Una vez más, acerca de Cuba

«El régimen cubano no solo persigue a los “gusanos”, como aseguran los estalinistas, sino a todo disidente», denuncia el sociólogo e historiador marxista Ronald León Núñez en este necesario artículo.

La Habana, 22 de junio de 2021.
La Habana, 22 de junio de 2021.Yamil Lage, AFP

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Que Cuba, primer país de las Américas en el que triunfó una revolución socialista, suscita polémicas desde hace más de 60 años, lo confirma la controversia entablada en El Suplemento Cultural, donde Alhelí Cáceres, del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo (PCP), respondió a mi artículo del 1 de agosto, publicado también en estas páginas (1). Más allá de los epítetos o las calumnias –que siempre abundan donde faltan argumentos– contra la organización a la que pertenezco, el texto de Cáceres sirve como ejemplo de alineación incondicional, no con los intereses del pueblo cubano, sino con la política del régimen castrista.

Por la importancia del tema, propuse un debate abierto al público a través de internet. Lamentablemente, no obtuve respuesta (2). Pienso que contribuiría a abrir una discusión democrática entre quienes honestamente se interesan por la suerte del pueblo de Cuba, pero como evidentemente ni Cáceres ni el PCP tienen voluntad para ello, aprovecho estas líneas para contestar algunas cuestiones.

Ante todo, despejemos el terreno de falsas polémicas. Establezcamos qué no está en discusión.

Primero, la reivindicación de la revolución de 1959 y sus conquistas. Cuba pasó de ser el «burdel de Estados Unidos» a experimentar un impresionante desarrollo económico, social y cultural. Durante décadas se acabó con el hambre, el desempleo, la escasez de viviendas y la prostitución. La clase trabajadora, antes condenada al analfabetismo, gozó de un sistema público de educación y salud de calidad reconocida incluso por los enemigos de la revolución. Esos avances se reflejaron en la investigación médica, la farmacología y hasta en los deportes. No se debió a un «milagro» sino a una revolución que, tras derrocar al dictador Batista, no se detuvo hasta liquidar la propiedad capitalista-imperialista y, sobre esa base material, construir una economía de transición al socialismo, esto es, planificada de acuerdo con las necesidades del pueblo cubano.

Segundo, el rechazo al bloqueo y a cualquier injerencia de EE.UU. en Cuba, como la invasión de bahía de Cochinos, la ocupación de Guantánamo, los incontables atentados, etc. El bloqueo es una agresión criminal contra el pueblo cubano y su soberanía. Cualquiera que haya leído mi primer artículo sin prejuicios reconocerá mi posición: «debe ser rechazado y derrotado» (3).

Es estéril jugar a las escondidas debatiendo discordancias inexistentes.

Planteemos lo que sí está en debate.

Las protestas del 11 de julio y la respuesta del Gobierno cubano

Las protestas que sacudieron Cuba en julio fueron históricas. Miles de personas tomaron las calles en decenas de ciudades expresando su hartazgo de una situación material desesperante y exigiendo mejores condiciones de vida: alimentos, medicinas, electricidad, combate efectivo a la pandemia. Exigieron, además, libertades democráticas elementales. Los gritos de «libertad» y «abajo la dictadura» retumbaron en la isla.

Díaz-Canel tachó a los manifestantes de «contrarrevolucionarios» al servicio de un plan imperialista para «fracturar la unidad entre partido-Estado y pueblo» (4). Los llamó delincuentes: «Ayer vimos delincuentes (…) Un comportamiento totalmente vulgar, indecente, delincuente» (5). Envió a la policía, los «boinas negras» (6) y hasta grupos de choque paraestatales a reprimirlos y encarcelarlos: «La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios».

La represión fue brutal. Según un listado elaborado por organizaciones independientes, al menos 838 personas fueron detenidas o desaparecidas desde el 11 de julio, entre ellas 35 menores de edad (7). Gabriela Zequeira, de 17 años, condenada en un juicio relámpago a 8 meses de reclusión domiciliaria, fue sometida en la cárcel a vejámenes por parte de la policía. La obligaron a que se «metiera el dedo para ver si tenía algo adentro», luego de ordenarle que se desnudara y se pusiera en cuclillas (8). El propio Tribunal Supremo Popular admitió la condena de 62 manifestantes a distintas penas (9), muchos en juicios sumarios, sin derecho a un abogado defensor.

Sin embargo, aunque parezca una broma de mal gusto, Cáceres sostiene, simplemente porque Díaz-Canel se presentó en San Antonio de los Baños, que «no resulta ajustado a la verdad que el Gobierno haya criminalizado las protestas y a quienes se han manifestado». ¿Cómo es posible que alguien que se reivindica comunista se cruce de brazos ante la persecución a un movimiento social que, según ella misma, expresó «el deterioro de las condiciones de vida del pueblo cubano»? No solo calla ante la represión, sino que la justifica en los mismos términos que Díaz-Canel, asumiendo que los presos «tienen probadas relaciones con agencias norteamericanas de cooperación». Lamentable.

El régimen cubano no solo persigue a los «gusanos», como aseguran los estalinistas, sino a todo disidente. Incluso a miembros del Partido Comunista Cubano, castristas pero críticos del Gobierno, como Frank García Hernández. La brutalidad estatal llevó a personalidades como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Leonardo Padura, difícilmente etiquetables como «proimperialistas» o «trotskistas», a criticar la represión y pedir libertad para los presos. Cáceres debería responder: ¿todos ellos se han transformado en contrarrevolucionarios, en «escoria»?

¿Democracia obrera?

Decir que lo que existe en Cuba es una «democracia obrera» es una falacia. La clase trabajadora nunca decidió nada en Cuba ni dispuso de ninguna libertad democrática para organizarse contra las decisiones de la alta burocracia castrista. Ni ahora ni durante el auge de la revolución.

No hay derecho a conformar partidos políticos ni sindicatos por fuera del régimen. De acuerdo con la Constitución, el PCC es el único partido legal y está elevado a la categoría de «fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado» (10).

La única central sindical legalizada es la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que se atribuye el «papel rector del movimiento sindical». Es un apéndice del PCC y está integrada a los organismos del Estado. Tal subordinación está consignada en sus propios estatutos: «La CTC y los sindicatos nacionales que la integran reconocen abierta y conscientemente la dirección superior del Partido Comunista de Cuba, como destacamento de vanguardia y máxima organización de la clase obrera, acogen, hacen suya y siguen su política» (11). Según el artículo 134 de la Constitución, el secretario general de la CTC participa del Consejo de ministros. En otras palabras, la única central sindical no solo carece de independencia del Estado y del Gobierno, sino que es parte del Ejecutivo. No defiende los intereses de los trabajadores sino del Estado cubano.

Bajando esto a tierra: el trabajador cubano sufre terribles ataques a su nivel de vida pero ni siquiera tiene derecho a organizarse en sindicatos independientes del régimen, publicar periódicos o formar partidos políticos opositores, y si protesta en las calles es reprimido con calumnias, golpes y cárcel (más de 800 presos)… ¿De qué «democracia obrera» nos habla Cáceres?

No hablo de dictadura a secas, sino de dictadura burguesa. Un régimen dictatorial encabezado por la cúpula del PCC, cuya médula espinal es el alto mando militar, que gobierna (oprime) una sociedad en la que el capitalismo ha sido restaurado hace décadas.

¿Existe «socialismo» en Cuba?

Cáceres niega que el capitalismo haya sido restaurado y que el Gobierno cubano aplique un plan neoliberal –o de ajuste, si prefiere– contra la clase trabajadora y el pueblo. Vamos a los hechos.

El marxismo define un Estado obrero por tres condiciones fundamentales: socialización de los principales medios de producción; economía planificada; y monopolio estatal del comercio con el exterior. Un análisis desapasionado de la realidad muestra que ninguno de los pilares de lo que podría llamarse economía de transición al socialismo subsiste en Cuba. Como ocurrió en la ex-URSS, China y el resto de los países donde la burguesía había sido expropiada, fueron desmontados por la propia burocracia dirigente.

En 2014 se aprobó la Ley 118 de inversión extranjera, que reemplazó la Ley 77 de 1995 a fin de asegurar la atracción del capital extranjero con «mayores incentivos». Entre las formas de propiedad, reafirmó las «empresas mixtas» para concretar la asociación entre capital nacional y foráneo. Contempló también la «empresa de capital totalmente extranjero». Entre las garantías que el Estado cubano ofrece a los capitalistas extranjeros, destacamos: sus inversiones no pueden ser expropiadas; «la libre transferencia al exterior en moneda libremente convertible, sin pago de tributos u otro gravamen…» de sus lucros; la eximición del pago del impuesto sobre los ingresos personales y las utilidades por lo menos durante 8 años y luego pagarían 15%, pudiendo ser liberados también de esto último si reinvierten sus ganancias en la isla (12).

El ministro Rodrigo Malmierca precisó entonces los sectores prioritarios para atraer capital extranjero: agrícola y forestal; industria alimentaria; energía y minas; industria azucarera; sideromecánica; ligera; química y electrónica; industria farmacéutica y biotecnológica; comercio mayorista; salud; construcción; turismo y transporte (13).

A 26 años de la aprobación de la Ley 77, el resultado es inocultable: el capital imperialista, especialmente europeo y canadiense, controla buena parte de los sectores más dinámicos de la economía cubana.

Los grandes grupos españoles Meliá e Iberostar controlan 70% de las habitaciones hoteleras manejadas por cadenas extranjeras. Meliá gestiona 36 hoteles; Iberostar, 15. Diez empresas mixtas, entre compañías españolas y el Gobierno cubano, gestionan 74 contratos de administración (14). Otras empresas que invierten en proyectos inmobiliarios asociados a campos de golf: Globalia, Atlantic Group Investment y La Playa Golf and Resort han firmado contratos con el gobierno local (15). España es el mayor inversor extranjero en la isla y su tercer socio comercial, detrás de Venezuela y China.

La comercialización de los puros cubanos está en manos de Habanos S.A., empresa mixta cuya copropietaria es la española Altadis, del grupo inglés Imperial Tobacco Group PLC (16). Hasta el ron cubano está controlado por la empresa mixta Cuba Ron S.A., que opera con capital de la francesa Pernod Ricard. Hace 20 años, esa empresa produce Havana Club, el ron cubano más afamado (17).

Por otro lado, importantes empresas canadienses tienen inversiones en minería, energía, petróleo y gas, agroalimentación y, por supuesto, turismo (18).

La Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), centro empresarial y puerto mercante en la costa norte de la isla, funciona con un régimen legal todavía más ventajoso para el inversor extranjero. De las 286 empresas con inversión foránea constituidas en el país, 43 operan en esta zona franca. En 2019, los capitales provenían de 21 países (19). De los 55 proyectos empresariales en la ZEDM, solo 8 cuentan con capital netamente cubano, y 30 tienen capital enteramente extranjero. En 2021, el Gobierno presentó 503 proyectos de inversión extranjera, por un monto estimado en 12.070 millones de dólares (20). Según datos oficiales, entre 2018 y 2019 el país captó más de 1.700 millones de dólares en 25 nuevos proyectos de inversión extranjera, especialmente en turismo, principal fuente de entrada de divisas en la isla (21).

Hasta aquí estamos ante una asociación público-privada de capitales como en cualquier país latinoamericano. Pero el caso de Cuba está en condiciones de empeorar. En un principio, el Estado cubano se aseguraba una participación de 51% o más en las empresas mixtas. A fines de 2020, el Gobierno anunció que renunciaba a esa exigencia en proyectos empresariales relacionados con turismo, biotecnología y comercio mayorista (22).

Puede argumentarse que el comercio con países imperialistas o la captación de inversión extranjera no necesariamente implican el retorno del capitalismo, si ese movimiento está subordinado a un plan económico central y se salvaguarda el monopolio estatal del comercio exterior. En ese caso, ese tipo de concesiones, aunque peligrosas, podrían ser tomadas como un «retroceso táctico». Pero no es el caso. No estamos ante «errores», como plantea Cáceres, sino ante una política deliberada de restauración del capitalismo. La economía planificada y el monopolio del comercio exterior fueron liquidados por el castrismo.

En abril de 1994, el decreto-ley 147 firmado por Fidel Castro reorganizó los organismos del Estado y acabó con la Junta Central de Planificación, institución encargada de la planificación económica, diluyendo sus funciones en el recién creado Ministerio de Economía y Planificación (23). Díaz-Canel reconoció que los objetivos de las empresas estatales no llegan «desde arriba», pues se necesita más autonomía (24). Las medidas económicas que impulsa el régimen castrista no buscan, pese a lo que escribe Cáceres, el «desarrollo económico y social» del pueblo. En 2020, en plena pandemia, el Estado cubano destinó 45% de la inversión pública a «servicios empresariales, actividad inmobiliaria y de alquiler», que incluye el turismo y la construcción de hoteles, en claro detrimento de la salud, educación y agricultura. En el primer trimestre de este año, la inversión pública en ese ramo alcanzó 50,3%. Esta prioridad es más evidente si consideramos que en 2015-2020 las inversiones en el ramo turístico crecieron 162,7% (25). No se trata de una economía planificada socialista sino de un típico plan económico capitalista que canaliza los recursos públicos y privados para fortalecer al sector más lucrativo en perjuicio del nivel de vida y la salud de la clase trabajadora. El embargo de EE.UU. agrava los problemas y privaciones en la isla, pero pretender, como Cáceres, que lo explique todo es de un reduccionismo caricaturesco. Las decisiones sobre manejo de recursos caben enteramente al Gobierno cubano.

Tampoco subsiste el monopolio del comercio exterior (imposible, de hecho, sin economía planificada). Hemos demostrado que los capitalistas extranjeros gozan de entera libertad para repatriar sus lucros. Por otra parte, la propia Ley 118 dispone que: «Las empresas mixtas, los inversionistas nacionales y los inversionistas extranjeros partes en contratos de asociación económica internacional y las empresas de capital totalmente extranjero tienen derecho, de acuerdo con las disposiciones establecidas a tales efectos, a exportar e importar directamente lo necesario para sus fines» (26). Un análisis riguroso revela que los capitalistas tienen más libertad en Cuba que el pueblo trabajador.

Cáceres niega la restauración alegando que no existe «burguesía nacional» en Cuba. El primer defecto de este argumento es que ignora que la clase capitalista es, ante todo, una clase internacional. En ese sentido, hemos mostrado el peso del capital imperialista en la economía cubana.

Por otra parte, es curioso que evite mencionar que la propia legislación incorpora la categoría de «inversionista nacional» como «persona jurídica de nacionalidad cubana, con domicilio en el territorio nacional, que participa como accionista en una empresa mixta…» (27), que, convengamos, no puede ser otra cosa que un capitalista.

Esto no es todo. También omite el papel del conglomerado de empresas del Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA), controlado por la alta cúpula de las FF.AA. y presidido por el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, exyerno de Raúl Castro. GAESA reúne empresas de turismo, agencias de viaje, alquiler de autos (Grupo de Turismo Gaviota), importaciones-exportaciones (Tecnotex y Tecnoimport), supermercados minoristas de venta en moneda extranjera (TRD Caribe), Unión de Construcciones Militares y la Inmobiliaria Almest, compañía responsable de la zona franca del puerto de Mariel, y una empresa de servicios portuarios, aduaneros, de transporte y de venta mayorista (Almacenes Universales) (28). Este es el núcleo de la nueva burguesía nacional, surgida de las entrañas de la burocracia castrista. A partir de GAESA –aunque no solo–, los «inversionistas nacionales» impulsan todo tipo de acuerdos con el imperialismo europeo, canadiense y con cualquier capitalista extranjero. Se estima que GAESA controla entre 30% y 40% de la economía y 80% de las operaciones financieras y de cambio. ¿Es serio omitir esto en el análisis?

Tal omisión evidencia lo selectivo del «antimperialismo» del PCP y de toda la izquierda procastrista. Su retórica combate a EE.UU., pero calla ante los negocios de la alta cúpula política y militar del Estado cubano con el imperialismo europeo y canadiense. Digo más, la historia evidenció que basta un guiño diplomático de la Casa Blanca, como el de Obama en 2016, para que líderes como Raúl Castro suavicen completamente el tono: «él no tiene ninguna responsabilidad en todo esto [el bloqueo]. Él es un hombre honesto, y eso se debe a su origen humilde» (29).

El debate sobre la estructura económica conlleva otro sobre la naturaleza del Estado cubano. El Estado, según la teoría marxista, es un aparato especializado de dominación de una clase sobre otra. El carácter de clase del Estado se define por las relaciones sociales de producción que ese aparato sostiene y defiende. No por la cantidad de empresas estatales o la calidad de los servicios públicos como educación y salud. Si ese fuera el criterio, llegaríamos a la conclusión de que muchos Estados europeos hace tiempo son «socialistas» sin que nos hayamos percatado de ello.

En consecuencia, si el Estado «obrero» se apoya en los tres pilares que mencionamos: propiedad colectiva de los medios de producción; producción determinada no por el mercado sino por un plan económico central, al cual están subordinadas las empresas; y monopolio del comercio exterior, es evidente que en Cuba todo un entramado jurídico-político ha desmantelado esa base transformando cualitativamente la naturaleza de clase del Estado. Los hechos son los hechos. Fue disuelta la Junta Central de Planificación. Las empresas mixtas, entre militares, nuevos ricos y multinacionales europeas o canadienses, controlan las ramas más dinámicas de la economía, y las empresas mixtas y estatales producen para el mercado y tienen libertad para comerciar con el exterior.

En Cuba no existe una dictadura del proletariado sino una dictadura contra el proletariado, es decir, burguesa.

Este es el contexto de los ataques sucesivos al nivel de vida del pueblo cubano. El Gobierno cubano alienta la penetración de capital privado y extranjero en todas las áreas claves de la economía; profundizó la dolarización de la economía a tal punto que existen tiendas de productos básicos en las que solo se puede comprar por pago electrónico en dólares, euros o divisas fuertes, cuando la clase trabajadora solo tiene moneda nacional; el desabastecimiento es brutal y la inflación puede llegar a casi 500% en 2021; faltan alimentos y medicinas, sobran apagones y la pandemia azota a la población… Si tales medidas fueran implementadas en Paraguay o cualquier otro lugar del mundo, no dudo que el PCP y la izquierda latinoamericana las condenarían. Pero con Cuba se comportan diferente.

Cáceres asume acríticamente el discurso del Gobierno y justifica el ajuste como «una respuesta táctica de defensa de la economía del país». Paciencia, nos dice, es «un momento de grandes dificultades». Explica que «cualquier tipo de política económica tiene costos, tanto en el ámbito político como social».

Pues bien, es evidente que los costos de la «respuesta táctica» los pagarán, como en cualquier país capitalista, la clase trabajadora y los sectores oprimidos.

Estalinismo no es socialismo ni comunismo

No existe ningún «proceso de construcción socialista», ni, mucho menos, un «gobierno revolucionario» en la isla. En la década de 1960, la dirección castrista fue empujada por los ataques del imperialismo y la fuerza del propio proceso revolucionario a romper con el capitalismo. Circunstancias excepcionales hicieron que una dirección política ni proletaria ni comunista avanzara más allá de su programa original. La revolución socialista, incluso bajo la dirección burocrática de una casta privilegiada, demostró su superioridad frente al modo de producción capitalista en todos los terrenos. Este es el legado que debe reivindicarse, no a los hermanos Castro ni a la cúpula del PCC. Esa burocracia, que adhirió al bloque estalinista basado en las doctrinas del «socialismo en un solo país» y la «coexistencia pacífica con el imperialismo», socavó las bases materiales del Estado obrero desde el comienzo; contribuyó a la derrota de la revolución centroamericana (30), que podría haber aliviado el aislamiento de Cuba; y, cuando la crisis se hizo insostenible tras el fin de la URSS, avanzó sin reparos hacia la restauración capitalista, único modo de mantener sus privilegios. Una cosa es la revolución y otra el Termidor estalinista. No se puede confundir la reivindicación de la revolución cubana con la de su dirección política. Este es el gran error de la mayoría de la izquierda. Al defender a Cuba como modelo de «socialismo», causan un daño tremendo a la imagen de esta causa dentro y fuera de la isla.

No pretendo agotar un tema tan complejo y polémico. Posiciones y matices deben ser considerados, no con arrogancia y acusaciones personales, como gusta el estalinismo, sino con paciencia, honestidad y, sobre todo, rigor científico.

De cualquier modo, pienso que esta controversia desnudó, al menos, tres cuestiones. La primera, el abandono del análisis de clase de los procesos políticos por parte del estalinismo, que lo lleva a entender el mundo desde la defensa de un supuesto «campo progresivo» policlasista –donde estarían los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Rusia, Siria, Irán, entre otros– contra el «campo reaccionario» liderado por el imperialismo estadounidense. Las nefastas consecuencias de esta lógica son una posición oscilante ante los demás imperialismos, como el europeo, y un «campismo» que, en momentos álgidos de la lucha de clases, los lleva a apoyar sanguinarias dictaduras burguesas contra los pueblos que se levantan (Maduro, Ortega, Assad, Yanukóvich, etc). Este mismo razonamiento es utilizado en el caso cubano.

La segunda, el método de los así llamados Partidos Comunistas, que para defender esos gobiernos rehúyen el debate democrático y apelan a la distorsión o la calumnia.

La tercera, que esta polémica no es un mero ejercicio intelectual, sino que tiene consecuencias políticas concretas. De un lado están aquellos que, como Cáceres, apoyan la brutal represión contra las justas protestas en Cuba. Del otro lado estamos quienes nos solidarizamos con el movimiento social que comenzó el 11 de julio y defendemos el derecho de todos los pueblos a levantarse contra las injusticias. Lo positivo es que, en este proceso, la clase trabajadora cubana está acelerando su experiencia con el aparato estalinista, el sepulturero de las revoluciones. Habrá que extraer lecciones.

Notas

(1) Ver: https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/2021/08/15/los-comunistas-ante-el-proceso-de-construccion-socialista-en-cuba/. El artículo fue publicado previamente en Adelante, prensa oficial del PCP.

(2) Ver: https://www.facebook.com/ronald.leonnunez.9/posts/538155840852979.

(3) Ver: https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/2021/08/01/la-izquierda-ante-las-protestas-en-cuba/.

(4) Ver: http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/07/11/miguel-diaz-canel-comparecera-en-cadena-de-radio-television-a-las-400-pm/.

(5) Ver: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57808259.

(6) Unidad de élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el ejército cubano.

(7) Aquí el listado: https://docs.google.com/spreadsheets/d/1-38omFpJdDiKTSBoUOg19tv2nJxtNRS3-2HfVUUwtSw/edit#gid=1651014915. Datos al 15/08/2021.

(8) Ver: https://eltoque.com/testimonio-de-gabriela-zequeira-describe-acto-de-tortura.

(9) Ver: http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/08/04/asi-marchan-las-investigaciones-penales-tras-los-sucesos-del-11-de-julio-en-cuba/?fbclid=IwAR0w8d-dzVQHA5SnhSyD43f5ECr5msHEVs-G6dfI57Mslxwcn7sT0Dx7oks.

(10) Ver: http://www.cuba.cu/gobierno/NuevaConstitucion.pdf.

(11) Ver: https://studylib.es/doc/7082281/estatutos-de-la-ctc.

(12) Ver: http://www.granma.cu/cuba/2014-04-16/asamblea-nacional-del-poder-popular.

(13) Ver: https://www.radio26.cu/2014/04/03/hacia-11-sectores-se-dirigiran-las-inversiones-extranjeras-en-cuba/.

(14) Ver: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/07/13/companias/1626195585_827084.html. Otras empresas hoteleras españolas con intereses en Cuba son: Roc Hoteles, Barceló, Valentín Hoteles, NH y Blau.

(15) Ver: https://www.20minutos.es/noticia/4764293/0/relaciones-comerciales-espana-cuba-inversiones-exportaciones-importaciones-tercer-socio-comercial/?autoref=true.

(16) Ver: http://www.granma.cu/cuba/2020-02-24/mas-de-500-millones-de-dolares-de-ingresos-logra-la-empresa-mixta-habanos-sa-24-02-2020-12-02-28.

(17) Ver: https://www.france24.com/es/20200417-pernod-ricard-e-iberostar-demandados-en-eeuu-por-sus-negocios-en-cuba.

(18) Ver: https://www.canadainternational.gc.ca/cuba/bilateral_relations_bilaterales/index.aspx?lang=spa.

(19) Ver: https://www.dw.com/es/cuba-anuncia-la-primera-inversi%C3%B3n-alemana-en-zona-especial-de-desarrollo-mariel/a-50505364.

(20) Ver: https://www.expreso.ec/actualidad/economia/cuba-abre-inversion-privada-areas-95096.html. Esta fuente menciona que actualmente operan 280 empresas extranjeras de unos 40 países.

(21) Ver: https://www.expreso.ec/actualidad/economia/cuba-abre-inversion-privada-areas-95096.html.

(22) Ver: https://www.france24.com/es/programas/econom%C3%ADa/20201210-cuba-renuncia-a-su-participaci%C3%B3n-mayoritaria-en-empresas-mixtas-para-fomentar-la-inversi%C3%B3n?fbclid=IwAR341p_mCGyEKFNMIz4wFGrZHbpVRFb0zoYt18IgkOIrDjVvcqT_xDWfn9A.

(23) Ver: https://www.micons.gob.cu/sites/default/files/MICONS/Marco%20Normativo/DECRETO-LEY%20No.147%20.pdf?fbclid=IwAR00Dt3h_sS9PLGmEw4ul3OH-jCmXbRSI8DA7nmxXIS9IgQ3KVGLahHnOxQ.

(24) Ver: https://www.dw.com/es/cuba-adi%C3%B3s-a-la-econom%C3%ADa-planificada/a-49264983?fbclid=IwAR3DEm5MuvU-fBAiyn7drnSFVtYfw3SeTX2mxnAkOmkb6aOCHiWEO4Xl9UI.

(25) Ver: https://diariodecuba.com/economia/1622217681_31502.html.

(26) Ver: http://www.granma.cu/cuba/2014-04-16/asamblea-nacional-del-poder-popular.

(27) Ídem.

(28) Ver: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-40298131.

(29) Ver: https://www.abc.es/internacional/20150411/abci-cumbre-americas-obama-nueva-201504111812.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F.

(30) Ver: https://litci.org/es/el-castrismo-y-la-revolucion-centroamericana/.

rleon@usp.br

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