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Salud

Guía para saber si se está pasando de copas en esta cuarentena

De acuerdo con la OMS, con el consumo de dos unidades de una bebida alcohólica al día no se sufren consecuencias graves en la salud. El problema está en comenzar a excederse.

De acuerdo con la OMS, con el consumo de dos unidades de una bebida alcohólica al día no se sufren consecuencias graves en la salud. El problema está en comenzar a excederse.

Foto:Getty

Identifique rápidamente si estos días de encierro y ansiedad lo están llevando a excederse.

En tiempos de cuarentena, la inestabilidad emocional puede llevar a problemas con el alcohol, que es un depresor nervioso y su uso intensivo se entiende en estas circunstancias como un factor disociador de la realidad.
El alcohol es paralelo a la historia de la humanidad; incluso, hay científicos que aseguran que sirvió en el proceso evolutivo del ser humano, pero más allá de eso, sin duda su consumo siempre ha estado respaldado por factores culturales, sociales y hasta religiosos. La premisa es: el alcohol no es ni bueno ni malo, es una sustancia sobre la que se debe tener consciencia sobre para qué se toma, en qué momentos y si va a hacer bien en el momento en que se toma, o por lo menos así lo explica la doctora Diana Peña, directora científica de la Fundación Libérate.

Es en esa peligrosa mezcla
de inestabilidad emocional y alcohol donde se presenta
el mayor riesgo.

La doctora pone como ejemplo que si se está en una videollamada familiar y se bebe una copa de vino (13,5 grados de alcohol) o de un destilado (entre 35 y 40 grados de alcohol)  solamente para pasar un momento agradable, esa copa seguramente no será “mala”, pero si por el contrario se toma por presión de las demás personas, o por no sentir malestar, tristeza, o cualquier otra emoción, o para aliviar el no poder dormir, o porque no quiere estar en la realidad, esa copa ya no será tan buena, porque muy seguramente una no va a ser suficiente, y ahí los límites empiezan a desdibujarse.
Es justamente en esa peligrosa mezcla de inestabilidad emocional y alcohol que se presenta el mayor riesgo. Y en estos tiempos de cuarentena en los que la incertidumbre es la única certeza, la fragilidad emocional es una bomba para que las adicciones se disparen.
Según una encuesta de Échele Cabeza y otros proyectos de la Corporación Acción Técnica Social (ATS) que se hizo a través de redes sociales y plataformas virtuales a 120.000 seguidores, las sustancias más consumidas en la cuarentena son, en su orden, marihuana (25 %), alcohol (19 %), café (14 %), cigarrillo (11 %) y té (8 %).
Aunque las restricciones al consumo de alcohol de una sola botella por compra empezaron a regir desde el inicio de la cuarentena, los consumidores han encontrado estrategias para lograr aprovisionarse de licor y son varios los casos de personas que empezaron a tomar una o dos copas todos los días cuando antes no lo hacían ni una sola vez al mes. O aquellos casos en los que aumentaron la dosis habitual de bebidas embriagantes.
La doctora Diana asegura que el confinamiento hace que se experimenten muchas emociones en la población; “la incertidumbre genera mucha ansiedad y desafortunadamente la mayoría desconoce o no ha aprendido a tener salud mental y a desarrollar habilidades que permitan afrontar la realidad sin ninguna sustancia o estímulo externo que permita que se sienta bien consigo mismo y con los demás”.

Es una sustancia depresora del sistema nervioso

Carolina Pinzón, psicóloga y directora de la Fundación Deliberar, explica que el alcohol es una sustancia depresora del sistema nervioso central, lo que quiere decir que disminuye la actividad cerebral, por eso con una pequeña dosis las personas pueden sentirse relajadas; sin embargo, una dosis mayor disminuye la actividad del lóbulo frontal, que es el encargado del control voluntario de la conducta y la inhibición. Sin alcohol la persona trata voluntariamente de controlar la ansiedad, bajo una cantidad significativa de alcohol la persona se desinhibe y lo que aflora son las emociones negativas, en este caso la ansiedad.
Entonces: “tomar no está mal, pero puede ser una mala idea si lo que se quiere es gestionar la ansiedad o las emociones negativas, porque lo que va a causar es que se exacerben; eso sin contar con las emociones negativas que aparecen al día siguiente con la resaca o con el impacto de no haber dormido bien”, concluye la psicóloga.
De ahí que es importante que las personas evalúen el tipo de consumo de alcohol que tienen. “El consumo está bien cuando es esporádico y recreativo, cuando la persona se pone un límite de consumo y lo puede cumplir y cuando consume para pasar un buen rato”.

¿Cuál es la justa medida

‘Tomar demasiado’ depende de muchos factores como el peso de la persona, si es hombre o mujer, las condiciones nutricionales de la persona, la edad y el tipo de bebida. No hay un estándar, “lo que puede para mí ser mucho, para ti puede ser muy poco; entonces lo que se recomienda es verificar en las etiquetas el porcentaje de alcohol de la bebida que se ingiere, pero sobre todo es poder conocer mi cuerpo y conocer hasta qué punto tolero el alcohol sin estar en un estado de embriaguez o de intoxicación”, señala la doctora Diana.
Según la OMS, una mujer puede consumir hasta dos unidades de bebida alcohólica al día (dos cervezas, dos copas de vino o dos shots de licor) sin sufrir consecuencias negativas en su salud. Un hombre, tres. Pero lo ideal, es no pasarse de dos unidades al dìa.

El consumo está bien cuando es esporádico y recreativo, cuando la persona se pone un límite de consumo y lo puede cumplir.

“No está bien cuando se consume abusivamente varios días de la semana y en cantidades que superan los límites recomendados”, advierte Carolina. Y agrega: “para gestionar las emociones las personas pueden buscar otras actividades de ocio saludable como ejercitarse, verse con amigos por videollamada, ver una película, leer un libro o jugar algo. Si el consumo es habitual y abusivo, deben buscar ayuda profesional”.
La doctora Diana explica que entre las consecuencias de tipo biológico del consumo excesivo del alcohol está que podemos tener cambios en la mucosa gástrica ocasionando enfermedades como la esofagitis, gastritis, hepatitis, pancreatitis, cirrosis, entre otras; así mismo, podemos encontrar alterado el sistema nervioso central con aparición de temblores o alteraciones en la memoria (demencias), problemas de desnutrición. También pueden aparecer enfermedades relacionadas ya que el consumo de alcohol constituye un riesgo para la salud cardiovascular y renal.
Además de esto, los riesgos también son a nivel emocional, pues las consecuencias pueden ser ansiedad, depresión, trastorno del sueño, irritabilidad, ideación suicida, sentimientos de desesperanza, culpabilidad, vergüenza, entre otros.
Además de esto, Martha C. Suescún, directora general de la Fundación Libérate, señala que el alcoholismo tiene riesgos para la familia que se ve gravemente afectada generando enormes dificultades para todos los miembros, perturbando el ambiente familiar, provocando que haya más conflictos familiares, violencia intrafamiliar, insultos a la pareja, agresión a los hijos y menos supervisión con respecto a ellos y una relación más lejana entre padres e hijos.
Y ni hablar de los problemas sociales, como problemas de convivencia social, aumento de la accidentabilidad, perturbación a vecinos, no cumplimiento de actividades laborales, y /o académicas; aparición de episodios de violencia y agresión física y psíquica.
Entonces, una copa sí, pero no muchas.

10 preguntas claves para saber si se está excediendo

Una respuesta afirmativa a más de 5 de las siguientes preguntas debería asumirse como una alerta clara de que tiene un consumo problemático:
  1. ¿Ha aumentado la dosis que inicialmente consumía?
  2. ¿Consume grandes cantidades de alcohol?
  3. ¿Invierte parte importante de su tiempo en consumir alcohol o recuperarse del consumo?
  4. ¿Lo hace durante un tiempo más prolongado de lo previsto?
  5. ¿Tiene deseos insistentes de dejar o regular su consumo?
  6. .¿Ha intentado dejarlo, dejar  de consumir pero no lo logra?
  7. ¿Ha incumplido deberes académicos, laborales o domésticos por su consumo?
  8. ¿Ha reducido o abandonado actividades sociales o familiares debido al consumo de alcohol?
  9. ¿Ha consumido alcohol incluso en situaciones en las que hacerlo representa un riesgo físico?
  10. ¿Experimenta malestar cuando deja de consumir alcohol?
Simón Granja
REDACCIÓN DOMINGO
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