta, también de más reciente aparición, sería la del primer domingo de octubre, la cual no surgió por un motivo religioso o cívico en especial, pero se fue haciendo costumbre realizar bailes y festejos en esta fecha, ya muy cercana al 2 de Noviembre, Día de Finados, un día al parecer muy importante para la comunidad. Por ser el Día de Muertos reviste un carácter espiritual y religioso, pero indisolublemente ligado con la algarabía de la festividad. Durante el día se asistía a llevar flores y ofrendas a los seres queridos que se adelantaron en el camino, a llevarles música de banda, a tomar cerveza junto a sus tumbas y a platicar anécdotas sobre los fallecidos. Por la tarde noche, se celebraban grandes bailes, con varias bandas, grandes cantidades de cerveza, y al igual que el 25 de abril, era el momento para la congregación de las familias, otrora separadas por la migración. Se puede decir que todas las anteriores se constituían en celebraciones más o menos institucionalizadas, que se repetían año con año, con los mismos rituales y patrones, que se vivían con un carácter comunitario; no obstante, también se celebraban muchas fiestas intermedias, o como dijeran los sanmarqueños: “fiestecitas regulares de uno o dos días nomás”. Aquí se pueden contar algunas generalizadas como el Día de las Madres o el Día de San Juan, el 24 de junio, pero 58 Ibid - 138 - también otras espontáneas que nacían de la iniciativa de los pobladores. Algunas de las más comentadas son la Fiesta de las Palomas, en la que todos, ricos y pobres, debían vestirse de blanco; o los bailes de blanco y negro, así como los bailes de fantasía, que requerían disfraces de acuerdo a la inventiva de los asistentes. Estas últimas fiestas se ubicaban a mediados del siglo pasado. Pero además, se pueden sumar los ágapes particulares: cumpleaños, bodas y bautizos se caracterizaban por ser los de mayor despilfarro. Era costumbre matar un animal, un puerco o una vaca, para dar de comer a todos los invitados. También solían ser fiestas de varios días. Nicolasa Sánchez, oriunda de San Marcos, recuerda el festejo de su casamiento: “Me hubiera alegrado si hubiera visto mi boda, en una casita de palo parado la movían así mire [por el escándalo]… Un acordeón y una guitarra fue lo único que tocó en la boda. Fue una borrachera […] Como él [su esposo] ya era huevero, mi compadre sabe cuántas damajuanas de vino le llevaron. Tres damajuanas de una vinata, unas botellonas grandotas y luego mucha cerveza; nos regalaron todo la familia, que gallinas, que la leche... Bueno... Y en una casita de palo parado. En una ramadita, dos días, sí, un día la comida otro día el chocolate, así se usaba en los ranchos; seguía la borrachera otro día.”59 Las celebraciones y lo alegre del pueblo conforman un recuerdo muy común entre la gente de San Marcos, que llama a la nostalgia, pues aparte de las fiestas institucionalizadas, las espontáneas y las particulares, hay otras fechas en que los sanmarqueños acostumbraban recorrer los caminos rurales para llegar a las fiestas 59 Entrevista a Nicolasa Sánchez, entrevistada por la autora, entrevista # 14, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1 de mayo de 2012. - 139 - de otros pueblos, como los días de Semana Santa, en La Noria, y en algún tiempo fue la fiesta del 3 de Mayo, en la sindicatura de El Recodo; eran días que se “respetaban” para no hacerles “malogra” a los otros ranchos. De tal manera, el ambiente festivo prevalecía todo el año. Si no era en las diligencias previas, era en el tiempo de la fiesta, y cuando terminaba una celebración, ya se estaba pensando en la siguiente, por lo que el carácter bullanguero y alegre de los sanmarqueños es un distintivo de su identidad colectiva, un elemento que se comparte quizás con muchos pueblos serranos del estado de Sinaloa, pero con una historia y características muy particulares. En el estado sinaloense, donde a lo largo del año se desarrollan cerca de 400 fiestas patronales en distintos pueblos, la celebración profana posee raigambre centenaria y la festividad es una parte esencial de la fenomenología del pueblo, pero también de las ritualizaciones históricas socialmente estructuradas, “lo que en la fiesta se verifica y reitera posee connotaciones y denotaciones significativas y trascendentes”.60 De tal suerte, la fiesta recrea el espacio para la autoafirmación simbólica de las identidades y para la representación tangible de la comunidad ideal, un espacio para el desenfreno, la despreocupación, la libertad y la felicidad que adquiere un cariz cuasi religioso. Resalta la simbiosis entre religiosidad y festividad. Son dos aspectos que prácticamente se viven de forma imbricada, creando un sincretismo entre símbolos católicos, espirituales y rurales. La adscripción religiosa oficial, por decirlo así, del pueblo de San Marcos, es católica; sin embargo, todos los rituales propios del 60 Córdova, Nery (2011). La narcocultura: simbología de la transgresión, el poder y la muerte. Sinaloa y la leyenda negra. México, Universidad Autónoma de Sinaloa, p. 211. - 140 - catolicismo se viven en tiempo y forma distintos a los asentados por los cánones de la Iglesia, lo que tiene que ver, en parte, con la distancia y el aislamiento geográfico, que han hecho que las comunidades de la serranía conserven una especie de barbarismo que imprimen en cada una de sus conductas, ya que durante décadas las dificultades en el acceso se tradujeron en un aislamiento y abandono por parte de las instituciones que han marcado la historia del pueblo. Desde 1966, en las memorias del profesor José Carlos Castro, relata que la relación entre los moradores de San Marcos y las autoridades católicas no era muy cercana. El templo desde esa época no ha tenido un sacerdote que se encargue de los santos oficios de forma permanente; sino que sólo hay un cura que de vez en cuando, y que en ocasiones especiales, acude a cubrir las necesidades religiosas de los feligreses. Esta situación prevalece en la actualidad en el nuevo asentamiento. Según declaraciones del actual sacerdote asignado a esta demarcación, con base en la sindicatura de La Noria, en estos poblados tampoco se ha presentado la conversión masiva a cultos protestantes, por lo que se puede observar que todos conservan una adscripción nominal a la religión católica, pero con prácticas desacralizadas y sincréticas con las festividades, por así llamarlas, mundanas. De tal suerte que es difícil distinguir entre los aspectos religiosos-espirituales y los terrenales en el ciclo anual de la festividad. Como afirma Clifford Geertz (2003), Los símbolos sagrados tienen la función de sintetizar el ethos de un pueblo —el tono, el carácter y la calidad de su vida, su estilo moral y estético— y su cosmovisión, el cuadro que ese pueblo se forja de cómo son las cosas en la realidad, sus ideas más abarcativas acerca del orden. En la creencia y en la práctica religiosas, el ethos de un grupo se convierte en algo intelectualmente razonable al mostrárselo como representante de un estilo de vida idealmente adaptado al estado de cosas descrito por la cosmovisión, en tanto que ésta se - 141 - hace emocionalmente convincente al presentársela como una imagen de un estado de cosas peculiarmente bien dispuesto para acomodarse a tal estilo de vida. En la religiosidad proyectada en San Marcos a través de sus fiestas se puede objetivar una cosmovisión cuyo fundamento se encuentra en los símbolos creados con independencia de la institucionalidad, y en la negación o tergiversación de las reglas que de ella emanan. Sobresalen los sistemas de símbolos construidos a partir de la espontaneidad de los miembros de la comunidad, produciéndose una apropiación de los esquemas culturales previos y más abarcativos, en este caso de la religión católica. En suma, un componente estructural en la identidad de los sanmarqueños es la predisposición a la transgresión y la resignificación de los sistemas de símbolos considerados hegemónicos. Toda celebración, según Durkheim, representa un momento de condensación y autopercepción de la comunidad, es decir, expresa a los mismos miembros de la comunidad y a los demás, quién es quién, en una especie de cancha simbólica, ya que “la identidad necesita darse a conocer y hacerse visible públicamente para mostrar la realidad de su existencia frente a los que se niegan a verla o a reconocerla. Ambas necesidades explican por qué la identidad social aparece frecuentemente ligada a estrategias de celebración y de manifestación” (Giménez, 2009). En síntesis, las fiestas destacaban el valor de la integración social y la igualdad, ya que de acuerdo a los entrevistados (al menos en su discurso manifiesto) algo de lo más sobresaliente era precisamente la convivencia entre adinerados y desposeídos; la congregación de los pueblos aledaños a la comunidad, así como el - 142 - reencuentro de las familias que se encontraban separadas por la migración de algunos de sus miembros. Corresponde en gran medida a una visión idílica de comunidad, a la manera de Zygmunt Bauman, en cuanto a la sensación positiva de refugio, de sentido de pertenencia, de la seguridad emocional al estar entre amigos y familiares, “al final de cuentas todos somos parientes, somos de los mismos”, platican los mayores. Pero también es un espacio para la transgresión, la catarsis y la expresión sociocultural de una cosmovisión. 5. El conflicto y el terror: “ellos eran agraristas; nosotros éramos dorados” En la memoria histórica del pueblo de San Marcos, y probablemente de todos los alrededores, la primera gran ola de violencia de fuerte impacto colectivo se ubica en el sexenio de Lázaro Cárdenas del Río como presidente de la República, periodo en que se desató una feroz resistencia a la Reforma Agraria, que buscaba la repartición de la tierra con el fin de cumplir las promesas emanadas de la Revolución Mexicana, pero que muchos consideraban populista y arbitraria. Era el caso de algunos terratenientes y pequeños propietarios que se rebelaron, en contubernio con gavilleros de los altos de la sierra, y dieron una férrea lucha a los abanderados del agrarismo. Muchos pobres se unieron rápidamente al movimiento agrario y el gobierno los capacitaba y les dotaba de armas para despojar a los terratenientes de sus propiedades o se defendieran una vez posesionados. En la región que circunda a la entonces municipalidad de La Noria, la Reforma Agraria llegó por el poblado de Escamillas, al que se podía acceder a pie o a caballo. El agrarismo entró como una - 143 - lumbre recorriendo pueblos y pueblos sin toparse con obstáculos hasta que quiso entrar a San Marcos y los ranchos vecinos. Transcurría el periodo sexenal 19341940. La redistribución de la tierra a favor de los campesinos gozaba de muchas simpatías, pero la aplicación de la Ley Agraria sobre la pequeña propiedad resultó compleja, porque no se respetaron los parámetros que contemplaban la no disolución de los terrenos de 150 hectáreas de riego y 300 hectáreas de temporal, así como los terrenos previamente ocupados por comunidades, como lo garantizaba el artículo 27 de la Constitución y posterior reforma realizada al artículo 51 del Código Agrario. Los pequeños propietarios habían desarrollado nexos con gavillas y pistoleros, quienes les servían de guardias blancas en defensa de sus intereses, principalmente en contra de lo que ellos consideraban abusos del gobierno. El brazo armado de los terratenientes era liderado por un personaje especialmente admirado y reconocido en el pueblo de San Marcos, Manuel Sandoval, alias El Culichi, nativo del rancho La Palma Sola, y quien a la postre se levantaría como uno de los principales pilares del antiagrarismo. En San Marcos, la pugna se encarnó en su primer momento como un pleito entre dos familias: los Osuna y los Trazas, los primeros una familia poderosa originaria del pueblo, dueña de vinatas y amplias extensiones de tierra; mientras que a los segundos se les veía como unos allegados en busca de fortuna provenientes de la comisaría de La Noria. Los problemas familiares y políticos se entretejían de forma sutil pero evidente, al grado que para muchos pobladores el problema agrario era básicamente un pleito familiar. El padre de los Trazas era el señor Concepción - 144 - “Chon” Trazas, jefe de una familia numerosa, de la cual llegó con varios de sus hijos a San Marcos. Se les recuerdan como personas muy trabajadoras, “muy luchones, buscaban la vida, mataban marranos, ellos los molían y vendían los chicharrones; el papá vendía una vaca, vendían manzanas, frutas. […] Pero eran “frasteros”61 y carecían de tierras. Entonces oyeron hablar del agrarismo y sus promesas para los desposeídos y, según los diferentes testimonios recabados, se adhirieron rápidamente a la causa sin decirlo abiertamente, aunque en el pueblo la noticia se corriera como reguero de pólvora. Cuando Andrés Osuna, el jefe de la familia rival y también comisario, se enteró de las supuestas intenciones de los Trazas, los convirtieron en sus enemigos a muerte. Pero tenía que haber un detonante. Una tarde, Chon Trazas armaba una carpa de madera en la plaza para vender frutas y otros productos. Ya Andrés Osuna se había comunicado con los otros ricos del pueblo y habían acordado no dejar entrar el agrarismo. Trazas representaba una amenaza para ellos. Esa tarde mientras armaba el puesto, “le cayó el señor Andrés Osuna. -Me quitas esta trampa de aquí inmediatamente-. N’hombre, ya hice el gasto, no le estorbo a nadie, es pa’ buscarme la vida, vender estas cositas —respondió—. Como quiera que me lo digas yo no la quiero ahí, me la quita inmediatamente hablándole ya con garbo —le replicó Osuna—. Viéndolo muy distanciado ya, porque ya se corrían los rumores que él quería formar agrarismo aquí, como ellos eran pobres no tenían terrenos, ‘traiba’ muchos hijos… A ver si alcanzaban alguna cosa de tierra. Para buscarse la vida diferente”. Así lo relató don Irenio Lizárraga quien prosigue su 61 Forasteros. - 145 - narración con un hecho que habría de quedar en la memoria del pueblo. Fue al terminar las fiestas de Santa Rosa. El señor Osuna mandó traer varias damajuanas de sus vinatas; les ofreció a la “plebe” y siguieron la fiesta, se hizo una borrachera inmensa; ya entrados en copas, Andrés Osuna, llevó a los borrachos caminando a la plaza donde estaba el puesto de madera y les ordenó: “ahorita me arrancan esa trampa que está ahí, ahí estaba el puro roble nomás para echarle el peso, eran puros barrotes de madera, pero tenía el puro armado sin techado todavía, y los plebes para adularle, pues era el comisario, la hicieron pedacitos. Por toda la plaza, el desparramo de maderas; hasta en la iglesia había unos barrotes tirados allí, eso yo lo vi…” Al otro día un hijo de Chon, llamado Ramón, apodado El Monis, intentó matar a Andrés Osuna. Lo interceptó en el camino a sus vinatas en el rancho de Las Tatemas y le recriminó lo sucedido en la plaza, pero hábilmente Osuna logró arrancar en su caballo y huir. Ramón, quien andaba a pie, no logró darle con la pistola. Andrés Osuna envió una carta al síndico de La Noria y le pidió apresar al aguerrido Monis y ordenara su retiro a las Islas Marías para que no pudiera regresar. El síndico, un exmilitar llamado Pedro Guerra, no sabía que esa sería su última detención. Acudió a San Marcos y encarceló a Ramón. Allí durmió Guerra con la intención de llevarse al detenido a la cárcel de Mazatlán al siguiente día. En la mañana abordaron el camión pasajero, una especie de tranvía tropical, con asientos de lado a lado de madera, destapado y con un armazón en el techo para colocar las pertenencias de los viajantes. Pedro Guerra hizo confianza, sacó al reo y sin amarrarlo ni nada lo subió al transporte. Cuando ya estaban en el vehículo salió un - 146 - hermano de él llamado Higinio, quien pidió acompañarlo. Los Trazas, como ya se dijo, eran nativos de La Noria, allí tenían a toda su familia. Higinio le pidió al chofer bajar a orinar y se lo permitió, éste aprovechó la ocasión para pedirle una pistola a un tío que vivía en unas casuchas cercanas al arroyo. Al explicarle la situación del otro sobrino no dudó en prestársela, le dijo que a su hermano lo iban a apresar y “sabe Dios a dónde se lo iban a llevar”. Ya una vez en el carro pasajero, Higinio hizo la seña de acomodarse el pantalón como si efectivamente hubiera orinado para despistar al síndico. Una vez que el carro dio vuelta a un paraje más alejado, Higinio le pasó la pistola a su hermano Ramón, y éste le disparó a Guerra. El transporte iba lleno de pasajeros que vieron el caso. Platican que en una sacudida del carro, Pedro Guerra se salvó pero al hacer el intento de sacar la pistola, ya iba el segundo balazo que se le incrustó por la nuca y le salió por el pómulo derecho. El asesinato conmocionó al pueblo. Todos corrieron al “mitote” de que habían matado a Pedro Guerra. Lo que no se esperaban es que sólo sería el primer crimen de una sangrienta ola de violencia que dejaría cientos de muertos: la guerra entre Los del Monte y los Agraristas. Después del suceso, los hermanos Trazas se refugiaron en Escamillas, poblado que se estaba convirtiendo en un bastión del agrarismo, y con más ganas se sumaron al movimiento, por lo que recibieron armas y no cesaron en su afán de venganza contra la familia Osuna. No pasó mucho tiempo para que los hermanos, regresaran a San Marcos a ajustar cuentas con don Andrés. Tardaron alrededor de un mes, en lo que juntaron gente y armas. Cuentan que regresó El Monis con unos quince hombres armados, todos agraristas. Siguiendo el arroyo a caballo, llegaron - 147 - desde Escamillas, a la casa de don Andrés, ubicada frente a la plaza. Ya estaba oscureciendo. Había un laurel muy grueso frente a la casa y ahí se pertrecharon para esperar a ver a su objetivo. Pero éste no estaba solo. Como en ese tiempo había mucha gente pobre, era muy común que acudieran con los ricos a pedirles favores, y había un señor de El Placer pidiendo un préstamo a don Andrés. Cuando se asomaron al pasillo, alumbrado con una lámpara de petróleo al fondo, el señor de El Placer estaba sentado en una silla a línea de donde estaba Andrés, por lo que a este le tocó el primer balazo. Le dieron en el pecho y falleció en el acto. Don Andrés se alertó en la primera descarga de plomo, pero le dieron un tiro en la mano derecha. Y huyó por la parte de atrás de la casona hacia los cañaverales. En eso, de la recámara salió doña Cornelia, esposa de don Andrés, y le dijeron los maleantes: “pues a ti también”, y le dieron en el corazón. Según los relatos, su hijo se encontraba en la cuna llorando. Uno de los malandrines se lo colocó en el pecho para que este pudiera alimentarse o para que dejara de llorar. Al otro día en la madrugada encontraron al bebé prendido de la madre muerta, una escena que conmocionó a todos. “Era el acabose del mundo —recuerda la señora Leobarda, avecindada en San Marcos desde niña—. Habían matado una mujer. ¿Cuándo se había visto eso?” Y el pueblo se llenó de miedo. Don Andrés en la refriega perdió un dedo de la mano derecha, fue hospitalizado en Mazatlán durante uno o dos meses y en ese tiempo no se le informó de la muerte de doña Cornelia hasta esperar a su recuperación. Cuando se enteró, le avisó a uno de sus hijos mayores que estaba en Estados Unidos, y adolorido éste regresó con la novedad de que habían matado a la madre. Las gentes los escuchaban vociferar en contra de los Trazas, que seguían en - 148 - Escamillas mientras el agrarismo se iba fortaleciendo. Manuel anunciaba su venganza y andaba armado, que ojalá se toparan con él y que los iba a matar. Las versiones corrieron y las amenazas de Manuel llegaron a oídos de los Trazas, quienes se dejaron venir a San Marcos por segunda ocasión con otro grupo de al menos quince armados: Entonces en la noche llegaron por el callejón los malhechores porque supieron que aquí estaba ese hijo, y que hablaba muchas cosas: que se la iban a pagar y que les iba a caer, y armado él. Se dejaron venir, entraron por el callejón. Manuel acababa de llegar con la carreta cargada de frijol, la carreta la puso así de colas junto a la banqueta del corredor él y dos hermanas, cada una con un alumbrado aluzándole para que bajara los costales, él se los arrimaba a la cola de las carretas y los mozos metiéndolos pa’dentro y ellas aluzando. Cuando en eso estaban ya habían bajado media carga, cuando salieron al callejón los malhechores y le sonó, en la pura frente le metió el balazo. Lo mató, cayó medio cuerpo con las manos colgando así de la carreta, medio cuerpo le quedó arriba, estaba ‘brocado’ y siguió la balacera; con las balaceras las mulas arrancaron y cayó Manuel al suelo. En ese entonces Andrés ya estaba de convalecencia, ya estaba ahí en su casa, y salió Andrés llorando lo abrazó así [a su hijo], y ya se empezó a arrimar gente. Uno que otro le ayudaron a levantarlo, lo acomodaron, lo tendieron, y ese fue el segundo fracaso.62 Los terratenientes de la región comenzaron a orquestar un plan contra el agrarismo, entre ellos don Andrés Osuna, quien vio la oportunidad de cobrar la muerte de su esposa e hijo, aliado con personajes como El Culichi, líder del movimiento armado así como populares gatilleros de la región como los hermanos José María y Pedro Ibarra, originarios de La Puerta de Canoas, Chuy Tirado y Rodolfo Valdés alías El Gitano, del poblado de Aguacaliente de Gárate, municipio de Concordia, a quienes se identificaba como cabecillas de sus respectivos grupos. El movimiento antiagrarista se confundía con la vendettas personales y familiares, por 62 Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 10, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de febrero de 2012. - 149 - lo que el conflicto se degradó y recrudeció cegando más vidas. El resultado fueron cientos de campesinos, soldados y gavilleros asesinados. El Culichi, bajo el cobijo de los ricos del pueblo, comenzó a tener poder, así como a mostrar sus habilidades para la guerrilla y su astucia para ganarse las simpatías de la comunidad. Poco a poco ganaron fama sus hazañas contra el ejército y las fuerzas del orden, muy celebradas por los pobladores y hasta la fecha recordadas por las personas de mayor edad. No era exactamente un bandido benefactor, pero sí era percibido como un justiciero, capaz de utilizar su poder de matar bajo ciertos principios morales o códigos de ética no escritos. A pesar de sus crímenes y actividades ilegales el pueblo sostenía una convivencia armoniosa con él y gozaba del respeto y admiración de la comunidad. Así lo platica don Lorenzo Valle: La gente congeniaba con él porque no daba el motivo pa’que lo odiara el pueblo, el que le hacía su daño, ese se la pagaba, pero el que no se metía con él o que era bueno, pues no… Como dice el dicho: el que es bueno no es bueno con todos y el que es malo no es malo con todos. Yo lo alcancé al viejillo, estaba yo nuevo, se murió de… padecía del asma. Yo creo que tenía como siete y tantos años cuando se murió. Lo encontraba yo porque todo el tiempo ha habido aquí del Centro de Salud y venían a curarlo, y hablaba… y lo encontrábamos porque nosotros de aquí de San Marcos siempre estábamos llevando almuerzo y ahí lo encontraba yo en el arroyo, en una mulona, ¿que hubo hijito ‘onde vas? Llevo la comida, señor. Me saludas a tu padre. Parece que apretaba así [la garganta], es que así tenía el asma. Era gente conocida aquí. Todo el mundo platicaba con él, El Culichi sí era noble…63 Las historias sobres sus fechorías, victorias y burlas al gobierno alcanzan un carácter épico. Se le conocía como un guerrillero lleno de mañas y de inteligencia, como producto de su vida en los ríspidos terrenos de la Sierra Madre Occidental, que 63 Entrevista a Lorenzo Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 07, Universidad Autónoma de Sinaloa, 15 de enero de 2012. - 150 - con sus cañadas, lomas, montañas, arroyuelos y maleza hacía más difícil la supervivencia pero también más hábil al que lograba sobrevivir. Se decía que El Culichi conocía el monte mejor que las bestias. El monte era su refugio, su fuerza y obraba en su favor. Por eso muy pronto a su gavilla se le conoció como Los del Monte, en esa capacidad de síntesis que muchas veces se observa en el lenguaje de la doxa. Platican que saltaba de campamento en campamento en el medio de las montañas para despistar a sus enemigos y conocía a la perfección todas las veredas por las que sólo pasaban los animales de carga y las culebras. Andaba a caballo con su mujer e hijos, todos adiestrados para la huida, la señora vestida de hombre y los niños entrenados en el manejo de las armas. El ejército lo persiguió hasta el cansancio, mandando uno y otro comandante sin lograr su objetivo. En una ocasión fue interceptado por los soldados pero fingió rendirse. Entregó su pistola y se sometió a las órdenes de uno de los militares, pero cuando éste se descuidó sacó de la bragueta del pantalón un arma que traía escondida, que le servía de reserva y mató al soldado y luego a otros diez y logró escapar. Dicen que sus pantalones eran confeccionados especialmente para esconder las armas: en bolsillos con largas fundas guardaba las pistolas sin dar la apariencia de estar armado. Y eso le daba rapidez para sacar el arma, además de que era ligero de manos, por lo que sus adversarios no tenían tiempo para acabar con él. Y así tenía muchos artilugios y suspicacia para cuidarse de todos sus enemigos, que eran principalmente del gobierno. La única persona en quien realmente confió fue su mujer, doña Petra, quien nunca lo abandonó a pesar de todas sus peripecias. - 151 - Las gavillas funcionaban de forma dispersa en la sierra bajo distintos mandos, había grupos más o menos grandes organizados y otros grupúsculos. No operaban de forma articulada en torno a objetivos comunes, y la lucha por defender la tierra en contra de los agraristas se convirtió en un motivo para la unificación de los alzados, así como de hombres con ánimos violentos que no se encontraban dentro de alguna causa o de aquellos que sin ningún otro recurso no les quedaba más remedio que hacerse al lado de uno u otro bando. El personaje que funcionó como el intermediario para embonar a todas las gavillas en un solo propósito fue precisamente Manuel Sandoval. Son múltiples los testimonios que hablan de él como el jefe de todos, como un general, a pesar de que su fama no trascendió en la prensa de la época, quizás opacada años después por la figura de Rodolfo Valdés El Gitano, quien dio muerte al gobernador Rodolfo T. Loaiza en 1944, en un hecho de tintes históricos. A diferencia de Valdés, que se catapultó a la celebridad a través de la prensa, el liderazgo de El Culichi se sustentaba más en sus relaciones con la comunidad y el apego al territorio. Ya una vez conjuntadas las tres gavillas más fuertes, la de El Gitano y Chuy Tirado, la de Chito y Pedro Ibarra y la de El Culichi en San Marcos, se hicieron llamar a sí mismos Los Dorados, en alusión a la tropa del revolucionario Pancho Villa. La revuelta alcanzó grandes dimensiones al grado de desestabilizar al gobierno del coronel Alfredo Delgado. Según el periodista José María Figueroa Díaz, el mandatario había perdido el control en todo el sur de Sinaloa, desde Elota hasta Escuinapa, zona que se convirtió en un polvorín, donde los amos y señores eran la - 152 - gente del monte, pagados y dirigidos por el poderoso grupo 33, integrado por latifundistas del sur del estado. En este ambiente ocurre el asesinato de uno de los más queridos aliados de los rebeldes, don Alfonso Tirado, un pudiente hacendado que gracias a su carisma llegó a ser alcalde de Mazatlán (1927-1929). Entre los pueblos rurales creció su popularidad porque frecuentemente hacía favores a los más pobres. Sus simpatías fueron creciendo hasta que se hizo un fuerte aspirante a la gubernatura, por lo que se dice que desde el Gobierno del Estado le truncaron el camino para imponer a Rodolfo T. Loaiza. Corría el año de 1938 en plena revuelta agraria. La autoría intelectual del homicidio se le atribuyó al entonces gobernador Delgado, quien temía que por su vínculo con Los Dorados Poncho Tirado ganara poder en el sur de Sinaloa e incitara a los alzados a una revolución.64 La muerte de Poncho Tirado fue un golpe para los gavilleros, quienes intensificaron sus acciones contra los campesinos agraristas y contra el gobierno. Según la historia oral recabada, entre los mandos de la milicia no daban crédito de que los soldados no pudieran derrotar a “una bola de desarrapados campesinos” que se resguardaban en el monte sin ninguna instrucción militar. Entonces mandaron traer un coronel de Durango de apellido Colotla, a quien le ofrecieron el ascenso a general como recompensa por dar muerte a El Culichi y a los facinerosos. Cuando el 64 El corrido “Poncho Tirado”, popularizado por el cantante Antonio Aguilar, señala a Alfonso Leyzaola como el asesino material de Poncho Tirado, quien le disparó en un hotel de la ciudad de Culiacán a donde el victimado fue llevado con engaños. Disponible en internet: http://www.youtube.com/watch?v=uDPjmUVtsdU. Fecha de consulta 19/05/2012 - 153 - general y su gente, confiados, se disponían a ir al ejido de La Palma Sola, ya le había llegado el aviso a Manuel Sandoval. 65 Entonces Los Dorados, quienes se hallaban enardecidos por el crimen de Poncho Tirado, le “madrugaron” al ejército y se pertrecharon por donde iban a pasar. Las tropas tardaron en entrar porque no conocían bien los caminos y la gente los desviaba del lugar con indicaciones falseadas. El Culichi había convocado a cientos de gatilleros de la sierra del sur de Sinaloa y todos acudieron puntuales al llamado. Cuando los uniformados hicieron su entrada al pueblo, los Dorados los tomaron por sorpresa y los recibieron a balazos mucho antes de que estuvieran preparados. Aquí un fragmento del relato de Irenio Lizárraga, quien se encontraba en el lugar cuando la entrada de los militares. Les avisaron de Mazatlán que venía Gobierno a acabar con ellos, le avisaron al Culichi lo que iba a pasar. El Culichi como era de La Palma, lo ayudaban. Entonces El Culichi le avisó a todas las guerrillas, a los jefes. Le avisó a los Ibarra, a los “gitanos”, a los “Chuy Tirados” que se vinieran inmediatamente con toda su gente, les dijo: los espero en tal parte, todos los grupos se vinieron y se juntaron con la gente del Culichi, ahí se formó la guerrilla y se fueron a La Palma a esperar la entrada, la llegada del Colotla, cuando entró este a la palma ya ellos estaban posesionados de La Palma adelantito, ya estaban todos posesionados por donde iba a pasar el Gobierno, entonces entró el gobierno a La Palma procurando a las cabezas grandes, pos ya estaban allá entre las gentes armadas, ya estaban posesionados…66 Cuando empezaba a entrar la fila del gobierno, dejaron que entrara la mayor parte, pero no todos. El coronel iba atrás. Y les empezaron a sonar, empezaron a doblar 65 En las entrevistas se refirieron a este personaje como general Colotla, sin recordar el nombre completo. Tampoco se encontraron referencias documentales, por lo que es probable se trate de una deformación verbal del apellido original. 66 Entrevista a Irenio Lizárraga Sánchez, entrevistado por la autora, entrevista # 10, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de febrero de 2012. - 154 - gente, ellos ya listos. Cuando el coronel, aturdido ante el ataque sorpresivo, pudo entrar a la zona de combate y dar la orden de fuego ya habían matado a la mayoría. Colotla empezó a disparar también, pero entre los cabecillas de Los Dorados habían apostado los haberes del coronel, el que lo matara se quedaría con ellos, así que le empezaron a disparar y cayó muerto. Dicen que le dijo a uno de sus soldados: “Recoge mis haberes porque a mí ya me atrasaron”, pero los gavilleros le dieron muerte a ese cabo también y se arrebataron el arma de Colotla como botín de guerra. Después de eso, ya sin jefe, muchos soldados huyeron hacia el monte. Mucha gente los vio correr despavoridos “como pollitos sin su mamá gallina”. Al tiempo se encontraron sus esqueletos en la sierra, ya sus cuerpos comidos por los animales, también se hallaban rifles y cornetas que dejaron allí. Los cadáveres de los militares caídos en combate fueron trasladados junto a la tumba de Poncho Tirado, donde cavaron una fosa para depositar todos los cuerpos inertes del frente enemigo. Se dicen que fueron cientos. Como héroe popular, en el imaginario colectivo sobresalen su valentía, su astucia, su capacidad de transgresión, su sentido de la justicia, su solidaridad con la comunidad, pero además se le atribuían poderes sobrenaturales, pues se dice que en sueños, El Culichi veía cuándo y por dónde llegarían los soldados, y que de forma inexplicable anticipaba todas las acometidas de sus enemigos. La creencia de muchos es que Sandoval sostenía una especie de pacto con un poder sobrenatural, una ayuda. Se piensa que él siempre supo que iba a morir de muerte natural. Uno de los hechos que más se destacan es que nunca recibió un balazo en su larga - 155 - trayectoria de pistolero. Cuando falleció a los 53 años como complicación del asma que padecía, le encontraron en la espalda la figura pintada de un diablo, lo que acrecentó el halo de misterio y fascinación en torno a este personaje, que sin duda es uno de los más recordados del pueblo, junto con los alzados del monte a quienes también se les conocía como los valientes. Así como El Culichi, la revuelta de Los Dorados perdió la vida de forma natural. De los líderes el único encarcelado fue El Gitano, por el asesinato del gobernador T. Loaiza, en venganza por la muerte de Poncho Tirado. El oriundo de Aguacaliente murió en una prisión de la Ciudad de México debido a un paro cardiaco; a Chuy Tirado lo mataron en un pleito de cantina; Pedro Ibarra murió en el combate de La Palma, por diferencias entre los propios Dorados; y así muertos los cabecillas, los facinerosos de la sierra se dispersaron de nuevo y la guerrilla se disolvió. Ahora veamos lo que en términos de construcción de identidad colectiva puede significar un conflicto bélico, como la revuelta en contra de la Reforma Agraria. El escenario beligerante llega a constituir por sí mismo una estructura de polarización de las identidades entre bandos rivales, en este caso agraristas y dorados, cuyas representaciones sociales pasan a ser parte del repertorio cultural del que dispone la memoria colectiva. En este caso el agrarismo representaba al Otro, al enemigo, la violencia emanada de un orden institucional que si no era a través de la negligencia ataca al pueblo usando la fuerza pública, mientras que Los Dorados significaban la transgresión y la defensa del territorio, encarnaban valores de honorabilidad y valentía. En este periodo se fortaleció el ideal de la transgresión y la irreverencia a manera de revancha popular imaginaria contra un sistema que históricamente los - 156 - había marginado. Si bien la presencia del Estado había sido siempre conflictiva, parcial e insuficiente, un Estado fallido como es la moda decir en estos tiempos al referirse al sistema político mexicano, ahora pasó a ser el rival claro, la representación misma de la injusticia social, la otredad claramente identificada. La identidad colectiva, en este caso socioterritorial, es una suerte de diálogo entre distintos actores sociales, donde la pelea por el reconocimiento está siempre presente. Nada enciende más el ánimo colectivo que el gran relato de un villano en quien canalizar todos los rencores acumulados. Los héroes, por su parte, encarnan valores y situaciones ideales que un colectivo quiere resaltar. Los valientes, los hombres de a caballo que arriesgaban su vida sin miramientos y más aún por una causa considerada justa y del bien común, la defensa del territorio, lindan entre los terrenos de la realidad y lo imaginativo, en la antesala del espacio de la construcción simbólica. Cuando imaginamos, dice Bauman, nos trasladamos al lugar de la expansión de la libertad sin trabas, porque no existe la forma de someter a juicio nuestra imaginación; por ello el imaginario colectivo constituye lo más puro del ethos de un pueblo, aquello que escapa quizás de sus posibilidades pero se encuentra arraigado como una verdad interior o interiorizada. De ahí el valor investigativo de los símbolos y de las representaciones sociales. 67 67 Quizás el primer antecedente significativo de la figura del bandido social en San Marcos y su zona aledaña, se encarna en la figura de Heraclio Bernal, el también llamado Bandido Generoso o El Rayo de Sinaloa, quien por sus hazañas contra el gobierno se convirtió en un héroe popular en un contexto donde los campesinos y obreros de las minas vivían en un agudo contexto de opresión y miseria, durante el Porfiriato. Como escribió Fausto Marín Tamayo, hay muchas dudas sobre quién fue Bernal, si fue un bandolero o un precursor de la Revolución Mexicana, lo que sí es verdad es que como personaje pertenece al pueblo y es desde ahí es de donde debe abordarse. Véase Marín Tamayo, Fausto (2006). ¡Aquí está Heraclio Bernal! México, Universidad Autónoma de Sinaloa, p. 11. - 157 - El espíritu transgresor forma parte importante de la colectividad en el viejo (y en el nuevo) San Marcos, cualidad que no pretende sólo rechazar el orden establecido emanado de una autoridad, sino retorcerlo, atravesarlo y transmutarlo en algo propio que en todo momento encarne la contradicción con el sistema imperante. En este tenor, el orden impuesto por los bandidos representa la antítesis de un Estado fallido pero a la vez un orden alterno. En su tiempo, Los del Monte impusieron una suerte de autoridad en los pueblos que dominaban y gozaban de una legitimidad con base en las relaciones comunitarias y en las funciones de bienestar social que realizaban a falta de un gobierno efectivo, como pagar las fiestas, invertir en la Iglesia, dar trabajo a los pobres y brindar protección. La identidad se jugó en la misma cancha con el Estado en una pugna por el reconocimiento y en una defensa territorial que terminó por afianzar la identidad colectiva socioterritorial, pero también en un rencor social profundo hacia “Gobierno”, como frecuentemente se personaliza en la sierra al Estado y sus representantes. Las remembranzas de Pedro Valle, quien orgullosamente habla de su paso por Los Dorados al mando de El Culichi, ilustra el sentir popular hacia un gobierno que más que fallido simboliza el abuso de poder consciente y deliberado, y la necesidad del pueblo de defenderse a través de una identidad de resistencia en oposición a la identidad hegemónica. …pues hubo una ley agraria, ¿no se acuerdan de la ley agrarista? Esa anduvo perjudicando mucho a la gente… querían lo de uno. Si yo tenía esta casa, querían quitarla pa’la causa de ellos, eso decían. Hubo un hombre que se levantó en armas que se llamaba el Manuel El Culichi y de ahí Pedro Ibarra, Chucho Arias, El Gitano… y así se puso la gavilla buena. Ellos eran agraristas, nosotros éramos Dorados. Quién sabe qué pensó el presidente [Lázaro Cárdenas] cuando aventó esa ley tan cochina, y puras leyes cochinas - 158 - aventaron, hombre, nosotros sólo defendimos lo de uno, lo que el gobierno nos quería quitar…68 Los materiales de la memoria aquí expuestos dan cuenta de una identidad marcada por fuertes vínculos territoriales, sobre los cuales descansa la existencia de una “comunidad ideal” en la que todos sus miembros pueden sentirse emparentados y cobijados bajo la fraternidad al interior del grupo y la generosidad de la naturaleza, que pródiga derrama su abundancia sobre los habitantes. En el cruce de las categorías de memoria colectiva y territorio aparece este último como un eje integrador de la sociedad en su totalidad; el territorio gana relevancia tanto material como simbólicamente en todos los subsistemas sociales. En lo económico, como soporte de las actividades agropecuarias; en lo político, como generador y organizador del estatus y de los roles sociales; en lo cultural como la base para la creación de símbolos y en lo social como el regulador de relaciones sociales. Se percibe una territorialidad, no sólo una forma de habitar el territorio, sino una forma de ser en función del espacio geográfico valorizado y construido, vivido por la comunidad. El territorio trasciende como un modelador y orientador de la acción social, como en el caso de la defensa de la tierra, que para muchos simboliza la defensa de la comunidad aunque al mismo tiempo represente la defensa de sus propiedades particulares. La propiedad y el vínculo que se tenga con la tierra deriva en el rol social y en el estatus de que se goza en la comunidad; si es comunero o sólo avecindado, si sé es terrateniente o campesino; si es allegado u oportunista; de igual 68 Entrevista a Pedro Valle, entrevistado por la autora, entrevista # 08, Universidad Autónoma de Sinaloa, 16 de enero de 2012. - 159 - forma los ausentes mantienen un vínculo con el terruño, no se van del todo, van y vienen, y su grado de apego es valorado por la comunidad. De igual forma, la territorialidad en San Marcos delimita las fronteras de una identidad de resistencia en una situación de aislamiento donde la presencia del Estado es a veces ausente, a veces fallida, pero las más de las veces conflictiva. Sin más recursos educativos y culturales, los sanmarqueños, como muchas otras comunidades serranas, se vuelcan a la comunidad como fuente de significados y de símbolos trascendentales. La comunidad por sí misma no conforma la identidad, sino hasta el momento en que ésta quiere hacerse reconocer ante lo otro que se empeña en minimizarla. Las características de la identidad en el viejo San Marcos son el sentido de pertenencia territorial, la irreverencia, la transgresión de las instituciones y la respuesta festiva, la notoriedad y la rebeldía. El gran relato del territorio perdido se enmarca en la nostalgia colectiva, pero también en un pasado que puede ser generador de futuro y de agencia social, como un activo del presente y no sólo como un territorio del pasado. - 160 - Capítulo IV EL CONFLICTO COMO MODELADOR DE IDENTIDADES Introducción En el presente capítulo se expone cómo el conflicto es capaz de modelar e incluso, redefinir las identidades locales al convertirse en un eje rector de las percepciones entre los actores sociales involucrados, puesto que la construcción de identidades es siempre relacional, una suerte de negociación entre auto identidad y exo identidad, en otras palabras, un juego en el que intervienen diferentes visiones, principalmente al interior del grupo y desde el exterior ya sea como imputaciones arbitrarias o como resultado de un diálogo social efectivo. Tomando en cuenta lo anterior, se explicará aquí cuáles son los actores sociales que en el movimiento de Los Picachos se constituyen como formadores de identidades y bajo qué estrategias simbólicas y comunicativas operan en este complejo proceso de acción colectiva. La presa Picachos no era ninguna novedad cuando se anunció oficialmente a mediados de la primera década del siglo XXI. Varias décadas atrás, desde los años sesenta aproximadamente, se recuerdan las comitivas de ingenieros que realizaban estudios topográficos en distintos puntos de la zona serrana, por San Marcos especialmente, con el fin de ubicar el mejor emplazamiento de la presa. Por los altos costos de la obra y los entramados burocráticos, la magna obra se pospuso administración gubernamental tras otra. Los pobladores llegaron a creer que nunca - 161 - se realizaría y muchos le apostaban al supuesto de que la presa era sólo un rumor mal infundado o una quimera de los gobiernos.69 Para cuando la construcción de la presa se hizo inminente, el pueblo de San Marcos conservaba gran parte de sus tradiciones, aunque a comparación de las décadas anteriores, ya se encontraba imbuido por las dinámicas de la modernización y urbanización de las ciudades, así como por la migración de gran parte de sus pobladores. Sin embargo, la construcción de la obra hidráulica significó una ruptura con patrones de adaptación a los cambios sociales regulares en los que se vivían procesos paulatinos y, por tanto, menos traumáticos. Según la mayoría de los entrevistados, nunca se logró un consenso sobre la construcción de la presa, ni se proporcionó la información de forma abierta y transparente acerca del proyecto y el destino de los pueblos que cargaban con el infortunio de ubicarse en el embalse de una de las obras más acariciadas tanto por el gobierno estatal como por el gobierno federal. También se generó la división entre la comunidad: algunos se manifestaban a favor de la presa y lo veían como sinónimo de progreso, mientras que otros no querían perder sus viejos pueblos y sus tradiciones. Los habitantes afectados afirman que no tuvieron ninguna oportunidad de participar en los planes de reasentamiento por lo que los procesos de negociación se realizaron de forma arbitraria y con base en amenazas y engaños. 69 Poco después del banderazo para la construcción de la presa, en febrero del 2006, la Comisión Nacional del Agua (CNA) emitió un comunicado donde se informó que el costo total de la obra, considerando afectaciones, accesos y obras complementarias sería de 2 mil 572 millones de pesos, lo cual habla de un sobrecosto importante, ya que en el mes de abril del presente año, según declaraciones del actual gobernador Mario López Valdez, el gobierno estatal ha erogado 830 millones de pesos tan solo en indemnizaciones. - 162 - El esquema de introducción del proyecto de la presa y su consecuente reubicación presentan graves irregularidades, como el hecho de no contar con un decreto de expropiación, requisito legal indispensable para el desalojo de tierras comunales en la búsqueda del bien común. Esta situación gestó el clima de incertidumbre jurídica y social en que el proyecto fue implementado. Recurriendo de nuevo al recuento de la memoria colectiva, prevaleció la sensación del despojo y no de una negociación, como se debió presentar en otro contexto, ya que esta última habría implicado igualdad de condiciones y una disposición previa al diálogo y apertura a las necesidades del “otro”, en este caso de los desplazados. El inconveniente para los impulsores de la gran presa era que esto también se traducía en mayores inversiones y dificultades burocráticas. 70 Coinciden varios testimonios en que la imposición fue subiendo de tono, primero les “hablaron bonito”. Aseguraron a los pobladores que les iba a ir muy bien, que iba a haber mucho trabajo, muchos proyectos productivos. Algunos accedieron a vender sus tierras desde un principio a precios muy bajos, pero muchos no, y entonces comenzaron las amenazas. Recuerda la señora Cecilia Sánchez, de Las Iguanas: “[…] Empezaron a decir que la presa ya es un hecho y el que no firme... Por 70 El reglamento de la Ley Agraria en materia de ordenamiento de la propiedad rural establece que para la ocupación de terrenos ejidales o comunales es necesaria la expedición de un decreto de expropiación, cuyos requisitos son entre otros, contar con un convenio de los ejidatarios o comuneros de forma previa, así como contar con un presupuesto aprobado para su indemnización. El decreto debe ser refrendado por el titular de la Secretaría de la Reforma Agraria y por el Ejecutivo Federal, y después ser publicado en el Diario Oficial de la Federación. Las condiciones del avalúo e indemnizaciones se exponen en los artículos del 59 al 98 del citado reglamento. Públicamente, el Gobierno del Estado ha reconocido que la obra de la presa Picachos no cuenta con un decreto de expropiación ni con el dictamen de cambio de uso de suelo, bajo la justificación de dar rapidez a la construcción y conclusión del proyecto. - 163 - eso es que la gente vendió, porque ellos mismos amedraban [sic] a la gente, a los que decían no, yo no voy a vender, aquí me voy a quedar los amiedaban. Según hubo un tiempo, hubo una vez que fueron unos hombres medio muy agresivos, así no te hablaban suavemente, te hablaban como amenazante y el que no se salga pues l’agua los va a sacar”.71 La incertidumbre genera depresión y estrés colectivo, al retirar el poder a las comunidades sobre su propio destino y al destruir los referentes territoriales con su pasado, con su biografía particularizante sin tener a la mano un plan de reasentamiento equitativo que compensara, al menos en parte, las pérdidas económicas pero también sociales y culturales. La desinformación provocó un caos generalizado puesto que las personas en vías de ser desplazadas no contaban con los datos ni con los fundamentos necesarios para tomar una decisión o defender sus derechos en caso de ser necesario. Sobre las formas de presión que, a juicio de los pobladores, implementaron los funcionarios municipales y estatales, comentó lo siguiente Cipriano Pani, el padre en la única familia que no ha vendido sus propiedades en el viejo San Marcos: No, pos eran puras versiones de una cosa, versiones de otra, pero no una información oficial, seria, no. Ese es el problema. Una gente es ignorante y ves tú que viene un político, un licenciado, administrador de empresas, y esperas tú que te dé un trato de más respeto hacia ti, de mí va a ser lo mismo, pero cuando a una gente preparada lo veo hablando despóticamente pienso yo, bueno y a este cabrón qué le sirvió lo que estudió. Se supone que estudias pa’ prepararte pa’ ser mejor, no pa’ ser abusivo … pero yo creo que mucho político está enfermo, se creen dioses, tendrán el poder que tú quieras pero no son dioses… y sí te da quizá tristeza muchas veces por cómo te tratan, cómo se dirigen a ti, y tienes hasta momentos de locura… ¡Qué carajos! ¿por qué me 71 Entrevista a Cecilia Sánchez, entrevistada por la autora, entrevista # 05, Universidad Autónoma de Sinaloa, 3 de enero de 2012. - 164 - dice eso? Por ejemplo, el Higuera [el entonces alcalde de Mazatlán, Alejandro Higuera Osuna] una vez dijo que el que no se quisiera salir iba a salir como las ratas cuando llegara el agua, así lo dijo y ahí está en el periódico… Situaciones de esas…72 Como éste, abundan relatos que apuntan hacia la forma conflictiva y oscura en que se dio el proceso de “convencimiento” para la construcción de la presa, la cual muchos aseguran se consiguió a base de mentiras al hacer pasar las firmas de asistencia a una asamblea como la prueba de la autorización de los comuneros. La ilegalidad, la violación de los derechos humanos y la represión conformaron el sello que acompañaría todo el proceso que, como veremos más adelante, se empalma el conflicto con la etapa del reasentamiento hacia los llamados nuevos pueblos. Las responsabilidades legales del caso deben ser objeto de una investigación jurídica en aras de la justicia social y la transparencia gubernamental; sin embargo, en la presente tesis sólo podemos apuntar que los testimonios recolectados sirven para reflejar el ambiente de inseguridad y de riesgo que propició el nacimiento de un movimiento social de protesta, pero también el resurgimiento de un viejo adversario ante el cual habría que hacerse reconocer y lanzar sus exigencias: el Estado, encarnado en el gobernador y los funcionarios estatales, y personificado como gobierno corrupto o, gobierno bandido. En este apartado se explica cómo los pobladores desplazados desarrollaron una identidad de resistencia, proclamada como Los Picachos, cuyos portadores buscan legitimarse entre otros sectores de la población, haciendo de su condición de destierro una marca identitaria de importancia estratégica. 72 Entrevista a Cipriano Pani, entrevistado por la autora, entrevista # 13, Universidad Autónoma de Sinaloa, 26 de abril de 2012. - 165 - Primero recapitulemos la historia del movimiento, que luego de una etapa de confusión en que se hicieron pagos de forma irregular y arbitraria, los comuneros decidieron organizarse y comenzó con la toma de la cortina de la presa en el 2006, mismo año del arranque de la obra, bajo el liderazgo del primer representante legal de los comuneros, Ernesto Pérez Virgen, quien en su discurso explotó ampliamente los elementos simbólicos del espacio físico, ya que los valuadores oficiales — cobijados en un vacío legal— no tomaban en cuenta las particularidades arquitectónicas de la región como la altura de los techos, tipo de materiales, estilos de los ventanales, portones; tampoco los árboles y los bienes de uso común y de valor intangible en muchos de los casos, como el paisaje y la naturaleza por sí mismos. Todo esto hacía una enorme diferencia entre lo que pedían los comuneros y lo que ofrecía el Gobierno del Estado. El disenso en este sentido derivó en un conflicto infranqueable que hasta la fecha no ha podido ser destrabado. Además de Pérez Virgen, otro dirigente de los comuneros fue Francisco Enciso, quien encabezaba otro grupo inconforme de tal manera que se desprendieron dos facciones del movimiento. Por falta de acuerdos y acusaciones mutuas, ambos se retiraron de la movilización y surgieron nuevos liderazgos de entre los propios comuneros afectados: Atilano Román y María del Rosario Alapizco Páez, quienes se convirtieron en los portavoces de los pueblos desplazados y los principales interlocutores en los jaloneos con “Gobierno”. Es importante mencionar que desde la perspectiva de los inconformes, el liderazgo opera como un elemento de cohesión de todos los intereses individuales y - 166 - en la transformación de éstos en intereses colectivos. El sociólogo alemán, Max Weber, encontró relaciones de poder en todas las interacciones sociales, los tres tipos principales de dominación son: burocrático-legal, carismático y por tradición. En la lucha de los comuneros, el poder burocrático (oficial) es representado por los gobernantes, tanto el mandatario estatal como el presidente municipal y los comisarios, además de otros funcionarios. No obstante, los líderes carismáticos ejercen un mayor peso sobre los comuneros ante el descrédito en que han caído los políticos, a quienes los inconformes se refieren como rateros o abusivos, en el mejor de los casos. Pero aquí habría que agregar que el líder carismático de San Marcos mantiene su credibilidad a través de los vínculos territoriales y comunitarios, pues se confía más en quien mantiene lazos vecinales y familiares con el pueblo, que en los representantes del Estado, con quienes se sostiene una relación nula, de lejanía constante y de confrontación. Es decir, se privilegia la comunidad vivida sobre la comunidad imaginada a base de relaciones abstractas y casi estrictamente simbólica de la que habla el célebre historiador Benedict Anderson (1983). En la base de datos conformada por cerca de 30 entrevistas, sobresalen algunos eventos memorables que funcionan en la memoria colectiva como una especie de condensación y encapsulamiento de la historia del movimiento en su totalidad y, por lo tanto, contienen para su análisis los elementos sociales, culturales y simbólicos que podrían encontrarse de la misma manera en el resto de las acciones de protesta. Entre estos sucesos impactantes para los pobladores se encuentran: el desalojo de la cortina de la presa con el uso de la fuerza pública; y la posterior toma - 167 - del Fondo de Infraestructura Hidráulica de Sinaloa (FIHSIN) en la Zona Dorada del puerto de Mazatlán (julio de 2009); la procesión de los muertos en el malecón de la misma ciudad, además de la marcha por la carretera Mazatlán-Culiacán que terminó en un plantón en el Congreso del Estado (marzo de 2010) y, recientemente la segunda marcha hacia la capital del estado de Sinaloa, que fue truncada por la intervención de la policía y más de cien de los manifestantes detenidos (abril de 2012). Entre los innumerables actos de resistencia, mítines, marchas, plantones, manifestaciones, nos referiremos a los antes mencionados de manera más puntual y específica por ser los más significativos para los entrevistados. No obstante, es importante señalar que la cronología del movimiento de Los Picachos, está marcada por cientos de actos de irreverencia y transgresión. La fuerza que han puesto los comuneros en la defensa de su territorio los ha llevado a gritarle al gobernador que le “faltan huevos”; a perseguir al presidente de la gran comisión del Congreso del Estado, a irrumpir en el desfile del carnaval de Mazatlán, a tomar el recinto legislativo del estado y el palacio municipal de Mazatlán, además de impedir la instalación de casillas electorales en sus pueblos y obligar a la cancelación de la visita del presidente Felipe Calderón a Sinaloa para la inauguración de la presa. La protesta y el conflicto pasaron a ser parte de la vida cotidiana de los comuneros, quienes simbólicamente tomaron los espacios urbanos y burocráticos en una apropiación simbólica del territorio de “los otros”, principalmente del Estado, como principal interlocutor en la construcción de la identidad de resistencia. De igual forma es de resaltar que a pesar del clima de tensión y zozobra durante el curso del conflicto (o quizás debido a ello), en casi todo momento se dejó - 168 - ver el carácter festivo de la protesta donde no han faltado el humor, la ironía, las bromas, la convivencia y la música. 1. El conflicto: eje rector de procesos socioculturales e identitarios Como se explicó en el capítulo Teorías sobre cultura, identidad y territorio, el modelo Scudder-Colson propone que, de forma ideal, existen cuatro fases para un desplazamiento: reclutamiento o planeación, transición, desarrollo potencial e integración. En el desalojo provocado por la presa Picachos se rompe el esquema y las fases se vuelven más bien difusas, pues todas se encuentran atravesadas por el conflicto y prevalece la incertidumbre sobre si es posible superar la fase de desarrollo local, en que las comunidades restablecen sus redes sociales y económicas, recuperando así su modo de vida; ya no se diga llegar a la etapa de integración que, de acuerdo con el mismo modelo, se alcanza cuando los sistemas locales de producción y liderazgo comunitario se transfieren a una segunda generación de residentes que se identifican entre sí con un sentimiento persistente de comunidad. El hecho de que el riesgo y la contradicción se encuentren imbricados en cada paso del reasentamiento hace de este caso una suerte de desplazamiento-conflicto, que no necesariamente obedece a un plan evolutivo de fases y se debe conceptualizar como una pugna de visiones e intereses enfrentados, donde los resultados pueden ser un tanto impredecibles. La situación caótica, que no da cabida a las etapas que marcan los modelos institucionales, gestados más con la perspectiva institucional que con la mirada de los pueblos afectados o de los actores involucrados, motiva la aclaración de que en este trabajo la división por etapas se debe a un criterio - 169 - metodológico para organización de la información y no a la correspondencia de un modelo evolutivo. Si el desplazamiento no se conceptualiza bajo el enfoque del conflicto, con la participación de múltiples actores sociales con distintos niveles de poder y armas políticas de resistencia o presión, no se comprenderá el fenómeno ni tampoco se encontrarán soluciones a las problemáticas que genera. En el caso de la presa Picachos, cabe apuntar a que la mayoría de los pobladores de San Marcos y los pueblos afectados, forman parte del movimiento de protesta; y sólo un porcentaje menor decidió desde un principio no adherirse a la lucha pública por mejores indemnizaciones y en contra de las políticas que el gobierno estatal ha implementado para el reasentamiento, por lo que en este capítulo se centrará el análisis en este segmento del universo de la población afectada por ser el de mayor injerencia y poder de decisión en el curso del conflicto señalado. Uno de los primeros detonantes del movimiento puede encontrarse sin duda en el desalojo del 13 de julio de 2009. Cientos de comuneros se encontraban en el plantón en la presa Picachos desde principios de ese año con el fin de impedir el cierre del túnel de desvío de agua y evitar la inundación de sus comunidades. La expulsión se veía venir como algo inminente, pues corrieron las versiones que de no cumplirse la conclusión de las obras en la represa, la empresa constructora “Andrade Gutiérrez”, proveniente de Brasil, cobraría una fuerte suma al Gobierno del Estado por los perjuicios y retrasos en la ejecución del proyecto. Por la mañana, el secretario de Seguridad Pública estatal, Fortino Bórquez Bojórquez, intentó negociar con los manifestantes aduciendo que había poco más de 30 cheques para las - 170 - indemnizaciones. Los comuneros respondieron que no era suficiente pues eran 250 indemnizaciones pendientes, además de que los nuevos pueblos no habían sido terminados y no tendrían adonde ir cuando comenzara a subir el nivel del agua. Atilano Román demandó respetar las dos suspensiones de amparo mediante las cuales se protegían del desalojo y de una potencial detención, por lo cual los comuneros confiaron en que no serían retirados de la presa. Pero una vez roto el diálogo, por la tarde de ese mismo día llegaron hasta la cortina de la presa cerca de 30 patrullas con guardias antimotines, y empezaron a lanzar gases lacrimógenos y a desalojar por la fuerza a los manifestantes. Crónicas periodísticas atestiguan que no se respetaron a las mujeres ni a los niños, mientras los comuneros se careaban con cientos de policías federales y estatales. Pedro Aguilar Becerra, quien habita en La Puerta de San Marcos y es uno de los miembros más activos del movimiento de Los Picachos, narra en entrevista que el desalojo fue un momento de pánico debido a que en la refriega todo se volvió un polvorín, gente huyendo despavorida, gritos y golpes. Al perder la visibilidad debido a la expansión de los gases lacrimógenos, lo sobrecogió la incertidumbre y pensó que le tocaría el turno de morir, pues padece un problema de movilidad y quedó lejos de sus muletas. Temió ser aplastado en la estampida. “En esos momentos sólo me preocupaba por mi nieta, le dije a mi hija corre busca a la niña, después vienes por mí mientras yo estaba en el suelo… Fue una confusión horrible…” Lo que hizo la gente —agregó— es tratar de correr hacia los cerros donde los granaderos no pudieran alcanzarlos. En menos de una hora las fuerzas habían logrado desocupar la cortina de la presa y de inmediato procedieron a destruir las chozas provisionales que habían construido los - 171 - protestantes con palos y plásticos, haciendo a un lado con grúas los vehículos que bloqueaban el camino que lleva al túnel de desvío. Como resultado se reportaron seis detenidos y varios lesionados por los efectos de las bombas de gas. 73 El acto de represión enardeció los ánimos entre los desplazados quienes vieron como una traición por parte del Gobierno el hecho de no haber acatado el amparo cuando lo habían prometido unas horas antes. De igual forma también recriminaron por los acuerdos incumplidos durante los seis meses que duró el plantón, que se referían principalmente al pago de las compensaciones económicas y a la construcción de los nuevos asentamientos. Refugio Medina, una de las mujeres más activas de la resistencia, recuerda que cuando llegaron de Culiacán los granaderos, el comandante sí habló con nosotros. Entonces les suplicamos, les lloramos que no, que era nuestra única arma que teníamos, de que no se tapara el túnel para que gobierno tuviera que cumplir lo que se debía, y ya ves pues que nos sacaron. Y el túnel al otro día, el agua empezó a inundar la presa, Las Iguanas, Casas Viejas… Y qué dijeron con esto se van a aplacar, creyeron que nos íbamos a quedar tranquilos pero luego nos organizamos otra vez y decidimos irnos al Fihsin [Fondo de Infraestructura Hidráulica de Sinaloa].74 Este episodio y otros más han quedado registrados en canciones populares compuestas por mujeres de la comunidad. El corrido “El Amparo” de Nora Alicia Vélez Camacho, originaria de San Marcos y exponente de la juventud en resistencia por los pueblos de la presa Picachos, confirma cómo desde los hechos hacia las representaciones populares como en este corrido se construye la confirmación del “Desalojan la Picachos”. Periódico Noroeste. Mazatlán, Sinaloa. Julio 14 de 2009. Año XXIX. No. 11601. Portada. 74 Entrevista a Refugio Medina, entrevistada por la autora, entrevista # 02, Universidad Autónoma de Sinaloa, 29 de septiembre de 2011. 73 - 172 - Estado enemigo, uno de los actores principales que entran en juego en la configuración de las identidades: Los que tengan un amparo no se deben de confiar / porque viola los amparos el gobierno federal / En la presa Picachos no lo quiso respetar./ El lunes 13 de julio los vinieron a sacar / tres niveles de gobierno, cómo poder olvidar./ Fue mucho más de una hora la que pudieron luchar. Atilano les decía no se deben de rendir. /La represión que nos hacen no nos puede dividir,/ pues la gente va en camino y les tomarán el Fihsin.75 Las afueras del Fihsin, cuyas oficinas se localizaban en esas fechas (agosto de 2009) en el pleno corazón turístico de Mazatlán, sirvieron de refugio y hogar a los comuneros inconformes durante los próximos días. Al enterarse del desalojo, otro grupo de comuneros que no se encontraban en la represa en esos momentos se trasladaron a la dependencia encargada de las indemnizaciones y de las obras de los pueblos sustitutos. Decidieron tomar la avenida Camarón Sábalo, una de las principales rutas de la Zona Dorada y donde se ubican los fraccionamientos de la clase alta de Mazatlán. Si bien la problemática de “Los Picachos” ya había sido dada a conocer en los medios de difusión masiva, sobre todo en los diarios locales, el plantón en el Fihsin desató la polémica ya que para muchos, entre ellos el entonces alcalde, Jorge Abel López Sánchez, la manifestación denostaba la imagen de la ciudad. El camellón se convirtió de pronto en una réplica costumbrista del rancho, en una representación de los viejos pueblos, que de ser envueltos por la serranía se trasladaron al contexto urbano-turístico, rodeados de hoteles, restaurantes, automóviles y transporte urbano. Las miradas curiosas de los locales y de los turistas 75 Brito, Pedro (2009) [coordinador]. Picachos. Los caminos del desarraigo y la resistencia. Universidad Autónoma de Sinaloa. Mazatlán, Sinaloa, pp. 191 - 173 - se detenían en las casas y los corrales improvisados. Tiendas de campaña rodeadas de tendederos, mesas, sillas, hornillas para cocinar, botellones de agua potable, todo lo necesario para una larga estadía, como señal de que no se moverían de ahí hasta que se les cumplieran sus demandas sin importar que fuera temporada vacacional. Se llevaron a las gallinas, los puercos y hasta un burro sobre el que pintaron la consigna en rojo de “Gobierno corrupto paga lo que debes”. “¿Pues si nos quitan nuestras tierras por qué no podemos vivir aquí?”, señalaba una de las participantes de la toma. Surgieron voces que intentaron trasladar las oficinas del Fihsin a un lugar más a traspatio de la ciudad para proteger la proyección de Mazatlán como puerto turístico. Pero era precisamente lo que querían los comuneros, el hacerse visibles ante aquellos que pretendían ocultar su condición de desplazados. La redefinición identitaria se presenta primero ante estos actores, empresarios y gobierno, quienes trataron soterrar la problemática del destierro como consecuencia del tan ansiado desarrollo. Los comuneros insistían en que se tenía que conocer la “otra cara” de la presa Picachos, en alusión al discurso oficial que en todo momento exaltaba las supuestas bondades de la obra hidráulica. En esta nueva reconstrucción identitaria, anclada en los repertorios culturales del pasado, pero también un tanto presta a la coyuntura y a la adscripción instrumentalista de la identidad, cobra una inusitada relevancia el uso de lo simbólico en la búsqueda de una identidad para sí mismos y para los demás, para los otros, como estrategia psicosocial en la persecución del reconocimiento social y de la reconstrucción del tejido social. Como lo expone Myriam Zapata Jiménez en un texto sobre los desterrados de Colombia, “el tema de la resistencia asociado al de las - 174 - identidades, las representaciones y los imaginarios, adquiere un importante sentido, porque a partir de allí podemos evidenciar las formas cómo los desposeídos de la tierra, son nombrados y las maneras cómo se oculta el problema mismo”. 76 De parte de funcionarios y empresarios se colocó la atención en la “imagen” negativa de la ciudad y no en la solución al conflicto, lo primero era negar el problema, meter la basura debajo de la alfombra para que las visitas no se dieran cuenta del desorden, por lo que los comuneros intensificaron no sólo los actos de resistencia, sino también la transgresión en el lenguaje. Si bien el movimiento desde sus inicios, se ha caracterizado por una doctrina de cero violencia, la agresión la transfirieron al terreno de lo simbólico, de los juegos del lenguaje, donde la antigua irreverencia de Los del Monte y de los rebeldes antiagraristas, parecía vivir un inusitado renacimiento. Un cerdo fue marcado con el nombre de Jesús Aguilar por un costado (exgobernador de Sinaloa); y por el otro, con el de Felipe Calderón (actual presidente de la República) en señal de provocación, en un tono de irreverencia que fue creciendo en espiral, pues si bien, como como señala Jeffrey Weeks, en cita de Zygmunt Bauman, […] el sentimiento más fuerte de comunidad probablemente provendrá de grupos que consideran amenazadas las premisas de su existencia colectiva y que a partir de esto construyen una comunidad de identidad que proporciona un fuerte sentimiento de resistencia y poder. Al sentirse incapaz de controlar las relaciones sociales en las que se encuentra, la gente reduce el mundo al tamaño de sus comunidades y actúa políticamente sobre esa base. Con demasiada frecuencia, el resultado es un particularismo obsesivo como forma de aceptar la contingencia o vérselas con ella... 77 76 Zapata, Myriam (2011). Planes geoestratégicos, despojamiento y representaciones sociales del desplazamiento forzado en Colombia. En: Sandoval, Juan Manuel, editor. Planes geoestratégicos, desplazamientos y migracione forzadas en el área del proyecto de desarrollo e integración de Mesoamérica. Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia, pp. 345 77 Bauman, Zygmut (2008). Comunidad. Editorial Siglo 21. Madrid, España, pp 91. - 175 - Este sentido de pertenencia a la comunidad tenía que ser demostrado hacia los actores externos a través de las configuraciones sociales y simbólicas materializadas no sólo en los actos de protesta, sino en los significados que surgen de ellos, así como en mensajes dirigidos en un juego de lenguajes hacia muchas bandas, principalmente para ser favorecidos por la opinión pública. Habría que delimitar ese marcado particularismo, hacerse notar como un grupo con una problemática distinta al resto de los excluidos de la sociedad. El desalojo y la posterior toma del área turística provocó el encontronazo de intereses públicos y privados; por un lado, el gobierno estatal que no quería restar brillo a la presa Picachos y además con la obligación de imponer el orden; y por otro, los empresarios hoteleros y restauranteros, quienes ejercen gran peso en la ciudad de Mazatlán, y acusaban afectaciones por el plantón de los comuneros. Iniciaría una guerra mediática, donde representantes de partidos políticos, gobernantes, funcionarios, líderes de la iniciativa privada y la ciudadanía en general, se enfrascarían en un diálogo colectivo que ha sido clave para la conformación de las identidades tanto de los desplazados como del Estado, un replanteamiento del nosotros y el ellos en un contexto de conflicto por la búsqueda del progreso. El lenguaje —no sólo como palabra sino como acción— juega un rol importante en el fortalecimiento de la comunidad a nivel interno. La organización para el movimiento de resistencia habría de traducirse necesariamente en una adquisición de capital social, que si bien es en formato distinto a las formas de cohesión que se conocían en los viejos pueblos, se vive una transferencia del sentido de comunidad - 176 - del pasado para proyectarla a una condición de conflicto y caos, como un repertorio cultural que se encontraba disponible y del que habría de echar mano para sobrellevar las vicisitudes del despojo. Las prácticas cotidianas se traslapan en un mismo espacio en prácticas simbólicas y en prácticas de sobrevivencia, y así el llevar la cotidianeidad al lugar del conflicto implica el derecho a la memoria y a no dejar de ser lo que se ha sido, condensa procesos de socialización, experiencias vitales positivas y negativas que ayudan a los desplazados a enfrentarse a una situación nueva, que rompe con sus procesos sociohistóricos, que hasta entonces se habían desarrollado de una forma lenta y progresiva. Sin levantar la manifestación de la Camarón Sábalo, siguió una serie de boicots a los eventos del gobernador Jesús Aguilar Padilla, quien días después del 13 de julio minimizó la acción policial contra los comuneros: “No hubo ningún desalojo”. Argumentó ante la prensa local que lo único que hizo la Policía Federal Preventiva, teniendo de auxilio a la policía estatal, fue permitir que continuaran las maniobras para cerrar el túnel de desvío, porque de no hacerlo, se corría el riesgo de inundaciones en los pueblos hacia abajo. La actitud indiferente del gobernador despertó la condena por parte de varios sectores de la sociedad. 78 Las noticias sobre la movilización de los desplazados empezaron a ocupar las posiciones estelares en diarios impresos, noticieros radiofónicos, televisivos, principalmente regionales pero también algunos nacionales. Los funcionarios en sus declaraciones minimizaban a los comuneros, y éstos luchaban por resultar favorecidos por la opinión pública. “No fue desalojo, asegura Aguilar”. Periódico Noroeste. Culiacán, Sinaloa. Julio 17 de 2009. Año XXXVI. No. 12435. Portada. 78 - 177 - Y mientras el conflicto atravesaba uno de sus momentos críticos, ante la ausencia total de acuerdos, el agua de la presa comenzaba a inundar los primeros pueblos: Casas Viejas y Las Iguanas en el municipio de Concordia. La desesperación creció entre los afectados pues los nuevos pueblos se encontraban si acaso al 50 por ciento de construcción, sin instalaciones para el agua potable, la red eléctrica a medias, sin escuelas, con viviendas inconclusas. No sólo no había espacio para los vivos, tampoco lo había para los muertos. Así que esa vez, la mañana del 19 de julio, decidieron no marchar solos. Cinco féretros con restos de los cuerpos exhumados de los viejos panteones aparecieron primero frente al Fihsin donde en una pequeña ceremonia, en la que llevaron flores y ofrendas a los difuntos, hombres y mujeres les lloraron de nuevo. La procesión siguió al ritual. Entonando las letanías de un Rosario, cerca de 300 hombres y mujeres desplazados deambularon con sus muertos hacia la glorieta de la avenida Rafael Buelna, justo frente a la afamada discoteca El Valentino’s, un ícono arquitectónico de la diversión en el paseo costero. Ahí bloquearon el paso vehicular durante horas, para llamar la atención hacia la falta de cementerios en los nuevos asentamientos, ya que según Atilano Román, ni siquiera se contaba con predios asignados para ello. El drama de ver “deambular” a los difuntos desató una oleada de críticas en diversos medios de comunicación contra el gobierno estatal, que abonó a la crisis de legitimidad del gobernador Aguilar Padilla, a quien se le calificó de insensible y negligente, al igual que a su equipo de trabajo. “Cómo es posible que se juegue con los sentimientos de la gente, con una ancestral tradición de enterrar a los muertos, de tener su panteón, un lugar donde rezarles…”, escribió Jesús Antonio Ríos Rojo, - 178 - colaborador del semanario local Río Doce. Lo anterior se sumó a las acusaciones de corrupción contra funcionarios estatales en torno a las indemnizaciones de la presa Picachos y a la ineficiencia para la planeación del reasentamiento, lo cual debilitó ante la opinión pública la imagen del gobierno estatal. Al día siguiente el periódico Noroeste, destacaba en su portada el encabezado “Protestan comuneros con ataúdes y animales”, y al interior de la crónica se narra cómo 79 al ser colocados los ataúdes sobre el camellón, varias mujeres rompieron en llanto, ante la impotencia de que los cuerpos no pudieran descansar ante la falta de un lugar en los nuevos pueblos para ser enterrados nuevamente. Junto con las cajas se colocaron los floreros con los arreglos artificiales que los adornaban en el panteón del poblado, así como algunas veladoras y una manta con esta leyenda: Gobierno bandido, no tenemos panteones, no hay condiciones de vivir en las ‘pichoneras’ que nos dan, lo peor es que a golpes nos despojan de lo que es de nosotros. Por su parte, la crónica de Feliciano Castro Meléndrez destaca la interpenetración entre los mundos de lo material y lo espiritual, que se pudo hacer palpable durante la singular peregrinación: La procesión de los difuntos y sus dolientes son almas en pena que claman justicia, almas-huesos-ataúdes que andan en los pies de los vivos, hacen ruido y dejan ecos, almas en pena que porfían en este bregar político, y sus silencios son voces, argumentos. Silencios en albórbolas por la justicia. El gobierno con el desatino de la injusticia hizo hablar hasta los muertos y ahora están en la calle. Y la gente murmura sólo Dios sabe porqué los levantó. Tienen sus temores. Son cosas sagradas, es la cristiandad… 80 La opinión pública veía así entremezclados lo profano y lo sagrado; los bienes materiales y los intangibles, dando un matiz diferente a la manifestación de los “Protestan comuneros con ataúdes y animales”. Periódico Noroeste. Mazatlán, Sinaloa. Julio 20 de 2009. Año XXXVI. No. 12438. Portada. 80 Castro, Feliciano (2009). La procesión de los difuntos. En: Brito, Pedro [coordinador]. Picachos, Los caminos del desarraigo y la resistencia. Universidad Autónoma de Sinaloa. Mazatlán, Sinaloa, pp. 57. 79 - 179 - desplazados en comparación con otras protestas ciudadanas. Lo cierto es que el movimiento de los desplazados despertó simpatías entre la sociedad en general, aunque con opiniones divididas, pues había quienes reprochaban el caos vial y los inconvenientes de los actos de condena hacia el gobierno. La problemática desatada por el desplazamiento de la presa Picachos, ocupaba ya un lugar preponderante en la agenda pública de la región debido al impacto de las protestas entre la sociedad civil ajena al conflicto y un espacio importante en la prensa nacional. Esto se reflejaba en los espacios mediáticos ocupados por el tema de los comuneros, ahora conocidos como “Los Picachos”, lo que favoreció la formación de una identidad de resistencia, plenamente identificada por propios y extraños, pero aún en plena búsqueda de legitimación. Como se ha mencionado, la lucha se traslada también al terreno de lo simbólico, y por tanto, de la cultura. Se hace necesario buscar otras “armas” de resistencia, donde la identidad juega un papel clave, sobre todo a la hora de canalizar mediáticamente el sentimiento de pérdida, de despojo y el apego al territorio perdido. Sin embargo, sólo puede lograrse a través de una materialización de lo intangible a través de actos simbólicos y rituales. La investigadora Liz Johanna Rincón Suárez (2011), quien estudia la relación entre memoria colectiva y resistencia, explica: “Las narrativas actúan como rituales frente al dolor, al enunciar la experiencia de los sujetos son tanto claves de sentido como medios de creación de un campo intersubjetivo en el cual se comparte el sufrimiento y puede anclarse la reconstitución de lo cotidiano […]” Enseguida agrega que cuando los sujetos sociales han experimentado sucesos traumáticos o violentos - 180 - encuentran una subjetividad especial para expresar lo inenarrable a través de la palabra, sobre todo por medio de la teatralidad o del performance, rituales que intentan enlazar las pérdidas con una forma de agencia social que ayude a la recuperación emocional colectiva. Se puede deducir que “Los Picachos” habrían logrado materializar el dolor y exponerlo públicamente ante aquellos para quienes habían permanecido ocultos durante décadas en los recónditos parajes de la Sierra Madre Occidental; en la construcción de nuevas narrativas que ayudaran a recomponer el tejido social desde lo simbólico, se gestó la formación de una agencia social para modificar lo que se suponía estructurado, por lo que una característica relacionada con la identidad de resistencia de los desplazados no es la victimización, sino la capacidad de lucha y de negociación con los actores que ostentan la hegemonía y el poder oficial. Con el plantón de Fihsin el movimiento obtuvo algunos logros parciales, como recuerda una de las mujeres comuneras: “…pues se arregló un poco, de que se comprara más terreno porque nosotros no teníamos terreno [suficiente para reasentar a todos los afectados]. Estuvimos 40 días en Fihsin y ya Gobierno se comprometió a terminar de indemnizar lo que faltaba, pero no. Fueron abonos y abonos que hasta ahorita [2012] todavía no se han terminado de pagar”. Sin embargo, “la pena negra” estaba por venir, con el éxodo hacia los nuevos pueblos y el abandono de las comunidades que los vieron crecer. Se acercaba la amenaza en forma de agua, que silenciosa se movía hacia los pueblos. Los pobladores recuerdan esta etapa como un via crucis, debido al alto nivel de incertidumbre con que se manejaba todo lo relacionado al reasentamiento y - 181 - a los sitios que se supone debían convertirse en sus nuevos hogares. Ante la falta de certeza en la información, los rumores tomaban forma de temibles advertencias. La inundación de las comunidades no se vivió de una sola vez, sino que el agua fue subiendo poco a poco durante días, aumentando la zozobra entre los desplazados y haciendo del éxodo un trago amargo, pero sobre todo lento. Los primeros pueblos en ser alcanzados por el agua de la presa Picachos fueron Las Iguanas y Casas Viejas, ubicados justo en el embalse de la represa. El gobierno les había dado cinco días para sacar todas sus pertenencias de las viviendas antes de que llegara el agua, y los pobladores empezaron a desmantelar sus casas y comunidades. Se podían ver las camionetas por los caminos cargadas de mesas, sillas, trapiches, juguetes, colchones y demás enseres domésticos, que con premura se dirigían a la tierra prometida, con viviendas sin terminar, sin agua, sin electricidad. Aunque también hubo quienes no se enteraron a tiempo. Por ejemplo Cecilia Sánchez, cuya vivienda fue la primera en inundarse recuerda que no pudo rescatar la mayor parte de su patrimonio: No, no avisaron, nomas dijeron l’agua viene, viene subiendo y venía subiendo un tanto.. venía p’arriba y p’arriba; nosotros pensamos que el agua venía más p’abajo... Mis hijos estaban acá también [en Mazatlán]. Cuando fuimos el agua nos daba arriba de la rodilla y ya no pudimos sacar nada, mi esposo con trabajos sacó las camas, ahí las llevó a una lomita que estaba ahí. N’hombre, hubiera visto, como pa’ sentarse a llorar. ¿Será posible? Mi casa fue la que se ahogó primero… Tantos años… Sí nos perjudicó mucho; yo, pa’mí, ya no va a haber otro ciclo de vida tan bonito.81 La historia de este desalojo quedó registrada en videos por medios y ciudadanos. En imágenes filmadas por uno de los afectados del pueblo de Los 81 Entrevista a Cecilia Sánchez, entrevistada por la autora, entrevista # 05, Universidad Autónoma de Sinaloa, - 182 - Copales en los primeros momentos en el reasentamiento al nuevo territorio, se puede observar el tamaño de las grises casuchas aún sin enjarrar, con cimientos de pies de casa de 36 metros cuadrados, cuando en sus pueblos el promedio de las casas era de más de 200 metros cuadrados. El terreno es un predio árido, sin ningún tipo de vegetación, corre un viento que parece seco. El panorama inspira desolación. Junto a una de las pequeñas casas, un montón de costales apilados al parecer de maíz, intentan ser resguardados bajo una mantilla improvisada de plástico negro. Una mujer, su madre y tres hijas esperan afuera de la casa, sentadas en una cama de lía, a que les surtan el agua en pipas que ofreció el gobierno municipal. Lucen cabizbajas y en silencio. Una voz en off habla de la evidente falta de espacio y el riesgo que corren las personas y sus cosas de valor al permanecer a la intemperie: “Los comuneros no tienen espacio para ellos mucho menos para guardar producto; aquí podemos ver que artículos tan necesarios como lavadoras, colchones, los tienen que mover hacia otra área con peligro de que se mojen por el hecho de que no hay espacio en el interior de la casa, aquí podemos ver a la gente como increíblemente no tiene ni siquiera para guardar las cosas básicas…” Entrevistada para el mismo video, una de las mujeres señaló que hay cerca de veinte familias en el viejo pueblo de Las Iguanas, que por no estar en la lucha, no tienen esperanzas de que les paguen sus propiedades. A algunas no les han asignado una vivienda en el nuevo asentamiento. Aseguran que no se saldrán hasta que los indemnicen sin importar si perecen por la inundación y el aislamiento, pues - 183 - no les han dado “ni un cinco”. La señora dice temer por la vida de esas familias, ya que la mayoría son sus parientes. 82 Se nota la tristeza en los rostros, los hombros caídos, los ojos vidriosos, pero mucho más en los ancianos quienes en la gran mayoría de los casos no pueden adherirse al movimiento de protesta y se encuentran aun más vulnerables en cuanto a la garantía de sus derechos. Más del 90 por ciento de las personas entrevistadas manifestaron tener algún familiar de la tercera edad que falleció por la depresión provocada por la noticia de la desaparición de sus pueblos. Si ya se encontraban enfermos, se agravaron sus males y la decadencia empezó poco a poco. Muchos de ellos no sobrevivieron para ver a sus terruños inundarse ni tampoco el destino de los llamados nuevos pueblos. Así continuó el éxodo de los otros poblados, donde se repetían las mismas constantes: un reasentamiento marcado por el conflicto. El trance fue más complicado aun para los habitantes de Los Copales. Cuando llegó el tiempo en que debían desalojar, aún no les entregaban las viviendas del nuevo asentamiento, pues aunque las construcciones estaban asignadas no se entregaban ni las llaves. Los pobladores se quejaban amargamente porque ya no tendrían donde trabajar en los nuevos poblados, pues más de la mitad de las parcelas quedarían bajo el agua y otra parte sin accesos. Todos los habitantes permanecían en Los Copales viejo, con todo y que el agua se encontraba a unos metros, mientras que el nuevo pueblo, que más bien como los demás parecía un fraccionamiento tipo Infonavit, estaba aún sin habitar. Se presentó resistencia para 82 Disponible en Internet: http://www.youtube.com/watch?v=xiMu_9yY9y8. Consultado: 26/05/2012 Como este video, en el portal de Youtube se puede encontrar una serie de grabaciones caseras que intentaron dar cuenta de la situación que atravesaron los pobladores en el momento del éxodo hacia los asentamientos prometidos. - 184 - abandonar en todos los poblados originales; muchos se negaban a abandonar las que habían sido sus casas durante toda una vida. Transcurrieron cerca de dos meses de aquella inoportuna tormenta; ya habían sucumbido Las Iguanas, Casas Viejas, La Puerta de San Marcos, Los Copales y El Placer; San Marcos al estar más lejos de la presa y la mayor parte de su territorio en zona alta, se calculaba que la inundación total del pueblo llegaría en año y medio aproximadamente. Pero un fenómeno natural adelantó los “planes” de la forzosa mudanza. Era 21 de octubre y la tormenta tropical Rick azotó el sur del estado de Sinaloa, lo que provocó lluvias torrenciales que hicieron que el nivel de la presa Picachos se elevara más rápido de lo esperado. Al día siguiente en el pueblo se vivió una sacudida. La señora Francisca de Medina recuerda que sufrió una decepción grande. Se calculaba que la presa iba a inundar San Marcos dentro de año y medio o quizás más, por lo que mientras tanto podrían seguir habitando sus mismas casas y comunidades. La noticia cayó de súbito y más cuando se anunció que el desfogue el túnel de desvío por la captación de las abundantes precipitaciones traídas por la tormenta Rick. Se podía observar a las cerca de 300 familias tratando de salvar sus propiedades de valor, acción dificultada por la premura del éxodo. El único camino que comunica a los dos pueblos es tan angosto que sólo cabía un vehículo a la vez, por lo que el movimiento tardó más de lo necesario. Muchos salvaron sólo parte de sus pertenencias, lo más indispensable, dejando atrás muchos recuerdos. Un día después del fenómeno meteorológico… Mucha gente hablaba pidiendo auxilio, y mucha gente estaba con el agua en la cintura y se estaban saliendo… muchos alcanzaron a sacar cositas otras y - 185 - no, otras en la noche se vinieron pa’cá [al Nuevo San marcos] y así pasaron y luego se fueron a San Marcos estuvo el agua mucho tiempo, por la calle pa’rriba llegó el agua… las escuelas alcanzaron la mitad de llenarse, la plazuela a medias quedó, muchas casas de la orilla viejitas estaban llenas de agua; la cañada toda hasta arriba a más de la mitad..83 La señora de Medina evoca esos instantes en que no se sabía con precisión cuánto iba a subir el agua; si llegaría a la plazuela, si llegaría sólo a las viviendas localizadas hacia abajo por el panteón; tampoco en cuánto tiempo. El temor era inminente. Las voces de alerta cundían por todas partes. La noche anterior al desalojo nadie durmió atentos a cualquier información que pudiera suscitarse. Cipriano Pani relata cómo las versiones fueron tan encontradas que incluso él dudó de la inundación total del pueblo. Esa noche de la desocupación estuvo monitoreando el nivel del agua: Yo estaba aquí en la casa. Andaba con un miedo… Se fueron un día antes del ciclón y la gente: ‘vámonos y vámonos porque viene el agua’… Un día antes en la noche eran como las diez y fuimos a ver dónde venía, porque ya venía allí en las calles el agua como una culebrita, a qué recio viene, nos va a sacar en la noche [pensó] así en chinga, ya me vine con la duda ¿no?, y ya de hecho yo andaba a escondidas, porque había mucho dedo aquí del movimiento y sacaba las medidas de que no llegaba pero pos tenía la pinche duda…84 A las cuatro de la madrugada del siguiente día, regresó a inspeccionar y no se veía que el agua fuera subiendo. Se bajó varios metros, hacia la cañada, y nada. Le dijeron que por la noche subiría la presa a su máximo nivel, y cuando llega la hora tampoco se inundó el poblado, ya no subió el agua más de lo que llegó el día anterior 83 Entrevista a Francisca Valle, entrevistada por la autora, entrevista # 02, Universidad Autónoma de Sinaloa, 10 de abril de 2011. 84 Entrevista a Cipriano Pani, entrevistado por la autora, entrevista # 13, Universidad Autónoma de Sinaloa, 26 de abril de 2012. - 186 - como medio metro hasta la altura de las primeras casas en la antesala del camposanto. Al paso de los días el agua descendió. La sorpresa, grata para muchos, fue que el pueblo de San Marcos no sucumbió bajo el agua, únicamente las partes bajas, por lo que algunas familias regresaron y se negaron a abandonar el poblado a no ser que fuera una cuestión de vida o muerte. El 24 de octubre, informaron las autoridades, la presa Picachos alcanzó su máximo nivel. Y gran parte del pueblo permaneció sin afectaciones. De las 300 familias, se estima que en esos días unas 120 se quedaron en las zonas altas. A manera de denuncia o de nostalgia, los afectados tomaron decenas de videos y fotografías para despedirse de sus pueblos y quedarse con un recuerdo o dejar constancia de lo que consideraban una situación injusta; algunos fueron publicados en el portal de videos en Internet, Youtube, a manera de compartir su sufrimiento. Otros quedaron para la rememoración personal y familiar. Algunos sanmarqueños que residen en Estados Unidos de Norteamérica desde hace décadas, buscaron conservar un último recuerdo y mandaron filmar los últimos alientos de su pueblo. Se editó un video que circuló entre los habitantes y se encontraba a la venta a cargo de los fotógrafos, que tradicionalmente se encargan de plasmar los eventos memorables de la localidad. La grabación, con calidad de aficionado, inicia con la desocupación de San Marcos viejo. A diferencia de los otros poblados, los sanmarqueños lucen serenos como no queriendo demostrar ninguna tristeza, su actitud es de mayor fortaleza pero también de coraje. La cámara recorre la escuela ya con el agua a un nivel más bajo, todo luce desolado, con las otrora casonas - 187 - señoriales desmanteladas, la plazuela semidestruida, la iglesia incompleta y las camionetas cargadas de tejas y de artículos que les llenaban de nostalgias pero también de la esperanza de recuperar algo en el futuro. Los primeros días en los asentamientos recién construidos se volvió una experiencia tortuosa debido a las condiciones en que se encontraban, pues no habían resistido ni la primera prueba de la tormenta Rick; decenas de techos se habían cuarteado, además de que había muchas casas sin asignar. Amayrani, una joven señora, relata cómo es que después de varios años no le han asignado un terreno y con tristeza ve que a otra gente, que ni siquiera es de San Marcos y poseen casa en Mazatlán, ya les han destinado una vivienda en el Nuevo San Marcos. Cuando pasó lo del desalojo tuvo que mover sus cosas hasta en cinco casas y hasta la fecha vive con su suegra. 85 Marisol Lizárraga, nacida en San Marcos y estudiosa de la historia de la región, narra que la gente ha vivido una situación de desarraigo muy desgastante debido a que el nuevo pueblo es totalmente diferente a lo que la gente estaba acostumbrada. Incluso las primeras noches la gente se quejaba de no poder conciliar el sueño, por lo que muchos de ellos enfermaron y padecieron crisis de nervios. El contraste entre las antiguas casas, con su arquitectura típica de la región, sus tejas, amplios porches, y sobre todo abundantes vegetación y agua, despertaron una condena generalizada hacia el actuar del gobierno estatal; la imagen de las casitas adonde tenían que acomodarse los desplazados, sobre los terrenos secos y llenos de cuarteaduras, circuló por los medios convencionales y también por la Red. 85 Al momento de la entrevista en el mes de abril de 2011. - 188 - Por si no fueran suficientes las irregularidades del reasentamiento, la siguiente denuncia de los líderes comunales, avalada por arquitectos de la Universidad Autónoma de Sinaloa, fue que el techo de las casas estaba construido a base de un material cancerígeno, con el fin de ahorrar costos, materiales prohibidos en otros países por su peligrosidad. 86 Todo este clima de riesgo, incertidumbre e inseguridad abonó aun más leña al conflicto que se estaba convirtiendo en un fuego difícil de controlar. La exigencia de pueblos dignos y de justas indemnizaciones, se enarboló como la bandera del movimiento de Los Picachos durante los próximos meses, que fueron de intensas movilizaciones, marchas, plantones, manifestaciones, tomas de oficinas y guerra de declaraciones, tomando como principales escenarios las ciudades de Mazatlán y Culiacán; y como cajas de resonancia los medios masivos de información. Un escenario que más bien expedía olor a revancha. Cada vez más grupos sociales tomaron parte en el conflicto y la mayor de las veces fue a favor de los comuneros; universitarios, representantes de partidos políticos, de organizaciones civiles y hasta el Obispo de Mazatlán se pronunciaron en esos momentos por que el gobierno estatal respondiera a “Los Picachos”. La marcha multitudinaria del 15 de agosto de ese intenso 2009 daría cuenta del apoyo del que gozaban quienes habían sido objeto del desarraigo a causa de la construcción de la presa. La prensa local registró al menos la presencia de dos mil ciudadanos en esa marcha, cuyo punto de partida fue el Acuario Mazatlán; y la meta, el palacio municipal para involucrar al Ayuntamiento en la solución de la 86 “Alerta en la Picachos”. Semanario Río Doce. Agosto 19 de 2009. Disponible en Internet: http://www.riodoce.com.mx/content/view/2649/ Consultado: 26/05/2012 - 189 - problemática, que hasta el momento se había mantenido tibio ante las demandas de los comuneros. Entre las pancartas, sobresalían consignas como: “Solución, no represión”, “Los pueblos unidos jamás serán vencidos”, y sobre todo “aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir que el pin.... Gobierno nos tiene que cumplir”.87 Los pobladores de la zona rural, aquel agreste territorio casi no reconocido y olvidado por los habitantes de la zona urbana, se insertaban de forma inédita en la vida cotidiana y en la arena pública de la región. Después de un tiempo en el que se dieron regateos con Gobierno del Estado por el pago a los comuneros, las acusaciones por los acuerdos incumplidos eran el pan de cada día en la nota informativa. Las amenazas de radicalizar acciones no se vieron nunca tan palpables como el 1 de marzo de 2010 con la primera gran marcha de los desplazados. La meta era caminar por la autopista de Mazatlán a Culiacán, e instalarse allí en el espacio del Congreso del Estado para exigir a los diputados la aprobación del presupuesto para cubrir sus demandas. A pesar del sinnúmero de protestas en el haber de los Picachos, la caminata a la capital del estado es una de las acciones que más han marcado la memoria colectiva. En el imaginario popular se evoca con el sentimiento de una hazaña y una muestra del valor de los comuneros, por defender su territorio. Asimismo en esta marcha, como en las otras manifestaciones, lo que más sobresale en los relatos es la irreverencia con que se dirigían a los representantes del Estado. La cita fue en el entronque a El Habal por la mañana, con un sol reluciente. Decenas de camionetas fueron llegando una a una. Los hombres ensombrerados, 87 “Comuneros toman la calle”. Periódico Noroeste. Agosto 16 de 2009. Año XXIX. No. 11634. Portada. - 190 - con su típica ropa del campo; las mujeres con ropa ligera y cubriéndose el sol con sombreros, lentes oscuros y mantillas o trapos que improvisaban una protección a los crueles rayos solares. Atilano Román y Rosario Alapizco, Charis, como todos la conocían, organizaban el contingente. La marcha requirió poder de convocatoria y organización. Eran más de 800 personas que tomaron a pie los dos carriles de sur a norte, “… provocando largas filas de automóviles y tráileres, en el sentido de Mazatlán a Culiacán. A las 10:00 horas partieron del entronque de Habal-Cerritos en la Maxipista y no pararon hasta las 14:00 horas en el kilómetro 23, donde descansaron y comieron, permitiendo en ese momento el paso de los vehículos atascados”.88 La organización consistió en establecer relevos para los marchantes. Mientras un grupo se iba a descansar, llegaba otro grupo, de tal forma que la marcha siempre estuviera nutrida de participantes. De igual forma, en las camionetas se turnaban para descansar por periodos cortos para administrar las energías y llegar hasta la meta pactada. Como había ocurrido desde los albores del movimiento, se utilizó una estrategia de solidaridad pues los más adinerados, quienes poseen los mayores hatos ganaderos, aportaban la carne y otros víveres necesarios para que los marchantes soportaran los embates del clima y el cansancio. Aun así algunas de las mujeres recuerdan que fue algo oneroso para ellas, pues aunque se les daba comida y agua; “no faltaba en qué gastaran”, además de que no había donde bañarse o donde hacer las necesidades fisiológicas. 88 “Agarran carretera los comuneros”. Periódico Noroeste. Marzo 02 de 2010. Año XXX. No. 11821. Portada. - 191 - Refugio Medina, una de las más entusiastas en la lucha enfatiza el esfuerzo realizado y dice con orgullo cómo se rebelaron contra el Gobierno: “Eso de la caminata sí fue duro porque se nos ampollaron los pies. Nos encontramos con gobierno ahí, que nos regresáramos, que nos regresáramos; nosotros no, nosotros ya llevábamos la meta de llegar hasta Culiacán, y no nos detuvo ni gobernador ni nadie”. La caminata duró largos nueve días en los que para dormir los inconformes tendían una cobija a un lado de la carretera, o armaban casas de campaña, pero no sólo ellos sino también algunos reporteros quienes tenían la encomienda de seguir la marcha paso a paso, sin omitir detalle, ni siquiera por las noches. El curso de acción se tornaba impredecible, ya que los comuneros tomaban decisiones “sobre la marcha”. No todo estaba previamente planeado. Al final de cada jornada los comuneros se congregaban con sus líderes para discutir los siguientes pasos a tomar y se respetaba las determinaciones de la comunidad. Funcionarios estatales intentaron detener la marcha a base de nuevos ofrecimientos, pero la primera condición era que cualquier negociación tendría que ser con el contingente en movimiento debido a la desconfianza en los gobernantes. Al tercer día, el gobernador Jesús Aguilar ofreció reunirse con ellos en el municipio de Elota, ubicado a media distancia entre Mazatlán y Culiacán, pero los comuneros se decepcionaron aun más cuando éste los dejó plantados. Después de los intentos fallidos por detener la manifestación itinerante, y después de recibir muestras de simpatía de jornaleros y activistas, al noveno día llegaron al Congreso del Estado en la capital de Sinaloa. El plan era dividir al grupo - 192 - en dos. Una parte se apostaría en el Palacio de Gobierno; y otra llegaría al recinto legislativo para permanecer allí de forma indefinida. Con el cansancio de haber recorrido más de cien kilómetros a pie, el contingente de los comuneros y sus familias establecieron un campamento donde advirtieron que no tenían prisa: “Aquí vamos a dormir, aquí vamos a comer, aquí vamos a cenar”, dijo Octavio Atilano Román, líder de los comuneros inconformes, “la misma Diputada Irma Tirado, el Diputado Luna Beltrán han dicho que el Congreso es la casa del pueblo y vamos a ejercer ese derecho”. 89 Pero luego unos días de haber llegado al Congreso y haber reclamado por las promesas incumplidas del gobernador, fueron ejecutados seis comuneros que viajaban en la caja de una camioneta Ford Lobo, en lo que fue supuestamente un fuego cruzado entre bandas del crimen organizado. Era el 20 de marzo de 2010. Los inconformes no descartan que el múltiple homicidio sea en realidad una represalia del Estado para acallar la manifestación, hecho que nunca ha sido aclarado. En esos momentos el ánimo se encendió. Para casi todos los entrevistados, participantes del movimiento, éste es uno de los momentos más tristes de la lucha que han emprendido por defensa de la tierra. Aseguran que los seis fallecidos, todos residentes de El Placer, un poblado no mayor a ochenta familias, no se dedicaban a negocios ilegales, aunque la información oficial “Hacen campamento en el Congreso local”. Periódico Noroeste. Culiacán, Sinaloa. Año XXXVII. No. 12659. Portada. 89 - 193 - difundida por el gobierno promueve la idea de que se trató de un clásico ajuste de cuentas, muy a tono con el clima de violencia que se vive en la entidad. 90 Después de colocar el monumento conmemorativo, a las afueras del Congreso, el presidente de la Gran Comisión, se había comprometido a no retirarlo, pero ordenó exactamente lo contrario. Los manifestantes se molestaron e hicieron “tronar” la sesión de la diputación permanente, haciendo un zafarrancho dentro del recinto legislativo, por lo que Luna tuvo que salir huyendo por la parte de atrás mientras era perseguido por los comuneros. La tragedia pareció unir más a los comuneros desplazados, quienes emprendieron una nueva marcha en Culiacán y cambiaron las pancartas de “Gobierno bandido” por las de “Gobierno asesino”. En entrevista con la prensa en los primeros minutos que se dio a conocer la noticia, Atilano Román Tirado señaló que el hecho no los iba a amedrentar y ahora se veían como hermanos del mismo dolor: Gobierno nos construyó una presa que nos ha orillado a la marginación, nos ha orillado a la desesperación, nos ha inundado de dolor, esto es lo más difícil que nos ha pasado. Aunado a la desaparición de tres gentes que hace seis meses desaparecieron del pueblo; creo que estas familias no se merecen eso, estas familias siguen gritando; ahorita más que nunca tienen el alma llena de dolor, de impotencia, de pasar de gentes tranquilas pasaron a ser familias de un gran dolor que nos lleve mas ala desesperación de los que no tienen.. a las familias de los compañeros caídos… resignación, y que nos sentimos igual de adoloridos que ellos porque ya no nos vemos como … nos vemos como hermanos, nos vemos unidos por un gran dolor de haber perdido nuestros pueblos y de haber perdido ahora a estos compañeros, que la muerte de ellos los cobije la justicia y que seguimos alzando la voz y seguimos pidiendo justicia.91 90 Los nombres de los seis comuneros fallecidos, según informó la prensa local, son Martín Arballo García, Lorenzo Arballo Sánchez, Audencia Mendoza Montes, Marco Rodríguez Moreno, Benigno Sarabia Medina y Jesús Patrón Sánchez. 91 Declaración de Atilano Román a la prensa el 21 de marzo de 2010 luego de conocer la muerte de seis compañeros manifestantes de la presa Picachos. Entrevistado en la sede del Congreso del Estado, en video publicado por EL DEBATE en su página web y en el portal Youtube. - 194 - Los eventos trágicos como este parecen cumplir la función de reforzar la historia común de la colectividad y la cohesión social al interior del grupo y la configuración de redes de solidaridad; ya que los liderazgos y decisiones se toman bajo la base de una sociabilidad continuada y fortalecida. Una síntesis de todo este proceso acción de colectiva se encuentra en la canción sin título que fue compuesta durante los días de la marcha a Culiacán y la toma simbólica del recinto del Poder Legislativo, de la autoría de Hortensia Gutiérrez, quien señaló haberse inspirado principalmente en la muerte de los seis comuneros en la autopista: Era el primero de marzo cuando la marcha empezó, / los de la presa Picachos que toda la gente vio / iban rumbo a Culiacán a ver al gobernador / Caminando en uno en uno con la bandera de frente, / en busca de soluciones que nos quedaron pendientes./ Ese gobierno corrupto siempre ha sido indiferente / Unos venían sangrando, otros muy deshidratados, /unos venían descalzos con los huaraches trozados / pero con mucho coraje porque nos habían fregado. / Llegamos a Culiacán entre lágrimas y rezos, / era el 9 de marzo cuando entramos al congreso / Esta será nuestra casa, sin solución no hay regreso / Pero el 20 de marzo, qué amargo y trágico día / seis de nuestros compañeros habían perdido la vida. / Nunca nos imaginamos que esto nos sucedería./ Esta lucha fue muy justa por todos los comuneros / Atilano y la Charis siempre fueron muy sinceros, / Graciela y Feliciano y todos los reporteros./ Ya con esta me despido, sin ofender los presentes, / recordándole al gobierno que aquí seguirnos pendientes / y seguiremos en lucha con toditita la gente.92 Esta y otras canciones alusivas a la lucha de los comuneros fueron entonadas adentro del Congreso del Estado, que se convirtió por casi un mes en el nuevo hogar de los desplazados. Era común observarlos jugando cartas, preparando sus alimentos en improvisadas hornillas, platicando y haciendo bromas entre ellos, en los tiempos “muertos” cuando no había una acción de protesta que cumplir. Pero el 92 Fragmento. Producción independiente proporcionada por la autora. - 195 - llevarse la vida diaria al palacio legislativo, no resultó fácil. Muchos de los recuerdos sobre este evento apuntan sobre todo hacia las incomodidades sufridas para cubrir las necesidades más básicas, dormir, comer, bañarse, ir al baño. A la marcha y toma se sumaron personas de todas las edades, niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad a quienes no les importaban sus achaques, como muchas lo comentaron. A pesar de sus más de ochenta años, la señora Francisca Valle insistió en acudir a la marcha, aunque con ayuda de sus hijos. Llevaba una silla de plástico en la que se sentaba a ratos para administrar el cansancio; esta fue su última participación en actos de resistencia debido a que sus piernas ya no le responden; sin embargo, lo que más parece satisfacerla es el haber tenido la oportunidad de gritarle sus “verdades” a los políticos y funcionarios, así como a los policías. Recuerda, con un semblante lleno de orgullo, que cuando se sentaron en el jardín del palacio de Gobierno, se acercó un empleado y les dijo: “dice el gobernador que se retiren de aquí porque dan muy mal aspecto”. Y ella le respondió: “Dile al gobernador que chingue su madre, que si nosotros le molestamos en cinco minutos que tenemos aquí, cómo estaremos nosotros que nos quitaron nuestras tierras, y así les gritamos muchas cosas —continuó—; a mí me gusta pelear, pero nomás por lo que es de uno, no pedimos de más”. Ella dice no estar en desacuerdo con la presa, pero si las cosas se hubieran hecho bien, si les hubieran dado “unos pueblos como los que tenían, unas casas como las que tenían, y pagado lo justo no estarían ahí.” - 196 - La toma del Congreso del Estado, así como de las carreteras, constituye una apropiación simbólica de los territorios enemigos y aunque el movimiento de Los Picachos se ha definido a sí mismo como pacífico, se puede percibir una violencia que se canaliza a través del uso simbólico, transgresor e irreverente del lenguaje. Como catarsis o como manera de manipular la opinión pública, los ataques verbales al Gobierno o cualquier agente del Estado parecen provocar una satisfacción y algarabía colectiva. El saldo de esta protesta fueron más compromisos y nuevos plazos para su cumplimiento, pero también la ampliación del presupuesto asignado a las indemnizaciones y a la construcción de los nuevos pueblos por parte de los diputados de la LIX Legislatura, donde el tema de la presa Picachos ocupó una gran cantidad de horas en la tribuna y un acalorado debate. Dos años después, en abril de 2012, luego de una tregua de casi un año de los comuneros al gobierno de Mario López Valdez (al relevo de Aguilar Padilla), se convocó a una nueva marcha a la ciudad de Culiacán como la que se realizó en 2010, ante el fracaso del diálogo con el nuevo gobierno estatal, que llegó en coalición y se autoproclamaba como la alianza del cambio y a quien los pueblos de la Picachos favorecieron con su voto en espera de que se resolvieran sus demandas. Desde principios del año en curso, se comenzó la organización de la marcha. Programada para el 1 de marzo, para conmemorar la fecha de la primera caminata. En San Marcos se corrió la voz. De vecino a vecino, entre amigos y conocidos. En ese momento mantenían un plantón en la cortina de la presa para bloquear las obras complementarias para el acueducto que llevaría el agua a - 197 - Mazatlán, para lo cual mantenían la misma estrategia de establecer grupos a manera de brigadas por cada pueblo y con la cooperación de la comunidad, ya sea con comida, agua o dinero. La mayoría de los grupos se derivaban de las redes familiares y vecinales. Y durante unas semanas las guardias se montaron durante las 24 horas del día, pernoctando junto a la presa para evitar un “madruguete” de Gobierno. Preparando el regreso de las acciones públicas de resistencia, la mayoría en San Marcos se mostraban cansados y hartos de tanta protesta; sin embargo, confirmaban su asistencia. La marcha la había convocado Atilano Román, con posibilidad de cambiar de planes de acuerdo a los resultados de las negociaciones con Gobierno del Estado. Pero Atilano les dijo: “Esténse listos porque en cualquier momento nos vamos a Culiacán”. Antes de que esto ocurriera se cumplió el segundo aniversario de la muerte de seis comuneros que regresaban a Mazatlán después de las manifestaciones en Culiacán. Recuerdan los comuneros que en una caravana de vehículos, más de 250 personas se dirigieron al kilómetro 78 de la Maxipista y dejaron una ofrenda floral y un minuto de aplausos por los compañeros caídos, a su juicio como consecuencia de su acción en el movimiento. En ese momento cantaron corridos, rezaron y señalaron que seguirían la lucha a nombre de sus muertos y que por nada se iban “a rajar”. Finalmente, el anunciado retorno a la arena pública, con la nueva marcha a Culiacán, no se dio si no hasta el 30 de marzo, pero esta vez se decidió tomar tanto la Maxipista de cuota como la carretera libre Mazatlán-Culiacán. Ahora con un mayor repertorio de habilidades y saberes orientados a la resistencia, - 198 - cerca de 800 manifestantes, entre hombres y mujeres, se dividieron en dos grupos, uno para el bloqueo de cada tramo carretero. Quizás por un desgaste en la imagen del movimiento o por la coyuntura política después de la configuración del Gobierno del Estado tras el proceso electoral del 2010, la prensa local enfatizó menos sobre el aspecto humano del movimiento y más sobre los hechos duros y las afectaciones viales, como se advierte en los encabezados del día siguiente en los principales periódicos locales, “Estrangulan carreteras” y “Comuneros bloquean carriles de la carretera libre”.93 Con gritos de justicia y cantos de las mujeres, arrancó la marcha, siguiendo las estrategias de supervivencia y protesta que ya habían aprendido. A un lado de la carretera, tomaban un tiempo de descanso, para comer una birria que se había preparado para toda la comunidad y aprovechaban el tiempo también para conversar y convivir, decir alguna que otra broma en contra del gobierno y reírse de los funcionarios un rato; sentarse y escribir en las pancartas con mensajes que se les ocurren en el momento y para los que todos aportan ideas. La marcha transcurrió sin contratiempos, con la meta de llegar a Culiacán y ocupar de nueva cuenta el Congreso del Estado; pero los planes fueron frustrados por una acción de la fuerza pública el domingo 1 de abril. Poco más de cien comuneros, hombres y mujeres, fueron detenidos y llevados a las instalaciones de la Procuraduría General de la República. Ese día también decomisaron pertenencias “Estrangulan carreteras”. Periódico Noroeste. Mazatlán, Sinaloa. Marzo 31 de 2012. Año XXXII. No. 12571. “Comuneros bloquean carriles de la carretera libre”. Periódico El Debate. Mazatlán, Sinaloa. Marzo 31 de 2012. Disponible en Internet:http://www.debate.com.mx/eldebate/Articulos/ArticuloGeneral.asp?IdCat=6097&idArt=119348 73 Consultado: 31/05/2012 93 - 199 - personales de los protestantes, así como varios vehículos. A los días siguientes liberaron a la gran mayoría pero retuvieron a cuatro líderes: Octavio Atilano Román Tirado, Óscar René Osuna Díaz, Hortensia Gutiérrez Zamora y José Isabel Osuna Lizárraga. En rueda de prensa, María José Osuna Gutiérrez, hija de Hortensia Gutiérrez, pasó a ser la nueva vocera del movimiento ante la ausencia de los dirigentes. Se emprendió una movilización para exigir la liberación de los líderes a quienes catalogaban como presos políticos. Un plantón en el ayuntamiento de Mazatlán, otro en la sede de las oficinas de la Procuraduría de Justicia en Culiacán, así como una marcha por el malecón fueron las acciones emprendidas a las que se unieron representantes de organismos ciudadanos. Después de 17 días de una batalla legal y mediática, los dirigentes fueron liberados y aseguraron que la lucha continuaría. Con todo, la tensión por las detenciones fue una experiencia traumática para muchas personas, sobre todo para muchas mujeres acostumbradas a vivir en sus casas dedicadas a labores domésticas y del campo. Una señora de cerca de 50 años, originaria de Las Iguanas, narra su vivencia durante las detenciones masivas de ese domingo 1 de abril, desde el momento en que inició el operativo ejecutado, según la prensa, por al menos 200 elementos de la Policía Estatal Preventiva y la Policía Ministerial: Yo era de las primeras y cuando me dijeron tírese al suelo, yo dije ya me chingué yo fui de las primeras, luego me dijeron ‘levántese, señora’; lo que querían era dejar solos a los hombres, luego nos empezaron a quitar los celulares para que nadie tomara fotos… me dijeron quítese señora y yo les decía a los plebes no hagan las cosas más difíciles, nos tienen rodeados, qué les vamos a hacer… mejor tranquilos. ¡Ay!, no, eso fue como que se iba a - 200 - acabar el mundo… Sentí una rabia, una impotencia, cuando vi que agarraron a los hombres y que los llevaban así agarrados del cuello y con las manos para atrás y no poder hacer nada… Y luego cuando ya los tenían en el suelo, los golpearon; pasaba uno y les daba una patada; y luego otro, y otra patada, así se los acabaron a patadas, oiga. Después sentí tan feo, un calor que me recorría el cuerpo porque se habían llevado a mi yerno pero había otros dos que no estaban detenidos y no aparecían, mi cuñado y mi hermano, ay Dios mío donde están, me los van a matar… No aparecen […]94 Siguiendo el mismo relato, durante la trifulca también hubo mujeres cuya reacción fue la confrontación directa con los agentes aunque, al parecer, éstos dirigían el operativo más a la detención de los varones: Y había una señora que no se aguantaba y les gritó de cosas a la policía: “Sí, cómo no agarran a los secuestradores a los asesinos, a esos no los agarran porque les tienen miedo, ¿verdad? Pero vienen contra nosotros que nada les hemos hecho, son unos sinvergüenzas igual que todos los del gobierno, por eso están en el gobierno, porque son unos rateros, los más rateros son los del gobierno”. Y les dio coraje. —Cállese, señora. —No me callo. —Pues me la voy a llevar. —Pues llévame, le dijo —Pues llévanos a todas les dijo otra señora, al menos ahí en la cárcel me van a tener que dar de comer, porque acá en mi tierra ya no puedo ni sembrar porque el gobierno me robó todo…95 Con el líder y la mayoría de los hombres encarcelados, las mujeres que quedaron en libertad divididas en dos contingentes entraron en desesperación. No sabían qué hacer, según platica un grupo de mujeres después del acontecimiento. Se comunicaron con Rosario Alapizco, Charis, quien por motivos personales abandonó el país hace varios meses y ahora radica en Estados Unidos: Charis, le hablaron, nos agarraron gente y nos la van a matar, le dijeron… ¿Cómo?, les dijo. ¿Por qué? Y ya le explicaron llorando las mujeres porque 94 95 Entrevista a anónimo, Universidad Autónoma de Sinaloa, 24 de abril de 2012. Ibídem. - 201 - muchas tienen su celular, y ella decían síganlos, mujeres, no los dejen solos, no se dejen amedrentar, y ella por allá lejos qué podía hacer, pos les dijo síganlos pa’ que supieran donde iban a quedar, y le dijimos pero nos quitaron los carros, ¿cómo chingados nos vamos?, pues en los pocos carros se van unas arriba de otras, pero no los dejen… Y nos fuimos, y a como pudimos llegamos. En la memoria colectiva sobre el conflicto de la presa Picachos, los acontecimientos con mayor grado de violencia suelen ser los más significativos y los más recurrentes, hechos que obligan a los actores sociales a reconfigurarse y en este caso a replantear la organización del movimiento no sólo de la adquisición de nuevas habilidades o saberes, sino también de nuevos roles entre los miembros del grupo. En el episodio que se rememora aquí sobresale la emergencia de una identidad de género asociada a la resistencia. Muchas mujeres cambiaron su papel de amas de casa por un rol político de resistencia y confrontación contra un Estado enemigo. Se rompió abruptamente con la sumisión que comúnmente se relaciona con las mujeres en la cultura rural tradicionalista, que asigna rígidamente una función y un destino por la vía del género. Las voces femeninas y los liderazgos emergentes dieron un cariz peculiar al movimiento de Los Picachos, una identidad de resistencia cuyo poder simbólico, se posaría principalmente en manos y en boca de sus mujeres. 2. El conflicto y el cambio en las representaciones sociales de género En el liderazgo carismático, ha sobresalido el empoderamiento de las mujeres a lo largo de la resistencia de los desplazados por la presa Picachos, quienes han mostrado capacidad de gestoría y de organización. Al principio como una estrategia - 202 - casi espontánea, ancianas, mujeres adultas y jóvenes con sus niños en brazos fueron enviadas al frente con la idea de complicar a los policías el uso de la fuerza. Después, las manifestantes mostraron su gusto por el empoderamiento, buscando imprimir un toque particular en cada protesta con nuevas frases y con el uso de símbolos, como el colocar flores en los escudos de los granaderos, enarbolar machetes en la toma de calles o el llevar los féretros de sus muertos errantes por la zona turística de Mazatlán. Abundaron imágenes donde las mujeres protagonizaban con aplomo las actividades de la protesta. Una muy significativa se captó el 13 de julio de 2009, cuando las comuneras se careaban con los agentes antimotines, mientras estos desalojaban por la fuerza a los desplazados quienes mantenían tomada la construcción de la presa Picachos.96 En todas las tomas podía observarse a las mujeres al frente; y a los hombres detrás de ellas como a manera de resguardo, pero con una actitud más pasiva. Hasta entonces, en el imaginario colectivo de la comunidad de San Marcos y sus pueblos aledaños sólo existían corridos para los “machos”, envalentonados, diestros para la pistola y veloces para la fuga a lomo de bestia; en la ficticia galería de los héroes sólo había espacio para los hombres. Quizás también con la inercia de anteriores transformaciones sociales que han redefinido la construcción social del género femenino y los roles adscritos a su condición, resurgió una identidad de género muy ligada a la resistencia. Las mujeres pasaron de buscar la supervivencia de sus familias en la discreción de sus hogares en la zona serrana del sur de Sinaloa, a la lucha por derechos civiles y sociales en un ámbito urbano y politizado, “Desalojan la Picachos”. Periódico Noroeste. Mazatlán, Sinaloa. Julio 14 de 2009. Año XXIX. No. 11601. Portada. 96 - 203 - una faceta totalmente nueva para ellas pero a la vez reivindicadora de sus capacidades. Pero estas heroínas no empuñan las armas de fuego, sino que luchan con las armas de su lenguaje irreverente y retador, que suelen ser a veces más letales. María del Rosario Alapizco Páez es la mejor exponente de esta clase de mujeres, de quienes se destaca su valentía y carácter retador, pero mucho más su sentido de cooperación con la comunidad de acuerdo a los relatos recolectados. En el corrido dedicado al pueblo de Las Iguanas, compuesto e interpretado por Hortensia Gutiérrez, se habla de “Charis” como una mujer de lucha y de causas justas, lo que se puede apreciar en el siguiente fragmento 97: En ese pueblo nació una mujer muy entera,/ es una mujer de lucha que no respetó frontera/ y hasta en Estados Unidos luchó como una fiera./ Rosario, nombre de pila, conocida como Charis,/ los de la presa Picachos, ahí todo el mundo sabe / que tiene muchas agallas y no se le raja a nadie./ Ahí en la presa Picachos hay mujeres muy valientes / comenzando con la Félix, por ella se queda al frente,/ y así son las de Picachos saben muy bien defenderse. Tanto los héroes —como las heroínas— sincretizan los anhelos y valores de toda una comunidad y muchas veces poseen la cualidad de encausarlas en pos de un objetivo común, y por lo mismo son susceptibles a la imitación por parte de los demás miembros del colectivo. Estas nuevas características que estaban adquiriendo un estatus de orgullo y naturalización entre los pueblos afectados por la Picachos, no se veía sólo en las mujeres líderes, sino en la mayoría de las jóvenes, señoras y adultas mayores, quienes haciendo uso de la creatividad buscaban siempre el mayor impacto de las protestas. Por ello, hacia el final del estribillo el 97 Fragmento. Producción independiente proporcionada por la autora. - 204 - corrido mencionado también generaliza y establece que “las mujeres de Picachos saben muy bien defenderse”. El lenguaje irreverente y el humor lleno de sarcasmo lograron en muchas ocasiones atraer la atención de periodistas y ciudadanos, y al parecer también el encono de los gobernantes ante el desconocimiento de su autoridad. En el corrido La Diablita, interpretado por las Hermanitas Aguirre, un dueto conformado por dos mujeres oriundas de la sindicatura de La Noria, se enfatiza el lenguaje irreverente pero también en cómo un pueblo inconforme puede convertirse en una pesadilla, en la encarnación del mal, en un demonio con rostro de mujer: 98 Allá por las Olas altas del puerto de Mazatlán / la Diablita se aparece empezando el carnaval,/ recordándole al gobierno lo que tiene que pagar./ La Diablita le bailaba recordándole al gobierno:/ si no me pagas las tierras te llevaré hasta el infierno / porque tú vas a soñarme hasta en tus más lindos sueños. Una de las intérpretes, Blanca Aguirre, asegura que dedica la canción al gobernador Mario López Valdez, quien después de diez meses en el gobierno, mismo tiempo que le dieron como tregua para que cumpliera con el pago de las indemnizaciones, no había cumplido sus promesas de campaña. “[…] ¿Dónde está lo que usted nos prometió; toda la Picachos estamos muy, ahora sí como se dice vulgarmente, muy encabronadas; ¿por qué? Porque de puras promesas… ya está como la canción de Daniela Romo, ‘promete y promete y nada cumple’. ¿Dónde está? Ya son diez meses los que tiene en el poder, y ¿dónde está’. Todos nuestros hijos tienen hambre, no hay escuelas, no hay calles, no hay nada. Todas las 98 Producción independiente de las Hermanitas Aguirre, originarias de la sindicatura de La Noria, municipio de Mazatlán. - 205 - personas de la tercera edad las están dejando, las dejaron, sin patrimonio. ¿Qué vamos a hacer?”. Este empoderamiento llama la atención debido a que contrasta de forma radical con los datos estadísticos del Instituto Nacional de Geografía e Historia (Inegi), debido a que retratan a las mujeres en una situación de desventaja social con respecto a los hombres, con bajos índices educativos y casi nula participación en las actividades económicas. Según el censo de 2010 las mujeres conformaban sólo el 10.5 por ciento de la población económicamente activa (PEA) y únicamente ocupan la jefatura del 11.4 por ciento de los hogares. Al menos, esto es lo que muestra el discurso manifiesto que se utiliza para responder a las encuestas del organismo oficial de acuerdo a una metodología de preguntas cerradas. Es interesante agregar que a pesar de las diferencias cuantitativas en cuanto a la actividad económica y generación de ingresos, el nivel educativo en el comparativo por género revela una cierta equidad aunque con un grado promedio de escolaridad bajo para ambos, con 6.23 para los hombres y 6.55 años aprobados de estudio para las mujeres. La realidad es que las mujeres en los pueblos de la presa Picachos, muy probablemente también en otros poblados campesinos, nunca han correspondido al estereotipo de pasividad de la mujer “de rancho”; pues de acuerdo a las entrevistas realizadas, se acostumbraba que las féminas trabajaran a la par que los hombres; entre sus saberes se encuentran todas las labores del campo, como sembrar, cosechar, arrear ganado, preparar alimentos, además del trabajo en el hogar, aunque siempre supeditada a los varones. - 206 - Se dice normalmente que la mujer le ayuda al marido, es decir, no trabaja por su propia iniciativa, sino guiada por la costumbre y con dependencia de los hombres, primero de los padres y luego de los esposos, quienes les brindan apoyo y seguridad. En tiempos de la revuelta armada, de la pequeña “revolucioncita”, como le llaman algunos pobladores, la historia oral del pueblo cuenta que era una lucha de hombres; la mujer nunca participó activamente a través de la fuerza física ni de forma pública, pero en la “oscuridad” de su casa ejercía el mando en su pequeño territorio, por lo que podemos deducir que el empoderamiento se encontraba latente y sólo necesitaba un detonante para salir a la luz. Tal vez como dijera Gramsci, la coyuntura contiene un valor investigativo en sí misma, no por su permanencia, sino porque en los momentos de mayor presión social, las colectividades sacan a relucir lo que realmente son, y quizás agregaríamos, su verdadera identidad. Pero el cambio de roles de género no sólo significa una modificación en ellas mismas, sino en la conciencia de toda la comunidad; representa una transformación total de un pueblo volcado a la resistencia, porque si ya no queda un reducto de pasividad, la que solía atribuirse a las mujeres en su rol tradicional, entonces no hay espacio para la tregua, sino más bien que florece la combatividad colectiva. Durante el desplazamiento involuntario, se generan transformaciones abruptas pero también susceptibles de permanecer a largo plazo en las dinámicas sociales de la comunidad, debido a que es un evento que trastoca la vida individual y comunitaria en todos sus aspectos. María Ascención Moreno Enciso, madre de familia, abuela e integrante del movimiento de protesta, asegura que nunca olvidará sus vivencias durante las - 207 - múltiples acciones de la resistencia y asegura que han estado llenas de aprendizajes. “Hemos aprendido a no dejarnos, que si no luchamos no se nos van a respetar nuestros derechos, ya no somos tan calladas, antes las mujeres nomás en su casa, ahora no nos da miedo enfrentarnos al gobierno, decían ‘las mujeres al frente’ y nunca nos dio miedo […] a mí me gustaría que mis nietos supieran que su abuela luchó por lo suyo, por el patrimonio de la familia, para que ellos tampoco se dejen”, menciona esto al tiempo que muestra una serie de recortes de periódico donde se publican noticias y crónicas acerca de la historia de “Los Picachos”.99 También algunos donde ella aparece en fotografías, portando pancartas o marchando bajo el rayo del sol, imágenes que —asegura— servirán como evidencia de un relato que podría continuar por generaciones. 3. Los medios de comunicación en el siglo XXI y la memoria colectiva Para muchos llama la atención, que siendo Sinaloa un estado prolífico en represas de gran magnitud, ningún reasentamiento haya despertado un movimiento de resistencia tan fuertemente arraigado y relevante como conflicto social a nivel regional y nacional inclusive. Y es que no se entiende una movilización como la de “Los Picachos” sin la proyección de los medios de información, pero no sólo aquellos tradicionales como la prensa escrita, la radio y la televisión, sino el surgimiento de medios interactivos como el Internet, que para principios del milenio su poder de penetración y difusión se encontraba plenamente probado. La difusión de la información no sólo sirve para dar a conocer los sucesos de forma neutral y acabada, 99 Entrevista a María Ascención Moreno Enciso, el día 08 de julio de 2012. - 208 - sino que con la decodificación, como señala Roland Barthes, por parte de los receptores comienza todo un proceso de reconstrucción de la verdad, que se da no como un proceso automático de rebote sino como un proceso creativo y socialmente caracterizado. Pero además un factor que agrega a la complejidad del fenómeno es la cantidad de medios a disposición de los usuarios y la capacidad de multiplicación de sus efectos a través de la reproducción y reenvío de la información, como sucede a través del correo electrónico, el teléfono celular y los contenidos en la Red.100 Esto genera no sólo un aumento cuantitativo de la información en espacio mediático, sino una serie de procesos cualitativos tendientes a crear y recrear las narrativas, que ahora se viven como una construcción colectiva progresiva e imparable, propiciando que más actores sociales se involucren en un conflicto y de una forma más intensa a través de una comunicación cuyo epicentro se encuentra en ninguna y en todas partes a la vez. Atrás quedó el control absoluto de la información ejercido por las potestades del Estado, lo que dificulta la represión de los movimientos sociales de grupos subalternos. Como se asentó en el Capítulo II, la ejecución de grandes proyectos de infraestructura pasó de ser una indiscutible decisión de Estado a un tema del debate público, sin importar la correlación de fuerzas y en quién o quiénes finalmente recaigan las determinaciones finales. En el periodo gubernamental de Lázaro Cárdenas, con el dominio de la tendencia nacionalista, cualquier magna obra y, en especial, las de estrategia energética, eran 100 Sin contar las redes sociales cibernéticas, como Facebook y Twitter, cuya incorporación masiva al espectro mediático se presentó unos años después de iniciado el movimiento de protesta de los desplazados de la presa Picachos. - 209 - vistas como una necesidad indiscutible para el progreso sin reparar en los costos humanos, sociales y culturales. Después la toma de decisiones se fue complejizando en un mundo cada vez más globalizado, donde los Estados nación ya no son los “reyes” del mundo y existen otros poderes fácticos mundiales que le disputan esa soberanía, como las fuerzas del mercado, los organismos civiles y las instancias financieras internacionales que ejercen una suerte de presión sobre las acciones particulares de los gobiernos federales e incluso a escalas territoriales menores como la de los gobiernos estatales y municipales. El número de conexiones entre una información y otra se disparan y crean un fenómeno de la opinión pública global mucho más complejo que el de las audiencias en la teoría clásica de las Ciencias de la Comunicación. La situación de desarraigo y el posterior conflicto que desató la construcción de la presa Picachos, fue un tema que generó más de mil noticias tan solo durante 2009 y 2010, según algunos portales de Internet, lo que potenció la existencia de una colectividad representativa de una identidad en resistencia hacia el exterior de la comunidad. Las grandes represas suelen ser obras controversiales por sus inversiones, por sus efectos irreversibles sobre el medio ambiente y la población, pero aquí también intervinieron los factores culturales e identitarios para que el tema se subiera a la cima de los asuntos prioritarios en la agenda pública. El factor de la identidad socioterritorial fue un gancho que llamó poderosamente la atención en las mentes de las audiencias; el drama humano de ver morir al pueblo donde se nació y se vivió la infancia fue retratado y explotado ampliamente, sea o no deliberadamente, en las imágenes y en los espacios informativos. - 210 - “Aquí dejé enterrado mi ombligo”, rezaba el título de una crónica periodística, una historia de vida donde se narra el dolor por la pérdida socioterritorial. "Cómo no me voy a poner triste porque se va a inundar San Marcos y todos los pueblos que conozco como la palma de mi mano desde hace 90 años", lamenta don Irenio Lizárraga, sentado en la casa que fue de su bisabuelo y en la que ha vivido durante casi un siglo. "Aquí está enterrado mi ombligo, el de todos mis hijos, el de mis padres, abuelos y bisabuelos".101 Más allá del elemento meramente económico, que sin duda es de importancia estructural, el aspecto humano ocupó gran relevancia en los contenidos mediáticos durante la etapa coyuntural de la transición del viejo al nuevo pueblo. Lo que estaba en la discusión no era sólo el cuánto se pagaría a los afectados, sino el cómo se repara lo irreparable, el cómo sustituir un territorio que se ha construido y valorizado colectivamente, intrínsecamente ligado a las memorias y a las historias personales de cada uno, por otro territorio nuevo donde no hay nada suyo, nada que les reponga su identidad en la parte material y simbólica. Este tipo de historias se publicaron en gran número, provocando un alto impacto en los públicos de los distintos medios de comunicación y empatía en buen número de la población hacia las víctimas del desarrollo. Tanto los comuneros y avecindados de San Marcos y demás pueblos afectados, así como los medios masivos de información, algunos artistas e intelectuales, registraron los eventos más representativos del desplazamiento. De forma un tanto más organizada los miembros del movimiento, y de forma más “San Marcos: ‘aquí está enterrado mi ombligo’”. Periódico Noroeste. Mazatlán, Sinaloa. Año XXVIII. No. 11291. Expresión. 101 - 211 - espontánea y descentralizada la ciudadanía. La materia prima de la memoria colectiva, que en las culturas rurales tradicionales, se transmitía de boca en boca, de generación en generación; se iba desgastando al paso de los años, y necesariamente los materiales de la memoria se iban distorsionando y difuminando, se materializa y se visibiliza en los contenidos de los nuevos medios de comunicación, que se convierten en esta forma en una fuente de memoria colectiva alternativa. Los videos, fotografías, imágenes y testimonios conforman un historial de sucesos que pueden ayudar a la preservación de la memoria histórica desde la perspectiva de los sujetos sociales a través de la interpretación y la sistematización de los datos. Los medios de comunicación, no por sí mismos, sino como procesos sociales, se erigen de esta manera como receptáculos y moderadores del repertorio simbólico del que se nutren las identidades. Se debe acotar que entre los medios de comunicación también se presenta una correlación de fuerzas con el capital social de su credibilidad y poder de penetración en las audiencias. En el caso de Sinaloa, los diarios El Debate y el Noroeste gozan de prestigio y legitimidad ante un gran público, por lo que se consideraron como parte de los medios influyentes en la conformación de identidades en el contexto regional, a su vez ligados con la comunicación vía Internet, correo electrónico, la tendencia de los blogs y el portal de Youtube. Durante el tiempo que el conflicto se ha mantenido en el ojo del huracán de los medios, se han creado al menos dos libros, un cortometraje, un documental, así como trabajos académicos alrededor del desplazamiento provocado por la presa Picachos, contribuyendo a la creación de una representación social de los - 212 - desplazados, de la cual se carecía anteriormente en el contexto local, al menos no de forma tan ligada al interés público. Lo importante de este proceso comunicativo es que termina por definir en un sistema de acción más amplio qué características posee la categoría social de desplazado y qué implicaciones conlleva esto para las identidades, la forma en que estas se confrontan y se interconfiguran. En resumen se muestra que el ser desplazado significa necesariamente el destierro, pero también ser excluido de un sistema social y político y de la estrategia imperante de desarrollo con marcadas tendencias a la inequidad; en este diálogo colectivo el Estado, en la voz de sus agentes o representantes, muestra intolerancia, indiferencia e incapacidad, una aproximación a la noción de Estado fallido, pero más aun a la de un Estado enemigo de su pueblo; pero sobre todo a través de las imágenes y de las narrativas de la resistencia, el ser desplazado significa no sólo ser víctima sino también ser constructor de nuevas realidades, o modelador de la realidad a través de la acción colectiva. Se puede observar cómo en un corto periodo, de julio a octubre de 2009, los pobladores de San Marcos y los demás pueblos reasentados atravesaron cambios drásticos, abruptos y violentos. A diferencia de la historia en los viejos pueblos en que las transformaciones sociales llegaban de forma esporádica y a un ritmo gradual. El conflicto se ha convertido en esta coyuntura, que a veces más bien parece estructural, en parte de la rutina cotidiana de los comuneros y avecindados inconformes, al grado que han adecuado sus vidas y actividades para poder participar en el movimiento y luchar por lo que consideran una justa indemnización, así como mejoras e inversiones en los nuevos poblados. - 213 - Y además que en este continuum de resistencia y conflicto, se fortaleció el capital social al interior del movimiento y se presentó una redefinición de los roles de género con el surgimiento de liderazgos femeninos y el nacimiento de nuevas heroínas de la comunidad. Se puede identificar que los principales actores que han participado en la reconstrucción de identidades son las instituciones, principalmente el Estado a través de sus representantes, los pobladores desplazados (tanto al interior como al exterior), entre los que se encuentran comuneros y avecindados, los medios de comunicación y el proceso de formación de la opinión pública. Entre los elementos más importantes para la configuración de identidades se encuentran los juegos del lenguaje a través de la capacidad comunicativa y simbólica, que se imprime en las acciones colectivas. La identidad de resistencia denominada Los Picachos se imbrica con la identidad socioterritorial de los pobladores de San Marcos, con referencia a la nostalgia por la comunidad perdida. Los sanmarqueños y demás activos del movimiento de oposición a la presa comienzan a ver con naturalidad el vivir bajo un ambiente de presión, por lo que han adquirido habilidades y saberes para la resistencia. Se puede concluir que esta identidad se conforma en el anclaje de su memoria colectiva, antes de irrumpir el fenómeno del desplazamiento, como la irreverencia, la festividad y la organización comunitaria, pero también bajo el molde del conflicto cuyo curso se vuelve aleatorio e impredecible. Los espacios de la resistencia se han transformado en los nuevos contenedores de las funciones sociales de antaño, allí es donde celebran, donde conviven, donde se asignan roles a determinados miembros de la comunidad y donde se busca una proyección hacia los tiempos por venir. - 214 - CAPÍTULO V. El Nuevo San Marcos: la transición Introducción Sería fácil pensar que una obra de gran magnitud, tan largamente acariciada por ciudadanos y gobiernos, traería aparejado consigo un plan de mitigación de daños y una estrategia de control de los efectos colaterales, sobre todo en lo que se refiere a las poblaciones afectadas; lo esperado sería que el proceso de reubicación fuera sólo eso, una especie de mudanza masiva, programada pero dentro de los límites institucionales, bajo control del Estado y sus dependencias. En el terreno empírico, el reasentamiento forzado por la construcción de la presa Picachos se ha presentado en una sucesión de hechos que no pueden ser conectados más que por el enfoque del conflicto y la acción colectiva que de éste se deriva. Fracasarían, por tanto, en un interés explicativo las perspectivas funcionalistas con base en las instituciones propias de un contexto democrático. La fase del reasentamiento —si tratáramos de seguir los modelos antropológicos tendientes a la restitución del modo de vida— se encuentra atravesada en su totalidad por el conflicto, una situación donde la vida pública se halla convertida en arena para la disputa y no en el terreno de la legalidad y el diálogo. La historia de los llamados nuevos pueblos encuentra sus raíces en una lucha colectiva, pero también en un despojo proveniente de una violencia que pudiera bien llamarse institucional, por lo que la significación o resignificación del territorio se torna ambigua y compleja. Es así como en la coyuntura actual (2009-2012), el movimiento de protesta por mejorar las condiciones de los pueblos y la lucha por el reconocimiento social, se entrelazan con la reconstrucción material y simbólica del - 215 - tejido social al interior de las comunidades, pero además con fenómenos sociales imposibles de encapsular en una operación abstracta y ficticia para no alterar los resultados de la investigación. Si ya el reasentamiento en sí parece lo bastante complicado, a este proceso se sumó una serie de hechos sangrientos sin precedentes en la región por su grado de violencia e impacto social. De acuerdo a archivos periodísticos, se cuentan por decenas los ejecutados, desaparecidos y los desplazados, ahora por segunda ocasión por motivo de la inseguridad. En el periodo de septiembre de 2010 a mediados de 2011, los pobladores, que se encontraban en plena búsqueda de la adaptación al nuevo territorio, vivieron momentos de terror bajo el detonante de extorsiones, amenazas y asesinatos de extrema violencia, que incluyen decapitaciones, secuestros y crímenes públicos que se atribuyen a la disputa del territorio entre gavillas antagónicas. Para muchos, no es una coincidencia que los hechos delincuenciales se intensifiquen justo al momento de la relocalización y en tiempos de conflicto social, y ven el clima de violencia como una represalia de parte del Gobierno del Estado y como un intento de dispersar el movimiento de resistencia. Los hechos delictivos no han sido esclarecidos por las autoridades judiciales y se atribuyen a la guerra de cárteles del narcotráfico, parte de la violencia generalizada que se vive en la entidad y otras regiones de México, además porque históricamente camino arriba a la zona serrana aledaña a San Marcos se ubican zonas de cultivos de mariguana y otras drogas ilegales. Sin embargo, los patrones de violencia y los métodos criminales no se conocían en la región, de acuerdo a los testimonios recabados. “Ya habíamos - 216 - visto que los hombres se mataban a balazos, pero nunca habíamos visto la muerte mocha”, señala entre dientes una mujer de edad avanzada que radica en el nuevo pueblo, en referencia a los degollamientos que recién se habían presentado. 102 Los adultos mayores de la comunidad coinciden en que ni aun en los peores enfrentamientos de la guerra contra los agraristas, las gavillas de la zona habían atacado con tal crueldad a la población civil. Aquí es significativo resaltar que el clima de violencia obligó a posponer el trabajo de campo para este trabajo de investigación. El acceso por carretera fue tomado provisionalmente por grupos armados, mientras el pueblo aún sin terminar de acomodarse a su nueva realidad, ya estaba saliendo en estampida por temor a la violencia o por amenazas directas. La primera visita que se realizó al Nuevo San Marcos para los propósitos de esta investigación tuvo lugar en abril de 2011, cuando de acuerdo a los primeros contactos, la situación se había “calmado” y ya había condiciones para visitar el pueblo. Sobra decir que acerca de las causas de la violencia o de los responsables, nadie quiso hablar en ese tiempo, mucho menos frente a la grabadora. Sería necesario interpretar los silencios más que las palabras. De forma extraoficial, se hablaba de las disputas entre gavillas enemigas, de la acción represora del Gobierno e incluso de venganzas personales provocadas por la distribución injusta de la tierra e indemnizaciones económicas en el nuevo asentamiento. Ante las condiciones expuestas, el reasentamiento de San Marcos se vivió más como una expulsión en medio del caos que como una simple relocalización en 102 Entrevista a Francisca Valle Moreno, entrevistada por la autora, entrevista # 02, Universidad Autónoma de Sinaloa, 10 de abril de 2011. - 217 - el sentido neutral del término, un éxodo que se vio apresurado por una tormenta el mes de octubre de 2009 y un reacomodo marcado por la tragedia y la sangre unos meses después. En el presente capítulo, después de una breve descripción sobre el nuevo pueblo y su etapa de transición, se analizará cuáles son las representaciones sociales que se construyen en el día a día del desalojo/reubicación acerca de la tierra prometida, esa donde el progreso y la modernidad se alzan como la moneda de cambio por el “sacrificio” que deben ofrecer los afectados en búsqueda del bien de una comunidad más grande a la que, en teoría, también pertenecen. De igual forma, retomando la voz de los pobladores en situación de desplazamiento, se expondrá un balance de pérdidas y ganancias en los primeros años de la reubicación, y se abordará una explicación de cuáles son los procesos identitarios mediante los cuales se reconstruye el tejido social desde lo simbólico en una trama imbricada por el conflicto, la violencia y la incertidumbre. 1. El Nuevo San Marcos: la tierra prometida entre lo rural y lo suburbano Cuando uno llega al Nuevo San Marcos se tiene la sensación de entrar a un lugar que no se decide entre su vocación rural y sus aspiraciones urbanas de modernidad. Fue construido como compensación por la pérdida de seis pueblos devastados por la presa Picachos, con una planeación similar a la de los fraccionamientos urbanos, hechos bajo un esquema de estandarización tendiente a satisfacer las necesidades de miles, de millones de personas, de quienes no importan sus orígenes ni su identidad. Son asentamientos para las masas. En el Nuevo San Marcos se carece de cuerpos naturales de agua, a diferencia del viejo - 218 - pueblo cuya vía principal era la prolongación de un arroyo. Escasea la vegetación silvestre. Sólo se observan algunos pequeños árboles, entre neems y palmeras, que a dos años del reasentamiento, todavía no alcanzan su pleno tamaño porque las vacas y los burros que suelen pasar por ahí insisten en comérselas. Las plantas se encuentran en el camellón de la avenida principal y en una que otra banqueta. Los abundantes jardines, coloridos y bien cuidados en el recibidor de las casas, dan cuenta del gusto de los sanmarqueños por las plantas, pero en este nuevo pueblo la tierra es más árida y se necesita regarlas con grandes cantidades de agua, la cual es escasa. El sol rebota con fuerza sobre el pavimento. Las personas circulan con los ojos y el ceño fruncidos. Las mujeres se cubren con una toalla porque los rayos solares lastiman la piel. La temperatura bordea los 40 grados centígrados. En el viejo pueblo también hacía calor, comentan los pobladores, “pero al menos había sombra de los árboles y en los portales corría el viento, y además podíamos ir a bañarnos al arroyo si queríamos, ¿aquí cual arroyo?”.103 La avenida funciona como la principal arteria del poblado. Constituye el eje del patrón de asentamiento, además de ser el único acceso desde la carretera que lo conecta con la sindicatura de La Noria y con el puerto de Mazatlán. Por lo mismo es la vía más transitada. Allí se ubican las residencias más vistosas, pertenecientes a las familias de mayor poder económico, también los establecimientos comerciales, que se construyen al frente de las viviendas. Entre los negocios del pueblo se cuentan una decena de tiendas de abarrotes y al menos tres supermercados con venta de cerveza, que surten no sólo al pueblo de San Marcos, sino también a los habitantes 103 Entrevista a María Ascención Moreno Enciso, entrevistada por la autora, entrevista # 19, Universidad Autónoma de Sinaloa, - 219 - de la zona serrana que deben atravesar por ahí para poder llegar a sus pueblos. En la zona que pudiera denominarse como el primer cuadro de la localidad, la arquitectura muestra un estilo que mezcla rasgos campiranos con elementos urbanos. Muchos sanmarqueños, a manera de broma, dicen que es otro “Lomas de Mazatlán” (uno de los fraccionamientos más exclusivos del puerto). Estas casonas, que de cierta forma vienen a sustituir a las viviendas típicas de teja y portales del viejo San Marcos, se asemejan en gran medida a la zona residencial de cualquier núcleo urbano. Con pisos de mármol, columnas y dinteles de ornato al estilo clásico o al estilo Iónico e incluso se pueden ver algunos detalles arabescos como un símbolo de clase social. Las tejas, que ya no se hacen con el material de la región, son sólo un detalle estético como una remembranza del pasado. La mayoría de las casas, además de los llamativos jardines, conservan el uso del porche como un umbral intermedio entre el exterior y el interior de la casa. Suele estar rodeado de macetones y otros elementos de ornato y es ocupado por varias sillas de plástico o de madera, mecedoras hechas con lías sobre una estructura de fierro, colocadas en semicírculo para propiciar la conversación que puede durar horas o minutos, o bien, reducirse al simple saludo a los paseantes. Pero aunque exista el espacio físico para ello, la convivencia cada vez es menos frecuente. Además de la principal vialidad, hay otras dos calles pavimentadas que aún no tienen nombre y se identifican como calle 1 y calle 2, y donde las casas presentan de igual forma un estilo urbano y moderno, aunque con un aspecto menos lujoso que en la principal avenida. Sin embargo, hacia las orillas y arriba en las faldas de los cerros, - 220 - conforme se alejan los pasos de la avenida se observan viviendas más precarias y de menor superficie construida. Muchas de ellas presentan pocos o nulos cambios a como las entregó Gobierno del Estado. Unos pies de casa de 36 metros cuadrados, paredes de adobe sin enjarrar, con un espacio de uno por dos metros a manera de porche, cubierto con una techumbre de lámina galvanizada de color rojo. La sala es un pequeño espacio que se recorre en dos pasos y la recámara se ocupa casi en su totalidad con una cama matrimonial. Más de la mitad no tienen reja o barda perimetral, y en su lugar hay una cerca de alambrado que se abre y cierra al embonarla en una estaca, a manera de un corral. Para la gran mayoría, fue necesaria una inversión de miles de pesos para poder hacerla habitable. A falta de nomenclatura, los habitantes han tenido a bien ponerle “apodos” a las calles y áreas de la localidad. Así, a la calle 1 ya se le conoce como el barrio de La Tuna, para recordar a un barrio en el otro pueblo; a un barrio que se ubica en la hondonada de unas lomas y se ubica en la parte más baja, se le conoce como Las Verijas del Diablo, y a la zona ubicada junto a la planta de tratamiento de aguas negras, le llaman “Los Perfumes”, por los característicos y fétidos olores que de allí se emanan. Sin embargo, no se ha logrado la construcción social de verdaderos espacios públicos. La plazuela y la Iglesia se ubican en una prolongación de la avenida y ya no fungen más como el centro neurálgico de la comunidad, por el contrario, lucen solos la mayor parte del año, al igual que otros espacios comunitarios como el cobertizo, que al momento de la observación se hallaba ocupado por montones de arena y de grava, y brotes de maleza. Nunca se ha realizado un baile en ese lugar o algún otro - 221 - evento colectivo. La iglesia, construida a semejanza del antiguo templo de San Marcos pero con un estilo más moderno, es un espacio con actividades esporádicas, ya que no se ha asignado un sacerdote de forma permanente. El cura de la sede parroquial de La Noria asiste con dificultades, y no de muy buena voluntad, sólo cuando se presentan eventos especiales, como bautizos, primeras comuniones o algún funeral, que durante un periodo fueron bastante frecuentes.104 El Nuevo San Marcos cuenta con un Centro de Salud, equipado con sala de urgencias y equipo médico básico, así como planteles educativos para jardín de niños, secundaria y preparatoria, donde estudian los niños y jóvenes de San Marcos y de los otros pueblos afectados por la presa. 105 Sin embargo, la calidad de estos servicios se ve mermada por la falta de disponibilidad de profesionales de la salud y de la educación para trabajar en la comunidad por miedo a la acción de los grupos delictivos. En cuanto al patrón de asentamiento y al proceso de apropiación y valoración del territorio, se evidencian las drásticas diferencias entre el viejo y el nuevo pueblo. Mientras antaño se dio la apropiación de lotes de forma consensuada y mediada por las relaciones comunitarias y de parentesco, en el nuevo San Marcos la asignación de lotes, poco antes de que comenzara la inundación de los pueblos, se realizó en una situación de emergencia y de disputa. La queja recurrente entre los vecinos es que las viviendas no quedaron ubicadas cerca de las de sus parientes, como en el 104 De septiembre de 2010 a mediados de 2011, se presentó una cruenta ola de violencia en la región contra la población civil. 105 Las escuelas son una añeja demanda pero que ha cobrado más fuerza en los tiempos recientes debido a que el Nuevo San Marcos cuenta con una población juvenil abrumadora. El 56 por ciento de la población son menores de 18 años (más de 470) y un 11 por ciento tiene entre 18 y 24 años de edad, es decir, 93 jóvenes. - 222 - viejo pueblo. A pesar de que las distancias pudieran parecer bastante cortas de acuerdo a los estándares de las ciudades, la segmentación para los sanmarqueños significa romper con sus patrones de convivencia social, pues la costumbre era residir junto a sus parientes para convivir y ayudarse en caso necesario. Pero quizás la diferencia que significa una problemática más apremiante, es lo relativo a las actividades económicas y de supervivencia. En San Marcos las parcelas fueron repartidas y de acuerdo a ello se hicieron los caminos y las veredas que conducían a los lugares de trabajo, sin contar que la mayor parte de la población sostenían actividades productivas en sus propias viviendas, una combinación de autoconsumo y economía doméstica. En las casas contaban con extensiones suficientes para los corrales y criaderos de aves. El asentamiento emergente, pensado de último momento para satisfacer la necesidad del desalojo más que como hábitat, no contempla la comunicación con los sembradíos a través de rutas de acceso; y en muchos casos, los espacios son bastante reducidos para alcanzar la productividad acostumbrada. Para algunos campesinos, las parcelas se encuentran a varios kilómetros, lo que significa incrementar los gastos de transporte, lo que no es costeable tomando en cuenta que son productores a pequeña escala. La parte del pueblo que parece ciudad contrasta en las bocacalles con las rutas de terracería y el paso de los ganaderos que arrean a las vacas y atraviesan la amplia avenida. En los primeros dos años después de la reubicación, los afectados por la presa Picachos recibieron compensaciones económicas que los han ayudado en el proceso de adaptación; sin embargo, advierten, “cuando se acabe ese dinerito qué vamos a hacer”. Y eso lo dicen en - 223 - especial porque no existe un programa productivo oficial para regenerar la vocación agropecuaria de la comunidad.106 Los espacios habitacionales no fueron planeados como lugares productivos, sino como residencias citadinas en las que los miembros de la familia pasan la mayor parte del tiempo en el trabajo, fuera del hogar. Por otro lado, los lotes de las casas poco a poco se han ido reacomodando y los pobladores los han ido adaptando a sus necesidades. Es común observar siembras de traspatio, principalmente de maíz y de árboles frutales, y de igual forma, se continúa con la crianza de aves, vacas y cerdos tanto para el consumo doméstico como para la venta en el mercado local. Otra actividad es la producción lechera y la elaboración de productos lácteos, en especial quesos y cuajadas, que en San Marcos poseen un sabor característico. No obstante, las dificultades crecen enormemente por la falta de agua a diferencia del otro pueblo, donde casi en cualquier punto a la orilla del arroyo encontraban este vital recurso en abundancia. El poblamiento de un territorio ya no se puede estudiar únicamente a través de la dicotomía del mundo rural y el mundo urbano, sino más bien como un continuum, un flujo constante de mercancías, personas y culturas. Pero en un devenir histórico regular, aun los procesos de expansión urbana se desarrollan de forma más o menos gradual como producto de procesos sociales y económicos que tienen conexión con otros hechos de la vida social, que si bien significan cambios fuertes por lo menos abarcan periodos más amplios en el tiempo. En el caso que nos ocupa se produce 106 El Gobierno del Estado ha ofrecido la instrumentación de proyectos productivos con base en la presa. Los más cacareados tienen que ver con pesca comercial y deportiva, y actividades turísticas alrededor del embalse. Sin embargo, hasta la fecha no se han mostrado proyectos elaborados, con fechas concretas, presupuestos, objetivos, ni se han realizado estudios para saber cuál es la producción probable de la represa y cuántos empleos se pueden generar de ella. - 224 - un proceso forzoso de urbanización, donde la mayoría de la población se vincula estrechamente con las actividades del sector primario. No obstante, en el Nuevo San Marcos, la vida campo-ciudad es una constante, sobre todo con el puerto de Mazatlán, el núcleo urbano más cercano, aproximadamente una hora de trayecto en carro particular y una hora y media en el camión pasajero. De acuerdo al testimonio de las personas mayores, desde la década de los 60 del siglo anterior, se presentó una migración masiva desde San Marcos y los pueblos de la región para que los hijos pudieran estudiar más allá de la primaria ya que en ese tiempo sólo se ofrecía hasta el sexto grado y eso con grandes dificultades. La migración se presentó tanto en familias enteras como en una modalidad individual. Desde entonces, se ha intensificado el flujo de migrantes entre las comunidades de la zona y la ciudad de Mazatlán, tendencia que se acentúa con el reasentamiento a raíz de la obra hidráulica. El Inegi reporta en su conteo de población de 2005 que la comunidad de San Marcos contaba con 618 habitantes, antes de la construcción de la presa Picachos. Para el censo de población 2010, la población se incrementa a 848 habitantes, un alza del 37.20 por ciento, muy superior a la tasa media de crecimiento poblacional en el país, lo que habla de que al menos en los primeros momentos el desplazamiento no provocó la dispersión demográfica y, por el contrario, la noticia de la presa pudo atraer a aquellos locales que se encontraban fuera de la comunidad y reclamaron un lote o vivienda como indemnización.107 107 De acuerdo al censo 2010, la mayoría de los pobladores de las localidades desplazadas por la presa Picachos no han emigrado al extranjero, ya que cerca del 90 por ciento manifestó residir en la - 225 - No obstante las estadísticas oficiales, se ha detectado el fenómeno de una población altamente flotante y, por lo tanto, muy difícil de contabilizar de forma precisa y exacta en largos intervalos de tiempo. Los flujos migratorios regulares, hacia las ciudades del estado de Sinaloa como de otras regiones del país, no siempre son permanentes y se caracterizan por un ir y venir persistente, no tanto como una migración definitiva, sino como una continuidad de la vida comunitaria entre la zona urbana y la zona rural. Otra modalidad común es una migración parcializada entre vivir de lunes a viernes en el puerto y los fines de semana en San Marcos, o sólo irse por temporadas de acuerdo a las oportunidades laborales. Es una especie de “doble vida”, pues los migrantes tienen la posibilidad debido a las distancias relativamente cortas, de estar en dos lugares a la vez, de aprovechar la variedad de alternativas de vida en la ciudad pero sin abandonar la identidad rural. Se entiende mejor en palabras del señor Rafael Medina, quien radica en el puerto de Mazatlán hace más de 30 años, no ha dejado de visitar periódicamente San Marcos y se sigue sintiendo parte de esa comunidad: “Uno se va pero no se va del todo, siempre tiene los ojos puestos en el rancho y a cualquier oportunidad estamos yendo para allá para ver a la familia”, manifestó en entrevista. 108 El aumento de la población registrado por el Inegi a mediados de 2010 pudo tratarse de una fotografía del momento sin repercusiones a largo plazo. La ola de violencia, la falta de condiciones para realizar el trabajo agropecuario y la ausencia de certidumbre sobre el destino del pueblo, hicieron que la migración se intensificara misma entidad en el periodo 2005-2010, por lo que se apuntala la alternativa de la migración intrarregional. 108 Entrevista a Rafael Medina, entrevistado por la autora, entrevista # 16, Universidad Autónoma de Sinaloa, 26 de mayo de 2012. - 226 - y aparentemente por periodos más largos. Los siguientes dos años al levantamiento estadístico, el pueblo luce semidesierto. En el más reciente recorrido realizado el 14 de febrero de 2012, se pudo constatar que cerca de la mitad de las nuevas viviendas se encuentran deshabitadas. Las calles también muestran su soledad. Los pocos vehículos que llegan a San Marcos pasan sólo por la avenida principal. Por el resto del pueblo no se observa movimiento, con excepción de uno que otro cuidador de ganado que camina a paso lento con sus vacas hacia algún sitio de apastar. Ese día, durante el recorrido, después de caminar bajo los fuertes rayos del sol, cerca de 200 metros hacia arriba, observamos una actividad inusual. Junto al jardín de niños Juan Amos Comenio, una decena de madres de familia con sus niños a un lado, uniformados y acicalados para asistir a clases, se encontraban molestas y hablando entre sí. El motivo era que la profesora no se había presentado aún a laborar y eran más de las once de la mañana. Se quejaron de que es una situación recurrente. “Ya ningún maestro se quiere venir a estos pueblos ni tampoco los médicos”, lamentó una de las inconformes. Tanto los docentes como profesionales de la Salud acuden sólo por obligación y a regañadientes, agregaron, imponiendo condiciones como que los lleven y los traigan, y además hay una constante rotación porque para ellos es una situación temporal, que los ayuda a cubrir el requisito para después pedir su cambio a otro lugar. Después de escuchar a las mujeres, continuamos el recorrido contabilizando las casas abandonadas. Doña Gertrudis Osuna109, quien me sirvió como guía en el recorrido, apuntaba cada casa abandonada y cuál era el motivo. “A esta familia les mataron un hijo y se 109 A petición del informante se utilizó un nombre ficticio. - 227 - fueron”; y luego señalaba otra finca: “A ellos los extorsionaron y huyeron del pueblo —dice de una de las más grandes propiedades con local comercial incluido—. Lo malo es que a los pocos que tenían negocitos o empresas que pudieran, digamos, darle trabajo a los demás son a esos a quienes los gavilleros han corrido”, comentó consternada. 110 Y así caminamos por casi todo un poblado a medio vivir. Cerca de la mitad de las casas se encuentran desocupadas, entre estas un porcentaje corresponde a las personas que se desplazaron por miedo y otro tanto por falta de empleo. Además, a decir de los comuneros, muchas viviendas fueron asignadas a pobladores que ya no vivían en el viejo San Marcos desde hace años y cuentan con casa en otra ciudad y no tienen la necesidad de habitarlas. La problemática del desplazamiento parece menor en el censo oficial más reciente, que señala que en el Nuevo San Marcos se cuentan 333 viviendas y sólo 236 habitadas, es decir casi el 71 por ciento, aunque debido a las situaciones intempestivas de violencia se vuelve complicado contabilizar los éxodos de forma acuciosa, tomando en cuenta que muchos de estos pueden convertirse en retornos si las condiciones de seguridad lo permiten y dependiendo cada caso; además de que por el alto impacto de los crímenes se pueden generar salidas múltiples de población en episodios cortos e intensos. 111 En suma, el Nuevo San Marcos representa un poblamiento en plena transición donde todo es provisional, nada parece permanente y donde siempre se vive a la 110 Entrevista a anónimo, Universidad Autónoma de Sinaloa, 13 de febrero de 2011. Tomando como fuente el Inegi, en el 2005 se contabilizaron en los seis pueblos 340 viviendas habitadas mientras que en el 2010 se contaron 526, una diferencia de 186 casas. El rubro de viviendas totales, que aparece en el Censo 2010 y no así en el Conteo de Población 2005 es también de consideración. De los seis pueblos en mención, en cinco se presenta una diferencia positiva entre viviendas habitadas y viviendas totales. La diferencia en total es de 204 viviendas. 111 - 228 - espera de algo. El trance hacia un nuevo pueblo no es sólo crear la infraestructura física para ello, la formación de una cultura local, un sentido de comunidad no se da sólo por la construcción de calles, escuelas y hospitales. Se puede observar cómo después de la reubicación forzosa, se presentan factores que amenazan con romper los lazos sociales y el sentido de comunidad, una desarticulación de los patrones de existencia social motivada por la situación de incertidumbre, la expulsión de las poblaciones por flujos migratorios regulares y, recientemente, por el impacto de la ola de violencia. Tomando en cuenta que en una comunidad en el sentido clásico, las relaciones sociales más influyentes son eminentemente territoriales con base en la cercanía y en la convivencia cotidiana y directa, la dispersión de la población es un factor para debilitar las identidades locales, al igual que la desaparición o transformación radical de los espacios geosimbólicos de convivencia y de reafirmación del sentido de pertenencia a una localidad. En este caso, la devastación del viejo San Marcos se asocia a la pérdida de los significados relacionados con éste y con su historia tanto colectiva como individual. Este periodo es particularmente significativo porque para los habitantes es inevitable la comparación del antes y el ahora. Los marcados contrastes entre un pueblo y otro desatan una serie de evocaciones y narrativas que a través de la nostalgia configuran representaciones colectivas no sólo del San Marcos de antaño, sino también del territorio nuevo, donde la palabra se despoja de su sentido positivo de modernidad, novedad, renovación, para adentrarse en el campo semántico de lo diferente, de lo desconocido, de lo incierto. - 229 - Para los habitantes en situación de desplazamiento, surgen los imaginarios colectivos en que todo tiempo pasado fue mejor. Aunque si bien, como apunta Marc Augé, por más detalles que contengan, nunca los recuerdos serán la verdad absoluta de nadie. Las cosas que eran consideradas rutinarias en los tiempos anteriores a la presa, como parte de lo naturalmente dado, retoman una importancia tal en el nuevo contexto, que adquieren dimensiones afectivas inusitadas. La flora, la fauna y el agua en abundancia aparecen con tristeza en todos los relatos, en contrapunto con la situación actual de sequía y desolación. El Nuevo San Marcos no puede ser evaluado sino a través de la consciencia de la pérdida y la esperanza de un mejor futuro, sobre todo por la coexistencia en este periodo del primer pueblo de San Marcos y el llamado Nuevo San Marcos. El parámetro de contrapunto siempre será la comunidad ideal (a la manera de Bauman), entre aquella sociedad prístina donde la Naturaleza proveía a raudales y la fraternidad constituía un refugio al interior de la comunidad y una forma de organización de la vida social. En contraparte, intenta imponerse la visión del progreso, del favorable cambio a la modernidad y la riqueza material, con base en una sociedad individualista. En especial para los adultos mayores de 60 años de edad, la pérdida se percibe como total, pues en las comunidades con gran raigambre al territorio, éste se vincula estrechamente con todos los aspectos de la vida y no sólo con lo material. La sensación de despojo y de violencia, se expresa claramente en las palabras de Francisca Valle Moreno, de una de las familias de mayor tradición en San Marcos: “Recordamos al viejo San Marcos con mucha tristeza, con mucho dolor y mucho - 230 - coraje. Yo entro al centro de San Marcos y siento ganas de llorar, de ver cómo quedó, destruido, como si le hubieran echado una bomba…” Y es que los escombros y las casas derruidas, dan el aspecto de un desastre, si bien el pueblo sólo fue inundado en una pequeña área de las zonas bajas. Se le pregunta qué opina del nuevo pueblo y responde: “Este pueblo no es igual, nunca va a ser igual, en primer lugar la gente ya no es la misma, yo no sé por qué la gente se ha hecho tan envidiosa, antes los ricos ayudaban a los pobres, y ahora sólo surgen los ‘liebrones’ que quieren chingarse al pueblo, hay que hablar lo que es la verdad, no nos vamos a callar”. 112 Habla en relación a quienes supuestamente resultaron favorecidos con los procesos de indemnización económica por motivo de las afectaciones causadas por la presa Picachos. Otra señora, quien no quiere aparezca su nombre por temor a salir mal con los vecinos, opina que a la gente se le subieron los humos de que ahora tienen pavimento, drenaje y casas como de la ciudad, ellos se creen de la ciudad pero son de un pueblo, el nuevo pueblo no corresponde a la gente, hay que ser sinceros y reconocer que somos gente de rancho, no de ciudad. Los que viven mejor ya no nos quieren hablar, siendo que somos de los mismos. De qué les sirven las nuevas casas, sí están muy bonitas yo no digo que no, y el pueblo está bonito, pero si no pueden trabajar en ellas de qué van a vivir; aunque el pueblo se los hicieron a como ellos lo pidieron eso hay que decirlo… 113 En este balance de pérdidas y ganancias, se expresa en términos de pertenencia a la comunidad y habla de una fragmentación explicable a raíz de las aspiraciones de un cambio a un estado de vida más cercano a los estándares de modernidad; sin embargo, prevalece la duda sobre si esta transformación será lo 112 Entrevista a Francisca Valle Moreno, entrevistada por la autora, entrevista # 02, Universidad Autónoma de Sinaloa, 10 de abril de 2012. 113 Entrevista a anónimo, Universidad Autónoma de Sinaloa, 26 de abril de 2012. - 231 - mejor para todos y, sobre todo, si realmente valió la pena la destrucción del viejo San Marcos. Por su parte, Cecilia Sánchez, quien vivió el desplazamiento después de vivir más de 30 años en Las Iguanas, piensa que la presa es una especie de maldición para los pueblos, puesto que ha despertado la desintegración familiar y de la comunidad debido a la ambición por acaparar los pagos por las casas y parcelas. Se le cuestiona cómo afectó el desplazamiento la convivencia entre la gente: Mucho, mucho cambió la gente, la gente se volvió muy avariciosa. Mucha gente se volvió avariciosa, se empezaron a descontrolar las familias, hubo mucho pleito de familia por las casas, había casas en el pueblo viejo que eran herencias y ya al momento de cobrarlas salían todos los hermanos y no se ponían de acuerdo. Hubo familias enteras que se desintegraron a causa de la presa. Eso fue familiar, entre familias hubo mucho descontrol, yo creo que por eso se puso el ambiente tan feo, también porque se desató el Diablo, tanta matanza, hubo hermanos que para matarse por el dinero, por las herencias…114 La mayoría de los entrevistados coinciden en que el pueblo nuevo “no es lo mismo”, “ya no se siente igual”, “la vida no es igual”, y aunque las motivaciones varían en un rango muy amplio, desde la falta de agua hasta la zozobra por no tener ingresos seguros, sintetizan que para ellos no es su pueblo, como Marisol Lizárraga, quien es originaria de San Marcos y avecindada en La Noria, a quien se le cuestionó sobre el cambio: “En primera ya no me gusta ir al nuevo pueblo porque ya siento que no es lo mismo ir a tu lugar donde viviste, yo viví más de 20 años ahí y no es la misma; no me sabe a mí ni siquiera estar ahí en ese lugar nuevo, y me imagino que para la gente que le tocó ese cambio ha de ser mucho más difícil todavía ese desarraigo”. Y enseguida habló sobre lo que más se extraña del viejo San Marcos: 114 Entrevista a Cecilia Sánchez, entrevistada por la autora, entrevista # 05, Universidad Autónoma de Sinaloa, 3 de enero de 2012. - 232 - Ahí extrañaba de que ahí se podía jugar a la hora que sea, está un arroyo, ya ves la calle principal es un arroyo, y ahí siempre podías andar corriendo, jugando, ahí jugábamos volibol, beisbol, disfrutábamos más el convivio como que más cercano con la gente, que todo mundo salía y platicaba en la banqueta porque todo estaba más… y acá veo que ni con sus mismos vecinos, como que ya la gente perdió ese contacto; no fue buena la ubicación, no se llevaron con las mismas gentes sus mismos vecinos; hubo todo un descontrol, ya la gente no convive, no es igual el convivio y el trato que había en el viejo al nuevo [San Marcos]…115 Todas estas expresiones, se pueden interpretar como una pérdida de la identidad socioterritorial, una falta de apego a un nuevo espacio donde, siguiendo la metáfora de B. Badie, no se encuentran tatuadas las huellas de la historia; y ante las fuerzas que debilitan la identidad, lo único que parece regenerar las redes sociales de solidaridad como una transferencia del rancho idílico a la situación actual es la lucha colectiva, opositora al Gobierno y a sus políticas de desarrollo económico. Además de las visiones nostálgicas, tendientes a la vida en comunidad, se yergue también un enfoque rentista, y ambas motivaciones se enfrentan en el movimiento de protesta porque a pesar de las diferencias internas los une su interés por la tierra, ya sea como hábitat, comunidad o propiedad mercantil. 2. Violencia y conflicto como ejes reguladores del reasentamiento La intensificación de los flujos migratorios de expulsión, la atmósfera de violencia y el conflicto contra el Estado han derivado en alteraciones importantes en la manera de socialización en los pueblos desplazados. Tan es así que se presentó la suspensión de las fiestas comunitarias al menos en los primeros dos años 115 Entrevista a Marisol Lizárraga, entrevistada por la autora, entrevista # 04, Universidad Autónoma de Sinaloa, 5 de octubre de 2011. - 233 - después de la relocalización. Sin fiestas, con una sensación de miedo generalizada y una comunidad aparentemente sumida en la atomización, la rutina del pueblo cambió al encierro, a regresar temprano a sus casas y a ver la televisión y no a charlar con los vecinos o alistarse para las próximas festividades. De hecho, desde lo alto de alguna loma sobresalen en las techumbres de casi todas las casas las antenas azules o rojas de la televisión de paga. Los hombres dicen en son de broma que “se están haciendo noveleros” pues ya no pueden salir por las noches por temor a los delincuentes y mejor se colocan frente al televisor ante las clásicas historias televisivas. Y es que los actos criminales a lo largo de casi todo el 2010 y los primeros meses de 2011, se intensificaron no sólo por su frecuencia y número de víctimas, sino por los métodos del asesinato y su impacto colectivo. En los primeros meses del reasentamiento la Secretaría de Seguridad Pública de Mazatlán informó sobre la detección de grupos armados en esa zona de la sierra, la parte que corresponde a la sindicatura de La Noria y su zona serrana. “Yo recuerdo desde hace 20 años que tengo uso de razón en materia policiaca, que hay presencia de grupos y podemos decir nombres y apellidos de familias, pero lo que se requiere de fondo son labores de inteligencia para poder desarticular estos grupos que no hacen otra cosa más que proteger las cuestiones ilícitas que se desarrollan ahí en la zona, principalmente se siembra, cultivo y cosecha de droga”, dijo a un periódico local Víctor Manuel Zataráin Cedano, el entonces secretario de seguridad local.116 “Ubican en La Noria grupos armados: PM”. Periódico Noroeste. Mazatlán, Sinaloa. Mayo 27 de 2011. Año XXX. No. 11903. Sección: Seguridad y Justicia. 116 - 234 - Sin embargo, el aumento de los asesinatos y la forma de éstos apuntaban a la presencia de nuevas gavillas en la disputa del territorio. Tan solo en el periodo del 12 de abril al 24 de mayo de 2010, según el periódico Noroeste, mataron con armas de fuego a trece hombres originarios de esa región. Los asesinatos ocurrieron en las inmediaciones de La Noria y en la ciudad de Mazatlán. En plena Semana Santa, el 20 de abril, fue ejecutado un profesor de secundaria rural, lo cual caló hondo en el ánimo de los habitantes de la zona serrana, ya que a partir de ahí los maestros visitantes no quieren permanecer mucho tiempo a dar clases. Dos días después de la muerte del maestro, un Viernes Santo, fue hallado decapitado un habitante de San Marcos.117 Hecho que provocó terror entre la gente de la comunidad ya que el sello del crimen era algo a lo que no estaban familiarizados. Entre los actos vandálicos se cuentan disparos contra viviendas y quema de casas, así como extorsiones y amenazas directas sobre familias en específico para que abandonaran el pueblo. Aunque los pobladores se muestran renuentes a hablar de las causas de la violencia, los señalamientos off the record apuntan a que los registros periodísticos reseñan sólo una fracción de los homicidios perpetrados. Las autoridades policiacas reconocieron en esa ocasión la incapacidad de las fuerzas del orden para cubrir los altos de la sierra debido a las difíciles características de la geografía, por lo que existen zonas donde simplemente no hay presencia policiaca. Para los habitantes más que una incapacidad del Estado para hacer frente a la incursión de grupos armado que disputan el control de determinados territorios, se trata de una colusión de las fuerzas del orden con el crimen organizado que toma la 117 Ibídem. - 235 - forma de una simulación. Así, en el caso del Nuevo San Marcos, muchos de los crímenes sucedieron a pesar de que un destacamento del Ejército se encontraba a menos de 15 kilómetros del pueblo. Los soldados llegaban, recuerdan, hasta dos o tres días de haber ocurrido el hecho, por lo que la gente que vive en la sierra no cree en las autoridades ni confía en que el Estado cumplirá su función de brindar protección a los ciudadanos en su territorio. Más que un Estado fallido, en el imaginario colectivo se trata de un Estado agresivo con su pueblo, que al dejarlo en la indefensión se vuelve cómplice de la delincuencia. En la reconstrucción de identidades, se refuerza el papel del Estado como antagónico a los intereses de la comunidad, así como la tesis de que el Estado es el enemigo a vencer. Los siguientes meses continuaron los crímenes, los “levantones”, las amenazas a la comunidad y las extorsiones. Los grupos armados lograron sembrar el terror en la población. Y para septiembre de 2010 (o quizás desde antes), ya las comunidades se hallaban en franco camino de convertirse en pueblos fantasmas. 118 A fines de ese mes el periódico sinaloense Noroeste cabeceó así una de sus notas de portada “Abandonan por temor zona de Picachos”, que deja entrever la situación de inseguridad y temor que padecieron los habitantes afectados: 119 Ante el clima de violencia e inseguridad que se está viviendo en la zona serrana de Mazatlán, familias de los nuevos pueblos, donde habitan los desplazados de la Presa Picachos , han empezado abandonar sus casas. El fin de semana pasado dos niños fueron asesinados, la niña cuando transitaba un camino con su papá y el niño mientras dormía en su propia casa, en Las Tatemas. Y el lunes, una casa fue quemada y baleada por un grupo de al menos 40 gavilleros. Por esas razones, algunos vecinos prefieren buscar otro lugar más tranquilo donde habitar, revelan pobladores de la zona. Uno de los 118 Como se le llama al secuestro en el estado de Sinaloa. “Abandonan por temor zona de Picachos”. Periódico Noroeste, Mazatlán, Sinaloa. Septiembre 29 de 2010. Año XXX. No. 12026. Portada. 119 - 236 - pueblos de donde más familias se han salido desde que empezaron a surgir grupos armados es San Marcos. "Poco a poco se han estado saliendo familias en busca de tranquilidad, aquí en San Marcos ha habido mucha gente amenazada y otra hasta les han secuestrado a familiares por lo que ya no viven en paz", comentó un habitante del lugar quien omitió su nombre por temor […] En esa nota informativa se hablaba de por lo menos 30 viviendas solas en ese momento, cuyos habitantes huyeron hacia la ciudad de Mazatlán y otras regiones del estado. El miedo alcanzó a todos los pueblos de la Picachos. En Los Copales, un vecino que no dio su nombre por miedo, asegura que recibió amenazas y no le quedó más opción que huir de la violencia aun perdiendo sus pocas pertenencias. "La situación está muy dura y sin seguridad mejor decidimos irnos a buscar otro lugar, no sabemos a qué horas va a llegar gente desconocida al pueblo en busca de dinero", señaló al diario citado. Tanto en esa información periodística como en los relatos recabados para la presente investigación, los señalamientos apuntan a que no es gente de ahí la que está provocando el pánico, aunque no se sabe de dónde vienen ni quién los manda. 120 Recientemente (febrero de 2012), uno de los crímenes que causó mayor conmoción en el Nuevo San Marcos fue el de un joven de 18 años, quien fue acribillado con rifles AK-47 y luego degollado enfrente de su madre y hermanas. Su cabeza fue arrojada al frente de su casa, donde al día siguiente montaron un pequeño altar hecho a base de ladrillos y una cruz de palo. Según la creencia, esto contribuye al descanso del alma cuando se fallece de forma violenta, aunque no así de los vivos, quienes debieron escapar de forma forzada de este nuevo pueblo sin raíces. 120 Ibídem. - 237 - Los lugareños cuentan al menos 70 muertes en una larga racha de odio y sangre, sobre todo personas oriundas de los nuevos pueblos y de las comisarías y ranchos vecinos, de La Noria, de Juantillos, Los Copales, El Placer, por decir los más sonados. Y entre estos muertos y desaparecidos, aparecen al menos 40 miembros de la resistencia, según afirma el líder del movimiento, Atilano Román Tirado, quien ha sido detenido en dos ocasiones y ha sido objeto de amenazas. Expone que enfrentarse a un gobierno es siempre una lucha desigual: “…obviamente es un gran peso tener en contra a un gobernador con todo lo que eso representa, todo el poder, toda la maquinaria que está a disposición de un gobernador, con los medios de comunicación controlados, con el manejo de la información quieren debilitar cualquier movimiento…”121 En los imaginarios colectivos, la presa Picachos, que simboliza el desarrollo excluyente promovido por el Estado, se encuentra ligada al despojo y a la invasión a la comunidad. Y quizás a esto se debe que, aunque las autoridades han atribuido los atentados a las bandas criminales, un gran sector de la población considera que la ola violenta es en realidad un acto represivo en respuesta al movimiento de protesta. Así el rumor se yergue como arma difusa y simbólica en venganza contra el Estado. Se cree que el embalse se ha convertido en un cementerio de agua, pues se preguntan: “¿a dónde si no, van a dar los cuerpos de tanto desaparecido?” 121 Entrevista a Atilano Román Tirado, entrevistado por la autora, entrevista # 20, Universidad Autónoma de Sinaloa, 10 de julio de 2012. Cabe mencionar que si bien la prensa local presentó un manejo de la información favorable al movimiento de “Los Picachos”, en la primera parte del conflicto, a partir del año 2012 la tendencia se ha revertido durante la nueva administración estatal. - 238 - El número de muertos resulta significativo si se toma en cuenta el tamaño de las comunidades afectadas, ya que ninguna rebasa los mil habitantes, además de que por el tipo de convivencia que predomina tradicionalmente en esos lugares, todos los habitantes mantienen lazos estrechos de parentesco, compadrazgo y vecindad, por lo que el golpe a la moral colectiva es mucho mayor que en las ciudades medianas o grandes, donde los muertos se confunden como sombras anónimas entre las masas. Los procesos de adaptación y reasentamiento en nuevos territorios se han vivido en medio de este clima agresivo y de un desplazamiento forzado por un conflicto entre gavillas. Los que se fueron perdieron no su pueblo, porque todavía no se desarrollaba la apropiación y valoración del lugar, pero sí la esperanza por muy mínima que sea de llegar a una estabilidad social. Pero los que se quedaron tampoco ganaron mucho. El estado de alerta en que permanece hasta la fecha la población asentada en el Nuevo San Marcos se pudo palpar de forma contundente durante las primeras sesiones del trabajo de campo. La conducta de los pobladores se ha adaptado en busca de su seguridad; los que deciden quedarse lo hacen bajo ciertas condiciones, explícitas o no, tendientes al control de la población civil. La más importante: el silencio sobre los asesinatos y sus responsables. El pueblo, que años atrás se caracterizaba por una algarabía casi permanente, ahora parece un paraje aislado y semidesierto. Las personas procuran no circular por la noche a no ser que sea muy necesario; por lo que planean sus actividades de tal forma que puedan realizarlas durante horas del día. Recomiendan a quienes los visitan no llegar en autos desconocidos una vez que ya ha oscurecido. Por las noches, en los momentos más intensos del clima de inseguridad, había - 239 - quienes dormían en el piso por temor a una bala perdida de algún enfrentamiento. Los que radican fuera del pueblo llaman con frecuencia para ver cómo se encuentran sus familiares. El miedo se advierte, por ejemplo, con la sensibilidad hacia los ruidos, como el arranque de coches, juegos pirotécnicos o cualquier otro sonido del ambiente. El cambio de conducta con el fin de garantizar la protección de su integridad y la de su familia ha repercutido en una separación del tejido social, no sólo por los núcleos familiares destruidos a causa de la muerte; si no porque incluso se rompe la convivencia con los vecinos por el miedo a “meterse en problemas” y se crea una zozobra entre los miembros de la comunidad por no saber realmente quién está detrás de los eventos trágicos. En este lapso ningún evento colectivo pudo ser realizado con éxito, lo que pone en peligro la reproducción de las pautas culturales como fiestas, tradiciones y memoria colectiva, que en estas comunidades se transmite principalmente en forma oral. Con gran parte de la comunidad huyendo por la violencia, y la otra adaptándose a transformaciones sociales que nunca habían experimentado, el sentido de comunidad corre el riesgo de desaparecer. Aunque pudiera tratarse de una situación temporal y los desplazados busquen el pronto retorno al pueblo, también hay evidencias en el estado de Sinaloa de pequeños poblados desaparecidos por el azote de grupos armados. La conservación de las culturas locales, en un ambiente de confrontación y muerte, no es la prioridad de ningún grupo social en el medio del conflicto. En este contexto, para muchos la acción colectiva contra el Gobierno, significa un retorno a la comunidad y la única alternativa para la apropiación del territorio con - 240 - fundamento en la lucha social y no en los dictámenes burocráticos de un reasentamiento institucionalizado. “Los Picachos” recuperan en el movimiento de protesta algo de lo perdido con la desarticulación social y existencial como consecuencia de la construcción de la represa y de la situación de inseguridad. Analicemos la crónica de uno de los múltiples actos de protesta ocurrida cerca de un año después, en un periodo de mayor calma, que muestra cómo el conflicto se entremezcla con la cotidianeidad en el Nuevo San Marcos. Son las siete de la mañana del 26 de abril de 2012. Un día antes durante la reanudación de las fiestas de San Marcos, el líder Atilano Román Tirado (recién liberado de la prisión) citó a los pobladores a impedir la entrada a los seis pueblos al subsecretario de Gobierno, representante del gobernador Mario López Valdez, para negociar una restructuración al plan de pagos por las tierras que ahora son ocupadas por el embalse de la presa Picachos. La consigna era que si el funcionario no presentaba consigo el avalúo actualizado, se le bloqueara la entrada, lo cual ya había sucedido dos días antes. Los gritos de “¡Fuera, fuera, si no trae el avalúo!” o “Le vamos a dar pa’tras”, secundaron la petición del dirigente. Se cumplió el plazo y desde temprano las mujeres comenzaron a llenar el desolado paisaje de la carretera, justo en la entrada al Nuevo San Marcos. Con cartulinas y marcadores, listas para plasmar sus demandas y frases de combate: “con mentiras no se avanza”, “Estamos unidos y no nos podrán engañar”, “queremos un diálogo transparente y sin mentiras”. Y es que la acusación contra el Gobierno del Estado es que las negociaciones son mañosas para intentar desbaratar el movimiento, tratando de pactar con pequeños grupos por separado y - 241 - engañando a la gente para no incluir a todos los afectados dentro del polígono de la presa Picachos. No faltaron gorras, sombreros, toallas para protegerse del sol y, sobre todo, entusiasmo. Los primeros momentos parecen una reunión, incluso a momentos más animada que la celebración a la cual acudieron muchas de ellas la noche anterior. Se forman grupos y empiezan a platicar los detalles del primer baile que se realiza en San Marcos desde que las gavillas se alborotaron en la región. También se ponen al tanto en los chismes locales. Algunas mujeres regresan al pueblo, a unos cuantos kilómetros, y aprovechan para traer a las demás pan, café o agua; y es que pasan las horas y el sol arrecia. Para participar en las protestas, las mujeres deben reorganizar sus hogares; encargando tareas a sus hijos mayores o buscando el apoyo de la familia para “poder estar en dos lugares a la vez”. Afirman que la lucha es justa y al final va a beneficiar a sus hijos también. Mientras tanto empiezan a llegar más y más al mitin, también los hombres. Arriban familias y grupos en grandes camionetas, cuyos estéreos sirven para tocar los corridos de “Los Picachos”. Todos buscan la sombra en un paisaje seco con algunos árboles, un expendio de cerveza, cactus y rodeado de cerros y vacas. No se sabía la hora exacta en que llegaría el vilipendiado funcionario, de nombre Jesús Antonio Marcial Liparoli, de quien mientras se aparecía aprovechaban para hacer todo tipo de mofa por su segundo apellido. ¿A qué horas irá a venir el ‘pipirolis’?, se preguntaban con sarna. Cerca de una hora después de que llegaran los periodistas, arribó el enviado del gobierno; y en actitud airada comenzó a tomar fotos con su celular a los manifestantes, quienes los esperaban arremolinados, atrás de una gran manta que rezaba “Queremos diálogo transparente y justo” y de otras consignas más. “¿Y ahora - 242 - qué?”, les dijo. Inmediatamente le preguntaron si traía el avalúo actualizado, a lo que respondió negativamente. La vocera del movimiento en este acto, José María Osuna Gutiérrez, le pidió regresarse por donde vino, y comenzaron los enfrentamientos verbales con el subsecretario que duraron cerca de una hora mientras todo era registrado por periodistas y por jóvenes de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes filman un documental sobre la problemática de “Los Picachos”. Las mujeres eran incisivas. De las palabras pasaron a los gritos, a un careo en busca de justicia. “¿A ver en qué lote vives?”, le preguntó a una de las mujeres del frente, quien no respondió. María José le replicó: “No se trata de confundir a la gente, ¿a ver en qué lote vive usted allá en Culiacán?”. La gente le reclamó a quien días antes habló a favor de la detención de comuneros el pasado 1 de abril. Las mujeres le recriminaron que el gobierno dejó a sus pueblos sin agua, “¿Usted sí tiene agua en su casa verdad?, pues nosotros estamos hartos de no tener agua, estamos hartos de vivir en las casitas que nos dieron, que no cabemos, son unas ‘pichoneras’”. Y así el coloquio de dimes y diretes, se tornó en confusión y en catarsis para los desplazados, quienes le gritaron al aturdido funcionario, quien se retiró sin lograr ningún avance en el conflicto. Mientras los comuneros, satisfechos, planeaban reforzar el plantón que mantenían en el ayuntamiento de Mazatlán. Al otro en el diario se leía el encabezado: “Comuneros truenan la negociación… otra vez”. La anterior es sólo una de múltiples acciones de oposición, organizadas y planificadas desde la cotidianeidad de los pobladores para logar lo que a su juicio es una justa compensación por la pérdida irreparable de sus pueblos. Se han registrado - 243 - cientos de eventos de protesta entre marchas, mítines, manifestaciones, plantones y tomas de oficinas, además de la ocupación casi permanente de la cortina de la presa, que ha implicado una reestructuración de las actividades en el nuevo pueblo. Quienes no participan en la lucha quedan relegados a último término a la hora de los pagos, y es que estos “abonos” se están convirtiendo en la fuente de sustento de muchas familias ante la falta de más oportunidades y la tardanza de los tan mencionados proyectos productivos122, aunque no sólo es el factor económico el que impulsa la reproducción del movimiento, sino que se generan dinámicas de integración social y de redes de solidaridad, cuyo anclaje se encuentra en la cultura local y el arraigo a las costumbres y tradiciones prevalecientes desde antes de la presa, sólo que aplicados en diferentes circunstancias.123 Así, el reacomodo social después del desalojo opera en dos sentidos, uno tendiente a la fragmentación y otro a la unificación. La existencia de una identidad de ninguna manera implica una homogeneidad a toda prueba, o una mismidad; por el contrario, al interior del grupo social identificado se experimentan una serie de fracturas y divergencias. En el caso del movimiento de Los Picachos, que corresponde a una identidad de resistencia, la repartición territorial es el principal factor de unión, pero también de segmentación y el criterio de formación de 122 Según el censo de población 2010, sólo 264 de 848 habitantes contaban con una ocupación en la semana de referencia. Es decir, poco más del 30 por ciento de la población. La situación de las mujeres parece más apremiante, de acuerdo a las estadísticas, pues sólo 20 dijeron contar con un empleo al momento de la encuesta. Poco menos del 6% de la población ocupada total. 123 Según el plan de manejo de reasentamientos, realizado por el antropólogo Michael M. Cernea para el Banco Mundial, existe el peligro de la dependencia institucional al apostar por una estrategia de apoyos asistencialistas, en vez de propiciar mecanismos de participación social y programas productivos reales. Y es en este sentido el riesgo que se corre en el devenir de este conflicto, cuyas acciones se focalizan en el esquema de compensaciones económicas. - 244 - categorías sociales, con base en la creencia de los nativos en un lugar cerrado donde no hay cabida para los foráneos y se rescata el sentido de pertenencia con base en la relación con el territorio y los fundadores. El grado de intensidad del vínculo con el territorio define el estatus y el poder de decisión respecto a éste y a la comunidad. La diferencia entre comuneros y avecindados marca la pauta para definir una apropiación jurídica del territorio, a través de la propiedad legal reconocida por la Ley de la Reforma Agraria, y una apropiación vivencial que a través del tiempo gesta derechos aunque más limitados. Los comuneros tienen la facultad de decidir, mediante el voto en asamblea, los asuntos relativos a las tierras comunales. En cambio, los avecindados no pueden votar en las asambleas, y en cambio se respetan sus derechos en el pago de indemnizaciones por las afectaciones consecuencia de la presa Picachos. No sólo la propiedad legal ha sido el fundamento para definir el grado de integración a la comunidad, sino también las valoraciones simbólicas, como el hecho de pertenecer a las familias fundadoras del pueblo; o la apropiación netamente vivencial, que se resume en la expresión de ser “nacido y criado” en el pueblo. Es decir, dentro del grupo se consideran con más derechos no sólo quien nace en la comunidad, sino al que ha vivido en ella la mayor parte de su vida y es ahí donde mantiene su red de relaciones sociales. De esta forma, los migrantes entran a un terreno más complicado. Los transmigrantes mantienen vínculos sólidos con el territorio, como a través del ritual de regresar cada año a las fiestas como una forma de reafirmar la identidad socioterritorial aunque se desarrolle la vida en otro espacio, normalmente en las - 245 - ciudades, por lo que dentro del grupo se acepta la continuación de sus derechos de pertenencia. A diferencia de los que se han autodesterrado de la comunidad y han abandonado el pueblo de forma permanente, a su regreso para reclamar beneficios como sanmarqueños son vistos como oportunistas por parte de la comunidad, o al menos su identidad despierta polémica entre los pobladores, quienes critican incluso que formen parte del movimiento de protesta o se ostenten como líderes. Para otros, la acción colectiva es el nuevo nexo de la comunidad, pues entre más comprometidos se muestren con la lucha se les reconocen más claramente sus derechos de pertenencia a la comunidad. El movimiento es integrado por cerca de 800 personas, entre comuneros y avecindados, quienes participan de forma activa en la resistencia (Ver anexo). La territorialidad con que se vive y que ejerce gran influencia en la organización de la comunidad tradicional, y ahora en el movimiento de oposición a la presa Picachos y al Gobierno del Estado, demuestra la existencia de una identidad fuertemente ligada al territorio, como espacio construido y valorizado a través de las experiencias y de los lazos que cada habitante reconfigura con su entorno y con la comunidad. 3. El viejo San Marcos se niega a morir: la otra resistencia San Marcos se ubica a once kilómetros de la presa Picachos, y sólo sus zonas bajas alcanzan a ser cubiertas en caso de un evento extraordinario, como el caso de la tormenta “Rick”. Antes del fenómeno meteorológico, muchas familias se decían dispuestas a permanecer en su pueblo todo el tiempo que fuera posible, hasta que no hubiera más opción o sucediera algo que los forzara a abandonar sus tierras. - 246 - Pero los planes cambiaron. El rumor de que se inundaría todo el pueblo hizo huir a la mayoría. Aun así, fueron cerca de 120 familias de las partes altas que se quedaron a vivir temporalmente en el poblado, supuestamente destinado a desaparecer; sin embargo, a casi tres años del forzado desalojo el Viejo San Marcos se niega a morir. Atilano Román explica que sólo en episodios extraordinarios de lluvias, como un ciclón o un huracán, se inundaría el ochenta por ciento del pueblo, mientras este escenario no se presente el nivel de la presa no amenaza la integridad del pueblo, por lo que varias familias continúan habitando el lugar en medio de recuerdos, nostalgias y nuevas realidades. La decisión de vaciar el pueblo, a pesar de que la mayor parte del año está seco, se debió a un interés preventivo para evitar una tragedia con una crecida intempestiva del nivel de agua de la presa. 124 En el viejo pueblo, las típicas casonas se encuentran desmanteladas, con las paredes descarapeladas, los techos huérfanos de sus tejas, rodeando los escombros de lo que fue una pintoresca plazoleta. La capilla conserva su color naranja intenso, pero ha sido despojada de sus santos y cuadros religiosos, así como de puertas, ventanales y del enrejado del frente que fue donado por la gente de los altos de la sierra. Si uno camina por el viejo pueblo, se observa un panorama desolador, las casas vacías pero de pie, con sus porches, sus enredaderas, sus corrales sin animales; por las tardes impera el ruido de los árboles, de las aves, y por las noches, de cientos de miles de insectos. La soledad de la mayoría de las callejuelas contrasta con la actividad de algunas de las casas, como la de “Nando” Medina y su familia, quienes todos los días trabajan la 124 Entrevista a Atilano Román Tirado, entrevistado por la autora, entrevista # 20, Universidad Autónoma de Sinaloa, 10 de julio de 2012. - 247 - siembra del maíz y poseen hatos ganaderos en esos terrenos. Ahí se puede ver un tractor trabajando en la descarga del grano, los perros y los gatos buscándose el alimento, así como las vacas en la sombra intentado resguardarse del inclemente calor. El pueblo no pasa completamente solo, pues es la ruta obligada para las comisarías y rancherías de la zona alta de la sierra, El Tecomate de La Noria, El Bebedero, Juantillos, La Chapalota y otros más. Es común ver pasar hombres a caballo y una que otra camioneta. Hasta mediados del 2012, doce familias se rehúsan a dejar su pueblo, aunque mantienen un contacto permanente con el nuevo asentamiento, ubicado tan solo a unos cuantos kilómetros. Contrario a la explicación oficial, afirman que San Marcos, que “malamente le llaman viejo”, no se va a inundar nunca pues la presa ya alcanzó su nivel máximo, y el agua sólo afectó a doce de 300 moradas, ni siquiera el cinco por ciento. De acuerdo al censo del Inegi en el 2010, se registraban 88 habitantes oficialmente en el viejo San Marcos. La mayoría van y vienen. En el día se la pasan en su pueblo de siempre, donde sus tierras aptas para la crianza de ganado y la agricultura, se salvaron de la amenaza de la inundación. Alguna de esas familias no se han ido porque no les han asignado un lugar en El Marqués, como también se conoce a los terrenos donde se construyó el nuevo asentamiento, y no tienen más donde vivir. Don Ramiro señala que el gobierno le ha ofrecido una cantidad irrisoria por su casa y sus tierras, y no lo va a aceptar por orgullo y porque simplemente no le conviene. “Esta casa la levantamos en más de 30 años, mis abuelos, mis padres, y con lo que nos quieren dar no alcanza para nada”, se queja amargamente, aunque - 248 - ellos sí están dispuestos a vender sus terrenos siempre y cuando lleguen a un acuerdo justo. 125 Para otros los motivos para quedarse son más afectivos que materiales. Los Pani son los únicos que expresamente se han negado a vender sus propiedades y no tienen pensado irse salvo por un motivo de fuerza mayor. Por el contrario, continúan haciendo su vida normal como si no hubiera pasado nada. La señora Paula de Pani y su familia se dedican al negocio de tortillería desde hace cuarenta años, sólo que ahora reparten en motocicleta al llamado nuevo San Marcos y prácticamente conservan a su misma clientela. Se le pregunta el porqué de la determinación de quedarse y responde: Es que hay muchas cosas importantes que a la gente le pesan, muchos valores, porque no nada más el dinero tiene valor, hay cosas [que] con todo el dinero no lo compras. En primer lugar aquí vives muy tranquilo. Se vivió una etapa de temor, pero lo vivimos todos no nomás yo porque estaba solo. En El Marqués estaba la gente atemorizada, y de hecho sucedieron más cosas allá que aquí, pero ahora recientemente que se quedó solo. Porque antes no pasaba nada, la gente vivía muy tranquila aquí usted podía andar a la una o dos de la mañana; la gente de los ranchitos venían de Juantillos... Se terminaban los bailes y se regresaban a pie. Era una alegría, no pasaba nada, había unas fiestonas aquí que era un gential, nunca había heridos, balaceras. Sí se trompeaban, pero era raro que pasara algo grave. Además, continúa, otra de las razones es que el nuevo pueblo no le gusta, piensa que “sí está bonito, pero es muy diferente”. La gente ha cambiado. Ya no quieren seguir teniendo una vida de pueblo, sino como “de ciudad”. Y eso es lo que más extraña, pues aunque asegura que su vida es muy feliz en San Marcos solo, sí echa de menos a la gente: 125 Entrevista a Ramiro N., grabación donada, entrevista # 21, Universidad Autónoma de Sinaloa, 12 de julio de 2012. - 249 - Se extraña su tradición principalmente, la gente… porque estamos impuestos a convivir, a estar la gente unida, lo que es la vida de un pueblo en bola digamos, pero uno se va a acostumbrando, de hecho este pueblo no quedó que usted diga solo, la gente de allá diario acá está su trabajo, tiene ganado siembra de zacate de maíz, siguen… este año es el primer año que se está activando; no se había activado porque la gente tenía dinero [de la indemnización], ahora ya no tiene.. las hectáreas se inundan cuando se llena la presa se inundan y ya baja y queda libre para trabajar.126 El viejo pueblo —suspendido en el tiempo casi por inercia— ha sido escenario de otra resistencia al cambio, distinta a la que encabezan los líderes del movimiento de “Los Picachos”. En el viejo pueblo la oposición se vive a través de la desobediencia civil al ocupar un territorio que en términos legales no debería de existir y no sólo habitarlo, sino en ignorar la devastación y continuar con su vida como antes de la llegada de la presa. Esta otra resistencia consiste no en la acción propiamente dicha, sino en dejar de actuar por elección, en no ser parte del cambio forzado. De forma colectiva se gestionó la reconexión del servicio de la red eléctrica y del agua potable, por lo que se ha podido desarrollar una actividad constante, aunque siempre en comunicación con el poblado localizado en El Marqués. Los habitantes de este pueblo, oficialmente “ahogado” bajo el embalse de la represa, muestran su descrédito por la política convencional y por la acción del movimiento social de protesta. Para ellos, el móvil de la desaparición forzosa de San Marcos (o su destrucción) es eminentemente político y obedece al interés por un territorio estratégico ya sea por su utilidad económica como espacio para proyectos turísticos, o por su cercanía con los territorios del cultivo de enervantes. 126 Entrevista a Paula de Pani, entrevistada por la autora, entrevista # 12, Universidad Autónoma de Sinaloa, 26 de abril de 2012. - 250 - “Como te digo, el fondo es político —dice la señora de Pani—, aquí San Marcos, me imagino yo, que el gobierno lo va a agarrar como algo turístico porque el pueblo no se desaparece, creo yo que van a hacer algo, porque queda bien bonito, dónde ha visto usted una iglesia que se llene la presa y la vea sobre el agua de aquí…” Para otros pobladores, la zona del viejo San Marcos es clave porque representa las rutas de acceso a la zona serrana donde se encuentran los sembradíos de mariguana, origen de la disputa territorial que azotó la región durante casi dos años dejando una estela de muerte y pánico. Una vez restaurada la calma por lo menos lo suficiente como para intentar restablecer la vida cotidiana, los habitantes intentan recuperar su modo de vida y sus tradiciones. La suspensión de las fiestas, por más de dos años, es una de las pérdidas más sentidas para los sanmarqueños debido a que son eventos cargados de significados y simbolismos, que además cubrían —como se vio en el capítulo dedicado al viejo San Marcos—, importantes funciones sociales de integración y reconocimiento. El rescate de las fiestas representa el intento más palpable por recuperar una identidad socioterritorial y por enlazar la memoria colectiva a través de un ahora que conecte el antes y el después. Una estrategia de reconciliación en el relato colectivo sobre la historia del pueblo, la restitución de la fantasía de los nativos sobre el lugar como un refugio exclusivo y perenne sin raíces claras en el tiempo y, por lo tanto, con miras hacia la perpetuidad. En términos antropológicos, el lugar expresa la identidad de un grupo, es el espacio donde se busca refugio y es principio de sentido para el que lo habita y principio de entendimiento para el que observa. Pero cómo se vive en un espacio en - 251 - transición, donde no se sabe si está llegando a su fin o se está acercando a un nuevo principio, una especie del limbo, quizás una clase diferente de no lugar (a la usanza de Augé). Aquí el espacio genera identidad, pero es una identidad cuyos referentes materiales se encuentran devastados y su tejido social totalmente desarticulado. Lo simbólico entonces emerge como una única alternativa de rescatar una identidad perdida, como ocurrió con la reanudación de las fiestas locales el 25 de abril del 2012. 4. 25 de Abril: un santo, dos celebraciones En el viejo pueblo, una manera de reconstruir la identidad colectiva fue a través del rescate de la vieja iglesia, inhabilitada desde el éxodo del pueblo hacia los nuevos asentamientos en el 2009, objeto del despojo y las inclemencias del tiempo. La familia Pani decidió encabezar esta iniciativa que se convirtió en colectiva con el apoyo de habitantes del Nuevo San Marcos y de rancherías circunvecinas. En su interior, las paredes claras dan cuenta del abandono. Ese 25 de Abril llegó un grupo de mujeres por la mañana para remozar el interior del templo y restaurar el ánimo comunitario. Barrieron el polvo acumulado, dieron una mano de pintura, colocaron los cuadros de la Pasión de Cristo con sus respectivos marcos dorados y sus vidrios relucientes, así como la imagen de la Virgen María y plantas de ornato al interior del recinto religioso. Donde más se esmeraron fue en el altar, donde distribuyeron arreglos florales, figuras del Sagrado Corazón de Jesús, del Papa Juan Pablo II, entre otras figuras religiosas. Mandaron pedir una efigie de San Marcos el evangelista a un taller - 252 - ubicado en el estado de Puebla, pero por fallas en el servicio de paquetería sólo llegó a tiempo la figura del león que suele acompañar al santo. Las personas se mostraron decepcionadas, aun así no cejaban en su intención de celebrar la misa ese mismo día en que se conmemora al santo patrono. Los hombres montados en una escalera, reparaban los travesaños superiores de las puertas, hasta unos gorriones anidaban arriba del borde del altar, que consiste en dos pilastras doradas y un cabezal triangular del mismo color, que sobre una escalinata sostiene al nicho donde se coloca la efigie del santo como elemento central. También llevaron botes y los adornaron con papel dorado, les colocaron flores de papel, tulipanes y otras de colores para adornar. Además de ramos de flores para el altar. Ante la falta del Santo se colocó el león primero solo y después se puso un ramo de flores rojas. Y en los otros peldaños del altar, se colocaron ramos diversos. Entre las organizadoras prevalecía la incertidumbre si el padre asignado a la sede parroquial de La Noria iba a querer oficiar la misa después de hacerlo en la iglesia de El Marqués. Acordaron hablar con él al término de las misas en el nuevo pueblo. La iniciativa de revivir el templo se debe a la señora Paula de Pani. Entre sus motivaciones se encuentra el apego al terruño, pero también una experiencia personal aterradora que ella interpretó como una señal divina de que debía hacer algo por la comunidad: […] A nosotros [a ella y a su esposo] nos pasó un caso que nos salvamos casi de puro milagro, de que veníamos en la carretera y nos balacearon; de hecho a él (su esposo) le dieron en el pie, a mí no me pasó nada gracias a Dios. Entonces siempre habíamos estado con eso, con la idea de restaurar la iglesia. Y si Dios te da la oportunidad de vivir y de retribuir con algo como pago porque Dios te dio la oportunidad y aparte de que esta iglesia tiene sus raíces, su historia, esta iglesia se hizo con mis bisabuelos, tatarabuelos, gentes de las otras generaciones; y ¿por qué abandonarla si el agua no la inundó? Casi - 253 - siempre la tuvimos la idea porque nos daba tristeza [el ver la iglesia sola], pero al principio no se pudo hacer nada, ya ve como estaba la gente toda alterada, y ahorita parece que ya hay un poquito más de calma; y en ese tiempo la gente se iba, al pueblo nuevo también pasó lo mismo por la violencia, pero ya parece que está más tranquilo, y nosotros teníamos la idea desde antes…127 Para concretar el plan, recibió ayuda de personas de ranchos cercanos, como El Bebedero, que se ubica hacia arriba en la sierra, pero también de los habitantes del Nuevo San Marcos, entre quienes solicitaron cooperación, obteniendo respuesta favorable según el testimonio de la señora Paula, por lo que se convirtió en una tarea colectiva. Mientras tanto, en el Nuevo San Marcos también se sentía un ambiente festivo desde la madrugada. Se alistaban para reanudar las fiestas después de un periodo cruento de hechos criminales. A las cinco de la mañana arribó una familia a la iglesia con olor a nuevo y con la banda tocaron Las mañanitas a San Marcos. La tradición de las primeras comuniones y bautizos masivos del 25 de Abril estaba a punto de un resurgimiento. En punto de las 10:00 horas comenzaron a llenar el templo padres y padrinos con los niños que recibirían el cuerpo de Cristo, según el dogma católico. Ataviados ellos con sus botas, joyas de oro, cintos piteados, camisas de colores intensos y llamativos bordados (el sombrero no está permitido dentro de la iglesia); las madres y madrinas con vestidos entallados de colores brillantes, rosas, naranjas y floreados, peinados de salón, accesorios y un intenso maquillaje. Dijo una mujer en el templo que tan solo 65 niños terminaron el catecismo ahí en San Marcos, mientras que otros niños llegaron de pueblos aledaños como El 127 Ibídem. - 254 - Placer, El Tecomate de La Noria y Los Copales, principalmente. Las edades de los niños iban de entre los ocho años y quince años, a juzgar por su aspecto. El padre en su mensaje habló de la responsabilidad de los padrinos. Se siguieron los rituales cotidianos en una misa católica. Ningún mensaje fuera de lo usual. La parte más esperada fue cuando el sacerdote llamó a los niños a comulgar por primera vez, hicieron dos filas, una de niños otra de niñas, y recibieron la hostia consagrada de manos del oficiante. Respondiendo con la palabra Amén. Atrás de ellos, en el altar, dos o tres fotógrafos profesionales captaban las imágenes de los niños comulgando, mientras que varios asistentes del público, con sus celulares o cámaras más pequeñas también tomaban fotografías. El padre lo tomó con mucha naturalidad. Al terminar todos los niños se tomaron la foto del recuerdo con el padre, quien con voz monótona anunció que ya se terminaba esta misa y que comenzaría la de los bautizos. Esto fue como a las 12:00 horas. La entrada y alrededores de la iglesia se hicieron un hervidero de gente, en que unos salían y entraban, se tomaban fotos afuera de la iglesia mientras otros pretendían entrar. Parejas de papás y padrinos con su respectivo ahijado formaban un grupo y esperaban su turno para recibir el agua bendita. El sermón se centró en la obligación de los padrinos para con sus ahijados, el servir como una guía para ser buenos cristianos; sin embargo, para las personas de la comunidad el compadrazgo representa simbolismos y utilidades más allá de lo religioso. Es una costumbre arraigada y muy difundida incluso en la actualidad. 128 128 El La gran mayoría de los sanmarqueños mantienen lazos familiares o de compadrazgo. Los padrinos más socorridos suelen ser los médicos y los maestros. Al respecto, el profesor José Carlos Castro, - 255 - padre habló de la importancia del matrimonio religioso y pidió que alzaran la mano aquellas parejas que habían cumplido con ese sacramento. Fueron escasas ocho o diez manos las que se vieron arriba. A la gente parece no importarle cubrir a cabalidad las formalidades católicas. Inmediatamente después, se llevó a cabo la primera comunión de poco más de 70 infantes, entre los originarios de San Marcos y de otros ranchos vecinos, quienes de igual forma llegaron acompañados de sus papás y padrinos. La misa se llevó a cabo de forma rutinaria de acuerdo a los cánones del catolicismo. Al llegar el fin de las ceremonias litúrgicas, un grupo de mujeres se acercó al presbítero y le hablaron de la intención de celebrar otra misa en el viejo pueblo. El padre puso la condición que fueran a recogerlo en algún vehículo. Las personas accedieron pero la familia que se había comprometido tardó en pasar por él. Las mujeres trataban de hacerle plática para que no se desesperara el padre y se fuera, dejando al viejo templo “vestido y alborotado”. Cuando llegaron por él, las señoras del viejo pueblo le solicitaron prestado el santo que yacía en la nueva iglesia. El padre se negó aduciendo que no era posible bajarlo por el riesgo de que se quebrara. Finalmente se llevó a cabo la ceremonia, a la cual se trasladaron unas diez personas del nuevo pueblo después de las misas en ese lugar. Llegando el sacerdote al templo recién restaurado, pidió agua, un crucifijo y velas para poder oficiar la misa, así como una mesa. En unos minutos llegaron algunos pobladores con todos los requisitos. Lejos quedaron aquellos días en que los bautizos en San quien vivió trece años en el viejo San Marcos, declaró tener 120 ahijados y, por lo tanto, es compadre de casi todo el pueblo. - 256 - Marcos se prolongaban hasta el anochecer de tanto niño que llevaban para bautizar, ya que era el centro religioso preferido de todos los poblados serranos. En esta ocasión se encontraban en el templo, primero unas veinte personas, después de iniciada la ceremonia, se congregaron unos pocos más, y al final se contaban cerca de medio centenar de feligreses al interior del templo. Se celebraron tres primeras comuniones. Un regreso modesto pero significativo de la capilla original de San Marcos. Al concluir la misa, que duró poco más de cuarenta minutos, llegaban gentes del nuevo pueblo en sus carros para ver la capilla recién reinaugurada y se mostraban sorprendidos pero también satisfechos. Por la tarde, en el Nuevo San Marcos se celebró un baile con banda en la pequeña explanada de la plazuela, junto a la iglesia. Los comentarios comunes se dirigían a que el lugar era muy pequeño para el tipo de bailes masivos a los que estaban habituados en San Marcos. La banda Cascabel del puerto de Mazatlán abrió el evento y tocó las canciones más tradicionales, como Mi gusto es, Camarón pelao’, así como algunas cumbias y narcocorridos. El baile se hallaba dividido en dos. De un lado, las mujeres y los niños sentados en sillas blancas de plástico. Y arriba de la explanada, junto al kiosco, los hombres se congregaban para tomar cerveza y platicar, al igual que las mujeres en el otro grupo. No hubo venta de cerveza especial para ese día, cada quien debía de llevar lo que se tomaría. El baile transcurrió de forma calmada. El líder de la comunidad, Atilano Román, interrumpió unos minutos para invitar a un bloqueo para la mañana siguiente, lo cual fue bien recibido por los asistentes, después de eso el baile prosiguió sin contratiempos. Al principio dos o tres parejas tomaron la pequeña - 257 - pista improvisada y en los momentos más concurridos eran si acaso unas 10 ó 12 parejas las que bailaban al ritmo de la tambora. En sus asientos, las mujeres no dejaban de hacer comparaciones con las fiestas del viejo pueblo, sobre los tumultos que se formaban antes y la pobre asistencia que se registró ese día, consistente en unas 250 personas. Al baile asistieron pocos ancianos, y algunos entrevistados dijeron que estas fiestas no les interesaban porque no eran como las de antes, que sí “eran fiestas y no chingaderas”. Tocó el turno a la banda del pueblo, un grupo de jóvenes que apenas se están formando como banda musical. Ellos tocaron a un precio muy bajo, informaron los organizadores, por cooperar para las fiestas de la comunidad pero también para irse fogueando y dándose a conocer. El estilo que utiliza el cantantes es con una voz baja, grave y gangosa, muy parecida al fallecido Valentín Elizalde, lo que se conoce como la escuela de los Chalinillos. Ya para después de las 12 de la noche la plazuela se quedó casi sola. Entre diez y quince hombres continuaron bebiendo. Ya en avanzado estado alcohólico, pedían canciones extranjeras convertidas al género de la banda. Ya la gran mayoría se habían retirado a sus casas. Entre la una y dos de la mañana terminaron de tocar. Al día siguiente, se veían bolsas de plásticos (donde guardaban la cerveza), botes de cerveza, y otros desechos. Un bote de basura a la entrada de la iglesia embrocado, tirado y desparramando algo de basura por el piso. En la madrugada se escuchaban algunas camionetas aceleradas pasar por el pueblo, los trasnochados. Y se observaron dos o tres borrachos por la - 258 - avenida principal. Pasaban y les gritaban bromas sobre su estado alcohólico mientras se tambaleaban y el sombrero se ladeaba a lo lejos. En el contraste entre los relatos sobre las fiestas en el viejo San Marcos y la primera fiesta realizada en el nuevo pueblo se abre una brecha enorme, que muestra las transformaciones socioculturales que surgen como consecuencia de los procesos de desplazamiento involuntario, en los que la organización de la comunidad se ve alterada drásticamente por el drástico reacomodo y por el éxodo intempestivo en la posterior época de violencia. A diferencia del periodo anterior a la presa Picachos, las fiestas se vivían como un gran ciclo, como una gran fiesta administrada en dosis regulares a lo largo del año. De ahí se desprendía un estado de algarabía cuasi permanente que tenía que ver con la continuidad de las fiestas; en el nuevo panorama se impone la incertidumbre y la ruptura de la tradición, ya convertida en cultura subjetivada, según concepto de Bourdieu. Se encuentran múltiples dificultades para la celebración de la fiesta; “no cualquiera quiere aventarse al paquete de organizarla, de pedir el permiso de alcoholes con esta violencia”, comentan los vecinos. En realidad pocos días antes, nadie sabía con seguridad si se iba a llevar a cabo la fiesta o no; y de ser afirmativa la respuesta, en qué consistirían los festejos. Finalmente, se llevó a cabo por iniciativa de los líderes quienes vieron el ánimo muy decaído entre la comunidad. En la edición 2012 de las fiestas de San Marcos faltaron los excesos que sobresalían en casi todos los testimonios. Las multitudes se volvieron pequeños contingentes. Las calles convertidas en verbena y feria popular, dejaron su lugar a uno que otro vendedor de comida y de juguetes. Tampoco el retorno de los - 259 - migrantes ni el reencuentro de las familias. En suma, dejó de ser la expresión manifiesta de una identidad socioterritorial, al menos durante la coyuntura de la reubicación, por lo que muchas de los elementos culturales que resaltaban en las antiguas festividades se han transferido a los eventos de la lucha colectiva por el pago de indemnizaciones y mejores condiciones de vida para los pueblos desplazados. Las marchas y protestas ocupan el lugar de las antiguas celebraciones, integrando a la comunidad y otorgando espacio para la convivencia e incluso la diversión, como algunas mujeres lo han manifestado. En voz de los entrevistados, un balance de pérdidas y ganancias sobre el parte aguas que significó el desplazamiento para los habitantes de San Marcos es hasta ahora negativo. A la pregunta de qué se pierde y qué se gana con la construcción de la represa, la respuesta es casi unánime al afirmar que los daños son mucho mayores, pero no pueden ser expresados numéricamente. Entre las pérdidas, se expone principalmente el no volver a ver su pueblo tal y como era cuando vivió en él; se le imprime una fuerte carga emocional al estar relacionado con su historia personal y su familia. Otra de los perjuicios que más se mencionan tienen que ver con los recursos naturales: el arroyo, las parcelas, los árboles, los cerros, que ya no servirán más de referencia ni como punto de partida en el nuevo pueblo; en especial el agua es el elemento vital que más se echa de menos en el asentamiento construido como compensación. Entre las pérdidas económicas, se cuenta la ausencia de los empleos que se generaban con las tierras en el viejo pueblo y la falta de un proyecto integral que provea nuevas fuentes de ingresos. Entre las ganancias se mencionan que el - 260 - nuevo pueblo cuenta con un centro de salud y con planteles para kínder, primaria, secundaria y preparatoria, cuando en el viejo pueblo sólo se podía estudiar hasta la secundaria. Además, la dotación de viviendas a parejas jóvenes que carecían de ellas y solían vivir en casa de los parientes. A pregunta expresa sobre las perspectivas hacia el futuro del nuevo pueblo, sobresalen las respuestas que apuntan a la incertidumbre, lo cual habla de la ausencia de un proyecto de comunidad fuera de la movilización de protesta. Las promesas sobre los beneficios de la presa Picachos, en hectáreas de riego que no corresponden a la geografía de los pueblos inundados, la pesca deportiva y las actividades turísticas, no cuentan con ninguna base firme para su posible realización. Hay incredulidad en torno a los compromisos de gobierno también en este sentido, pues no hay seguridad de que la pesca en la presa sea una fuente de ingresos suficiente para todos.129 Más de la mitad opinaron que cualquier plan productivo tiene que tomar en cuenta los saberes de la comunidad y la vocación agrícola y ganadera del pueblo; otras voces se pronuncian por el ecoturismo ante la abundancia de recursos naturales y los bellos paisajes de la región. No obstante, debido a la falta de confianza en las autoridades, la sensación generalizada es de despojo, de pérdida y la del sufrimiento de un daño irreparable, y esto ha formado el sustrato de los imaginarios colectivos en torno al Nuevo San Marcos y a la presa Picachos, pero también el de la reivindicación a través de la lucha social. La acción colectiva se ha alzado en este caso como la única estrategia 129 En mayo de este año, se dio a conocer el arranque de la construcción del centro de reproducción de alevines de tilapia para explotar la acuacultura en la presa Picachos. El presidente de la comunidad, Atilano Román Tirado, indicó que la inversión es de 2.5 millones de pesos y se calcula que puede dar empleo a unas 180 familias desplazadas a mediano plazo. - 261 - de sobrevivencia y de reconstrucción de una identidad socioterritorial, cuyos referentes materiales y simbólicos han sido desarticulados por un desplazamiento no consensado. - 262 - Conclusiones Los desplazamientos involuntarios provocados por el desarrollo representan un reto para la investigación social, pero también una oportunidad de incrementar el conocimiento acerca del funcionamiento de una sociedad y de sus mecanismos de re/construcción en los diferentes subsistemas sociales: económico, político, social y cultural. Representa una coyuntura donde todos los lazos sociales se vulneran, se ven expuestos a los ojos del observador en una situación extrema que evidencia verdades ocultas, las narrativas que habían permanecido soslayadas por el terso mundo de la cotidianeidad y no habían experimentado la necesidad de salir a la luz. Las rupturas sociales se convierten en un solo proceso de desarticulación/articulación susceptible de la mirada del investigador. Se resaltan las correlaciones de poder que subyacen en todo proceso de formación de identidades y los actores sociales muestran su estrategia, ya sea para resistir o adaptarse, ante la condición límite del despojo. Es decir, se hacen visibles los vínculos materiales y simbólicos que proporcionan forma y sentido a las propiedades más sustanciales de un grupo social. Una comunidad en situación de desplazamiento es como un organismo abierto en la mesa del laboratorio donde se puede apreciar cómo es su estructura y bajo qué procesos y sistemas de valores se orienta la acción colectiva y cómo se construye su identidad. Es en esta acción colectiva, y en el relato que le da sustento, en donde se encuentra la materia prima de la base de conocimientos que arroja como resultado las conclusiones que se exponen a continuación. En el desplazamiento provocado por la presa Picachos se puede observar cómo los desplazados por el desarrollo no necesariamente atraviesan etapas - 263 - sucesivas rumbo al restablecimiento del modo de vida, como lo plantean los modelos institucionales o como se resalta con frecuencia en el discurso oficial-gubernamental, a modo de un esquema evolutivo y lineal, donde una fase precede a la siguiente y el destino final es casi por norma la reinserción social o el reacomodo de la comunidad trasplantada de forma forzosa. La ideologización de la modernidad y la industrialización como único camino para lograr el desarrollo humano hace que en la práctica los costos sociales y culturales, como los desplazamientos poblacionales, resulten casi siempre soslayados y vistos con la mira de la ideología del “desarrollo”, por lo cual se magnifican las bondades de las obras y se minimizan los impactos ambientales y socioculturales. En el caso de la presa Picachos se puede constatar que los megaproyectos de infraestructura, a pesar de su carácter de obras públicas planificadas desde el Estado, pueden generar fuertes componentes de violencia y de conflicto provenientes de las propias instituciones, que se representan mejor como procedimientos de expulsión de un conglomerado de habitantes y no como un esquema de desalojo y reasentamiento programado bajo ciertos lineamientos de orden y equilibrio. Se rompe así el mito de las bondades de la modernización y de que ésta termina por incluir de manera sistemática a aquellos que han sido marginados. Por el contrario, los desplazamientos por desarrollo no constituyen ejemplos aislados de sus respectivas regiones, sino que forman parte de procesos más amplios de - 264 - exclusión social hacia pueblos tradicionalmente marginados como los pueblos serranos y las comunidades rurales. El tema de la invisibilización del campo en la problemática de la presa Picachos evidencia lo que se puede llamar una política del olvido, que ignora de forma sistemática la historia y culturas locales de los pueblos, cuyas referencias apuntan más a un lugar para la producción, un proveedor de alimentos para las ciudades, que como lugares para la vida. Ante el despojo del territorio vivido y experimentado, imbricado en la historia colectiva e individual de los sujetos sociales, y que es además un referente cultural heredado por los ancestros que determina la forma de relacionarse con los otros y lo otro, emerge el peligro del desarraigo, de la pérdida de una identidad definida por los vínculos con el espacio geográfico y sus recursos naturales una vez valorizados y apropiados socialmente. Sin embargo, los procesos sociales que se producen en un desplazamiento no se dirigen únicamente en el sentido de la dispersión sino también hacia el fortalecimiento de los lazos de la comunidad a través de una estrategia identitaria de resistencia. Después del despojo, término que conlleva implícito el relato de un victimario y una víctima, la reacción colectiva y sus características particulares determinan cómo serán los procesos de reconstrucción de la identidad socioterritorial en el nuevo espacio, que ejerce el contrapeso en la posibilidad de que los pobladores desterrados reconstruyan la identidad territorial al verse obligados a defenderla. De esta forma, consideramos que la evidencia empírica confirma la hipótesis central en la presente investigación: el desplazamiento causado por la presa - 265 - Picachos ha provocado en los pobladores afectados el surgimiento de una identidad colectiva de resistencia que contribuye desde el conflicto a reconstruir el tejido social y simbólico de la comunidad, una identidad que puede resumirse en la denominación de “Los Picachos”. Pero no se aportaría mucho sin describir en una perspectiva sociohistórica cuáles son las características de la identidad de resistencia surgida en el caso particular de estudio y bajo qué procesos sociales se ha configurado. - La base histórica sobre la cual se fundamenta el movimiento de Los Picachos se conecta a una tradición de irreverencia y transgresión a las instituciones, bajo un sistema de valores que se ha forjado a contracorriente de los preceptos del Estado, ya sea por causa del aislamiento geográfico o el desinterés de las autoridades oficiales. - La conexión resistencia-memoria colectiva se funda sobre la existencia de la comunidad como un orden social aparte, construido en reacción a la categorización del campo como una sociedad inferior y retrógrada en términos de la ideología de la modernización. - La identidad de resistencia se construye como reacción emergente a la coyuntura de la destrucción del pueblo, y tiene como a su principal interlocutor en la formación de identidades al Estado, construido socialmente como un enemigo del pueblo en la memoria colectiva de la comunidad. - La identidad de resistencia que se construye en medio del desplazamiento (por tanto del conflicto) se configura con énfasis en la interlocución con el adversario, pero también en un nuevo contexto donde los medios de - 266 - comunicación moldean la opinión pública no sólo regional, sino también nacional y global, lo que limita el uso de la fuerza pública, por lo que retoma mayor relevancia la lucha por la legitimidad a través de las estrategias simbólicas, una de ellas la exaltación de la identidad a través de la nostalgia por el territorio perdido. - La identidad de resistencia no puede concebirse ni explicarse fuera del contexto de las relaciones de poder y la correlación de fuerzas que entran en juego. Por lo tanto, obedece a las dinámicas del conflicto como un sistema impredecible y dinámico. Por otro lado, el paso del viejo al Nuevo San Marcos implica —además de las evidentes transformaciones físicas— cambios estructurales tanto en la organización social como en la formación de identidades, puesto que los procesos de adaptación al nuevo territorio, con características radicalmente opuestas a pesar de su cercanía con el pueblo anterior, obligan a los pobladores a modificar sus hábitos, su forma de comunicarse con la otredad y a implementar estrategias para el reconocimiento social como desplazados, es decir, por hacer notar la diferenciación de una categoría de ciudadanos con mayor vulnerabilidad en sus garantías individuales y derechos humanos. La desarticulación que provoca el desplazamiento conlleva la necesidad de reconstrucción del tejido social en su totalidad, pero cuyos procesos se pueden dividir en cuatro grandes frentes que engloban a su vez otros procesos intermedios: La reconstrucción del territorio y de la materialidad: la habilitación del nuevo pueblo, el ordenamiento territorial y el restablecimiento del modo de vida a través de la - 267 - recuperación de las actividades económicas tradicionales o de la sustitución de éstas por nuevas fuentes de ingresos. -La reconstrucción de las relaciones sociales: restablecimiento de los medios de comunicación al interior y al exterior de la comunidad. -La reconstrucción de la actividad política: el movimiento de protesta y la redistribución de tierras y las cuotas de poder al interior de la comunidad. - La reconstrucción de la identidad socioterritorial: a través de festividades, producción de corridos, historia oral y otros medios que preservan la memoria colectiva como puente de unión entre la historia y la lucha que se desarrolla en el tiempo presente. Los procesos de reconstrucción en cada una de las esferas se interconectan y se refuerzan unas a otras en medio de situaciones nuevas para la comunidad y nuevos procesos de cambio. Es necesario apuntar que el factor tiempo es una de las principales condicionantes en los procesos de cambio producidos durante una migración forzada, especialmente en el desplazamiento, que implica interrupciones abruptas del orden social y periodos extremadamente breves para responder a las necesidades derivadas de la movilidad forzada, lo que deriva en episodios traumáticos y reacciones más o menos impulsivas pero a la vez surgidas del núcleo de la identidad cultural cuando se trata de los desplazamientos colectivos. No hay procesos de adaptación al cambio que se extiendan a lo largo de un largo periodo de tiempo que ayuden a amortiguar los impactos de una modificación a nivel individual o social. Este tipo de migración forzada representa una situación - 268 - límite para la cual nadie cuenta con una preparación previa o un repertorio de experiencias mediante el cual se encuentre la forma de reaccionar. En menos de cinco años (de 2005 a 2010), los pobladores de San Marcos experimentaron el despojo de su territorio fuertemente ligado a su identidad colectiva y personal, así como un intenso periodo de presiones por parte del Estado con el fin de garantizar la concreción de la obra y además la urgencia de adaptarse a un nuevo territorio desvalido de los relatos, significados y simbolismos que se habían construido día a día en un devenir histórico sin alteraciones estructurales. En el rescate de la memoria colectiva, se encontró que antes de la represa el pueblo se caracterizaba por su tranquilidad y por la ausencia de transformaciones radicales, ya que los pobladores han mantenido una identidad fuertemente ligada a las actividades agropecuarias y a su relación con la Naturaleza, cuya explotación se hacía con base en una economía de autoconsumo y producción a pequeña escala. La estructura de la comunidad permaneciera más o menos intacta desde su fundación a mediados del siglo XIX. Sobre la representatividad y amplitud del cambio, el trasplante de población implica que toda la comunidad se ve afectada aunque de forma diferenciada, debido a que San Marcos se compone de una conformación eminentemente heterogénea ya que está compuesta por diferentes niveles generacionales y de clases sociales, hombres, mujeres, niños, lo que hace el conflicto repercuta de forma distinta en cada uno de los miembros de la colectividad. Cada quien sintió de forma diferente la ofensa de ver “ahogado” su territorio. - 269 - Los pobladores han privilegiado la reagrupación de la comunidad como parte de la estrategia de supervivencia y adaptación a la nueva condición de desplazados, especialmente en torno al movimiento de protesta sobre el que se funda una identidad de resistencia en la que se advierte una fuerte relación con la memoria colectiva y un reavivamiento de elementos culturales del pasado, principalmente del periodo de la lucha contra la Reforma Agraria, que sintetizó una tradición de transgresión hacia las instituciones como respuesta casi natural (o naturalizada) a la ausencia o presencia fallida y conflictiva del Estado en diferentes momentos de la historia de la comunidad. Sobre la parte que se reconfigura, el destierro representa en sí un cambio en el núcleo de la identidad colectiva y no sólo modificaciones en el área periférica. Esto es especialmente notorio en aquellas comunidades con un fuerte componente de territorialidad, es decir, un modo territorial de ser, de actuar y de ver la vida, por lo que —como se apuntó antes— los habitantes de San Marcos, al menos una inminente mayoría, experimentan el despojo como una pérdida total, porque el territorio y la espacialidad representan el eje de constitución de la comunidad en los aspectos sociales, culturales e incluso familiares. Es decir, no se pierde únicamente en lo material sino en todos los órdenes de la vida. La identidad, aunque parte de la cultura subjetivada, se refuerza o se debilita con base en referentes materiales que interactúan constantemente entre símbolos y significados interiorizados por los sujetos sociales. Estos elementos de la cultura se encuentran imbricados en el territorio en los patrones de urbanización y de asentamiento, así como en la organización del espacio y la aplicación de materiales y - 270 - estéticas específicas. La estructura del Nuevo San Marcos en comparación del viejo pueblo, modifica la base material de una identidad y problematiza los patrones de socialización, al cambiar la centralidad del pueblo de la plazuela a la avenida principal, y al modificar las vecindades tanto entre personas como entre viviendas y lugares de trabajo, en este caso las parcelas y rincones para el ganado. Las diferencias entre el viejo y el nuevo pueblo (abordadas en el capítulo V) cavan un abismo entre una forma de vida ancestral y una que pretende acercarse a los estándares de modernidad. El pavimento en vez de los caminos de terracería connota una era donde es más importante el vehículo motorizado que las bestias como medio de transporte; la arquitectura de las residencias más importantes en el nuevo pueblo ya no conservan los materiales ni las técnicas utilizadas en la región para la construcción de viviendas, tanto en las casas de clase baja como en las de clase alta. Tomando en cuenta las funciones de sociabilidad que se encuentran en la distribución del espacio habitado, las características del nuevo asentamiento, más parecido a un fraccionamiento urbano que a un pueblo, ejercen un enorme contraste con la historia y la identidad de los sanmarqueños. El viejo pueblo y el nuevo pueblo simbolizan el choque de dos visiones sobre el bienestar humano: el progreso, la modernización a toda costa, y la tradición, ligada a los ancestros (los fundadores) con la prevalencia de la comunidad idílica como eje orientador de la acción colectiva. Por lo pronto, predomina la incertidumbre en las perspectivas hacia el futuro, ya que se inundaron bajo el embalse de la presa más de la mitad de las hectáreas dedicadas al cultivo. Esta problemática pone en riesgo el sustento de decenas de - 271 - familias y dispara la probabilidad del éxodo por falta de trabajo e ingresos, y además repercute directamente en la reconstrucción de la identidad de un pueblo cuyos orígenes se encuentran ligados de forma estrecha a las labores de la agricultura y la ganadería, actividades que fomentan y fortalecen una estructura social compuesta por relaciones patronales, de parentesco y de compadrazgo que dan sentido a la comunidad. La desaparición de las huellas de la historia, así como del patrimonio material de San Marcos, refuerza la política del olvido hacia los pueblos de la zona rural y su identidad, cuya preservación no formó parte de los planes oficiales de reasentamiento en ninguna de sus etapas. La destrucción de los referentes materiales e históricos de una comunidad pone en riesgo la preservación de una identidad localizada y territorializada, cuyos contenidos no podrán ser transmitidos bajo el mismo contexto ni con los mismos elementos geosimbólicos. Por ello, según los hallazgos en el trabajo de campo, la memoria colectiva y sus lazos con la resistencia pueden ser procesos identitarios más eficaces para contribuir a la reconstrucción del tejido social en el caso de un desplazamiento involuntario porque concentra la historia, no cosificada en datos y fechas a la manera del más puro enfoque positivista, sino como experiencia vital, creadora y transformadora de significados a través de la historia oral. El relato común, aunque no enteramente homogéneo, posee la capacidad de enlazar un pasado idílico con un presente conflictivo y un futuro incierto. Además, la historia y las historias en común se consolidan como un vínculo irreductible, un signo de pertenencia a la comunidad que juega un papel clave en la identidad de reacción. - 272 - En contraposición a la cultura hegemónica representada por la historia oficial emanada de las instituciones del Estado, las representaciones sociales del Viejo San Marcos, así como de los significados del desplazamiento y del Nuevo San Marcos, se construyen con base en la transmisión de relatos compartidos a través de las relaciones sociales de proximidad, de generación en generación, de abuelos a padres y nietos, o de padres a hijos y después consolidados en la comunicación boca en boca. Una situación de desplazamiento forzado implica per se un gran relato colectivo que raya en los tintes de lo mitológico: un antes, una tragedia, un éxodo y la tierra prometida. Sin duda, los efectos de un reasentamiento forzoso y la desaparición de un pueblo en aras del desarrollo se extienden en el tiempo, por lo que se volverán necesarias futuras investigaciones para conocer la forma en que los actores sociales afrontan la situación, pero también las afectaciones en el medio ambiente, la fauna, la flora y los ecosistemas, que repercutirán no sólo en los pueblos desaparecidos por la presa, sino también en las comunidades que se ubican en las márgenes del río Presidio. Quedan, pues, muchas venas abiertas por indagar en un tema complejo e intrincado del que se desprenden muchas aristas de investigación. - 273 - Bibliografía y referencias Anderson, Benedict. (1983) Comunidades imaginadas, Fondo de Cultura Económica, México, p. 23 Asthana, Roli. (1996) Involuntary Resettlement: Survey of international experience. Economic and Political Weekly. Vol. 31 no. 24 pp. 1468-1465. Disponible en Internet: www.jstor.org/stable/4404268. 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Construcción de presas en el siglo XX Construcción de presas en el siglo XX 6000 5000 4000 3000 2000 Serie 1 1000 0 Fuente: elaboración propia en base datos de la Comisión Internacional para las Grandes Represas -ICOLD, por sus siglas en inglés- (1998).130 130 Con exclusión de más del 90% de las grandes represas de China. - 280 - Tabla 1. Proyectos hidráulicos y número de desplazados Nombre del proyecto Estado Año de finalización Zimapan Querétaro Aguamilpa Nayarit Cerro de Oro Oaxaca Caracol Guerrero Pujal-Coy, Phase I San Luis Potosí Pujal-Coy, Phase II San Luis Potosí Colorado Tamaulipas Bajo Candelaria Campeche Angostura Sinaloa Culiacán Sinaloa Miguel Alemán Oaxaca Fuente: Guggenheim, en Ashtana (1996). 1994 1993 1989 1986 1982 1982 1982 1982 1972 1967 1957 Tabla 2. Presas construidas en Sinaloa Fuente: elaboración propia con datos de la CNA - 281 - No. de personas desplazadas 2,500 1,000 18,000 7,000 23,400 10,800 13,260 5,800 15,483 25,200 21,000 En el cuadro 1, se esboza una aproximación de las diferentes categorías sociales que se gestan en la soterrada discusión colectiva sobre el grado de arraigo a la comunidad y la consecuente validación de los derechos de pertenencia. Cuadro 1. CATEGORÍAS SOCIALES EN EL NUEVO SAN MARCOS (EN TORNO AL VÍNCULO TERRITORIAL) CATEGORÍA DESCRIPCIÓN Comuneros Miembros de la comunidad que ostentan el título legal de propiedad de las tierras de uso común. Avecindados Aunque no poseen títulos de propiedad, ostentan derechos por la antigüedad con que han ocupado el territorio, desarrollan lazos sociales y simbólicos muy arraigados para con la comunidad Migrantes Miembros de la comunidad que han migrado ya sea a las zonas urbanas, principalmente a Mazatlán, o a Estados Unidos, en busca de mejores alternativas de vida, pero no abandonan nunca la comunidad. Regresan periódicamente, por lo menos a las fiestas y envían recursos para el sostenimiento de la parte de la familia que sí permanece en el pueblo Son personas ajenas a la comunidad que aprovechan el conflicto para obtener beneficios personales y son rechazados por un amplio sector de la comunidad Se compone del resto de las poblaciones; sin embargo, mantienen vínculos laborales, comerciales y de parentesco con los pueblos circunvecinos y con la ciudad de Mazatlán, con la que se mantienen en constante flujo de personas; los vínculos van desapareciendo mientras más lejos se considere el círculo Oportunistas Forasteros GRADO DE VÍNCULO TERRITORIAL Muy alto, por la vía jurídica, simbólica y vivencial. El grado de vínculo territorial varía dependiendo de la extensión de tierras y de la relación con los fundadores del pueblo Alto. Varía de acuerdo al tiempo con que han habitado la comunidad: El nivel más alto se ubica entre quienes son “nacidos y criados” en San Marcos; en seguida quienes llegaron al pueblo pero por lazos de parentesco o matrimonio entran a formar parte de la comunidad; y en tercero, quienes tienen varios años viviendo y trabajando en la comunidad Moderado. El fundamento de su sentido de pertenencia se centro en el nacimiento y en su contacto con la comunidad y familia. PODER DE DECISIÓN Nulo. Su relación con el territorio es considerada como algo ficticio y de carácter meramente instrumentalista. Variable. Nula. Varía dependiendo la cercanía o lejanía con el territorio y de la intensidad de los vínculos laborales, comerciales o familiares; por lo que se puede observar también una identidad regional en conjunto con los pueblos aledaños con raíces similares y rasgos culturales comunes Nulo Fuente: Elaboración propia - 282 - Puede decidir por medio de voto el destino de la comunidad, si venden algún terreno o no No tiene derecho al voto en asamblea, pero adquiere poder de decisión al formar parte del movimiento de protesta Sólo pueden adquirir algún poder de decisión al integrarse a la lucha colectiva. Fotografía 1. Toreada en el viejo San Marcos, parte de los festejos del 25 de Abril. (Foto: cortesía María Ascención Moreno Enciso) Fotografía 2. Fiesta de blanco y negro, celebrada probablemente captada en la década de 1940 en San Marcos, Sinaloa. Foto: Cortesía María Ascención Moreno Enciso. - 283 - Fotografías 3 y 4. El altar de la iglesia del viejo San Marcos, antes de ser desmantelada durante la reubicación del pueblo en 2009. Abajo, el altar dedicado al santo patrono del pueblo. Fotos: Cortesía María Ascención Moreno Fotografía 5: Vista panorámica del pueblo en la década de 1980. Foto: Cortesía María Ascención Moreno Enciso - 284 - Fotografía 6. Los caballos trotan sobre el pavimento en el Nuevo San Marcos. Abajo, la avenida principal. Fotos: Sibely Cañedo. Fotografía 7. - 285 - Fotografía 8. Aspecto de la periferia en el Nuevo San Marcos. Foto: Sibely Cañedo. Fotografía 9. Fiestas del 25 de Abril en el Nuevo San Marcos, después de dos años de haber suspendido la festividad. Foto: Sibely Cañedo. - 286 - Fotografía 10. Diferentes estilos arquitectónicos se advierten en el nuevo pueblo. Foto: Sibely Cañedo Fotografía 11. En abril de 2012, los “Picachos” se plantaron en el ayuntamiento de Mazatlán para exigir la liberación de sus líderes. Foto: Sibely Cañedo. - 287 - - 288 -