Andreas Stauffiger, un voluntario del cuerpo de bomberos, socorrista, pastelero y rescatista animal, cuenta con más de sesenta tatuajes repartidos por todo su cuerpo que, según explica, le han ayudado a soportar el dolor y, así, seguir salvando vidas.
El primer tatuaje se lo hizo cuando tenía 18 años y ahora asegura que una de sus metas en la vida es cubrir completamente su cuerpo con tinta: "Nunca paré y no me arrepiento de ellos. Hoy es más una adicción, necesito hacerme más. Es como insectos que vuelan hacia la luz porque está en su naturaleza. Para mí y mi adicción a los tatuajes es lo mismo. Necesito tatuarme".
Sin embargo, los tatuajes no son, precisamente, gratis. De acuerdo con el bombero, ha invertido más de 639.000 pesos (más de 26.000 euros) en modificaciones corporales -con 16 piercings- y tinta para su piel.
Andreas asegura, además, que su tatuaje favorito es uno de Battlestar Galactica situado en su garganta, mientras que el más doloroso fue el que se hizo en el glande: "No es la parte del cuerpo la que decide cuán doloroso es el tatuaje, se trata más bien del estado físico en general. En términos de estrés o sueño o hambre lo que causa el dolor".
El hombre aseguró que los tatuajes le han servido para conseguir hacer el dolor más soportable. Según explica, la tolerancia al dolor, ya sea físico o mental, se puede entrenar.
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