Metaleras feministas (Feminist Metalheads)

Por: Jesús Córdoba
Melissa Sierra (Adivarius) – HK Fotografía / Carolina Perez (Castrator)

La palabra “feminismo” es un término que mucha gente entiende con una carga negativa, es un concepto sobre el que recaen muchos estigmas y del que se ha hablado de más, tergiversando su significado y, por lo tanto, nublando su entendimiento. Es todo un cuerpo teórico que conlleva un fuerte análisis crítico compuesto de diversas corrientes, lo que nos lleva entonces a hablar en términos de feminismos. Esta situación de desprestigio y desinformación no cambia en una comunidad como la metalera, donde ocurre el mismo fenómeno y se suele igualar al feminismo con el machismo. Nada más alejado de la realidad que eso. Pero dentro de la misma comunidad metalera están dos músicas colombianas que van en contra de esa errada noción, acogiendo con mucho orgullo el concepto, denominándose feministas sin miedo a lo que la gente pueda llegar a pensar de dicha postura.

Es extraño tener la oportunidad de encontrar este tipo de excepciones dentro del metal, tal como le expresó la conductora del podcast Paroxis Histérica (PH), Karen Ortiz, a Metal to the Bone (MTTB): “en Colombia asumirse como fanática o artista metalera feminista o como fanático o metalero consciente y sensible hacia los feminismos, sigue siendo extraño, y muchas mujeres y hombres no se sienten afines con estas posturas políticas, por lo que es muy común que rechacen el tema sin documentarse o conocer más a profundidad la cantidad de corrientes feministas que existen y todos los logros que han conseguido en el mundo sin dejar un solo muerto”. Sin embargo, ellas son la viva muestra de que sí es posible que este género musical pueda convivir con una corriente política necesaria dentro de los diversos contextos metaleros para que, de verdad, podamos empezar a hablar de una comunidad realmente diversa e incluyente. De lo contrario, seguiremos en el mismo plano de la falsa conciencia con la que suelen describir a esta comunidad -como le mencionó Serena Cherry de Svalbard al blog-, cuando se argumenta que el metal es una hermandad, carácter opuesto a la realidad de las escenas metaleras; seguiremos caminando sobre aquel mito de la igualdad del que habla Rosemary Lucy Hill.

Ellas son, por un lado, Melissa Sierra Velásquez, la vocalista de la banda de metal sinfónico Adivarius (Urrao, Antioquia). Banda a la que Melissa, oriunda de Medellín, ingresó primero como vocalista invitada y como se lo explicó a MTTB: “me enamoré tanto de su música, su filosofía y la fraternidad de sus integrantes que me quise quedar y este año [2020] por fin pudimos sacar nuestro primer álbum ‘El Despertar de los Dioses Olvidados’. Por otro lado se encuentra Carolina Perez, baterista de la banda Castrator que surgió en la ciudad de Nueva York con la idea de tener solo mujeres tocando metal extremo. Ella comenzó tocando música con su hermano en el barrio donde vivía, en Medellín, y tiempo después emprendió un nuevo rumbo hacia Estados Unidos donde conoció a Mallika, la actual voz de Castrator y ex Abnormality, con quien se ideó todo lo que terminó siendo el grupo que cuenta con un primer EP, ‘No Victim’ , y del que pronto conoceremos su primer trabajo de larga duración.

Colombianas con contextos de vida distintos, pero que las une la preocupación por las diversas problemáticas de género existentes en la sociedad y de las que el metal no se escapa, porque también hace parte de este sistema patriarcal que sostiene y legitima cada día las constantes violencias contra las mujeres. Expresiones como las que Melissa ha escuchado, leído y que compartió con este medio: “el metal es para gente ruda, en especial machos”, “desde que dejaron entrar a las niñas esto se volvió una cocina”, “digan lo que quieran pero las mujeres nunca lograrán el nivel de un gutural masculino”, son estereotipos de género a los que vocalistas como ella se tienen que enfrentar en sus entornos. Por su parte, Carolina se ha visto en la necesidad de tomar una serie de prevenciones como la de no volver a participar de los pogos, contándole a MTTB y PH que la razón giraba en torno a que «no faltaba el idiota que me quisiera coger las partes privadas. Siempre. Eso le pasa a todas las mujeres en los pogos, nunca falta el estúpido que actúe de esa manera. Yo lo dejé de hacer porque no me voy a meter donde sé que me van a atacar. En ese sentido, sí es un lugar inseguro que tiene que cambiar porque cuando me pasó, eran jóvenes que ya estaban ejerciendo ese tipo de comportamientos inaceptables”.

Expresiones que son derrumbadas en el instante que se hace hincapié en un caso como el de Carolina y Castrator. Es importante que existan más bandas así porque también desvirtúan esa idea que se tiene de que las mujeres no pueden trabajar juntas, que tienen problemas a la hora de reunirse entre ellas para determinados proyectos. Aparte, son esa representación femenina desde todos los roles que pueda tener una banda, lo que genera en las oyentes del metal incentivos para apoderarse de unas baquetas, conseguir un pick o cantar y gritar desde lo más profundo de su ser a través de un micrófono.

Desde la voz y la batería, algunos de los roles dentro del metal para artistas como Melissa y Carolina, se sufren cuestiones transversales en materia de estereotipos donde las condicionan a lugares específicos y no entienden que ellas están en la capacidad de ejecutar cualquier rol disponible dentro del ámbito del metal. Al respecto, es pertinente traer a colación lo expresado por Dela Núñez, investigadora peruana, en entrevista con el blog y PH: “En el caso de las músicas, primero debes demostrar que tienes la técnica, que sabes tocar muy bien y, luego de eso, te van a ver como un músico respetable”. Es una constante escuchar a instrumentistas indagar sobre el hecho de que siempre se les cuestiona su lugar; es una constante para ellas el tener que demostrar que tocan bien su instrumento y si lo tocan bien es porque ya están al nivel de los hombres, pero si perciben que lo tocan mal entonces es por su condición de mujer. Con cara y sello pierden. Ahora, con el tema específico de las vocalistas como Melissa, además de compartir la continua comparación con los hombres: “no cantas como hombre” o “no haces el gutural como hombre”, también esta la falsa creencia de que la mujer solo encuentra su lugar, en cuanto a voz, dentro del canto limpio y no para un estilo como el gutural: “por qué si eres mujer haces guturales y no cantas limpio como mujer» (I Encuentro de mujeres en el metal en América Latina), hasta el punto de llegar a insinuar que un subgénero como el metal sinfónico es el indicado para ellas. Se les rotula o encasilla en determinados espacios. Todo esto en compañía de la acostumbrada hipersexualización de las músicas metaleras en los recitales, en los medios de comunicación afines al género musical, en las redes sociales, etc.

Cuando se tocan estos temas es inevitable encontrarse con la idea de que las mujeres se victimizan o que las personas que llegan a estos análisis están victimizándolas, pero esto va más allá de estas aseveraciones. Es necesario poner de presente, independientemente de la forma o formato en el que se lleve a cabo, que este tipo de situaciones realmente existen; llegar a describir la realidad de las mujeres a través de sus propios relatos, o de lo que otras personas perciben, es vital para entender las dimensiones de esta problemática. No es victimizar, es contar un hecho verdadero, que es cierto, que no es una invención femenina y que la sociedad debe conocer por más incómodo que resulte, porque de lo contrario no será posible entender el problema, interiorizarlo y ejercer acciones de cambio. El conocimiento de estos hechos, la visibilización de los mismos y la permanente discusión en torno a esta problemática son pasos esenciales si queremos avanzar en la consecución de la igualdad material, en la lucha por los derechos de las mujeres.

Lo anterior, dentro de las escenas de metal con sus propias lógicas y dinámicas, se suma a los demás ámbitos de la sociedad donde la situación es absurda. 630 feminicidios ocurrieron durante el 2020 en Colombia según el Observatorio de Feminicidios, de la Red Feminista Antimilitarista. Casos que se siguen perpetrando en lo que lleva de este 2021 (violencia de género que no suele tratarse en las letras de metal, algo tiene que decirnos ese detalle). Amnistía Internacional presentó el informe «La era de las mujeres. Estigma y violencia contra las mujeres que protestan», que consigna la forma en la que las mujeres que protestan en contra de la violencia feminicida en México son estigmatizadas. Estos, como muchos otros hechos dentro de la región, son flagrantes violaciones a los derechos humanos de las mujeres.

Entonces, ¿por qué es importante hablar de feminismo dentro del metal? Frente a eso, una de las voces de la banda Adivarius asume que “es importante hablar de feminismo en el metal porque me parece un fuerte complemento de este género, sobre todo cuando se caracteriza por ser contestatario con el sistema y crítico con lo que socialmente parece estar establecido”. Sistema que las oprime y las violenta. A su vez, frente a la posibilidad de asumirse abiertamente como feminista, la baterista de Castrator deja de presente que sí lo es “porque la definición de feminismo es asumir que la mujer es igual al hombre, no menos ni más, igual. Entonces sí, si soy feminista. Tenemos los mismos derechos”. Asimismo, y añadiendo la variable del género musical en cuestión, para Melissa “denominarse feminista en el metal genera cierta libertad, ya que el género facilita una expresión franca y contundente de lo que se piensa y una construcción del criterio propio para analizar las situaciones cotidianas que prevalecen sistemáticamente en algunos comportamientos de las personas que conforman el gremio”.

Ellas encuentran en el concepto de feminismo un espacio de cuidado, seguro, pero del cual, como se mencionó al inicio, existe mucha tergiversación. Melissa al respecto afirma lo siguiente: “Hay un desdibuje del movimiento feminista y de lo que se pretende con denominarse como tal. En sí, lo que se plantea básicamente en el feminismo es la equidad y respeto de las identidades y orientaciones sexuales”. Por su parte, y volviendo al disparate de igualar al feminismo con el machismo, Carolina manifiesta que “si todas supiéramos la verdadera definición de feminismo y lo que es el feminismo, todas nos declararíamos feministas. Pero hay un dogma sobre la palabra feminismo que hace que las mismas mujeres odien al feminismo, eso es un fenómeno rarísimo. Lo tienen en el siguiente nivel: es como decir que un hombre machista es como ser una mujer feminista. Y evidentemente no es lo mismo”. Si ser metalera en un espacio eminentemente masculino es bien complejo, imaginen la adición del carácter feminista con todos los obstáculos y estigmas que eso conlleva. Férrea convicción la de estas enormes artistas.

Metal y feminismo son dos mundos totalmente compatibles. El foco de la discusión debería proyectarse en una dirección que nos permita averiguar las posibles razones de la resistencia que encuentra el feminismo en un género musical que se supone ostenta un carácter contestatario y, de paso, indagar sobre las explicaciones que hay detrás de que las mujeres solo sean el 3% de la escena del metal a nivel mundial, dato certero y crudo del libro Gender Inequality in Metal Music Production (Emerald Studies in Metal Music and Culture), de 2018 por los autores Pauwke Berkers y Julian Schaap. Cifra que soporta con creces el hecho de que el metal es un género musical predominantemente masculino.

Este panorama hace de la participación de la mujer metalera en los escenarios un acto político, de resistencia y de claro rechazo a aquellas prácticas machistas. Como lo sostiene Carolina, conquistando ese “miedo primitivo que está tan enterrado en nuestras mentes (…) hace muchas generaciones de este patriarcado, enseñadas a que nosotras somos sumisas. Entonces eso lo tenemos que conquistar, sin ese miedo vamos a estar alertas y vamos a dejar de vivir sin ese miedo para todo”. Ese cúmulo de situaciones hacen digna y justa una postura política como la adoptada por Melissa y Carolina, y retomando ese carácter de unapologetic con el que nació Castrator, ellas dos seguirán cantando y tocando sin pedir permiso ni estar esperando la aprobación de alguien, haciendo lo que se les dé la gana.

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