En el ítem “las tutorías sirven para solucionar dudas y/ o reforzar lo
aprendido”, la mayoría han puntuado a favor, marcando la valoración 4 un 34,45%
de los encuestados, seguidos de un 27,75% que afirman estar muy de acuerdo con la
utilidad de las tutorías. Por tanto, las tutorías no son habituales pero, sin embargo, las
realizadas, sirven al alumnado a solucionar sus dudas o a reforzar aquello que han
aprendido.
La combinación teoría y práctica es otro de los aspectos clave del nuevo modelo
educativo, con la finalidad de ir reduciendo las clases teóricas (en las que el alumno
sólo escucha), para ir aumentando las clases prácticas y -con ello- la participación de
los alumnos en las clases. Con respecto a esto, se introdujo el ítem “considero más
motivadoras las clases donde se alterna teoría y practica”, para saber la opinión de los
encuestados. El resultado fue que para la mayoría esa alternancia sí es motivadora,
donde un 48,73% de los encuestados manifiestan estar de acuerdo y un 21,84%
afirman estar muy de acuerdo. Por lo tanto, alternar teoría y práctica motiva a los
alumnos, haciendo que las clases ya no sean tan monótonas, y donde el alumno pone
en práctica lo que aprende. Y esto queda reafirmado con la opinión de las alumnas
entrevistadas, quienes indicaban que el tener clases prácticas hace que su aprendizaje
sea más enriquecedor y, por lo tanto, las clases resultan más amenas.
Para finalizar, queremos subrayar otro aspecto que se ha cuestionado mucho
con la implantación de las nuevas metodologías, que no es otra cosa que la carga
excesiva de trabajo que se le asigna al alumno. Para ello se introdujo, en esta encuesta,
el siguiente ítem: considero excesiva la carga de trabajo que se asigna al alumnado en
las clases prácticas, cuyos resultados desvelan que, casi la mitad de los encuestados
parecen estar de acuerdo con ese enunciado. En este sentido, un 39,49% de los
encuestados han puntuado este ítem con un 4, mientras que tan sólo un 1,68%
afirman estar poco de acuerdo.
CONCLUSIONES
Lógicamente, nos preocupa sobremanera que los alumnos, en su mayoría,
afirmen desconocer el plan de estudios que están cursando (53,78%). Si a esto le
añadimos que una de sus principales fuentes de información (casi comparable al
profesorado) es el propio grupo de compañeros (que recordemos se reconoce como
desinformado), unido al escaso (o nulo) impacto de la información ofrecida por la
institución universitaria y sus cauces oficiales, esto supone, de forma directa, que el
desconocimiento del plan, las materias y sus competencias pretendidas, seguramente
lleve aparejada –también- una desinformación con relación a las salidas y cauces
profesionales para y tras la obtención del título (expediente académico, baremación,
nichos de empleo, oposiciones a la enseñanza pública… etc.). Precisamente en este
apartado entraría en juego una información absolutamente valiosa y, en ocasiones,
nada considerada a la hora de elegir un título a cursar: el número de alumnos
admitidos cada año, el número de alumnos egresados por año, y el número de
alumnos que son contratados ese mismo año en la región en la que se ubica la
universidad en cuestión.
Nos llama poderosamente la atención que un gran número de alumnos
(44,53%) afirmen no haber realizado ningún seminario, sobre todo teniendo en
cuenta que en las guías docentes del título aparece, de forma pública, la introducción
de este tipo de metodología y, a tal efecto, así es aprobada en Consejo de
Departamento, Junta de Facultad y Consejo de Gobierno de cada Universidad. Este
hecho pone de manifiesto la débil articulación de la estructura universitaria que, por
el momento, continúa siendo vertical, dificultando los canales para la coordinación
docente y, tal vez lo más importante, la supervisión del trabajo durante su realización
(y no tanto tras su finalización). Es decir, que estamos ante dos caras de una misma
moneda: por una parte tenemos aquel famoso médico (en nuestro ejemplo el docente)
que afirma haber acertado en el diagnóstico, en la prescripción del fármaco y en la
dosis adecuada; y por otra tenemos la visión del paciente (en este caso nuestro
alumnado –tal vez incluso enfermo ante tanta incongruencia), que declara sentirse
mal a pesar de las afirmaciones benevolentes del facultativo. Según la información que
arrojan los datos analizados, lo sucedido con los seminarios no reviste cuerpo de caso
aislado, sino que igualmente sucede con las tutorías (49,57%), muy poco utilizadas
según nuestros alumnos a pesar de estar –igualmente- recogidas en la guía docente.
Por lo tanto, cabría inferir que a pesar de existir un cambio fáctico, bien pareciera ser
fundamentalmente semántico (y en su formato impreso), pues no muestra el impacto