El coronavirus pone el arte patas arriba

Impacto en el sistema museístico

La pandemia rompe planes expositivos, hace temblar el sector y espolea a los artistas

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Un guardia de seguridad en una de las salas actualmente vacías del Macba

Àlex Garcia

El coronavirus está provocando un silencioso terremoto en el mundo del arte. La magnitud dependerá del tiempo que dure la crisis. Pero es seguro que el seísmo dejará graves daños en lo material –ya empiezan a notarse– al tiempo que condicionará y espoleará la creación contemporánea. De momento, el cierre de todos los museos del país y parte de los del resto del mundo trastoca todo el programa de exposiciones de la temporada, pone en cuarentena y bloquea el traslado de cientos o miles de obras, anticipa un encarecimiento de futuras muestras y pone en riesgo una cantidad ingente de empleos.

Seguros más altos. En el Prado, los mayores temores se refieren al rastro económico y las dificultades que a la larga puede crear el Covid-19. “Es más que probable que los seguros para los traslados y préstamos de obras de arte se encarecerán mediante la creación de cláusulas por eventualidad de epidemia” como ya ocurrió en el pasado a raíz de atentados y otros sucesos, explica el portavoz de la gran pinacoteca madrileña, Carlos Chaguaceda. En lo inmediato, sin embargo, los responsables del museo que dirige Miguel Falomir respiran relativamente tranquilos: “Hemos tenido suerte”, dicen. Aluden a que su próxima exposición, prevista para el 31 de marzo bajo el título Invitadas y dedicada al “papel de la mujer en el artes español de siglo XIX y principios del XX”, se sustenta en más de un 90% en cuadros del propio museo. Y aunque haya que aplazarla, se realizará antes o después. En el Prado confían además en que su gran muestra del otoño, Pasiones mitológicas , que por primera vez reunirá las seis poesías de Tiziano, podrá inaugurarse el 20 de octubre.

Obras en cuarentena. Estos días los chats de watsap de los directores de museos son un hervidero de ideas y preocupaciones compartidas. “Es un tiempo extraño, único, que invita a pensar en muchas cosas”, reflexiona Pepe Serra. El director del Museo Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) cree que inevitablemente la experiencia colectiva de “ver cómo un mundo hipertecnificado se colapsa por un pequeño virus” nos cambiará como personas y eso tendrá consecuencias en la propia dinámica de los museos y en cómo nos relacionamos con ellos. “Ojalá sirva para que la gente se dé cuenta de los recursos que tiene cerca, que empiece a ver los museos como una biblioteca a la que puede ir tantas veces quiera, coger algo, marcharse, volver…”. De momento, la pandemia ha enviado a cuarentena a millares de obras que se encuentran empaquetadas en museos de todo el mundo sin posibilidad de regresar a sus lugares de origen o de partir hacia alguna exposición. El propio MNAC tiene un buen número de obras bloqueadas en Japón, donde el pasado año se inauguró la exposición itinerante Barcelona. La ciudad de los milagros artísticos , y ahora mismo ve muy difícil que se puedan realizar las muestras previstas de Isidre Nonell (prevista para mayo) o la que debía reunir las pinturas murales que Annibale Carracci realizó para la Capilla Herrera de Roma, esta última en coproducción con el Prado, donde se conservan parte de las pinturas. “La complejidad logística nos complica mucho la vida, y lo que está sucediendo ahora mismo nos obliga a pensar a medio y largo plazo”, apunta Serra. “Esta semana tomaremos decisiones al respecto, pero prefiero asumir un año complicado y centrar todos los esfuerzos en el 2021. Tenemos unas colecciones estupendas y habrá que buscar fórmulas imaginativas”, señala, y concluye que más que las repercusiones económicas que sin duda afectarán al museo, le preocupa “el impacto que todo esto pueda tener en el tejido cultural que hay en torno a él, diseñadores, traductores, grafistas, en su mayoría autónomos, porque la cadena es muy injusta”.

Borja Villel

“Va a cambiar nuestra percepción del mundo y, con ella, la creación contemporánea”

Una sacudida en la creación. Del mismo modo que Picasso dejó lo que estaba haciendo para ponerse a pintar el Guernica cuando supo del bombardeo alemán sobre la villa vasca, el director del Reina Sofía, Manuel Borja Villel, cree que el kosovar Petrit Halilaj “rehará” la muestra que estaba preparando para inaugurar el 3 de abril en el Palacio de Cristal cuando, de pronto, la pandemia le obligó a suspender los trabajos. “Esta crisis patea el complicado puzle de nuestro programa de exposiciones pero también va a cambiar nuestra percepción del mundo y, con ella, la creación contemporánea”, afirma Villel. Ocurrió con el Sida, en especial en Nueva York, y seguro que va a pasar con el coronavirus, apunta. Y como posibles pistas cita la idea de distopía hecha realidad, la “fragilidad de los cuerpos”, la fuerza del virus y la conexión con plagas y epidemias como la peste negra en el siglo XIV.

Impacto más allá del cierre. El director del Macba, Ferran Barenblit, también cree que la actual crisis “dejará una huella poderosa en el mundo y habrá un antes y un después en muchas cosas”, aunque no está seguro de que eso vaya a significar un cambio de paradigma en los museos. “Creo que todo esto va a tener un mayor impacto en las cuestiones cotidianas que en las estructurales, pero aún está por ver como responde el gran sistema del capitalismo a una crisis como esta,con un planeta entero recluido en sus casas”. La única certeza es que los museos están detenidos y que su impacto va mucho más allá de los días de cierre de puertas. “El calendario ya no será el mismo. La exposición Acción. Una historia provisional de los 90 no se va a inaugurar el 3 de abril como estaba previsto, deberíamos estar ya montando y faltan por llegar obras. Es una reacción en cadena: las Charlotte Posenenske que debían haber viajado ya para la muestra de Düsseldorf no han podido salir, con lo que allí estarán con el mismo problema. El hecho de que sea una crisis global nos obliga a todos a reconfigurarnos”.

Si dura será un desastre. El Museo Thyssen es uno de los grandes perdedores de esta crisis. La exposición de Rembrandt “iba mejor de lo esperado pero estaba empezando (abrió el 18 de febrero y debía durar hasta el 24 de mayo ). Álex Katz tendría que abrir su monográfica en junio, “pero cumple esos días 93 años y no creo que pueda venir”. Y qué decir de los préstamos de obras para una y otra muestra. “Todo está en el aire, y si esto dura más de mes y medio, será un desastre”, dice Guillermo Solana, que se encuentra aislado en una habitación de 2,5 X 3,5 metros en su casa, por fiebre y posible infección del virus. Solana confía en que, “como después del 11-S”, el golpe a los museos por el coronavirus “se supere en unos meses”. Pero si no es así teme fuertes pérdidas, sobre todo en puestos de trabajo. El sector quedó muy tocado por la crisis del 2008 y apenas estaba recuperándose, pero en precario. “Y ahora seguro que los coleccionistas empezarán a cancelar préstamos”.

Pepe Serra

“Nos cambiará como personas y eso tendrá consecuencias en la vida de los museos”

Un sistema más sostenible. El cierre temporal de puertas y por tanto de ingresos por taquilla compromete especialmente a aquellos centros, como la Fundació Miró, que depende en más de un 80% de los ingresos propios. Pero su director, Marko Daniel, dice que este no sólo es un problema de los museos sino de toda la sociedad y que “si en el 2008 los gobiernos decidieron ayudar al sistema bancario para que no colapsara, ahora tienen la responsabilidad de que lograr que toda la población salgamos de esta crisis”. Daniel no duda de que en el futuro el sistema museístico debe ceder a unos cambios que se vienen aplazando desde hace tiempo. Por ejemplo, un sistema más sostenible. Y pone como ejemplo la exposición de la artista india Nalini Malani, que tenía que inaugurarse esta semana. “Todas las obras proceden de colecciones europeas, de acuerdo con la voluntad de la artista, muy preocupada por aminorar el impacto del cambio climático. En tanto que instituciones tenemos la obligación de trabajar a escala más sostenible y fijarnos más en artistas que son ejemplares”.

Revisar el sistema. “Esta es una crisis que nos ha venido de golpe , nos interroga y nos crea problemas”, confiesa por su parte Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso, quien coincide en que tal vez es hora de revisar un sistema del arte demasiado globalizado. “La función principal de un museo tiene que ver con su propia colección, con su historia, su singularidad, y ahí hay muchas cosas por hacer sin tener que pensar en el transporte de obras”. De momento, han quedado atrapadas en Barcelona las obras de la exposición dedicada a la amistad entre Picasso y Paul Eluard, que concluyó el domingo y debían estar viajando para su exhibición en el museo de París, con lo que significa en cuanto a incremento de gastos de seguridad y pago de seguros, al tiempo que queda en suspenso la exposición dedicada las joyas de artista prevista para el 8 de mayo. Con todo, concluye Guigon, la cultura y los museos están demostrando su enorme potencial como conector social, “porque cumplen una función no sólo educativa y patrimonial, sino casi también moral”.

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