Agustí Alcoberro relata la derrota de Barcelona en 1714

Un libro de la colección 'Dies que han fet Catalunya'

El ejército borbónico provocó 5.458 muertos y 8.802 heridos en una ciudad de tan solo 40.000 personas

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Setge

Cabecera de un Impreso sobre el asedio de Barcelona 

AHCB

Durante la madrugada del 11 de septiembre de 1714 la artillería borbónica castigó con dureza las murallas de Barcelona. Cuando el conseller en cap, Rafael Casanova, en su condición de coronel y gobernador de la plaza, hizo una inspección ya se dio cuenta de los enormes boquetes en los baluartes. Aquella noche nadie había podido dormir y dominaba el hedor de la pólvora quemada. La descripción es de Agustí Alcoberro, en La Desfeta libro que acaba de aparecer en la colección “ Dies que han fet Catalunya” (Rosa dels Vents). “El abogado Rafael Casanova, nacido en Moià, hace 54 años, tiene que sentir el peso y la soledad del poder –de un poder que se hunde”. Así empieza la narración de aquel día histórico, casi hora por hora, como si fuera la crónica de un corresponsal de guerra a partir de los estudios y la documentación histórica existentes.

La guerra día a día

El historiador hace un relato casi novelesco, con traiciones, deserciones y falsas noticias

La derrota del 11 de septiembre tiene episodios de novela. Traiciones como la de Salvador Feliu de la Penya, conseller segundo, que frenó por intereses comerciales la entrada en el puerto de Barcelona de una treintena de barcos que llegaban de Mallorca con provisiones. Este parón permitió que las galeras borbónicas interceptaran el convoy provocando hambre y penurias entre la población. Había también rumores, como los que daba por hecho que Casanova tenía a su mujer y a sus dos hijos fuera de la ciudad en lugar seguro, cuando en realidad era viudo y su único hijo, de 13 años, estaba enrolado. Había deserciones, como la del general Josep Anton Martí que se entregó con otros oficiales al duque de Berwick ( James Fitz-James Stuart), que dirigía el asedio a las órdenes de Luis XIV. Y dimisiones, como la del general Antoni de Villarroel, que intentó una capitulación sin éxito. Para sustituirlo se ofreció el mando a la Virgen de la Mercè. No es conyeta , dice Alcoberro, sino que se debe interpretar como la supremacía del poder civil sobre el militar.

El heroico combate de los defensores de Barcelona fue inútil. “La lista más verosímil de bajas –escribe Alcoberro- habla de 5.458 muertos y de 8.802 heridos entre los defensores de la ciudad -pero las bajas del enemigo, que había tenido que combatir a menudo en campo abierto, eran sensiblemente superiores”. Se impuso el absolutismo borbónico, llegó el Decreto de Nueva Planta y empezaba la represión, también de la lengua catalana.

Polèmica sobre la Francia borbónica

Prat de la Riba y Gabriel Alomar se opusieron a que el 11-S fuese la Diada Nacional

La fecha del 11 de septiembre acabó por institucionalizarse como Diada Nacional, pero como relata Alcoberro en el prólogo de La Desfeta no sin un intenso debate. "Políticos e intelectuales de prestigio, como Enric Prat de la Riba o Gabriel Alomar, se posicionaron contra la conmemoración de la Diada del 11 de septiembre". La causa es que en el siglo XIX Francia, que había apoyado a los Borbones, se veía como tierra de libertad, mientras que Alemania y el imperio austrohúngaro representaban el absolutismo. Y según Alcoberro las dudas persisten en muchos historiadores hasta que Ernest Lluch y Eva Serra demuestran que la causa catalana tenía como modelo las parlamentarias Inglaterra y Holanda y la monarquía de los Habsburgo, con un modelo político más moderno y abierto que la Francia de Luis XIV.

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