Covid-19: un nuevo desafío para la educación

26 DE ABRIL DE 2020/QUILPUÉ Kinesióloga muestra ejercicios para prevenir malas posturas en el teletrabajo, en medio de la pandemia del coronavirus (COVID-19). FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO


Por Iván Navarro, presidente del Foro de Educación Superior AEQUALIS

La tragedia que vive hoy el mundo por el Covid-19 obliga al ser humano a tomar una serie de decisiones que sin duda cambiarán el estilo de sociedad en que hemos vivido hasta ahora. Como educador, me preocupa en qué dirección y con qué ritmo repercutirán dichos cambios en educación.

Desde ya y con todas las desventuras que ha traído, el coronavirus ha obligado a muchos países y también a Chile a interrumpir la actividad educativa presencial en todos sus niveles y a adoptar formas de educación online, que la gran mayoría de las instituciones educacionales no habían aplicado sino solo ocasional o parcialmente, involucrando de paso a la familia, hecho que rompe la tendencia a un renunciamiento de ésta en la educación de los hijos, que venía generalizándose peligrosamente.

Esta transición crea, para los educadores, el desafío de ser protagonistas de un cambio educacional en que, por de pronto, lo presencial y lo virtual se integren y originen una educación de mejor calidad y adecuada a las exigencias de desarrollo del país. Ha llegado el momento de esforzarnos por crear políticas educativas que promuevan un cambio metodológico y curricular de fondo, una reconfiguración de los perfiles de formación de docentes y profesores, y una estrategia que fomente la investigación y experimentación educacional, a fin de darle al sistema educacional un soporte que hoy no tiene y que se echa mucho de menos, especialmente en la renovación de sus contenidos culturales, en su articulación curricular y en la eficiencia de su implementación tecnológica.

Para ello deberemos trabajar por superar la educación frontal, que se da entre cuatro paredes, integrándola al mundo de la tecnología, de la producción y el trabajo, de la administración y las comunicaciones, de los ecosistemas en los que transcurre la vida real.

Sin que nos hayamos percatado, poco a poco ha surgido un entorno virtual de aprendizaje que ha crecido paralelamente al desarrollo tecnológico y cultural. Si bien es cierto, los estudiantes parecen estar preparados para este cambio, por su habilidad para desenvolverse en los espacios virtuales, plataformas, páginas web y programas informáticos, no ocurre siempre lo mismo con los educadores, pues los actuales perfiles profesionales no contemplan el uso de medios on line, en la dimensión que exige el mundo que vivimos, especialmente el tecnológico y comunicacional. Aquí seguramente se potenciará muy fuerte una demanda a la responsabilidad de las Universidades, que son las habilitadas para formar profesores y docentes, tendientes a generar estrategias nuevas que confluyan en perfiles profesionales, ahora sí, adecuados a las exigencias de los estudiantes y de las familias, al desarrollo científico- tecnológico y al del país en general.

Por último, es innegable que en este esfuerzo, el Estado tiene una responsabilidad esencial y, a estas alturas ineludibles: no podemos estar conformes con haber cambiado positivamente la cáscara de la educación, sino que debemos mejorar sustantivamente su corazón: sus contenidos, sus metodologías, su consistencia curricular y metodológica, la motivación de sus actores y la renovación del espacio educativo, ampliando este espacio al mundo y no tratando, como hasta ahora inadecuadamente, de llevar el mundo a la sala de clases. El Estado tiene que jugar un rol articulador y posibilitador, garantizando una voluntad política que hoy es un poco más proclive al cambio educativo, pero que debe serlo mucho más aún. Es la tarea pendiente.

Creo firmemente que el cambio educativo llego para quedarse: la emergencia nos está regalando el aporte de los padres a la función educativa de la escuela, el trabajo colaborativo entre los actores de la educación superior, la autorresponsabilidad, el autoestudio, el amor al saber y tantas otras virtudes que veíamos debilitadas. Aprovechemos el impulso y asumamos esta oportunidad que nos ofrece esta dolorosa emergencia.

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