Acostumbrados a munificencia actual del Vaticano, es difícil imaginarlo en estrecheces económicas como las que sufría hace poco menos de un siglo ante el aparente incontenible avance del comunismo. Así describe Pedro Ángel Palou el pontificado en ese entonces de Achille Damiano Ambrogio Ratti, más conocido como Pio XI:

[…] sin dinero siquiera para renovar el Palacio Lateranense en el que la ruina del Vaticano lo encerraba, poco podría hacer por la iglesia. Era un papa prisionero, no un digno heredero de Benedicto XV, su protector y amigo… Lo despertó el ruido de las ratas que corrían por los techos y entre los muros. Escondidas y agazapadas de día, se volvían locas de noche. Miles de ratas infestaban el Vaticano, llenaban las salas de recepción y los sótanos, la viejas cañerías y los precarios servicios. La misma basílica de San Pedro era un hervidero de ratas… Y él no tenía siquiera para fumigar… Malos tiempos para ser pontífice.

Por fortuna, a finales de ese año ordenaría cardenal a Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, quien fungía como nuncio en Alemania y quien poco después se convertiría en el secretario de Estado del Vaticano. La labor previa de Pacelli en Alemania fue fundamental para firmar concordatos que le aseguraron a la Iglesia fuertes ingresos. En particular, tras el ascenso de Hitler al poder absoluto en Alemania y la firma del Reichskonkordat firmado en 1933, el dinero comenzó a fluir de forma permanente a la Iglesia, pues el Estado alemán se encargaba “religiosamente” de cobrar el diezmo a los feligreses y entregarlo a Roma. 

Sobre la base de hechos históricos, El dinero del diablo (Planeta, 2005) es un thriller ambientado en aquellos años de ascenso del cardenal Pacelli, cuando una serie de asesinatos en las estancias de El Vaticano llevarán a investigar a un detective jesuita desde el Medio Oriente hasta el patrimonio de San Pedro. La combinación de la ficción y la historia transportan al lector a una época nebulosa de la iglesia, pues la muerte misma de Pio XI, quien se había opuesto de forma decidida tanto al nazismo y como al comunismo, está rodeada de misterio. Acaecida a comienzos de 1939, pocos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, dio paso a un cónclave exprés (sólo duró dos días y finalizó tras la tercera votación), en el cual se eligió a Pacelli, quien asumiría el pontificado bajo el nombre de Pio XII. Ya habían pasado los malos tiempos para ser pontífice, el dinero del diablo seguiría fluyendo hasta incluso después de la derrota de Hitler. Entre 8 y 9% del impuesto de renta de los católicos confesos alemanes se sigue recaudando y trasladando directamente a las iglesias católica y evangélica. En 2020 el monto anual del Kirchensteuer ascendió a más de 12.000 millones de euros. 

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