Néstor Rivero Pérez
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El 27 de abril de 1812 el entonces coronel Simón Bolívar y Palacios recibe su primera gran responsabilidad como oficial de los ejércitos patriotas, cuando se le asigna el cargo de Comandante de Puerto Cabello, estratégica plaza de la costa central venezolana, donde se encontraba el Castillo de San Felipe, sede del principal arsenal de la República.

Fernández Vinoni traidor
Esta primera responsabilidad concluyó de manera trágica en la carrera del futuro Libertador, quien sería víctima de una felonía por parte del oficial que le seguía en el orden de mando, Francisco Fernández Vinoni, el Castillo fue entregado por éste, el día 30 de junio siguiente, a los prisioneros españoles que allí se encontraban recluidos. El hecho tendría un peso crucial en la decisión de Francisco de Miranda, de negociar una Capitulación con el jefe realista Domingo de Monteverde, quien venía triunfando desde Coro hasta el Centro.

El nombramiento a Bolívar le fue otorgado por Miranda, quien el 23 de abril de ese año 1812, ante la emergencia surgida con la reacción de Monteverde, había sido nombrado Dictador por el Congreso de Venezuela. La amistad entre ambos se había deteriorado al no darse a aquél un puesto de mando activo, como pedía, recibiendo en cambio la jefatura de Puerto Cabello, a la que veía como plaza de retaguardia.

Oficial bisoño
Junto con el nombramiento militar, Bolívar recibe instrucciones para cambiar del Castillo San Felipe hacia otro punto de encierro, al peligroso grupo de prisioneros que allí permanecían -comprometidos en la resistencia realista de Valencia de 1811, u otras conspiraciones-, así como a trasladar el armamento allí depositado. Bolívar, o no se percató de la gravedad de las circunstancias, o careció de tiempo y transporte para actuar. En todo caso, dice Tomás Polanco Alcántara, no era el Bolívar de 1812, oficial a propósito para aquel punto. “Puerto Cabello debía estar a cargo de un oficial de más experiencia militar, carecía entonces de la práctica, conocimientos y habilidades necesarios para ese comando”. Su experiencia militar de entonces se reducía al combate de Valencia de 1811, donde tuvo valiente y destacada actuación. Treinta años después de los sucesos, Pedro Gual recordará en elocuente párrafo que “el coronel Bolívar no había entonces dado indicios de aquella sagacidad consumada, aquellas concepciones sublimes que desplegó después el General Bolívar desde su marcha del Magdalena a Caracas en 1813, y que justamente han hecho su nombre inmortal hasta la consumación de los siglos”.

Hechos fortuitos
Dos hechos que no entraban en los cálculos iniciales de Monteverde favorecieron su ‘golpe de fortuna’. El primero, el sismo del 26 de marzo de 1812, que repercutió en la caída de la Primera República, por la destrucción de inmuebles, incluso cuarteles militares, como sucedió en Barquisimeto, donde ese día perdieron la vida oficiales y numerosos soldados. Y también incidió en la campaña de descrédito adelantada por numerosos frailes al exponer como causa del fenómeno natural «la ira de Dios» por haber sido proclamada la Republica y desconocerse al rey.

El segundo hecho que ayudó de modo providencial a Monteverde fue la traición de Francisco Fernández Vinoni. Bolívar -quien luego demostraría excepcional capacidad para extraer lecciones de los errores- había encargado a Fernández Vinoni la jefatura del Castillo San Felipe, mientras él se ausentaba por algunas horas de su puesto en la instalación militar. Fernández Vinoni en connivencia con José de la Mata Guzmán, Iztueta, y otros prisioneros realistas, tomaron el Castillo iniciando intenso cañoneo contra las posiciones republicanas en el poblado y haciendo contacto con Monteverde. La jornada terminó con la pérdida del Castillo San Felipe y la ciudad por los patriotas, y, subsecuentemente, provocando la caída de la Primera República, al inducir al Generalísimo a suscribir la Capitulación de San Mateo del 25 de julio de 1812, a dos meses de haber recibido Simón Bolívar su nombramiento como comandante militar de Puerto Cabello.

Sinóptico
1791
Nació Samuel Morse

Este día nació en Boston el creador del primer sistema de comunicación telegráfica operativo a largas distancias. Los mensajes se transmitían mediante impulsos eléctricos que correspondían con un código a su vez obra del mismo Morse. Este primer telégrafo requería de líneas alámbricas, las que con las décadas darían paso a las comunicaciones por radio y luego señales ópticas. Ya en 1833 los alemanes Johann F. Gauss y su amigo Wilhem E. Weber, venían ensayando con un telégrafo cuya línea se extendía a lo largo de 1.200 metros; y no obstante innegables contribuciones, dicho sistema estaba signado por limitaciones técnicas que impedían su acogida a los efectos de su utilización por el grueso de la población. En 1854 Morse junto con Alfred Vail establecieron la conexión telegráfica entre Nueva York y Baltimore, iniciándose con ello una nueva era en las comunicaciones.

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