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El día de la última reunión del Consejo Nacional de Universidades también se juntaron las comisiones designadas por el régimen de Nicolás Maduro, a través de Tibisay Lucena, para evaluar dos asuntos de mucho interés actual para las universidades: la ley y las elecciones. Ambos son temas concomitantes en el momento.
Pensemos: ¿Cuál es el objeto de hacer aprobar una nueva Ley de Universidades? ¿En que estorba la renovada en 1970? A lo anterior podemos sumar la pregunta, a propósito insidiosa: ¿Qué finalidad cumple Tiby en la ocupación de ese ministerio? Todas las respuestas nos conducirán no a Roma, pero si al mismo resultado: tienen el deseo firme de resolver finalmente el tema de las elecciones rectorales y de representación ante los consejos directivos o universitarios. Un embrollo creado con el único interés de adueñarse de los centros educativos que le resultaban incontrolables al régimen del terror. Esto lo cumplirán del único modo que saben hacer: imponiéndose, arrollando, atropellando. De otra forma se encuentran con la imposibilidad.
Veamos. Ya han vaciado las universidades. Quedamos pocos profesores, trabajadores y estudiantes. No solo por el coronavirus que no nos abandona. Los sueldos de hambre y la desprotección social han liquidado las posibilidades de permanencia de los dos  primeros sectores; mientras los estudiantes se marchan por buscar también un mejor destino afuera o por la incertidumbre en la continuidad, así como en la calidad de su formación.
El primer propósito ya lo lograron, las instituciones se encuentran desvalidas y amedrentadas. Para ello les quitaron el presupuesto, todo, sin disimulo. Y, como remate, se llevaron las nóminas para pagar por Patria y tener al toro sujeto por las criadillas esmirriadas. Han sido años en la ejecución del plan.
Por su parte, la paralización de las elecciones ha servido todos estos años para socavar la institucionalidad desde la cabeza. Quienes quedan en la dirección de las universidades han perdido prestigio y legitimidad, autoridad. No pretendo ofender a ninguno de ellos. Pero su permanencia tanto tiempo en aceptación de las condiciones ha herido su imagen y coartado su accionar.
En otros casos, como en nuestra querida USB, la imposición de autoridades de modo intempestivo les ha servido para tomarla definitivamente. Su finalidad es controlarlas a todas sin causar destrozos políticos indelebles. La UCV la invaden y la allanan y la violan de continuo sin resquemor alguno. Es suya también, de todos modos, con poquísimo pataleo. Por otro lado, a los gremios y sindicatos universitarios los paralizan al dejar de pagar las cuotas que les descuentan a los profesores y trabajadores para el sostenimiento. Van más de siete meses sin que se reciban las cotizaciones de los afiliados, porque Patria, entre otras cosas, las intercepta. No paran mientes en derechos humanos, laborales ni políticos. Así lo hemos denunciado a organismos internacionales repetidas veces.
Cambiarán la ley para imponer su criterio en las elecciones de autoridades. Creen, así, finalmente, tener el control total. Desconocen la razón de ser universitaria. Se les escurrirán las universidades y serán fuente certera de la liquidación del régimen. Espero no pelearme en mi condición de aventurero pitoniso.
Coord. Mpio. Guaicaipuro
Vente Miranda

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