También suben los intereses
EL Gobierno ha decidido imponer a los bancos con ingresos superiores a los 1.000 millones de euros una tasa del 10%, durante dos años, sobre sus beneficios con el objetivo de recaudar unos 3.000 millones de euros. Por lo tanto, se deduce que las entidades sujetas obtendrán en conjunto unos 30.000 millones de euros de beneficios en los dos próximos ejercicios. Si yo fuera el presidente de uno de los grandes bancos y tuviera la posibilidad de elegir el período de aplicación de esa tasa entre 2015 y la actualidad, sin duda elegiría 2022 y 2023.
Tomando como referencia el Euribor a doce meses publicado en el BOE, que es el más utilizado para los préstamos hipotecarios vivienda, desde febrero de 2016 hasta marzo de 2022 fue negativo, llegando a presentar un mínimo del -0,505% en enero de 2021, lo que implicaría que muchas de los préstamos concedidos durante la burbuja financiera con diferenciales del 0,50% sobre el Euribor, e incluso inferiores, como fue el caso de la Hipoteca Rompedora lanzada en marzo de 2008 por Deutsche Bank a Euríbor más 0,17%, no liquidarían interés alguno a favor del banco.
Pero, en la tormenta perfecta en la que nos encontramos, a la guerra, la inflación desbocada y a la caída del tipo de cambio del euro situándose en paridad con el dólar, por si fuese poco, el Euribor BOE desde diciembre hasta junio aumenta un 1,354% para situarse en el 0,852%, debiendo remontarnos a 2012 para encontrar tipos similares. Lo peor, que la tendencia se consolidará y probablemente vayamos a tipos del 3% o superiores que aumentará sensiblemente el gasto mensual de los prestatarios.
Cuando crecen los tipos de interés la banca siempre gana, gana más. El rendimiento de su cartera crediticia aumentará considerablemente y el coste de su financiación, básicamente los depósitos de clientes, solo se encarecerá en los depósitos a plazo hasta ahora prácticamente sin remuneración.
Además, dudo que las elevadas comisiones aplicadas a las cuentas, justificadas en el estrechamiento del margen financiero que padecieron en los últimos diez años, vayan a reducirse. Por cierto, muchas de las sucursales cerradas en el rural, caracterizadas por mantener un volumen importante de depósitos, serían rentables en este escenario, pero también dudo que las reabran.
Por ello no puede haber mejor momento para aplicar la tasa que en la actualidad. El crecimiento de los beneficios, derivado del aumento de los tipos de interés, permitirá que el impacto de la tasa pueda ser asumido manteniendo el aumento de los resultados del sector y sin que sea presumible su repercusión a los consumidores financieros vía incremento de las ya muy elevadas comisiones.