TESIS PUCP
Esta obra ha sido publicada bajo la licencia Creative Commons
Reconocimiento-No comercial-Compartir bajo la misma licencia 2.5 Perú.
Para ver una copia de dicha licencia, visite
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/pe/
Pontificia Universidad Católica del Perú
Facultad de Letras y Ciencias Humanas
TESIS:
Cofradías, poder y prestigio social en la Lima Colonial.
Los Casos de la Cofradía de Nuestra Señora de
Aranzazu y la del Santo Cristo de Burgos, 1690 a 1713.
Para optar por el grado de
Licenciada en Historia
Presentado por
Judith María Mansilla Justo
2008
1
Introducción _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _2
Índice
Estado de la Cuestión _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _3
I. La Cofradía Colonial: un seguro espiritual, material y social _ _ _ _ _ _ 26
a. Origen y Constitución _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 26
b. Orden Interno _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 35
c. Marco Económico _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 40
d. Actividades Públicas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 44
II. Las Cofradías como organismo social: Lazos que destruyen y lazos que
construyen _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 48
a. La cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 48
b. La Cofradía del Santo Cristo de Burgos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 65
Consideraciones Finales _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _85
Apéndice 1 _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _89
Apéndice 2 _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _94
Bibliografía _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 116
2
Introducción
Desde que los conquistadores españoles iniciaron su asentamiento en
las tierras recién descubiertas, comenzaron a introducir diversas instituciones
de origen peninsular, con la finalidad de organizar y regular la nueva sociedad
que se conformó tras la coexistencia entre los habitantes nativos y los recién
llegados. El Cabildo, la Real Audiencia y el Tribunal del Santo Oficio fueron
algunas de las instituciones que se importaron a lo largo del siglo XVI hacia el
Nuevo Mundo, pero la existencia de estas se remontaba a algunos siglos
antes. Asimismo se crearon otras instituciones a partir de la nueva realidad
americana, como fueron los corregimientos y las reducciones de indios.
Estas instituciones respondían a las diversas necesidades de la
sociedad hispanoamericana, y sus funciones diferían de modo que se
complementaban y a veces se superponían unas y otras. Al estudiar el
funcionamiento de estas distintas instituciones y el entramado de las relaciones
interpersonales al interior de ellas, también podemos apreciar el
desenvolvimiento de la sociedad que las albergaba.
La cofradía fue una de estas instituciones importadas por los españoles
al Nuevo Mundo. Era un tipo de asociación de carácter religioso cuyos
miembros se organizaban para rendir culto y veneración a Jesucristo, a la
Virgen, a un Santo Patrón o alguna reliquia religiosa. Asimismo, las cofradías
eran reconocidas por sus obras asistenciales y benéficas, entre los pobres y
menesterosos. Todas estas actividades requerían de una organización, para
mantener el orden y buen cuidado en la marcha de la agrupación. De este
modo, al interior de la cofradía se producía una división necesaria entre
3
aquellos miembros que se encargaban de la dirección de la misma y aquellos
hermanos cofrades simples que no podían acceder a los cargos directivos.
Las procesiones, las misas, el mantenimiento honorable de una capilla,
procurar alimento y ropa para los pobres y presos, requerían que hubiese un
fondo para poder costear los diversos gastos que una cofradía tenía que
asumir. Entonces correspondía también a quienes tuvieran la dirección y
organización de la cofradía, el manejo de los ingresos provenientes de los
aportes periódicos de los cofrades. Así pues observamos que esta institución
desempeñó diversas funciones y actividades, tanto de carácter social, religioso,
económico y político. Asimismo las cofradías tuvieron un gran desarrollo
durante el Virreinato en el Perú y su presencia fue impactante para la sociedad
de entonces, como se verá más adelante. Al estudiar, pues, las cofradías se
puede acceder a una amplia información acerca del desenvolvimiento de sus
miembros; lo cual permite acercarnos a un mayor conocimiento de la sociedad
colonial, a partir de la comprensión de las distintas relaciones interpersonales
que se configuraron al interior de estas agrupaciones.
Estado de la Cuestión
A pesar de que son relativamente escasos los trabajos publicados
acerca del tema de cofradías para el caso peruano, estos ofrecen información
fundamental y necesaria para quien se interese en el tema y desee continuarlo.
Debido a la variedad temática que ofrece el estudio de las cofradías coloniales,
los enfoques de investigación sobre las cofradías han sido diversos. Algunos
investigadores se han ocupado del tema en forma general, estudiando las
cofradías en conjunto para dar a conocer las características propias de esta
4
institución, su conformación y su funcionamiento. Por otro lado, los más
recientes trabajos son más específicos, en el sentido que los investigadores
centran su investigación en un grupo determinado de cofradías, que tienen
elementos comunes y, al mismo tiempo, diferenciadores. Estos trabajos han
dado aportes interesantes a la historiografía.
Se puede considerar como trabajo pionero el realizado por Olinda
Celestino y Albert Meyer (1981), quienes se dedicaron a investigar en forma
conjunta las cofradías que se encontraban bajo la jurisdicción del Arzobispado
de Lima en la época colonial. Su trabajo presenta una clara distinción entre las
cofradías rurales y las urbanas; además, brinda una clasificación sobre la
conformación de las mismas, pues estas podían ser por castas, oficios,
nacionalidades, etc. De modo que presentan las diferentes posibilidades de
agrupación que la cofradía permitía, hecho que brindaba a cada individuo la
posibilidad de acceder a la que mejor se acomodase a sus necesidades1
Debido a la diversidad de la sociedad colonial, se conformaron cofradías
con características particulares, dependiendo de las necesidades espirituales y
materiales de sus miembros. Sin embargo, a pesar de esta variedad de
agrupaciones se puede apreciar un patrón general, en cuanto a la organización
y el funcionamiento de ellas.
. Esta
flexibilidad que tuvo la institución le facilitó la aceptación por parte de los
distintos grupos socio-jurídicos (españoles, indios, negros, etc.) que
conformaban la sociedad colonial.
1 La flexibilidad que tenía la cofradía, como institución, para acoger a diversos sectores de la
sociedad, fue clave para su adaptación tanto en la Península como en el Nuevo Mundo, según
Rodríguez (1995: 13).
5
Los trabajos realizados por Beatriz Garland (1992) y Diego Lévano
(2001), estudian la organización de las cofradías y su funcionamiento. En estos
textos se explican las diferencias entre los hermanos veinticuatro y los cofrades
devotos. Eran los primeros, como fundadores de la cofradía y sus
descendientes, los únicos que podían acceder a alguno de los cargos dentro de
la cofradía. Ambos trabajos ofrecen una descripción de las funciones que
correspondían a cada uno de los oficiales dentro de la cofradía.
En su investigación Lévano realizó un análisis de los beneficios
materiales y espirituales que podían obtener quienes pertenecían a alguna de
estas agrupaciones religiosas. Afirma que los objetivos y fines que se aprecian
en las Cartas de Constituciones, abarcan lo espiritual y lo temporal; pues
además de la salvación del alma y socorro para un “buen morir”, las cofradías
brindaron ayuda asistencial y benéfica, no solo a sus propios miembros, sino
también a los pobres y desamparados.
Los beneficios que una cofradía ofrecía a sus miembros, requerían de un
buen manejo y administración de los bienes de la misma, de modo que todos
los ofrecimientos estipulados en las Cartas de Hermandad, llamadas también
Cartas de Esclavitud, pudiesen ser concretados y no se generen quejas por
parte de los cofrades2
Los estudios de Teresa Egoavil (1986) y Beatriz Garland (1995) se
centran en el aspecto económico de las cofradías. En el más reciente, la autora
presenta las diversas modalidades en que se emplearon las limosnas,
.
2 Por ejemplo, en 1682, Dorotea de la Santísima Trinidad, cofrade del Santo Cristo de Burgos,
exigió que la cofradía le pague lo que había gastado en médico y medicinas, pues en la Carta
de Hermandad se le había ofrecido cubrirle esos gastos, y no había recibido la ayuda ofrecida.
AAL, Leg 59, Exp. 20, f. 1
6
donaciones y cuotas periódicas de los cofrades. Se concentra en explicar cómo
las ofrendas y las donaciones jugaban un papel clave, no solo ayudaban al
sostenimiento de la cofradía, sino que también permitían legitimar las
relaciones jerárquicas entre los miembros. Estos aportes económicos no solo
impactaban por su valor material sino que daban cuenta de la posición social
del donatario3
Según Egoavil, la posesión y control de ciertos bienes por parte de la
cofradía, contribuyeron a brindarle cierta autonomía frente a las autoridades
civiles y eclesiásticas de la Colonia. A la vez que generaron una serie de
conflictos, pues las autoridades se enfrentaban por tratar de controlar y tener
acceso a dichos bienes.
.
Las autoridades civiles y eclesiásticas tuvieron gran interés en el
desarrollo y control de las cofradías, pues estas agrupaciones les permitían
cumplir la misión evangelizadora que justificaba su presencia en el Nuevo
Mundo. Joaquín Rodríguez (1995) señala que dentro del espíritu de la
Contrarreforma, la cofradía fue un arma importante para la evangelización,
pues su “parafernalia teatral” permitió la atracción de aquellos grupos que
estaban en vías de ser cristianizados4. Las órdenes religiosas impulsaron la
fundación de las cofradías, al considerarlas un importante instrumento
doctrinal, que permitía ‘aficionar’ a los recién adoctrinados al culto cristiano5
A pesar del interés inicial de las autoridades por alentar la fundación y
desarrollo de dichas asociaciones religiosas, estas mismas autoridades
comenzaron a ver en las cofradías espacios peligrosos que podían ocultar la
.
3 Garland (1994: 222)
4 Rodríguez (1995: 15)
5 Ibíd., 5.
7
continuación de prácticas profanas o la planificación de motines y rebeliones.
Esta preocupación propició un cambio en la postura de las autoridades, a partir
del siglo XVII, que comenzaron a exigir un control más estricto sobre las
cofradías6
Por otro lado, las actividades religiosas que organizaban estas
asociaciones aseguraban ingresos regulares a los miembros del clero, a
cambio de los servicios que oficiaban para ellas; por ello, era también
importante para los sacerdotes que las cofradías continuasen funcionando. De
manera que la búsqueda de un control más fuerte sobre ellas no debía
amenazar su existencia; sino permitirles controlar más de cerca sus
posesiones.
.
Los bienes e ingresos que poseían las cofradías dieron pie, en varias
oportunidades, a conflictos y tensiones, entre las autoridades civiles y
eclesiásticas que se enfrentaban por poner a estas instituciones bajo sus
correspondientes jurisdicciones, de manera que también pudiesen acceder al
manejo de sus bienes7
Además de estos estudios que nos presentan las características
externas de las cofradías, encontramos otros trabajos que se enfocan en las
condiciones y aspectos internos de estas agrupaciones, tales como los
conflictos y disputas que generaron estas congregaciones y que también se
.
6 En 1602, la Corona prohibió que se lleven a cabo reuniones de cofradías sin la presencia de
un sacerdote. Hacia la segunda mitad del siglo XVII, también se ordenó a las cofradías ya
existentes, y a las que deseasen conformarse, que solicitasen la aprobación de sus
Constituciones ante la autoridad eclesiástica correspondiente. Varón (1982:134, 136).
7 Las cofradías representaron uno más de los espacios donde las tensiones entre las
autoridades eclesiásticas y civiles se pueden apreciar. Si bien estas asociaciones religiosas
estaban dentro de la jurisdicción eclesiástica y, por tanto, todo problema que les concerniera
debía ser resuelto en el Juzgado de Capellanías, Testamentos Legos y Obras Pías, las
autoridades civiles, apoyadas por el derecho del Real Patronato, intervenían continuamente en
los asuntos de competencia eclesiástica. Paniagua (1995: 22) y Moreyra y Paz Soldán (1994:
489, 490).
8
desarrollaron dentro de ellas. Por ejemplo, Ciro Corilla (2002) postula la
existencia de un “racismo institucionalizado”8
Respecto a esta afirmación, debe tenerse en cuenta que el concepto de
“limpieza de sangre” surgió como una suerte de elemento diferenciador, que
iba más allá de lo racial y étnico. En la sociedad castellana medieval la
comunidad religiosa de nacimiento era la que determinaba la identidad social
de una persona; o sea su pertenencia a un grupo “etnorreligioso”
desde los siglos XVI y XVII; un
racismo que según el autor se podía apreciar en los prejuicios de superioridad
e inferioridad entre las razas, y que la misma sociedad se encargó de remarcar,
con la finalidad de mantener las diferencias entre los que la conformaban. Para
Corilla, este racismo se puede inferir en la continua reiteración, existente en las
Cartas de Hermandad, acerca de la ‘pureza de sangre’ como elemento
diferenciador y necesario, tanto en las cofradías de españoles como en las de
negros.
9
8 Corilla (2002: 32)
. De este
modo, a las personas se las identifica por su pertenencia a determinada
comunidad religiosa, de la cual se formaba parte por nacimiento. En este
sentido, Christiane Stallaert señala que cambiar de religión suponía condena
social, por parte de los antiguos correligionarios y también por los nuevos, pues
significaba pérdida de identidad. Al aumentar las conversiones de los judíos en
la Península, desde fines del siglo XIV, la intolerancia frente al cambio de
identidad religiosa creció y surgieron medidas de segregación rigurosas. A raíz
de este fenómeno, la casta cristiana se dividió en nuevos cristianos y en los
9 Cabe señalar que el término étnico es más amplio que el de raza, puesto que la pertenencia a
un grupo étnico depende de varios elementos como religión y cultura, además de la raza.
Asimismo, poseer una misma raza no significa pertenecer al mismo grupo étnico. De modo que
al emplear el término ‘etnorreligioso’, la autora se refiere a la correlación existente entre grupo
étnico y religión, en de la sociedad de la Castilla medieval. Stallaert (2005:5,6).
9
viejos; es decir, en aquellos que tenían una identidad adquirida, frente a
aquellos que poseían una identidad adscrita al nacimiento. De este modo, la
“limpieza de sangre” surgió como un elemento de diferenciación, producto de la
reacción etnicista “cristianovieja” que buscó defender la pureza étnica cristiana,
frente al a los nuevos cristianos10
Corilla presenta como uno de los ejemplos de dicha discriminación a la
Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima, donde el ingreso de nuevos
miembros y el goce de los beneficios que ofrecía, estaban condicionados a la
demostración de la “limpieza de sangre” por parte de los individuos. Según las
Constituciones de esta cofradía, era labor de los mayordomos velar por “la
limpieza de sangre” de sus miembros, así como de los hijos y cónyuges que
quisieran recibir entierro en la bóveda de la cofradía
.
11
Corilla emplea el término de “limpieza de sangre” como sinónimo de un
ascendente sin mezclas raciales. Por ello afirma que en la cofradía de vascos
el hecho que no se aceptase a ninguna persona emparentada con negro,
mulato o indio, significaba discriminación racial. Pero hay que tomar en cuenta
que, para la sociedad colonial, la raza o el color de la piel, eran solo uno de los
muchos elementos que marcaban las diferencias sociales. La calidad de una
persona dependía de la posesión de una serie de valores sociales como el
linaje, la fama, el prestigio social, la riqueza, “la limpieza de sangre”, posesión
de títulos nobiliarios, pertenecer a órdenes militares, etc. De estos, el más
apreciado era el “honor”. Como virtud, el honor era una expresión de la moral
de la persona, que a la vez requería de ser exteriorizado por medio de una
conducta virtuosa y elementos que hicieran referencia a ello. No bastaba que el
.
10 Esta reacción etnicista surgió con la finalidad de defender la identidad tanto religiosa como
cultural. Ibíd., 7.
11 Corilla (2002: 22)
10
individuo sea consciente de poseer esta virtud, necesitaba hacerla visible ante
la opinión pública; y la religiosidad era uno de los elementos que permitía
expresar ese honor12
Dentro de este contexto, pertenecer a una cofradía brindaba al individuo
el medio para exteriorizar su religiosidad a la vez que fortalecía su status. El
status, según Burke, se adquiría por nacimiento y era respaldado por la ley y la
costumbre; sin embargo, esta categoría debía revelarse a través del estilo de
vida
.
13
En otro estudio, Walter Vega (2001) señala también la existencia de una
discriminación social que afloró a través de las cofradías. Estas instituciones
permitieron que sus miembros se vincularan entre ellos, a la vez que se
diferenciaban de otros grupos de la sociedad. Según el autor, esa
“discriminación”, que afirma existió, fue necesaria para mantener el orden y la
estratificación social establecidos.
. De modo que, en busca de proteger o elevar este status, los miembros
de las cofradías se enfrentaron, por apropiarse del espacio que les permitía
controlar la expresión pública.
Esta estratificación social en Indias fue jerárquica y estamental, dado
que se desarrolló sobre el patrón castellano, donde primaba la división
corporativa y estamental; a esto se fueron sumando las realidades
multirraciales, económicas y políticas de la colonia14
12 En cuanto el concepto de honor, Seed (1991: 88) señala que el honor era considerado la
máxima virtud social, por ello se convirtió en necesidad del individuo hacer demostración de
ello. Del mismo modo, Fazio (2005) considera que el honor es virtud interna del hombre, la cual
el mismo busca exteriorizar. De ahí que en la colonia, el espacio público cobrara importancia,
pues era ahí donde se podía manifestar la calidad del individuo o del grupo frente a los demás.
. En esta sociedad
hispanoamericana, cada grupo social poseía una serie de derechos y deberes
definidos jurídicamente. Asimismo, estos grupos procuraban tener una
13 Burke (1997: 76)
14 Mörner (1980:81)
11
representación exterior de su condición socio-jurídica, que los diferenciara
entre ellos y, a la vez, les permita acceder a cierto grado de honorabilidad que
asegurase su reconocimiento social15. De este modo, cada grupo buscó los
elementos diferenciadores que le servían de apoyo para autodefinirse,
excluyendo al resto. En el caso de las cofradías, la limpieza de sangre y la
referencia al color de la piel servían para desestimar a quienes se consideraba
de condición inferior, y debían permanecer en otros grupos que reunía a
personas de su misma condición16
Estas instituciones religiosas fueron núcleos de sociabilización, entre sus
miembros y también ofrecía formas de relacionarse fuera de ella. Las
relaciones que se crearon dentro y fuera de estas congregaciones originaron
diversos conflictos. Así, Jesús Paniagua (1995) se interesó por los tipos de
relación que las cofradías generaban dentro y fuera de ellas; por lo cual centró
su investigación en dos cofradías en particular, para definir estos tipos de
relación. Dentro de cada cofradía, sus miembros se interrelacionaban; la
cofradía, como grupo, se relacionaba con otras; y a la vez, se relacionaba con
. La institución cofradial, por lo tanto,
permitió recrear la separación y jerarquización de los distintos grupos que
conformaban la sociedad, colocando a cada individuo donde se suponía
pertenecía. Al limitar la movilidad de las personas, las cofradías ayudaban a
mantener el ordenamiento social y en algunos casos pudieron dar pie a
tensiones entre distintos grupos sociales.
15 Jesús Cosamalón (2006: 264) señala que una persona podía ser reconocida como
poseedora de grados de honorabilidad, la cual variaba de acuerdo a la mirada de otras
personas. Esta visión de la honorabilidad podía variar desde el rechazo casi total de posesión
por otro (por ejemplo el esclavo visto por su amo), hasta la posesión indiscutible (como en el
caso de los nobles). Al ser variable, la honorabilidad era una aspiración incluso de los sectores
inferiores de la sociedad.
16 Al emplear el término “condición inferior” no hacemos referencia a los estratos sociales más
bajos de la sociedad, sino aquellos grupos que se pueden encontrar simplemente por debajo
del grupo que utiliza estos elementos diferenciadores.
12
las autoridades civiles y eclesiásticas que la rodearon. En cada uno de estos
niveles, Paniagua clasificó tres tipos de tensiones: “dominante-dominante”,
“dominante-dominado” y “dominado-dominado”.
El primer tipo, “dominante-dominante”, hace referencia a los conflictos
que se desarrollaban frecuentemente entre las autoridades civiles y
eclesiásticas por controlar las actividades de carácter religioso. La cofradía fue
un espacio más donde estas tensiones afloraban, dado que los bienes que
poseían y administraban atraían a ambos grupos de poder. En este nivel, los
únicos protagonistas serían las autoridades en conflicto, mientras que las
cofradías, como institución, y sus miembros mantendrían una posición estática,
a menos que se tomara en cuenta cuál era la actitud que toma la cofradía
frente a los enfrentamientos de las autoridades.
Las tensiones “dominado-dominante” surgían cuando las cofradías
tenían ciertos enfrentamientos con las diferentes autoridades coloniales, en el
intento de mantener la autonomía que poseían para la administración de sus
bienes y organización de sus actividades. Cuando se suscitaban conflictos
entre dos o más cofradías, o entre los miembros de una misma, algunas
autoridades apoyaban e incluso favorecían a alguna de las partes
involucradas17
17 El estudio de Paniagua (1998: 15) se enfocó en el conflicto que surge entre dos cofradías, la
de San Eloy y la de la Misericordia, ubicadas en la misma capilla en el Templo de San Agustín
de la ciudad de Lima. Los Mayordomos de ambas cofradías eran los mismos y debían ser del
gremio de plateros, y en el caso de la cofradía de la Misericordia, el administrador debía ser un
hermano agustino. El conflicto se desató cuando los mayordomos acusaron a los agustinos de
mala administración y de retener el dinero que tenían a su cargo. Por otro lado, los frailes y
algunos cofrades simples de la Misericordia señalaron que la malversación era de los
mayordomos, que controlaban ambas agrupaciones. Cada una de las partes del conflicto se vio
respaldada por alguna autoridad del estamento religioso o burocrático, pasando cada vez a una
instancia superior hasta ser enviado el caso a la Corte Real. Lamentablemente el autor señala
que el resultado final de la disputa no se encuentra en la documentación consultada.
. Este tipo de tensiones sería complementario a la anterior,
13
puesto que permite ver las relaciones verticales entre la cofradía o sus
miembros con las autoridades coloniales.
Cuando intenta definir el tercer tipo de tensiones, Paniagua señala que
en los casos que revisó no se pueden apreciar las tensiones de tipo “dominado-
dominado”, que serían producto de los conflictos entre los miembros menos
favorecidos al interior de la cofradía, lo cual él no ha constatado. Sin embargo,
este autor no deja en claro el uso de los términos “dominado” y “dominante”,
cuando plantea esta tipología. ¿Acaso un individuo recibe la condición de
“dominado” o dominante”, dependiendo a qué grupo pertenece dentro de la
jerarquía social; o es posible que una persona pueda pasar de “dominado” a
“dominante” o viceversa según la posición que ocupa en una relación de
poder? Afirmar lo primero condicionaría al individuo a una actuación estática
dentro de la sociedad, sin tener la mínima posibilidad de movilizarse
socialmente y eliminando toda esperanza e intención de hacerlo. Mientras que
la segunda posibilidad permite acercarnos al individuo en los diferentes
espacios que ocupa en la sociedad colonial. En el caso de un mayordomo de
cofradía, dentro de la agrupación tomaría el rol de “dominante” ya que estaría
desempeñando el mayor cargo dentro de la agrupación; pero en un conflicto
frente a la jerarquía eclesiástica, por ejemplo, estaría en condición de
“dominado” por encontrarse en una situación inferior de poder. De este modo,
un mismo individuo podría acceder a la posición de “dominante” o “dominado”
según el espacio y la situación donde se encuentre; y la cofradía era una de las
instituciones que ofrecía el espacio adecuado para desarrollar estos diferentes
roles.
14
De esta breve revisión bibliográfica, se observa que los trabajos
realizados acerca del tema de cofradías son útiles para dar una comprensión
general de las cofradías en conjunto, y presenta la diversidad de temas que
encierra la investigación de estas instituciones. Por otro lado, los trabajos que
se centraron en una o varias cofradías específicas, como los de Corilla y
Paniagua, establecieron conclusiones sin señalar las razones por las que
escogieron esas agrupaciones en especial, y tampoco advirtieron las
limitaciones correspondientes a las generalizaciones que postularon.
Si bien la cofradía fue una institución de carácter religioso de acuerdo a
los objetivos y fines que perseguía, su funcionamiento naturalmente trascendió
el plano netamente espiritual; por ello, al estudiarla, se observa que articula
aspectos de carácter económico, político y social. Burke, refiriéndose al empleo
del término comunidad, señala que las cofradías fueron un tipo de comunnitas,
o solidaridades sociales, que pudieron revivir de cuando en cuando la
construcción de la sociedad que las albergó18. De ahí, que el estudio de estas
instituciones y el entramado de relaciones personales de sus miembros, nos
permiten acercarnos a la comprensión de la sociedad colonial19
Quienes se han dedicado a la investigación de las cofradías, han intuido
los alcances que podrían surgir de la investigación de estas instituciones. Por
ejemplo, Paniagua afirma que esta institución fue una especie de “caja de
resonancia” de los problemas y tenciones sociales de la misma sociedad
.
18 Burke (1997:71)
19 Para el caso de España existen los trabajos de Jesús Arraiza (1998), que realiza el estudio
de las cofradías dedicadas al Apóstol Santiago, para averiguar la importancia que la devoción
por este santo tuvo por todo el Reino de Navarra, durante los siglos XIV al XVI. Otro trabajo es
el de Manuel Benitez Bolorios (1998), quien a partir de los conflictos entre dos cofradías
gremiales entre los XIV y XV, presenta una visión de la vida cotidiana y religiosa de los
pobladores rurales del Reino de Valencia. Sobre el caso argentino Roberto Di Stefano (2002)
estudió las cofradías para comprender los cambios que afectaban a la sociedad, cuando se
transformaba de religiosa a secular.
15
colonial; los cuales se expresaban a través de estas agrupaciones religiosas20.
Asimismo Rodríguez señala que la cofradía era el espejo de los conflictos,
tensiones e intereses de la sociedad limeña; una institución que abarcaba más
allá de asuntos de carácter religioso, trascendiendo hacia lo político, económico
y social. Presenta a la cofradía como una especie de microcosmos de la
sociedad, que reproducía milimétricamente la estructura de la vida social21.
Esta afirmación es un tanto apresurada, pues hay que tener en cuenta que
estas agrupaciones no eran todas idénticas, sino que poseían peculiaridades
según el grupo social que representaban. Si bien es posible estudiar esta
institución para conocer diferentes aspectos de la vida religiosa, económica y
política de la sociedad, hay que tomar en cuentas las particularidades de cada
caso, para no perdernos en las generalidades22
Después de revisar la producción historiográfica acerca del tema, se
aprecia una carencia de trabajos respecto del significado social que estas
agrupaciones religiosas tuvieron para los diversos grupos socio-jurídicos de la
colonia. Este vacío consiste en la falta de estudios que reconozcan las
diferencias en la actuación de las cofradías, a partir de la composición que
cada una tuvo. Tampoco se ha estudiado el papel que estas instituciones
cumplieron como plataforma social para sus miembros; de modo que les
permitieron entablar y estrechar vínculos de poder.
.
El tema principal de este trabajo será el papel social que estas
congregaciones desempeñaron. Por lo tanto, cómo hipótesis propongo que la
20 Paniagua (1995:34)
21 Rodríguez (1995: 15)
22 Al estudiar las cofradías en conjunto, se puede llegar a una comprensión amplia de la
sociedad, tomando en cuenta los diferentes elementos (persona, costumbres, ideas, actitudes,
etc.) que la conforman, pero el estudio de una sola de estas agrupaciones religiosas no puede
englobar la multiplicidad de estos elementos.
16
actuación religiosa y el cumplimiento de los otros servicios y actividades de
cada cofradía dependían en buena parte a la composición social de ella. Esto
se puede apreciar en que, a pesar de que los españoles y sus descendientes
eran legalmente iguales, existían diferencias socioeconómicas entre ellos, lo
cual se refleja con bastante claridad en las cofradías.
Al ocuparnos de estos aspectos de las cofradías, pretendemos alcanzar
los siguientes objetivos. En primer lugar, tomando en cuenta que la sociedad
colonial fue sumamente heterogénea y diversa, sería ambicioso intentar
abarcar un estudio acerca de la importancia social que pudo tener la cofradía
para toda la sociedad en conjunto; de manera que nos concentraremos en
esbozar el papel social que jugaron las cofradías para la población española.
Por lo tanto, en este trabajo advertiremos cómo diferentes individuos,
españoles y criollos que consiguieron mejorar sus condiciones socio-
económicas, se sirvieron de las cofradías para mejorar su ascendente social, y
tuvieron que utilizar diferentes recursos para demostrar y mantener su posición
predominante en sus respectivas agrupaciones.
Siendo pues la cofradía, como las investigaciones la señalan, un espacio
donde se representa la sociedad colonial, también resultó ser un espacio de
lucha por el poder y la obtención de prestigio social. Las cofradías fueron un
cuerpo o núcleo social, donde sus miembros se interrelacionaban, a la vez que
creaban una identidad particular para diferenciarse de las otras agrupaciones
similares; estas relaciones interpersonales al interior de ellas envolvieron
17
conflictos de poder y mecanismos para conseguir y mantener el prestigio social
que tanto anhelaban los miembros23
Por ello otro objetivo de esta investigación será demostrar que la
cofradía fue, además de una institución religiosa y benéfica, un espacio social
con una identidad propia, donde se generaron conflictos cuando los objetivos
personales reemplazaron los objetivos básicos de la agrupación, originando el
detrimento de esta. Podremos apreciar que en aquellas cofradías donde sus
miembros participaron en conjunto con miras en común, hubo un desarrollo
espiritual, económico y social más sostenido.
.
Al referirnos al tema del poder, debemos considerar que no existe un
poder único, sino que hay varios poderes, que son formas de dominación o
formas de sujeción que operan en diferentes espacios. Estas formas de poder
poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica24
23 La cofradía dio a sus miembros el espacio social donde establecer lazos de amistad, de
compadrazgo e incluso de parentesco, Arias de Saavedra (2000: 400). En las dos cofradías
que son objetos de este estudio, veremos cómo a partir de estas vinculaciones se formaron
bandos de poder que se enfrentaron por el control de la administración de la agrupación,
ocasionando un deterioro de la imagen de ella; y cómo estas mismas vinculaciones sirvieron
para fortalecer la posición social de la cofradía dentro de la sociedad, por medio de un trabajo
más organizado de los miembros.
.
Asimismo, en este estudio podremos observar, con ejemplos claros, las
posiciones de “dominante” y “dominado” que postula Paniagua, y advertir cómo
un individuo podía oscilar entre una y otra condición en un mismo ámbito,
dependiendo de las relaciones que desarrollaba. Esto a su vez mostrará cómo
se articulaban las relaciones o redes de poder en la sociedad colonial. Por ello,
un tercer objetivo será verificar que la cofradía fue uno de aquellos espacios
donde operaban las mallas de poder, y se puede observar quiénes lo ejercieron
y cómo impactó esto sobre el resto de la agrupación.
24 Foucault (1996: 58)
18
Durante la colonia, se fundaron y desarrollaron en la ciudad de Lima
diversas cofradías, cuyos miembros se agruparon en base a diferentes
criterios, tales como raza, profesión, lugar de procedencia, etc. Algunas de
estas agrupaciones eran de carácter cerrado y otras, según se formulaba en
las Cartas de Constituciones, eran de libre acceso.
Además, muchas de estas agrupaciones compartieron ciertas
características puesto que todas perseguían fines espirituales que justificaban
su creación; sin embargo cada una tenía sus peculiaridades puesto que las
necesidades de los miembros de las cofradías de afro-peruanos y mestizos, y
las de indios eran un tanto diferentes a las de españoles25. Asimismo, ciertos
valores como el poder y el honor, tuvieron un impacto diferente en las distintas
cofradías y no podemos generalizar su importancia. Por ello, en el presente
trabajo pondremos énfasis en la relevancia de estos valores en las cofradías de
españoles y de qué manera influyeron en las actitudes y el accionar de estos
individuos26
Para el caso de los españoles, debemos considerar además que no
todos se encontraban en la misma condición socio-económica. Dentro de este
grupo socio-jurídico habían pobres, artesanos, profesionales, comerciantes
pequeños y mayores, beneméritos y nobles; de modo que las cofradías de
.
25 Para el caso de las cofradías de negros y mulatos, Vega Jacome (2001) señala que esta
institución funcionó para la población esclava como una válvula de escape, que les permitía
sobrellevar una vida sombría, puesto que las cofradías les ofrecía apoyo moral y material. Por
otro lado, Corilla (2002) señala que en este tipo de agrupaciones surgieron tensiones entre la
población de color, lo cual reflejaba los conflictos libres/esclavos, africano/ladino,
negros/mulatos y entre distintas castas. Según Rodríguez (1995) las cofradías favorecieron la
asociación comunal de la población indígena, que se integró en torno a ellas. Meyers (1988) y
Varón (1982) señalan que en las agrupaciones rurales la organización fue similar a la de los
antiguos ayllus, lo cual permitió fortalecer a la comunidad.
26 Más específicamente, nos dedicaremos al estudio de cofradías administradas por españoles,
pues en la Cofradía del Santo Cristo de Burgos, debido a su carácter abierto de admisión, se
permitía el ingreso incluso a negros y esclavos como hermanos cofrades simples.
19
españoles agrupaba a los miembros de esta calidad de acuerdo a la condición
de personas. Asimismo, el estudio de estas agrupaciones nos permite
comprender más acerca de la movilidad social que existía dentro de este grupo
socio-jurídico y del desenvolvimiento de este sector de la población colonial,
según su nivel dentro de la escala social.
Partiendo de la existencia de una red de poder, como señala Foucault,
donde se superponen y entrecruzan distintas formas de poder, se entiende que
existen diversos espacios o ámbitos donde se aprecia este entramado.
Complementando este concepto, Balmori afirma que en la sociedad colonial, el
individuo es un elemento dentro de una jerarquía de poder, donde las
estrategias matrimoniales y las asociaciones de parentesco en la política, el
comercio y otros espacios, eran vitales para obtener una mejor posición en esa
estructura. 27
Hay que tomar en cuenta que en la estructura social hispanoamericana
los grupos tenían un lugar predispuesto y este debía ser inconfundible para los
otros; de ahí que era necesario obtener aquellos elementos que hacían visibles
el prestigio y el poder que poseía cada cual, puesto que ayudaban a fortalecer
la imagen colectiva. La cofradía colonial fue, no solo el medio que les permitió
reflejar su calidad colectiva, sino que al estudiarla se pueden ver las relaciones
de poder que atravesaban la estructura social. Por ello, para el presente trabajo
se escogieron dos de estas agrupaciones, lideradas por españoles: la de
Nuestra Señora de Aranzazu, que se albergaba en la iglesia de San Francisco,
y la del Santo Cristo de Burgos, establecida en el templo del Convento de San
Agustín.
.
27 Balmori (1990: 44)
20
La primera de ellas, Nuestra Señora de Aranzazu, fue instituida por
inmigrantes vascos y sus descendientes, residentes en la ciudad de Los Reyes;
los cuales para el siglo XVII ocupaban posiciones importantes dentro del
comercio en la capital del Virreinato peruano. Las fuentes primarias que
permiten su estudio hoy en día, se encuentran principalmente en el Archivo de
la Beneficencia Pública de Lima (ABPL) y el Archivo General de la Nación
(AGN). La documentación que se conserva en estos archivos se encuentra un
tanto esparcida e incompleta, pero se puede ubicar documentación suficiente
que abarca desde fines del siglo XVII a inicios del XVIII, marco temporal donde
se enfoca nuestro estudio. También se consultaron las fuentes editadas
referentes a esta cofradía28
Al hacer el seguimiento de las actividades públicas y privadas de esta
cofradía, se puede ver la importancia social que adquirió, de manera que
ofrecía además respaldo social a sus miembros y en especial a sus
mayordomos. Esta importancia se refleja en los esfuerzos que se llevaron a
cabo para proporcionar honor y prestigio a la agrupación, como veremos más
adelante.
.
En cuanto a la cofradía del Santo Cristo de Burgos, gran parte de su
documentación se halla en el Archivo Arzobispal de Lima (AAL) y, una menor
parte en el AGN. El fondo de cofradías que posee el primero de estos archivos
es cuantioso, y por ende, brinda múltiples posibilidades para investigar el tema
de las cofradías coloniales. Semejante al caso anterior, la documentación es
discontinua, pero hay grandes bloques que cubren períodos determinados,
incluyendo el final del siglo XVII e inicios del XVIII. No se han realizado trabajos
28 Lohmann (1990) y De la Puente (2004)
21
respecto a esta agrupación, salvo una breve mención o referencia a ella en la
bibliografía general. Esta cofradía fue fundada por los escribanos de la ciudad
de Los Reyes, a fines del siglo XVI; no hay datos de la fecha precisa, pero
debió ser de las más antiguas, pues tenía el honor y responsabilidad de
organizar la procesión del Jueves Santo, por lo que era una de las más
reconocidas de la ciudad29
Al revisar la documentación de las cofradías, encontramos que la figura
saltante era el mayordomo. El interés por conocer y comprender las relaciones
interpersonales entre cofrades nos llevó a ubicar a algunos de estos oficiales, a
quienes rastreamos en diversos tipos de documentos. Además de los registros
pertenecientes a cada cofradía, encontramos testamentos, cartas de poder,
informaciones y otros, con el objetivo de encontrar en que otras actividades
participaron estos hombres, relacionándose entre ellos fuera del ámbito de la
cofradía.
.
Los mayordomos eran quienes administraban y dirigían sus respectivas
agrupaciones; eran quienes detentaban mayor “poder” entre sus compañeros.
El desempeño de esta función era de gran estima, pues estaba reservado a
uno de los “hermanos veinticuatro”; además, era el reconocimiento público de
ser buen cristiano, al tiempo que le transmitía al individuo el status social que
cada agrupación poseía.
De la cofradía de los inmigrantes vascos y sus descendientes,
encontramos tres personajes interesantes que se desempeñaron como
mayordomos a inicios del siglo XVIII: Don Antonio de Querejazu, Don Pedro de
Ulaortua y Don Juan Bautista de Palacios. Los tres llegaron a ocupar
29 AAL, Papeles Importantes, Leg. 11. Exp. 33, f. 1, 1681
22
importantes cargos dentro del Consulado de Lima, muestra clara de la relación
que muchos de los cofrades de dicha cofradía tuvieron con el comercio.
Para el caso de la cofradía del Cristo Crucificado, encontramos un caso
interesante por lo resaltante del mayordomo: Don Antonio de Sosa. Este
Teniente estuvo al mando de dicha cofradía por más de diez años, durante los
cuales se vio envuelto en una serie de pleitos, e incluso algunos de estos
continuaron tras el término de su cargo, y aún después de su muerte, para
carga de su familia.
Estos personajes eran españoles (solo uno de ellos era criollo de
primera generación), los cuales desde su llegada buscaron desarrollar las
actividades y oficios que les permitiesen iniciar un ascenso económico y social.
Cuando entraron a una de las cofradías, aún no ocupaban los lugares más
prominentes en los ramos político y eclesiástico, no eran beneméritos ni
poseían títulos nobiliarios. Sin embargo, sus oficios y profesiones les
proporcionaban ingresos necesarios para elevar su “status”, lo cual
consiguieron al mismo tiempo que impulsaron el progreso social de su
agrupación30
De este modo, intentaremos conocer cuáles fueron las razones que
motivaron a estas personas a pertenecer a estas y otras cofradías, y cómo el
pertenecer a determinada cofradía fue un medio para elevar su ascendente
social, sobre todo al desempeñar un cargo representativo
.
31
30 Burke (1997:76) señala que el ‘status’ de un grupo depende de la valoración que otros le
otorgan. Por ello cada grupo puede emplear diversos elementos (estilo de vida, limpieza de
sangre, títulos nobiliarios, etc) que permitan exteriorizar la calidad de sus integrantes.
. Así mismo
31 Durante el siglo XVII y el XVIII, llegaron al Perú varios españoles que se dedicaron a la
actividad comercial. Por medio de alianzas matrimoniales con descendientes de la nobleza
tradicional limeña, llegaron a conformar una élite mercantil. Turiso (2002: 75). Para consolidar
su posición social emplearon distintos medios, como la obtención de títulos de caballería y
23
veremos que las actividades y los beneficios de los que participaron eran
indicadores de ‘status’
En este trabajo presentaremos los diferentes mecanismos que cada uno
de estos hombres utilizó para asegurar su posición dentro de sus agrupaciones
y fortalecer de ese modo su imagen frente a la sociedad. Asimismo, su
participación dentro de sus congregaciones respectabas darán ejemplos de
cómo articula la malla de poder en la sociedad colonial.
El presente trabajo consta de dos capítulos y conclusiones. En la
primera parte presentaremos una visión general de las cofradías coloniales, y
cómo esta institución adquirió gran popularidad en la sociedad limeña, por la
complementariedad de beneficios que ofrecía a sus miembros. En la segunda
parte, nos ocuparemos del estudio de las actividades de los mayordomos ya
mencionados, en sus respectivas cofradías, con el fin de observar cómo
aprovecharon los beneficios sociales de la institución.
******
Al finalizar un trabajo tan significativo como lo es una tesis de
licenciatura para el desarrollo académico y personal de quien la presenta, se
vuelve forzoso hacer un reconocimiento especial a todos aquellos que de un
modo u otro brindaron su apoyo a lo largo de todo el proceso que implico este
logro.
En primer lugar deben darse las gracias a Dios nuestro Señor quien nos
da la vida y también las capacidades para realizar todo tipo de obra. Gracias a
participación en actividades pías, entre otros. Ejemplos de esto fueron Antonio de Querejazu y
Mollinedo (Rizo-Patrón, 2000) y el Conde de Osambela (Hampe, 2002).
24
su guía y protección. Debo agradecer además, de manera muy especial a mi
madre, quien desde que decidí seguir la labor histórica, me apoyo y tuvo
mucha confianza en mis habilidades. A mi hermana, Silvia quien tuvo paciencia
estos últimos meses y me ayudo a pasar a limpio algunas transcripciones. A mi
querido esposo, Eric, quien supo entender mi amor por la vocación que sigo;
por su paciencia a todas las horas que no pude dedicarle por atender este
proyecto. A mis queridos primos, César, Rocío, José y Cristian a quienes
quiero mucho. A mi Papi César, quien ha sido un excelente padre y me impulsó
a terminar este proyecto. A mi querida ahijada Hannah y a su mami Ceci, por
todo el ánimo que me dieron a lo largo de estos meses.
Quiero agradecer de manera muy especial a todos mis maestros, a cada
uno de ellos, a quienes debo mi formación académica y personal. A la Dra.
Margarita Guerra por todas las horas que supo escucharme cuando necesite
de su ayuda y consejo. A la Mag. Cristina Mazzeo por confiar en mi labor, por
todo el ánimo que me supo dar y de quien aprendí mucho, ha sido una maestra
y amiga muy especial. A la Dra. Liliana Regalado, quien desde las aulas supo
animar y fortalecer mis objetivos. A la Dra. Ada Arrieta, quien supo pulir mi
habilidad paleográfica. Al R. P. Klaiber por todos los momentos que dedicó a
mis consultas y su apoyo moral. Al Dr. José Agustín De la Puente Candamo, de
quien aprendí el cariño hacia el quehacer histórico y la búsqueda de las
fuentes. Al Doctor José de la Puente Brunke, en cuya clase nació mi interés por
el tema de las cofradías y quien me ánimo a desarrollar este proyecto y me dio
la confianza y la guía académica que necesitaba. A la Dra. Miriam Salas, por el
ánimo y consejo que me proporcionó en todas sus conversaciones. Al Mag.
Paul Rizo-Patrón, quien siempre tuvo la gentileza de atender mis consultas.
25
Debo agradecer especialmente al Dr. Jesús Cosamalón, quien fue mi
asesor, además de maestro y amigo. Agradezco su paciencia, su apoyo, y todo
el tiempo que dedicó a mis preguntas y comentarios. Sus consejos fueron muy
acertados, y me animaron siempre a seguir adelante, a perseguir este sueño
que veo realizarse.
Quiero dar las gracias a todos mis compañeros y amigos que tuvieron
confianza en mi trabajo. A mi querida amiga Natalia Del Aguila, por todas las
horas que colaboró para dar fin a este proyecto y por su amistad sincera. A mi
muy querida amiga Zannie Sandoval, por todo el apoyo y ánimo que me brinda
constantemente. A mis queridos amigos Elizabeth Montañez, Claudia
Valdivieso, Silvia Balbuena, Elio Vélez, Valeria Neves, Margite Torres, Julio
Nuñez, Ramiro Flores, Augusto Espinoza, Yukyto Takahashi y a todos con
quienes compartí aulas. De manera muy especial a mi amigo Sergio Angeli,
quien me ayudó e incentivó muchísimo en esta tesis.
Todas estas personas han sido y siguen siendo muy importantes en mi
carrera profesional y personal. Este trabajo no hubiese podido ser culminado
de este modo sin la ayuda de cada uno de los mencionados. Gracias, muchas
gracias a todos.
26
I. La Cofradía Colonial: un seguro espiritual, material y social.
El presente capítulo tiene por finalidad hacer una breve descripción del
desarrollo que tuvo la institución cofradial en el Nuevo Mundo y, en especial, en
la ciudad de Los Reyes. Sobre todo comprender a qué se debió su gran
difusión entre la población colonial, al satisfacer las distintas necesidades de
los cofrades.
a. Origen y Constitución.
El origen de las cofradías se remonta a la Baja Edad Media; sin
embargo, se considera que fue a partir del siglo XVI cuando estas instituciones
iniciaron un proceso de expansión32
La institución cofradial no ha sido fácil de definir, pues a pesar de los
rasgos en común que poseen las diversas agrupaciones de este tipo, las
actividades y funciones que realizaba cada una difería de las otras. Esto se
debía en parte a los objetivos que motivaban la fundación de cada agrupación,
a la procedencia social de sus cofrades, a los bienes y recursos que
administraba, e incluso el lugar donde estaba localizada. Sin embargo, ha sido
esta flexibilidad de la cofradía la que permitió su adaptación a una sociedad
como la limeña colonial.
. Este desarrollo se vio alentado por la
popularidad que adquirieron las cofradías por toda la Península, y por su
traslado al Nuevo Continente.
La cofradía surgió como respuesta a ciertas necesidades espirituales y
devocionales de la sociedad medieval33
32 Arias de Saavedra (2000: 201)
. La salvación del alma era muy
importante en la concepción del hombre medieval, la cual debía ganarse por
medio de obras pías y la práctica de actividades espirituales. Junto a este
33 Benitez Bolorios(1998: 15)
27
objetivo, estaba el interés por tener una buena muerte, siendo asistido hasta
los momentos finales, y el traslado a la que habría de ser la última morada, que
en varios casos era la bóveda de la cofradía.
La muerte no era el fin del trayecto humano, sino que el alma iniciaba un
viaje hacia el anhelado Paraíso, que suponía su salvación. Antes de llegar a su
destino el alma debía purgar sus pecados por medio de pruebas, y el
Purgatorio era el lugar donde debía hacerlo paso previo al Paraíso34
Estas instituciones religiosas también brindaban ayuda asistencial y
benéfica, a sus propios miembros o a pobres y necesitados de la ciudad. Ya
sea por medio de dotes para las hijas de los cofrades, cuidado de enfermos,
limosnas para los pobres, visita a los presos, la ayuda administrada dentro y
fuera del ámbito de la cofradía era diversa
. La
permanencia en este “más allá” podía ser acortada por la intervención de los
vivos; por ello la cofradía se preocupaba de realizar los sufragios necesarios
por el alma de sus miembros difuntos. Así pues, al pertenecer a una cofradía el
individuo se aseguraba los sufragios que le permitirían acortar su estancia en el
Purgatorio.
35
34 Le Goff (1989: 251, 261). El Purgatorio era una especie de infierno pasajero, donde se
purgaban los pecados veniales y los olvidados (estos eran aquellos pecados que habían sido
confesados pero cuya penitencia no se había cumplido).
. Estos servicios que brindaba cada
cofradía dependían de la composición de sus miembros y las necesidades que
tuviesen como grupo; así como de los objetivos y actividades de culto a los que
se dedicase. De este modo, las personas entraban a formar parte de las
agrupaciones que les ofrecieran mayores beneficios y posibilidades según sus
condiciones.
35 Lévano (2001: 89)
28
Para el caso peruano, algunos investigadores36 clasificaron por su
composición a las cofradías en tres tipos: de casta, gremiales o nacionales37.
Esta clasificación resulta de la diversidad de cofradías que surgieron en Indias,
donde la población y sus intereses y necesidades fueron sumamente variados.
De ahí que encontramos que en torno a una misma advocación religiosa,
habían variantes: de españoles, de indios, de negros, etc.38. Al mismo tiempo,
el desarrollo de diversas actividades artesanales y de oficios, permitió la
conformación de cofradías gremiales: como la de San Crispín y San Crispiano,
asentada en la Catedral, para los zapateros; la de San Eloy, en San Agustín,
para los artesanos plateros; la de Santa Bárbara, en el Callao, que agrupaba a
los astilleros39
Existe otro criterio para clasificar estas agrupaciones religiosas: según el
objeto de culto a que se consagraban
. En estas cofradías además de los fines y las actividades
espirituales y asistenciales que se realizaban indefectiblemente, se ponía
también énfasis en los asuntos que eran de interés del gremio en sí. Así como
estas cofradías gremiales ponían en cierta forma de lado las diferencias
respecto a la procedencia étnica, otras buscaban afirmarlas, como fue el caso
de la Cofradía de Nuestra Señora de Aranzazu, fundada en la Iglesia de San
Francisco, por inmigrantes de la región vasca y sus descendientes.
40
36 Celestino y Meyer (1981) hacen una clasificación de las cofradías en base a este criterio de
composición, sobre aquellas asociaciones que se desarrollaron en las ciudades.
. De allí que se distinguen también en
37 Al hablar de cofradías nacionales se hace referencia a aquellas que se constituían sobre el
criterio de agrupar a individuos provenientes de una misma región geográfica, pero además
que tuviesen en común rasgos culturales propios, como fue el caso de la Cofradía de Nuestra
Señora de Aránzazu, que agrupó a los ciudadanos vascos de Los Reyes.
38 Por ejemplo las cofradías de Nuestra Señora del Rosario, eran tres distintas cofradías, una
de españoles, otra de indios y una tercera de negros. Las tres se encontraban asentadas en el
convento de Santo Domingo, pero la administración de cada una era independiente de las
otras. Ver Vega (2005: 750).
39 Rodríguez (1995: 10)
40 Este criterio lo postula Arias de Saavedra (2000: 205 – 207), para el caso español
29
cofradías penitenciales, de gloria y sacramentales. Las primeras, también
conocidas como cofradías de sangre, eran aquellas que se encargaban de las
actividades de Semana Santa; las de gloria, eran aquellas que estaban bajo la
advocación de algún santo patrón y se ocupaban de su culto; mientras que las
sacramentales eran aquellas que rendían culto al Santísimo Sacramento o
alguna advocación religiosa, como la Vera Cruz.
Si bien encontramos que diversas cofradías se instituyeron y
desarrollaron, por los territorios conquistados y colonizados por los españoles,
cabe preguntarse por qué tuvieron tanta difusión, no solo entre los españoles y
sus descendientes criollos, sino que además fue adoptada rápidamente por la
población indígena, africana y sus descendientes, que poblaron estas tierras.
¿Por qué se importó esta institución al Nuevo Mundo? ¿Cómo fue que las
poblaciones indígenas y esclavas tuvieron acceso a ella? ¿Quiénes impulsaron
el desarrollo de estas asociaciones y por qué? ¿Acaso estas agrupaciones solo
florecieron por causa de motivación externa o surgió un interés desde el interior
de la misma sociedad por fortalecerlas y alentarlas?
Para entender la implantación y desarrollo de las cofradías en el Nuevo
Mundo, debemos remontarnos a las primeras décadas de la ocupación
española. Los conquistadores deseaban recibir el reconocimiento que les
correspondía por haber ayudado en la ampliación del dominio real; con ansias
de obtener la posición social que a la mayoría se les tenía vedada en la
Península. Así pues, los primeros pobladores europeos, sus descendientes, y
los emigrantes posteriores a América, llegaron con una serie de valores que
definían el honor; y que ellos buscaban alcanzar para recibir el reconocimiento
social que tanto anhelaban. El Catolicismo, “la pureza de sangre”, el linaje, los
30
títulos, los oficios, la forma de vestir, el estilo de vida, eran claves para
proyectar la imagen de nobleza que tanto anhelaban41
Estos valores sirvieron para consolidar un grupo social diferenciado, que
buscaba imitar a sus contrapartes en Castilla. En su afán por reflejar el espíritu
de cristiandad, propio de los nobles que buscaban imitar, fundaron nuevas
cofradías con advocaciones semejantes a las que había en España. De esta
manera se fundaron en Lima las cofradías de la Vera Cruz, la de Nuestra
Señora de la Soledad y la de Jesús Nazareno, que correspondían a unas
similares que agrupaban a las personas más encumbradas de la sociedad en
Sevilla
.
42. Para pertenecer a estas cofradías se debía demostrar “limpieza de
sangre” e hidalguía43
Para dar muestra de fervor cristiano, propio de todo hombre honorable,
estos primeros pobladores adoptaron como responsabilidad de importancia la
difusión de los ideales católicos entre la población que recibieron bajo su tutela.
Mientras, en las doctrinas de indios era el cura doctrinero quien se encargaba
de controlar la organización y funcionamiento de estas asociaciones religiosas.
Pronto las cofradías se convirtieron en un arma espiritual muy valiosa que la
Iglesia empezó a utilizar en sus labores de adoctrinamiento a los indígenas y a
los esclavos.
.
Según Juan Carlos Estenssoro, en la sociedad colonial el estatus de
cristiano se hizo indispensable, pues aquellos que no lo eran quedaban fuera
del orden legal, como enemigos del cuerpo social. Para la población autóctona
41 Burkholder (1998: 18).
42 La Cofradía de la Vera Cruz en Sevilla se fundó en 1448 (http://www.veracruzsevilla.org; 4
de febrero del 2008), la de Jesús Nazareno data de 1356
(http://www.hermandaddeelsilencio.org/Shome.htm ; 4 de febrero del 2008), y la de la Soledad
hay referencias desde 1549 (http://www.hermandaddelasoledad.org/home.htm; 4 de febrero del
2008).
43 Rodríguez (1995: 10).
31
ser cristiano se hizo imprescindible, aunque por razones diferentes. Para la
antigua élite andina, aceptar la nueva religión ayudó a conservar el lugar que
se tenía anteriormente; para aquellos que no habían gozado de privilegios, el
cristianismo les daba alguna oportunidad de conseguir un mejor lugar en la
sociedad, e incluso les sirvió como arma defensiva contra las diferencias
discriminatorias44
Pronto el impulso difusor que habían recibido las cofradías, a inicios de
la segunda mitad del siglo XVI, se detuvo frente a la clara intencionalidad de
reformarlas, cuando las cofradías de negros e indios empezaron a ser vistas
como peligrosas. A las autoridades civiles y eclesiásticas nunca les había
agradado que estas cofradías de castas pudiesen administrar sus bienes con
tanta autonomía, ni que celebrasen reuniones sin la presencia de algún
religioso u otra autoridad. Se temía que tras la apariencia religiosa de sus
actividades, los miembros de estas cofradías siguiesen manteniendo ritos
prehispánicos o africanos
. Puesto que el indígena notó que la devoción religiosa le
permitía convertirse en virtuoso, encontró en las cofradías la oportunidad de
hacer una muestra externa de su catolicismo.
45
La preocupación por esta situación se puede encontrar en las medidas
adoptadas en los tres primeros Concilios Limenses de 1551, 1567 y 1583. La
iglesia buscaba tener un mayor conocimiento acerca de las actividades
realizadas por las cofradías, así como para limitar la aparición de otras
.
46
44 Estensoro (2003: 443, 444)
. En el
Segundo Concilio se dejó en claro este afán por reformar estas agrupaciones:
45 Varón (1982: 131).
46 Debe señalarse que las actividades espirituales que las cofradías realizaban como parte de
sus actividades sacramentales, ofrecían ingresos regulares al clero local por los servicios que
realizaban, tales como entierros, misas, aniversarios, fiestas patronales y otras ceremonias. De
ahí que el mantenimiento de estas instituciones fuera importante, también por el lado
económico para los sacerdotes que atendían sus demandas espirituales.
32
“Que las cofradías las visite y reforme el ordinario y se le de quenta de los
estatutos y las limosnas que uvieren y los maiordomos prometan al principio de
su oficio ante el obispo de dar la dicha quenta”.47
De este modo, la cofradía pasó a rendirle cuentas de su funcionamiento
a la autoridad eclesial. La vigilancia y el cuidado que puso la Iglesia sobre estas
instituciones continuó haciéndose más estrecho, tanto así que a partir del
Tercer Concilio, la presencia de un prelado en los cabildos o reuniones de
estas agrupaciones se hizo indispensable, para que velase por la pureza de la
doctrina católica
48
A pesar de estas primeras limitaciones, la popularidad que cobraron las
cofradías entre los diferentes grupos de la sociedad limeña no disminuyó, y
más bien, el número de fundaciones de nuevas agrupaciones se sucedió en
gran cantidad. Corilla señala que para 1619, existían 16 cofradías de negros en
la ciudad de Lima; cifra que aumentó a 37 en los siguientes 20 años
. Además, las reuniones de las cofradías debían realizarse
obligatoriamente en los salones del templo o convento donde estuviese
asentada la capilla de cada cofradía.
49. Para
1639, además de las 37 cofradías de negros y mulatos, había 24 cofradías de
españoles y 18 de indios50
Para 1673, el afán controlador de la iglesia aún persistía y se ordenó a
las cofradías que presentasen sus licencias de fundación, para verificar la
legalidad de sus asentamientos. Asimismo, el establecimiento de nuevas
.
47 AGI, Patronato, 248, R.3. Sumario del Concilio Provincial de Lima de 1567. Capítulo 85.
48 Vega (2000: 115)
49 Corilla (2002: 20)
50 AAL, Cofradías, leg. 32, exp. 8, f. 2
33
agrupaciones debía contar con autorización arzobispal, luego de la revisión de
los propósitos espirituales y asistenciales que los fundadores proponían 51
A pesar de este mayor control sobre las cofradías ya existentes, y el
deseo de limitar la aparición de otras nuevas, estas agrupaciones continuaron
aumentando, puesto que ofrecían una serie de beneficios espirituales,
asistenciales e incluso sociales, que se consideraban esenciales. La obtención
de estos servicios, otorgó reputación a estas instituciones religiosas entre la
población colonial.
.
Cada cofradía tenía sus propias Constituciones donde se estipulaban los
estatutos que regirían la agrupación, y las obras de asistencia que recibirían
quienes se inscribiesen como esclavos de ella52. Las cofradías ofrecían un
seguro espiritual a sus miembros. La participación en las misas, los rosarios,
sufragios, los jubileos, las oraciones, la compra de indulgencias, las
procesiones, y otras actividades espirituales, permitían al individuo la
posibilidad de tener un paso breve por el Purgatorio para luego alcanzar la
salvación eterna de su alma53
Pertenecer a una cofradía permitía al cofrade enfrentar los problemas
que se podían suscitar comúnmente, como las enfermedades
. Así también el culto y la celebración de la fiesta
de la advocación proporcionaban un medio que reflejaba la devoción cristiana
de la persona.
54
51 AAL, Cofradías, Leg. 59 A, Exp. 7, 1673 – 1674.
. Otras
52 Las Constituciones era el conjunto de normas para la administración de la cofradía. Eran
escritas por los Hermanos Veinticuatro, por lo cual eran diferentes para cada agrupación. Para
su alteración era necesario un cabildo de hermanos veinticuatro, que decidiría redactarlas
nuevamente y volver a votar por su aplicación. Por ejemplo la Constitución de la Cofradía de
Nuestra Señora de Aránzazu se escribió en 1612, pero fue renovada en 1635, por considerarla
insuficiente, Lohmann (1990:204).
53 Garland (1994: 201).
54 Las hermanas de la Cofradía del Santo Cristo de Burgos podían sacar la medicina que
necesitasen, sin interés alguno. AAL, Leg. 59, Exp. 11, 1669. Incluso se ofrecía atención de un
34
ocasiones en la que la institución apoyaba a sus miembros podía ser el
encarcelamiento por deudas; algunas agrupaciones se preocuparon de
socorrer a aquellos hermanos que estaban presos por deudas, incluso pagando
lo que ellos debían o prestándoles lo que necesitaba para redimirlas55
En las Cartas de Esclavitud
.
56 era recurrente el ofrecimiento de la
sepultura a los cofrades. Esto respondía a la gran preocupación que había por
parte del individuo de acceder a una buena muerte, “con el ilustre respeto y
veneración que pide acto tan digno de lucimiento [el entierro]” 57
La Carta de Esclavitud era el único documento que le permitía al cofrade
reclamar cualquiera de estos beneficios, cuando tuviera necesidad de ellos
. De este modo,
los servicios funerarios prestados por la cofradía era uno de los mejores
motivos para pertenecer a ella. Por su parte, muchas cofradías se ocuparon de
adquirir un espacio dentro del templo, convento o parroquia que se ubicase,
para poder enterrar a sus miembros.
58
médico a aquellas que estuviesen enfermas, siempre y cuando estuviesen al día en la limosna
semanal a la que estaban obligadas. AAL, Leg. 59, Exp. 20, 1682.
.
Por medio de este documento el individuo se reconocía miembro de la cofradía
y se comprometía a pagar una limosna semanal, la cual variaba en cada una
de estas agrupaciones religiosas. Si el cofrade no estaba al día en el pago de
la dicha limosna no podía reclamar ninguno de los servicios antes referidos.
55 Dentro de los estatutos de la Cofradía de Aránzazu se estipulaba que se acudiría en socorro
de aquellos hermanos, u oriundos de las provincias vascas, que estuviesen encarcelados por
deudas. ABPL, 8179, f. 20. Estatuto 17, 3.
56 La Carta de Esclavitud era otro documento importante de las cofradías. Por lo general era un
impreso que quedaba en poder del cofrade que se inscribiese en la congregación y se
comprometiese a pagar la limosna estipulada en el mismo documento. Era el único documento
que le permitía reclamar al cofrade cualquiera de los beneficios que estuviesen pactados en el
contrato, siempre y cuando se encontrase al día en sus aportes ordinarios.
57 AAL, Cofradía, Leg. 59 A, Exp. 7, f. 34, 1673.
58 Carta de Esclavitud de la Cofradía Santo Cristo de Burgos. AGN, Real Audiencia, Juzgado
de Cofradía, Leg. 42. Folio Suelto. Ver Apéndice 1. Las Constituciones de esta cofradía no se
han podido ubicar, solo algunas menciones dentro de algunos expedientes referentes a
algunos de los artículos.
35
Además de la ayuda a sus mismos miembros, las cofradías también se
ocuparon de ejercer la caridad. Esta era un rasgo característico del buen
cristiano y de ahí que fuese necesario manifestarlo. Se realizaban obras
benéficas para la gente de los estratos más bajos de la sociedad, como
presos, pobres y huérfanos. Se preocupaban del sustento material y espiritual
de los más necesitados59
Las cofradías resultaban ser bastante útiles para la comunidad, pues sus
servicios alcanzaban a la población menos favorecida. En este aspecto
cumplían un rol que pertenecía a la iglesia, de modo que complementaba los
servicios caritativos que esta realizaba. Tal vez a ello se debía la difusión que
tuvo esta institución entre una población tan diversa. Además de los beneficios
materiales y espirituales, que a menudo se mencionan en la historiografía
peruana, la cofradía brindó un tercer beneficio a sus miembros: el beneficio
social.
.
b. Orden Interno
La cofradía fue una importante célula social60
59 Vega (2005: 721), y Garland (1992: 204).
, que brindaba a sus
miembros ocasiones de compartir momentos de recreación y entretenimiento,
como las procesiones y las fiestas de sus santos patronos. Asimismo permitió
que sus miembros desarrollasen relaciones interpersonales y establezcan lazos
de amistad, compadrazgo, e incluso de parentesco, por medio de
60 Este tercer aspecto de la cofradía colonial ha sido pasado por alto en la historiografía
peruana; no se ha realizado ningún estudio acerca de la importancia que significó para el
individuo pertenecer a una de estas agrupaciones. El trabajo conjunto de Arias de Saavedra y
López-Guadalupe (2000) acerca de la dimensión social de las cofradías en la España del
antiguo régimen, señala la importancia de un estudio de las estrategias y solidaridades
grupales en su intento por alcanzar cotas de privilegio, para conocer la realidad social de ese
período.
36
matrimonios61
Esta lucha por obtener el control directivo de las cofradías respondía a la
necesidad de hacer público e incuestionable el poder y predominio que
determinado bando tenía dentro de la agrupación. Cuando uno de estos
bandos monopolizaba los cargos directivos de la cofradía, también acaparaba
para sí el reconocimiento y prestigio social.
. Lazos diversos que permitieron constituir y fortalecer bandos de
poder al interior de la agrupación y que luchaban por hacer predominar su
influencia.
Las cofradías proporcionaron a sus miembros oportunidad de
protagonismo social, fuera y dentro de la agrupación; el cual cada individuo
aprovechaba para buscar el anhelado ascenso social o reafirmar su posición de
preeminencia, según sea el caso. La sociabilidad en estas agrupaciones
permitió a sus miembros autodefinirse como grupo y diferenciarse de los
demás; está autodefinición debía ser exteriorizada por elementos que
reflejasen su calidad, prestigio y poder.
Dentro del mismo grupo, cada individuo buscaba ocupar el lugar que
representaba sus virtudes de honor, cristiandad y poder; por ello, el afán de
llegar a ocupar alguno de los cargos directivos de la agrupación. El acceso a
estos cargos dependía de las posibilidades que el individuo tenía dentro de su
agrupación, lo cual se relacionaba con la composición de los miembros.
En las cofradías que eran consideradas de carácter abierto, los cofrades
simples provenían por lo general de los estratos inferiores de la sociedad,
mientras que los Hermanos Veinticuatro eran, comúnmente, los que tenían una
61 Antonio de Sosa, mayordomo de la cofradía del Santo Cristo de Burgos, dio a su hija por
esposa a otro hermano Veinticuatro, Nicolás de Sosa, que a pesar del apellido no guardaba
más parentesco que el de ser su yerno. AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 7, f. 7.
37
posición de privilegio en la sociedad. De este modo, en este tipo de cofradía,
los grupos más favorecidos socialmente tenían oportunidad de mostrar su
dominio y preeminencia, al ser los que asumían las funciones directivas y
tutelares del grupo, ocupando cargos, o costeando fiestas, donando joyas y
otros enseres para el culto del santo u otros servicios que resaltasen su
prestigio social62
En aquellas agrupaciones que tenían admisión limitada, la composición
de sus miembros pudo ser algo más homogénea, aunque la distinción entre
cofrades simples y hermanos veinticuatro continuaba siendo un elemento
diferenciador importante, que limitaba el acceso a una posición más
representativa.
.
Todas las actividades que las cofradías llevaban a cabo necesitaban de
una buena administración de los bienes e ingresos que tuviesen, para poder
proporcionarse el máximo beneficio espiritual, asistencial y social. La
organización funcional de estas agrupaciones dependía de la cantidad de
bienes y miembros que poseía la cofradía; sin embargo, algunos cargos se
volvieron indispensables, como el de mayordomo y el de capellán. Las
cofradías más grandes necesitaron de diputados, cobradores, procuradores,
contadores y otros; cuyas funciones y obligaciones se encontraban señaladas
en las Constituciones de cada agrupación.
La diversidad de cargos que una cofradía poseía llevó a que la división
de la agrupación se jerarquice más, incluso dentro de los Hermanos
Veinticuatro. Es por ello que surgen estos bandos que luchan por el poder. Esta
lucha por el poder se hizo visible a través de diferentes mecanismos que el
62 Arias de Saavedra (2000: 203).
38
individuo utilizó para ponderar su imagen social, por medio del poder que
detentaba en una asociación de carácter religioso63
Para acceder a cualquiera de estos cargos, era necesario ser un
Hermano Veinticuatro. Estos hermanos eran los miembros fundadores de la
cofradía o sus descendientes. Los Hermanos Veinticuatro eran un sector o
rango especial dentro de la agrupación, cuyo número podía sobrepasar o estar
por debajo de 24. Los Cofrades simples eran aquellos que por medio de la
compra de la Carta de Esclavitud pasaban a recibir los beneficios espirituales y
asistenciales que ofrecía la cofradía, pero no podían acceder a ninguno de los
cargos antes mencionados. Por lo tanto, dentro de la misma cofradía hubo una
separación jerárquica respecto a sus miembros, cuya movilidad fue bastante
limitada
.
64
Aquellos que llegaban a desempeñar un cargo dentro de su agrupación
ganaban reconocimiento y prestigio social, entre sus compañeros cofrades, y
frente a la sociedad. El ejercicio de algún oficio dentro de la cofradía, era otra
forma de demostrar públicamente devoción cristiana por medio del servicio
desinteresado a la agrupación
. Aun en aquellas congregaciones consideradas de libre admisión,
esta limitación estaba condicionada por la cuota de ingreso, que en tales casos
era bastante elevada, lo cual restringía las posibilidades de admisión a
individuos de ciertos grupos socio-económicos.
65
63 Respecto a los mecanismos posibles que se pudieron emplear, en el siguiente capítulo
presentaremos el ejemplo de Antonio de Sosa, mayordomo del Santo Cristo de Burgos, quien
para mantenerse en el cargo de mayordomo recurrió a relegar la ayuda de los mayordomos
conjuntos, e incluso a vetar a algunos hermanos veinticuatro de emitir sus votos en las
elecciones de mayordomía.
.
64 Garland (1994: 213 – 226). Esta autora proporciona una descripción detallada de las
funciones que cada uno de los cargos tenía.
65 Arias de Saavedra (2000: 200).
39
El cargo de mayordomo era el de mayor consideración y anhelado de
obtener por parte de los Hermanos Veinticuatro, pues además de ser el
principal administrador de los bienes y rentas de la cofradía, era el
representante de ella, y obtenía el prestigio social que ella tuviese. En el caso
de las cofradías de indios y las de castas, detentar este cargo era tal vez la
única posibilidad para ciertos hombres de destacar socialmente, por medio de
su devoción.66
Cabe señalar que al asumir el control económico de estas agrupaciones,
los mayordomos debían poner bastante cuidado de llevar sus cuentas claras.
Tenían la responsabilidad de organizar las diversas actividades con la decencia
que cada ocasión merecía, pues de la buena imagen y presencia de estas
dependían el prestigio y el reconocimiento social de la cofradía; de lo contrario,
cargaría con el demérito que vendría sobre ella.
La elección de los cargos se realizaba en el Cabildo anual, que tenía
lugar en alguno de los salones del convento, capilla o iglesia donde estuviese
asentada la capilla de la cofradía. Esta reunión, por lo general, se realizaba
luego de las actividades realizadas el día central de la advocación, y contaba
con la presencia del capellán de la cofradía o algún prelado que lo
representase.
En primer lugar se procedía a la lectura de las obligaciones de cada
cargo y luego se realizaba la elección se los candidatos, por votos secretos o
en voz alta, según la modalidad que cada cofradía tuviese67
66 Ibíd., 216.
. Y finalmente, se
preguntaba a los elegidos si aceptaban y, de hacerlo, debían jurar ante la Cruz
67 ABPL, 8179, f. 112, 1696. En las elecciones de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu
de ese año, la votación se realizó “por papelitos secretos’.
40
y los hermanos reunidos, de cumplir fielmente las labores que se les habían
encomendado68
El prestigio que otorgaba desempeñar algún cargo en servicio de una
cofradía era tal que en varias ocasiones se produjeron conflictos al interior de
ellas. Por ejemplo, cuando algún mayordomo intentó prolongarse por varios
años en el cargo
.
69. Incluso dentro de la cofradía solían surgir bandos que se
enfrentaban por obtener la mayor cantidad de los cargos70
c. Marco Económico
.
En varias ocasiones este prestigio resultó oneroso, pues las obligaciones
que estas agrupaciones atendían, por lo general ocasionaban que hubiese un
balance negativo en las cuentas que administraban los mayordomos.
Finalmente ellos debían correr con el financiamiento del déficit, lo cual podía
producir en varios casos su ruina. Pero el deseo de destacar socialmente llevó
a muchos a correr ese riesgo71
68 ABPL, 8179, f. 203 v. – 204. En 1704, se eligieron a Juan Bautista Palacios y a Pedro de
Ulaortua como mayordomos de la cofradía de Aránzazu, y “presentes aceptaron y juraron en
forma de derecho de usar bien y fielmente de sus puestos y cargos, con lo qual por la dicha
hermandad se les dio poder y facultad a los dichos mayordomos”.
. También hay que considerar que en varias
oportunidades hay evidencias de un manejo indebido de los bienes y rentas de
las cofradías por parte de los mayordomos, quienes empleaban estos ingresos
69 Por lo general, en las distintas agrupaciones el cargo de mayordomo se desempeñaba por
un año, después del cual podía reelegirse al que poseía el puesto o elegir a uno nuevo. AAL,
Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 2.
70 Continuando el ejemplo de la nota 61, en la cofradía del Santo Cristo de Burgos, un grupo de
hermanos veinticuatro se enfrentó al mayordomo Sosa, puesto que se sentían relegados de las
actividades más representativas de la agrupación.
71 Ver la cuenta que dieron Don Pedro de Ulaortua y Juan Bautista de Palacios, del tiempo que
fueron mayordomos de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, de 1704 a 1711. Apéndice
2. En ella, Don Pedro de Ulaortua corrió con el alcance de 6 819 pesos de a ocho reales, y Don
Juan Bautista de Palacios con el de 8 312 pesos de a ocho reales. En otro caso, Doña
Sebastiana Montero de Espinosa reclamaba a los mayordomos de la Cofradía del Santo Cristo
de Burgos, que le paguen los 3000 pesos de a ocho reales, que su esposo ya difunto había
dado de alcance cuando fue mayordomo de dicha cofradía. AAL, Cofradía, Leg. 38, Exp. 6, f. 1
v.
41
en beneficio personal; de modo que acceder a este cargo podía otorgar un
beneficio económico clandestino.
Los recursos de los que disponía una cofradía se destinaban para
organizar y desarrollar todas las actividades espirituales y temporales que
tuviese prometidas a sus miembros. El desarrollo de estas actividades era
importante pues proporcionaban atención a las necesidades prácticas e
inmediatas que tuviesen los cofrades.
Para realizar estas actividades benéficas y asistenciales, era necesario
que la cofradía contase con los ingresos suficientes. Las cuotas, las limosnas y
las donaciones eran las formas más comunes por las cuales la cofradía podía
mantenerse y realizar sus obras de culto y servicio. Estos aportes jugaron un
papel muy importante, pues no solo ayudaron a cumplir las diferentes funciones
que realizaba la cofradía; sino que además servían como un mecanismo de
cerramiento, que permitía excluir a ciertas personas del grupo, cuando se
fijaban montos elevados72
En las cofradías que supuestamente eran de libre admisión, la cuota de
ingreso significó un medio para impedir la entrada a ciertas personas
consideradas de condición social inferior
.
73. Así también, la cuota que pagaba
un individuo para ingresar como Hermano Veinticuatro, era mucho más elevada
que si era aceptado como simple cofrade74
72 Una cofradía podía ser de carácter abierto, sin embargo si la cuota de entrada era
demasiado elevada, pocos podían acceder a ella. Por ejemplo la cofradía del Santo Cristo de
Burgos pedía una cuota de ingreso de 50 pesos de a 8 reales, mientras que en la de indios de
Santa Rosa, se pagaba solo 6 pesos. AAL, Cofradías, Leg. 20, Exp. 12., y Leg. 38, Exp. 2, f.
3v.
. De este modo, no solo se ponían
73 Arias de Saavedra (2000: 219).
74 En la misma cofradía de Santa Rosa, se pagaba 3 pesos para ser admitido como cofrade
simple; mientras en la del Santo Cristo no era necesario este pago, sino solamente los aportes
semanales que estipulaba la Carta de Esclavitud.
42
trabas para limitar el acceso de ciertas personas, sino que además se buscaba
hacer una diferenciación dentro de la misma cofradía.
Siguiendo esta función diferenciadora, los aportes que daban los
cofrades permitieron entre sus miembros manifestaciones de prestigio y poder.
Las limosnas marcaban una diferenciación entre los miembros, dado que los
montos que daban los Hermanos Veinticuatros y los cofrades simples eran
diferentes. Estos aportes ordinarios debían conseguirse semanalmente, para
mantener el goce de los ofrecimientos especificados en los Contratos de
Hermandad. Este tipo de aportaciones periódicas representaron la fuente de
ingreso más regular que las cofradías tuvieron.
Las donaciones eran las sumas que cada hermano entregaba
voluntariamente, en el momento que desease o cuando la cofradía lo requiriese
para gastos extraordinarios. Estas sirvieron también para acentuar las
distinciones sociales, pues permitían ganar cierto prestigio dentro del grupo
dependiendo de la suma aportada y de los fines para los que se dedicase75.
Así pues, encontramos para el caso de la cofradía de Nuestra Señora de
Aranzazu, la donación testamentaria que dejaron algunos de sus miembros
poco antes de morir. Don Cristóbal de Ureta dejó una donación de 100 pesos;
el Licenciado Don Domingo de Masmela, 50 pesos, y el Licenciado Don Juan
de Obar, 40 pesos76
Las donaciones también tenían la capacidad de exponer el poder
económico y el desprendimiento caritativo del donatario, sobre todo cuando el
valor de los bienes donados excedía las posibilidades de la mayoría. Por
. Este tipo de donaciones otorgaban reconocimiento de
verdadera devoción por la advocación religiosa al donatario.
75Garland (1994: 222).
76ABPL, 8179, f. 4. Ver la razón de los hermanos difuntos que han dejado limosna, f. 4, 1712
43
ejemplo, Diego Fausto Gallegos, hermano veinticuatro la cofradía del Santo
Cristo de Burgos, costeó una reja para la capilla del Cristo77. Así también, el
Capitán José de Lizarriturri dejó 6500 pesos de Buena Memoria, para ser
impuestos sobre tierras; el Dr. Don Juan Urrutia dejó 2000 con el mismo fin; y
el Capitán Pedro de Urrutia 2480 pesos78
Gran parte de las donaciones se dedicaba para la creación de
capellanías, para sostener un fondo que proporcione dotes para las hijas
casaderas de los cofrades, o para becas que cubriesen los gastos de estudios
de jóvenes y doncellas en colegios o seminarios
. De este modo, quien hacia una
donación cuantiosa fortalecía su posición y prestigio dentro del grupo, que tenía
conocimiento de estos actos dado que se encontraban asentados en los libros
de administración de los mayordomos.
79. Las capellanías buscaron
asegurar un ingreso regular al beneficiario de la misma, que por lo general era
un pariente del fundador de ella80. Y por medio de las dotes y las becas se
buscaba favorecer a los hijos de los miembros más necesitados o a los
huérfanos de los cofrades fallecidos81
. Esto significaba mayores beneficios que
ofrecer a los miembros y daba a la cofradía una imagen protectora, lo cual le
brindaba un reconocimiento notable.
77 En 1709, Diego Fausto Gallegos, Hermano Veinticuatro de la Cofradía del Santo Cristo de
Burgo, costeó la construcción de la reja para el altar del santo patrón, que ascendió a 300
pesos de a 8 reales. AAL, Leg. 38, Exp. 5, f. 7.
78 En 1699, el mayordomo de la cofradía de Aránzazu hizo una relación de la cantidad de
dinero que tenía en su poder, de donaciones hechas anteriormente por Hermanos Veinticuatro,
ABPL, 8179, f. 139-142.
79 Lévano (2001: 93) señala que la Cofradía de la Caridad entregaba en 1616 seis becas a
doncellas huérfanas y pobres.
80 Ver ABPL, 8180, Testamento de Pedro de Urrutia, hermano Veinticuatro de la Cofradía de
Nuestra Señora de Aránzazu.
81Lévano(2001: 9).
44
d. Actividades Públicas
Toda cofradía tuvo necesidad de realizar estas diferentes actividades
religiosas, asistenciales o culturales, dado que le permitían hacer una
demostración pública de la calidad de sus miembros. El culto del santo patrón o
advocación religiosa, y el mantenimiento de la capilla se convirtieron en
asuntos primordiales, pues el adorno, el decoro y lujo de estos, eran la
demostración visual de la cristiandad y la calidad de los cofrades. “El lujo, la
ostentación y la opulencia fueron una necesidad social, y no simple vanidad
ocasional de individuos aislados”82
De esto se comprende que los gastos por concepto de cera y aceite
consumían gran parte de la entrada por limosnas, pues era necesario contar
con cantidad suficiente de estos productos para que la capilla ardiese
continuamente
El grupo directivo era el que consideraba
indispensables estos elementos para expresar la devoción, el poder y el
“status” de la cofradía; lo cual era de suma importancia, dado que la imagen y
el prestigio que detentase la agrupación también pasaba a ser parte de sus
miembros.
83
En el ámbito público las procesiones fueron ocasiones ideales donde
cada cofradía encontraba la oportunidad de manifestar al resto de la sociedad
su devoción, a la vez que dejaba ver el poder socio- económico que tenía,
respecto de las demás. De este modo, la cofradía, permitía a todo individuo el
. La imagen venerada y sus andas debían estar bien
adornadas, con joyas y finos ropajes. De este modo la religiosidad era el
lenguaje por el cual la cofradía y sus miembros expresaban su poder y
prestigio, tanto económico como social.
82 Gonzalbo (1996: 50).
83 Rodríguez (1996: 12)
45
acceso a cierta clase de honor, incluso a aquel a quien usualmente esta virtud
no le correspondía, como a los esclavos. La cristiandad y devoción se
convertían en dos elementos claves que les otorgaban honorabilidad; teniendo
en estas actividades religiosas la oportunidad de mostrarlas y recibir
reconocimiento por ello84
Las procesiones más importantes eran la del Corpus Christi y las de
Semana Santa
.
85. En estas procesiones las cofradías que desfilaban primero
eran aquellas que se habían encargado de la organización de la procesión.
Luego venía la comparsa de las cofradías que agrupaban españoles, detrás
venían las de indios, seguidas por las de negros y mulatos; y dentro de esta
división por castas se ordenaban de acuerdo a la antigüedad y calidad de los
miembros. De este modo, la ceremonia procesional era un símbolo que
representaba el orden jerárquico y social; cada grupo sabía cuál era el lugar
que le correspondía, y era la ocasión propicia para mostrarlo públicamente86
“…En las procesiones y fiestas la ostentación era aquel instrumento a través
del cual se produjo la organización del cuerpo social, el cual estaba organizado en
función de las apariencias, lo que permitía una movilidad social donde la demostración
.
Las cofradías rivalizaban simbólicamente por medio de la ostentación y la
solemnidad de sus actos, por ello era importante reclamar el mejor lugar
posible. La siguiente cita señala la importancia que tuvieron el adorno y el lujo
en esta lucha alegórica:
84 Ibíd, 11
85 Acosta (1997: 57, 62) presenta la descripción de ambas festividades, así como las
actividades que se realizaban en ocasión de ellas.
86 Torres (2006: 107)
46
de la riqueza de los altares, las andas, la organización festiva, etc. era un factor de
ascenso social…”87
Al permitir esta confrontación de apariencias, la exteriorización suntuosa
se volvió necesaria, puesto que permitía expresar las diferencias sociales de
los diferentes individuos que conformaban determinada cofradía. Esta
sociabilidad que ofrecía la cofradía, y las diversas posibilidades de ascenso
social que permitía, fueron también razones importantes que motivaron su
popularidad y amplio desarrollo en la sociedad limeña.
Como hemos visto, la cofradía brindaba además de beneficios
espirituales, asistenciales y culturales, el beneficio social, que era de gran
importancia en el ideario de la sociedad de entonces. Pertenecer a una
cofradía permitía ganarse la salvación del alma, ayuda asistencial, seguro de
sepultura cristiana y prestigio social. En una sociedad tan múltiple como la
colonial, todos estos beneficios se adecuaban a las necesidades de cada grupo
social; el individuo buscaba ser parte de aquella agrupación que le ofreciera el
máximo de acuerdo a las posibilidades socio-económicas que poseyese.
Cada cofradía permitía a sus miembros consolidarse dentro de un grupo
social de referencia que por medio de la pompa, el adorno, el lujo y las
actitudes se diferenciaba de las otras agrupaciones. Los recursos que
empleaban en las diversas actividades, no solo buscaban los fines espirituales,
asistenciales y benéficos que las justificaban, sino que por medio de todas
estas, se buscaba representar el status de la cofradía, y por ende el de sus
miembros, en especial el de los hermanos principales o Veinticuatro. Por tanto,
87 Lévano (2001: 95).
47
ser parte de determinada cofradía tenía como beneficio social, el traspaso a
sus miembros del prestigio que esta tuviese.
Pertenecer a una cofradía se convirtió en un medio que muchos
hombres emplearon para conseguir su objetivo de ascenso y reconocimiento
social, puesto que les brindaban el espacio público y el privado para demostrar
su calidad de personas. Este anhelado prestigio social hacía necesario la
demostración de poder dentro y fuera de la cofradía, lo cual se hacía más
visible al ocupar un cargo funcional en ella. De este modo la cofradía permitía
reflejar el entramado social colonial.
48
II. Las Cofradías como organismo social: Lazos que destruyen y lazos que
construyen.
Habiendo considerado el desarrollo que las cofradías tuvieron durante el
siglo XVI y XVII en Perú, hasta constituir una de las instituciones de mayor
aceptación y reconocimiento por parte de la heterogénea sociedad de
entonces, nos enfocaremos en dos cofradías de españoles en particular.
Tomando en cuenta las diferencias de cada agrupación, nos detendremos en
apreciar la importancia del prestigio social para cada una de ellas. Este
prestigio fue propiciado y alentado por los mismos miembros, pues les permitía
hacer pública su calidad social. La importancia de mostrar por fuera la calidad
de los cofrades, impulso una serie de actividades que les permitieran este
reconocimiento.
a. Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu.
Esta cofradía fue una de las más prestigiosas en la ciudad de Los
Reyes, porque al interior de ella se agrupaban los miembros más importantes
del grupo mercantil del virreinato peruano. Pero además dedicó gran parte de
sus recursos a realizar uno de los cultos más fastuosos en honor de su santa
patrona.
A inicios del siglo XVII, los inmigrantes vascos eran ya parte
representativa del sector mercantil de Los Reyes. Teniendo en cuenta la
fraternidad regional que los caracterizó88
88 Lohmann (1990: 203)
, no es de extrañar que tuviesen el
deseo de fundar una cofradía que les permitiese el desarrollo de actividades
piadosas a la par que les brindase un espacio donde mantener sus raíces
49
culturales. Este afán de conservar su identidad regional se aprecia en el hecho
que la imagen venerada sería la de la Virgen de Aránzazu (“la virgen de los
espinos”) 89
La iniciativa de esta fundación empezó a cobrar realidad el 13 de febrero
de 1612, cuando un grupo de representantes de la comunidad vasca adquirió,
por compra, una capilla en la iglesia de San Francisco. También se adquirió
una cripta, para dar entierro a los hermanos de la cofradía, así como a los
oriundos de tierras vascas, y sus descendientes
, patrona de Guipúzcoa.
90
En 1620, los cofrades recibieron el reconocimiento por escrito de la
posesión que tenían sobre la capilla y cripta compradas 8 años antes. Y los
estatutos definitivos que habrían de dirigir la agrupación fueron aprobados en
1635. Para entonces la congregación sumaba más de cien personas oriundas
de las regiones de Guipúzcoa, Vizcaya, Álava, Navarra y las “cuatro villas”
(Ladero, Castro Urdiales, Santander y San Vicente de la Barquera)
.
91
Una parte considerable de estos inmigrantes vascos se dedicaba al
comercio y para el siglo XVII ya constituían un grupo importante dentro del
sector mercantil del Virreinato Peruano. El Tribunal del Consulado fue la
institución que reunía a los comerciantes con mayores caudales y mejores
relaciones comerciales, y sirvió de punto de apoyo para fortalecer los intereses
del grupo.
.
Para la primera mitad del siglo XVII, el poderío de los comerciantes
sevillanos en las transacciones transatlánticas se había reducido, a la par que
89 La expresión: “¡Arantza Zu!, ¡Arantza Zu!” significa en lengua vasca: “Tú entre los espinos!”.
De ahí que se decía que la Virgen de Aránzazu era la que “arranca las espinas y el pecado de
las vidas y nos da el gozo de la gracia de su divino Hijo”. Gento Sanz (1945: 210)
90 Lohmann (1990: 204). Ver además, AGN, Real Audiencia, Juzgado de Cofradía, Legajo 12,
Cuaderno 51, f. 1.
91 De la Puente Brunke (2002: 2)
50
los comerciantes peruanos iban acaparando mejores posibilidades de imponer
sus propias reglas en estos negocios92. Desde el Consulado limeño, que se
estableció en 1613, los peruleros fueron acaparando el control del mercado
peruano y del comercio externo93
El fortalecimiento económico que esta nueva situación les supuso,
permitió al Consulado aceptar los asientos de la administración de la avería del
Mar del Norte, de la del Mar del Sur y de otros impuestos, lo cual significó
obtener concesiones administrativas del gobierno. De este modo, a lo largo del
XVII, los mercaderes del Consulado peruano lograron incrementar su
participación en las decisiones de la administración virreinal
.
94
Esta mejora económica y política permitió a los miembros del Consulado
consolidarse socialmente. Por ello, a partir de la segunda mitad del XVII, se
encuentra a varios de ellos ocupando cargos en la administración pública,
recibiendo nombramientos de órdenes nobiliarias y militares. Cabe señalar que
en los cargos directivos del Consulado se notaba un predominio de los
peninsulares, donde los vascos representan alrededor del 31% del total,
mientras que los criollos constituían apenas un 7%
.
95
92 Suarez (1995: 26-28) señala que los comerciantes peruanos, conocidos como peruleros, se
convirtieron en los protagonistas del comercio transatlántico, mientras que los comerciantes
españoles presenciaban la caída del sistema monopólico que por tantas décadas les había
otorgado enormes ganancias.
.
93 La misma autora (Suarez: 2001) tiene otro trabajo donde presenta los cambios que
ocurrieron en el comercio transatlántico durante el siglo XVII. Trata acerca del sistema de
flotas, tan importante para el monopolio español durante el siglo XVI, y de su ruina, a la cual
contribuyeron los comerciantes peruanos; ruina que significó para estos últimos el
fortalecimiento económico que les permitiría poner sus condiciones a la administración virreinal.
94 Suarez (2002: 313)
95 Además de los datos que Turiso (2002: 96-100) presenta, Rizo-Patrón (2001:46) señala que
los peninsulares que se vincularon a las actividades mercantiles fueron en su mayoría
inmigrantes de las provincias norteñas de la Península, especialmente Santander, Vizcaya o
Navarra, donde la condición de hidalguía era bastante generalizada.
51
Por ello, otro modo de mejorar su ascendente social fue recurrir al
matrimonio con miembros de las más importantes familias criollas. El proceso
de ennoblecimiento al que recurrían era bastante largo y tenía su meta más
alta cuando se llegaba a poseer un título nobiliario con el expreso
reconocimiento del Rey96
No olvidemos que en este proceso de ascenso social, la participación en
actividades piadosas y de servicio al prójimo eran elementos claves que
contribuían a la búsqueda de logros materiales y a la obtención de cargos
públicos o militares. La manifestación de la devoción y la cristiandad eran
características indispensables para todo aquel que quisiera ser reconocido
como noble.
.
La importancia de las actividades religiosas y benéficas que realizaba la
cofradía, eran un medio de demostrar la cristiandad de sus miembros. Estas
actividades hacían visible el espíritu piadoso de los cofrades y permitían dar
muestra pública de su poder. El adorno y parafernalia eran otra forma
importante de mostrar la calidad de los integrantes de la agrupación. Así pues
los vascongados utilizaron la cofradía de la Virgen de Aránzazu como un medio
de hacer visible su poder económico y status social, además del deseo de
mantener su identidad regional.
La entrada a esta cofradía era de tipo cerrada, pues estaba limitada a
los paisanos de las regiones ya mencionadas y a sus descendientes. Pero
además de esto, según el artículo 2 de las Constituciones de la cofradía, era
96 Ver Rizo – Patrón (2001), quien investigó acerca de la carrera por el ascenso social. En este
proceso fueron importantes los matrimonios entre peninsulares y miembros de familias criollas,
que poseían prestigio y antigüedad, y que permitían adquirir el tan anhelado reconocimiento
social que llegaba a su máxima demostración con la obtención de un título nobiliario. Aunque el
trabajo se refiere al siglo XVIII, las características y valores como “honor” y “linaje”, a los que se
remite el autor, fueron importantes a lo largo de todo el período virreinal, dado que permitían
remarcar las diferencias sociales que existían en la Colonia.
52
necesario contar con “limpieza de sangre”. No se debía admitir a quien tuviese
parentesco con judíos o moros, o con un procesado por el Santo Oficio.
Tampoco podía aceptarse a alguien que estuviese casado con persona negra,
india o mulata97. Lo mismo para acceder al derecho de ser enterrado en la
bóveda. Los hijos podían ser enterrados allí también, siempre que no tengan
ascendencia negra, mulata o india98
Además de estas ordenanzas, quedaba a cargo de los mayordomos,
hacer el examen y las averiguaciones necesarias de cada persona que
deseaba pertenecer a esta agrupación
. Pertenecer a esta cofradía y ser enterrado
en la bóveda de esta era un reconocimiento público de pertenecer a una familia
de cristianos viejos y no poseer mezcla con otros grupos considerados
inferiores.
99
Para fines del siglo XVII e inicios del XVIII encontramos tres personajes
que habían llegado al Nuevo Mundo con deseos de mejorar su situación
económica y social, debido a que, según Jesús Turiso, no tenían gran porvenir
en España
. De modo que el mismo hecho de
formar parte de esta cofradía de Aránzazu brindaba a sus miembros el
reconocimiento público de pertenecer a una familia honorable, libre de mezcla
con razas consideradas inferiores y de un pasado piadoso que pudiese ser
dudoso.
100
97 2° Artículo de las Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, ABPL,
8179, f. 17.
. En el período mencionado, se encuentran realizando actividades
comerciales de importancia, y ocupando puestos y cargos importantes en la
burocracia colonial, la milicia o en sector mercantil. Además, los tres llegaron a
98 4° Artículo de las Constituciones, ABPL, 8179, f. 18 v.
99 Lohmann (1990:206)
100 Turiso (2002: 226,227)
53
ocupar el máximo nombramiento dentro de la cofradía de Nuestra Señora de
Aránzazu.
Veremos cómo estos personajes participaban conjuntamente, no solo
dentro de la cofradía, sino también fuera de ella. Además de las relaciones de
negocios que entablaron entre ellos, también establecieron lazos de amistad,
que se desarrollaron dentro de la cofradía, ya que esta institución brindaba un
espacio de interacción social para sus miembros.
Don Antonio de Querejazu y Uribe101
Don Antonio llegó al Perú a fines del siglo XVII, y lo encontramos como
miembro de la cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu junto con su hermano
Mateo en 1692, cuando ofreció 40 pesos de limosna para la edificación del
nuevo retablo para la Virgen
provenía de una familia hidalga de
Oñate, Guipúzcoa, donde su padre y abuelos, materno y paterno, figuraban en
padrones de hidalgos de Oñate y Bedoria. Sin embargo, su familia no debía
tener el suficiente patrimonio como para que siendo el mayor, Antonio de
Querejazu tuviese que venir al Nuevo Mundo.
102. En 1698 ya se encuentra firmando las actas de
Cabildo de la agrupación como Hermano Veinticuatro103
Pocos años antes, alrededor de 1695, había conseguido un cargo dentro
de la milicia, pues para esta fecha ya portaba el grado de Capitán
.
104
101 Jesús Turiso (2002: 225 – 248) le dedica un estudio bastante amplio a Antonio de
Querejazu, como ejemplo del progreso y ascenso social de los comerciantes españoles en la
Lima borbónica.
. Respecto
a esto cabe mencionar que la carrera militar era uno de los medios para
ennoblecerse, dado que el ejercicio de las armas era considerado una práctica
102 ABPL, 8179, f. 76.
103 ABPL, 8179, f. 133.
104 ABPL, 8179, f. 105.
54
aristocrática. Por tanto, detentar un cargo militar suscitaba la consideración de
la sociedad y ayudaba a promoverse dentro de ella105
Al parecer su situación económica también iba en ascenso, pues a
inicios del XVIII se aprecia un incremento en las limosnas que aportaba a la
cofradía; la suma que ofreció en 1703 ascendió a 100 pesos
.
106 y en 1704 a 200
pesos107. Para 1706, el total de sus bienes ascendía a 100 000 pesos108 y ese
año se casó con Doña Juana Agustina de Mollinedo, hija del General Don
Tomás de Mollinedo, amigo de Don Antonio. Don Tomás era además miembro
de la cofradía de Aránzazu, donde aparece desde 1684 como Hermano
Veinticuatro109
De este modo, Don Antonio emparentó con una familia de gran prestigio
social y fortaleció además su posición dentro de la cofradía al contraer lazos de
parentesco con un miembro más antiguo y renombrado de la agrupación. Esto
le permitió promover su posición dentro de la cofradía, lo cual dio frutos en
1713 cuando asumió el cargo de mayordomo, luego de ser por varios años
diputado de la congregación
.
110
Ambos mayordomos eran amigos y no solo compañeros, lo cual se
aprecia en el hecho que Palacios fue testigo de Querejazu en su matrimonio
. Ocupó la mayordomía junto al Capitán Don
Juan Bautista de Palacios, quien había ya ocupado este cargo por 9 años.
105 Turiso (2002:85)
106 ABPL, 8179, f. 161.
107 ABPL, 8179, f. 190
108 Turiso (2002: 227).
109 ABPL, 8179, f. 55.
110 ABPL, 8179, f. 203 v. Según Garland (1994:216) los Diputados de cofradías, elegidos entre
los Hermanos Veinticuatro, eran los encargados de organizar las procesiones anuales y vigilar
la participación y comportamiento del resto de los miembros en las mismas. En la cofradía de
Aránzazu, según las Constituciones, se elegían cada año dos mayordomos, cuatro diputados y
un procurados. Estos oficiales podían ser reelegidos “las bezes que les pareçiere”, y en caso
de no aceptar el cargo el miembro elegido debía pagar una multa de 200 pesos. ABPL, 8179, f.
19, Artículo 8° de las Constituciones de Nuestra Señora de Aránzazu.
55
con Doña Juana Mollinedo111. El vínculo de amistad entre ellos provenía de
bastante tiempo atrás, ya que incluso ambos se embarcaron juntos desde
Cádiz hacia el Nuevo Mundo, alrededor del año de 1686112. En 1712, Palacios
volvió a acompañar a Don Antonio en otra ceremonia, esta vez como su
padrino en la ordenación de caballero de Santiago, en la Capilla de la Señora
de la O113
Observamos que la cofradía cumplía una función social importante, que
brindaba un espacio donde podían establecerse lazos de amistad y de
parentesco, consolidando grupos de apoyo y respaldo social. Tal vez Don
Antonio pudo conocer a su futuro suegro fuera de la agrupación, por medio de
relaciones comerciales, pero la cofradía le permitió un lugar donde profundizar
la amistad que posteriormente lo llevaría a emparentar. Asimismo, si bien su
amistad con Palacios fue anterior a la cofradía, pudo ser este mismo vínculo
que le proporcionó una ayuda extra para conseguir la mayordomía.
.
Querejazu también fue miembro de la cofradía de Nuestra Señora de la
O114, donde ocupó el cargo de tesorero en 1710115. Y además de participar en
las actividades espirituales que realizaban ambas cofradías a las que
pertenecía, Don Antonio procuró aumentar su imagen caritativa por medio de
sus propias obras. En 1709 donó un esclavo negro al Hospital de los padres
betlehemitas en Trujillo116
111 AAL, Exp. Matrimonial, mes de Octubre, 1706, n. 5, f 3.
, y en 1711 donó una esclava al Hospital de la
112 Ibid.
113 AGN, P. N. 429, f. 554.
114 Esta cofradía era una de las que agrupaba a la elite de la sociedad colonial. Su cuota de
ingreso para ser Hermano Veinticuatro era de 72 pesos. Lévano (2001: 83)
115 Turiso (2002: 236). Una persona podía pertenecer a más de una cofradía, siempre que
pagase la ofrenda periódica que cada agrupación estipulaba para recibir los servicios que
ofrecía.
116 AGN, P. N. 1102, f. 135.
56
Caridad en Lima117
El ascenso socio-económico de Querejazu continuó en los años
siguientes. En 1712, obtuvo el título de gobernador de la provincia de Quijos y
Macas, lo cual concuerda con lo dicho por Suarez, acerca de que si bien desde
“la primera mitad del siglo XVII se produjo el indiscutible fortalecimiento de los
mercaderes, la segunda parte de la centuria presenció su decidido ingreso a
las más altas esferas sociales y de poder”
. La donación de esclavos representaba más que una
simple colaboración a las obras asistenciales; era un medio de demostrar el
poder económico que se tenía, pues el costo de un esclavo podía alcanzar los
500 pesos. De modo que esta clase de donaciones permitía ganar prestigio
social y hacer extensivo el poder material que se tenía ante el resto de los
miembros de la agrupación y ante la sociedad.
118
Querejazu continuó dedicándose a la actividad comercial, aunque sus
mayores ingresos provenían de los préstamos a otros mercaderes. Los
préstamos podían ser bastante riesgosos, pero las ganancias resultaban
elevadas. Entre sus prestatarios figuraba también el mismo Tribunal del
Consulado, del cual llegó a ocupar el cargo de Prior del Consulado, en 1724
.
119
Finalmente logró consolidar una de las familias de gran prestigio en la
época. Sus hijos llegaron a ocupar lugares importantes en la sociedad,
obtuvieron cargos públicos y eclesiásticos, e incluso emparentaron con familias
poseedoras de títulos nobiliarios
.
120
117 AGN, P. N. 427, f. 529 v.
. El apego por la cofradía de Nuestra Señora
de Aránzazu se mantuvo a la par que aumentaba la posición social de la familia
118 Suarez (2001: 393)
119 Turiso (2002: 98)
120 En los trabajos de Turiso (2002) y Rizo-Patrón (2001) se puede encontrar referencias acerca
de la descendencia de Don Antonio de Querejazu y Uribe, siendo el más destacado Don
Antonio Hermenegildo de Querejazu, quien llegó a ocupar la presidencia de la Audiencia de
Charcas y posteriormente obtuvo el cargo de oidor de la Real Audiencia de Lima.
57
Querejazu. Fueron enterrados en la bóveda de la cofradía, Doña Juana de
Mollinedo, en 1727121; su hijo Don Tomás de Querejazu, en 1761122; su hija
Doña Juana de Querejazu (Condesa de San Juan Lurigancho), en 1772123; su
nuera Doña Josefa Concha (esposa de Don Antonio Hermenegildo de
Querejazu), en 1775124; su hijo Don Antonio Hermenegildo, en 1792125; y el
mismo Don Antonio fue enterrado allí, en 1751126
Se aprecia que Don Antonio de Querejazu estuvo largamente vinculado
a la cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu; la cual le permitió reforzar su
prestigio social, a la par que su poder económico iba en aumento desde inicios
del siglo XVIII. Debe señalarse que Don Antonio no inició su carrera socio-
económica desde cero, pues ya contaba con la condición de hidalgo que la
mayoría de los pobladores vascos poseían, y además sus actividades
comerciales debieron resultarle bastante provechosas para haber reunido la
suma de 100, 000 pesos para 1706, habiendo llegado al Perú poco antes de
1692.
.
Lo cierto es que ser parte de la cofradía de Aránzazu le permitió
vincularse con la élite comercial de Los Reyes. La devoción y aprecio que tuvo
hacia la agrupación y su venerable patrona, estuvo presente en su
descendencia, lo cual se aprecia en el hecho que gran parte de la familia
Querejazu tuvo como última morada la bóveda de la Cofradía.
Don Juan Bautista de Palacios era además de amigo de Don Antonio de
Querejazu, su paisano. Desde 1692 lo encontramos como miembro de la
121 ABPL, 8178, f. 25.
122 ABPL, 8178, f. 12.
123 ABPL, 8178, f. 15 v.
124 ABPL, 8178, f. 16.
125 ABPL, 8178, f. 19.
126 AGN, P. N. 388, 1751, f. 1973.
58
cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, aportando una limosna de 25 pesos
para la construcción del retablo de la capilla127. Se dedicaba al comercio
mayorista y poseía una embarcación, “San Francisco de Paula”128
En 1695 encontramos que ya había obtenido el cargo de Capitán en la
milicia, como sucedió con Querejazu
.
129
En 1713, Palacios siguió al frente de la administración, esta vez con
Querejazu; pero debió continuar en el cargo por varios años más pues se
conservan recibos con fecha de la década de 1720, firmados por Palacios
como mayordomo de la cofradía
. En 1702 recibió el hábito de la orden
de caballería de Santiago. Y en 1704 llegó a ser mayordomo de la cofradía de
Aránzazu, junto con Don Pedro de Ulaortua. Ambos llevaron la administración
conjunta de la cofradía por los siguientes 8 años.
130
En 1709 presentó al Procurador General de la ciudad, Don Lucas de
Vergaray, una petición para presentar Información acerca de su “limpieza de
sangre”. Palacios presentó cuatro testigos que confirmaron conocerlo a él y a
sus padres, de la misma tierra de Oñate, donde su familia era reconocida como
hidalga. Entre los testigos que presentó, se encontraba Don Joseph de
Urrunaga, quien también era miembro de la cofradía de la Virgen de
Aránzazu
. Para ese entonces ya había ocupado el
cargo de Cónsul en el Tribunal del Consulado, en 1705 y 1706.
131
Aunque Palacios no señala los motivos que le llevaron a hacer la
referida información, se deduce que buscaba se le reconozca un linaje limpio y
.
127 El retablo de la capilla había sido destruido por un terremoto en 1687, por lo cual fue
necesario mandar a hacer un nuevo retablo por completo. Lohmann (1990:213).
128 AGN, P. N. 1096 (1705), f. 645.
129 ABPL, 8179, f. 105.
130 ABPL, 8180, folios sueltos.
131 AGN, P. N. 1103, f. 506 – 508.
59
noble. Esto era común cuando se estaba en carrera por el ascenso social, pues
era una legitimación de su condición socio-jurídica. Este ascenso continuó, y
Palacios obtuvo en 1719 el cargo de alcalde ordinario en el Cabildo de Los
Reyes, el cual ocupó por dos años132. Desde 1713, Palacios ya detentaba el
cargo de Teniente Maestre de Campo y Comisario General de la Caballería del
virreinato133
De este modo, se aprecia que Palacios consiguió mejorar su posición
social a la par que su situación económica y política mejoraba, lo cual se
aprecia en el hecho de haber sido elegido Cónsul del Tribunal del Consulado,
durante dos períodos consecutivos, y Alcalde de la ciudad. El progreso
económico y político eran claves para alcanzar el prestigio social; sin embargo,
para consolidarlo había que conseguir la demostración de honorabilidad.
.
De este modo, Palacio recurrió a un examen de hidalguía y a la
obtención de símbolos de status, como fueron el hábito de una orden nobiliaria
y un título en la milicia. El mantenerse por tantos años como mayordomo de
una de las más prestigiosas cofradías de la ciudad fue uno de los medios que
utilizó Palacios para fortalecerse socialmente, puesto que su reelección
simbolizaba el buen cumplimiento de sus labores piadosas.
Por otro lado, Don Pedro de Ulaortua, quien provenía de una familia de
hidalgos de la villa de Elorio, en Vizcaya134 llegó al Perú en 1685, junto con su
hermano mayor Marcos de Ulaortua135; para 1692, ambos eran Hermanos
Veinticuatros de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu136
132 Municipalidad Metropolitana de Lima (2005), p. 58.
y en 1697 su
133 AGN, P. N. XVIII, 1109 (1713), f. 548 v. Turiso (2002: 85)
134 Turiso (2002: 333).
135AGN, PN. 1713, f. 1054
136 ABPL, 8179, f. 69.
60
hermano Marcos ya era mayordomo de ella137
Ulaortua consiguió se le otorgue un hábito de la orden de caballería de
Santiago en 1698. Las limosnas que dio a inicios del siglo XVIII, fueron
mayores a las dadas por Don Antonio y Don Juan Bautista; así por ejemplo, en
1700, Querejazu y Palacios dieron 50 pesos cada uno, y Ulaortua dio 100
pesos
. Don Pedro se dedicó a las
actividades mercantiles junto con su hermano, e inició su carrera de ascenso
social, la cual fue un tanto más rápida, a comparación de Querejazu y Palacios.
138
Ulaortua se dedicaba a diversas actividades mercantiles, como venta de
esclavos, préstamos, servía de fiador y otros. Hacia 1700, Ulaortua fue
escogido cónsul del Tribunal del Consulado, cargo en el que fue reelegido y
que ocupó hasta 1702
. Esto pudo ser un indicativo del éxito económico que estaba teniendo
este comerciante, así como su deseo de ir ganando mayor presencia dentro de
la hermandad, por medio de la muestra de su poder económico.
139
Ambos comerciantes, Palacios y Ulaortua, fueron nombrados
mayordomos de la cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu en mayo de 1704.
Al asumir este cargo, la construcción de la capilla aún estaba inconclusa,
habiéndose iniciado en la década del 1690. Por ello, ambos mayordomos se
fijaron como tarea principal la culminación de dicho retablo
. Posteriormente será elegido Prior de la misma
institución, cargo que ocupó en dos ocasiones, en 1707 y 1717.
140
El retablo fue terminado en 1704, y la imagen de la venerable Virgen fue
colocada en su lugar; sin embargo los acabados finales se realizaron después
.
137 ABPL, 8179, f. 123 r.
138 ABPL, 8179, f. 151 - 152 v.
139 Turiso (2002: 97).
140 ABPL, 8179, f. 167.
61
que la imagen estuvo en su altar141. En agradecimiento a la finalización de la
parte más importante del proyecto, los hermanos reeligieron a los dos
mayordomos por un siguiente período142. Para culminar la obra, Palacios y
Ulaortua tuvieron que hacer frente a los gastos de la misma, pues la cofradía
no contaba con los fondos necesarios para asumir los costos al momento. El
costo total de la capilla había ascendido a 20 026 pesos, sin contar los gastos
del mantenimiento del culto de la Virgen y de las festividades de la cofradía.
Dado que los ingresos que tuvo la cofradía entre 1704 y 1711, solo fueron de
11 162 pesos, ambos mayordomos tuvieron que poner dinero de su propio
caudal para realizar las diferentes actividades de la cofradía. Palacios puso la
suma de 8 314 pesos y 3 reales, y Ulaortua tuvo que dar 6 819 pesos y 1
real143
Debido al alto presupuesto de gastos que la cofradía tenía planeado, se
recurrió al recojo de limosnas especiales. Antes que se pidiese a la hermandad
esta limosna especial, se realizaba un sermón, a cargo del capellán, de modo
que los hermanos fueran exhortados en la necesidad de acudir a la agrupación,
para mantener el decoro del culto de su adorada virgen. Estos sermones se
llevaron a cabo en 1704, 1705 y 1710, recolectando en total 7749 pesos de a 8
.
141 En el cabildo de 3 de mayo de 1705, cuando se reeligió a Ulaortua y a Palacios, se
mencionaba que la imagen había sido colocada en su altar, tras finalizarse la obra; sin
embargo, en la cuenta que presentan estos mayordomos al final de su administración, se
señalaba que los gastos referentes a la capilla continuaron hasta agosto de 1705. Apéndice 2.
142 ABPL, 8179, f. 171.
143 Cuenta presentada por Don Pedro de Ulaortua y Juan Bautista Palacios, del tiempo que
fueron mayordomos de la cofradía de la Virgen de Aránzazu, de 1704 a 1711. Ver Apéndice 2,
f. 11 v.
62
reales144. Esta cantidad de pesos, estaba dentro de los referidos 11 162
pesos145
El gasto de las fiestas que conmemoró la cofradía sumó 2 358 pesos y 2
reales, en los 8 años. Los gastos de culto y adorno sumaron 2 909 pesos y 4
reales, de los cuales 1 581 pesos se destinaron a la compra de cera y aceite.
De este modo, los egresos que tuvo la cofradía durante estos años
ascendieron a 26 293 pesos.
.
Cuando Palacios y Ulaortua entregaron la cuenta de su administración,
perdonaron a la cofradía los 15 133 pesos y 4 reales que se les debía. Este
recurso les valió la admiración y respeto de sus compañeros cofrades, pues la
condonación de esta deuda hacía demostración pública de la veneración y
servicio sincero que le rendían a la Virgen de Aránzazu. A la vez, era una
muestra evidente del poder económico que ambos poseían, al tener la
posibilidad de desprenderse de cantidad tan substancial.
Por otro lado, una lectura más detenida de la cuenta presentada por
estos dos mayordomos permite conocer más acerca del manejo interno de la
cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu. Los gastos efectuados en ciertos
rubros nos dejan apreciar el cuidado que los vascongados pusieron en el
mantenimiento y adorno en el culto a la Virgen; puesto que conservar su
capilla en estado decoroso y suntuoso, daba muestra del status de la
agrupación y, por ende, de sus miembros.
Los gastos en cera y aceite de esta cofradía sumaron 1581 pesos,
resultando una media anual de 225 pesos y 7 reales146
144 ABPL, 8179, f. 2 – 4. En 1704 se recogió de limosna 4 603 pesos; en 1705, 2 686 pesos; y
en 1710, 460 pesos.
. Esta cantidad
145 ABPL, 8179, f. 5. En el Apéndice 2 se aprecia de manera pormenorizada todas las entradas
que tuvo la cofradía, y que sumaron la dicha suma de 11 162 pesos
63
superaba los 195 pesos y un real que gastó la cofradía de Nuestra Señora del
Rosario de pardos, entre 1704 y 1706, en esos productos147. Asimismo, superó
los 510 pesos y 5 reales que los cofrades de San Crispín y San Crispiano
gastaron entre 1688 a 1696148
Estos efectos eran utilizados en las fiestas, procesiones y en el
alumbrado del altar de la Virgen; las lámparas y cirios debían estar
constantemente encendidos, para rendir el culto apropiado a su santa patrona.
Así pues el gasto de estos productos era considerado por demás indispensable
para mantener la capilla en forma decorosa y respetable; de ello dependía no
solo brindar el culto debido a la santa imagen, sino además irradiaba el
prestigio de la agrupación frente a la sociedad.
.
La decoración del altar debía ser compatible con la posición social de los
miembros de la cofradía y el fervor cristiano. Con este fin se adquirieron paños,
encajes, cintas, manteles y otros efectos similares, para el adorno de la Virgen,
del Niño y del altar. Tampoco faltaron “flores de diferentes colores” que
adornaban la capilla. Para costear estos artículos, se desembolsaron 1 328
pesos durante la administración de Ulaortua y Palacios149
Los miembros de esta cofradía y sus mayordomos cuidaron que la
capilla de su venerable patrona estuviese adornada adecuadamente, y hubiese
la cera y aceite suficientes para mantener iluminado el altar. Los adornos, joyas
y ropajes de la Virgen eran parte importante de la imagen que la cofradía
.
146 ABPL, 8179, f. 8.
147 AAL, Leg. 31A, Exp. 14, f. 5-7. Acá la media fue de 97 pesos y 4 ½ reales.
148 AAL, Leg. 32A, Exp. 20, s/f. Resultó una media de 67 pesos y 7 reales aproximadamente.
149 El presupuesto de los vascos era bastante elevado si lo comparamos con el que manejaban
los pardos de la cofradía del Rosario, ya que estos solo gastaron 23 pesos y 4 reales en flores,
y 2 pesos con 2 reales en seda para un manto para su virgen. AAL, Leg. 31A, Exp. 14, f. 6.
64
conseguiría ante la sociedad; por ello, los gastos dedicados a estos géneros
tuvieron un monto considerable.
Por medio del lujo y el adorno de su capilla, esta cofradía encontró un
medio eficaz de proyectar su propio status y la respetable posición social de
sus miembros. Como señala Gonzalbo, “entre la pobreza evangélica y el lujo
culpable, quedaba el amplio y sinuoso margen de lo decoroso, que debía hacer
compatible la dignidad de una posición social respetable con la modestia y la
humildad cristiana”150. Los mayordomos eran responsables de ello y se
preocuparon por dar toda la suntuosidad posible a la agrupación que fuera de
la mano con el espíritu de cristiandad, aún cuando ello les supuso poner de su
propio caudal. Esta demostración de suntuosidad era, como señala Burke, una
estrategia para que este grupo pudiese mostrar su superioridad sobre otros151
Debido a este despliegue de recursos por parte de los mayordomos y
hermanos de la cofradía, esta agrupación resultó ser una de las más
distinguidas y apreciadas por la sociedad. Los vascongados se preocuparon
por dotar a su agrupación de los elementos claves que le brindasen prestigio y
honor, dado que ellos también serían participes del reconocimiento que tendría
la cofradía.
.
Así pues, contando con la ayuda del resto de la membrecía, Palacios y
Ulaortua consiguieron dotar a su agrupación de la imagen prestigiosa que tanto
buscaban. De este buen desempeño, ambos obtuvieron el reconocimiento de
haber sido los responsables de mantener el prestigio de la cofradía, mostrando
150 Gonzalbo (1996:53)
151 Burke (1997: 84)
65
su espíritu cristiano, y ganándose el agradecimiento y consideración del resto
de miembros152
Al fin de sus días, como la mayoría de mayordomos y Hermanos
Veinticuatros, Ulaortua y Palacios pidieron ser enterrados en la bóveda de la
cofradía. Consideraban que tenían el derecho de descansar eternamente en
aquel lugar, como reconocimiento del trabajo que había realizado por el
prestigio de la agrupación. Ulaortua fue enterrado en 1732
.
153, junto a su
hermano Marcos que había sido enterrado en 1712154, y Palacios se sumó a
ellos en 1735155
.
2. La Cofradía del Santo Cristo de Burgos.
Esta cofradía fue fundada a finales del siglo XVI por los escribamos y
plumarios de la ciudad de Lima, a modo de imitación de sus homónimos de la
ciudad de Sevilla, en España, que se reunían bajo la misma advocación156
Esta cofradía fue de las primeras que se fundaron en Los Reyes, y por
consiguiente, obtuvo del arzobispo de Lima el privilegio de organizar y dirigir la
procesión de noche del Jueves Santo. Esto les permitía a sus mayordomos,
. Su
capilla estaba asentada en la iglesia del Convento de San Agustín; pues eran
los agustinos los que se encargaron de propagar, tanto en España como en
América, la adoración del Cristo Crucificado.
152 En el cabildo del 3 de mayo de 1705, la congregación en unanimidad le volvió a dar a
Palacios y Ulaortua poder general para administrar como mayordomos por el siguiente período,
debido a que terminaron de edificar el retablo de la Virgen y la imagen había sido ya colocada
en él. ABPL, 8179, f. 171.
153 AGN, PN. 344, f. 885.
154 AGN, PN. 314, f. 309.
155 AGN, PN. 350, f. 1500.
156 Rodríguez (1996: 10)
66
Hermanos Veinticuatro y cofrades hacer extensiva la calidad de la agrupación,
por medio de los recursos que se desplegaban para tal ocasión157
Aunque su fundación corresponde a un grupo de personas notables de
la sociedad, como lo fueron los escribanos, en ella también fueron recibidas
personas de distinta procedencia social como cofrades simples. Mientras que
los profesionales fundadores ocupaban las posiciones directivas de la cofradía,
como Hermanos Veinticuatros.
.
De este grupo directivo dependía que la cofradía desarrollase las
actividades necesarias que le brindasen protagonismo frente a la sociedad. De
otro modo, este mismo grupo sería responsable de que la vida de la agrupación
fuese breve y de poca notoriedad158
Teniendo en cuenta el carácter abierto que tuvo esta cofradía para
recibir nuevos integrantes, se crearon otros medios para limitar la admisión de
quienes deseaban asentarse como Hermanos Veinticuatro; por ello se empleó
la cuota de entrada como un mecanismo de cerramiento. Luego que la petición
de algún candidato para Hermano Veinticuatro hubiese sido aprobada en el
Cabildo, este debía aportar la suma de 50 pesos de a 8 reales, para ser
considerado como tal, de lo contrario no tenía voz ni voto en las reuniones de la
. En tanto grupo dirigente, eran los
Hermanos Veinticuatro los que recibían mayor reconocimiento público, al ser
ellos quienes planificaban y ejecutaban las diferentes ceremonias y actividades
de la cofradía. Los simples cofrades adquirían honorabilidad por medio de su
devoción religiosa, la cual se hacía pública en estas actividades.
157 Según los mayordomos Alonso Pérez Campos y el alférez Alonso Camacho, mayordomos
de la dicha cofradía del Santo Cristo de Burgos, el gasto para la procesión del Jueves Santo,
ascendía a 6 000 y 7 000 mil pesos cada año. AAL, Cofradías, Leg. 59 A, Exp. 7, 1973. Esta
suma no es constatable, pues no hay cuentas acerca de los gastos reales que se realizaban.
158 Arias de Saavedra (2000: 213).
67
Cofradía159. De este modo, aunque en la Constitución se estipulaba el carácter
abierto de esta cofradía, la cuota de entrada limitaba el acceso a quienes
quisieran asentarse como Hermano veinticuatro160
Por otro lado, esta apertura fue más concreta para aquellos que
buscaban integrarse como simples cofrades. No encontramos registro acerca
del monto de la cuota de entrada por este concepto, ni mención alguna de su
existencia. En la Carta de Esclavitud que ofrecía esta cofradía solo se
estipulaba la suma de 1 real cada semana como limosna
.
161. A cambio de esta
suma, el esclavo o cofrade simple de la cofradía, accedía a una serie de
beneficios espirituales, como jubileos, indulgencias, misas y procesiones162.
Por ejemplo, se le ofrecía sepultura en la bóveda que la cofradía poseía en el
referido Convento de San Agustín, y sus deudos recibirían un monto de 35 ó 50
pesos, dependiendo del número de misas que se celebrasen en honor al
fallecido163
159 AAL. Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 3v, 1701
. A las hermanas pobres o cofrades simples, en caso de
enfermedad, se les ofrecía socorrerlas “con un médico y las medicinas de la
160 La suma de 50 pesos era considerablemente alta y para muchos difícil de aportar,
considerando que el jornal diario de un trabajador no especializado era aproximadamente 1
real y medio, a inicios del XVIII. Por ejemplo, el 10 de marzo de 1705 los mayordomos de
Aránzazu pagaron 12 pesos de a 8 reales a 7 peones cargadores por su trabajo del día; y el 20
de junio del mismo año pagaron 18 pesos a un albañil y sus dos peones, por sus jornales de 6
días. ABPL, 8179, f. 6, 7
161 Carta de Esclavitud, Ver Apéndice 1.
162 Las indulgencias redimían pecados específicos por separado, mientras que los jubileos
significaban un perdón total de todas las faltas confesadas. Las misas que organizaban las
cofradías podían ser rezadas o cantadas, y se celebraban en diferentes ocasiones, como
entierros, festividades, aniversarios, etc. Las procesiones eran actos públicos de carácter
religioso donde todos los miembros debían participar.
163 En la Carta de Esclavitud se menciona de manera descriptiva cómo se llevaría a cabo el
entierro del difunto cofrade, pudiendo tener una segunda misa de Honras, dependiendo de lo
cual, recibirían los deudos 35 pesos de aceptarla, ó 50 pesos si solo hubiese lugar a una única
misa.
68
votica que ubiesen menester para su curacion sin que por esta razon pagasen
interes ninguno”164
A diferencia de la gran mayoría de las cofradías existentes, ésta contaba
con el permiso de la máxima autoridad eclesiástica, el Papa; lo cual, no solo
otorgaba legalidad a la agrupación y mayores posibilidades de atraer a nuevos
miembros, sino que brindaba prestigio social, pues significaba el
reconocimiento expreso de la religiosidad que motivaba sus actividades
.
165
De este modo, ser miembro de esta cofradía, así fuese como simple
cofrade, representaba un seguro espiritual y material, para hacer frente a las
enfermedades y a la muerte. Por eso, no es de extrañar que dentro del grupo
menos influyente de la cofradía, hubiera negros, mulatos e incluso esclavos,
que en su mayoría eran mujeres
.
166. Esta afluencia mayoritaria por parte de
esclavos, libertos, mulatos y en especial mujeres, quienes estaban muy abajo
en la pirámide social, podría haberse debido a dos factores que se
interrelacionan: la baja cuota semanal que demandaba la cofradía y los amplios
beneficios que ofrecía a cambio167
164 AAL, Cofradía, Leg. 59, Exp. 11, f. 2
.
165 Esta cofradía contaba con una Bula del Papa Clemente X, del año de 1671, donde le
concedía a la cofradía la gracia de sacar el alma de un cofrade del Purgatorio, tres veces por
año, el perdón de los pecados a todos los que se asentaran en ella y una serie de Jubileos que
están especificados en la Carta de Esclavitud. AAL, Cofradías, Leg. 59 A, Exp. 7, folio suelto.
166Desde 1669, se notaba una marcada presencia de mujeres cofrades dentro de la
agrupación, pues fue en ese año donde se agregó el ofrecimiento de socorrerlas con
medicinas. Ver cita 95. En 1703, hubo un “aumento en el número de hermanas”, que
ingresaron como cofrades simples. AAL, Cofradias, Leg. 38, Exp. 4, f. 30. Tal vez por ello,
cuando el mayordomo Antonio de Sosa presentó ante el Tribunal Eclesiástico testigos contra
Ladrón de Guevara, estos eran hermanas de la cofradía, negras libertas y esclavas. AAL,
Cofradías, Leg. 59 A, Exp. 28, f. 10 – 12, 1697.
167 La limosna que cada cofrade simple debía pagar era de un real a la semana, suma que
podía ser asequible para estas personas puesto que el jornal diario estaba por debajo de 1
peso de a 8 reales; además los beneficios obtenidos eran bastante rentables, teniendo en
cuenta lo que se invertía. Ver Carta de Esclavitud, Apéndice 1.
69
Dado que la composición de hermanos veinticuatro y la de cofrades
simples era tan diferenciada, la jerarquización al interior de la cofradía se hizo
más evidente. Esto permitía a los Hermanos Veinticuatros mayores
posibilidades de distinción y reconocimiento, dentro y fuera de la agrupación;
dado que eran los que monopolizaban los cargos directivos y podían realizar
donaciones o dejar legados168
Otro modo de mejorar la imagen de la cofradía era por medio de los
símbolos externos del poder económico de la cofradía. Así por ejemplo, esta
agrupación obtuvo por donación, a fines del siglo XVII, un esclavo para el
servicio y mantenimiento de la capilla; lo cual brindaba distinción a la
hermandad, pues no todas las cofradías podían permitirse el lujo de tener un
esclavo que se dedique exclusivamente a la atención de la cofradía
. Estos aportes se destinaban a mejorar el culto
del santo patrón y la organización de otras actividades religiosas, pero además
permitían beneficiar a otros miembros de la agrupación. De este modo, el
aporte de donaciones era un medio para obtener la consideración y el
reconocimiento de los otros miembros; a la vez, que le brindaban mayor
esplendor a su agrupación. Por ello, estos hermanos podían mejorar su propia
imagen dentro del grupo y, a la vez, frente a la sociedad.
169
Además de la común división entre Hermanos Veinticuatros y cofrades,
en esta cofradía del Santo Cristo de Burgos se podía observar una
jerarquización incluso dentro del mismo grupo de Hermanos Veinticuatro. Esto
se debía a la existencia de bandos que se enfrentaban por monopolizar la
administración de la agrupación. Si bien en teoría todos los Hermanos
.
168 Doña Leonor de Villa Cruses dejó 400 pesos de a 8 reales, para que se impongan a censo y
de los réditos del mismo se dote a una doncella. AAL, Cofradías, Leg. 59, Exp. 23, f. 1, 1692.
169 AAL, Cofradías, Leg. 59 A: 25, f. 1. No se indica la fecha exacta de la donación, pero debió
ser en el último decenio del siglo XVII, cuando Antonio de Sosa era mayordomo.
70
Veinticuatro tenían las mismas posibilidades de acceder a los cargos directivos,
hubo conflictos entre ellos por el control de ciertos cargos, pues estos
otorgaban protagonismo social, y eran un indicador de poder y dominio dentro
de la agrupación170
Estas divisiones afectaron la unidad del grupo directriz de la agrupación
y, por ende, menguaron la capacidad de llevar a cabo un trabajo conjunto que
fortalezca el prestigio de la congregación. Al tiempo que se perdía de vista un
objetivo unánime, el trabajo por el bienestar de la cofradía podía ser
reemplazado por la búsqueda del beneficio personal.
.
Antonio de Sosa fue un Hermano Veinticuatro que llegó a ocupar el
cargo de mayordomo, y lo mantuvo por doce largos años171
Sosa pertenecía a la Compañía de los Gentiles Hombres Lanzas
. El caso de este
hombre, nos ofrece un ejemplo del beneficio material y social que la cofradía
podía brindar al individuo, y cómo el deseo de mantener esta posición
preeminente dio lugar a una serie de mecanismos para conservarlo.
172,
ocupación que alternaba con el oficio de maestro cerero. Tenía una tienda, de
la cual abastecía de cera a templos, parroquias y cofradías, incluyendo a la del
Santo Cristo de Burgos. Su posición económica, aunque no muy holgada, le
permitía ciertos lujos y comodidades, pues poseía una calesa y 6 esclavos173,
además de algunos artículos de plata labrada174
170 GARLAND (1996: 222).
.
171 AGN, PN XVIII, 1095 (1704), f. 449 v. - 452 v.
172 AGN, PN XVII, 1912 (1699). Los Gentiles Hombres Lanzas eran una guardia del Virrey,
compuesta por ciertos personajes de relieve. Esta Compañía fue instituida por el Virrey
Marqués de Cañete (De la Puente, Comunicación Personal, 2007).
173 Valga señalar que tres de ellos estaban por debajo de los 10 años.
174 Según consta en el inventario de bienes de Antonio de Sosa, realizado por su esposa Doña
Sebastiana de Espinosa, en 1704. También figuran varios artículos que se empleaban en la
tienda, para la fabricación y venta de la cera. AGN, PN XVIII, 1095 (1704), f. 599.
71
Se encuentra como Hermano Veinticuatro de la cofradía desde 1669175
El gobierno de esta cofradía no estaba en manos de un solo
mayordomo, sino según ordenaban las Constituciones
.
Llegó a ocupar el cargo de mayordomo en 1690, y fue reelegido once veces
más; lo cual originó quejas y protestas de una parte de los Hermanos
Veinticuatro, que empezaron a ver con desconfianza el tiempo tan dilatado que
Sosa permanecía en el cargo. La mayordomía era asumida por el período de
un año, dando la posibilidad que los hermanos reeligiesen al mayordomo por
un período más, dependiendo del buen cumplimiento de sus obligaciones. Sin
embargo, la cantidad de atribuciones que recibía un mayordomo eran amplias,
de modo que podía llevar la administración con bastante autonomía, y a la
larga generar ciertos problemas.
176
Por ejemplo, en 1695, Sosa tuvo conflictos con el Capitán Don Juan
López de Córdova, quien fue elegido también mayordomo. Este se quejó ante
el Tribunal Eclesiástico de que Antonio de Sosa “quisiera por si solo y sin
asistencia del compañero governar las cosas de la cofradía contra todo
derecho y practica asentada”
, eran dos los
mayordomos quienes debían administrarla. En cada uno de los años que Sosa
fue elegido y reelegido mayordomo, se designó a otro hermano más que debía
acompañarlo en el cargo, pero Sosa se ocupó de opacar a cada uno de sus
compañeros.
177
175 AAL, Cofradías, Leg. 59, Exp. 11, f. 2
176 Las Constituciones completas de esta cofradía no han sido encontradas hasta el momento,
pero en la documentación disponible hay referencias directas a algunas de sus cláusulas. AAL:
Cofradías. Leg. 59 A, f. 26.
177 AAL, Cofradías, Leg. 59 A, Exp. 26, f. 3v.
72
Unos años más tarde, en 1701, se repitió el problema ante las
autoridades eclesiásticas, cuando uno de los Hermanos Veinticuatros, Don
Nicolás de Santisteban, señaló que “aunque dicha cofradía tiene no solo por
mayordomo al dicho Antonio de Sosa sino al compañero que oy lo es el
Capitan Joseph Andres [Ortiz] este no a tenido ninguna ynclusion en la dicha
cofradía por aber echo con el dicho Antonio de Sosa lo mismo que con los de
los años antesedentes que es no apreciar al compañero para cosa alguna”178
Sosa negaba estas afirmaciones señalando que no era costumbre que el
mayordomo menos antiguo quisiera dirigir las cosas, pero lo cierto es que tuvo
dificultades con varios de los Hermanos Veinticuatro por permanecer tanto
tiempo en el cargo. Para ahondar estos conflictos, también hubo quejas
referentes a la omisión, por parte de este mayordomo, de presentar las cuentas
del tiempo de su administración
.
Y además señaló que este mismo inconveniente se había repetido
anteriormente con el Capitán Don Diego Fausto Gallegos, el Capitán Don Juan
López de Córdova y el Licenciado Don Alonso Campos, así como con los
demás compañeros que se eligieron en otros años.
179
Sosa recibía el dinero proveniente de la limosna entregada por los
cofrades y la que se recogía en las calles, así como de los censos que poseía
la cofradía
.
180
178 AAL; Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 2.
. Además, tenía en su poder las alhajas que pertenecían a la
179 AAL; Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 2.
180 Dado que este mayordomo nunca entregó las cuentas del tiempo de su administración, no
hay un cálculo fehaciente de los ingresos que pudo recibir. Sin embargo, teniendo en cuenta
que la cantidad de cofrades simples que tenía esta agrupación era de alrededor de 200, eso a
lo más suponía una suma de 100 pesos mensuales ya que cada uno pagaba un real semanal.
En cuanto a los censos que tenía impuestos a su favor esta agrupación, los réditos que recibía
por año ascendían a 1100 pesos de 8 reales. AAL, Cofradías, Legajo 59, Exp. 23, f. 1. No hay
ningún registro, ni un aproximado de cuanto pudo ser lo recolectado en las calles como
limosna.
73
cofradía, que habían sido donadas por miembros de ella181
En 1701, el referido Nicolás de Santisteban, se negó a pagar sus cuotas
de limosnas debido a los notorios malos manejos que estaba realizando
Antonio de Sosa en su administración. Como Sosa lo vetó ante el Juzgado
Eclesiástico, para que no pudiese votar en las siguientes elecciones,
Santisteban respondió que su proceder se debía “a la malicia con que obra el
dicho Sosa pues siendo como a sido mayordomo de la cofradia nueve años en
ellos no a podido conseguir la hermandad que de quenta de tan gruesa
cantidad como en dicho tiempo a entrado en su poder asi de las limosnas de
las calles y cofradas como de los censos que dicha cofradia tiene de que
resulta a toda la hermandad el conocimiento de sus combeniencias”
. Aunque la cofradía
tenía un Cobrador a sueldo para cumplir la recolección de la limosna, este
entregaba al mayordomo lo que recogía. De este modo, Sosa tenía un control
amplio al manejar los ingresos de la agrupación y, por ende, las actividades
que se realizaban.
182
Además de acusarle de mala administración, Santisteban señaló que el
motivo que tuvo Sosa para vetarlo de las elecciones entrantes, era
“perpetuarse mayordomo de dicha cofradia regulando los votos que le parece
puede tener por seguros por parentesco amistad u obligación [por ello] solicita
por este medio ver si puede ebadir los que están de parte de la razon y no
estan tan asegurados a su contemplación”
183
Al parecer, luego de las irregularidades que presentaba la administración
de Sosa y los problemas que tuvo con varios de los Hermanos Veinticuatros, la
181 En 1689, según atestiguó el Capitán Don Juan López de Córdova, Antonio de Sosa recibió
por inventario las alhajas de la cofradía. AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 27.
182 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 2.
183 Ibíd., f. 2.
74
paciencia de la congregación en general se estaba agotando, sobre todo por la
poca claridad que había respecto al manejo de las entradas que percibía el
mayordomo.
Tras dejar el cargo en 1702184
López de Córdova refirió al Juez Eclesiástico que “abiendo sido [Antonio
de Sosa] mayordomo tan dilatado tiempo estaba obligado por rason de su oficio
a tener libro de quentas de todos los efectos pertenecientes a dicha cofradia
porque de otra suerte se siquieran grabisimos asurdos y se diera ocasión a que
cada mayordomo dispusiera a su adbitrio resultando o por descuido o por
malicia perdidas y atrasos en los bienes de dicha cofradia”
, los mayordomos entrantes iniciaron un
proceso contra Antonio de Sosa, para que entregase cuenta de su gobierno y
devolviese las alhajas y pertenencias de la cofradía que mantenía en su poder.
Cabe señalar que en esta ocasión, los referidos mayordomos eran el Capitán
Diego Fausto Gallegos y el Capitán Don Juan López de Córdova, quienes
habían tenido tiempo atrás dificultades con Sosa, como se ha señalado.
185. Era una
acusación abierta de malos manejos, puesto que Sosa se resistía a entregar
los libros de la cofradía que tenía en su poder, afirmando que ya no debía
presentarlos puesto que había presentado la cuenta total al Arzobispo y este la
había aprobado186
Sin embargo, el cuestionamiento más puntual que se le hizo a Sosa fue
respecto al cobro de 3500 pesos que el Convento de San Agustín adeudaba a
.
184 No hay referencias acerca de cómo fue que Sosa dejó el cargo que ocupó por tan dilatado
tiempo; tal vez problemas de salud o edad lo obligaron a ello puesto que para 1704
encontramos a su esposa Doña Sebastiana, viuda y como albacea y tenedora de sus bienes.
185 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 4, f. 19.
186 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 4, f. 12 v. No hay referencia alguna acerca de algún dictamen
de la autoridad eclesiástica competente dando aprobación a dichas cuentas.
75
la cofradía, de una renta de 500 pesos anuales187. A pesar de esta notable
entrada a las arcas de agrupación, Sosa no organizó la procesión de Jueves
Santo durante los últimos 7 años de su administración; esta actividad era muy
importante dado que era parte de los beneficios que la cofradía brindaba a sus
miembros. Y aún cuando no se habían efectuado gastos crecidos, Sosa
reclamaba 2000 pesos que supuestamente había proveído para mantener la
decencia del culto188
La negativa de Sosa a entregar los libros de cuentas llevó a que la
hermandad concluyese que este proceder respondía al hecho que no le era
posible que concuerden “las muchas entradas y limosnas que a apersibido y
[los] cortos gastos que en el tiempo que a sido mayordomo a echo”
.
189
A pesar del largo litigio, no hay registro alguno que indique que Sosa
llegase a presentar los libros de la administración de la cofradía
.
190
Aun cuando Antonio de Sosa tuvo que enfrentarse a un grupo de
oposición dentro de los Hermanos Veinticuatro, logró mantenerse en el poder
por doce largos años. Entre los mecanismos que empleó para conseguir este
objetivo, vimos que relegó la participación de los mayordomos conjuntos que se
. En cuanto a
las joyas, Sosa devolvió varias alhajas que no pudieron ser cotejadas con el
inventario de 1689, realizado cuando recibió estas prendas al asumir la
mayordomía; puesto que dicho documento se había extraviado, aunque
supuestamente debía estar al cuidado del mismo Sosa.
187 AAL, Cofradías, Leg. 59, Exp. 23, f. 1
188 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 4, f. 29.
189 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 19.
190 Sosa como mayordomo debía tener dos libros: uno para asentar a los Hermanos
Veinticuatro, y los Cabildos y los acuerdos que se ordenasen en estas reuniones; y otro para
anotar las entradas de limosnas y otros conceptos, así como los gastos. AAL, Cofradías, Leg.
38, Exp. 4, f. 19.
76
designaron durante su gobierno191
Durante los años que Sosa fue mayordomo, si bien ganó varios
opositores a su administración, también supo ganarse la consideración de
otros miembros de la agrupación. Por ejemplo, encontramos que Doña Lorenza
de Paredes otorgó a Sosa poder para hacer su testamento, nombrándolo su
albacea, tenedor de bienes y heredero universal, y le encargó que se ocupe de
su entierro en la Bóveda de la Cofradía
; y también es posible que haya recurrido a
beneficiarse de los lazos de parentesco, amistad y obligación para asegurarse
los votos que le permitirían otra reelección.
192. Asimismo, Sosa se quedó a cargo
de los bienes de Miguel Tremiño, hermano difunto, hasta que se los entregó a
la hermana de este193
Como mayordomo de la cofradía también tuvo capacidad de
convocatoria de los cofrades simples. En 1697, Sosa abrió proceso contra
Pedro Niño Ladrón de Guevara, cobrador de limosnas, para que entregue los
libros de cobranza y el dinero recolectado por haber faltado a su labor
.
194. Los
testigos que Sosa presentó eran cofrades simples de su agrupación, que
apoyaron las afirmaciones de este mayordomo: Juana de la Rosa (negra
esclava), Josefa Brabo (parda libre), Josefa Leal (cuarterona mulata) y Barbula
de Aramburu (parda libre)195
191 Nicolás de Santisteban, Hermano Veinticuatro, refirió que el mayordomo conjunto de Sosa,
José Andrés Ortiz “no ha tenido ninguna ynclusion en dicha cofradía por haber echo con él, el
dicho Sosa, lo mismo que con los años antecedentes que es no apreciar al compañero para
cosas alguna, huyendo de darle conocimiento de las cosas de dicha cofradía solo a fin de que
se halle la hermandad presisada en su nueva elección a relexirlo por tal mayordomo
apropiandose a si solo todo el gobierno”, AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 2, f. 2 v., 1701
. Lo que llama la atención en esta ocasión es el
192 AGN, Protocolos Notariales XVIII, 1094 (1703), f. 502.
193 AGN, Protocolos Notariales XVII, 1910 (1698), f. 724 v.
194 Al parecer Niño Ladrón de Guevara había estado animando a varias hermanas cofrades a
inscribirse en la cofradía de la Limpia Concepción, de la cual era cobrador de limosnas, así
como lo era de la del Santo Cristo de Burgos. AAL, Cofradías, Leg.59 A, Exp. 28, f. 3,4.
195 AAL, Cofradías, Leg. 59 A, Exp. 28, f. 10 – 12, 1697.
77
hecho que el mayordomo prefiriese reafirmar sus acusaciones con el testimonio
de cofrades simples, y no presentase a ningún Hermano Veinticuatro como
testigo.
Antonio de Sosa también estableció lazos de parentesco dentro de su
cofradía, casando a la mayor de sus hijas, Rosa Faustina, con el Capitán
Nicolás de Sosa196
Por ejemplo, cabe mencionar que parte de la dote que Rosa Faustina
Sosa llevó a su matrimonio incluían 400 pesos de una Buena Memoria de
Casar Doncellas que tenía la cofradía que administraba su padre.
. Así pues, el mayordomo logró expandir su control sobre la
agrupación, de modo que fortalecía su posición preeminente. El mantenerse en
el cargo de mayordomo le brindó el reconocimiento que todo individuo
deseaba, y además le significó la posibilidad de obtener provecho material.
197
Por otro lado, dado que Sosa era maestro cerero y poseía una tienda
donde se expendía este producto, su cofradía fue un cliente significativo. Esta
situación fue el origen de más conflictos, pues también hubo cuestionamientos
acerca de la honradez de Sosa a la hora de proveer la cera para la cofradía
Esta dote,
fundada por Doña Leonor de Villadares, hermana de la cofradía, era sorteada
cada cuatro años y debía beneficiar especialmente a las hijas de los hermanos
difuntos o en necesidad; sin embargo, Antonio de Sosa consiguió que su hija
reciba el dinero de esta dote, aunque no era ni huérfana ni hija de hermano en
necesidad.
198
196 AGN, PN XVIII, 1095 (1704), f. 450.
.
Por ejemplo se le acusó de haber gastado en dicha materia la cantidad de 400
197 AGN, PN XVIII, 1912 (1699), f. 933.
198 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 4, f. 20 r.
78
pesos en solo 2 meses199. Aunque no se llegaron a comprobar estas
sospechas de cobros excesivos en la venta de cera, se puede deducir que
resultó bastante conveniente para Sosa ser mayordomo de una cofradía, en
tanto uno de los productos que más consumían estas instituciones religiosas
era la cera200
La presencia de Antonio de Sosa en la Cofradía del Santo Cristo de
Burgos se mantuvo aun después de su fallecimiento, por medio de los
reclamos que inició su viuda, Doña Sebastiana Montero de Espinosa, en
representación de sus hijos, como herederos de Sosa
.
201. El principal reclamo
que hizo Doña Sebastiana fue sobre la deuda que la agrupación tenía con su
difunto marido, por los subsidios que este realizó a favor de la cofradía durante
los años de su administración. Pero los mayordomos que sucedieron a su
esposo, López de Córdova y Fausto Gallegos, se negaron a reconocer dicha
deuda, alegando que no habían quedado claras las cuentas presentadas por
Sosa, en especial los gastos por concepto de cera202
Luego de algunos años, ya en 1710, debido a que los mayordomos de la
cofradía se negaban a pagar la deuda referida, Doña Sebastiana decidió
presentar una petición ante el Vicario General, el Señor Don Gregorio de
Loayza, para que los mayordomos de entonces, Juan López de Córdova y
Juan Domingo de Machado, le paguen los 3 mil pesos que ella alegaba la
.
199 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 4, f. 19 v. – 20. Esta suma resultaba elevada en comparación
con los 118 pesos que gastó la Cofradía de Aránzazu, entre diciembre de 1704 y enero del
siguiente año. ABPL, 8179, f. 8.
200 Las cofradías eran importantes clientes de los proveedores de cera, pues esta era utilizada
para mantener la capilla ardiendo, en las procesiones y los entierros. Sosa también atendió por
varios años la demanda de cera de la cofradía de negros de Nuestra Señora de Rosario, con la
cual tuvo desavenencias respecto al incumplimiento del pago de su mercadería. AAL,
Cofradías, Leg. 31, Exp. 34, f. 5, 6, 1687.
201 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 6, f. 1.
202 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 4, f. 20.
79
cofradía le debía a su esposo203. En su demanda señaló que los mayordomos
no le pagaban porque estaban destinando el dinero de la cofradía a una “obra
en que ha de gastar mucha plata dicha cofradía”204
El mayordomo Juan López de Córdova acusó de malicia a Doña
Sebastiana, y refirió que dicha obra se trataba de ciertos reparos necesarios en
el anda para la procesión, cuyo gasto no salía de las rentas de la cofradía sino
de las limosnas que se destinaban solo a gastos referentes al culto del Santo
Cristo. De no hacerse dichos reparos no se podría salir a procesión, lo cual
perjudicaría el culto del Señor y afectaría el ánimo de los cofrades. Además
señaló que la petición de Doña Sebastiana no podía proceder hasta que no se
aclaren las cuentas del tiempo de la administración de su marido
.
205
Aunque habían pasado cerca de diez años que Antonio de Sosa dejó la
mayordomía de esta cofradía, aún no se habían esclarecido los manejos que el
difunto mayordomo hizo. Por lo tanto, esta situación servía de pretexto a los
mayordomos actuales para desconocer cualquier reclamo que Doña
Sebastiana presentase.
.
De otro lado, los lazos que estableció Sosa en vida, les sirvieron a su
mujer e hijos. Nicolás de Sosa, casado con la hija de Antonio de Sosa y aun
Hermano Veinticuatro de la Cofradía, sirvió de informante acerca de las
decisiones tomadas en Cabildo concernientes a la demanda interpuesta por la
familia Sosa.
203 Cabe señalar que en su testamento Antonio de Sosa no dejó precisada la suma que la
cofradía del Santo cristo de Burgos le debía, solo señalo que hizo “… alcanse de mas de dos
mil pesos…”. AGN, PN 1095 (1704), f. 450.
204 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 6, f. 1.
205 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 6, f 2 v.
80
En 1709, Nicolás de Sosa denunció a los mayordomos, Juan López de
Córdova y Juan Domingo de Machado, de realizar cabildos fuera del modo
acostumbrado, habiendo “congregado ocho o dies hermanos de su debosion y
que iban prebenidos para el amen de sus proposiciones”, y acusándolos de
dedicar las rentas de la agrupación para beneficio personal206
El yerno de Doña Sebastiana alegó que en dicho cabildo se había
tratado de los pleitos que la cofradía tenía con la familia Sosa, y el mayordomo
Machado había pedido se le entregue una suma de dinero para proseguir la
defensa de la agrupación. Nicolás de Sosa señaló que era función del
procurador de la Cofradía, nombrado entre los Veinticuatro, atender las
demandas que envolviesen a la cofradía, y no debían interferir en ello los
mayordomos; y demandó ese derecho para sí señalando ser él mismo el
procurador de la agrupación
.
207
Los mayordomos Córdova y Machado presentaron el testimonio de Don
Joseph de Arenas, quien afirmó ser el único y verdadero procurador de la
cofradía, nombrado por sus demás hermanos, y acusó a Sosa por falso
testimonio. Finalmente reclamaron al Arzobispo la facultad, concedida por
Constitución de la cofradía, para despedir a Nicolás de Sosa por su conducta
desobediente a las decisiones tomadas por los cabildos
.
208
En 1726, cuando Doña Sebastiana, ya de avanzada edad, dejaba su
testamento, señaló que su hijo Don Tomás Francisco seguía aún a cargo de las
demandas de la familia contra la cofradía, aunque ella ya había desistido de
.
206 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 7, f. 7 v, 10.
207 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 7, f. 14.
208 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 7, f. 19 v.
81
continuar dicho enfrentamiento. Declaró que se encontraba disgustada con Don
Tomás puesto que proseguía en ello sin su consentimiento209
De este modo se observa que una vez muerto Antonio de Sosa
.
210
Así pues los conflictos y enemistades que generó Antonio de Sosa en
vida, se prolongaron tras su muerte. Una vez que el control de la cofradía
estuvo en otras manos, la familia Sosa perdió su influencia dentro de las
decisiones que se tomaban en los cabildos. Este cambio se refleja en las
palabras del procurador de la cofradía, Joseph de Arena, quien apuntaba que
los pleitos en que estaba involucrada la cofradía provenían del “encono que
todos los de la familia de Antonio de Sosa tienen a la hermandad por
desacreditarla”
,
quienes habían asumido el control y poder de la cofradía, eran aquellos que
una vez fueron relegados por éste cuando fue mayordomo; y habiéndose
invertido los papeles, este grupo que ahora detentaba el poder al interior de la
cofradía, buscó desplazar a quien hubiese estado a favor del ex mayordomo.
211
Esta división entre los Hermanos Veinticuatro fue perjudicial para la
cofradía, puesto que desvió la atención de la administración hacia los
enfrentamientos y acusaciones que estos sostuvieron, antes que preocuparse
por mejorar el lustre de la agrupación. A la vez que se perdió de vista el
bienestar de la agrupación como primordial, el aprovechamiento personal e
interesado cobró fuerza.
.
209 AGN, PN 660 (1700- 1702), f. 658 – 660.
210 No hay registro del año en que murió Antonio de Sosa, lo cierto es que debió ser entre fines
de 1703, dado que aun lo encontramos vivo para septiembre de ese año (AGN, PN XVIII, 1094,
f. 556 r.), y la primera mitad de 1704, pues en julio de aquel año sus deudos piden se haga
inventario de sus bienes (AGN, PN XVIII, 1095, f. 600v.).
211 AAL, Cofradías, Leg. 38, Exp. 7, f. 15.
82
Se observa, por tanto, que Sosa empleó el cargo de mayordomo para
beneficiarse personalmente, dejando de lado la mejora de las actividades
espirituales y de los beneficios que recibían los demás miembros de la
agrupación. De ahí que a pesar de haber recibido los 3500 pesos que los
padres agustinos debían a la hermandad de rentas acumuladas, la procesión
del Jueves Santo, que había estado a cargo de la agrupación desde tiempo
atrás, dejó de realizarse por más de 7 años.
Asimismo, al conducir esta cofradías, Sosa consiguió un cliente
importante para su cerería; también adquirió la facultad de conceder a su hija
mayor una de las dotes que estaban reservadas específicamente para las hijas
de los miembros pobres o fallecidos. Además, aunque no llevó una gestión
clara, se sintió en el derecho de reclamar los 2000 pesos que supuestamente
había sufragado para las actividades y servicios de la agrupación. De este
modo advertimos que este mayordomo se preocupó más por prolongarse en el
cargo que le permitía aprovecharse de su congregación, que en fomentar las
actividades que atendían las necesidades espirituales, materiales y sociales de
la cofradía.
En los casos presentados encontramos que la composición de cada
cofradía era diferente de la otra, de modo que las relaciones que se formaron
entre sus miembros también fueron distintas. Respecto a la Cofradía de los
vascos, su conformación más homogénea y el deseo primordial de mantener
su identidad cultural motivaron a sus miembros a llevar a cabo un trabajo más
organizado. Como cuerpo social, esta congregación permitió el fortalecimiento
de los lazos de amistad entre sus miembros, y acogió a los recién llegados.
83
Sirvió también como un espacio más donde se vinculaba el sector mercantil,
que para el período estudiado era uno los más importantes de la sociedad
limeña; de ahí que muchos de sus miembros encontraron en ella una vía para
elevar su ascendente social, luego de mejorar económicamente. Al limitar el
acceso a determinadas personas se buscó acentuar la calidad de los
miembros; de ahí que entre las finalidades de esta hermandad, primó el
objetivo de elevar y fortalecer el prestigio social de la cofradía. Por ello los
mayordomos y el resto de integrantes de la agrupación no escatimaron en
gastos con tal de darle el lustre y lucimiento necesarios al culto de su santa
patrona, dado que esto mostraría el prestigio, honor y poder de la congregación
y sus miembros.
Para el caso de la cofradía del Santo Cristo de Burgos, la mayor
jerarquización de sus miembros dio como resultado que las necesidades que
debían atenderse fueran diversas. Al no existir objetivos específicos que
alcanzar se produjo el fraccionamiento del grupo directriz de la congregación, lo
cual limitó la capacidad de labor conjunta entre los Hermanos Veinticuatros y
más bien empezaron a primar los intereses personales antes que los de la
agrupación. De este modo, surgieron bandos dentro del grupo dirigente, que se
enfrentaron por controlar el gobierno de la agrupación y que tuvieron como
base a los cofrades simples. Dentro de este marco, encontramos al
mayordomo Sosa, quien intentó permanecer en el cargo principal de la cofradía
por un tiempo prolongado, durante el cual obtuvo provecho material de su
congregación, a costa de los servicios que debía recibir el resto de la
hermandad. En vez de preocuparse por la imagen que proyectaba su
congregación frente a la sociedad, Sosa se interesó más en extraer todo el
84
beneficio que pudiese para sí; buscó adquirir mayores ingresos a la vez que
mantenía una imagen de cristiano activo frente a la sociedad. En vez de servir
a su cofradía, como lo hicieron Querejazu, Palacios y Ulaortua, Sosa se sirvió
de ella para su usufructo personal.
85
La cofradía colonial adquirió gran desarrollo y aceptación dentro de una
sociedad tan heterogénea como la de Lima, debido a la flexibilidad que tuvo
esta institución para satisfacer las diferentes necesidades de sus miembros.
Los beneficios espirituales y materiales que ofrecían las cofradías eran
atrayentes y significativos para todos los sectores de la población. Sin
embargo, rescatamos los beneficios sociales que permitían complementar la
vida de cada individuo.
Consideraciones Finales
Entre estos beneficios podemos señalar el ambiente de sociabilidad que
existía en estas agrupaciones religiosas; la cofradía fue una especie de cuerpo
o célula social que permitió el desarrollo de relaciones interpersonales e incluso
permitía ocasiones de acercamiento entre sus miembros durante la
organización de las diversas actividades que realizaban, como las procesiones,
las misas, obras de caridad, sorteos de dotes y otras.
Asimismo, ser miembro de una cofradía, daba al individuo la idea de
pertenencia a una comunidad que le podía brindar respaldo y ayuda en
momentos de dificultad. Para las personas menos favorecidas de la sociedad,
integrar una cofradía significaba un seguro material en caso de enfermedad o
de muerte.
Por otro lado, para los españoles y criollos en vías de ascenso social, la
cofradía les dio la oportunidad de sobresalir individualmente, por medio de
algún cargo directivo. Asimismo, como colectivo también podían distinguirse al
reforzar la imagen pública de toda la congregación, por medio de las diversas
actividades que realizaba la agrupación. Al reforzar la identidad del grupo, la
cofradía resultaba ser un medio ideal para hacer demostración pública del
86
status que tenían sus miembros colectivamente. Por ello, en las cofradías que
agrupaban a las personas privilegiadas de la sociedad, se observa una
recurrente preocupación por poseer y mantener todos aquellos elementos
(cera, flores, aceite, andas lujosas, joyas, etc.) que daban muestra de la
posición de la agrupación y de sus miembros en la sociedad.
Así en la cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, donde la
composición de sus miembros era similar, los esfuerzos se dedicaron al
objetivo principal de conseguir el reconocimiento de la agrupación en la
sociedad. Para cumplir esta tarea, sus mayordomos tuvieron que socorrer con
sus propios recursos para que se culminase la reedificación de su nueva
capilla; y el resto de la agrupación también colaboró con limosnas extras para
poder cubrir los altos costos de este proyecto. De este modo, con la ayuda
tanto de los mayordomos como de toda la congregación, el altar de la Virgen
de Aránzazu pudo contar con el decorado y la fastuosidad indispensables para
dar una demostración visual del poder económico y prestigio social de la
agrupación y sus miembros.
Se aprecia entonces que la cofradía colonial cumplió un importante
papel social para sus miembros. Estos buscaron traspasar a su agrupación la
posición social que tenían, por ello pusieron esmero en todas las actividades
que brindasen reconocimiento y prestigio a la agrupación. Así pues, la cofradía
le permitió a ciertos grupos de la sociedad, un medio por el cual proyectar su
prestigio y honor. Además de esto, el deseo de complementar el éxito
económico y político, con el reconocimiento social, llevó a varios de estos
individuos a buscar mayor protagonismo en estas agrupaciones, hasta obtener
el mayor puesto dentro de ellas: el de mayordomo.
87
Los mayordomos cumplieron un rol muy importante, puesto que eran los
responsables directos de mantener el prestigio de la agrupación. Al ser
precisamente los encargados de la administración y organización de los
servicios y actividades que desarrollaba cada congregación, el reconocimiento
social que ganaba la cofradía era trasplantado a ellos. Por ello, eran estos
oficiales los que en varias ocasiones tuvieron que acudir con su propio caudal
para dar el lustre debido a su cofradía; como fue el caso de Don Juan Bautista
de Palacios y Don Pedro de Ulaortua.
Por otro lado, en la cofradía del Santo Cristo de Burgos, no pudo
concretarse un objetivo único para sus miembros debido a la diversa
composición que tenía esta agrupación. Por ello, no pudo llevarse a cabo una
administración coordinada en beneficio de la agrupación, sino que los intereses
privados primaron sobre los del grupo. Así pues encontramos la figura de Don
Antonio de Sosa, quien logró establecerse en el cargo de mayordomo por
tiempo prolongado, lo cual le permitió fortalecer lazos de amistad y parentesco
con otros miembros de la agrupación y, de ese modo, formar un bando de
poder. Sosa utilizó el cargo de mayordomo como una muestra externa de
virtud cristiana ante la sociedad, mientras se aprovechaba de la libertad que
tenía en el manejo de los bienes de la agrupación.
Sosa se aprovechó económicamente de su institución, puesto que cedió
a su hija Rosa Faustina, una dote que le correspondía a una doncella huérfana
o pobre. También fue cuestionado en su rectitud al dispensar cera de su tienda
a la congregación, y al haber extraviado el inventario de las joyas que recibió al
asumir el cargo.
88
Cuando dejó el puesto de mayordomía la posición de su familia cambió
por completo, puesto que los miembros del bando que había relegado durante
su administración, habían asumido la dirección de la misma. Debido a esto, la
consideración de que gozaban sus familiares y amigos, y la influencia que
ejercían dentro de la cofradía, se perdió; e incluso se les tuvo por adversarios
de la institución donde antes fueron tan bien acogidos.
De esto podemos apreciar que las posiciones de ‘dominante’ y
‘dominado’ no fueron determinantes, sino que los individuos podían ocupar una
de ellas en determinado momento según las circunstancias, y luego pasar a la
otra, dependiendo de las relaciones de poder que colocaban a cada individuo
en una de estas situaciones.
Las discrepancias en el grupo directriz de esta agrupación significó el
detrimento de las actividades en pro del mejoramiento del prestigio de la
cofradía, puesto que la atención se dirigió a favorecer intereses particulares. De
modo que, mientras el mayordomo Sosa, se vio más interesado y ocupado en
extraer beneficios indebidos, fue dejando de lado aquellas actividades y
elementos indispensables que le daban prestigio a la cofradía.
Por tanto, la conformación de cada cofradía influyó directamente en sus
actividades y objetivos, puesto que los propósitos, que cada agrupación se
trazaba, estaban en función de lo que requerían sus integrantes. De este modo,
el estudio de estas instituciones para el caso español, nos permite conocer
cuáles fueron las necesidades y valores más apreciados por los peninsulares y
criollos que se encontraban en distinta situación social.
89
Apéndice 1
Carta de Esclavitud de la Cofradía del Santo Cristo de Burgos (Impreso)212
ACTO DE CONTRICION
Señor mio Jesu Christo a mi me pesa sobre todo lo que me puede pesar de
haber ofendido á vuestra Divina Majestad, por ser ofenza vuestra, y por que
sois digno de ser amado, y querido sobre todo lo que se puede, y debe amar,
yo propongo con vuestra gracia de enmendarme, y confesarme, y satisfacer
por mis pecados según mi obligación y espero en vuestra bondad, y
misericordia me habeis de salvar, Amén.
CARTA NUEVAMENTE IMPRESA EN QUE ME OFRESCO POR ESCLAvo del
Santo CHRISTO DE BURGOS que se venera en la Iglesia del Convento
grande de N.P.S. Agustin, de esta Ciudad de Lima, con todas las personas de
ambos sexos, que se a entaren por Hermanos de dicha Cofradía, y
contribuyesen la Limosna de un real cada semana.
GRACIAS CONCEDIDAS A LA COFRADIA DEL SANTO Christo de Burgos.
Nuestro M.S.P. Inocencio X, concedió á los que se asentaren por Esclavos del
Sto. Christo de Burgos, confesados y comulgados en la Iglesia de N.P.S
Agustin, que les sean perdonados todos los pecados, y penas que debian
pagar en el Purgatorio, desde que tuvieron uso de razon, hasta el dia en que se
asentaren.
Item: estando en artículo de muerte, haviendo confesado, y si pudiere ser
comulgado, invocaren al Santisimo Nombre de Jesús; y si no pudieron con la
212 AGN, Real Audiencia, Juzgado de Cofradías, Legajo 6, f. suelto, 1797.
90
boca, con el corazón, les concede Indulgencia plenaria, y remisión de todos sus
pecados, y de las penas que por ellos debian pagar en el Purgatorio.
Item: Concedio que todos los Sacerdotes, asi Seculares, como Regulares, que
di[roto] en Misa en el Altar del Santo Christo de Burgos saquen una [roto
Item: Todos los dias del año estando contritos sin pecado mortal y visitasen la
Capilla del Santo Christo de Burgos, rezando lo que tuvieren devocion, por la
intencion del Sumo Pontifice les concede remision de todos sus pecados.
] del
Purgatorio, del Hermano, o Hermana que señalaren, todos los Lunes del año,
el día de Finados, y todas las Infraoctavas.
Item: Gozan de diez Jubiléos en cada año, los aqui señalados.
El primero, á tres de Mayo dia de la Invención de la Sta. Cruz.
El segundo, á quince de Agosto, dia de la Asunción de Nra Señora.
El tercero, á diez y seia de Julio dia del Triunfo de la Santa Cruz.
El cuarto, á catorce de Septiembre, dia de la Exaltación de la Cruz.
El quinto, á treinta de Noviembre, dia del Apostol San Andrés.
El Septimo, el dia último de Misión. El octavo el dia veinte de Octubre.
El noveno, á veinte de Diciembre, día de San Juan Apostol, y Evangelista. El
decimo el Viernes de Dolores de Nuestra Señora.
PROMESAS QUE HACE LA COFRADIA A LOS HERMANOS que se quisieron
enterrar en dicha Iglesia.
Primeramente: al Hermano ó Hermana, que estando en articulo de muerte,
avisando al Mayordomo o Cobrador, con papel que dará para el M.R.P. Prior
cincuenta pesos en plata sin que se dude de su cumplimiento.
91
Item: Si el Hermano de esta Esclavitud, dispusiese ser enterrado en dicha
Iglesia de N.P.S Agustin, promete la Cofradía darle el Entierro y las Honras,
con toda decencia en la forma siguiente.
Luego que sea avisado el P. Sacristán mayor de dicho Convento recibirá el
Cuerpo del hermano ó hermano difunto, y mandara echar el doble de
campanas, y saldrá la Comunidad hasta la puerta con Cruz alta, y los
Religiosos con luces en las manos.
Item: Se le pondrá una Baya con los Paños nuevos de Tercio plo franjeados, y
las diez y seis luces que ordena la Pragmatica, distribuidas en seis Cirios,
puestos en sus Acheros, diez velas en otros tantos Blandones, dos velas en
cada uno de los Altares una Vigilia en canto llano, con su Misa cantada de
cuerpo presente, con Diacono y Subdiacono, se Responso y doble de
campanas.
Item: Se le dara sepultura al Cuerpo en la Bóbeda de la Cofradía la que esta
destinada para los Hermanos, en donde esta contenido por N.M.S.P.Sixto V
vayan absueltos de culpa y pena.
Item: Si las partes quisieren hacer la segunda función de Honras al siguiente
día del Entierro, avisarán, o de ó del día que determinasen, y a demás de las
dos funciones, se le darán treinta y cinco pesos, y de no querer ninguna, se le
darán sus cinquenta pesos como se lleva prometido.
Item: A los hijos de los Hermanos que mudieren, y no pasaren de siete años, y
se enterrasen en público, se le daran seis pesos, y si fuesen hermanos de la
Cofradía Padre y Madre, se le darán dote.
92
Item: Además de las Gracias e indulgencias gozan los Hermanos Vivos y
Difuntos de diez Misas Cantadas, y Nuebe [roto]zadas que se dicen en el Altar
del Señor en los días de su Novena y Fiestas.
Item: tambien son participantes de Docientas y setenta Misas rezada que se
dicen por los hermanos, Vivos y Difuntos.
Item: Después de todos los Sufragios dichos se hace un Aniversario todos los
años con su tumba muy desente y su Misa catada del R.P.M.Prior, una Vigilia
con Musica responso con toda la Comunidad, y Doble de campanas, y se
mandan decir tantas Misas rezadas como Cofrades hubieron muerto en el año.
Item: Es contrato que á ninguna persona que pase de sesenta años, ó que
estuviese actual ó abitual enferma, se asiente por Hermana de la Cofradía, ni
otra por ella procure asentarle, y lo mismo las que fueren menores de siete
años, y las que lo contrario hiciesen, pecan gravemente con argo de
res[borroso]ucion pues con unos cortos reales que exiben por uno dos ó mas
anos, se llevan cinquenta pesos, lo que no se puede ejecutar en conciencia, y
asi se encarga que no hagan lucro, y Granyena de lo que debe ser destinado a
fines piadosos y también se les previene que quando se les averiguase algun
fraude de estos en orden ó sentar Ancianos o Enfermos, o demostrando un
Hermano mozo, bueno y rollizo, fingiendole el nombre, en ese caso no esta de
Cofradía a dar lo que promete.
Item: Asi mismo se declara que el Cofrade difunto que estuviere asentado en
dicha Cofradia, dos veces con un mismo Cobrador, o en los demas Libros
pertenecientes a esta Cofradía solo tendra derechos a los cinquenta pesos el
del primer asientos pero á los demas se les devolverá lo que la Cofradía
93
hubiera percibido; pero pasando los asientos de ocho años quatro mese, en
este caso se le dara a cada uno los cinquenta pesos.
Item: Se advierte que todo lo prometido es con la precisa condicion que no
tendran derecho hasta cumplir los seis meses, según esta mandado por Anto
del Señor Juez de Cofradías, y confirmado por el Superior Gobierno, como
tambien que en dexando de pagar tres meses, no queda obligada la Cofradía a
contribuirle en su fallecimiento cosa alguna por quedar disuelto el contrato, y
con estas condiciones recibimos por cofrade á [espacio] en [espacio] de 17_ _
Se advierte que todas las demas Cartas anteriores quedan sugetas á esta.
Reimpresa en Lima en el mes de Septiembre de 1797. Siendo Mayordomo Don
Manuel Fernández del Rio.
94
Apéndice 2
Cuenta presentada por Don Pedro de Ulaortua y Don Juan Bautista de
Palacios, mayordomos de la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu,
del tiempo que fueron mayordomos de dicha cofradía, de 1704 a 1711213
Razón de las Personas que ofrecieron limosna para el Retablo de Nuestra
Señora de Aranzazu, en el Cabildo del día 3 de Maio de 1704, en que fueron
nombrados Mayordomos Don Juan Bautista de Palasios, y Don Pedro de
Ulaortua, y así mismo, en sus casas, los que fueron solicitados por dichos
Mayordomos, y los que de ellos an pagado.
.
Dn
D
Juan Bautista de Palacios 500 ps
n
D
Pedro de Ulaortua 500 ps
n
D
Andres de Salazar 200 ps
n
D
Pedro de Sosaza 200 ps
n
D
Juan de Vestia y Aguirre 200 ps
n Matheo, y Dn
D
Antonio de Querejazu 100 ps
n
D
Gabriel de Borda 50 ps
n
D
Juan Estevan de Munárriz 50 ps
n
D
Martin de Itulain 50 ps
n Francisco
D
de Canain 50 ps
n Juan Antonio
D
de Aroztegui 50 ps
n
D
Martin de Echevarria 100 ps
n Francisco
D
de Hervoso 150 ps
n
D
Martin de Fano 40 ps
n
D
Pedro Perez de Irzio 100 ps
n
D
Cristobal de Ureta 50 ps
n
D
Joseph de Urquiano 50 ps
n
D
Bernardo Gurumendi 50 ps
n
D
Bartolomé de la Torre 50 ps
n
D
Juan Baupta Mendive 50 ps
n Antonio
D
de Uria Aravio 50 ps
n Antonio
D
de Beraztegui 50 ps
n
D
Juan de Olarte 50 ps
n
D
Manuel de Montes 50 ps
n
D
Joseph de Azaldegu 50 ps
n
D
Diego Perez de Arandia 25 ps
n
D
Francisco de Belaochaga 25 ps
r Dn
D
Diego Capetillo 25 ps
n
D
Joseph de Irujo 25 ps
n
D
Antonio Carrondo 25 ps
n Antonio
D
de Halladle 25 ps
n
D
Martin de Ugarte 25 ps
n
D
Martin de Barasorda 25 ps
n Francisco de Borda
1165ps 1 165 ps / f.1
25 ps
213 ABPL, 8179, f. 1-11.
95
Suma la Buelta 1 165 ps
Dn Miguel Antonio
D
de Suasnavar 25 ps
n
D
Domingo de Masmela 25 ps
n
D
Juan de Arcarano 25 ps
n
D
Fernando Salmon 25 ps
n
D
Bartomole de Zerezeda 25 ps
n
D
Pedro de Oquendo 25 ps
n
D
Juan de la Puente 25 ps
n
D
Lorenzo de la Puente 25 ps
n
D
Martin de Eznoz 25 ps
n
D
Pasqual de Zagastizaval 25 ps
n
D
Franco de Aguirre 25 ps
n
D
Juan Bautista de Cortavarria 25 ps
n
D
Juan de Ybarzaval 25 ps
n
D
Paula de Riaño 25 ps
n
D
Joseph de Cartajena 25 ps
n Juan Ignacio
D
de Larrea 25 ps
n Francisco
D
del Castillo Pontejo 25 ps
n
D
Cristobal Calderon Santibañez 25 ps
n
D
Sancho Sanchez de Bustamante 25 ps
n
D
Domingo de Echave 25 ps
n Juan Bautista
D
de Oquendo 25 ps
n
D
Bernardo Ignacio de Añuez 25 ps
n
D
Juan Antonio de Urra 25 ps
n
D
Pedro de Alzugarai 25 ps
n
D
Joseph de Garazatua 25 ps
n
D
Ignacio de Urrutia 20 ps
n
D
Domingo de Argandeña 20 ps
n
D
Martin de Artieda 20 ps
n
D
Juan de Orue Sagasti 20 ps
n
D
Juan del Solar 20 ps
n Juan Antonio
D
de Urquizo 20 ps
n
D
Juan de Arcaia 20 ps
n
D
Sevastian de Concha 20 ps
n Antonio
D
de Echevarria 20 ps
n
D
Juan de Jainaga 20 ps
n
D
Manuel de Mollinedo 24 ps
n
D
Juan Gómez de Rueda 20 ps
n
D
Juan de Olaerrota 20 ps
n
D
Pedro de Hervoso 20 ps
n
D
Juan Martin de Labagui 12 ps
n
D
Joseph de Urrunaga 12 ps
n
D
Pedro de Ozerin del Portal 12 ps
n Francisco
D
de Inarra 12 ps
n Domingo de Bestia
4139ps 4139ps / f.1v
12 ps
96
Suma la Plana de enfrente 4139ps
Dn
D
Gregorio de Echauri 12 ps
n Francisco
D
de Aragon 12 ps
n
D
Juan de Urquiza 12 ps
n
D
Pedro de Larreta 12 ps
n Francisco
D
de Ugarte 12 ps
n
D
Santhiago de Arenaza 12 ps
n
D
Luis de Azula 12 ps
n Francisco
D
de la Prada 12 ps
n Francisco
D
Santibáñez 12 ps
n
D
Santhiago de Arandia 12 ps
n
D
Domingo de Jáuregui 12 ps
n
D
Rodrigo de Axpe 12 ps
n Francisco
D
de Izaguirre 12 ps
n Juan Antonio
D
de Padilla 12 ps
n
D
Gonzalo Remirez Baguedano 12 ps
n
D
Pedro de Arano 10 ps
n
D
Martin de Mendizaval 10 ps
n
D
Bernardo Goroztizu 10 ps
n
D
Manuel de Murga 10 ps
n
D
Diego de Arana 10 ps
n
D
Juan Antonio de Echaurri 10 ps
n
D
Joseph de Vestia 10 ps
n
D
Nicolas de Arburua 10 ps
n
D
Mathias de Barandita 10 ps
n
D
Pedro de Urdaniz Navarro 10 ps
n
Liz
Domingo de la Villa 10 ps
do Dn
Liz
Juan de Oar 10 ps
do Dn
D
Diego Alonso del Castillo 10 ps
n
D
Anjelo Calderón 10 ps
n
D
Balthasar de Mantilla 10 ps
n
D
Joseph de Arroio 10 ps
n Francisco
D
de la Maza 10 ps
n
D
Cristobal de Hersilla 8 ps
n Francisco
Liz
de Barrenechea 6 ps
do Dn
D
Juan de Echaburu 6 ps
n
D
Joseph de Goenaga 6 ps
n
D
Benito de Urquiza 6 ps
n
D
Martin de Sagardia 6 ps
n
D
Juan de Barandilla 6 ps
n
D
Antonio Gomez de Zelis 6 ps
n Antonio
D
de Yzeta 6 ps
n
D
Felipe de Aguirre 6 ps
n Antonio
D
Pando y Puente 6 ps
n Juan Bautista Zavala
4563ps 4563ps / f.2
6 ps
97
Suma la Plata de la Buelta 4 563 ps
Dn
D
Francisco de Cacotegui 6 ps
n
D
Juan de Yturri 4 ps
n
Bartholome de la Huerta 12 ps
Juan de Maticorena 6 ps
Dn Juan Francisco
D
Jauregui 2 ps
n
Ygnazio Antonionio 2 ps
Juan Antonio de Jáuregui 4 ps
Xpl de Astola 2 ps
Cristobal Juan de Laneta
4603ps
2 ps
Razón de los Señores
Hermanos que Mandaron limosna el año de 1704 para
el Retablo de Nuestra Señora de Aranzazu y no an pagado.
Dn
como consta en el libro 200 ps
Pedro de Lazcurain 50 ps y 150 – atrasados
Dn
D
Simón de Eluza 150 ps
n
D
Santhiago de Urdanegui por Barrena 150 ps
n Domingo de Otada por Don Ignacio
D
de Jáuregui 60 ps
n
D
Francisco de Barrena 25 ps
n
D
Tomas de las Barredas 25 ps
n
D
Gerónimo de Castos 50 ps
n
D
Agustín de Caicuegui 50 ps
n Lucas de Eraustieta
Martin de Zincunegui 6 ps
10 ps
Dn
D
Joseph de Buztamante 6 ps
n Antonio
Cristobal de Urtuguren 6 ps
Pujana 6 ps
Juan de Maurtua 4 ps
Dn
D
Tomas de Aluerro 6 ps
n
D
Matias de Vipalda 10 ps
n
Liz
Matias de Loiola 5 ps
do Dn
D
Gaspar de Zevallos 2 ps
n
D
Gregorio Benguria 10 ps
n Juan Bautista
D
de Jáuregui 10 ps
n
D
Gregorio de Urtazo 6 ps
n
D
Diego de Zarate 10 ps
n
Balthasar de Araña 6 ps
Joseph de Cariaga 10 ps
Dn
Joseph de Zuanola 4 ps
Pedro de Arteaga 6 ps
Dn
Martin de Zincunegui 6 ps / f.2v.
98
Razón de los Señores Hermanos que an mandado limosna para el retablo de
Nuestra Señora de Aranzazu este año de 1705.
Dn
D
Martin de Echevarria 50 ps
n
D
Antonio Querejazu 100 ps
n
D
Juan de Bestia 100 ps
n
D
Francisco de Belaochaga 50 ps
n Francisco
D
de Aruiza en el Cuzco 200 ps
n
D
Bernardo Ignazio de Anuez 50 ps
n
D
Cristobal de Ureta 100 ps
n
D
Martin de Fano 50 ps
n
D
Martin de Mendizábal 25 ps
n Antonio
D
de Berastegui 25 ps
n
D
Sancho de Bustamante 30 ps
n Juan Bautista
D
de Cortavarria 25 ps
n
D
Joseph de Azaldegui 25 ps
n Francisco
D
de Borda 25 ps
n Juan Antonio
D
de Padilla 25 ps
n
D
Anjelo Calderón 25 ps
n Antonio
D
de la Quadra 25 ps
n
D
Joseph de Yrujo 20 ps
n
D
Martin de Sagardia 20 ps
n
D
Domingo de Argandoña 20 ps
n
D
Nicolas de Arburua 12 ps
n Juan Antonio
D
de Echauri 15 ps
n
D
Juan Gomez de Rueda 20 ps
n Francisco
D
de Cacotegui 6 ps
n Juan Bautista
D
de Mendive 10 ps
n Antonio
D
de Larrondo 10 ps
n Juan Bautista
D
de Echevarria 10 ps
n
Felipe de Borda 4 ps
Luis de Azula 4 ps
Domingo de Echea 6 ps
Dn
D
Tomas de Alverro 10 ps
n
D
Gerónimo de Urrutia 50 ps
n
D
Marcos de Ulaurtua 100 ps
n
D
Gabriel de Borda 50 ps
n
D
Domingo de Jauregui 25 ps
n
D
Joseph de Garazatua 25 ps
n
D
Pedro Perez de Irzio 100 ps
n
D
Joseph de Urguiano 50 ps
n Juan Bautista
D
Oquendo 20 ps
n Juan de Olarte
1567ps / f.3
50 ps
99
Suma la Plana de la Buelta 1567 ps
Juan Perez de Bustillos 10 ps
Dn
D
Andres Aquerregui 6 ps
n
Juan de Barurtu 50 ps
En 18 de Septiembre de 1705 años
de Don
rezevi
personas a quienes pidio como parese de
Anjelo Calderón 350 pesos de las
su memoria 350 ps.
En 4 de Marzo de 1706 años rezevi de Don
Pedro de Zosaia y Don Gabriel de Borda
de la limosna que pidieron 259 pesos ----------- 259 ps.
Yt: 319 pesos que rezevi por mano de Juan
de Masmala, de la limosna que pidieron Don
Juan de Bestia, y Don Joseph de Garazatua
este año de 1706 – desde Agosto 319 ps
Yt: 125 pesos que rezevi en 16 de Agosto
de 1706 años de Don
Añuez y Don Ygnazio de Jauregui, de la
Bernardo Ygnazio de
limosna que pidieron como deputador
2686ps 2686ps
125 ps
Cuios nombres y cantidades que dieron por menos constan en el libro de
elecciones de Mayordomos.
Razón de los Señores Hermanos que mandaron limosna para el retablo de
Nuestra Señora de Aranzazu este año del día 3 de Maio de 1710.
Dn
D
Juan de Nivera 25 ps
n Juan de Antonio
D
de Urrutia 25 ps
n
D
Juan de Arozazena 10 ps
n Francisco
D
de Aguirre 10 ps
n
D
Lucas de Urdarte 25 ps
n
D
Bernardo de Elgea 4 ps
n
D
Juan de Jainaga 25 ps
n
D
Bentura de Gondra 12 ps
n Juan Francisco
D
de Bicuña 12 ps
n
D
Domingo de Argandoña 12 ps
n
D
Carlos de Mendiola 4 ps
n Juan Bautista
D
de Zavala 25 ps
n
D
Francisco de Zurbaran 4 ps
n
D
Juan de Levona 2 ps
n
D
Juan Ygnazio de Lisarburuaga 4 ps
n Pedro Joseph de Olavarria.
203 ps 2 686 ps / f.3v
4 ps
100
Suma la Plana de enfrente 203 ps 2 686 ps
Dn
D
de Oyanguren 6 ps
n
D
de la Cuadra 12 ps
n
D
Martin de Mendizábal 12 ps
n
D
Joseph de Echevarria 12 ps
n
D
Rodrigo de Axpe 6 ps
n
D
Thomas de Alverro 8 ps
n
D
Pedro de Lascurain 25 ps
n
Contador Rueda 6 ps
Juan Estevan de Ynunarriz 25 ps
Dn Juan Antonio
D
de Echaurri 20 ps
n
D
Matheo de Villamonte 10 ps
n
D
Joseph Manudo 4 ps
n Antonio
D
Madariaga 4 ps
n
D
Joseph Bustillos 4 ps
n Juan Bautista
D
de Asuti 2 ps
n Juan Bautista
D
de Rementeria 2 ps
n
D
Juan de Maticorena 2 ps
n Juan Bautistia
D
de Cortajarene 12 ps
n Francisco
D
de Barrenechea 12 ps
n
D
Jazinto de Segurola 25 ps
n
D
Joseph de Muñarri 20 ps
n Juan Francisco
D
de Gorostiza 4 ps
n Juan Antonio
D
Zirina 2 ps
n
D
Martin de Garreasiro 2 ps
n Juan Antonio de [E]charri
460 ps 460 ps
20 ps
Razon de la limosna que a pedido por si el Padre
Fray Matias de Murga, a los
Hermanos siguientes.
Dn
D
Bentura de Bedia 50 ps
n
D
Bartholome de la Torre Montellano 25 ps
n
D
Domingo Cortazar 25 ps
n
D
Joseph de la Rivilla 10 ps
n
D
Jazinto de La zaguitia 12 ps
n Juan y Don Lorenzo de la Puente
142 ps 142 ps
20 ps
Razón de los Señores
Hermanos Difuntos, que an dejado limosna para Nuestra
Señora de Aranzazu.
Dn
cuales entrego Don Diego de Ureta su hijo
Cristobal de Ureta mando 100 pesos los
3288ps /f.4
100 ps
101
Suma la Plana de la Buelta 100 ps 3288 ps
El Sr Licenciado
50 pesos los quales pago Don Antonio
Don Domingo de Masmele dejo
Querejazu 50 ps
de
El Sr Licenciado
pago Don Ygnazio de Jáuregui
Don Juan de Obar dejo 40 ps, y los
40 ps
190 ps 190ps
Dn
de lo que devia atrasado, y se los dio al Padre
Pedro de Lascurain pago 30 pesos por quenta
Fray
Matias de Murga. 30 ps
3 508 ps
30 ps
[Resumen]
Monta la limosna cobrada desde 3 de Maio de1704
asta fin de dicho año como consta a fojas 1 y 2 desta
quenta quatro mil seiscientes y tres pesos 4 603 ps
La limosna cobrada desde 3 de maio de
705 asta 16 de Agosto de 706 – monta
como pareze a fojas 3 deste quenta 2686 ps 2 686 ps
La limosna cobrada por mano del Padre Fray
Matias de Murga de la que se mando
el dia 3 de Maio de 1710 = 460 pesos como
consta a fojas 4 desta quenta. 460 ps
Por la limosna que dho Padre Fray
por si y le an dado los hermanos que consta
Mathias a pedido
en dicha foja – 142 ps 142 ps
La limosna de lo que an mandado los Difuntos
y an pagado sus Alvazeas como
pareze a fojas 4 deste quenta – 190 pesos 190 ps
Lo cobrado de Don Pedro de Lazcurain de lo
atrasado como pareze en esta plana 30 pesos 30 ps
8 111 ps
Por manera que todas las limosnas cobradas desde el dia 3 de Maio de 1704
asta oy 3 de Mayo de 711 que se Presente esta quenta, por Don Juan Bautista
de Palazios como Maiordomo Bolsero de la hermandad de Nuestra Señora de
Aranzazu montan ocho mil ciento y onze pesos que an entrado en su poder y
de que se haze Cargo, en esta quenta; la cual Prosigue adelante de los demas
Cargos, que como tal Mayordomo se y haze. / f.4v.
102
Por la quenta de fojas 1 asta 4 monta el cargo de las
limosnas cobradas desde 3 de Maio de 1704 asta 3 de
Maio de 1711 =ocho mil ciento y onze pesos 8111 ps
Asimismo me ago Cargo de 379 pesos que me entrego en
15 de Maio de 1704, Don Martin de Echevarria Zuloaga
del alcanze que se hizo del tiempo que fue Maiordomo 379 ps
Asimismo me ago Cargo de 343 pesos por los Yntereses de
5 por 100 – de 7 años que an estado en mi poder 980 pesos
2reales que dicho Don Martin de Echevarria Zuloaga me entrego
como Maiordomo de dha Hermandad, que son pertenezientes
a la buena memoria del Doctor Dn
resto que esta para ymponer a zenzo, y paran en mi poder 343 ps
Juan de Urrutia que es el
Asimismo me ago Cargo de 700 pesos cobrados del Padre
corridos de 7 años desde 1° de Maio de 1704 asta
Rector del Novisiado de la Compania de Jesus por los
primero de Maio de 1711. a cien pesos en cada un
año que se cobran de la buena memoria del Capitan
Domingo de Baranbio, de que tengo dadas cartas
de pago asta dicho dia 1° de Maio de 1711 700 ps
Asimismo me ago cargo de 924 pesos cobrados del Licenciado
Don Luis Cano por los corridos de 7 años desde 28 de
enero de 1704 asta 28 de enero de 1711 a 132 pesos en
cada un año que paga del zenso impuesto sobre su chacara
y quenta, a favor de nuestra hermandad, de que le da
carta de pago 924 ps
Asimismo me ago cargo de 175 pesos cobrados de la
buena memoria de Sancho de Elgorriaga Ympuesta sobre
las tiendas del Callejón de los Mercaderes de 25 pesos en
cada un año desde octubre de 703 asta octubre
que azen 7 años de que tengo dado carta de pago 175 ps
de 710
Asimismo me ago cargo de 530 pesos cobrados de Don
Francisco
53 pesos que paga en cada un año a nuestra Capilla por las
de Aguirre por lo corrido de 10 años del zenzo de
buenas memoria del Capitan Juan de Yrazabal y corren dichos
10 años desde 11 de Marzo de 701 asta 11 de Marzo del
presente de 1711, de que di carta de pago
11 162 ps / f.5
530 ps
103
Suma la Plana de la Buelta 11 162 ps
Asimismo me ago cargo de 6 819 pesos 1 real que he rezivido
del Señor Don Pedro de Ulaortua, del horden de Santiago,
quien los a suplido en reales, para el retablo, y fiestas
de entre año, los quales lo debe nuestra Hermandad
17 981 ps 1 r
6 819 ps 1 r
Por manera que todo el Cargo de lo que a entrado en mi poder como
Maiordomo Bolsero, de la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu asi de
limosnas como de renta y suplimientos hechos por Don Pedro de Ulaortua,
monta diez y siete mil novecientos y ochenta y un pesos y un real, que ha de
haver dicha Hermandad, por cuia quenta debe las partidas siguientes –
Deve la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu desde el dia 3 de Maio de
1704 que fueron nombrados Maiordomos Don Juan Bautista
de Palazios, y Don
Pedro de Ulaortua, asta oy 3 de Mayo de 1711 ynclusibe que se presenta esta
quenta, lo siguiente .-
Gastos del Retablo
Por 16 526 pesos que se gastaron por mano, de Joseph
de Castilla, maestro emsanblador que hizio el Retablo
como consta de su recibo
que se Yncluien las Begas gruesas de zedro que fueron 13
del dia 17 de agosto de 705 en
y su acarreto, alfajias de zedro y roble, jornales de ofiziales,
y un mil y quinientos pesos que se le dieron por su trabajo
de maestrear dicho Retablo y 5 quintales de clavason como
todo consta del recibo del dicho Joseph de Castilla, a que
me remito 16 526 ps
Ytt Deve Un mil trezientos y ochenta y ocho pesos y dos
reales que pago de mi horden Pedro de Arano, a Juan Joseph
Hernandez en 8 de junio de 704 por el monto de 1 050 tablas
de zedro, a 10 reales y 101 de alfajia de roble a 6 reales que
se lo compraron para dicho retablo. 1 388 ps 2r
Ytt Deve 800 tablas de Chile que para dicho retablo
compre a Don Sevastian de Cantos en 17 de junio de 704,
a 6 reales y medio y monto 406 pesos 2reales.
18 320 ps4rs
406 ps 2r
/ f.5v.
104
Suma la Plana de enfrente 18 320 ps 4rs 18 320 ps 4rs
Ytt Deve 175 pesos que pague a Don Juan
Antonio de Urra por el monto de 18 tablas de
roble jetola de Lima, y 6 mangles en 9 de Agosto
de 704 175 ps
Ytt Deve 136 pesos 7reales que en 8 de junio
de 704 pague a Pablo Zapata, mulato aguador del
Callao por la traida de 229 tablones de zedro 136 ps 7r
Ytt Deve 119 pesos 6reales que pague a Lazaro
Palomino arriero del Callao, por la traida de las 500
tablas de Chile y 106 de alfajia de roble y 20 trozos
de Alfajia de Zedro 119 ps 6r
Ytt Deve 105 pesos que pague a Don Francisco
de Cartiga en 10 de Junio de 704 por los jornales
de sus negros azerradores del Callao 105 ps
Ytt Deve 7 pesos 4reales que pague en el Callao
para arrumar y desarrumar y escoger las 13 piezas
gruesas de zedro 7 ps 4r
Ytt Deve 5 pesos 7reales que pague a los negros
que cargaron los bancos del retablo, de casa del
maestro a la Iglesia 5 ps 7r
Ytt Deve en 12 del dicho, 3 pesos a los negros
que cargaron la obra a la Yglesia. 3 ps
Ytt Deve en 7 de Marzo de 705 = 6 pesos que
di a los ofiziales que acavaron las columnas 6 ps
Ytt Deve en 10 de dho a 7 peones y un carreton
para cargar el retablo 12 ps 12 ps
Ytt Deve en 10 de julio de 705 – a los negros
que cargaron el segundo cuerpo 3 pesos 4reales 3 ps 4r
Ytt Deve en 15 de julio a 8 negros y un carreton
para el segundo cuerpo 17 pesos 4reales 17 ps 4r
Ytt Deve en 12 de Agosto de 705 = 12pesos que
di a los ofiziales de remojos el dia que acavaron el
retablo de nuestra Señora 12 ps
Ytt Deve 4 tablones de 3 en biga que dio de mi
horden Don Florian Frias Davila para el retablo, a
Joseph de Castilla a 15 ps 60 ps
Ytt Deve por media dozena de tablas de jetola
de Lima que le dio el dicho en 55 pesos 55 ps
719 ps
719 ps
19 039 ps4rs
/ f.6
105
Suma maior de la Plana de la Buelta 19 039 ps 4 19 039 ps 4
Gastos de la Barandilla
Ytt Deve por 32 palos de Cocobolos que
costaron a 12 pesos los 24, y los 8 a 14 pesos
y todos 400 pesos 400 ps
Ytt Deve 250 ps que se pagaron por la obra
de dicha Barandilla a destajo en que se yncluien
los gastos de tornero, y madera para el Alma de
adentro de dicha Barandilla 250 ps
Ytt Deve 12 ps que pague al herrero por las
bisagras de dicha Barandilla, y demas fierros
662 ps 622 ps
12 ps
Ytt Deve 250 ps en que ajuste a destajo con
el Maestro dorador el que dorase el Nicho de
la Virgen y el Sagrario del Retablo 250 ps
Gastos de Alvañileria
Por 300 ladrillos para solar, el Altar de Aranzazu
en lo que se extendio para poner el
retablo pague 6 pesos 6 ps
Yt Deve por un Caiz de Cal y 40 cargas de
arena 12 ps
Yt Deve en 20 de junio de 705 a un oficial
albañil y 2 peones que travajaron 6 dias – 18 pesos 18 ps
Yt Deve en dicho dia por dos piedras que
compre y dos que se labraron, y al ofizial cantero
6 pesos 2reales 6 ps 2
Yt Deve 12 pesos 4reales en 27 de junio de
705 = que pague a un oficial y dos peones que
travajaron tres dias 12 ps 4
Yt Deve 10 pesos 1real que pague a un oficial
y tres peones dos dias y una siesta que travajaron
en cubrir las maderas por la parte de afuera que
aseguran el retablo
64 ps 7 64 ps 7rs
10 ps 1
Ytt Deve 10 pesos y 4reales que pague al
herrero por dos chapas con sus llaves y picaportes
para el Sagrario y deposito
20 026 ps
10 ps 4rs
Gastos de las fiestas anuales que constan
por menor en el libro de Cargo y Data, de
nuestra hermandad desde fojas / f.6v
106
Por la suma de la Buelta 20 026 ps 20 026 ps
Ytt Deve por el gasto de la fiesta del 15 de
agosto de 704 que corrio a cargo de Don Pedro
de Ulaortua como pareze por menos en dicho
libro 174 pesos 174 ps
Ytt Deve por la fiesta de 3 de maio de 705 con
cuio gasto corrio Don Pedro de Ulaortua como
pareze por menor en dicho libro 217 pesos 217 ps
Ytt Deve por la fiesta de 15 de agosto de 705
cuio gasto corrio por mano de Don
Ulaortua como parese por menor en dicho libro
Pedro de
236 pesos 4reales 236 ps 4
Ytt Deve por la fiesta de 3 de maio de 706
cuio gasto corrio por mano de Don
Ulaortua como parese por menor en dicho libro
Pedro de
268 pesos 7reales 268 ps 7
Ytt Deve por la fiesta de 15 de agosto de 706
que corrio a cargo de Don
Palazios su gasto 248 pesos 4reales 248 ps 4
Juan Bautista de
Ytt Deve por la fiesta de 3 de mayo de 707
cuio gasto corrio por mano de Don
de Palazios 257 pesos como pareze por menor
Juan Bautista
en dicho libro 257 ps
Ytt Deve por la fiesta de 15 de agosto de
707que corrio su gasto por mano de Don
Pedro de Ulaortua como pareze en dicho
libro por menor 216 pesos 2reales 216 ps 2
Ytt Deve por la fiesta de 3 de mayo de 1708
cuio gasto corrio por mano del Padre Fray
de Murga 200 pesos que con 50 pesos que se le
Matias
descontaron al Padre Sachristan maior de lo que
devia a Don
Ytt Deve por la fiesta de 15 de agosto de 708
Luis Lazo azen 250 pesos 250 ps
cuio gasto corrio por mano de Don
Ulaortua como pareze por menor en dicho
Pedro de
libro 254 pesos 7reales
2 123 ps / f.7
254 ps 7rs
107
Por la Suma Maior de la Buelta 20 026 ps 20 026 ps
Por la Sumilla de la Buelta 2 123 ps
Ytt Deve por la fiesta de 3 de maio de 709
cuio gasto corrio por mano del Padre
de Murga 200 pesos que con 50 pesoss que se
Fray Matias
le descontaron al Padre
que devia Don
Sacristan Maior de lo
Ytt Deve por la fiesta de 15 de agosto de
Luis Lazo azen 250 pesos 250 ps
709 que corrio por mano de Don
Ulaortua como pareze en dicho libro por menor
Pedro de
235 pesos 2reales 235 ps 2
Ytt Deve por la fiesta de 3 de Mayo de 1710
cuio gasto corrio por mano del Padre
de Murga 200 pesos que con 50 pesos que se
Fray Matias
le descontaron al Padre
que devia Don Luis Lazo azen 250 pesos 250 ps
Sacristan maior de lo
[Agregado
Deve por la fiesta del 15 de agosto de 1710
: Se hizo en 8 de septiembre]
cuio gasto corrio por mano del Padre
de Murga 200 pesos que con 50 pesos que se
Fray Matias
le descontaron al Padre
que devia Don Luis Lazo azen 250 pesos 250 ps
Sacristan maior de lo
Ytt Deve por la fiesta de 3 de Maio de 1711
cuio gasto corrio por mano del Padre
de Murga 200 pesos que con 50 pesos que se
Fray Mathias
le descontaron al Padre
que devia Don
Sacristan maior de lo
Luis Lazo azen 250 pesos
3 358 ps2rs 3358 ps 2rs
250 ps
Gastos de entre año de Zera y Azeite
para el Culto de Nuestra Capilla de Aranzazu
desde el dia 3 de Maio de 1704 asta oy
3 de Maio de 1711 – como se sigue –
Ytt Deve 135 pesos que pague a Francisco
Guemendo por 22 libras y media de sera a 6 pesos
de
que se gastaron en la Fiesta de 15 de Agosto de
1704, y la sera que quedo para el gasto ordinario
y los pague en 14 de noviembre de 704 135 ps
3 384 ps2rs
/ f.7v
108
Por la Suma maior de en frente 23 384 ps 2 23 384 ps
Por la Planilla de en frente 135 pesos 135 ps
Ytt Deve 66 pesos 4reales que en 17 de
diciembre de 1704 pague del monto de
doze arrovas de Azeite a 5pesos 4reales 66 ps 4r
Ytt Deve 51 ps 6rs que en 14 de Henero de
705 pague a Francisco de Gomendio por 8 libras
4reales de renuevo que uno y otro consta por
y 6 onzas en 16 belas a 6 pesos libra y 1 peso
la quente de dicho Guomendio que para en
mi poder 51p 6
Ytt Deve 115 pesos 4reales por el monto de
21arrovas de azeite que compre a 5peso 4 reales
en 19 de abril de 705 115 ps 4
Ytt Deve 35 ps 1 que pague a Francisco
Gomendio, por el monto de 6 libras
de
sera a 4 pesos y el renuevo de 20 belas de a
y 3 onzas de
12 onzas, 2 pesos 3reales – que uno y otro azen
los dichos 35pesos 1 real como consta por papel
de dicho Gomendio de 3 de octubre
Ytt Deve 31 ps que este mismo dia pague a
de 1705 años 35 ps 1
dicho Gomendio por 7 libras
que mermaron – 20 belas que con 2 pesos 4reales
y 2 onzas de sera
del renuevo hazen los dichos 31 pesos como
consta por su papel 31 ps
Ytt Deve 49 ps 4rs que pague en 30 de
noviembre
17 libras
de 706 por 18 belas que pesaron
y media, y revajadas 6 libras
vieja quedaron de pago 11 libras
de la sera
y tres pesos 4reales del renuevo montan dichos
y media a 4 pesos
49 pesos 4reales 49 ps 4
Ytt Deve 84 ps 5 que en 15 de julio de 707
pague al zerero Juan Francisco
con 17 libras
por 18 belas
bujias con 7 libras
y 3 onzas a 3 pesos 4reales y 16
montan los dichos 84 pesos 5reales 84 ps 5r
a dicho precio que uno y otro
Ytt Deve 32 ps que pago Dn
Ulaortua del renuevo de la sera que pago de
Pedro de
su mano yndependinte de las fiestas como
consta por la quente que me remitio en 11 de
Setiembre de 716
601 ps 23 384ps
32 ps
/ f.8
109
Por la Suma de la Buelta 23 384 ps
Por la Planilla de la Buelta 601 ps
Ytt Deve 100 pesos en 30 de enero de 706
pague a Agustin de Prado por el monto de 20
arrovas de azeite que compro para dicha capilla
a 5 pesos 100 ps
Ytt Deve 330 pesos por el monto de 66 arrovas
de azeite a 5 pesos que a comprado por su mano
el Padre
3 años y 8 meses, que a que cuida de nuestra
Fray Matias de Murga en el tiempo de
Capilla, desde 12 de Setiembre de 707 que entro
a ser sacristan en ella asta oy 3 de Maio de 711
como consta de la quenta que me a dado dicho
Padre
Ytt Deve 550 pesos que dicho Padre
Fray Matias 330 ps
cargo de la zera y renuevos que a pagado entre
me aze
año, fuera de las fiestas que se an gastado en
dicha capilla en dicho tiempo de tres años y ocho
meses desde 12 de Setiembre de 707 asta 3 de
Maio de 1711
1 581 ps 1 581 ps
550 ps
Gastos Presisos para el adorno,
y culto de Nuestra Señora de Aranzazu
y sus quatro capillas, echos desde
3 de maio de 704 – asta 3 de Maio
de 1711 por mano de Don
Ulaurtoa, Don
Pedro de
Juan Bautista
y el Padre
de Palazios
Fray Matias de Murga.
Ytt Deve 10 pesos 2reales que costo una beta
para colgar la lampara que compre yo Don Pedro
de Ulaortua. 10 ps 4 rs
Ytt Deve en 22 de julio de 705, 20 pesos por
el monto de dos arrovas de fierro cuadrado que
compre yo Don
capilla 20 ps
Pedro de Ulaortua para dicha
Ytt Deve 69 ps 2rs por el monto de 8 de
brocato para una cortina que compre yo Don
Pedro de Ulaortua, a Don Juan de Barandilla
99 p 6
69 p 2
24965 ps
/ f.8v
110
Por la Suma maior de en frente 24 965 pesos 24 965 ps
Por la suma menor de enfrente 99 ps 6rs
Ytt Deve 24 pesos por el monto de seis onzas
de encajes de oro a 4 pesos para guarnezer dicha
cortina que compre yo Don
Ytt Deve quatro pesos de una onza de dicho
Pedro de Ulaortua 24 ps
encaje para la cortina del Señor
Ulaortua 4 ps
que compre yo
Ytt Deve 27 pesos 6reales que costaron dos
pares de manteles para las barandillas del
comulgatorio, que costee yo Don
Ulaortua que con 6 pesos de una pieza de
Pedro de
bretaña azen 33 pesos 6reales 33 ps 6rs
Ytt Deve 24 ps por el adrezo y limpia de
las dos lamparas para la fiesta de 15 de agosto
de 708 que pague yo Don
Ytt Deve un peso que en 31 de maio de 704
Pedro de Ulaortua 24 ps
di para pavilo y sal al Padre Fray
yo Palazios 1 ps
Juan Martinez
Ytt Deve en 7 de junio de 705 onze pesos
que pague por la limpia de la boveda este dia 11 ps
Ytt Deve tres pesos que dicho dia pague
por una cabellera de la Virgen 3 ps
Ytt Deve dicho dia tres pesos que di para
comprar plomo para la Cortina 3 ps
Ytt Deve dho dia 2 fanegas y media de
Ruan para añadir un mantel que cortaron
del Altar y costo tres pesos y un real 3 ps 1r
Ytt Deve en 19 de Setiembre
peso que di para pavilo 1 p
de 705 un
Ytt Deve dicho dia 12 pesos por quatro
escudos dorados que se hizieron para los
quatro altares a tres pesos 12 ps
Ytt Deve en 12 de noviembre de 705, un
peso y seis reales, que costaron el adrezar
dos candeleros y comprar una canasta grande 1 p 6
Ytt Deve 14 pesos 6 reales de en 16 de
setiembre de 705, di al Padre
para aser menores de sasalete y cot
Fray Juan Martinez
se [sic]
236 p 1 14965p
14 ps 6
/f.9
111
Por la Suma maior de la Buelta 24 965 ps 24 965 ps
Por la Planilla de la Buelta 236 p 1r
Ytt Deve dicho dia, 42 pesos que pague en
la casa de la pila por dicho Fray
por un corte de saial para aser un avito 42 ps
Juan Martinez
Ytt Deve dho dia 19 de de 705 = 14 pesos
3realesque pague al Padre obrero maior de
San Francisco, por la cal, arena, y yeso que
me dio de su obra por haverme faltado para
la de nuestra capilla quando se hizieron los
remendos de la Alvaneleria 14 ps 3rs
Ytt Deve 280 pesos por el costo que tuvieron
8 frontales nuevos de Damasco, los quatro
morados y los otros quatro blancos con sus
batidores, galones tachuelas y echura a 35 pesos
cada frontal que se hizieron por mano del
Padre
Ytt Deve en 12 de Agosto de 706, 12 pesos
Fray Matias de Murga 280 ps
que pague por la limpia de la bóveda 12 ps
Ytt Deve por tres bisos de Damasco blanco,
encarnado y morado con aforros vastidores
presilla, tachuelas y otras menudencias,
uno con otro a 8 pesos 24 ps
Ytt Deve por una cortina para la Virgen
de Aranzazu de meleque amarillo con cinco
carreras de encajitos de plata y de mas
adornos, que se hizieron por mano del
Padre
Ytt Debe 54 pesos por un manto y quatro
Fray Matias de Murga todo en 40 pesos 40 ps
palías que del dicho meleque se hizieron, el
manto para la Virgen con sus encajes de plata
palias y manto, por mano de Fray Mathias de
Murga 54 ps
Ytt Deve 40 pesos de primavera nacar, se
hizo otro manto a la Virgen y otras quatro palias
con sus encajes, y gorgorito o capisayo al niño
por mano de Fray Matias de Murga
702p4 24965ps
40 ps
/f.9v
112
Por la Suma maior de enfrente 24 965 ps 24 965 ps
Por la planilla de en frente 742 ps 4
Ytt Deve 45 pesos por una cortina que tiene el
Santo Cristo, acanelada con su franja toda ella
con zenefa y echuras, por mano del Padre
Mathias de Murga 45 ps
Fray
Ytt Deve 24 pesos por dos paños que tiene el
Santo Cristo, de encajes anchos y finos a 12 pesos
cada uno, por mano del Padre
Murga 24 ps
Fray Matias de
Ytt Deve 20pesos por quatro bendones de
sintas de pitiflor para los frontales con sus encajes
para los quatro altares, por mano de Padre
Matias de Murga 20 ps
Fray
Ytt Deve por otros quatro bendones que tiene
la Capilla, y dos palias de lo mismo, todo para
remudar los dias de fiesta entre años con otras
dos palias de encajes que costo todo por mano
del Padre
Ytt Deve 22 pesos por quatro vendones de
Fray Matias de Murga 35 pesos 35 ps
encajes que tiene la capilla para sus fiestas
por mano del Padre
Ytt Deve 30 pesos por quatro manteles con
Fray Matias de Murga 22 ps
sus encajes, de bretaña ancha, que costaron por
mano del dicho Padre
dichos 30 pesos 30 ps
Fray Matias de Murga los
Ytt Deve tres pesos por una bisagra nueva
que echo el Padre
barandillas de la comunion 3 ps
Fray Matias de Murga, en las
Ytt Deve 22 pesos que pago el Padre
Matias por la limpia de la bobeda en dos ocasiones 22 ps
Fray
Ytt Deve quatro pesos por una Campanilla con
su cadena y candado para el Altar de Nuestra
Señora de Aranzazu que pago el Padre
Mathias de Murga 4 ps
Fray
Ytt Debe dos pesos por otra cadena que
compre el Padre
las dos escaleras que tiene la capilla
Fray Matias de Murga para
949ps4
2 ps
24 965p
/ f.10
113
Por la Suma maior de la Buelta 24 965 ps 24 965 ps
Por la planilla de la Buelta 949 ps 4
Ytt Deve 70 ps por 200 puntas y mallas de pe
tate que a echo el Pe Fr
para las fiestas, y ocho pirámides de made
Mathias de Murga
ra plateados y después color carmin, con mas
16 jarras de madera plateadas 70 ps
Ytt Deve 70 ps por mas de 700 flores de dife
rentes colores de saia saia nacar, con que se
adorna la capilla en la qualquiera fiesta se
gastaron por mano del Pe Fr
Ytt Deve 80 ps que asimismo se gastaron por
Mathias de Murga 70 ps
mano del Pe Fr
mas de 300 lazos, los mas de ellos guarnecidos
Mathias de Murga de
con encajes; unos de saia sais nacar, y otros
de sinta de pitiflor, y otros de primavera
nacar, y de diferentes sintas 80 ps
Ytt Deve 30 ps de 30 cosnualtares nuevos todos
con encajes para las fiestas de la Capilla con
sus sintas y lazos, unos con otros costaron los
dhos 30 ps que gasto el Pe Fr
Ytt Debe 16 ps por 16 Palias de Bretaña an
Mathias de Murga 30 ps
cha con sus encajes que costeo el Pe Fr
thias de Murga 16 ps
Ma
Ytt Deve 4 ps por un paño blanco de las ba
randillas por haver hurtado el que havia,
y para hermanar el que quedo, que costeo el
Pe Fr
Ytt Deve 20 ps por lo dorado y encarnado a mi
Mathias de Murga 4 ps
Pe Sn
se dorada, el retablo que dio el P
Joseph del altar de Begoña antes que
e Fr
thias de Murga 20 ps
Ma
Ytt Deve 20 ps por lo dorado y encarnecido que
dio el Pe Fr
rador, del Sto Angel, su alma, y peaña 20 ps
Mathias de Murga al dhodo
Ytt Deve 30 ps por un bestidode brocato nacar
que dejo mi señora Da
Angel y pago el P
Paula de Riaño necesitava dho
e Fr Mathias de Murga
1 289 ps 4
30 ps
24 965 ps
/ f.10v
114
Por la Suma maior de enfrente 24 965 ps 24 965 ps
Por la Sumilla de enfrente 1 289ps 4
Ytt Deve 27 pesos por dos escaleras la una
para atizar las lamparas con su pie derecho de
12 pasos y la otra de 20 escalones que una y
otra costeo el Padre
Ytt Deve 12 pesos por los petates que compro
Fray Matias de Murga 27 ps
el Padre
capillas
Fray Matias de Murga para las quatro
1 328 p 4rs
12 ps
1328 p 4rs
Resumen General de esta quenta = 26 293 ps 4
Ha de haver la Hermandad de Nuestra Señora
de Aranzazu por la limosna que se cobro
desde el dia 3 de mayo de 704: asta fin de
dicho año como pareze a foja 1 asta foja 2
desta quenta 4 603 ps
Yt a de aver por la limosna que se mando
en 3 de Mayo de 705 y la que pidieron los
señores diputados, asta 16 de Agosto de 706
todo lo cobrado como pareze a foja 3 de esta
quenta asta la buelta de dicha foja 2 686 ps
Yt a de haver por lo cobrado de la limosna
que se mando el dia 3 de mayo de 710 que
se recaudo como pareze a foja 4 de esta quenta 460 ps
Yt a de aver por la limosna que pidio el
Padre Fray Matias como pareze a foja 4 buelta 142 ps
Yt a de aver por las limosnas de tres
difuntos cobradas de sus albazeas, pareze a
foja 4 buelta 190 ps
Yt a de haver 30 pesos cobrados de Don
Pedro de Lazcurain por lo que deve atrasado
30 ps
Desde foja 1 asta foja 4 montan las limosnas 8 111 ps
Plata que recivi de Don
Yntereses de 7 años de los 980 pesos que
Martin de Echevarria 374 ps
paran en poder de Palazios para ymponer a
zenso 343 ps
Zensos cobrados de que me ago cargo
Ha de aver por toda la entrada onze mil
2 329 p
ciento y sesenta y dos pesos 11 162 ps 11 162 p
y deve veinte y seis mil doscientos 15 131 p 4rs
nobenta y tres pesos y quatro reales
/f.11
115
Porque aunque en el cargo de fojas 5 buelta
me ago cargo de entrada diez y siete mil
novecientos y ochenta y un pesos y un real,
son yncluyendo en ellos seis mil ocho
zientos y diez y nuebe pesos y un real que a
suplido el Sr Don
quien se les deve la Hermandad.
Pedro de Ulaortua, a
Por manera que Deve la Hermandad
en el todo, por lo gastado desde 3 de
maio de 1704 asta oy 3 de maio de 1711
como pareze a foja 5 buelta asta foja 11
de esta quenta 26 293 p 4rs
Resta Deviendo
15 131 p 4rs
11 162 p
De los quales quinze mil ciento y treinta
Se les Deve y un pesos y quatro reales en que es alcanzado la
a Ulaortua 6 819 p 1r Hermandad, asta oy 3 de mayo de 1711 años
a Palazios 8 312 p 3r a suplido, y se le deven, al Señor Don
15 131 p 4 Ulaortua su mayordomo, seis mil ochocientos
Pedro de
y diez y nuebe pesos y un real y los ocho
mil trescientos y doze pesos y tres reales a Don
Juan Bautista
y para que conste lo firmamos dicho
de Palazios quien los a suplido
dia mes y año =
Juan Bautista
de Palazios [firmado] Pedro de Plaortua [firmado]
/ f.11v
116
Bibliografía
Fuentes Primarias
• Archivo Arzobispal de Lima:
Sección Cofradías
Legajo n° 4: 7 s/f.
Legajo n° 32: 8 (1689)
Legajo n° 38 (1700-1715)
Legajo n° 51: 3, 5, 6, 21 (1620- 1697)
Legajo n° 59: 2, 11, 20, 23 (1669-1689)
Legajo n° 59 A: 7, 22 – 28 (1673-1697)
Papeles Importantes
Legajo n° 10: 11 (1642)
Legajo n° 11: 33 (1681)
Legajo n° 12: 4ª (1690)
Expedientes Matrimoniales
Exp. Matrimonial, Octubre, N° 5 (1706)
• Archivo de la Beneficencia Pública de Lima:
Casilla 54 D, Legajo n° 8178 (1700-1797)
Legajo n° 8179 (1704-1761)
• Archivo General de Indias:
Patronato, 248, R.3. Sumario del Concilio Provincial de Lima de 1567
117
• Archivo General de la Nación:
Sección Juzgado de Cofradías
Legajo n° 6 (1715-1997)
Legajo n° 12 (1611-1750)
Protocolos Notariales XVII
PN 1910, f. 187, 469, 724.
PN 1911, f. 1021, 1022 v.
PN 1912,
PN 1913, f. 933 - 935
Protocolos Notariales: siglo XVIII
PN 108, f. 391 v.
PN 314, f. 306-310v.
PN 344, f. 884-886.
PN 350, 1499 v - 1501.
PN 375, f. 683 v.
PN 427, f. 529 v.
PN 433, f. 460 – 461.
PN 877, f. 629.
PN 1102, f. 135.
PN 1103, f. 506 – 508.
PN 1095, f. 449 v.- 452 v.; 598 – 600v.
PN 1094, f. 502, 556 r, 560 v.
118
Fuentes Secundarias
• _ _ _ _ _ _ _: Guía del Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima.
Municipalidad Metropolitana de Lima, 2005.
• ARIAS DE SAAVEDRA, Inmaculada y Miguel Luis LÓPEZ–
GUADALUPE MUÑOZ: “Las cofradías y su dimensión social en la
España del Antiguo Régimen”. En Cuadernos de Historia Moderna,
Madrid, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e
Historia, Departamento de Historia Moderna, N° 25, 2000, 189–232.
• BALMORI, Diana: Las Alianzas de Familia y la formación del país en
América Latina. México, Fondo de Cultura Económica, 1990.
• BRADING, David. Orbe Indiano. De la Monarquía Católica a la República
criolla, 1492 – 1867. México: Fondo de Cultura Económica, 1998.
• BURKE, Peter: Historia y Teoría Social. México D. F.: Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1997.
• BURKHOLDER, Mark: “Honor and Honors in Colonial Spanish America”,
The Faces of Honor: Sex, Shame and Violence in Colonial Latin
America, Lyman, Johnson (ed.), Albuquerque, University of New Mexico
Press, 1998.
• CELESTINO, Olinda y Albert MEYER: Las Cofradías en el Perú: región
central. Hamburg, Wayasbah, 1981.
• CORILLA, Ciro: “Cofradías en la ciudad de Lima, s. XVI y XVII: Racismo
y conflictos étnicos”. En Etnicidad y Discriminación racial en la Historia
del Perú, Jorge Carrillo (ed.), 2002
• COSAMALÓN, Jesús: “Plebeyas limeñas: una mirada al trabajo
femenino (lima, siglo XIX)”. Mujeres, Familia y Sociedad en la Historia de
119
América Latina, siglos XVIII-XXI, Scarlett O’ Phelan (ed.), Lima, PUCP,
IRA, 2006.
• DE LA PUENTE BRUNKE, José: "La cofradía de Aránzazu de los vascos
de Lima". En Álvarez Gila, Óscar e Idoia Arrieta Elizalde (eds.): Las
huellas de Aránzazu en América. I Congreso Internacional Arantzazu y
los Franciscanos Vascos en América. Donostia-San Sebastián, Eusko
Ikaskuntza (Lankidetzan, n° 28), 2004, pp. 103-115.
• DI STEFANO, Roberto: De las cofradías a las organizaciones de la
sociedad civil: historia de la iniciativa asociativa en la Argentina, 1776-
1990. Buenos Aires, Gadis, 2002.
• EGOAVIL, Teresa: Cofradías del Perú s. XVIII. Lima, UNMSM, 1986.
• ESTENSSORO, Juan Carlos: Del paganismo a la Santidad: la
incorporación de los indios del Perú al catolicismo,1532-1750. Lima,
PUCP, Instituto Riva-Agüero: IFEA, 2003.
• FAZIO, Mariano: “El Honor Español en las Crónicas Americanas de los
siglos XVI y XVII”. En: Construyendo Historias: aportes para la historia
hispanoamericana a partir de las crónicas. Liliana Regalado de Hurtado
(ed.), PUCP, Fondo Editorial, 2005.
• FOUCAULT, Michel: Las redes del poder. Buenos Aires, Almagesto,
1996.
• GARLAND, Beatriz: “Las Cofradías en Lima durante la Colonia”. La
Venida del Reino: religión, evangelización y cultura en América. Siglos
XVI – XXI. Gabriela Ramos (ed.), Cuzco, Centro de Estudios Regionales
Andinos Bartolomé de Las Casas, 1994.
120
• _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ “Vivir compartiendo interese y excluyendo al otro.
Cofradías en Lima y Reformas Borbónicas” Revista Electrónica
Cibertextos, año 1, n° 2, 1995
• GENTO SANZ, Benjamín O. F.: San Francisco de Lima: estudio histórico
y artístico de la Iglesia y el convento de San Francisco de Lima. Lima,
Imprenta Torres Aguirre, 1945.
• GONZALBO, Pilar: “De la Penuria y el Lujo en la Nueva España. Siglo
XVI – XVIII”. En Revista de Indias, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, Departamento de
Historia de América, Vol. LVI, enero – abril, 1996, p. 49 – 75.
• HAMPE MARTINEZ, Teodoro: “Auge y Caída de Don Martín de
Osambela, Comerciante Navarro en el Perú, 1754 – 1825”. Revista del
Archivo General de la Nación, Perú, Ministerio de Justicia, Archivo
General de la Nación, p. 299 – 324.
• LAVRIN, Asunción: “Diversity and Disparity”. Manipulating the Saints.
Albert Meyer (ed.) Hamburg, Wayasbah, 1988.
• LÉVANO, Diego: “Organización y Funcionalidad de las Cofradías
Urbanas. Limas siglo XVIII”. Revista del Archivo general de la Nación,
Lima, n° 24, 2001.
• LOHMANN VILLENA, Guillermo: “La Ilustre Hermandad de Nuestra
Señora de Aranzazu de Lima “. Los vascos y América. Ideas, hechos,
hombres. Madrid, Fundación Banco de Bilbao y Vizcaya, 1990, p. 203-
213.
• MEYERS, Albert: “Religious Brotherhoods in Latin America”.
Manipulating the Saints, Hamburg, Wayasbah, 1988.
121
• MOREYRA Y PAZ SOLDAN, Manuel: Estudios Históricos, Lima, PUCP,
Riva- Agüero, 1994, vol. 2.
• MÖRNER, Magnus: Estratificación Social Hispanoamericana durante el
período Colonial. Estocolmo, 1980.
• PANIAGUA, Jesús: “Cofradías Limeñas: San Eloy y la Misericordia
(1597-1733)”. Anuario de Estudios Americanos, LII-1, 1995
• REVERTER-PEZET, Guillermo: Las Cofradías en el Virreinato del Perú.
Lima, s. n., 1985.
• RIZO-PATRÓN, Paul: Linaje, dote y poder: la nobleza de Lima de 1700 a
1850. Lima, PUCP, Fondo Editorial PUCP, 2000.
• RODRÍGUEZ, Joaquín: “Las cofradías de Perú en la modernidad y el
espíritu de la Contrarreforma”. Anuario de Estudios Americanos, LII-2,
1995.
• SEED, Patricia: Amar, honrar y obedecer en el México Colonial:
conflictos en torno a la elección matrimonial, 1574 – 1821. México,
Alianza Editorial, 1991.
• STALLAERT, Christiane: “La cuestión conversa y la limpieza de sangre a
la luz de las conceptualizaciones antropológicas actuales sobre
etnicidad”. Pere Joan i Tous y Heike Nottebaum (ed.), El olivo y la
espada: estudios sobre el antisemitismo en España (sigo XVI-XX),
Tübinger, Max Niemeyer, 2003.
• TORRES, Eduardo: Corte de Virreyes: el entorno del poder en el Perú
del siglo XVIII. Lima, PUCP, Fondo Editorial, 2006.
• VARÓN, Rafael: “Cofradías de indios y poder local en el Perú colonial:
Huaraz, siglo XVII”. Allpanchis, N° 20, 1982.
122
• VEGA, Walter: “Manifestaciones religiosas tempranas: cofradías de
negros en Lima. S. XVI” Historia y Cultura, n° 24, 2001.
• _ _ _ _ _ _ _ _ “Cofradías Limeñas”. Lima en el siglo XVI, Laura
Gutiérrez (ed.), PUCP, Instituto Riva-Agüero, 2005.
1
Cofradías, poder y prestigio social en la Lima Colonial.
Los Casos de la Cofradía de Nuestra Señora de
Aranzazu y la del Santo Cristo de Burgos, 1690 a 1713.
Si bien la cofradía fue una institución de carácter religioso de acuerdo a
los objetivos y fines que perseguía, su funcionamiento naturalmente trascendió
el plano netamente espiritual; por ello, al estudiarla, se observa que articula
aspectos de carácter económico, político y social. Para el presente trabajo se
escogieron dos de estas agrupaciones, lideradas por españoles: la de Nuestra
Señora de Aranzazu, que se albergaba en la iglesia de San Francisco, y la del
Santo Cristo de Burgos, establecida en el templo del Convento de San Agustín.
En estas agrupaciones encontramos algunos personajes que
sobresalieron por ocupar cargos directivos; cuando entraron a una de las
cofradías, aún no ocupaban los lugares más prominentes en los ramos político
y eclesiástico, no eran beneméritos ni poseían títulos nobiliarios. Sin embargo,
sus oficios y profesiones les proporcionaban ingresos necesarios para elevar
su “status”, lo cual consiguieron al mismo tiempo que impulsaron el progreso
social de su agrupación.
De este modo, intentaremos conocer cuáles fueron las razones que
motivaron a estas personas a pertenecer a estas y otras cofradías, y cómo el
pertenecer a determinada cofradía fue un medio para elevar su ascendente
social, sobre todo al desempeñar un cargo representativo. Así mismo veremos
que las actividades y los beneficios de los que participaron eran indicadores de
‘status’.
2
Con esta tesis pretendemos alcanzar los siguientes objetivos. En primer
lugar, advertiremos cómo las cofradías se empelaron como medios para
demostrar y mantener la posición predominante de ciertos grupos. También
buscaremos demostrar que la cofradía fue un espacio social con una identidad
propia, donde el progreso o detrimento de cada agrupación dependía en gran
parte de las relaciones entre sus dirigentes. El tercer objetivo será verificar que
la cofradía fue uno de aquellos espacios donde operaban las mallas de poder,
y se puede observar quiénes lo ejercieron y cómo impactó esto sobre el resto
de la agrupación.
El tema principal de este trabajo será el papel social que estas
congregaciones desempeñaron. Por lo tanto, cómo hipótesis propongo que la
actuación religiosa y el cumplimiento de los otros servicios y actividades de
cada cofradía dependían en buena parte a la composición social de ella.
Durante la colonia, se fundaron y desarrollaron en la ciudad de Lima
diversas cofradías, cuyos miembros se agruparon en base a diferentes
criterios, tales como raza, profesión, lugar de procedencia, etc. Las cofradías
de españoles agrupaban a los miembros de esta calidad de acuerdo a la
condición de personas. Al estudiar estas agrupaciones podremos comprender
más acerca de la movilidad social que existía dentro de este grupo socio-
jurídico
Con este trabajo veremos que la conformación de cada cofradía influyó
directamente en sus actividades y objetivos, puesto que los propósitos, que
cada agrupación se trazaba, estaban en función de lo que requerían sus
integrantes.
3
Bibliografía
Fuentes Primarias
• Archivo Arzobispal de Lima:
Sección Cofradías
Legajo n° 4: 7 s/f.
Legajo n° 32: 8 (1689)
Legajo n° 38 (1700-1715)
Legajo n° 51: 3, 5, 6, 21 (1620- 1697)
Legajo n° 59: 2, 11, 20, 23 (1669-1689)
Legajo n° 59 A: 7, 22 – 28 (1673-1697)
Papeles Importantes
Legajo n° 10: 11 (1642)
Legajo n° 11: 33 (1681)
Legajo n° 12: 4ª (1690)
Expedientes Matrimoniales
Exp. Matrimonial, Octubre, N° 5 (1706)
• Archivo de la Beneficencia Pública de Lima:
Casilla 54 D, Legajo n° 8178 (1700-1797)
Legajo n° 8179 (1704-1761)
• Archivo General de Indias:
Patronato, 248, R.3. Sumario del Concilio Provincial de Lima de 1567
4
• Archivo General de la Nación:
Sección Juzgado de Cofradías
Legajo n° 6 (1715-1997)
Legajo n° 12 (1611-1750)
Protocolos Notariales XVII
PN 1910, f. 187, 469, 724.
PN 1911, f. 1021, 1022 v.
PN 1912, f. 325.
PN 1913, f. 933 - 935
Protocolos Notariales: siglo XVIII
PN 108, f. 391 v.
PN 314, f. 306-310v.
PN 344, f. 884-886.
PN 350, 1499 v - 1501.
PN 375, f. 683 v.
PN 427, f. 529 v.
PN 433, f. 460 – 461.
PN 877, f. 629.
PN 1102, f. 135.
PN 1103, f. 506 – 508.
PN 1095, f. 449 v.- 452 v.; 598 – 600v.
PN 1094, f. 502, 556 r, 560 v.
5
Fuentes Secundarias
• _ _ _ _ _ _ _: Guía del Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima.
Municipalidad Metropolitana de Lima, 2005.
• ARIAS DE SAAVEDRA, Inmaculada y Miguel Luis LÓPEZ–
GUADALUPE MUÑOZ: “Las cofradías y su dimensión social en la
España del Antiguo Régimen”. En Cuadernos de Historia Moderna,
Madrid, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e
Historia, Departamento de Historia Moderna, N° 25, 2000, 189–232.
• BALMORI, Diana: Las Alianzas de Familia y la formación del país en
América Latina. México, Fondo de Cultura Económica, 1990.
• BRADING, David. Orbe Indiano. De la Monarquía Católica a la República
criolla, 1492 – 1867. México: Fondo de Cultura Económica, 1998.
• BURKE, Peter: Historia y Teoría Social. México D. F.: Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1997.
• BURKHOLDER, Mark: “Honor and Honors in Colonial Spanish America”,
The Faces of Honor: Sex, Shame and Violence in Colonial Latin
America, Lyman, Johnson (ed.), Albuquerque, University of New Mexico
Press, 1998.
• CELESTINO, Olinda y Albert MEYER: Las Cofradías en el Perú: región
central. Hamburg, Wayasbah, 1981.
• CORILLA, Ciro: “Cofradías en la ciudad de Lima, s. XVI y XVII: Racismo
y conflictos étnicos”. En Etnicidad y Discriminación racial en la Historia
del Perú, Jorge Carrillo (ed.), 2002
• COSAMALÓN, Jesús: “Plebeyas limeñas: una mirada al trabajo
femenino (lima, siglo XIX)”. Mujeres, Familia y Sociedad en la Historia de
6
América Latina, siglos XVIII-XXI, Scarlett O’ Phelan (ed.), Lima, PUCP,
IRA, 2006.
• DE LA PUENTE BRUNKE, José: "La cofradía de Aránzazu de los vascos
de Lima". En Álvarez Gila, Óscar e Idoia Arrieta Elizalde (eds.): Las
huellas de Aránzazu en América. I Congreso Internacional Arantzazu y
los Franciscanos Vascos en América. Donostia-San Sebastián, Eusko
Ikaskuntza (Lankidetzan, n° 28), 2004, pp. 103-115.
• DI STEFANO, Roberto: De las cofradías a las organizaciones de la
sociedad civil: historia de la iniciativa asociativa en la Argentina, 1776-
1990. Buenos Aires, Gadis, 2002.
• EGOAVIL, Teresa: Cofradías del Perú s. XVIII. Lima, UNMSM, 1986.
• ESTENSSORO, Juan Carlos: Del paganismo a la Santidad: la
incorporación de los indios del Perú al catolicismo,1532-1750. Lima,
PUCP, Instituto Riva-Agüero: IFEA, 2003.
• FAZIO, Mariano: “El Honor Español en las Crónicas Americanas de los
siglos XVI y XVII”. En: Construyendo Historias: aportes para la historia
hispanoamericana a partir de las crónicas. Liliana Regalado de Hurtado
(ed.), PUCP, Fondo Editorial, 2005.
• FOUCAULT, Michel: Las redes del poder. Buenos Aires, Almagesto,
1996.
• GARLAND, Beatriz: “Las Cofradías en Lima durante la Colonia”. La
Venida del Reino: religión, evangelización y cultura en América. Siglos
XVI – XXI. Gabriela Ramos (ed.), Cuzco, Centro de Estudios Regionales
Andinos Bartolomé de Las Casas, 1994.
7
• _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ “Vivir compartiendo interese y excluyendo al otro.
Cofradías en Lima y Reformas Borbónicas” Revista Electrónica
Cibertextos, año 1, n° 2, 1995
• GENTO SANZ, Benjamín O. F.: San Francisco de Lima: estudio histórico
y artístico de la Iglesia y el convento de San Francisco de Lima. Lima,
Imprenta Torres Aguirre, 1945.
• GONZALBO, Pilar: “De la Penuria y el Lujo en la Nueva España. Siglo
XVI – XVIII”. En Revista de Indias, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, Departamento de
Historia de América, Vol. LVI, enero – abril, 1996, p. 49 – 75.
• HAMPE MARTINEZ, Teodoro: “Auge y Caída de Don Martín de
Osambela, Comerciante Navarro en el Perú, 1754 – 1825”. Revista del
Archivo General de la Nación, Perú, Ministerio de Justicia, Archivo
General de la Nación, p. 299 – 324.
• LAVRIN, Asunción: “Diversity and Disparity”. Manipulating the Saints.
Albert Meyer (ed.) Hamburg, Wayasbah, 1988.
• LÉVANO, Diego: “Organización y Funcionalidad de las Cofradías
Urbanas. Limas siglo XVIII”. Revista del Archivo general de la Nación,
Lima, n° 24, 2001.
• LOHMANN VILLENA, Guillermo: “La Ilustre Hermandad de Nuestra
Señora de Aranzazu de Lima “. Los vascos y América. Ideas, hechos,
hombres. Madrid, Fundación Banco de Bilbao y Vizcaya, 1990, p. 203-
213.
• MEYERS, Albert: “Religious Brotherhoods in Latin America”.
Manipulating the Saints, Hamburg, Wayasbah, 1988.
8
• MOREYRA Y PAZ SOLDAN, Manuel: Estudios Históricos, Lima, PUCP,
Riva- Agüero, 1994, vol. 2.
• MÖRNER, Magnus: Estratificación Social Hispanoamericana durante el
período Colonial. Estocolmo, 1980.
• PANIAGUA, Jesús: “Cofradías Limeñas: San Eloy y la Misericordia
(1597-1733)”. Anuario de Estudios Americanos, LII-1, 1995
• REVERTER-PEZET, Guillermo: Las Cofradías en el Virreinato del Perú.
Lima, s. n., 1985.
• RIZO-PATRÓN, Paul: Linaje, dote y poder: la nobleza de Lima de 1700 a
1850. Lima, PUCP, Fondo Editorial PUCP, 2000.
• RODRÍGUEZ, Joaquín: “Las cofradías de Perú en la modernidad y el
espíritu de la Contrarreforma”. Anuario de Estudios Americanos, LII-2,
1995.
• SEED, Patricia: Amar, honrar y obedecer en el México Colonial:
conflictos en torno a la elección matrimonial, 1574 – 1821. México,
Alianza Editorial, 1991.
• STALLAERT, Christiane: “La cuestión conversa y la limpieza de sangre a
la luz de las conceptualizaciones antropológicas actuales sobre
etnicidad”. Pere Joan i Tous y Heike Nottebaum (ed.), El olivo y la
espada: estudios sobre el antisemitismo en España (sigo XVI-XX),
Tübinger, Max Niemeyer, 2003.
• TORRES, Eduardo: Corte de Virreyes: el entorno del poder en el Perú
del siglo XVIII. Lima, PUCP, Fondo Editorial, 2006.
• VARÓN, Rafael: “Cofradías de indios y poder local en el Perú colonial:
Huaraz, siglo XVII”. Allpanchis, N° 20, 1982.
9
• VEGA, Walter: “Manifestaciones religiosas tempranas: cofradías de
negros en Lima. S. XVI” Historia y Cultura, n° 24, 2001.
• _ _ _ _ _ _ _ _ “Cofradías Limeñas”. Lima en el siglo XVI, Laura
Gutiérrez (ed.), PUCP, Instituto Riva-Agüero, 2005.