Fotos: Florencia Vizzi. Colaboración fotográfica: Fernando Giorgio.

De la costumbre de juntarse a comer y beber todos los viernes en formato de peña, con ese origen en la alegría y el jolgorio, nació esta orquesta de cumbia que desde hace cinco años avanza a paso firme y se posiciona cada vez con más fuerza como referencia en el circuito tropical de la región, difundiendo una manera alegre de hacerle frente a la vida: Los Peñaloza.

Ellos son el grupo que protagonizan la séptima edición de 70/30, la nueva publicación transmedia del Diario Digital Conclusión, pensada especialmente para la difusión de la rica y vasta cultura rosarina, incorporando elementos en diversos formatos.

Dentro de las distintas producciones realizadas en esta edición, una de ellas es el #7 de la revista en formato papel, que será presentado próximamente.

Para leer todos los contenidos, podes acceder a la edición digital de la misma.

Por Florencia Vizzi. Colaborador fotográfico: Fernando Giorgio.

 

Lo que el río no quiso contar

Por Facundo Díaz D’Alessandro

Como Dios, la tierra o la explotación, en Latinoamérica la cumbia está en todas partes. Rosario no es la excepción, a pesar de su pretensión (y cualidad de) cosmopolita y su ethos rockero.

Pero la realidad es que el tiempo pasa y todo cambia, las cosas tienen movimiento (no necesariamente progreso, estamos en la América de Rodolfo Kusch) y esas identidades no pueden permanecer estáticas, como una imagen velada. Se impone la mutación y si el signo de los tiempos es lo diverso, eso tampoco puede permanecer igual.

En una ciudad cada vez más conurbana y posmoderna, rasgos de popularidad tradicional se cuelan por todos lados, proliferan otros ritmos en la escena clásica (sí, a la que llaman alternativa o “under”, sobre todo) y la cumbia finalmente accede a su lugar en el palco, aunque su hábitat sea a ras del suelo, a la altura de la gente que baila, se agarra de la cintura, apura el trago o cierra los ojos y mira para arriba: canta y se libera.

No se trata en estas líneas de entender esa evolución, ni probablemente la cumbia necesitara acceder a ese lugar para tener la importancia que tiene: ser más que un “género”, una identidad, una presencia en la cultura y una entidad popular.

Estos textos iniciales tampoco están para analizar clivaje musical (se analiza, como su historia e impacto local, ampliamente en las páginas siguientes), sino que son apenas interpretaciones algo brutas de lo que generan y atesoran, en la “caja negra”, bandas y ritmos.

Hablamos entonces del ritmo madre, ese que abraza todo, al que siempre se puede volver, el que está ahí aun cuando se lo maltrata porque sabe que se lo necesitará, y porque siempre hay alguien dispuesto a despojarse y disfrutar.

Incluso a los que “no les gusta” o “no son del palo” (caramba, que se puede hoy admitir que uno no sabe o no se conmueve con algo) lo tienen en su ADN cognitivo, que nunca deja de ser corporal. Todos fueron asaltados por la cumbia alguna vez, sea por el medio que sea y en la forma que sea (en cualquiera de sus variantes).

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Escenifica tanto a el/la borracho/a que se va a los tumbos tras no conseguir levante, como a la parejita que la gasta bailando para atenuar las fiebres de la semana o, quien sabe, extiende algún rito milenario, que por supuesto desconocen, o incluso a la quietud pueblerina de un domingo cualquiera.

Como toda creación (¿o deberíamos decir descubrimiento/remembranza?) humanamente genuina, esconde en sus contradicciones fundantes la potencia de su sentido.

La cumbia pareciera llevar como una marca a flor de piel esa máxima que regaló (entre tantas otras cosas) William Faulkner: entre la Nada y la Pena prefiero la Pena. Faltó decir: para convertirla. Musicalizando ese pasaje redentor hacia la alegría, consagra su instante borgeano de realización del ser.

Es que ya se sabe, la dicha no es una cosa alegre, por eso en esa alegría se esconde una pena, un lamento, ese cantar casi río que devenido en lágrima va a parar al mar, como todas las cosas, que volverán.

Por Florencia Vizzi. Colaborador fotográfico: Fernando Giorgio.

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Mientras más amigos, mejor

Por Federico Morel

Cuando un grupo de amigos se junta para tocar cumbia, ocurren situaciones y sucesos que van tomando el control y la dirección del destino dicho encuentro y que sólo la mística tropical es capaz de explicar por qué. Es así, como resultado de estas experiencias sonoras, que nacen agrupaciones en modo orquesta que desde la primera presentación logran encender el fuego del público.

Los Peñaloza, orquesta de cumbia rosarina, es una banda que conceptualmente nace dentro de la situación antes mencionada, en el año 2014, cuando contaban con una formación bastante grande en cuanto a número de integrantes se refiere (a saber, entre 13 y 15 músicos). La banda, precisamente, toma su nombre de la costumbre de juntarse a comer y beber todos los viernes en formato de peña, y esa denominación sería la que los terminaría acompañando hasta hoy en cada show y en cada canción.

Luego de varios ensayos y muchas ganas de subir al escenario, fueron invitados a participar de una fecha en Río Marrón, la guardería de kayak de la Florida, en una fecha que fue suspendida a último momento por no tener la habilitación correspondiente para un evento de esas características. No obstante, esto no frustró los planes de los músicos, que estaban decididos a comenzar su carrera en la movida tropical de Rosario y decidieron coordinar con un bar céntrico para que su debut como orquesta no se vea frustrado.

Desde aquel inicio, “Los Peña”, supieron que querían trabajar por y para la cumbia, con un sonido definido por las influencias latinas y el protagonismo de los vientos. Es por esto, que a mediados de 2015 realizaron su primer “Reventón cumbiero”, fiesta original de ritmos tropicales, organizada de manera integral y autogestiva por la banda en donde, generalmente, invitan a otras orquestas a compartir el disfrute de su jolgorio y, también, comparten la gran convocatoria de un público amante del baile y las noches de ritmos cumbiamberos.

Desde sus comienzos, Los Peñaloza tomaron como asunto relevante la composición de sus propias canciones y, por sobre todo, la cantidad de tiempo que iban a dedicar a las grabaciones en estudio, en parte como forma de experimentar pero también en modo de plasmar el trabajo, la evolución y la madurez lograda con el correr de las presentaciones.

Actualmente, esta orquesta rosarina de amigos ha logrado posicionarse como referente del circuito tropical del Gran Rosario y la región, compartiendo escenarios con grandes artistas y referentes del circuito nacional como Los Palmeras, Damas Gratis, Mario Pereyra, entre otros, sumada a su participación en festivales provinciales y nacionales, demostrando que su desarrollo y musicalidad está a un nivel de profesionalidad constante y creciente.

En cada show donde se presentan “Los Peña”, dos parámetros fundamentales se tornan protagonistas de un escenario que intenta brindar no solamente música tropical, fiesta y baile, sino que se esmera porque cada uno de los asistentes descubra en sus letras y melodías un lugar distinto, donde no existan las preocupaciones y las vicisitudes de la rutina que agobian. Los Peñaloza nacieron para hacer de la cumbia, una manera alegre de ver la vida y disfrutar del ocio bailando.

Por Florencia Vizzi. Colaborador fotográfico: Fernando Giorgio.

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Discografía 

Contada por Morlaco Kreimer (voz y güiro)

Ahora sí (2017, EP)

«Fue una experiencia, para muchos fue la primera vez que grabamos. Fue hace más de dos años y la verdad que fue muy grata. Si bien hay cosas que en todo aprendizaje llevan tiempo y esa grabación tiene una formación de la que ya no hay varios de esos músicos, estuvo muy bueno poder estar en un estudio y grabar. La mayoría de aquellos ya tenía experiencia en la música. Muchos apenas se formó la banda eran integrantes de otras de diferentes géneros. En mi caso, fue la segunda posibilidad de grabar, pero esta fue mucho más profesional. Toda experiencia lleva sus equivocaciones… por ahí si escucho ahora aquello que grabamos a veces me da vergüenza, pero si miro un video del último fin de semana también, jajaja. Pero eso es porque siempre en el ejercicio de escucharte reiteradas veces podes notar algunas cosas que podrías haber tocado de diferente forma, pero salió lo que es y está bueno que así sea y que salga. Aquellos temas los grabamos en 312 Estudio».

Bichos del Paraná (2019, EP)

«Este EP tiene una formación nueva, músicos nuevos, instrumentos nuevos, adquirimos también un poco más de experiencia, grabamos en otro estudio (en Magia) y lo hicimos con temas propios. La diferencia es grande. Ahora estamos metidos nuevamente en grabación. Queremos sacar dos temas nuevos a principio del año 2020 y ya meternos a grabar de nuevo para a fines del mismo año sacar un disco de temas propios. Es una meta sacar un longplay de 10 o 13 temas de nuestra autoría. Vamos a ver si este año lo podemos ir haciendo de a dos canciones para terminar juntando todo a fin de año».

Historia y esencia

Contada por Morlaco Kreimer (voz y güiro)

“Los Peñaloza surge hace más de cinco años en la casa de uno de los chicos, del Grillo (que toca en Sonando América) que era amigo de otros amigos y nos empezamos a juntar en lo de él, que tenía una sala de ensayo. En ese momento teníamos cinco temas, todos covers, y tocábamos esos cinco temas todo el tiempo. Siempre lo mismo. Y el espíritu era como el de una peña: nos juntábamos a tomar una cerveza, a hablar al pedo, a joder, y de hecho de ahí viene el nombre de la banda. Al principio éramos 15, parecía la orquesta del Chavo del 8, pero también siempre fuimos caraduras y nos mandamos, y eso es lo que pudo lograr que tocáramos en un montón de lugares que no podíamos creer, algo que nos sigue pasando ahora. La primera vez tocamos con Chico Trujillo… y nosotros éramos un desastre, jajaja, pero como todo, en el ejercicio, en el ir tocando, vas ganando experiencia y mejorando. Obviamente que hay que meter estudio, profe, ensayo y otras cosas más que suman, pero creo que también hay una cuota de la caradurez nuestra que nos ha servido para tocar en varios lados. Al mismo tiempo, siempre tratamos de mantener la vara más alta, porque sabemos que no nos sobra nada. Estudiamos mucho, siempre vamos aprendiendo más, y en ese camino hemos tenido la posibilidad de tocar en un montón de festivales grosos, como hace poco en el festival Santa Cumbia para 20.000 personas, o haber cerrado el festival Bandera en el Hipódromo, o hace poco en Córdoba para 6.500 personas. La música, el ensayo, el profesor, los detalles arriba y abajo del escenario: todo suma. Es un sacrificio, que no parece pero nosotros vamos a Córdoba en tráfic, no dormimos, tocamos, volvemos y tenemos nuestro laburo, nuestras cosas personales. Es lindo, pero… sarna con gusto no pica, dicen. ¿Qué es lo más lindo? A mí posta que ver una persona que está sonriendo, entre medio de tanto quilombo… ya está. Y la cumbia, quieras o no, estés donde estés, va a estar. En un barrio humilde o en un casamiento re groso. Y la gente cuando escucha cumbia se pone contenta. Eso siempre nos pasó. Tuvimos buena repercusión y eso es re gratificante”.

Por Florencia Vizzi. Colaborador fotográfico: Fernando Giorgio.

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Podcast: Cauce y Consecuencia #1

«Los Cuentos de la Buena Pipa», narrado por Guido Brunet

Como parte de la naturaleza transmedia con la que fue gestada y es llevada adelante 70/30, a partir de esta edición se presentan oficialmente los podcasts de esta publicación del Diario Digital Conclusión. Bandas, artistas, proyectos e historias se verán reflejadas a través de las distintas publicaciones, que se podrán escuchar de manera libre y gratuita a través de Anchor.FM y Spotify, entre otras plataformas.

«Cauce y consecuencia» es el primero en ver la luz y en donde se repasarán distintas historias que merecen ser contadas sobre las bandas de Rosario y su vasta movida. Atravesada por el río Paraná, la ciudad tiene su propio cauce por el que transitan miles de expresiones que nacen, crecen y viven (y a veces, desbordan) con una potente fuerza propia, capaz de saltar las barreras y los obstáculos que el mismo trayecto impone. ¿Cuál fue el camino que tuvieron que navegar estas bandas para poder expresar su arte en esta parte del mundo?

En este primer capítulo, con la voz de Guido Brunet: Invierno de 2007. Una reunión en Arroyo Seco. Once personas con habilidades en la música, el teatro, el cine, el diseño o las artes plásticas se debaten un nuevo proyecto para llevar adelante. El objetivo: usar todas las herramientas expresivas posibles para contar una historia. Así nacieron Los Cuentos de la Buena Pipa, que en aquel entonces era un grupo que no pensaba en la idea de hacer canciones, ni mucho menos discos.

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