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Memorias de Bojayá

Un cilindro bomba cayó sobre el techo de la iglesia de Bojayá el 2 de mayo de 2002 hacia las 11 de la mañana, la pipeta de gas que estaba llena de metralla impactó contra el altar. Más de 300 personas se refugiaban en este lugar, el lugar más seguro posible, porque creían que allí no iban a llegar las balas producto de los enfrentamientos que sostenían paramilitares y miembros de las extintas Farc.

Las consecuencias de ese devastador estallido fueron mortales. Fallecieron por lo menos 80 personas, 100 más resultaron heridas y miles tuvieron que desplazarse a lugares más seguros ese día y los siguientes, dejando sus hogares y todas sus pertenencias materiales por el temor a una guerra que no era de ellos.

Han pasado 20 años desde esa fatídica jornada, un tiempo en el que la comunidad resiliente y llena de fortaleza ha tenido que levantarse día a día para luchar por sus derechos y reparar lo irreparable.

Hoy, los habitantes de Bojayá continúan reconstruyendo y recuperando lo perdido aferrados a sus costumbres culturales y los valores sociales que les caracteriza. A través de estos años, la vida se ha transformado positivamente gracias al proceso de exhumación, identificación y entierro de las víctimas que finalmente pudo llevarse a cabo en noviembre de 2019, siendo esta una de las acciones reparadoras más importantes para aliviar el dolor.

Este es un homenaje a su población, a su lucha, a esas ganas de salir adelante sin olvidar lo sucedido. En esta fecha conmemorativa, los bojayaseños hacen memoria de los hechos ocurridos para que la historia no vuelva a repetirse.

En 20 años de la masacre, la Unidad presenta balance de acciones en Bojayá

Se cumplen 20 años de una de las acciones más violentas cometidas contra la población civil en la que murieron al menos 80 personas, otras 100 resultaron heridas y más de 1.740 familias tuvieron que desplazarse.

Bojayá, 2 de mayo de 2021


El 2 de mayo de 2022, integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas se enfrentaron en las cabeceras municipales de Vigía del Fuerte y Bojayá en el departamento del Chocó.

Lanzaron un cilindro bomba que rompió el techo de la iglesia donde se refugiaban más de 300 personas. Hubo al menos 79 muertos y más de 100 heridos. Los efectos de la incursión provocaron el desplazamiento, la muerte y las heridas en una comunidad que nada tenía que ver con el conflicto y cuyas consecuencias ya son bien conocidas por todos los colombianos.

20 años después de ocurrida la masacre los habitantes de esta región del país continúan trabajando en la construcción de lazos, en la recuperación de su cultura y sus saberes y en la transmisión de los valores sociales basados en sus principios; en la recuperación de la confianza, la unión, solidaridad y capacidad organizativa.

Cifras en el Registro Único de Víctimas

Las víctimas únicas relacionadas en Bojayá suman a la fecha 38.024, de las cuales 8.025 son sujetos de atención. El 49,6 % corresponde a mujeres y el 34,5 % tiene, actualmente, entre 29 y 60 años.

El desplazamiento forzado ha sido el hecho victimizante de mayor ocurrencia entre la población, con 69,9 %, seguido de confinamiento con el 21,6 % y la amenaza con el 2,3 %.

Por los eventos ocurridos el 2 de mayo de 2002 se encuentran incluidas 89 víctimas directas por homicidio. De acuerdo con la caracterización, el 47,2 % hombres y el 53,8 % mujeres. El 33,7 % correspondía a personas entre los 29 y 60 años en el momento de ocurridos los hechos. 

Atención humanitaria y reparación integral

Entre 2012 y marzo de 2022 la Unidad para las Víctimas ha colocado 11.519 giros correspondientes a la atención humanitaria dirigida a hogares víctimas de desplazamiento forzado que residen en Bojayá. La inversión realizada ha sido de $6.984.380.500. 

En indemnizaciones administrativas la Unidad ha beneficiado a 1.466 personas a través de 1.543 giros, con una inversión de $11.999.365.638 pesos. 

Por homicidio, de acuerdo con el registro oficial se han ordenado 142 pagos de indemnización correspondientes a una inversión de $785.904.100.

En el municipio de Bojayá hay tres sujetos de reparación colectiva: la comunidad Afro de Bellavista cuyo plan Integral de reparación colectiva (PIRC) se encuentra en fase de implementación con un avance del 35,1 %; la comunidad indígena emberá Dóbida de Bojayá con un avance del 39,5 % y la comunidad afro del municipio de Bojayá compuesto por 19 Consejos comunitarios que está en fase de diseño y formulación de su PIRC.

Comunidad afro de Bellavista

Se han invertido $2.096.897.197 en este SRC, a través de entregas de bienes de uso colectivo como equipos tecnológicos, infraestructura y dotación deportiva. Las acciones implementadas han estado enfocadas a las prácticas culturales entre las que se destacan los alabaos, el gualí y los principios espirituales de acompañamiento a sus seres vivos y muertos.

Adicionalmente se han fortalecido las actividades de relacionamiento con el río Atrato en lo que tiene que ver con actividades como la pesca, el canotaje, entre otros. De igual manera, la Unidad para las Víctimas ha entregado dotaciones e implementos para el fortalecimiento de las prácticas deportivas como fútbol, voleibol, rondas familiares y otras actividades de interacción entre la comunidad. 

Comunidad emberá Dóbida

Con esta comunidad se han invertido $2.164.815.334 a través de entregas de bienes como equipos tecnológicos, maquinaria e insumos de modistería, dotación escolar infraestructura y deportiva. Se han propiciado espacios psicosociales y ejercicios territoriales para reafirmar la relación sagrada de la comunidad con su territorio. La Unidad para las Víctimas ha apoyado el trabajo comunitario (minga) para la limpieza de los ríos y quebradas sagradas para esta comunidad, aportando a las prácticas tradicionales.

Enfoque psicosocial

La entidad ha acompañado a la población de Bojayá a través de las estrategias de rehabilitación psicosocial grupales entre las que se destacan “Hilando”, dirigida a víctimas adultas; “Tejiendo Saberes”, para víctimas con pertenencia étnica; “Raíces, víctimas en el exterior”; “Salta la Cuerda!”, para niños y niñas entre los 6 y 12 años y “Rotando la vida”, para adolescentes entre los 13 y 17 años.

A la fecha se han atendido 855 personas y entregado 1.765 mensajes de reconocimiento y dignificación. Sin embargo, una de las acciones que más se destacan es la garantía de participación y acompañamiento psicosocial a los familiares de la masacre de Bojayá. Desde 2017 hasta la fecha se han realizado 1.798 acompañamientos en los procesos de búsqueda y entrega de cadáveres de a este municipio. 

Retornos y reubicaciones

Se han entregado seis esquemas especiales de acompañamiento comunitario (EEAC) por un valor de $457.562.740, acción destinada a materiales para infraestructura social y comunitaria. 

En relación con los esquemas especiales de acompañamiento familiar o entrega de unidades o modelos de negocio (EEAF), se han materializado 172, a través de las cuales se han transferido $262.554.752 a los beneficiarios. 

Reconocimiento a costumbres ancestrales

Luz Marina Cañola, coordinadora del grupo de cantaoras de Pogue ‘Voces de Resistencia’, reconoce que el proceso de reparación les ha servido para darse a conocer.

“Según ella, gracias a la reparación hemos dado a conocer tanto nacional como internacionalmente nuestras tradiciones ancestrales y culturales”.

Los rituales a los que se refiere son, entre otros, los alabaos, el gualí y el chigualo. El gualí y el chigualo son una especie de versos recitados durante los velorios de los niños. También se le conoce como arrullo y es una tradición africana en la que no se llora, sino que se danza y se canta, mientras que los alabaos son cantos fúnebres y de alabanza que se realizan a capela, cuando fallece un adulto y referencian el dolor y la esperanza, según explica.

Agrega que generalmente se inspiran en sus ancestros a la hora de cantar. “En mi caso cuando estoy cantando recuerdo mucho a mi papá porque de él aprendí esta tradición" y agrega que antes de la masacre los alabaos solo se les cantaban a los muertos, pero que después de ese atroz hecho también los utilizan para hacer denuncias generalmente relacionadas con la violencia en la región.

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La heroína de la
masacre de Bojayá
Por: César A. Marín C.

Diagnosticada con esquizofrenia y trastorno bipolar, Mineria Palomeque Martínez auxilió a los heridos que no habían sido evacuados hacia Vigía del Fuerte en la noche de la Masacre de Bojayá. También decidió organizar los cuerpos desmembrados, producto de la explosión de la pipeta, a su manera: la cabeza de un niño con el cuerpo de un adulto y con dos pies derechos y dos brazos izquierdos, y así el resto. Cuatro personas que la conocieron de cerca relatan su vida.

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Presentan el libro “Los muertos de Bojayá son nuestros muertos”

La publicación, que hasta el momento llega a los 700 ejemplares, será distribuida entre la población víctima de Bojayá y las comunidades de la región Medio Atrato con motivo del aniversario 20 de la masacre este 1 de mayo.

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“Identificación y entierro de víctimas, una de las más importantes medidas de reparación”
Por: César A. Marín C.

Así lo dice en entrevista José de la Cruz Valencia, coordinador del Comité por los derechos de las víctimas de Bojayá.

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En video

Bojayá 20 años.

20 años después de ocurrida la masacre, la comunidad de Bojayá ha fortalecido sus saberes y prácticas culturales tradicionales basados en la unión. Los invitamos a ver qué ha pasado con sus habitantes quienes continúan trabajando en la construcción del tejido social. 

Mineria Palomeque Martínez

A pesar de haber sido diagnosticada con esquizofrenia y trastorno bipolar, Mineria Palomeque Martínez, conocida entre la comunidad de Bojayá como Minelia, en sus pocos momentos de lucidez se convirtió en enfermera para auxiliar a los heridos de la masacre, la noche de aquel 2 de mayo de 2002. Toda una heroína.

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Podcast

Bojayá, antes y después en la voz de sus habitante

Ahora, 20 años después, la comunidad sigue trabajando por la recuperación emocional de todos y cada uno de los bojayaceños. Ellos han tenido la mano amiga de la institucionalidad en cabeza de la Unidad para las Víctimas, entidad que ha apoyado en la formulación de planes de desarrollo y en la implementación de medidas concertadas en el Plan Integral de Reparación Colectiva.

Elizabeth Álvarez y Ereiza Palomeque nos hablan de los avances que se han logrado y de su participación en la Mesa Municipal de Víctimas de Bojayá.



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Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas
Oficina Asesora de Comunicaciones, Bogotá 2 mayo de 2022