Néstor Rivero Pérez

El 17 de mayo de 1920 nació en la barriada caraqueña de El Guarataro (Caracas), el poeta, humorista y periodista, Aquiles Nazoa. De niño trabajó como botones del hotel Majestic de la capital, y se desempeñó como repartidor en bicicleta y telefonista hasta ingresar como empaquetador al diario El Universal. En adelante su vida quedó atrapada entre periódicos, tertulias, versos y libros. La escritura lo amarró para siempre. En 1948 le fue otorgado el Premio Nacional de Periodismo.

El poder de imaginar

“El ruiseñor de Catuche” estuvo dotado de un providencial talento creador, y siempre atento al sentimiento popular. Y la inclinación social de su obra en verso, para nada desdice si se la compara con la producción de Andrés Eloy Blanco, el autor de Giraluna y Baedeker 2000. Ambos labraron un camino intelectual propio. Y en el caso de Aquiles su imaginación se tradujo en textos como Los martirios de Colón, donde en forma picaresca ofrece algunas escenas de la vida del navegante. En La torta que puso Adán Aquiles, en forma de parodia simula un diálogo entre Dios y San Miguel. “Dios: Hecha la Tierra y el Mar y el crepúsculo y la aurora, me parece que ya es hora de acostarme a descansar. – San Miguel: ¿Terminasteis el Edén? – Dios: Hombre, claro, por supuesto, y aunque peque de inmodesto, me parece que está bien. Es sin duda lo mejor de cuanto hasta hoy he creado”.

Confinamiento

Hombre de especial sensibilidad social, Aquiles Nazoa siempre se identificó con las corrientes de izquierda del país. En tiempos de Marcos Pérez Jiménez participó activamente en movilizaciones que contribuyeron al derrocamiento del dictador, lo cual le llevó al exilio en Bolivia entre 1955 y 1958. Durante los años sesenta, el gobierno de Rómulo Betancourt le confinó a Villa de Cura en cuya vida cultural se involucró participando en actividades del Club Italiano y presentando, según indica el historiador Oldman Botello, una exposición de fotografías donde dirá “Villa de Cura tiene en Giuseppe Girlando su más puntual cronista y el intérprete más sensible de su paisaje. En los rostros que dan expresión a nuestra semblanza colectiva, ha trascendido… para incursionar en… el folklore, la tipología popular”.

Los poderes creadores”

Escrito de un modo que recuerda la oración homónima de la Iglesia católica, el autor de Humor y Amor ofreció con su poema El Credo, en estilo vanguardista y desenvuelto, metáforas y afirmaciones que le han asegurado un espacio entre las mejores composiciones de la Venezuela contemporánea; en un lenguaje que recuerda a ratos a Nicanor Parra o, de otra parte, a un Maiakowsky, y a ratos a Walt Witman. Dice “Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones…y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero”.

Animador cultural

Aquiles incursionó en la televisión con su programa “Las cosas más sencillas”, transmitido por la Televisora Nacional, según recuerda Franklin Padilla, de una forma “diferente por la temática, por el registro poético del discurso y el talante oportunamente humorístico que él sabía dosificar”. (http://micolchaderetazos.blogspot.com).

Con naturalidad Aquiles disertaba sobre la perinola, el Renacimiento, la vela o la historia de Charles Lindberg. Habiendo sido redactor de prestigiosos diarios y revistas, Aquiles Nazoa publicó libros de ensayo y crónicas que aún hoy se reeditan, como Caracas, física y espiritual, Vida privada de las muñecas de trapo y Humor y Amor, y en poesía: El ruiseñor de Catuche, El silbador de iguanas, El burro flautista, Humor y Amor, y Pan y circo, entre otros.

En la parroquia San Juan de Caracas funciona hoy el cine Aquiles Nazoa.

Sinóptico

Primera vacunación contra la viruela

El 17 de mayo de 1796 el médico inglés Edward Jenner aplicó por primera vez en una persona, con técnica científica, la vacuna antivariólica, precisamente en un niño que resultó completamente inoculado contra un padecimiento que desde la Antigüedad diezmaba la población mundial. El hallazgo hizo de Jenner uno de los más grandes benefactores de la historia universal. La primera forma de inmunización contra la terrible enfermedad se conoció como “variolización”, frotamiento sobre una persona sana, del material “tomado de un paciente recientemente infectado, con la esperanza de producir una infección leve pero protectora” (https://en.m.wikipedia.org). También se procedía a frotar costras de viruela en polvo o líquido de pústulas en rasguños superficiales” (Ídem). De allí ocurriría que la persona habría de sufrir una afección moderada, mucho menos grave que la viruela natural. Y dicha, antiquísima técnica, empleada en China y Oriente Medio, llegó a Europa en 1720 de manos de Lady Montagu. En 1806 la vacuna antivariólica llegó a Venezuela de la mano del médico Francisco Javier Balmis, enviado por Carlos IV.

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