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A veces no es mejor deber menos

    DESDE la Gran Recesión de 2009 la financiación de las empresas con crédito bancario ha caído en nada menos que 570.000 millones de euros hasta los casi 1,27 billones en la actualidad. Pese a ello el crédito bancario ha sido y será el motor financiero de la economía y las empresas y seguirá siendo la principal fuente de financiación ajena para acometer las inversiones para ampliar, renovar instalaciones o para financiar el circulante de las empresas. Su disminución fue de tal magnitud que la caída tardó unos ocho años en detenerse, sosteniéndose desde 2017 en cifras similares pese a que de 2015 en adelante el PIB creció significativamente.

    El cerrojazo en la concesión de créditos en aquella época implicó que el número de concursos de acreedores y consiguientes liquidaciones de empresas, alcanzase cifras escalofriantes e, implícitamente, una morosidad que casi alcanzó los 200.000 millones de euros en 2013 y ahora se sitúa por debajo de los 48.000 millones. Así se forzó a las empresas a aumentar su autofinanciación, lo cual es positivo, o recurrir a novedosas fórmulas de financiación, si bien su cuantía es residual.

    El uno de diciembre el Banco de España publicó los datos de la financiación a familias y empresas, que creció hasta octubre un 1 % y un 0,4 % en tasa interanual, respectivamente. El porcentaje es muy pobre e incluso muy por debajo de la evolución del PIB, que tan solo en los primeros nueves meses de 2022 tuvo una variación del 1,50%. Pero si desagregamos territorialmente las variaciones del crédito, los resultados son de lo más dispares.

    En el caso de Galicia la cifra de crédito bancario desde 2009 disminuyó en más de 23.600 millones de euros, lo que supone una caída del 32,38% de su saldo. Pero, además, acusó un peor comportamiento que comunidades como Euskadi o Madrid, que, por el contrario, aumentan significativamente su participación sobre el total. Tan solo el crecimiento de Madrid, del 4,26%, es de tal magnitud que supera el pobre 3,76% que supone el crédito en Galicia sobre el total.

    Este indicador reafirma lo que concluía en mi artículo del mes de julio “No solo turismo”. Desde 2009, por la desidia de los que nos gobiernan, poco o nada se hizo por potenciar nuestros sectores productivos, concretamente la industria y el sector primario. Imaginemos que los casi 24.000 millones de euros se hubiesen aplicado a nuevas inversiones o a viabilizar empresas que carecían de la necesaria financiación, con su consiguiente efecto en el PIB o en el empleo. También algo tendrá que ver la desaparición de las cajas de ahorros y bancos propios, sobre los que nuestros gobernantes miraron hacia otro lado.

    13 dic 2022 / 01:00
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